Hola! Cómo han estado? Espero que no estén pensando en matarme, jajaja, tienen que tomar en cuenta que esta vez no tardé tanto como es mi costumbre (ay, pero que desvergonzada soy, jijiji).
Bien, se suponía que tendría que actualizar Devuélveme la Vida, pero simplemente mi neurona se negó a cooperar, esta formando un sindicato anti tortura el cual la ha estado protegiendo, pero por suerte, y con cierta ayudita (ñaca ñaca) mi dichosa neurona comenzó a trabajar en este fic, así que le seguí la corriente. Espero que en una semana pueda tener I Wish y forzar a mi neurona a darme algo de Devuélveme la Vida.
Pero antes de ir al capitulo, y responder sus reviews, quiero agradecer a todos aquellos que me dieron animos para seguir y preguntaron por la salud de mi mami, ella ya esta mejorsita, la operaron de sus ojos y va mejorando muy bien, gracias a todos por preocuparse.
Ahora sí, vayamos a responder sus lindos reviews.
Vida. Pues veamos nenita de mi alma, muchisimas gracias por decir que es de los mejores fics que has leido, eso en verdad me anima a continuar escribiendo. Lamento la tardanza, pero en serio mi neurona se negaba a cooperar, y encima he tenido mucho trabajo. Pero ves? Ahora tarde menos en actualizar, jajajaja. Besos y nos vemos luego.
TerySScloe. Hola! Espero que no te haya dado un algo por tardar tanto, jajaja. Me alegra que te guste la historia, yo he leido poco, por eso tenía ganas de escribir sobre ellos dos. No tardé seis meses! Tardé la mitad, jajajaja, que desvergonzada verdad? Bueno, hasta ahora entre esos dos hay cariño, pero en unos cuantos capítulos espero se convierta en amor, (o sea algo más, jajaja) Besos.
Mirels.- Sorry, pero esa era la intención, jiji. Pues si, al último Remus fue a quien maldijeron, pero no te apures, en este capítulo se compensa. Bye.
SerenitaKou.- Gracias! Claro que lo seguiré, solo que a veces tardo mucho, jiji. Tu también te cuidas, no quiero que salgas mal en clases por mi culpa. Besos.
Zaratustra.- Oh bueno, eso tal vez se deba a que casi no hay ese tipo de parejas en el slash, pero si hay Harry/Severus (uack), y Harry/Voldemort, porque no un Harry/Remus? A mi en lo particular me gusta más esta última pareja, y para que no se vea tan… forzada, he decidido tomarme mi tiempo para que esos dos se enamoren, y no te preocupes, que no haré cosas aberrantes, lo juro. Besos.
GriM James Black Potter.- Hola! Me alegra que te guste el fic, y sip, pobresito de Harryto y Remitus. Nos vemos luego, besos.
Marina-Potter.- Es bueno saber que te gusta mi historia, y aunque a veces es dificil actualizar pronto, intentaré hacerlo. Nos vemos.
Tanit.- Hola! Sip, cada vez se pondrá mejor, para que no te lo pierdas, y sip, Remus se estaba convirtiendo en lobito, pero no te apures, que no le hizo nada a Harry. Nos vemos.
Pottergrangerhermionr.- Hello! No tardé tanto, de seis meses a tres fue la mitad, jajaja.
Strawberry.- Aleluya, aleluya! Jajajaja. Vaya, y eso que no había palabras para describirlo, jajaja, me alegra mucho que te haya gustado. Si, generalmente intento que los personajes se desarrollen para poder comprender el porque de sus acciones, bueno, sobre lo "sobreprotector", hay que comprender que los lobos (en este caso Remus por ser licantropo), tienen un arraigado sentimiento de protección hacia sus "manadas", y como Remus sólo considera a Harry como su única razón de existir, pues es lógico que lo sobreproteja de esa forma, siendo la única persona que integra su manada. Gracias por tus buenos deseos, y sip, mi mami salió bien de la operación, aunque aún esta un poquitín delicada de sus ojitos, pero afortunadamente salió bien, oh, gracias, mi mamá se llama Irma, igual que yo jijiji, Irma García. Jajajaja, que exagerada. Tu también te cuidas. Besos.
Hatashinomori.- Uuuyy… ejem… jijiji, sorry por la tardanza. Besos.
MEIKO.- Sip, pobresito de mi Remus, por supuesto, ambos sufren. Bueno, sobre tu duda de en que momento Remus pasó a ser tan importante para Harry, creo que se responde en este capítulo, y si no, no dudes en preguntar y trataré de explicarme mejor para la proxima vez, lo prometo. Gracias por las felicitaciones y los buenos deseos. Besos.
Sayuri.- Muchas gracias por las felicitaciones, me alegra saber que la historia te gusta, a mi también me gustó esa parte, es muy linda aunque algo estresante, jajaja. Yo también quiero slash! Pero habrá que tomarse su tiempo pues esos dos aún están muy lastimados para algo así. Besos.
Aiosami.- Hola! Me da gusto saber que te encanta mi fic, exacto! Esa es la palabra para definir esta historia, trato de que sea oscura y un poco misteriosa, que se refleje el dolor de perder a un ser querido y las consecuencias en la forma de ser. Oh, no hay ningún problema, el slash entre ellos dos tardará un poco en llegar, no será de golpe, sino un proceso lento que hará que te hagas a la idea, y si aún así no lo soportas pues ni modo te saltas esos pedasitos que no creo que influyan mucho en la trama, jajaja. Nos vemos, besos.
CerdoVolador.- Si, fue muy triste, pero este no lo será tanto. Jajajaja, yo también vi el slash, jajajaja, me alegra mucho que te haya gustado el capitulo anterior, y espero que éste también sea de tu agrado. Besos.
Azera.- No tienes nada que agradecer, al contrario, yo agradezco el que puedan esperar tanto para que yo actualice esta historia. Nos vemos.
Serendipity-789.- Ups, si, tardé mucho, sorry, jajajaja, bueno, con algo tenía que compensar la tardanza, no? Nos vemos.
¡!Mil gracias a Sekhmet Malfoy por betear este capítulo! No sé que hubiera hecho sin tu ayuda amiguita, besos.
CAPITULO SEIS.- Egoísmo
La luz de la luna se filtraba a través de la ventana, iluminando el perfil del chico que dormía sobre una vieja cama. Molly sonrió al ver la tranquilidad que el joven rostro mostraba, algo totalmente ajeno a lo que había mostrado hacía tan solo un par de horas. De vez en cuando, la mujer lanzaba miradas furtivas hacia Madame Pomfrey, viéndola revisar las pociones que por vía intravenosa nutrían a Harry.
El Profesor Dumbledore y el Profesor Snape habían regresado a Hogwarts tras llevar a Remus al refugio donde pasaba sus transformaciones. No pudo negar que un temor irracional se apoderó de ella cuando entró a la habitación de Harry, y escuchó los gritos de los profesores mientras trataban de tranquilizar a Remus tras casi transformarse con Harry en sus brazos, para luego ver como un licántropo prácticamente transformado caía desmayado al pie de la cama, para luego ser inmovilizado por el Profesor de Pociones mientras el Profesor Dumbledore y Poppy atendían a Harry.
Suspiró aliviada. Gracias a Merlín que todo eso no había pasado de un susto.
Apartó con suavidad un mechón azabache del rostro de Harry, y ese movimiento provocó una respuesta, Harry se agitó entre sueños, frunció el ceño y suspiró.
El chico emergió lentamente del sueño, sintiéndose todavía muy cansado. Le dolía la cabeza, era como si un desgraciado martillo estuviese dentro de su cabeza, golpeando sin piedad ni tregua, una y otra vez, buscando descuartizarle el cráneo.
Gimió a causa de un martillazo particularmente fuerte.
Sentía su piel seca y caliente, seguramente tenía la cara enrojecida, conocía a la perfección esos síntomas, debía de tener fiebre, además, parecía que su estomago deseaba salir por su garganta pues lo sentía avanzar por ese camino.
Se sentía realmente mal, claro, eso no era un tema nuevo, pero aún así, sentía un agotamiento imposible de poner en palabras, además de que algunas partes de su cuerpo se quejaban sin compasión, parecía como si Hagrid le hubiera dado un abrazo de oso, rompiéndole todos los huesos.
Logró abrir los ojos, pero sólo vio manchas sin forma. Intentó moverse, pero enseguida su cuerpo le reclamó el intento haciéndolo gemir.
-Tranquilo, cariño. Toma. Pronto pasará.
Reconoció la voz de la señora Weasley, así como el tacto de Madame Pomfrey al levantarle la cabeza y darle a beber algo que francamente sabía horrendo.
-No te quejes Potter, y bébela hasta el fondo – le dijo la medibruja. Y viéndose acorralado de esa forma, no tuvo más remedio que hacer lo que le indicaban, y aunque su estomago aún deseaba salir por su garganta, la poción pasó sin problemas, claro, sin poder evitar después una mueca de asco. Para enseguida encontrarse preso entre los brazos de Molly Weasley.
-Nos tenías tan preocupados – le dijo al borde de las lagrimas, besando su negra cabellera.
Su cuerpo se tensó, el dolor en su cuerpo cediendo conforme la poción hacía efecto, y aclarando su confusa y dolorida mente. Pero ahora fue el dolor del alma el que hizo mella en él.
-Lo… lamento – murmuró con voz ronca y algo pastosa.
Y en verdad lo lamentaba, lamentaba el dolor que les había provocado, lamentaba el haberlos hecho sufrir al desear no volver más, lamentaba haber sido tan ciego como para no ver el cariño que todos ellos le tenían, el haberse cegado por la culpa y la rabia.
Lamentaba tantas cosas…
Y por eso lloró…
Lloró entre los brazos de Molly Weasley, la que lo había acogido como a un hijo más, la que cada año se aseguraba de que se alimentara bien y tuviera todas sus cosas listas para ir a Hogwarts, la que le llamaba "cariño", y la que en ese momento lloraba junto a él, abrazándolo como sólo una madre podía hacerlo.
-No… no te preocupes, cariño – le dijo Molly, rompiendo el abrazo para tomar el rostro moreno entre sus manos –. Lo importante es que estas aquí, con nosotros, en donde perteneces.
Harry asintió en silencio, dirigiéndole una mirada aguada, la bronceada piel surcada por una pequeña lluvia de lágrimas, provocando que Molly volviera a abrazarlo y le llenara de besos ante la mirada enternecida de la Señora Pomfrey.
-"Y esta vez… no me iré" – se prometió mentalmente.
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El viento soplaba con suavidad, meciendo las hojas de los árboles al ritmo de su vaivén. El pequeño bosque situado en una comunidad muggle, era iluminado por el brillo de plata de la luna llena, a su alrededor, las estrellas tintineaban tratando de alcanzar la magnificencia que la luna desprendía, sin poder llegar a su altura, porque la luna era única, nada ni nadie podía alcanzarla, mucho menos opacarla.
Y cierto que no existía ser que la pudiera alcanzar, porque al ser única, no había nadie en condiciones de opacarla, porque en realidad, en medio de aquel enorme firmamento, la luna estaba sola; y las estrellas, las que supuestamente estaban a su lado para iluminar su entorno, no eran más que espectadores, efímeras presencias que simplemente estaban ahí, brillando, sin tener otro motivo para su existencia, para luego evaporarse en una estela de luces, dejando nuevamente a la luna rodeada de su soledad.
Y de eso estaba muy conciente el lobo, que perturbado, caminaba de un lado a otro en el interior de la pequeña cabaña que, dentro del bosque, era su refugio.
Estaba inquieto, desde que despertó en ese lugar, una extraña sensación de ansiedad no le permitía tranquilizarse. Quería salir de ese lugar y llegar hasta aquel que estuvo a punto de perder, necesitaba estar a su lado, asegurarse de que se encontraba bien, de que no corría ningún peligro, pero esas malditas paredes lo tenían prisionero.
Necesitaba estar presente en el momento en que esas bellas esmeraldas recibieran el brillo de la luna, esa que era la culpable de su maldición, la que era culpable de su soledad, del dolor que atormentaba a su alma, siendo humano o lobo.
No…
No permitiría que su Sol se extinguiera…
No lo permitiría, aunque fuese necesario sacrificar a la Luna.
Sin pensarlo, comenzó una carrera, arrojándose contra la puerta de madera, su cuerpo chocó contra aquella, provocando un fuerte estruendo, pero ésta no cedió, siguió impávida en su lugar, sin ceder un solo centímetro.
Sin importarle el lastimarse, retrocedió hasta estar a la suficiente distancia y retomó de nueva cuenta la carrera, intentando derribar ese obstáculo que le impedía salir y llegar hasta su Sol, nuevamente el intento fue en vano, pero eso no lo detuvo, continuó arrojándose contra la firme puerta, no importando el dolor que eso le causaba, lo primordial era estar a su lado…
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Apenas había pasado una hora desde que la Madame Pomfrey se había ido, tras estar satisfecha con todos los análisis que le hizo, hacerle beber un centenar de pociones y tras aplicarle varios hechizos que aseguraban su mejoría, partió segura de que ya no habría más percances y de que Molly Weasley sería una excelente sustituta.
Y de eso no se equivocó.
La Matriarca de los Weasley podía ser igual o peor que la medibruja, no había aceptado un 'no' por respuesta cuando lo obligó a darse un baño para hacer desaparecer los resquicios de la fiebre. No sólo lo hizo levitar, para luego desaparecer sus pantalones y camisa haciéndolo sonrojar (y esta vez estaba seguro de que no era por estar enfermo), y lo había tratado como un bebé, haciendo que una esponja le tallara la espalda, sino que también le arropó y lo regresó levitando a su cama.
Cierto que le incomodaba todo eso, sobre todo el haber estado desnudo frente a ella y recibir los típicos regaños de "ahora en adelante te alimentarás mejor, Harry cariño" ó "habrá que trabajar en ese pelo tuyo", pero también era cierto que nunca en su vida alguien le había prodigado tantos cuidados cuando había estado enfermo, y eso era algo que aunque no lo dijera en voz alta, atesoraba en el fondo de su corazón.
-Bien, Harry querido, es hora de cenar, te prepararé algo delicioso. Ahora vengo – le dijo Molly tras asegurarse de que estaba cómodo y bien abrigado bajo las frazadas de la cama.
En cuanto se cerró la puerta, soltó el aire que había estado reprimiendo.
-Es una buena mujer, pero es exasperante – vino la suave voz a su lado, causando una suave risa en él, que pronto se convirtió en un acceso de tos. Aún le parecía que el aire que respiraba era de alguna forma impuro y éste le dañaba la garganta.
Pudo sentir los brazos de Aredhel rodeándole, y él se dejó envolver, sumergiéndose en la paz que ella siempre le proporcionaba.
Permanecieron en silencio, Harry sumido en sus pensamientos, y Aredhel dándole la libertad de hacerlo.
Los recuerdos mientras estuvo en estado de coma mágico pasaban como flashes en su mente, eran borrosos, como si una espesa niebla los cubriera. Imágenes aisladas que no tenían forma consistente, pero estaba seguro de que había presenciado hechos que le hicieron tomar la decisión de volver, que le dieron la fuerza para despertar.
Cerró los ojos y suspiró, dejándose envolver por la frialdad del cuerpo de Aredhel.
Deseaba que Lupin estuviera a su lado, deseaba que fueran sus brazos lo que le rodearan, que fuera su voz la que le susurrara palabras alentadoras, que fueran sus dedos los que acariciaran su cabello. En su mente se repetía una y otra vez aquella voz grave que pronunció las tres palabras que le habían hecho volver:
"No me dejes"
Abrió los ojos, y las esmeraldas se encontraron con una hermosa luna llena, enorme y pura, deslumbrante como un diamante, pero poseedora de una maldición que le obligaba a estar alejado de Lupin.
-¿Pensando en él? – le preguntó Aredhel, a lo que él asintió.
-Quisiera… - se interrumpió para aclarar su garganta –… disculparme.
-Te sientes culpable por lo que pasó cuando se fue.
No era ni siquiera una pregunta, sino una afirmación.
Ella estaba en lo cierto, se sentía culpable por su actitud egoísta. Él no había querido que Lupin le dejara, mucho menos había querido lastimarlo, como sabía lo había hecho, pero tampoco había querido que la soledad que el hombre lobo había alejado de él, regresara con mayor fuerza…
Justo como había pasado.
Toda su vida había estado solo; su primer año de vida, y el que estaba seguro había sido maravilloso por haberlo pasado al lado de sus padres, ni siquiera era capaz de recordarlo, y los siguientes once vivió rodeado de las infame soledad, sin amigos, sin una verdadera familia, sólo soñando, sueños que alimentaban sus esperanzas de que alguien, algún día, llegara a su alacena, y le dijera que no estaba solo, que le quería pese a todo, y que lo llevaría lejos y tendría la familia que siempre deseó… pero eso no sucedió…
Al menos no de la forma que él esperaba.
No llegó la persona que él soñaba durante sus noches de insomnio, más bien, no era el humano que esperaba, sino un semigigante venido de un mundo totalmente desconocido para él, quien le mostró el lugar al que realmente pertenecía, y donde encontró verdaderos amigos y una familia… en donde pudo ser feliz… pero donde no lo fue…
Por que una nueva soledad se ciñó a su alrededor…
La soledad que provoca la muerte.
La misma que le arrebató a aquel hombre con el que había soñado durante años y que podía darle la familia que él tanto añoraba. Aquel que le quería por lo que era, un niño con sueños y miedos, y no por quien era, el Salvador del Mundo Mágico.
Nuevamente la soledad se ciñó a su alrededor, no tenía a nadie que realmente comprendiera el dolor que sintió al haber perdido al único ser que le había dado todo ese cariño que pedía a gritos silenciosos... nadie… hasta que llegó él.
Él que le envolvió entre sus brazos en ese momento en que más lo necesitaba, aferrándose con fuerza a aquel sentimiento de seguridad, donde el dolor menguaba y la culpa era expiada, donde la soledad era desterrada. Quería quedarse así, abrazado a él, sintiendo la extraña sensación de que ahí era a donde pertenecía, de que al fin había encontrado el lugar donde podría ser feliz.
Y justo cuando estuvo seguro de que podía sobreponerse al dolor siendo abrazado por unos cálidos brazos, rompiendo las barreras con que había resguardado su corazón; y unos ojos dorados que le hicieron soñar nuevamente con que no estaba solo… cuando pensó que estaba en un lugar seguro, cuando pudo creer que todo estaba bien… le dejó.
Le dejó sumergiéndolo en un terrible vacío, haciéndole sentir abandonado, llenando su corazón de decepción y desesperación al verse nuevamente solo, sin nadie a quien recurrir, arrebatándole la poca esperanza que había sembrado en ese escaso tiempo en que se refugió en sus brazos.
Tal vez había exagerado su egoísmo, pero pasó la mayor parte de su vida sin tener a alguien a su lado, rumiando su desgracia en una alacena donde la soledad le desgarraba poco a poco lo que quedaba de su alma, y cuando, por una clase de milagro, había tenido lo que más había deseado, alguien que le acompañara, que le abrazara y le hiciera sentir querido, de pronto, de un momento a otro, ya no lo tenía… se había desvanecido al igual que sus sueños en aquella vieja alacena.
Se había sentido furioso con Lupin, por haberlo hecho creer que no estaba solo para luego abandonarlo, se había sentido usado, que no le importaba el dañarlo, y no se dio cuenta hasta el momento en que estuvo a punto de morir que por no dañarlo Lupin le había dejado.
En ese momento, nunca pasó la idea de que Lupin también sufriera al dejarlo, de que le doliera de la misma forma que a él le había dolido. No había pensando que él también había sufrido pérdidas, que por ser quien era, había sido marginado, que lo había perdido todo… al igual que él…
-Quiero ir… con él – murmuró aún con dificultad.
Por unos instantes Aredhel no dijo nada, sopesando lo que Harry acababa de decir.
-Hay una forma – dijo con lentitud, ganándose la completa atención del chico.
Es una forma con la que no notarán tu salida ni activará las barreras de protección. Para hacerlo deberías de usar tu propia magia y energía, pero al estar tan débil yo podría ayudarte a hacerlo.
-¿Hablas… en serio? – preguntó con ilusión.
-Completamente. Se trata de la Proyección Astral.
-¿Proyección Astral? – preguntó.
-Consiste en conseguir que tu cuerpo normal entre en un estado de sueño y tu alma se convierta en un cuerpo físico igual que el real, el cual se transporta hacia donde desees. ¿Me explicó?
Harry asintió en silencio, absorbiendo cada palabra que Aredhel pronunciaba.
El Deseo, entonces, puede utilizarse para inducir una proyección astral. La idea es que tu inconsciente satisfaga el Deseo y te permita despertar en astral mientras esto esta sucediendo.
Para lograr esto, primero tienes que relajarte como si fueras a intentar una separación consciente. Cuando alcances un estado adecuado, traerás a tu mente el deseo de salir e ir hasta donde se encuentra Lupin.
Necesitaremos esperar hasta que todos duerman, una vez que todos estén dormidos, podremos llegar hasta donde esta él, claro, deberás volver antes del amanecer. ¿Estas de acuerdo?
Asintió con fuerza, cualquier cosa con tal de estar al lado de Lupin. Un fugaz pensamiento cruzó por su mente en ese momento: Aredhel lo trataba como nadie más lo hacía ahí, como un ser maduro capaz de tomar sus propias decisiones.
Justo en ese momento, Molly entró con una bandeja llena de comida levitando frente a ella.
-Harry, querido, es hora de cenar – le dijo con una alegre sonrisa. Tras dejar la bandeja sobre la mesita de noche, ayudó al chico a sentarse, quien no pudo suprimir una mueca de dolor, su cuerpo aún no se reponía completamente, y cualquier oportunidad era buena para quejarse. Notando eso, Molly colocó una montaña de cojines tras su espalda para luego colocar la fuente sobre sus piernas, de esa forma pudo observar que la cena consistía en tostadas, leche, queso y un poco de pollo.
Y comerás todo, querido, necesitas reponer fuerzas y ganar algo de peso, estas demasiado flacucho.
Harry suspiró resignado, si quería ver a Lupin necesitaba no hacer enfadar a la Señora Weasley, aunque tuviese que comer como un troglodita, así que, resignado, y pese al sonrojo de su rostro, dejó que Molly le alimentar como si fuese un bebé de escasos meses de nacidos, ante el regocijo de Aredhel que no paraba de reír.
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Dentro de la pequeña cabaña, echado sobre sus patas, yacía Remus Lupin en su forma de lobo, su pelaje grisáceo estaba ligeramente revuelto; su vientre subía y bajaba rápidamente, indicado que su respiración era agitada, y de vez en cuando gruñía lastimeramente.
Su cuerpo estaba lastimado, por tantos intentos fallidos de querer tirar la puerta que lo mantenía en ese encierro. Estaba exhausto, y si a eso le sumaba el daño que la transformación provocaba, era un milagro que aún no se háyase inconsciente.
Tirado sobre ese frío piso, intentaba recuperar un poco de su fuerza, no iba a rendirse tan fácilmente, tenía toda la noche para intentar salir de ese sitio, necesitaba llegar hasta aquel aroma que le había envuelto noches atrás, y del cual le habían alejado. Con dificultad pudo mantenerse sobre sus cuatro patas, sus ojos dorados vieron a través de una pequeña ventana cerrada, dirigiéndose hacia circunferencia plateada que relucía en el oscuro cielo.
Aulló.
Aulló hacia la Luna Llena.
Aulló queriendo expresar mediante ese sonido todo el cúmulo de sentimientos que se agolpaban en él, aulló queriendo demostrarle a la luna que aún con su maldición, él no había dejado de ser un humano, demostrándole que aún poseía sentimientos a pesar de su apariencia. Expresando la rabia por haber permitido que le alejaran de aquellos ojos esmeralda; mostrando el miedo del que era preso al sólo pensar que estuviese sufriendo; la rabia de no tener la suficiente fuerza como para romper esos malditos muros que le mantenían preso; aulló hasta descargar toda su frustración, aullándole a su verdugo que le miraba impávida a través de su brillo plateado.
Aulló hasta que sus pulmones no pudieron hacerlo, y sólo entonces, se dio por satisfecho, para luego reiniciar su carrera en busca de salir de ese sitio.
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Un sonido lo sacó del ensimismamiento en que estaba:
Un aullido.
Era lejano, pero expresaba tanta… tristeza...
Abrió los ojos, sólo un poco, pero fue suficiente para captar la luz de la luna llena que se colaba por la vieja ventana. Respiró profundo y trató de moverse.
-Tranquilo – le dijo Aredhel – no es necesario moverte, además, si haces demasiado ruido, ella despertará.
Con cuidado, Harry giró su rostro hacia un lado, encontrándose con la Señora Weasley dormida a su lado de la cama. Un fuerte sonrojo llenó su rostro, causando la risa en Aredhel, lo que provocó que Harry le mirara de mala forma... en donde quiera que estuviera.
-¿Cómo...? – intentó preguntar, pero enseguida fue interrumpido por ella.
-Silencio, podría despertar. Trata de estar cómodo, esto podría tardar un poco.
Una vez que Harry estuvo cómodo y seguro de que no despertaría a la Señora Weasley, Aredhel continuó.
-Primero, necesitas poner tu mente en blanco.
Ante eso, Harry gruñó, lo que provocó que se lastimara la garganta.-¿Ocurre algo? – preguntó Aredhel.
El chico carraspeó nervioso, sus mejillas torneándose rojizas.
-Mm... no sé... como hacerlo.
-Es sencillo – Harry murmuró algo que sonó a "Oclumency" y "grasiento" –. Cierra los ojos. Centra tu mente en escuchar mi voz... sólo mi voz. Respira profundamente, expira... hazlo una vez más, así, profundo. Dime Harry, ¿haz volado alguna vez sobre una escoba?
Harry se extrañó por la pregunta, pero aún así asintió sin abrir los ojos.
Bien, ahora imagina como si estuvieras sobre tu escoba. El cielo esta oscuro, una Luna Llena ilumina el firmamento. El aire agita tu cabello y tu túnica, silbando tras de ti – La voz de Aredhel era suave… hechizante, sumergiéndolo en una hipnótica fascinación, haciéndolo escuchar con atención cada una de sus palabras, dejándose seducir por su voz.
Pronto, en el interior de sus pensamientos, pudo observarse así mismo montado sobre su escoba, la escena era parecida a lo sucedido en su quinto año, cuando fue trasladado a Grimmauld Place. Un pinchazo en su pecho le hizo apartar esa desviación de su pensamiento.
Enfocándose en el hecho de que estaba volando de nuevo, alejándose de esas paredes que le habían tenido prisionero, y durante unos gloriosos momentos, todos sus problemas se vieron reducidos a nada, insignificantes en el vasto cielo estrellado.
Casi pudo sentir como el aire frío de la noche corría a través de su cabello mientras los jardines debajo de él se hacían cada vez más pequeños, encogiéndose rápidamente en remiendos de verdes oscuros y negros.
Empujas tu escoba un poco más, para volar más alto. Te sientes libre, sin ningún tipo de atadura. Mientras avanzas, vislumbras que debajo de ti hay un lindo bosque, de árboles altos y de extenso follaje.
Si, podía verlo, era un bello bosque, cuyas hojas de los árboles eran mecidas por el viento al ritmo de un suave vaivén. Su extensión no era mucha, más si lo era la magnificencia de su belleza, poseyendo una variedad de flora que le daba la impresión de estar en un paraíso terrenal en miniatura. El susurro del viento se dejaba escuchar en sus oídos mientras pasaba por el aire.
Te adentras entre su hojarasca, surcando árboles y zigzagueando entre maleza. Te detienes en un claro, tu escoba queda inmóvil. Despacio, levantas tus brazos y sientes como la brisa te acaricias, te sientes flotar, suave, con cadencia...
Era hermoso.
El extenso follaje de los árboles y los frescos verdores del césped creaban una atmósfera de paz y serenidad que él tanto necesitaba, ni un solo ruido proveniente de la ciudad se sentía en ese sitio. La luna llena iluminaba el oscuro firmamento sin permitir que las nubes opacaran su brillo, lejos de ser tétrico el ambiente, le conferían una imagen mística, evocando los cuentos en donde las hadas paseaban alegres en medio del bosque, aunado a la luz de las farolas de gas que iluminaban cada uno de los caminos ofreciendo una breve pero agradable luz naranja que atraía a las luciérnagas las cuales aportaban también su espectáculo.
Era en definitiva, lo que él necesitaba.
Podía sentirse libre, sin ninguna atadura, su escoba flotaba sin ningún tipo oscilación, permanecía quieta, brindándole la seguridad de que no le dejaría caer. Sus brazos extendidos chocaban contra el viento, haciéndole creer que volaba, cerró los ojos dejándose llevar por su imaginación, dejándose envolver por la voz de Aredhel y las sensaciones que aunque imaginarias, se sentían tan reales…
Hasta que tus pies descalzos se afianzan sobre el césped.
Abrió los ojos sorprendido, cuando su cerebro registró que sus pies en realidad estaban sobre el frío césped del bosque. Jadeó sin poder creerlo.
Estaba en un bosque, en verdad estaba de pie justo en medio de un claro. No tenía escoba, y ni siquiera recordaba haber salido de su habitación al lado de la Señora Weasley, pero estaba ahí… de pie en medio de un claro de un bosque ubicado en alguna parte.
Impresionado, su cuerpo no resistió más, terminando por desplomarse, más antes de caer, un par de brazos le sostuvieron y delicadamente lo acostó sobre la hierba.
Harry no supo describir la maravillosa sensación que eso le provocó.
Todo su cuerpo se regocijó al sentir las diminutas hojas acariciando su rostro, manos y pies. Su mejilla apoyada contra el pasto, haciéndole cosquillas en la nariz, dándole tranquilidad y una hermosa sensación de bienestar. Sus manos se cerraron en torno a un puñado de hierba sin llegar a arrancarlo. El cálido viento le envolvió, aspirándolo y sintiendo como el aire aliviaba el ardor de sus pulmones.
Suspiró.
Cerró los ojos, sumergiéndose en una atmósfera desconocida, pero a la vez tan… familiar.
El viento soplaba moviendo la hojarasca, a sus oídos llegaba su sonido como murmullos que hablaban de secretos de antaño, voces que le hablaban, sensaciones que le abrazaban, confortándole, tomándolo como uno más.
Su cuerpo dejaba atrás el dolor, una nueva sensación se apoderaba de él, ascendiendo desde sus pies como un agradable cosquilleo, subiendo por sus piernas y torso para concentrarse en su pecho, terminando en su rostro y manos.
De alguna extraña manera, supo que ese era el lugar en donde siempre debió de haber estado.
-¿Estas bien? – le preguntó Aredhel en alguna parte a su lado.
-Perfecto – susurró cerrando los ojos y entregándose a esa maravillosa sensación.
-¿Y en tu perfección hay cabida para él?
Una corriente de aire particularmente fuerte, le hizo desviar su vista hacia un extremo del bosque, donde había una pequeña cabaña. Entrecerró sus ojos cuando escuchó un extraño ruido proveniente del interior del lugar, era como un golpe.
De pronto, la puerta que custodiaba ese sitio, se abrió sin más preámbulos, dejando ver a la figura que resguardaba.
Un lobo.
Harry abrió los ojos, la sorpresa y el temor entremezclándose en su interior.
-¿Remus? – murmuró.
Desde donde estaba, observó cómo el cuerpo del animal se quedaba quieto, tenso, y movía ligeramente las orejas, como registrando el cambio de sonido.
-¿Remus? - repitió, incorporándose un poco.
El lobo centró su atención en él. Después de unos segundos que parecieron eternos, la criatura bajó la cabeza y avanzó un par de pasos en silencio, despacio.
Lo vio avanzar hacia él, lentamente, como si se preparara para atacar en cualquier momento, un escalofrío le recorrió la medula al verle de esa forma, el pelaje grisáceo era iluminado por la luz de la Luna Llena, sus patas estilizadas moviéndose una tras otra, cubriendo la distancia que los separaba. Se encontraba débil, no podía moverse, además, su cerebro no registraba el peligro que le rodeaba, estaba concentrado en admirar a la bella criatura que había llegado hasta él.
No registró el peligro, no pensó en el hecho de que se encontraba a merced de un hombre lobo, de que las alargadas patas se situaban frente a él, de que el lobo se inclinaba hasta que su hocico estuvo muy cerca de su rostro.
No lo registró, hasta que el hocico se abrió, mostrando unos afilados colmillos.
Harry cerró sus ojos esmeralda esperando en cualquier momento sentir la mordida que le condenaría de por vida, si es que sobrevivía al encuentro.
Intentó mantener la calma pero estaba mortalmente asustado, su cuerpo estaba tenso, esperando en cualquier momento sentir como los filosos colmillos desgarrarían su piel.
Pero eso nunca llegó...
Algo húmedo y tibio comenzó a recorrer toda su cara, una y otra vez, intercalado con ruidos de olfateo.
Harry abrió los ojos, encontrándose con otros bellos y dorados. El lobo dejó de lamerlo y se retiró un poco hacia atrás, como si temiera algún tipo de rechazo.
El moreno se quedó inmóvil por unos segundos, sin saber realmente que hacer. El lobo le imitó, se mantuvo quieto, esperando una reacción por parte del chico.
Entonces, muy despacio, Harry movió su mano, levantándola en dirección del lobo, con lentitud, y con sus dedos temblando, la posó con suavidad sobre el húmedo hocico. Fue un toque suave, permaneciendo quieto con temor de recibir un mordisco y quedarse sin mano, pero el lobo continuó inmóvil, y Harry se aventuró a ir más allá.
Con dedos temblorosos, recorrió la extensión del hocico, deslizando su mano por entre el pelaje de entre los ojos, para terminar acariciando una de las orejas. El lobo emitió un débil gruñido, lo que ocasionó que Harry retirara su mano asustado, pero inmediatamente el lobo buscó con su cabeza la mano, incitándolo a seguir con sus caricias.
Con mayor confianza, Harry acarició todo aquello que su mano alcanzaba, dejándose envolver por la suavidad del grisáceo pelaje, los rayos de luna llena iluminaban sus ojos verdes absortos en la belleza de aquel cuerpo animal, se sentía irremediablemente atraído por el magnetismo que esos ojos dorados ejercían en él.
-Remus – le llamó, y esta vez el lobo respondió acercándose hasta acariciar con su hocico la mejilla del chico. Harry se permitió disfrutar del pequeño escalofrío que estremeció su cuerpo ante esa caricia.
El lobo, pensando que el chico tenía frío se acurrucó junto a él, no dejaría que su "cachorro" se expusiera solo a los peligros nocturnos, él se encargaría de vigilar su sueño, y estaría junto a él como debió de haber sido desde un principio.
Harry se aferró al enorme cuerpo del lobo en busca de calor, reflexionando sobre lo sucedido.
La idea de que Remus le reconocía y cuidaba lo conmovía mucho, hasta el punto de casi sentir un nudo en la garganta.
Cerró lo ojos, confortado por la presencia de ese magnifico lobo.
Sabía que esa noche ya no habría más pesadillas.
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Lejos de ahí, en una mansión situada en Wiltshire, en el sureste de Inglaterra, en donde han vivido durante generaciones una de las más antiguas familias de magos orgullosa de su sangre pura, un joven se encuentra buscando una antigua reliquia, una que en alguna ocasión escuchó describir a su padre en alguna historia acerca de su genealogía.
Justo debajo del salón hay un compartimiento secreto donde su actual dueño, esconde diversos objetos de gran importancia, algunos prohibidos de Artes Oscuras, otros, tan invaluables como desconocidos, y era ahí donde él buscaba con tanto ahínco lo que podría ayudarle a encontrar la respuesta a tantas preguntas que le atormentaban.
Llevaba varias horas en busca de aquel objeto, y no fue hasta que sus ojos encontraron un antiguo arcón, que supo que lo escuchado no había sido obra de su imaginación.
Con cuidado, casi con reverencia, lo tocó, sintiendo inmediatamente la poderosa magia que lo resguardaba. Armándose de paciencia, comenzó a romper uno a uno los encantamientos de protección que lo custodiaban hasta no dejar ninguno.
Levantó la elaborada tapa con manos inseguras, para descubrir algunos objetos de lo más antiquísimo, que seguramente habían formado parte del mundo del que su padre hablaba. Debajo de todo ellos, encontró el de mayor valor:
Revestido por gruesas tapas de piel añeja, con grabados de oro, de hojas amarillentas, se encontraba el secreto de la existencia de los magos sangre pura… y estaba en sus manos.
OOOOOOOOOOOOO
¿Y bien, qué les pareció? Espero que les haya gustado, y como prometí no hacer sufrir a Harry y a Remus tanto en este capítulo, pues lo cumplí, disfruten de la tranquilidad porque luego los haré sufrir, jajajajaja. Uyy, que mala, hasta yo misma me doy miedo, jajaja. Bien, espero sus sugerencias, ideas, opiniones, tomatazos, maldiciones (las de ley, jajaja), saludos y todo lo que quieran escribirme. Muchos Besos y nos vemos luego.
