¡No andaba muerta, andaba de parranda! Jajajaja, bueno fuera TT he tenido unas semanas terribles, mucho que hacer en mi trabajo y en la escuela, exámenes, trabajos que entregar, ir con el dentista (¡ouch!), y una repentina falta de inspiración de mi neurona, pero al fin salió todo esto y aquí tienen el siguiente capítulo. Pero antes responderé sus lindos reviews.
María.- Hola brujita!!!!! Jajaja, tienes razón, pero no hay que perder los buenos modales y ante todo la gratitud, créeme que sin tus ideas mi neurona seguiría atascada en un punto en el infinito, jajaja. ¿Eh? Creo que si… un par de veces ## Si, es triste, y lo seguirá siendo por un tiempo, pero también habrá momentos felices, aunque estos tarden en llegar, pero los habrá. Jajaja, siempre ese sentimiento de posesión María, deja al pobre lobito con Harry al menos en este fic jajaja. Oh, bueno, te aseguro que no reaccionarán muy bien, pero ante todo esta la amistad, ya lo demostraron cuando fueron al Ministerio en OoTP, así que aquí también tendrán que hacerlo, igual con lo de Remus, y no te preocupes, que sé perfectamente que eres una preguntona, y no me molesta que preguntes, al contrario. Bueno amiguita, nos vemos luego. Besos
Niña angelical.- Hola, no te preocupes, tengo corazón de pollo pero prometo no asustarme. - Nop, lamento decirte que no s la mamá de Harry, es otra persona, y no es que el aroma de Harry le recuerda a Lily, cada persona tiene un aroma que lo diferencia de otra por lo tanto, el aroma no puede parecerse al de otra persona, el aroma de Harry le recuerda el aroma de un bosque. Yo también quiero un Remus así, nos vemos.
Niña.- Gracias, que bueno que te gusta, tardé en actualizar, pero aquí está.
Sakura Snape.- Jajaja, esa es la gracia del fic, que nadie sabe que pasa U Sip, necesitarás de toda la paciencia posible, jajaja. Claro que tendrás acción, pero tardará un poco más, tal vez tres capítulos, aún no estoy muy segura. Bye
JaenneKst.- Jajaja, gracias, claro que seguiré. Nos vemos
Izziblack.- Hola, estoy bien, gracias por preguntar. Me alegra que encuentres interesante el fic, ese es el propósito del mismo. By
MEIKO.- Jajaja, oh bueno, si es el ángel de la muerte, y la mujer… sólo puedo decirte que esa mujer tiene un papel muy importante en el desarrollo de la historia, sobre su identidad ella misma se lo dirá a Harry, así que pronto lo sabremos. Recordemos que lamentablemente Harry es muy rencoroso, y que por una vez en su vida quería ser egoísta, quería tener a Remus a su lado, pero éste se le negó, así que Harry esta molesto y dolido por eso. Jajaja, oh si, será escalofriante, jajajaja, no te preocupes será interesante leerlo. Gracias, es lo que intento transmitir, que quien lo lea pueda sentir lo que el personaje siente, e intenta comprender porque actúa así, me alegra saber que lo estoy consiguiendo, no te preocupes, tendrán sus momentos felices. Besos.
Cerdo Volador.- Hola, jajaja, no es musa, es neurona, y nop, no se que se fuma para tener todas esas locas ideas. Vaya, has leído varias historias mías, aunque veo que te falta "Devuélveme la Vida", es un Harry/Draco (¿na? ¿En serio), y es bastante dramático, aunque ya esta llegando al final. No tienes nada que agradecer, lo hago porque me gusta mucho, y gracias a ti por dejar un reviews. Besos.
Aiosami- Jajajaja, ¿te gusta esa forma sutil de hacer sufrir a Harry? Bueno, te anotaré en mi lista de personas a las que les daré un regalo, ya que casi por lo regular me mandan amenazas de muerto por hacer sufrir a Harry, jajaja. Si, habrá R/H, pero será más adelante, y Hermione saldrá en unos tres capítulos más. Gracias. Bye.
Sakuratsukamori.- Sip, es malo y manipulador, jajajaja, y sip, el lobito tiene ansias de protección, jajaja. No, no es nombre del diablo, Azrael es el ángel de la muerte, literalmente hablando, eso no significa que sea el diablo, es un ángel. Sobre la voz femenina sabrás un poco más de ella en este capítulo, y nop, no es Bellatrix, jaja. Besos.
Annva Potter.- Estarán juntos, ese es el objetivo del fic, y Dumbledore… bueno, pues ya veremos que hacemos con él. Besos.
PotterGrangerHermione.- Gracias, jajaja, harás que me sonroje. Nos vemos pronto. Besos.
Serendipity-789.- Ups, creo que seguiré poniéndola a prueba, ¿no? Jajaja, que bueno que siguen ahí, jajaja. Jajajaja, ¿hospital? Bueno, si, tengo que hacer una autopsia en todo este embrollo, y luego hacer una intervención quirúrgica para ver si puedo encontrar la medula de esta historia… jajajaja. Esto apenas empieza, y poco a poco iré dando datos, así que no te preocupes. Besos.
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CAPITULO CUATRO.- El origen del dolor
-¿Cómo se encuentra? – preguntó la señora Weasley, entrando a la habitación que Harry ocupaba. Hacía un par de horas que había anochecido y Molly quería saber el estado de Harry antes de irse a dormir. Remus, que estaba sentado en el otro extremo de la cama junto al chico, negó con la cabeza, regresando su vista al joven cuerpo que dormía en la cama.
-Igual. La fiebre baja por momentos, apenas y prueba bocado. Ha comenzado a hablar un poco más, pero no mucho, y cuando es capaz de hacerlo, se queja de un dolor en su pecho, dice que el aire le quema la garganta y los pulmones, pero Poppy no encuentra razón para ello – guardó silencio, viendo como Molly se sentaba en el otro extremo de la cama –. Ha preguntado dónde se encuentra.
-¿Y se lo has dicho?
-No, aún no, pero tiene que saberlo, no podemos ocultárselo por mucho tiempo, acabará por descubrirlo, y no quiero pensar el dolor y el rencor que sentirá cuando lo sepa.
-Oh, pequeño – Molly acarició el rostro de Harry con una compresa de agua fría –. ¿Por qué tiene que sufrir tanto?
-No lo sé, Molly, no lo sé. – Remus acarició de forma ausente la mano de Harry – . ¿Qué ha pasado con los Dursley?
-Se han ido – respondió la mujer, su expresión se tornó sombría –, no soportaron la pérdida de su hijo, y mucho menos las condiciones en que quedó su cuerpo. Fue horrible, Remus.
-Lo sé.
-Sangre esparcida por toda la habitación – la voz de Molly temblaba por momentos –, miembros regados, y el rostro desfigurado por el terror – hizo una pequeña pausa, como pensando si sería correcto decir lo que esos seres habían dicho –. Culparon a Harry de su muerte.
Los ojos de Remus relampaguearon con odio, sus manos se cerraron en un puño tratando de ahogar las ganas de despedazar y desgarrar.
-Después de todo lo que le hicieron, ¿cómo pueden pensar que Harry es culpable de la muerte de su primo? – preguntó entre dientes.
-Lo mismo me pregunté yo, pero no encontré respuesta, así que dejé de pensar en ello y decidí concentrarme en el bienestar de Harry – las palabras tuvieron el efecto de tranquilizar la creciente ira del licántropo –. ¿Cómo ha tomado Harry la muerte de su primo y Arabella?
-Con una extraña calma – respondió frunciendo el ceño –, de hecho no ha formulado preguntas al respecto.
-Es lógico, después de cómo lo trataron.
-No, no creo que se deba a eso – Molly lo miró confundida –, me temo que Harry se está culpando de la muerte de su primo y de Arabella – enseguida la expresión confundida se volvió una de angustia.
-Pero no tiene porque culparse, él no tuvo la culpa de nada.
-Tú y yo lo sabemos, pero él se niega a creerlo. Creo que es parte de su naturaleza.
-Aún así...– Molly guardó silencio, tenía que aceptar que Remus tenía razón.
-¿Y Arabella? – ante la pregunta, Molly no pudo evitar que un sollozo escapara de su garganta.
-Ella ya no tenía familia, así que... sus restos... fueron incinerados y esparcidos...
La mano sobre su hombro la hizo detener su explicación. De entre sus ropas sacó un pañuelo y con él se secó las lágrimas que habían mojado su rostro.
-¿Qué dice Poppy?– preguntó ella, cambiando de tema y regresando su atención a Harry.
-Ella ya no sabe que más hacer para restablecer su salud, lo ha intentando todo, pero nada parece mejorar en él.
Ambos adultos guardaron silencio. Molly continuaba pasando el paño empapado de agua fría por todo el rostro de Harry, intentando bajar la fiebre. Remus se puso de pie, caminando hasta situarse a un lado de la ventana, su vista se perdió en un punto infinito. Sus pensamientos giraron en torno a la misteriosa esencia que rodeaba a Harry. Al principio pensó que era peligrosa, pero ya habían pasado tres días desde la primera vez que pudo percibirla y en ningún momento se había comportado de forma hostil con él o con Harry. Aunque, curiosamente, esa esencia se intensificaba al anochecer, formando una especie de barrera alrededor de ambos, ya que Remus dormía en la misma cama que Harry, y al amanecer, el joven presentaba una ligera mejoría que duraba hasta el medio día. Lo cual hacía pensar a Remus que esa esencia provenía de un ser que no estaba ahí para lastimar, ¿pero cómo confirmarlo? ¿Y sí el dueño de esa esencia pudiera ayudar a Harry? ¿Cómo saber si ese ser quería ayudarlo?
-Molly – la aludida miró a Remus de forma interrogante –, ¿qué ha pasado con los chicos? – enseguida el rostro de la mujer se tornó triste.
-Ellos están muy preocupados por Harry, cada cinco minutos me preguntan por su estado e insisten en entrar a verlo, pero se lo he prohibido, no creo que les haga bien ver el estado en que se encuentra, además, podrían decirle el lugar en donde estamos, y eso solo le causaría más daño.
-Tienes razón.
-¿Dónde pasarás la Luna Llena?– preguntó la señora Weasley – ¿Piensas quedarte aquí? Si es así, necesitamos arreglar una habitación para...
-No, Molly, gracias – la interrumpió el hombre lobo –, pero no es seguro quedarme, a unas calles de aquí hay un bosque, en el cual hay una cabaña, Dumbledore ya ha colocado varios hechizos que alejan a los muggles, será más seguro que yo permanezca ahí.
-¿No es peligroso? Estarás lejos de nosotros, tardaremos mucho en llegar si algo te pasa y...
-No me pasará nada, creo que es lo mejor, estar cerca de la naturaleza me tranquiliza, y hace menos dolorosas las transformaciones. Estaré bien, te lo aseguro – Molly suspiró derrotada.
-Harry te extrañará – murmuró –, creo que ya se ha acostumbrado a tu presencia.
-Y yo a la de él – susurró Remus, observando el bonito rostro del chico.
-De cualquier forma, Remus, deberías descansar, no te has separado ni un momento de Harry, la Luna Llena está a una noche de distancia y tú no has descansado como se debe. – la voz de Molly, teñida con ese tono maternal, le hizo sonreír.
-Estaré bien, Molly, no podría ni siquiera intentar separarme de Harry, él me necesita – Molly lo miró con ternura.
-Lo quieres mucho, ¿cierto? – Remus sonrió con tristeza.
-No sabes cuanto, Molly.
Y era verdad. Nunca nadie sabría, cuanto significaba ese joven para él.
-Llamaré a Dumbledore, esto no puede seguir así, él debe saber algo para ayudar a Harry, y haré que me lo diga aunque tenga que maldecirlo – Molly se puso en pie con decisión, y sin esperar respuesta alguna, salió de la habitación.
Remus la observó irse. Suspiró de manera cansada. Regresó su vista hacia la ventana, observando el cielo nocturno a través de ella la luna estaba casi llena, una noche más y lo estaría por completoVolteó a ver a la joven figura sobre la cama. Una noche y tendría que dejarlo solo, ya que no era seguro permanecer a su lado como lobo, aún habiendo tomado la poción Wolfsbane, no se arriesgaría a dañar a Harry.
Con una última mirada a la luna, se dirigió a la cama, y quitándose la túnica, y con movimientos suaves, hizo a un lado las mantas que cubrían el delgado cuerpo, deslizándose entre ellas. Con movimientos lentos se acomodó cerca del cuerpo de Harry. No tuvo que hacer movimiento alguno, ya que fue el mismo Harry quien se acercó a la fuente de calor, las manos del chico subieron hasta el pecho de Remus, mientras su cabeza descansaba en el hueco del cuello. Remus movió una de sus manos por la espalda, masajeando con suavidad sobre el pijama, su otra mano serpenteó hasta enterrarla en el rebelde cabello, donde apartó un mechón, posando sus labios en la frente perlada de sudor, sintiendo el angustioso ardor de la piel.
Inmediatamente el aroma de Harry le llenó los pulmones. A lo largo de su vida había conocido el aroma de muchas personas, algunos eran agradables, otros no tanto, pero ninguno tan seductor como el de Harry. Ese olor a bosque llamaba al lobo dentro de él, incitándolo a acercarse y perderse en sus sinuosidades, y esos tintes dulces y amargos, solo hacían que el humano quisiera permanecer todo el tiempo a su lado, protegiendo esa inocencia que aún quedaba, protegerlo de esa amargura y desenvolver los misterios que lo rodeaban. Pero no... Debía de alejar esos pensamientos que seguramente estaban influenciados por la cercanía de la Luna Llena.
Pronto el sueño lo invadió, dejándose envolver por él. El lobo pudo percibir nuevamente la esencia que los venía envolviendo, la barrera comenzó a formarse a su alrededor, pero fue algo que la parte conciente no pudo retener.
Una silueta femenina se formó en el espacio entre la cama y la ventana, una sonrisa se dibujó en su rostro níveo, para luego evaporarse junto al viento.
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En ese mismo momento, a unas cuantas habitaciones de allí, se llevaba a cabo una reunión ilícita entre cuatro hermanos pelirrojos.
-¿Saben algo? – preguntó Ginny a sus hermanos en cuanto los vio entrar a la habitación.
-Nope.
-Nanai.
-En otras palabras: Nada – concluyó Ron, quien se dejó caer contra la cama. Permanecieron en silencio unos segundos, silencio que fue interrumpido cuando Fred arrojó contra la pared unas orejas extensibles.
-No sirven de nada – murmuró George, como explicando la actitud de su hermano – Mamá ha encantado la habitación donde tienen a Harry y no hemos podido escuchar nada. Y por más que intentamos entrar, no podemos.
-¿Ni siquiera con un Alohomora? – cuestionó Ginny.
-No, es como si hubieran atrancado la puerta con otra cosa.
-Ni siquiera a la manera muggle pudimos forzar la cerradura, está sellada.
-Mamá dice que tiene fiebre y que se queja de constantes dolores – informó Ginny con voz queda –, y que el Profesor Lupin no se separa de él ni un momento.
-¿Cómo iba a hacerlo? – vino la voz de Ron desde la cama –Es lo único que le queda de su antigua familia.
-¿Te refieres a los papás de Harry y a Sirius? – Ron se irguió un poco para ver a George, quien fue quien formuló la pregunta.
-Si, ellos eran la única familia que Lupin tenía, y no creo que se permita perder a Harry.
-La Luna Llena está cerca – susurró George.
-Lo que significa que pronto se transformará... – continuó Fred.
-Y no podrá cuidar a Harry esas noches – siguió George.
-Tal vez nosotros podamos hacerlo – sugirió Ginny con voz más alegre –, tal vez permitan a Harry dormir solo y podamos escabullirnos hasta la habitación.
-No lo creo – atajó Ron –, seguramente mamá dormirá con él, o si no, aplicarán más hechizos de seguridad a la habitación. No nos permitirán entrar de ninguna forma.
-¿Por qué nos ocultan su estado? – se preguntó la chica comenzando a desesperarse –. ¿Acaso está tan mal que no quieren que lo veamos?
-Es muy posible –murmuró Fred, para luego continuar hablando, después de un momento de silencio –. Esos muggles, ¿cómo pudieron hacerle eso? No les importó que Harry fuera su sobrino.
-Pues parece que lo olvidaban constantemente – murmuró George con desprecio.
-Al igual que el Profesor Dumbledore – tres miradas se posaron en el pecoso rostro de Ron –. Él debió saber como trataban a Harry, y nunca hizo nada para evitarlo, creo que esconde algo, no me parece correcto que lo haya dejado ahí tantos años, sabiendo que lo golpeaban y lo mataban de hambre. – la voz de Ron iba cargada de amargura.
-Tienes razón, algo muy turbio está pasando.
-Y como siempre nos mantienen al margen – Fred y George se cruzaron de brazos.
-No les importa que Harry sea nuestro amigo y nos preocupemos por él – Ginny imitó el gesto de sus hermanos.
Ron guardó silencio, sopesando todo lo que habían dicho. Todos estaban de acuerdo en que algo estaba pasando, algo importante, y sobre todo, algo que concernía a Harry, y que no querían decirles. ¿Pero qué era? ¿Por qué Dumbledore se negaba a dejar a Harry con ellos más allá de esas semanas del verano? ¿Por qué Dumbledore insistía en enviar a Harry con esos muggles cuando ahí podría morir de anemia y por golpes? Se llevó las manos a la cabeza, con tantas preguntas ya comenzaba a dolerle, él nunca fue bueno para resolver misterios, esa era especialidad de Hermione.
-¡¡Hermione!! – gritó.
-Ron, no es momento para pensar en Hermione – le dijo George.
-Sí, Ron, todos sabemos que te gusta pero no tienes que gritarlo – siguió Fred, ganándose el que el aludido le arrojara una almohada.
-¡No grité su nombre por eso! – les gritó sin poder disimular el rojo de su cara – quise decir que si Hermione estuviera aquí sería más fácil averiguar que le ocurre a Harry, ella es mejor desenredando misterios.
-Ron tiene razón – lo apoyó Ginny –. Hermione podría ayudarnos.
-Cierto – corroboró Fred –. Además, con ella aquí, nuestro querido Ronnie podría estrenar ese cerebro para pensar como conquistarla.
-¡¡Fred!!
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El resplandor del sol comenzó a filtrarse a través de sus párpados, pero esta vez la sensación no le causaba dolor como las veces anteriores. Aspiro profundamente el aire, llenando con él sus pulmones, podía sentir como ese aire le quemaba la garganta, aunque ya no con la misma intensidad, pero aún persistía esa sensación de que ese aire era impuro y no sabía a qué se debía ese ridículo pensamiento.
Con reticencia abrió los ojos y lo primero que vio fue una mancha borrosa que hacía alusión a una pequeña mesa con una bandeja con comida sobre ella. Parpadeó un par de veces hasta que su vista se aclaró un poco. Sabía que se encontraba en la misma habitación que desde hacía unos días ocupaba y de la cual no le permitían salir, y pese a no saber en que lugar se encontraba, no pudo evitar la sensación de haber estado antes en el mismo sitio.
Dejando esos pensamientos de lado, intentó incorporarse un poco, pero su cuerpo aún estaba débil y se negaba a responderle correctamente, y lo único que logró fue que sus manos se enredaran en las mantas que le envolvía como si fuera una camisa de fuerza. Un gruñido de frustración salió de su garganta, lo que provocó que alguien riera ante la situación. Harry dejó de forcejear y se concentró en localizar a la persona que reía;no tuvo que esperar mucho para saberlo, ya que enseguida escuchó unos pasos acercándose a él, para luego ver unos ojos dorados en un rostro sonriente.
-Tranquilo, o esa camisa de fuerza te romperá los huesos – le dijo Remus sin disimular su sonrisa, y obteniendo como respuesta una mirada molesta del muchacho de ojos verdes, mirada que rápidamente fue sustituida por una sonrisa al verse libre de esas mantas que lo mantenían prisionero, con cuidado y ayudado por Lupin se sentó hasta quedar recargado contra la cabecera de la cama, e inmediatamente después le colocó sus anteojos, lo que indudablemente mejoró su vista.
-Gracias – le dijo Harry. Su voz aún sonaba áspera, pero al menos ya no tanto como hacía tres días.
-Por nada, ¿cómo te sientes?
-Mejor.
Remus asintió sin dejar de sonreír. Levantó su mano y con cuidado retiró unos mechones de cabello que cubrían los bellos ojos verdes, pero no retiró su mano después de eso, al contrario, con extrema suavidad deslizó sus dedos a través de la piel ligeramente morena, comenzando en la frente, descendiendo poco a poco, pasando por la mejilla donde antes había estado un cardenal, siguiendo con la barbilla y el cuello. El cuerpo del chico se estremeció ligeramente, su piel no estaba acostumbrada a las caricias, pero aún así, Harry se dejó envolver en las agradables sensaciones que ese simple roce le provocaba. Sus ojos verdes no dejaban de ver los dorados como si estuviera hipnotizado por ellos, sumergiéndose en sus profundidades, deseando perderse en ellos y nunca encontrar el camino de regreso.
Una ligera punzada en su hombro lo hizo cerrar los ojos y quejarse por el dolor.
Remus detuvo la caricia, su mano había llegado al hombro de Harry. Dejó de tocar la piel al ver la expresión de dolor del chico, y con sumo cuidado retiró un poco la tela del pijama que cubría esa zona, dejando al descubierto una pequeña contusión. Pasó un dedo sobre la marca, acariciándolo con delicadeza, cuidando de no lastimarlo más.
-Lo lamento – musitó Remus, recibiendo una mirada confundida de parte de Harry –. Fueron mis manos las que te marcaron de esta forma – le explicó –. Fue cuando te traje aquí, estabas ardiendo en fiebre, sufrías convulsiones y gritabas, tuve que sujetarte para inyectarte una poción que sanaría tus heridas – acomodó la camisa del pijama cubriendo las marcas.
Harry desvió la mirada hacia el suelo, sonrojándose al pensar en las condiciones en que lo debieron de haber encontrado. Seguramente Lupin pensaba que era un ser débil, alguien insignificante que ni siquiera podía defenderse de un muggle obeso y estúpido como lo era su tío. Se mordió el labio inseguro de qué hacer o decir, no quería ver lástima en esos ojos, no quería que Lupin sintiera compasión por él, no lo soportaría.
Remus adivinó lo que seguramente Harry estaría pensando en ese momento. Con cuidado tomó la barbilla del chico, obligándolo a levantar la mirada y verlo a los ojos. El labio inferior de Harry temblaba pese a que aún lo mordía, y Remus no pudo recordar cuando ese simple gesto podía enternecerlo tanto.
-No eres débil – le dijo de forma tajante, algo que sorprendió a Harry –, y nunca llegues a pensar que lo eres. Esos muggles no tenían ningún derecho para tratarte de esa forma.
-Pero no pude... – intentó objetar, pero sus palabras fueron obstruidas por un par de dedos que se posaron sobre sus labios, haciendo que ante ese acto se sonrojara profundamente.
-Basta, ya te lo dije, no eres débil. – el tono de la voz de Lupin no dejaba lugar a replicas y Harry tuvo que tragarse sus propias palabras de autocompasión. Asintió con lentitud y Remus pasó sus dedos por esos labios, acariciarlos con suavidad, pero en cuanto se dio cuenta de lo que hacía, los retiró con rapidez.
-¿Dónde... estoy? – preguntó Harry, sin dejar de notar la expresión sombría que cubrió el rostro de su ex profesor. El licántropo suspiró.
-Come algo – le dijo al mismo tiempo que colocaba la bandeja con comida sobre el regazo de Harry –, cuando hayas comido hablaremos.
Harry asintió a regañadientes, pero su estomago clamaba por comida, así que decidió dejar el interrogatorio para después. Observó la bandeja sobre sus piernas, la cual contenía un par de vasos: uno con jugo de naranja y otro con leche, también había un plato con fruta y a su lado un par de tostadas. De pronto sintió la garganta seca e inmediatamente tomó el jugo, dándole un par de tragos para luego comenzar a comer un poco de fruta. Lupin lo observaba con atención, Harry comía con cuidado, como si pensara que en cualquier momento la comida le haría daño, lo que concordaba con el diagnostico que la señora Pomfrey había dado: Harry no había recibido alimento en los últimos días, por eso la extrema delgadez y la anemia. Ninguno dijo nada mientras Harry comía. Cuando éste decidió que ya había sido suficiente, dejó el cubierto sobre la bandeja.
Lupin observó el plato de fruta, ni siquiera había comido la mitad de su contenido, estuvo a punto de regañarle por ello, pero recordó que el estomago de Harry tal vez aún no se acostumbraba a la comida, así que retiró la bandeja, colocándola nuevamente en la mesita.
Harry estaba a punto de preguntar nuevamente por el lugar en donde se encontraba. Pero Lupin fue más rápido, cambiando el tema y evitando que formulara esa pregunta.
-Esta noche es Luna Llena, y por lo tanto no podré quedarme contigo. – dijo con suavidad.
-¿Te vas? – Harry sintió que el corazón se le iba a los pies.
-Esta noche habrá Luna llena, y me transformaré en un lobo, no puedo permanecer contigo, sería peligroso –le dijo él al notar esa reacción.
-Pero has tomado la poción, ¿no? – preguntó, negándose a la idea de dejar ir a Lupin.
-No sabemos lo que en mi forma de lobo pueda provocar –respondió Remus con tranquilidad. Harry volvió a morderse el labio, buscando algo que pudiera hacer cambiar de opinión a Lupin. Se había acostumbrado a su presencia, y durante las noches que había dormido a su lado no había tenido pesadillas, sabía que sonaba egoísta, pero realmente necesitaba que se quedara a su lado.
-Pero si tomaste la poción... – Remus impidió que siguiera hablando, posando un par de dedos sobre sus labios, no pudo evitar el sentirse conmovido y terriblemente culpable.
¿Realmente estaba siendo justo?
Por supuesto que era justo, primero estaba la seguridad de Harry.
-Está decidido, Harry, las noches de luna llena las pasaré en una cabaña que está en un bosque cerca de aquí.
Remus se quedó pensativo, viendo a Harry, y permitiéndole digerir sus palabras. El muchacho se veía muy pálido, sus ojos cerrados y los rasgos tensos, su respiración agitaba como si viviera el tormento prometido por las palabras de Remus.
Lentamente la cabeza de Harry se movió de arriba abajo, aceptando las palabras de Remus. Él también lo dejaría solo, la única persona que había estado a su lado, también se iría y lo dejaría a merced de su dolor y su soledad. Y pensar que en algún momento la idea de que Remus comprendía su dolor llegó a cruzar por su mente, obviamente no era así, él no podía sentir la forma en que la soledad se ceñía a su alrededor, envolviéndolo lentamente, tratando de asfixiarlo, si él mismo propiciaba que esa soledad volviera.
El dolor comenzaba a carcomerlo por dentro, a destrozarle el alma como hacía unos días, haciéndole desear que su vida se extinguiera y no sentir como su corazón comenzaba a ahogarse en el dolor.
-De acuerdo – le dijo Harry con voz ligeramente temblorosa –. Será como usted diga – y antes de que Remus pudiera decir algo, Harry se recostó en la cama, cubriendo su rostro con las mantas, tratando de reprimir las lágrimas.
Llorar no le serviría de nada, no arreglaría lo sucedido, no haría que Remus se quedara a su lado, no alejaría ni al dolor ni a la soledad, así que no lloraría. Pero a pesar de pensar eso, no pudo evitar que una lágrima recorriera su mejilla.
Los ojos dorados se cubrieron de sombras ante la reacción de Harry; intentó acercar su mano hacia ese cuerpo, pero se detuvo a medio camino. No, no lo haría.
Se levantó y con pasos lentos se dirigió a la puerta.
Era lo mejor.
Harry escuchó el sonido de la puerta al abrirse y luego al cerrarse. No pudo aguantar más, sus lágrimas salieron sin control, pequeños sollozos hacían temblar su cuerpo.
Alguien hizo a un lado las mantas, dejando su rostro al descubierto. Harry ni siquiera se inmuto, pues sabía de quien se trataba, el aire frío y la suave energía que comenzó a envolverlo se lo decía.
-Shhh, tranquilo pequeño – le dijo una suave voz femenina –, todo estará bien, lo prometo.
Y Harry le creyó. Le creyó porque su corazón herido necesitaba una esperanza, necesitaba algo que menguara su dolor, y por alguna razón que desconocía, sabía que esa mujer que le llamaba no sería capaz de mentirle.
-No voy a dejarte, pequeño, ni dejaré que el dolor siga haciendo mella en tu corazón... aunque para ello tengamos que desafiar al mundo entero...
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En cuanto cerró la puerta, recargó su espalda contra ella, sintiéndose un ser despiadado y cruel, un miserable, pero sobre todo sintiendo el dolor de las frías palabras de Harry "Será como usted diga". El chico había usado un tono distante y lleno de un dolor y decepción desgarrantes.
Lo había decepcionado…
Pero era lo mejor para Harry. No sabía si podría controlar al lobo estando tan cerca de él, oliendo ese aroma que lo envolvía y le llamaba, que le invitaba a…
-Profesor Lupin – lo llamó una voz, haciéndole abrir los ojos para encontrarse con el preocupado rostro de Ron Weasley –. ¿Cómo se encuentra Harry? – Remus le sonrió, pero su sonrisa iba velada por una sombra de tristeza que a Ron no le pasó desapercibida.
-Por momentos mejora, pero hay otros en que parece empeorar, afortunadamente éstos son menos frecuentes que los primeros.
-Entonces, ¿por qué no podemos verlo? – Remus suspiró, había estado esperando esa pregunta. Con un movimiento de mano le indicó que lo siguiera, alejándolo de la habitación de Harry. Ron le siguió obediente hasta llegar a la cocina. En cuanto estuvo seguro de que nadie los escuchaba, el licántropo decidió hablar.
-Las heridas físicas de Harry están siendo sanadas, pero no así las emocionales.
-¿Qué quiere decir? – preguntó preocupado.
-El alma de Harry esta muy herida; su autoestima y estado emocional están muy dañados.
-Pero nosotros podemos ayudar – le aseguró con convicción –, somos sus amigos y nos preocupamos por él.
-Preocupación que él tomaría como lástima.
El rostro de Ron se contrajo en una mueca ofendida, sus ojos azules relampaguearon con furia, y sus puños se cerraron con fuerza, pero Remus continuó imperturbable.
-¡Nosotros no le tenemos lástima!
-Tú lo conoces bien – comenzó a decirle con calma, sin ofenderse por el tono que uso Ron –, dime entonces, ¿cuál sería su reacción?
Ron permaneció en silencio durante unos segundos, su expresión ofendida cambió a una molesta y resignada.
-Pensaría que le tenemos lástima y nos evitaría.
Remus asintió.
-Harry aún no sabe que esta en Grimmauld Place, no hemos querido decírselo a pesar de que él ha insistido, y si ustedes llegaran a verlo, él les preguntaría y no tendrían más remedio que decírselo, y aunque no lo hicieran – se apresuró a agregar ante la mirada ofendida de Ron –, él terminaría por averiguarlo. ¿Me podrías decir cuál sería su reacción?
-Tendría un ataque de rabia – murmuró resignado.
-Exacto, es por eso que mientras Harry no sepa en donde se encuentra, ustedes no podrán verlo.
-¿Y cuándo piensan decírselo?
-En cuanto esté mejor emocionalmente.
-Pero… - intentó objetar, tenía que insistir hasta conseguir ver a su amigo, comprobar que estaba bien, pero Lupin fue firme en su respuesta.
-No.
El pelirrojo bajó la mirada derrotado, apretando los puños e intentando dominar la creciente furia y decepción que lo embargaban; y Remus no pudo evitar sentirse aún más cruel y despiadado que antes.
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Harry seguía en la misma posición, el tiempo pasaba, pero él no lo sentía alejarse, su mente y corazón estaban impregnados de dolor, el dolor de saberse solo nuevamente, el dolor de la desilusión al darse cuenta de que Lupin no era diferente a los demás, que realmente no le importaba como decía, porque si realmente le importara, no lo dejaría solo.
El chico sintió una especie de puñalada en el estómago ante esa revelación.
Si realmente fuera importante para Lupin, él no permitiría que la soledad comenzara a rodearlo, a acorralarlo hasta no encontrar más salida que dejarse envolver por sus alas, sumergirse en sus sombras, esas sombras que le herían el alma.
Sus ojos ya no lloraban, así como tampoco tenían ese brillo que los llegó a caracterizar en algún momento, ahora sus ojos esmeraldas estaban cubiertos de sombras y dolor. Las lágrimas habían dejado de correr por su rostro, pero no así el dolor que corría por sus entrañas, hiriéndole, desgarrándole… atormentándole.
Pero había una luz que le impedía a la soledad cernirse a él completamente:
Ella…
La mujer que en ese momento terminaba de cantarle una canción que hablaba de una muerte atrayente, y que le acariciaba el rostro con sus frías manos.
Harry mantenía los ojos cerrados, sumergido en las tranquilizantes sensaciones que esa presencia le hacía sentir. Sabía que de nada le serviría abrir los ojos, pues se lo hacía no encontraría a nadie a su lado, por eso los mantenía cerrados, concediéndole a ese ser el anonimato que solicitaba.
-No me has dicho quien eres – murmuró él. Una suave risa resonó cerca de su rostro.
-¿Será porque no me lo has preguntado? – le contestó divertida, arrancando una pequeña sonrisa del chico.
-Tal vez – la sonrisa se evaporó tan rápido como había aparecido – ¿Quién eres?
-Quién soy – repitió –. Podría decírtelo, pero tal vez ya estarías dormido para cuando terminara – el comentario esta vez arrancó una suave risa del chico –. Preferiría comenzar por mi nombre.
-De acuerdo – concedió él sin dejar de susurrar –. ¿Cuál es tu nombre?
-Aredhel.
-Aredhel… es un lindo nombre.
-Gracias.
-Pero aún no me has dicho quién eres.
-¿De verdad quieres saberlo?
Harry guardó silencio. ¿En verdad quería saberlo? Aredhel había llegado a él de la noche a la mañana, dándole el consuelo y la compañía que había necesitado, que había pedido a través de gritos silenciosos y miradas suplicantes, el mismo consuelo y compañía que nadie se había molestado en darle… ni siquiera Lupin. El sólo pensar en su ex profesor le hizo sentir una fuerte opresión en el pecho, y los ojos comenzaron a escocerle, pero no… no pensaría más en él, él había demostrado que no le importaba lo que sintiese, así que no merecía siquiera su pensamiento. Y con respecto a Aredhel, había llegado a una conclusión: no necesitaba saber quien era, sin embargo, necesitaba estar seguro de una sola cosa
-No, no quiero saberlo, lo único que quiero saber es: - Harry tomó aire, no muy seguro de cómo tomaría sus palabras – ¿Si… siempre estarás conmigo?
Silencio.
Pánico.
Harry comenzó a sentir pánico. Temía haber hecho una pregunta incorrecta, en un mal momento, y arruinar su reciente amistad con ella, tal vez ni siquiera debió de haber formulado esa pregunta y había presionado a Aredhel, tal vez ella no quería ligarse a él, tal vez…
-Siempre.
Una sola palabra…
Siempre…
Una sola palabra dicha con tanta seguridad, sin asomo de duda, y a la vez con ese matiz de ternura, que por un momento creyó haber escuchado mal.
-Siempre estaré contigo – repitió Aredhel, como si supiera el origen de sus miedos.
-¿En verdad? – preguntó con apremio –. No… no me mientes… no me dejarás como…
-No te miento – le respondió ella –. Te prometo, que siempre estaré a tu lado Harry
Un nuevo sentimiento comenzó a extenderse en su pecho, un sentimiento cálido que desplazaba a todo ese dolor, que alejaba a la soledad que estuvo a punto de reclamarlo como suyo.
-Es… todo lo que necesito – respondió Harry con una sonrisa.
-Bien – aceptó ella –. En ese caso, te contaré una antigua historia, ¿de acuerdo?
Por toda respuesta, Harry se acercó más a la fuente de energía que le rodeaba, que, aunque era fría, le hacía sentir de alguna manera seguro.
El día pasó entre historias y las constantes visitas de la Señora Weasley, quien insistía en que el chico charlara con ella, pero cada vez que escuchaba abrirse la puerta, Harry fingía estar dormido, no quería escuchar ni hablar con nadie, aún seguía dolido con Lupin y no quería saber de él ni de nadie más, no tenía ánimos para ilusiones tontas, así que fingía, y sólo hasta ya entrada la tarde, dejó de fingir para comer un poco a insistencia de Molly; después de eso continuó simulando que dormía, cuando en realidad escuchaba los místicos relatos de Aredhel.
Durante toda la tarde, ella le habló sobre el origen de la magia: la verdadera magia, la magia en su estado más puro, la que provenía del espíritu. Narrándole que en un principio, su forma más pura se basaba en la Naturaleza y todas las energías que ésta envuelve, como lo son: la Tierra, el Aire, el Fuego, el Agua y el Espíritu mismo, magia tan pura y antigua en la que un mago podía verdaderamente hacerse uno con su magia, con su esencia, esa, era el único tipo de magia que existía, y la cual sólo podía ser manejada por una pequeña comunidad de magos llamados: Wicca.
Los Wiccanos existieron en una época donde demonios y ángeles vivían en constante lucha, poseedores de grandes dotes mágicas, mayores a los de los actuales magos. Ese Coven(1) Wiccano era guiado por una noble sacerdotisa que lideró con orgullo y justicia, pero los demonios tentaron a los Wicca hasta corromper sus almas y hacerlos cometer crímenes. En la batalla final, ayudados de un poderoso ritual, los demonios fueron apresados, al mismo tiempo que los Wicca fueron castigados, condenándolos a vivir en el exilio, llevándose la libertad de su propia muerte, pocos escaparon de su condena, pero con el tiempo, sufrirían la maldición del olvido. Sin embargo, los Dioses no permitieron el exilio de la Sacerdotisa, liberándola consu propia muerte con la promesa de que algún díaun sobreviviente de su legado cumpliría el destino que pudo ser el de ella.
La voz de Aredhel era suave… hechizante, sumergiéndolo en una hipnótica fascinación, haciéndolo escuchar con atención cada una de sus palabras, entregándose por completo a la narración; sorprendiéndose ante el poder los Wicca, aterrorizándose con el odio de los demonios y sumergiéndose en la tristeza ante el final de la historia, donde vivirían eternamente exiliados y rumiando sus culpas, resguardados por un ángel, pero una extraña e inexplicable melancolía invadió a Harry ante el final de la Sacerdotisa, sintiendo nostalgia por su muerte, más Aredhel le explicó que fue lo mejor, ya que ella no podría soportar vivir sola el resto de su vida, y al menos así, murió con la esperanza de que su Coven(1) renacería con magnificencia.
Las historias continuaron, feroces batallas, juramentos de amor y reencuentros, ideales perdidos fueron el centro de las historias de Aredhel.
Poco antes de anochecer, Harry cayó en un profundo sueño, con la intensidad de distintas emociones agolpándose en su pecho. Más su sueño fue intranquilo al no tener el cálido cuerpo de Lupin a su lado, abrazándole y proporcionándole la seguridad de no permitir que la soledad le envolviera, llenándole con terribles pesadillas que atormentaban su alma herida.
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El viento soplaba con suavidad, meciendo las hojas de los árboles al ritmo de su vaivén. El pequeño bosque poseía una belleza natural y a pesar de que su extensión no era mucha, si lo era la magnificencia de su belleza, poseyendo una variedad de flora que le da al visitante la impresión de estar en un paraíso terrenal en miniatura, el extenso follaje de los árboles y los frescos verdores del césped creaban una atmósfera de paz y serenidad que muchos necesitan, ni un solo ruido proveniente de la ciudad se sentía en ese sitio, era sin duda el lugar mas indicado para que los ciudadanos pudieran hacer ejercicio o relajarse en sus horas de esparcimiento, sin embargo, esta noche, no había ningún ser humano deambulando por sus alrededores, un buen repelente para muggles era lo que evitaba que se acercaran esa noche, al igual que lo evitarían en las próximas dos.
La luna llena iluminaba el oscuro firmamento sin permitir que las nubes opacaran su brillo, lejos de ser tétrico el ambiente, le conferían una imagen mística, evocando los cuentos en donde las hadas paseaban alegres en medio del bosque, aunado a la luz de las farolas de gas que iluminaban cada uno de los caminos ofreciendo una breve pero agradable luz naranja que atraía a las luciérnagas las cuales aportaban también su espectáculo. El sitió era simplemente hechizante.
Pero no todos disfrutaban de ese bello espectáculo.
Dentro de una pequeña cabaña, ubicada dentro de ese bosque, yacía un lobo cuyo pelaje estaba teñido por tonalidades grisáceas, echado sobre sus patas;su vientre subía y bajaba rápidamente, indicado que su respiración era agitada, y de vez en cuando gruñía lastimeramente, como si alguna parte de su cuerpo estuviera lastimada.
Las transformaciones de un licántropo provocaban un daño peor que el sufrido por la maldición Cruciatus, el cuerpo humano prácticamente se reconstruía, la piel, los nervios, los huesos e incluso algunos órganos cambiaban de forma de una manera dolorosa. Por ello, el lobo se encontraba en esa posición, tratando de recuperar un poco de su fuerza, sintiendo una extraña e inexplicable sensación de ansiedad, se sentía inquieto, y sabía la razón: Estaba lejos de ese aroma que le había envuelto las últimas noches, ese que tanto le atraía y del cual no quería alejarse, pero en ese momento, se encontraba lejos de él. Con dificultad pudo mantenerse sobre sus cuatro patas, sus ojos dorados vieron a través de una pequeña ventana cerrada, dirigiéndose hacia circunferencia plateada que relucía en el oscuro cielo.
Aulló.
Un aullido furioso, lleno de rabia y frustración, como si le reclamara a la luna la maldición de la que era objeto, reclamándole el estar lejos de ese ser al que adoraba, por estar purgando una condena que no pidió llevar. Aulló, furioso consigo mismo por causar más dolor en esos ojos esmeralda; aulló hasta descargar toda su frustración, aullándole a su verdugo que le miraba impávida a través de su brillo plateado.
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Nuevamente se encontraba en ese lugar que le resultaba tan dolorosamente familiar, sabía que estaba en la sala circular del Departamento de Misterios en el Ministerio de Magia, aquella que mostraba tantas puertas a su alrededor, y que sólo una le recordaba la cruel realidad de haber perdido a quien consideraba su única familia.
La puerta que resguardaba el viejo arco estaba abierta, mostrándole ese instrumento que le arrebató lo más preciado que había tenido… y que ahora estaba perdido. El velo seguía igual a como lo recordaba, un simple pedazo de tela vieja y sucia que ondeaba ligeramente con si un suave viento lo meciera, el arco de piedra que cualquiera diría llevaba ahí varias centenas de años y que con un solo toque podría venirse abajo. Ahí estaba, y su corazón lo sabía, por que podía sentir como dejaba de latir por un segundo y sus pulmones dejaban de respirar: Ese… ese era el velo por donde había caído Sirius.
Pero esta vez no había por quien correr, esta vez sólo el velo le devolvía la mirada con su impasible vaivén. Esta vez no había Sirius por el cual correr, no había Bellatrix a la cual maldecir, ni ángel al cual admirar. Esta vez no intentaría correr ni alejarse, sólo… permanecer ahí, observándolo, dejándose envolver por su misticismo y esos susurros que le llamaban.
Pero el velo, al parecer, tenía otra idea.
Sentado en medio de la habitación circular, abrazando sus rodillas, podía observar con claridad el velo. La tela vieja comenzó a ondear con mayor fuerza, como si un viento inexistente la hubiera atravesado de repente. Los murmullos que antes había escuchado, volvieron a hacerse escuchar, apenas audibles, invadiendo el silencio que le rodeaba, murmullos inentendibles que llegaban a sus oídos como susurrados por el viento, murmullos de palabras que no alcanzaba a escuchar, pero que de alguna manera le eran familiares. Se sentía hipnotizado por ellos, quería saber de donde provenían, quien era el que le llamaba.
Centró su mirada en el velo, observando la fuerza de su vaivén, pero de pronto, pudo ver algo en su interior, semejante a un vórtice de imágenes en continuo movimiento, que no lograba distinguir con claridad...
Harry lo observó unos instantes sin decir ni hacer nada, al tiempo que las imágenes cambiaban con constancia.
De pronto, el vórtice de imágenes se detuvo, centrándose en una sola que sobresaltó a Harry.
-'Levántate, chico idiota. Estoy harto de tus gritos'- la voz de Vernon Dursley resonó a su alrededor, haciendo que Harry palideciera al recordar tan cruel escena de su vida, fue la última golpiza que recibió en Privet Drive. Pudo verse acostado en su cama, intentando levantarse, pero su cuerpo se negó a obedecerle. Estaba demasiado débil para hacerlo. Pero Vernon no esperó siquiera a que acatara su orden.
El obeso hombre enredó entre sus toscas manos en el negro cabello, en un movimiento sádico, para luego golpearle la espalda con un grueso cinturón. Ahogó su propia exclamación de dolor... Un líquido suave, color escarlata, goteó desde la piel de su espalda hasta caer contra el suelo de cemento; esa fue la primera de numerosas heridas que marcarían su cuerpo.
Harry se estremeció de asco ante el recuerdo, aun podía sentir los golpes inflingidos por Vernon, golpes que habían marcado su existencia desde que tenía memoria, golpes que marcaban no sólo su cuerpo… sino también su alma… y nadie había acudido a ayudarlo… nadie...
Las memorias de diversas palizas y gritos continuaron rodeándolo, Harry se estremeció, aferrando sus piernas contra su pecho. El vórtice de imágenes volvió a cambiar, pero esta vez con lentitud, permitiéndole ver cada una de las imágenes que atravesaban ese velo. Sus peores recuerdos desfilaban frente a sus ojos: los gritos de su madre, la cara de Sirius mientras caía por el velo, los golpes de Vernon, el miedo en la mirada de sus amigos... la decepción con Lupin.
Las imágenes seguían mostrándole una y otra vez la cruel realidad que lo torturaba día tras día. Su rostro estaba cubierto por lágrimas que lo surcaban salvajemente. Sus ojos estaban fijos en esa puerta donde veía la cruel realidad de su vida. Sabía que estaba soñando y que el objetivo del sueño era torturarlo sin misericordia, pero, pese a saber que era un sueño, no dejaba de ser real el recordatorio de todo ese dolor, de que en cada uno de esos amargos y dolorosos momentos, siempre estuvo solo, sin nadie que acudiera a su ayuda, sin nadie que tomara su mano en un signo de consuelo…
Solo…
Repetía una y otra vez, atormentándose cruelmente con el sentimiento de dolor que lo carcomía por dentro.
Dolor…
Dolor que quemaba cada una de sus neuronas; dolor que lo quemaba como fuego sobre su piel; dolor que lo ahogaba presionándole la garganta sin permitirle respirar, asfixiándolo con lentitud, disfrutando de su agonía; dolor que lo destrozaba lentamente en medio de un tormento; dolor que lo lastimaba y que no dejaba de hacerlo...
Y nuevamente, las imágenes volvieron a cambiar, pero esta vez, no la vio a través del velo, esta vez, era parte de la escena que se desarrollaba, más no era una escena de su vida lo que estaba a punto de ver… y vivir.
Era una cruel guerra.
Podía ver los reflejos de hechizos lanzados, y podía escuchar a las espadas chocar metal contra metal, cuerpos mutilados sobre la tierra, escuchó gritos agónicos, de dolor... vio sangre y destrucción.
El dolor había sido desplazado por un sentimiento de desesperación; desesperación que crecía al mismo tiempo que su miedo, no sabía en donde estaba, y realmente poco importaba ante la idea de ver todo ese sufrimiento. Correr, fue lo único que pensó en ese momento, correr y alejarse de ese lugar cubierto de sangre. Continuó corriendo, en medio de incesantes llamas y gritos de agonía.
Llegó hasta un castillo, rodeado de llamas, humo, ruinas. Podía sentir una energía maligna dispersándose como la niebla por los jardines del Castillo. Escuchó los metálicos choques de las espadas, al mismo tiempo que los gritos de dolor aumentaban.
Sus pasos se detuvieron, al ver una enorme figura entre las sombras, riendo a carcajadas. Vio un arma, una espada quizás, bajando peligrosamente hacia el suelo... gotas de sangre cubrían su filo...
Dirigió sus ojos hacia una frágil figura que yacía en el suelo... los ojos fuertemente cerrados en una mueca de dolor, su cuerpo teñido de sangre, sufriendo de espasmos debido a la magnitud de la herida. Vio como la figura, pese al dolor de su herida, se ponía de pie, encarando a su agresor, y de pronto abrió los ojos:
Ojos verdes.
-¡¡¡¡¡NNNOOOOO!!!!!
Segundos más tarde, llegarían Molly y Arthur Weasley, alertados por el grito de terror que resonó en esa habitación, entrarían y llegarían hasta la figura que se retorcía presa de un extraño e irracional sufrimiento, pero nada podrían hacer más que ser espectadores de tan cruel escena. Harry seguiría gimiendo y gritando, siendo presa del dolor y desesperación que imágenes irreales le causaban, exteriorizando en su subconsciente del mismo dolor y desesperación que su propia alma herida sentía, haciéndosela revivir a través de ese infierno ilusorio…
Y esta vez…
Remus Lupin no estaría ahí para sostenerlo…
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(1) Conven.- Coven es una agrupación de brujas wiccanas. Los miembros están organizados en Covens (aquelarres) de 13 personas cada uno. A la cabeza de estos grupos hay una gran sacerdotisa, con una ayudante (doncella).Hola!!!! Como ven, aquí sabes el nombre de la mujer que le habla a Harry, pero el pobre sigue sufriendo, y ahora también Remus. Ni modo, así es la vida de cruel, pero no se preocupen que este sufrimiento terminará… algún día, jajajaja. No se crean, prometo que en el siguiente no seré tan mala, pero eso si, espero sus reviews. Nos vemos
