Tras un refugio bien atrincherado, protegido con los mejores escudos que la magia pudiese crear, una banderita blanca se levantaba de poco.
Ejem – murmuró Sailor, asomando la cabeza bajo la banderita.
-Sé que querrán matarme, pero si lo hacen no sabrán en que quedaron mis fics, así que esperen a que les dé mi explicación.
Se aclaró la garganta en un gesto nervioso.
-Pues bien, resulta que tuve varios problemas, mi mamá se puso malita y todavía le están haciendo análisis para ver si la operan de sus piernas y sus ojitos, a ver que pasa. Tuve problemas amorosos, la escuela estuvo fatal, el trabajo comencé a odiarlo, ¡¡me extorsionaban! Haré un sindicato, he dicho. En fin, sucedieron muchas cosas que provocaron que mi neurona se autosecuestrara y yo caí en depresión (de ahí el fic "Mi Dragón de Plata"), así que no pude continuar con ninguna de mis historias hasta hoy, en que este capítulo por fin quedó como Dios manda.
-Bueno, para los que se pregunten por I Wish, lamento decirles que tendrán que esperar hasta la próxima semana para su actualización, pues mi neurona se exprimió toditita para terminar éste y ahora esta en terapia intensiva recibiendo los cuidados de María y las lecturas de Ali de un Harry/Sev (¡¡¡Piedad! Harry/Grasiento nooooooooo!) Ejem, pero eso no significa que vaya a dejar mis fics, continuaré con ellos aunque tarde otro medio año para actualizar (Dios mío, que vergüenza), pero en fin, ya no los entretengo más y vayamos a responder sus reviews para pasar al capítulo. Besos.
Vida.- Muchas gracias por tu comentario, realmente me halaga que pienses así de mi historia, y aunque primero se sentí algo ofendida por la pregunta, pero luego deseché esa sensación. En serio te parece tan bueno el fic como para pensar que yo no lo escribí? Bueno, es dificil interpretar algo así, pero sí, yo escribí ese fic, y lo seguiré escribiendo hasta el final, jajajaja. Nos vemos
Niña angelical.- Ups, sorry, pero es que he tenido varios problemillas que no me dejaban terminar el fic, pero lo seguiré aunque tarde otro medio año continuaré el fic. Lo prometo. Nos vemos
Hanna.- Lo sé :P
Strawberry.- Jajajajaja, sorry, es que tengo otras historias pendientes que voy intercalando, se presentaron algunos retos de fanfics, además de que tuve muchos problemas a nivel personal, lo que me hizo caer en una depresión que me impedía escribir, de hecho, lo único que pude escribir fue un fanfic titulado "Mi Dragón de Plata", que esta y que usé como medio de escape para mi depresión, y hasta ahora pude escribir algo de esta historia. Sip, sufren mucho, pero el sufrimiento se diluirá poco a poco, a mi también me gustan ese tipo de historias, de hecho tengo una vena sadica que sale a flote constantemente, jajajaja. Besos
Tanit.- Hola! Me alegra que te guste mi historia y mi forma de escribir, me gusta mucho enfatizar en los sentimientos de los personajes. Claro que seguiré escribiendo, aunque tarde meses, jajaja. Nos vemos
Selene1981.- Jajajaja, sorry por la tardanza. Oh, verás más depresión en este capítulo, te lo aseguro. Besos.
Adriana-Umbrasley.- Gracias por lo que dices, eso quiere decir que lo hago bien pese a la tardanza, jajajaja. Nos vemos.
Ni.- Oh, no te preocupes, lo importante y antes que otra cosa es tu salud. Si, pobresitos, los hago sufrir mucho, pero ni modo, así es la vida de cruel y desgarradora, jajajaja. Nos vemos y cuídate.
Selene.- Vaya, eso si que me halaga, muchas gracias por tener esa opinión con respecto a mi fanfic, realmente me he esforzado para que esta historia sea buena. Jajaja, ¿ups? Espero que me perdones la tardanza, pero es que en verdad tuve varios problemas que ocasionaron que me neurona se autosecuestrara y no cooperara con historias, pero intentaré que eso no se repita. Verás que en el siguiente capítulo les daré un poco de luz, pero sólo un poco ¿eh? Nos vemos.
MEIKO.- Hola Meiko! Jajajajaja, pues creo que deberías de leerlo nuevamente o no vas a entender este capítulo, además comprende a Harry, toda su vida ha estado solo y cuando eso cambia y vuelven a dejarlo cuando ya le había prometido lo contrario, se siente traicionado, pero no te preocupes, que entrará en razón. Besos.
LUZI SNAPE.- Me alegra que te haya gustado. Bueno, esa es la intención, crear una atmofera de misterio, jajajaja. Claro que estuvo mal! Por fin una que me comprende! Casi todos culpan a Harry de que exageró su reacción, pero que bueno que al menos tu apoyas el que dejarlo solo estuvo mal, y claro que Remus hará algo, no te apures. Besos
Aiosami.- Hola! Si, hay pocas personas que les gusta esta pareja, pero creo que puede darse con muuucha imaginación, jajajaja, no te apures, tardará un poco en llegar el slash, así que espero que poco a poco puedas soportarlo. Si, ambos sufren y su consuelo eesta en manos del otro, como un perfecto eclipse, jajaja, uuyy que romantica me puse. Claro que sabrás más de ella en los próximos capitulos, poco a poco te enterarás de quien se trata. Gracias, gracias por lo que dices de mi fic, me alegra que te guste.
Katrinna Le Fay.- Siempre que veo un review en alguna de mis historias de grandes escritores como tu, me emociono mucho, yuujjuuuu!. Si, sufre mucho, pero su sufrimiento es necesario para que entienda algunas cosas. Claro que lo sabrán, pero tardarán en darse cuenta, jajaja, que mala soy, ñaca ñaca, jajaja. Nos vemos.
Cerdo Volador.- Sii! Pobresitos, jajaja, no hay problema, gracias por tus comentarios Cuídate y nos vemos luego.
Serendipity-789.- Yo también deseaba continuar con el fin, pero mi neurona se había auto secuestrado y se negaba a regresar. Estas en lo cierto, le costará pero con esfuerzo verás que Harry estará a su lado. Bueno, si, creo que el sufrimiento empieza a fastidiar, pero juro solemnemente que en el siguiente capitulo no sufrirán tanto. Nos vemos.
Mil gracias a mi manis María que ayudó a mi neurona a salir adelante con este capítulo, y a mi mami Ali que lo beteó.
Gracias por su paciencia!
CAPITULO CINCO.- Encerrado en su mente.
¿La sientes?
¿Puedes sentirla?
¿Puedes ver sus garras en alto intentando clavarse en mi piel?
¿La puedes ver disfrutar de mi agonía… de mi dolor?
Es ella…
De quien he estado huyendo todo este tiempo, queriendo dejarla atrás junto con el dolor que me carcome el alma… pero no puedo, siempre esta ahí, junto a mí.
Cuando pienso que por fin se ha ido, algo pasa que la hace regresar a mi lado, siendo un cruel recordatorio para mi alma destrozada.
Haciéndome recordar la crueldad de los actos inflingidos contra mí, el dolor de sentir que te queman las entrañas, que te destrozan las ilusiones, la agonía de ver caer a aquellos que te amaron y que amas, la desesperación de estar vivo y ellos no, el vacío que habita en mi corazón, un corazón que no sabe amar.
¿La ves?
Sonríe de nuevo…
Le alegra el verme así, rodeado por ella.
¿Sabes de quién se trata?
Si, seguro que lo sabes, pues tú también la has visto, aunque tal vez no con la frecuencia con que ella viene a verme.
Ella es…
Mi eterna compañera:
La soledad…
Dolor.
Un dolor terrible, quemante.
Le dolían los ojos por esa maldita luz que se filtraba a través de sus párpados cerrados, le dolían los pulmones cuando respiraba, le dolía la boca al intentar moverla...
Todo su cuerpo era una masa de dolor.
Intentó no alterarse ante tanto dolor y mantener la calma, respiró profundamente un par de veces hasta que sus pulmones dejaron de retorcerse. Recordó la noche anterior, no recordaba mucho, nunca lo hacía, simplemente eran pequeños destellos que semejaban recuerdos de lo que hacía mientras era un lobo, pero más que imágenes, esta vez fueron sensaciones:
Dolor…
Impotencia…
Rencor…
Melancolía…
Todo entremezclado en una vorágine de sentimientos que por un momento llegaron a hacerle desear acabar con su condena.
Respiró con profundidad nuevamente, de nada le servía alterarse en ese momento. Se sentía adolorido y su mente estaba aún confusa.
Cerró los ojos dispuesto a descansar, no había nada que pudiera hacer, todo ese dolor era normal, siempre era así cuando sufría la transformación de licántropo, así que lo único que restaba era beber alguna poción reconstituyente que Madam Pomfrey le suministraba.
Unos pasos acercándose a él captaron su atención. Antes de que pudiera ver de quien se trataba, su olfato capturó la esencia de aquel que se acercaba a él.
"Arthur" – pensó.
Pudo escuchar la voz del patriarca de la familia Weasley susurrando los conjuros que abrirían la puerta que lo resguardaba. Momentos después la puerta se abría mostrando una escasa cabellera pelirroja sobre un rostro pecoso.
Arthur le sonrió con amabilidad al verlo despierto, y pese a lo nublada que estaba su mente, Remus pudo notar los círculos negros que enmarcaban los ojos azules y la extrema palidez del rostro.
Cerrando la puerta tras de sí, el hombre mayor se acercó a Remus, el licántropo trató de hablar, pero su garganta seca le ardía y no podía emitir más que un gemido ronco. Inmediatamente la mano de Arthur se acercó a él, sosteniendo una copa, donde seguramente contendría la poción reconstituyente, la presionó delicadamente contra los labios del licántropo, mientras que con su mano libre elevaba ligeramente su cabeza. Tragó con pesadez el espeso líquido. Tenía un sabor aceitoso no muy agradable, pero tampoco tenía fuerzas como para quejarse.
Después de un par de sorbos de la poción, el pelirrojo retiró la copa colocándola sobre la mesita de noche.
¿Cómo te sientes? – preguntó Arthur al cabo de unos momentos.
Tras varios intentos infructuosos, al fin logró articular algunas palabras.
Bi... en – murmuró con dificultad, tratando de sonreír sin lograrlo por completo, pues sus ojos se opacaron al filtrarse un nuevo pensamiento en su mente –. ¿Ha… Harry? – alcanzó a preguntar.
La suave y agotada faz de Arthur se ensombreció aún más si cabía. Si antes, sus ojos azules habían estado opacos, ahora estaban completamente carentes de vida.
Nada bien, Remus – la voz fue suave, tratando de mantener bajo control sus emociones, pero Remus pudo captar lo que Arthur se esforzaba por esconder a través del olor que desprendía, había angustia, desesperación, dolor, impotencia, cansancio… tantas emociones negativas y a la ves tan destructivas, que el dolor físico fue rápidamente opacado por el dolor del alma.
¿C… cómo? – alcanzó a preguntar, su garganta aún le dolía, pero el nudo de su garganta era ahora el que le impedía hablar.
Arthur se pasó el dorso de su mano por la frente en un claro signo de no saber que hacer, tomó aire y mirando a Remus comenzó a hablar con la voz ligeramente temblorosa.
No lo sabemos con exactitud. Había estado bien, aunque se pasó la mayor parte del tiempo fingiendo que dormía, comió un poco durante la comida y la cena. Pero ya entrada la noche, justo cuando Molly y yo decidíamos quien dormiría con él, Harry comenzó a gritar; corrimos hacia su habitación encontrándolo como cuando lo trajiste de Privet Drive: retorciéndose, gimiendo y gritando como si sufriera los efectos de un Cruciatus. Lo intentamos todo, incluso intentamos despertarlo con encantamientos, pero nada funcionó. Llamamos a Poppy, pero ella nada pudo hacer para despertarlo, finalmente Albus vino junto con Snape y aún no es hora de que Harry despierte.
¿Sigue…?
No – respondió Arthur, sus voz temblando ligeramente –, al amanecer, cayó en un estado de inconciencia, no grita ni sufre convulsiones, y lejos de ser alentador ese estado, es más doloroso verlo así, es como si estuviera…
Arthur dejó inconclusa la oración, pero Remus no necesitó que la terminara, sabía bien que palabra había estado a punto de decir: muerto.
Ne... necesito… verlo – le dijo.
Por un momento pareció que Arthur iba a negarse, pero después de suspirar, asintió, y con cuidado lo ayudó a levantarse para ir hacia donde Harry.
Cenizas…
Era lo único que le rodeaba.
Las cenizas que el fuego había dejado.
Porque el fuego había acabado con todo.
Hombres, niños y mujeres por igual…
Demonios, criaturas…
Construcciones, bosques…
Todo había sido consumido por el fuego.
Recostado contra lo que antes había sido un bello pasto, o lo que quedaba de él, miraba con aire ausente lo que se desplegaba ante sus ojos:
Chozas destrozadas…
Humo negro que trazaba su camino hacia el cielo teñido de sangre…
El viento soplaba dejando a su paso una estela impregnada del olor de la muerte.
El pasto, antaño verde, ahora estaba manchado de sangre y cenizas… al igual que él. Sus manos y rostro estaban cubiertos por suciedad, sangre y restos de algún cuerpo inerte que había sobrevivido a la inclemencia fuego.
Sin embargo, lo que predominaba en ese momento, era ese polvo negruzco, esas cenizas que lo cubrían todo.
Incluso algunos cuerpos de aquellos que no pudieron escapar de la masacre y que perecieron a causa de los gases tóxicos, quedando cubiertos rápidamente por las cenizas. Sus cuerpos yacían corrompidos en diversas partes del extraño lugar donde se encontraba.
Cenizas como las que su mano tomaba en un puño, levantando ligeramente su mano para luego dejar caer las diminutas partículas, gris y negro se entremezcló formado un rastro ante sus verdes ojos.
Harry.
Lo llamó Aredhel, pero él siguió observando el caer de las cenizas sin escucharla, hundido en un abismo del que no deseaba salir.
Porque, simplemente, no tenía un motivo por el que salir de ahí…
Llegar hasta la habitación donde resguardaban a Harry no fue fácil, tomando en cuenta la debilidad de Remus, y la inestabilidad de su propia magia, era riesgoso utilizar un encantamiento de levitación para llevarlo hasta ahí, por lo que Arthur se vio obligado a ayudarlo a caminar.
Caminando con lentitud a causa del gran esfuerzo que Remus hacía para por lo menos sostenerse en pie, tardaron varios minutos en llegar; por suerte, Molly había encerrado a los chicos en una habitación de la planta baja, por lo que no tuvieron el problema de encontrarse con alguno de ellos.
Conforme se acercaban, Remus pudo captar el sonido de unas voces.
Al llegar a la puerta, y antes de abrirla, Arthur se interpuso entre ésta y el licántropo.
Remus – lo llamó –. Tienes que ser fuerte, lo que vas a ver será difícil, aún lo es para nosotros, pero tendrás que soportarlo y ser fuerte por Harry.
Las palabras del hombre pelirrojo no sólo lo sorprendieron, sino que le causaron una terrible angustia. ¿Tan mal estaba Harry que Arthur tenía que decirle eso?
Bien, no era momento para detenerse a pensar en ello, así que tras lanzar un suspiro e intentar calmarse, asintió.
Arthur murmuró los encantamientos que mantenían sellada esa habitación y colocando una mano sobre el picaporte, sin soltar a Remus de su agarre, abrió un poco la puerta, ocasionando un lastimero chirrido que captó la atención de aquellos que estaban en la habitación.
Con lentitud entró a la habitación, siendo observado por tres de las cinco personas que ahí se encontraban.
Dumbledore y Severus se encontraban en uno de los rincones del lugar, la expresión del mago mayor era realmente desalentadora, su rostro se veía ensombrecido por lo que Remus deseó no fuera frustración, las arrugas le parecían más pronunciadas que antes, y los ojos azules, por lo regular brillantes, ahora estaban opacos, como si no encontraran solución. Severus en cambio, permanecía firme, con los brazos cruzados y la misma expresión estoica de siempre observaba, aunque algo en sus ojos negros le decían que esa expresión no era del todo real.
Continuó con su escrutinio de la habitación, las cortinas cerradas impedían que la luz del sol se filtrara por la ventana. Sus ojos continuaron vagando, hasta encontrar a Poppy, la medibruja, quien sin perder tiempo, se acercó a él haciendo diversos movimientos con su varita, en un escrutinio que Remus se había acostumbrado a recibir.
No debiste levantarte, aún estás muy débil… – le decía con voz que pretendía ser firme, pero que sin embargo iba bañada de tintes de tristeza, aunque sin prestar atención a sus palabras, sus ojos vagaron hasta posarse en la escena que terminó por partirle el corazón:
Molly, aquella mujer que admiraba por su carácter enérgico a la hora de proteger a su familia, aquella que le había tendido la mano y ofrecido sus brazos para acogerlo, permanecía sentada sobre la cama, el rostro desencajado por el dolor, marcado por las gruesas lagrimas que brotaban de sus ojos; su cuerpo se convulsionaba a causa de los continuos sollozos, y mientras una de sus manos retorcía nerviosa la orilla de su delantal, la otra aferraba una mano un poco más pequeña…
Y fue ahí donde Remus se sintió desfallecer:
Sobre la cama, en medio de mantas, le recibió la imagen de la misma muerte…
El cuerpo que ahí se encontraba era en extremo delgado, poseedor de una palidez alarmante, casi sobrenatural, el pálido rostro estaba enmarcado por una cabellera negra cuyos mechones se dispersaban en todas direcciones sobre la almohada, y los labios tenían un tono azulado, como si por momentos hubiese dejado de respirar. El pensamiento encendió una alarma en su cerebro que rápidamente le hizo dirigir su vista hacia el pecho, donde el terror lo invadió al ver que prácticamente no hacía ningún movimiento.
Alarmado, se deshizo de los brazos de Arthur y Poppy que insistían en sostenerlo y mantenerlo alejado de ese frágil cuerpo. Sin importarle su decadente condición, y la escasa fuerza de sus músculos, con pasos inseguros llegó hasta el chico; Molly se levantó, cediéndole su lugar a un Remus que luchaba contra la ola de pánico que intentaba apoderarse de él. Colocó dos de sus dedos sobre la garganta de ese cuerpo pálido, buscando alguna señal que le indicara que no todo estaba perdido, sólo el débil palpitar de su pulso le indicó que seguía con vida.
Harry – suspiró.
Pero Harry continuó inmóvil, la piel extremadamente fría, la respiración casi inexistente, todo parecía indicar que era la misma muerte quien le recibía. De pronto, comenzó a sentirse mareado, el dolor en sus músculos regresó con mayor fuerza, obligándolo a mantener la espalda rígida y en tensión, su respiración se volvió irregular y su vista se tornó borrosa.
Remus – escuchó la voz alarmada de Molly, y enseguida se encontró recostado a un lado del cuerpo semi inerte de Harry, y siendo atendido por Madam Pomfrey.
Tranquilo – le dijo la medibruja –, ya casi termina.
Remus asintió, aún mareado por la repentina descompensación que su cuerpo acababa de sufrir. Con lentitud giró su rostro hacia Harry y acercó la mano a su alborotado cabello, acariciando con sutileza sus hebras.
¿Qué ha ocurrido? – preguntó en un susurro. Albus fue quien tomó la palabra.
Remus, primero intenta tranquilizarte, así Poppy podrá explicarte mejor lo que ha pasado – sugirió el anciano, a lo que Remus no tuvo más remedio que asentir.
Anoche – comenzó la medibruja –, Harry sufrió una convulsión tónico-clónica generalizada. Las convulsiones generalizadas son causadas por la actividad eléctrica anormal en múltiples sitios del cerebro o sobre una vasta área del mismo.
-La convulsión tuvo tal magnitud que produjo una reducción de la actividad metabólica cerebral, provocando que cayera en un estado de coma – Madam Pomfrey tomó una bocanada de aire, como si lo que estuviera a punto de decir fuera demasiado para ella –. El estado de coma, es caracterizado por la falta de respuesta a estímulos externos. En el coma profundo no existe respuesta a estímulos dolorosos; si se profundiza aún más puede cesar la respiración espontánea y ser necesaria la respiración artificial. Hasta ahora, Harry no ha dejado de respirar, pero sus signos vitales están al mínimo, es necesario sacarlo de ese estado lo antes posible o de lo contrario se le considerará en situación de… muerte cerebral.
Las últimas dos palabras se clavaron en la mente de Remus, incrustándose en él con una fuerza desgarrante.
Muerte cerebral...
Prácticamente muerto...
Muerto…
No, Harry no podía morir…
No podía… ¿verdad?
Porque si Harry moría, ya no tendría un motivo para seguir en ese mundo que lo despreciaba.
Porque si su Sol se extinguía, su brillo de luna terminaría por extinguirse junto con él.
No, Harry no podía morir...
La sensación de algo líquido descendiendo por su piel, lo sacó de la tormenta que eran sus pensamientos:
Una lágrima.
Cristalina, sutil, descendía lentamente dejando atrás el oro de sus ojos, acariciando la tersura de sus mejillas para ser recogida por una suave mano.
Observó el rastro de líquido sobre su mano. Él nunca lloraba, al menos no en público, siempre en la soledad de su refugio, más nunca frente a alguien, siempre rodeado de su eterna soledad, siempre fuerte, siempre intentando ocultar el dolor tras una sonrisa amable, cuando por dentro rogaba porque su vida terminara. Vida a la que Harry había dado sentido...
Harry...
No, Harry no moriría, no mientras él continuara con vida.
No morirá – declaró con convicción, provocando que todos los presentes lo vieran sorprendidos –. Debe haber algo que podamos hacer – dijo buscando alguna solución, algo a lo que aferrarse, algo que pudiera dar luz a esa pequeña esperanza que comenzaba a brillar en su interior – algún hechizo... alguna poción – miró inquisitivamente a Severus Snape.
Un denso silencio se formó en la habitación, todas las miradas recayeron sobre ambos hombres, mientras éstos se debatían en un duelo de miradas. Dorado contra negro, oro contra ónice, retándose con fiereza.
Severus – lo llamó Albus, dando fin a ese duelo en el que ninguno cedería.
Hay una poción – murmuró formando con lentitud las palabras. En los ojos de los presentes brilló la esperanza, misma que Severus se encargó de extinguir –, pero sumamente peligrosa, si Potter no la resiste, acabará con lo poco que le queda de vida.
¿Qué poción es esa? – preguntó Dumbledore, siendo el único que fue capaz de articular palabra tras lo dicho por Snape.
"Mortem et Resurectionem"
Muerte o Resurrección – murmuró la señora Pomfrey, tan pálida como el mismo Harry –. Es muy peligrosa, podría matarlo.
¿Matarlo? – preguntó en un gemido ahogado la señora Weasley, siendo abrazada de inmediato por su esposo. – ¿¡¿Se ha vuelto completamente loco? –gritó la matriarca Weasley con los puños apretados – ¡¡¡¡Se supone que debemos salvarle la vida, no arrancársela!
Es una poción prohibida por el Ministerio de Magia – continuó Severus, ignorando el arranque de Molly –, debido al fuerte revulsivo contra lesiones cerebrales, ya que afecta las ondas cerebrales que son una manifestación de la actividad eléctrica de la corteza cerebral, la poción produce descarga excesiva y sincronizada de las células nerviosas, provocando un ritmo anómalo, debido a ello, el cuerpo recibía una serie de convulsiones durante el proceso de curación, por lo que pocos pacientes son capaces de sobrevivir.
¿Quiere decir – la voz de Arthur trastabilló –, qué el mismo mal que puso a Harry en ese estado, será el que lo saque de él?
Exacto.
Un denso silencio le siguió a la tajante respuesta del Profesor de Pociones, todos le miraban con expresiones asustadas, todos, salvo Remus y Dumbledore.
Hay que hacerlo – murmuró Remus, observando la palidez del rostro de Harry.
¿Estas seguro, Remus? – le preguntó Dumbledore, sus ojos azules viéndolo inquisidoramente –. Tú eres el tutor de Harry, tienes la última palabra en esto.
Absolutamente.
Pero Remus, ¿escuchaste lo que dijo? Esa poción puede matar a Harry – argumentó Molly, desembarazándose de los brazos de Arthur para llegar hasta el licántropo, sus ojos castaños lucían asustados.
Pero también puede salvarlo – le respondió con voz calma –. Hazlo Severus, haz esa poción.
Necesito ir a mi laboratorio. La poción tardará aproximadamente cinco horas, estará lista al atardecer.
De acuerdo – asintió el Profesor Dumbledore –. En ese caso, no hay tiempo que perder.
Tras una inclinación hacia Dumbledore, Severus giró sobre sus talones de forma enérgica, provocando que el dobladillo de su túnica ondeara con fuerza, para luego desaparecer tras la puerta.
Al cerrarse la puerta, la habitación quedó sumida en un pesado silencio, nadie sabía que hacer, si moverse o hablar, así que optaron por simplemente no hacer nada… porque nada había que ellos pudieran hacer para sacar a Harry del estado en el que había caído.
Todos lo sabían… y por ello guardaban silencio…
La mirada ensombrecida y triste de Remus se dirigió hacia Harry, su mano continuó acariciando las hebras azabaches, en espera de que en cualquier momento esos párpados se abrieran y mostraran aquellos ojos verdes que tanto adoraba, pero nada de eso sucedió…
El viento soplaba con suavidad, meciendo los indomables cabellos negros de Harry, acariciando su rostro en una fría caricia, al igual que suaves céfiros trazaban figuras inexistentes en aquel lienzo formado de cenizas. El cielo rojizo era clara señal de que estaba atardeciendo, confiriéndole al paisaje que se extendía bajo él, un tinte oscuro, de muerte…
Los ojos de Harry, antaño bellas esmeraldas resplandecientes de vida, enfocaban de forma distante el horizonte que se abría ante él, paisaje cubierto de sangre y sombras de aquellos que habían sido asesinados y consumidos por el fuego, marcándole dolorosamente.
Él estaba encerrado en aquel lugar, sin salida, sin escape… sin querer salir… Solamente percibiendo una masa de estremecimientos. Solamente eso…
Harry.
Mentira.
También la percibía a ella.
Harry.
Aredhel.
Esa voz que no había dejado de llamarle desde que aquella pesadilla había comenzado.
-Antes
que los Ángeles de envidia te los quitaran a pesar de que el
sol los añorara y llorara tus párpados sellaron para
que no separaran las estrellas del cielo y las almas humanas.
Y la misma que ahora comenzaba a cantarle aquella melodía, que pese a poseer una letra acerca de la muerte, le llenaba de un sentimiento indescriptible que añoraba sentir cada vez con mayor frecuencia.
Un susurro suave, apenas mayor al sonido del viento, cantándole cerca de su oído, mientras sentía como unos fríos brazos le rodeaban la cintura y el pecho, como si fueran serpientes buscando refugio, lo mismo que él necesitaba: un refugio donde sentirse seguro.
-Cerraste los ojos antes de que el brillo de las hadas apagara a pesar de que las noches sin luz se quedaran para que mas suspiros no se llevaran cuando tus cuencas sus sueños iluminaran.
Noches sin luz… vagar en medio de una oscuridad que su alma compartía… justo así se sentía, justo así quería estar, simplemente cerrar los ojos antes de que la oscuridad acabara con todo, antes de que su soledad terminara por acabarlo, cerrar los ojos y no volver a abrirlos para ser cruel testigo del dolor que torturaba a otros. Lo que quería era huir de sus pensamientos y del dolor. Huir de sus creencias y sobre todas las cosas, de sus recuerdos...
-Cerraste los ojos antes de que mi ultimo aliento se enamorara a pesar de que tras ello el viento cesara, mataste tus ojos para que no acariciaran y la carne de los huesos del mundo arrancaran
Una muerte egoísta sin duda, morir sin importarle lo que ocurriera a su alrededor, si con ello el viento dejaba de soplar, ¿qué importaba? ¿O acaso ellos se habían interesado en él? ¿En su dolor?
¿Enamorarse? ¿Qué era eso? ¿Un sentimiento? ¿Algo capaz de sacarlo de aquella soledad que se ceñía a su alma? No importaba, sólo quería cerrar los ojos y olvidar todo. Tal vez su corazón se había vuelto loco porque clamaba a esa muerte que parecía apiadarse de los miserables como él
-Cerraste los ojos antes de que los muertos tras ellos marcharan a pesar de que la tierra se marchitara y de que las montañas sus aguas amargaran para que de otra vida no se adueñaran.
Muertos…
Como sus padres…
Que murieron por protegerlo de una muerte segura a manos de un demente en busca de poder y de obtener una venganza estúpida.
Como Cedric…
Que murió por una estupidez. No podía dejar de escuchar su voz en esos instantes, y pensar por que tuvo que estar en el momento y lugar equivocado.
Como Sirius…
Que pereció a manos de su propia sangre, y no sólo por el ser inmundo que sostenía esa varita, sino por el maldito bastardo que lo orilló a ir a ese lugar por haber caído en la estúpida trampa de querer ser héroe.
Como Dudley…
Que el único pecado que cometió fue el de compartir su sangre.
Como Arabella…
Aquella anciana cuyo deber era cuidarle y que por ello encontró la muerte.
Como muchos otros que sin duda murieron o estaban por morir, marchitándose como la tierra que yacía bajo él, cubierta de cenizas y sangre…
Como él mismo…
Cuyo único pecado era haber nacido bajo una mala estrella, una estrella de muerte. ¿Qué culpa tenía él de ser el chico del que hablaba esa profecía? ¿Qué culpa tenía de que tan sólo con un año de edad ya fuera el causante de la muerte de sus padres? ¡¿Qué culpa tenía él de estar condenado a pasar una infancia carente de amor y llena de soledad y dolor! ¡¿Qué culpa tenía de estar predestinado a convertirse en un asesino! ¡¿Qué culpa tenía que purgar para llevar tremenda carga! ¡¿Por qué él! ¡¿¡¿POR QUÉ ÉL!
Porque nadie más sería capaz de hacerlo, Harry – le dijo Aredhel. La suave voz de la mujer actuó como un calmante para él; sin darse cuenta, su cuerpo había comenzando a temblar.
Poco a poco comenzó a relajarse en medio de aquel abrazo que le reconfortaba, un abrazo que no era nada parecido a los que recibía de la Señora Weasley, aquellos abrazos estaban llenos de un amor que nunca había sentido y una sobreprotección que a veces le fastidiaba, en cambio, los brazos de Aredhel le proporcionaban cierta seguridad y paz, la seguridad de no encontrarse solo y la paz para poner en orden sus ideas.
A veces siento – comenzó a hablar Harry, con voz pausada y ronca, y sin separarse de ese abrazo – un fuego inclemente que me quema desde dentro – señaló con su mano el lado izquierdo de su pecho –, quitándome todo aquello a lo que me llegué a aferrar… torturándome, gritándome que soy un ser débil… Me mata lentamente el saber que estoy solo, que no soy más que un peón en medio de un tablero de ajedrez, donde la muerte y la soledad me rodean constantemente, debatiéndose en quien será la primera en arremeter contra mi… y que debido a eso, nunca podré tener una vida.
Guardó silencio, sorprendiéndose a si mismo por haber confesado a un ser al que era incapaz de ver, los secretos más oscuros que su corazón resguardaba.
Esperó paciente hasta que Aredhel se decidiera a hablar, sabría que diría algo, no importaba cuanto tiempo en silencio pasaran, ella siempre le decía algo, aunque fuese una sola palabra.
¿Qué es para ti vivir?
Pero definitivamente no se esperó una pregunta.
La muerte y la soledad, son una constante en nuestras vidas – continuó Aredhel –. Ve a tu alrededor, Harry, y dime, ¿qué ves?
Harry alzó la mirada para encontrarse con el mismo espectáculo aterrador que lo envolvía desde hacía tiempo.
Veo… Muerte, dolor, agonía… destrucción.
Destrucción – repitió ella –. ¿Qué sucedió para que la destrucción llegara?
Una guerra… luego, el fuego… que lo consumió todo…
El fuego, al igual que la muerte y la misma destrucción, no son un fin Harry, sino un medio para continuar…
Harry frunció el ceño, ¿qué quería decir Aredhel? Era obvio que el fuego y la muerte tenían el mismo fin, ambos destruían… justo como él.
El fuego lo destruyó todo – le dijo Harry –, lo mató todo, justo como yo, que mato todo lo que esta a mi alrededor.
No, Harry – el abrazo de Aredhel se hizo más fuerte, como si previera un arranque en Harry –. Lo que ahora ven tus ojos, no es el fin a manos del fuego. El fuego es el medio para regenerar. Antes, se tenía la firma creencia de que a través del fuego, las almas se purificaban, podían expiar sus pecados, la misma magia es una prueba fiel de ello. La magia que provenía del espíritu se basa en la Naturaleza y todas las energías que ésta envuelve: la Tierra, el Aire, el Agua, el Fuego y el Espíritu. Cuando un mago se hace verdaderamente uno con su magia, con su esencia, con las energías de la Naturaleza, ¿quién es el que destruye, Harry?
El chico no tuvo que pensar mucho para saber la respuesta.
El mago.
Sí – Aredhel hizo una pausa, permitiéndole a Harry Poner en orden sus pensamientos –. Es el mago el que decide el uso que le dará a su magia, es él el que causa daño al ser su corazón contaminado por la maldad, no el fuego, no la muerte, no la destrucción, ya que éstas son la forma de continuar con un ciclo. Ahora ves muerte y dolor a causa del fuego que se expandió, causando muerte y destrucción, pero dentro de un tiempo, verás este lugar lleno de vida, ¿comprendes?
Creo que sí.
La muerte sólo es un medio para llegar a la vida, Harry. Y sin destrucción, no puede haber regeneración. Más ten cuidado con estos conceptos, pues tienden a ser malinterpretados, y al hacerlo, causan un daño difícil de sanar.
¿Y si los malinterpreto?
No lo harás – respondió ella con total seguridad.
¿Por qué estas tan segura?
Porque pese a todo, tu corazón aún no ha sido contaminado, y porque siempre estaré a tu lado para evitar que eso suceda.
El atardecer se acercaba, junto con el momento en que se le administraría la poción a Harry, y su inminente transformación a licántropo. Snape tenía que apurarse, sino quería a un lobo completamente transformado como recibimiento, pero es que él no podía irse y dejar a Harry sin saber que se encontraría bien.
Hacía algunas horas que se había quedado completamente solo al lado de Harry. Madam Pomfrey había sido la primera en irse, un par de horas después de Severus, había tenido que salir en busca de algunas pociones que tal vez necesitaría en cuanto Severus regresara con la poción, no sin antes asegurarse de que él se encontraba en condiciones para quedarse junto a Harry, Arthur había tenido que regresar al Ministerio, no podía darse el lujo de faltar y llamar la atención, Molly había sido la que más se había negado a abandonarle, pero sus hijos también clamaban de atención y aunque sin duda comenzarían un interrogatorio exhaustivo, merecían saber que le estaba pasando a Harry, y Dumbledore…
Dumbledore había regresado a Hogwarts, aludiendo tener asuntos que resolver, pero asegurando que regresaría junto con Severus y Madam Pomfrey, lo cual agradecía enormemente. Tener la mirada azulina del Director siempre fija en él, no era precisamente lo más agradable, no cuando esa mirada en lugar de poseer ese brillo tranquilizador, fuera una mirada llena de incertidumbre y a la vez de perspicacia, le hacía sentirse nervioso.
El Director no era una persona fácil de leer, pese a que generalmente poseía un buen humor, Dumbledore solía mantener bajo control la mayoría de sus emociones, algo que para un licántropo, llegaba a resultar frustrante.
Remus paseó su mano por el rostro de Harry, acariciando con sutileza su contorno, deleitándose con la suavidad de la piel, al mismo tiempo que la angustia volvía con mayor fuerza al notar la frialdad que poseía.
Lo lamento – musitó –, te prometí que no te dejaría solo, y rompí mi promesa. Tal vez, si hubiera estado a tu lado, esto no habría pasado, pero tal vez, si me hubiera quedado junto a ti, las cosas estarían peor.
Intentó convencerse a si mismo, aún conciente de que las cosas escasamente podrían ser peores.
Dios, Harry, si pudiera hacer algo para sacarte de ese abismo, lo haría, cualquier cosa, dar mi vida a cambio de la tuya, no me importa el precio, lo doy todo con tal de volver a ver tus ojos mirándome – murmuró Remus, sus ojos dorados cubiertos de sombras.
Como respuesta solo recibió el nulo movimiento de Harry, nada, ninguna señal de movimiento en medio de ese abismo, lo cual sólo terminó por herirlo más, por hacerlo sentir culpable de no estar al lado del chico, cuando éste más lo necesitaba. Cerró los ojos en un afán de alejar el dolor, pero sabía perfectamente que eso era imposible, el dolor seguía ahí, en su alma resquebrajada, en su corazón roto, bombeándose a cada latido, circulando a través de su cuerpo como un veneno que lo mataba poco a poco, consumiéndolo sin misericordia.
Abrió los ojos para encontrarse con la misma escena: un Harry inmóvil que en cualquier momento podría dejar de respirar.
¿Por qué no despertaba?
Tal vez era Harry quien no deseaba despertar. Había sufrido mucho a lo largo de su corta vida, y por el deseo de ya no seguir sufriendo, se había encerrado en un mundo creado por él mismo de alejarse de su cruel realidad… dejándole a él, de la misma forma en que él había dejado a Harry.
El sólo pensar en que por su culpa Harry se encontraba en ese estado le hacía desear no sólo regresar el tiempo para remediarlo, sino también, el desangrarse lentamente, pagar por haberlo abandonado cuando él más lo necesitaba, cuando Harry le había pedido, casi rogado, que no lo dejara. Había actuado igual que el resto, había creído que hacía lo mejor para Harry, cuando en realidad le causaba más daño del que ya sufría.
Algo en su mente le hizo reaccionar, recordando a la esencia que durante los últimos días había rodeado a Harry, ¿dónde se encontraba? Y la duda del saber de donde provenía se acentuó más en ese momento. ¿De qué o quién se trataba? ¿Por qué no estaba junto a Harry en ese momento? ¿Por qué había desaparecido y no ayudaba a Harry a salir de ese estado?
Sus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar una serie de pasos dirigiéndose hacia él. Giró su cabeza justo en el momento en que Dumbledore entraba, tras él venía Severus con una copa de bronce de donde brotaba humo, supuso que esa sería la poción que le regresaría a Harry… o terminaría por arrebatárselo.
Hay que volver, Harry, tienes que regresar.
No, no quiero regresar, quiero quedarme aquí, a tu lado.
Eso no es posible, estamos en tu mente, esto que ves ha sido formado por tu mente, tu cuerpo yace en el mismo sitio, no se ha movido de ahí.
Eso lo sabía, lo había sabido desde que estuvo en el Departamento de Misterios, sabía que todo era un sueño, o mejor dicho, una cruel pesadilla, pero misteriosamente, al final de esa pesadilla, había encontrado más paz que la que había tenido estando en el mundo real. Además, en ese lugar sólo estaban Aredhel y él, lo mismo sería al volver, nadie lo esperaba, todos lo habían dejado solo, entonces, ¿para qué volver?
Nadie me espera, no tiene sentido regresar a un lugar donde estaré solo. Deseo un lugar donde tener paz, donde pueda descansar de la vida, y este sitio me lo da, mientras estés conmigo, nada me hace falta.
Y seguiré a tu lado, pero es hora de volver Harry. Tienes a muchos que te esperan, que desean abrazarte, justo como lo hago yo.
¡¡Mentira! –gritó Harry, soltándose del abrazo. Se sentó y buscó por todas partes intentando encontrar a Aredhel, pero nuevamente ella no se mostraba.
No miento, y puedo demostrarlo.
Sin darle tiempo para replicar, el paisaje que antes le rodeaba, cambió drásticamente. Ya no se encontraba en aquel sitió donde la guerra había hecho estragos, había vuelto al Departamento de Misterios. El viejo arco se erguía imponente ante él. El velo seguía igual a como lo había visto antes, un simple pedazo de tela vieja y sucia que ondeaba ligeramente como si un suave viento lo meciera, el arco de piedra que cualquiera diría llevaba ahí varias centenas de años y que con un solo toque podría venirse abajo.
¿Aredhel? – la llamó con temor.
Observa el arco, Harry – le dijo ella, su voz proviniendo tras su espalda. Con temor dirigió su vista hacia el arco La tela vieja comenzó a ondear con mayor fuerza, como si un viento inexistente la hubiera atravesado de repente. Los murmullos que siempre escuchaba, volvieron a hacerse escuchar, apenas audibles, invadiendo el silencio que los rodeaba.
Centró su mirada en el velo, tratando de ignorar el temor que se cernía sobre él, observando la fuerza de su vaivén, de pronto, igual que antes, pudo ver algo, imágenes en su interior; Harry la observó unos instantes, al tiempo que las imágenes cambiaban con constancia.
De pronto, el vórtice de imágenes se detuvo, centrándose en una sola.
-¡¡Pero necesitamos verlo? – escuchó la voz de Ginny Weasley.
¡He dicho que no! – respondió la señora Weasley.
El lugar donde estaban parecía ser una habitación, además de Ginny y la señora Weasley, también estaban fred, George y… Ron, su amigo.
Pero somos sus amigos… - comenzó George.
Y nos preocupamos por él – terminó Fred, ambos con expresiones afligidas.
Lo sé – suspiró Molly –, pero ahora Harry se encuentra… delicado.
¿Tan mal está? – preguntó Ron, que hasta ese momento había guardado silencio.
No, Ron…
No mientas – le dijo el pelirrojo, con voz ligeramente temblorosa, provocando que su madre callara –. Sabemos perfectamente que Harry está mal, si no lo estuviera, nos dejarían verlo. Si no nos van a permitir verlo, al menos no nos mientan, y háblennos con la verdad.
Molly retorció la orilla de su mandil, los ojos castaños se llenaron rápidamente de lágrimas, apretó sus labios hasta convertirlos en una fina línea, pero nunca sin dejar de ver a sus hijos.
Está muy mal – habló al cabo de unos instantes –. Estamos en espera de una poción que puede ayudarlo o…
No hacía falta que completara la frase, los chicos habían entendido perfectamente el significado. Ginny se arrojó a los brazos de George, llorando contra su pecho, mientras Fred abrazaba a su madre. Ron se mantuvo inmóvil unos segundos, sopesando las palabras de su madre, para luego golpear con su puño la pared, sintiéndose totalmente frustrado, recargó su frente contra la fría pared.
No te mueras, Harry – murmuró –, por favor, no nos dejes.
La imagen se hizo difusa, hasta ser absorbida por el vórtice de imágenes que continuaban en constante movimiento.
Harry respiraba con dificultad, un nudo se había instalado en su garganta, y lo ojos le escocían. Le dolía el pecho al ver el sufrimiento de los Weasley, su familia pelirroja, aquella que lo había acogido como uno más, que le daban el cariño que nunca había tenido, el amor de una madre y la fraternidad de unos hermanos.
Un sollozo escapó de su garganta, pero antes de que pudiera dar rienda suelta a sus emociones, una nueva imagen se alzó de entre las demás:
Era una habitación pulcramente ordenada, un enorme librero repleto de libros, algunos de ellos familiares, la imagen se enfocó a una chica sentada frente a un escritorio, su larga cabellera castaña le era inconfundible.
Hermione – murmuró Harry.
La chica parecía escribir algo, y por la vieja lechuza que se encontraba a su lado seguramente se trataba de una carta. Él conocía esa lechuza, era Errol.
Hermione terminó de escribir, rápidamente dobló el pergamino y lo ató a la lechuza.
Por favor – le dijo al ave –, que llegue a Ron lo antes posible.
Sin más que esperar, la lechuza emprendió el vuelo. Croockshanks trepó de un salto al escritorio, ronroneando suavemente, llamando la atención de la chica. Hermione comenzó a acariciar distraídamente el pelaje de su gato, sin dejar de ver el horizonte, donde la lechuza se había perdido de vista.
Harry, resiste, no te rindas – murmuró.
¿Son tus amigos? – la suave voz de Aredhel le hizo sobresaltarse.
Sí – respondió con la voz ligeramente quebrada.
Sus sentimientos son nobles, les harías daño si no volvieras.
Harry guardó silencio, observando como una nueva imagen se formaba. Ésta estaba enfocada en un lugar oscuro, algo tétrico, pero que sin embargo Harry conocía. Era el despacho de Snape; frunció el ceño, pensando que una imagen del grasiento no sería de mucha ayuda para volver, ya que seguramente Snape estaría feliz de librarse de él.
El mencionado Profesor de Pociones se encontraba con un caldero frente a él, removiendo su contenido con una pala de madera, pasados unos segundos haciendo lo mismo, Snape frunció el ceño inclinándose para observar la poción, el largo cabello grasiento cubrió parcialmente su rostro. Al erguirse sacó la pala para tomar un cucharón y verter con él la poción es una copa.
Si no despierta con esto, Potter, le juro que me encargaré de que se arrepienta por toda la eternidad por haberse muerto.
Y con eso, se dio media vuelta con fuerza, provocando el roce de las telas de su túnica, para salir inmediatamente de su despacho.
Harry parpadeó desconcertado, sin comprender del todo lo que acababa de ver. Aredhel rió, sacándolo del ensimismamiento en el que había caído.
Algunos tienen una forma muy particular de expresar sus emociones.
Harry iba a responderle algo ofensivo con respecto a Snape, pero la persona que vio en la siguiente imagen le impidió hablar.
Un hombre extremadamente pálido, de cabello arenoso veteado de gris, yacía recostado en una cama, junto a un cuerpo que reconoció como suyo.
Harry observó embelesado como Remus paseaba su mano por el rostro de ese cuerpo que parecía estar a punto de morir, acariciando con sutileza cada contorno, deslizando sus dedos a través de la piel pálida, como si la reverenciara, como si su piel fuera algo tan sagrado que embelesaba al tacto.
Tragó saliva con dificultad.
Nunca nadie lo había tocado de la misma forma en que Lupin lo estaba haciendo. Siempre se había preguntado cómo se sentiría.
Cerró sus ojos esperando sentir ese contacto. Pero no pudo sentirlo. Fue la voz ronca de Lupin lo que le hizo abrir nuevamente los ojos.
Lo lamento – escuchó que murmuraba –, te prometí que no te dejaría solo, y rompí mi promesa. Tal vez, si hubiera estado a tu lado, esto no habría pasado, pero tal vez, si me hubiera quedado junto a ti, las cosas estarían peor.
Harry sintió que algo se agitaba dentro de él al escucharlo hablar así. Se estaba disculpando por no haberse quedado a su lado, aún cuando él mismo se lo había casi rogado.
Una opresión en su pecho le hizo morderse los labios.
Dios, Harry, si pudiera hacer algo para sacarte de ese abismo, lo haría, cualquier cosa, dar mi vida a cambio de la tuya, no me importa el precio, lo doy todo con tal de volver a ver tus ojos mirándome – murmuró Lupin.
¿Daría su vida por la suya?
¿Lupin sería capaz de eso con tal de verlo despierto?
Silenciosas lágrimas comenzaron a correr por su rostro, la opresión en su pecho había aumentado, junto con un sentimiento completamente desconocido para él.
Una fría mano limpió sus lágrimas.
Llora pequeño, eres un ser humano al que se le concedió el don de llorar – le dijo Aredhel en un suave murmullo.
Él era un ser humano…
Un ser humano con un corazón…
Un corazón que dolía al pensar en el sufrimiento que les causaba a sus seres queridos...
Un corazón que agonizaba…
Un corazón que gritaba por un poco de cariño…
Y justo en ese momento, cuando más deseaba morir, Lupin le pedía que regresara, no por considerarlo un arma, sino por el cariño que le tenía…
Yo, muchas veces… me he preguntado - comenzó a hablar, la voz de Harry temblaba, pero los brazos de Aredhel a su alrededor, y la imagen de Lupin frente a él, le daban la fuerza para seguir hablando –: ¿Por qué mi vida había tenido que ser así? ¿Por que no puedo tener una vida mejor? Y siempre me respondo: "Porque es imposible, porque nací con una maldición". Y entonces caigo en la cuenta de la amarga realidad… mi amarga realidad: No tengo una vida.
Las cosas – le susurró Aredhel –, no fueron hechas para cambiar por sí solas. Esta en ti mismo el crear un mundo donde puedas vivir… realmente vivir, Harry. No te permitas caer, ni les permitas a los demás hacerte caer. Si deseas un mundo donde vivir, una vida la cual puedas vivir, tienes que luchar por ello. Eres un ser humano, y como tal sufres, pero la vida, no sólo esta llena de dolor, hay momentos en los que seguro llegaste a sonreír, momentos que tal vez no sean lo más alegres, pero que atesoras como nada en el mundo. Esa es la vida Harry, y ese es el signo de que eres un humano, un ser que es capaz de amar y odiar, de soñar y convertir sus sueños en realidad, de cometer errores, y de perdonar a los demás y a si mismo…
Tras las palabras de Aredhel, el mundo se detuvo para Harry.
Ella tenía razón, él era un humano que tenía un corazón capaz de sentir toda clase de sentimientos, alguien con derecho a equivocarse y con el privilegio de perdonarse…
Y entonces, todo el universo tuvo sentido por primera vez en su vida…
Aredhel… yo… - Harry se detuvo abruptamente, su cuerpo se puso rígido entre los brazos de Aredhel.
¿Harry? – Lo llamó preocupada, pero Harry no respondió, en cambio, sus ojos verdes perdieron expresión, como si entrara en una especie de trance, y su cuerpo comenzó a temblar –. ¿Harry? – lo llamó de nuevo, sólo que esta vez si tuvo una reacción, más no la que esperaba.
¡¡¡¡¡AAAAGGGGHHHHHH!
Severus caminó hasta situarse al lado contrario de donde estaba Remus, en completo silencio, se inclinó sobre Harry y tomó su pulso.
¿Ha habido algún cambio? – preguntó Dumbledore ante el hermetismo de Snape.
Ninguno – respondió Remus con voz cansada, sin dejar de ver los movimientos de Snape.
Madam Ponfrey se había acercado a Remus con una copa humeante que el licántropo reconoció enseguida: era la Wolfsbane. Sin mediar palabra, tomó la copa y la bebió sin dejar una sola gota, no sabía cuánto tardaría la reacción de Harry, así que era mejor estar prevenidos.
Devolviéndole la copa, Madam Pomfrey se alejó a una distancia prudente, lista para actuar con las pociones y ungüentos que había traído.
Severus sacó de entre su túnica un estuche de donde extrajo una jeringa con aguja, con movimientos mecánicos la hundió en la copa que él había llevado, hasta llenarla por completo, sacó un poco de su contenido para evitar alguna burbuja, tomó el brazo izquierdo de Harry, y tras pasar un algodón sumergido en alcohol, insertó la aguja en una vena.
Poco a poco el líquido dejaba la jeringa para internarse en el sistema nervioso de Harry, todos continuaban en silencio, atentos a cualquier movimiento del chico.
Listo, en unos minutos tendremos que ver alguna reacción – dijo Snape a nadie en particular.
Todo saldrá bien – murmuró Remus.
Por supuesto, Lupin – respondió Snape con voz sarcástica –, siempre y cuando a Potter no le dé por darse alardes de víctima – Severus acercó su mano a la frente de Harry, intentado tomarle la temperatura, pero su movimiento fue impedido por el doloroso agarre del licántropo a su muñeca.
No vuelvas a hablar así de él – le siseó con los dientes fuertemente apretados y los ojos dorados destellando de furia contenida. Por una fracción de segundo la sorpresa y el temor pasaron por los ojos de Severus.
Tranquilo, Remus – le convino Dumbledore, observando la actitud agresiva del normalmente calmado Lupin. Sus ojos brillaron cuando se dio cuenta de que era el lobo quien protegía a su 'cachorro'.
Lentamente, Lupin aflojó el agarre en la muñeca de Severus, sin dejar de observarlo. Severus le regresó la mirada impávida, ambos retándose a hacer algún movimiento que molestara al otro.
Remus intentó mantener la calma y no lanzarse contra Severus por ofender a Harry. La luna llena estaba a menos de una hora, y los sentidos 'salvajes' del lobo comenzaban a dominar su cuerpo, tenía que tranquilizarse si quería que le permitieran estar por más tiempo al lado de Harry.
Profesores – se escuchó la voz tenue de Madam Pomfrey.
Los tres hombres inmediatamente observaron a Harry.
Harry había abierto los ojos, pero lejos de ser alentador resultaba atemorizante. Los globos oculares rotaban hacia arriba y hacia un lado, sin tener control sobre ellos. La respiración era espasmódica, convulsa, como si cada bocanada fuera a ser la última.
Ha comenzado, si alguien sabe rezar será mejor que lo haga – murmuró Severus, al mismo tiempo que Dumbledore se acercaba a ellos.
Todo el cuerpo de Harry se vio afectado por una contracción muscular espástica. Su rostro se puso lívido, su respiración se detuvo, al mismo tiempo que la espalda se arqueaba y sus dientes chocaban contra sí.
Sujétale la cabeza – le ordenó Severus a Remus, mientras él sujetaba los brazos y Dumbledore las piernas.
A lo largo del cuerpo de Harry se producían contracciones y relajaciones de los músculos de forma alternada con una agitación tan violenta que si no lo mantenían bien sujeto podría producirse lesiones graves como las que sus dientes provocaban en su lengua y labios.
Vamos, Harry, resiste – le pedía Remus.
Los gritos de Harry resonaban en medio de aquella habitación repleta de oscuridad. El velo que pendía del arco se agitaba con vehemencia, como si compartiera el dolor que Harry sufría en ese momento.
El chico sujetaba con fuerza su cabeza, sintiendo como miles de agujones se clavaban en ella, provocándole un dolor tan insoportable que estaba seguro de desfallecer en cualquier momento.
¡¡¡Aaaagggghhh! ¡¡¡Aredhel… has… has que se detenga! – le pedía en medio de sus desgarradores gritos.
Harry, resiste, resiste por favor – le pedía ella, intentando cubrirlo con sus brazos, pero cada vez que intentaba acercarse, el chico era presa de un nuevo espasmo de dolor.
¡¡¡No puedo! – el dolor era tal que le hacía retorcerse, su cabeza estaba a punto de estallar y el latir frenético de su corazón no ayudaba en nada.
Harry se retorcía y gemía con fuerza intentando liberarse de ese dolor que le carcomía las entrañas.
-¡Que pare por favor…! ¡¡Aaggh! ¡¡Haz que pare!
Las contracciones de los músculos del cuerpo de Harry se repetían, eran enérgicas, y sucedían con rapidez, con episodios de relajación igualmente repentinos y frecuentes.
Como bien sus piernas podían elevarse, sus manos se agitaban y se dejaban caer sobre el colchón, su tórax y espalda se arqueaban constantemente, y su respiración se volvía aún más anómala.
Era terrible verlo retorcerse de esa forma tan espantosa. Madam Pomfre se había llevado una mano a la boca para evitar que un grito saliera de su garganta. Observaba pasmada como los tres hombres intentaban detener el mayor daño posible, pero la fuerza de Harry en ese estado era descomunal, muy superior a la de ellos, bueno, menos a la de Remus, pero él ni siquiera intentaba ejercer mayor fuerza, por temor a lastimarle.
Durante lo que a todos les parecieron horas, intentaron por todos los medios detener los espasmos que agitaban el cuerpo de Harry.
¡¡¡Haz que…!
La voz de Harry se cortó abruptamente. Sus ojos se pusieron en blanco por un segundo, provocando el temor de Aredhel.
¿Harry? ¡¡Harry!
Sus brazos apenas y lograron sostener el cuerpo que se había desplomado frente a ella. Su largo vestido blanco se extendió a su alrededor, mientras colocaba la cabeza del chico sobre sus piernas. Su cabello negro se esparció por su espalda cubriendo parcialmente su rostro, mismo que se inclinaba hacia el de Harry.
¡Harry, no te rindas! ¡¡Harry! ¡¡¡¡Harry!
De la misma forma como había iniciado, se detuvo. El cuerpo de Harry se dejó caer laxo sobre la cama… su respiración era inexistente.
¡¡¡Merlín, ayúdanos! – gritó la medibruja
¡¡¡HARRYYYYY! – gritó Aredhel, expandiendo su aura alrededor del cuerpo inerte de Harry
Algo no iba bien y lo sabía. Las cosas no marchaban como debían. El dolor era demasiado fuerte, demasiado intenso. Aunque se había acostumbrado a sufrir, no podía evitar querer morir, desearlo con tantas fuerzas que hasta le daba miedo pensarlo.
Notó un cálido abrazo alrededor suyo.
Sabía que era Adherel. Podía sentir sus brazos rodeándolo. No quería hacerla sufrir al igual que hacía que los demás sufrieran:
Ron…
Hermione…
Remus…
Sobre todo Remus…
Pero era demasiado el dolor…
Sólo quería dejarse llevar, que todo eso terminara y que él pudiera descansar de tanto sufrimiento, ¿era demasiado pedir?
-¡Harry, no te rindas!
¿Aredhel?
No, él ya no quería seguir resistiendo, era mejor dejarse llevar, así todo sería mucho más fácil.
-Si se atreve a morir Potter, juro que no lo dejaré descansar en paz.
¿Snape?
-Harry, vamos mi muchacho.
¿Dumbledore?
-Vamos, Harry, resiste.
¿De quién era esa voz?
-¡No te dejes vencer!
¿Lupin?
¿Era la voz de Lupin?
-Harry, por lo que más quieras, ¡reacciona!
¡¡Si, era Lupin quien le llamaba!
Desesperado, Remus había levantando el cuerpo inconsciente de Harry, sujetándolo por los hombros. Sus ojos dorados estaban llenos de temor, y unas ansiosas lágrimas luchaban por salir.
¡Harry, por lo que más quieras, reacciona! – le gritó con toda sus fuerzas, sin embargo, no hubo reacción. Negándose a la muerte de Harry, Remus había abrazado el cuerpo de Harry, hundiendo su rostro contra el negro cabello.
-Harry, despierta, por favor… No me abandones – murmuró ante la entristecida mirada del resto de los ocupantes.
Sentía que su corazón no podría soportar la perdida de Harry, podía soportar la maldición de ser un licántropo, el que lo despreciaran, lo humillaran, pero no el perder a Harry, no a la luz que había nacido para iluminar su vida. El lobo dentro de él comenzó a aullar lastimeramente, sus ojos se llenaron de lágrimas que no se molestó en ocultar, de su garganta comenzaron a salir sollozos amortiguados por el cabello de Harry.
-No me dejes.
-No me dejes.
Ve con él, Harry. Regresa – escuchó la voz de Aredhel.
¿Regresar?
Pero regresar significaba sufrir el dolor nuevamente.
-No me dejes.
Pero regresar también significa regresar a su lado.
¿A su lado? ¿Al lado de Lupin?
Sí, a su lado.
-No me dejes.
Regresar…
Él tenía que regresar…
Regresar para estar al lado de…
-No me dejes.
De él…
Inesperadamente, Harry abrió los labios en busca de aire, sus pulmones le quemaron al sentirlos llenarse de oxígeno.
¿Harry? – lo llamó Remus, separándose para verlo respirar.
Los labios azulinos continuaban abiertos, y el pecho se hundía en busca de más aire. Un leve quejido brotó de su garganta reseca.
Remus lo abrazó contra sí, no queriendo separarse de él, pues temía que si lo hacía, Harry dejaría nuevamente de respirar. No lo soltó ni siquiera para que Severus le diera una poción, mucho menos para que Poppy lo revisara. No le importó que Dumbledore lo observara fijamente, él sólo tenía en mente la seguridad de Harry, y sabía que esa seguridad sólo la encontraría a su lado.
Un pinchazo de dolor atravesó todo el cuerpo de Remus, provocando que un quejido brotara de su garganta lastimada, atrayendo la atención hacia él. Por inercia, su vista se enfocó hacia la venta, viendo el oscuro cielo, un brillo de plata captó su atención.
Su cuerpo sufrió un estremecimiento, provocando que apretara el cuerpo de Harry con mayor fuerza, haciendo que se quejara.
Remus, debes soltarlo – le dijo el Director con voz suave, pero él se negó. Nadie le alejaría de su 'cachorro'.
La luna – murmuró Severus.
La luna llena había salido iluminando el oscuro firmamento.
Se transformará en cualquier momento – informó la señora Pomfrey, información que todos conocían de antemano.
Remus, suéltalo – volvió a decirle Dumbledore, pero esta vez con mayor energía en la voz.
No – su voz salió ronca. Un nuevo estremecimiento, mayor que el anterior, recorrió su cuerpo.
Comenzaba a sentir que la piel le quemaba, los pulmones se contraían, y su vista se hacía borrosa por momentos, pero no soltaría a Harry.
¡¡Qué lo sueltes con un demonio! – gritó Snape, dispuesto a arrebatarle al chiquillo.
Ante la clara amenaza de que le arrebataran el cuerpo que sostenía con firmeza entre sus brazos, Remus se movió dispuesto a atacar a aquel que representaba un peligro. Tomó con mayor firmeza el cuerpo de Harry, lo cual provocó que el chico gimiera nuevamente, e intentó erguirse. Un extraño sonido le inundaba los oídos, y sus músculos comenzaban a tensarse, un espasmódico dolor comenzó a recorrerle.
Esta a punto de transformarse, ¡rápido! – los urgió la medibruja.
Dumbledore lanzó un hechizo aturdidor que estuvo a punto de impactar en Remus, pero éste lo esquivo con cierta dificultad. Tomó impulso con la intención de saltar sobre su agresor, pero fue detenido por otro hechizo.
Antes de ser rodeado por la oscuridad, escuchó una palabra.
Desmaius.
¡¡¡¡Listo! ¡¡¡¡¡¡¡¡¡Por fin! No puedo creer que me haya tardado seis meses en actualizar esta historia, Dios, antes no me han linchado (aunque amenazas de linchamiento no faltaron), pero bueno, aquí esta el capítulo, si, sé que al parecer la historia no avanza mucho, pero no se apuren, esto va lento, pero va seguro, los de mente… eh… vivaz, habrán notado un poco de slash, los que no, pues ni modo, esperen notarlo en los siguientes capítulos. Prometo intentar no retrasarme tanto, pero en verdad estuve pasando por difíciles cuestiones que poco a poco se van resolviendo, pero no se preocupen, no dejaré inconclusos mis fics, los terminaré aunque no sé cuanto tiempo me tarde en hacerlo, jajajaja. Mil besos a todos. Nos vemos
