Antes de empezar quiero que sepan que esta adaptación es una tipo combinación de muchos fanfics que he leído sobre esta película maravillosa que es la propuesta y espero que les guste igual que a mí.

Ahora sí, empezamos

Capitulo 01.

En la habitación de Rachel Berry no se oía nada más que el pitido insistente de su alarma. La chica de 25 años gruño, sacando el brazo de su capullo de mantas a la atmósfera fría de su dormitorio. Se quejó ligeramente al sentir el cambio en la temperatura, pero logró golpear con su puño contra el reloj despertador varias veces hasta que este finalmente se apagó.

Rachel metió la mano dentro de sus cobijas una vez más para volver a dormir, pero luego se dio cuenta de que el sol estaba asomándose por las ventanas, algo que no debería ocurrir a las seis de la mañana en Nueva York. Rachel frunció el ceño y miró su reloj.

7:42 a.m.

Los ojos de Rachel se ensancharon cuando leyó la hora, rápidamente intentó levantarse, luchando para desenvolver su cuerpo de las mantas.

"Jesucristo, ella me va a matar".

Rachel gruñó cuando finalmente se liberó de las garras de sus mantas. Tropezó con las mantas adicionales en el piso, pero rápidamente se levantó y corrió al baño, al mismo tiempo que recogía su uniforme del suelo, agradecida de que este no apestara.

7:50am

Solo tiene diez minutos antes de que su jefa llegue a la oficina y pida su café con leche light, canela y sin azúcar, en su opinión eso es como navidad en un vaso pero si eso quería la jefa ella lo llevaría.

7:55am

- Tengo tu pedido listo- le dice la barista tras el mostrador le entrego sus dos cafés.

- ¡Gracias! ¡Te debo una!- grito Rachel feliz entregando el dinero y tomando su pedido. Corriendo una vez más hasta el edificio editorial de la siguiente calle.

En otro lado de la ciudad en una suite para ser exactos, la puerta del baño se abrió y el vapor salió de la atmósfera debido a la ducha humeante saliendo del baño cubriendo su desnudo cuerpo con una bata, su cabellera rubia cayendo por su espalda mojada mientras caminaba a lo largo de su habitación hacia su armario para elegir un traje de negocios de los muchos otros que había acumulado.

Lo colocó en su cama, encendió la televisión, poniendo en emisión las noticias. La voz del reportero sirvió como música de fondo para la directora mientras se vestía para el día ocupado.

Rachel corrió por las calles con un puñado de documentos y los cafés en la mano. Se abrió camino entre la multitud, era tan pequeña que le resultaba fácil deslizarse a través de espacios diminutos entre todas las personas que iban de un lado a otro.

Había logrado llegar hasta el piso siete, esquivando, taxis, autos, peatones, perros, bolsos y montones de personas sin derramar una gota de café... Hasta que choco con un compañero de trabajo y consiguió lo que no quería, derramar el café en su ropa. Gracias al cielo siempre compraba dos cafés por si algo como esto pudiera pasar.

- ¡Ahhhh! ¡Mike!- exclamo más por el calor en su piel que otra cosa. Miro su reloj de muñeca 7:59am tenía que correr.

Ignorando a Mike llego a la oficina principal donde su jefa aún no había llegado, coloco el café y salió hasta su pequeño cubículo justo frente de la oficina.

Antes de tomar su lugar miro su blusa, tenía que cambiarse no podía recibir con manchas de café a la jefa, pensaría que no se baño y empezaría a gritarle todo el dia por su manera de presentarse al trabajo, por lo tanto se puso a buscar entre sus compañeros y encontró al tipo perfecto.

- Puck necesito tu camisa.- dijo enfáticamente a su compañero

-No... Luego ¿Qué voy a llevar puesto? No puedo andar desnudo en la oficina- Dice el joven

- Te presto mi blusa y te pones tu saco arriba de ella, lo cierras y listo

- Si te das cuenta que soy el doble del tamaño que tu ¿verdad?- contesta Puck un poco molesto por la sugerencia de su amiga

- Esta camisa es XXL porque estaba en oferta, si te queda- la morena no desiste de la idea de salvar su pellejo ante su jefa

- No Rachel, pídeselo a alguien más- Puck contesta tajantemente para terminar la conversación.

- Tengo boletos para el béisbol, segunda fila tras el pícher- los ojos de Puck brillaron

-Acepto, pero me debes una camisa nueva

-Si, como digas

Se dirigieron al baño para cambiarse de ropa, por lo cual Puck se veía un poco raro con una blusa debajo del saco, pero no le quedo de otra. Por otro lado Rachel se veía a un más extraña ya que como había comentado su amigo, el es del doble de tamaño que ella y tuvo que fajarse demasiado la camisa para que se viera "natural".

Mientras que Rachel se iba a su cubículo para empezar a trabajar, el ascensor empezó abrirse y todos miraban a la gran arpía entrar a la oficina, no era nada más ni nada menos que Quinn Fabray una rubia de 29 años, que a su corta edad se convirtió en la jefa de toda una oficina, usando reglas estrictas sobre el manejo del trabajo y presionando a sus empleados hasta el tope, esa era la jefa que Rachel tanto teme y para su desgracia su futuro como editora depende de ella.

De repente escuchó un ruido y se volvió hacia su computadora en su pequeño escritorio frenéticamente.

Se apresuró a pararse frente a la puerta y tendió el café. Casi inmediatamente, Quinn entró leyendo unos documentos.

Entró a paso rápido, bebiendo su café mientras leía el documento que Rachel reconoció como propio. Ella se puso extremadamente nerviosa, sabiendo que Quinn era extremadamente delicada con los manuscritos que elegía. A decir verdad, ese ni siquiera era su trabajo. Ella solo era la asistente del Quinn Fabray.

Ella le lleva café y la ayuda a controlarse, porque todo el mundo sabe que no puede hacerlo por sí misma y al parecer ella es la única que puede lograrlo.

- Buenos días, jefa. Sam llamó esta mañana sobre el lanzamiento del nuevo libro de noviembre.

- Sí, hay un problema con la imprenta- respondió Quinn mientras tomaba el café que Rachel estaba ofreciendo.

Rachel agarró la bolsa de Quinn y la colocó en uno de los asientos frente a su escritorio.

Quinn se sentó en su silla giratoria negra y se acercó a su escritorio, colocando su bolsa junto a un montón de papeles.

- ¿Llamaste, ug, cómo se llamaba? ¿Con la... con la cara fea?

Rachel pensó por un segundo, pero casi de inmediato recordó de quién estaba hablando.

-Marco.

- Sí, Marco- afirmó Quinn mientras buscaba el papeleo

- Sí, lo llamé, le dije que si no enviaba las impresiones a tiempo, él...

Quinn la interrumpió.

- Cancela la cita con Sam, posterga la reunión a la próxima semana y mantén esperando al abogado -Quinn le entregó algunos papeles a Rachel y continuó - Dale eso a Gutiérrez y dile que se prepare. Le obtuve una entrevista con CNN después del lanzamiento de 'Amor sin presiones'.

Rachel asintió y miró los papeles con una ceja levantada.

-Wow, bien hecho.

Quinn tomó su café y empujó su silla hacia atrás.

- Si quisiera tu elogio, lo habría pedido.

Rachel comenzó a alejarse de Quinn, pero el grito de su jefa la detuvo en seco.

-Berry

-¿Si?- pregunta Rachel un poco desconcertada

- ¿Quién es Katie? ¿Y porque necesito su número de teléfono?- inquirió con el ceño fruncido. Rachel no tenía la menor idea de a qué se refería. Viendo esto la rubia giro su envase de café que contenía los datos infractores marcados con marcador negro.

- Ese debe ser mi café- respondió. Su jefa levantó una ceja

- ¿Tomas el mismo que yo?- pregunta su jefa, levantando la ceja izquierda

-..Si...- Rachel comenzó a sudar frío ante esa mirada

- Que casualidad que te gusta el café con leche light, canela y sin azúcar, ¿no?- Quinn toma un poco del café para comprobar el sabor

-S-si… es como la navidad en vaso- Empieza a tartamudear la castaña al ver que no le iba a creer

- ¿Derramaste mi café?

- Si...- confeso

- ¿Haces un doble pedido por si ante tu torpeza derramas el mío como hoy?- dijo sonriendo divertida ante el hecho de que su asistente se tomará tantas molestias, era placentero

- Hmm...Si- no tenía razón negar lo que era evidente.

- Es bueno saber que me respetas- dijo bebiendo su café - ¿Ahora a quien debo despedir hoy?

- Jef de Redacción...- contesto Rachel

- Bien, puedes irte. Y llama a Jef cuando salgas

-Buenos días, Rachel - se escuchó un saludo parecido a un ronroneo a través del teléfono - Me preguntaba si Quinn y tú todavía vendrían a mi oficina.

Rachel gruñó ante el sonido de la voz de la persona más detestada de todo el edificio. Puso su mano en el micrófono del teléfono.

- ¿Iremos a la oficina de Anderson?

Quinn se volvió en su silla giratoria y chasqueó la lengua, haciendo una mueca sarcástica. Rachel imitó el sarcasmo de su jefa cuando regresó a la llamada: "Sí, nos dirigimos allí ahora mismo".

Rachel colgó y salió de la oficina, rápidamente encontró una nueva computadora abierta y escribió en el chat:

La arpía está en su carroza.

Levantó la vista de la pantalla para ver las pantallas de las otras computadoras iluminarse y recibir la nueva notificación del mensaje, para que todos corrieran a sus cubículos y pretendieran trabajar cuando Quinn se paseara por ahí.

Rachel se acercó a su jefa cuando se dirigió a la oficina de Anderson y se puso a la par de su jefa, caminando a su lado.

-¿Miraste mis manuscritos? - cuestionó la joven.

Rachel se giró para mirar a Quinn mientras esperaba su respuesta, pero ella solo miró directamente a su camino por delante.

-Miré un poco, y no estaba impresionada.

Rachel se burló.

-¿Puedo decir algo?

Quinn suspiró.

-Por favor no lo hagas.

Quinn abrió la puerta de la oficina de Anderson y entró, dejando a una Rachel que planeaba mentalmente el asesinato de Quinn. Finalmente se calmó y entró detrás de ella.

-Ah, nuestra majestuosa líder y su ayudante. Por favor, entren.

Anderson estaba orgulloso de estar de pie frente a Quinn y Rachel, con la mano en su cadera fingía examinar algunas cosas en su computadora portátil, pero Rachel y Quinn notaron las miradas hambrientas que este le dirigía a Rachel cuando entró.

Quinn giró sobre sus talones, ignorando completamente las miradas, y sus ojos captaron una nueva pantalla en la oficina de Anderson.

-Impresionante libro, ¿es nuevo?

Anderson sonrió con orgullo y le respondió con egocentrismo.

-Hace tres años empecé a relacionarme con este autor, pero sí, es nuevo en mi oficina.

Quinn miró la arrogancia de Anderson y sonrió para sus adentros.

-Genial. Anderson, te dejo ir.

Anderson levantó la vista de su computadora portátil con una mirada incrédula en sus ojos. Rachel también pareció sorprendida y giró la cabeza para mirar a Quinn. Anderson habló, pero solo salió como un susurro.

- ¿Perdón?

-Te dije cientos de veces que consiguieras que Gutiérrez tuviera una entrevista con CNN y no lo hiciste.

Rachel, todavía aturdida con esta nueva información, cerró la puerta en silencio y se apoyó contra la pared.

-Te he dicho que es imposible, Gutiérrez no puede hacer entrevistas, tiene ansiedad social - comentó Anderson de manera nerviosa.

Quinn se rió sarcásticamente.

-Bueno, eso es interesante porque lo llamé ayer y ya está listo.

Los ojos de Rachel se dirigieron a Anderson, quien se quedó boquiabierto.

-¿Disculpa?

-Ni siquiera lo llamaste, ¿verdad? -lo acusó Quinn mientras se inclinaba casualmente contra un escritorio que Anderson había dejado contra una pared.

-Yo...

-Lo sé - comenzó Quinn con un tono burlón- Gutiérrez da bastante miedo porque es grande y rudo... para ti - Rachel tuvo que morderse la lengua para no reírse- Ahora, te daré dos meses para encontrar otro trabajo. Y luego puedes decirles a todos que renunciaste, ¿vale?

Quinn se fue sin otra palabra, Rachel siguió su camino. Quinn suspiró con cansancio.

-¿Cuál es su estado?

-Se está moviendo y tiene los ojos locos - dijo Rachel mientras miraba de reojo a Anderson saliendo de su oficina.

-No lo hagas, Anderson, no lo hagas - susurró Quinn.

-¡Eres una maldita víbora! - gritó Anderson con furia saliendo de su oficina.

Toda la habitación se congeló y se quedó sin aliento, deteniendo lo que estaban haciendo y comenzando a prestar atención a lo que se estaba desarrollando delante de sus ojos.

-Y aquí vamos de nuevo...

-¡No puedes despedirme! Tú... despidiéndome por todo el asunto de CNN, para que puedas verte bien ante los jefes, ¡porque te sientes amenazada por mí! - Quinn se echó a reír, pero Anderson continuó-Y tú eres una bestia.

Quinn puso los ojos en blanco ante el comentario.

- Anderson, detente - advirtió con suavidad.

Toda la oficina estaba en silencio y un teléfono sonaba en la distancia, aunque nadie intentaba levantarlo.

-El hecho de que no tengas nada ni a nadie a quien amar en la vida no significa que puedas ordenar a todos alrededor e insultarnos como bolsas de basura, ¿sabes qué...? Me das lástima, ¿Sabes lo que habrá en tu lecho de muerte? Nada y nadie - Anderson finalmente dejó de hablar y miró con intensidad a Rachel, que estaba ocupada chupándose los labios, preocupada por lo que Quinn iba a hacer ante la provocación, lista para saltar e intentar calmarla. Anderson la miró hacia arriba y hacia abajo, esta vez sin siquiera esconder la mirada ante otros -Y alguien tan hermosa como Rachel no merece un jefa tan idiota como tú.