Ejem… mmmm… Hola? Eh… Cómo han estado? Espero que no estén pensando en matarme, lo lamento de verdad, pero a veces las cosas se complican y cuando quiero escribir no puedo, y cuando puedo ya se me fueron las ganas de hacerlo, no les ha pasado? Es frustrante! Por suerte, mi neurona tuvo una de esas extrañas rachas en que se puso a idear cosas como loca, por eso es que al fin pude actualizar este fic, además de que la próxima semana también podré actualizar "Entra en mi Vida" y escribí un one-shot "Mi Credo" y estoy en proceso de otro one-shot que espero tener este fin de semana. En fin, como ven, trabajo no falta.

De cualquier forma, muchas gracias a todos aquellos que me dan ánimos para seguir y los que me regañan, pues créanme todo se valora.

¡!Mil gracias a Lluvia Azul por betear este capítulo!

CAPITULO SIETE.- Secretos en el aire.

Había sido un sueño…

O al menos eso pensó cuando sus pulmones le reclamaron oxígeno, haciéndolo despertar de golpe.

Tomó una fuerte bocanada de aire ya que sus pulmones estaban exigiéndole oxígeno como si hubiera estado a punto de ahogarse y apenas lograra salir a flote.

El hacerlo provocó un pinchazo en su pecho.

Aspiró profundamente, llenando sus pulmones. Sin embargo, no pudo dejar de sentir como ese aire continuaba quemándole la garganta y sus órganos respiratorios, provocándole un ligero acceso de tos.

Ojalá y todas esas imágenes y sensaciones que aún no le abandonaban fuesen producto de un sueño, al menos estando ahí, en ese pequeño bosque, el aire que respiraba no le quemaba, todo lo contrario, era una bocanada de aire tan puro que calmaba ese ardor que le aquejaba.

Sentía sus ojos sumamente pesados, casi parecía imposible el poder abrirlos, en realidad, todo su cuerpo se sentía pesado, débil. En sus manos y piernas sentía un leve cosquilleo que las hacían sentir entumidas.

El resplandor del sol comenzó a filtrarse a través de sus párpados, pero esta vez la sensación no le causaba dolor como las veces anteriores. Hizo un nuevo intento por abrir sus ojos, lográndolo esta vez. Su alrededor se observaba más borroso de lo normal; parpadeó varias veces intentando mejorar su visión. Poco a poco las imágenes se hacían menos borrosas hasta que pudo reconocer que estaba en la misma habitación que desde hacía unos días ocupaba y de la cual no le permitían salir.

Desvió su vista hacia un lado, viendo a través de la venta, por el pequeño espacio que la cortina no alcanzaba a cubrir, como la oscuridad que todo lo envolvía cedía poco a poco conforme el sol se alzaba imponente.

¿Habría sido un sueño?

¿Volar fuera de esa habitación que se había convertido en su prisión?

¿Llegar hasta aquel parque y dormir al lado de Lupin?

No pudo evitar sonrojarse ante ese último pensamiento.

-A... Are... dhel... – murmuró y enseguida sintió como un frío viento comenzaba a envolverle, señal de que la misteriosa mujer estaba a su lado.

-Descansa Harry – le dijo al oído, posando con suavidad una fría mano sobre la frente del chico.

-Pero... – intentó objetar. Quería saber si había sido un sueño o no, necesitaba saber...

-Tranquilo – susurró con suavidad –, hablaremos cuando vuelvas a despertar. Ahora descansa.

Y suavemente deslizó aquella mano que tenía en su frente hacia sus párpados, obligándole a cerrarlos. Casi enseguida un profundo sueño lo envolvió sumiéndolo en una bella tranquilidad.

Con terrible lentitud, el sol ascendía iluminando poco a poco todo a su paso.

En medio de un claro en un bosque a unas cuantas calles del número 12 de Grimmauld Place, un bello lobo yacía acostado sobre el frío césped.

El perfil de su rostro apoyado contra el fresco pasto. Su lomo subía y bajaba con irregularidad. Gruñidos lastimeros escapaban sin poder evitarlo a causa del ardor que el cálido viento provocaba en sus contraídos pulmones. Sus patas y torso se agitaban espasmódicamente...

Y todo ello debido a la inminente salida del sol.

Si la luna era su cruel pesadilla, el sol era su agónico despertar a la realidad.

La manta de luz comenzó a avanzar conforme el sol se elevaba, iluminando poco a poco su entorno.

Un rayo de luz alcanzó una de sus patas traseras. Un desgarrador aullido brotó de él. Sentía como ese rayo le quemaba la piel, provocándole un dolor sin igual. Pronto su otra pata fue alcanzada por la luz solar. Podía sentirlas desgarrarse, abriéndose, sus músculos adoloridos siendo estirados sin consideración alguna.

El sol continuaba ascendiendo y con ello el dolor que su cuerpo sufría. Ya no solo eran sus patas, sino también el bajo torso. Lentamente dejaban de ser partes de un cuerpo animal para tomar la forma del humano que en realidad era. Los órganos prácticamente se reconstruían, la piel, los nervios, y los huesos cambiaban de forma de una manera dolorosa…

El sufrimiento era angustioso y terrible, incluso superior a la maldición cruciatus.

Sus ojos dorados estaban acuosos, como si quisieran derramar lágrimas. Su hocico sangrando debido a la fuerte presión que sus colmillos ejercían intentando soportar el dolor.

Sus orejas comenzaron a perder la forma puntiaguda, transformándose en pequeñas orejas humanas. Pronto el resto de su rostro también comenzó a cambiar, el dolor aumento y no pudiendo soportar más, las lágrimas escaparon junto con un agudo aullido.

Y al final, fue el grito de un humano lo que se escuchó en medio de aquel parque abandonado.

Cada mañana temprano, Draco Malfoy trotaba por los grandes jardines de Malfoy Manor. Había iniciado esa costumbre poco antes de finalizar el quinto curso en Hogwarts, realizando su sesión de trote a través de los jardines del Colegio, cuando el estrés que el encarcelamiento de su padre y las futuras consecuencias que eso acarrearía estaban a punto de provocarle un colapso nervioso. Desde entonces y hasta ese momento, se le había hecho un hábito que no pensaba dejar, al menos no por el momento.

El hecho de que su padre estuviese en Azkaban indicaba que pronto sería llamado a prestar sus "servicios" al Señor Tenebroso, sin contar que su apellido quedaría enlodado y que los del Ministerio los acosarían sin descanso; los nervios se le alteraron tanto que comenzó a despertarse temprano cada mañana para trotar y aclarar su mente para poder mantenerse concentrado...

No iba a permitir que toda su vida quedara arruinada por actos que él no había cometido, y para ello debía de mantenerse en absoluto control de sí mismo, por esa razón corría todas las mañanas.

El ejercicio diario lo había revitalizado y le había dado una seguridad que francamente necesitaba. Le gustaba también la sensación de poder que sus músculos tonificados le brindaban, además de la confianza que le había ayudado a desarrollar, una confianza que provenía, por primera vez en su vida, no por ser un Malfoy, sino simplemente por ser él mismo: simplemente Draco.

Justo en ese momento, Malfoy se encontraba en una vigorizante sesión de trote a través de los jardines de su mansión. Atravesó los laberintos de pasto hacia lo que su madre había convertido en un gran jardín mágico con un diseño oriental. Narcisa Malfoy era muy hábil con los encantamientos de jardinería, las plantas florecían durante todo el año, y con mayor esplendor durante esa época.

Se detuvo junto a una de las fuentes en medio de una encrucijada de grandes avenidas de setos perfectamente recortados. Su respiración era algo agitada, pero se las arregló para mantenerla en control.

El trote matutino había cumplido con su cometido, ahora se sentía más en control de sí mismo, con la mente despejada y con las ideas claras. Justo en ese momento, más que en ningún otro, necesitaba tener ese control y pensar con mentalidad fría.

El descubrimiento de la tarde anterior debía de ser manejado con mucho cuidado, pero sobre todo, con extrema discreción. Absolutamente nadie debía de enterarse de su descubrimiento, al menos hasta que hubiese decidido de qué forma actuaría y quién tenía cabida dentro de esa decisión.

Muchas cosas habían cambiado desde el encarcelamiento de su padre, entre ellas, su concepción sobre los arquetipos que el Señor Tenebroso manejaba como eje central de sus movimientos sobre la pureza de sangre.

Por supuesto, él creía firmemente que las personas de sangre mezclada y las de sangre sucia eran, por mucho, inferiores a las de pura sangre, pero aún así, creía que había algo más dentro de todo ese paradigma que el Lord manejaba, además de que comenzaba a creer que el exterminio en masa no era la solución adecuada para eso. Debía de existir otra forma de devolverles la magnificencia a las antiguas familias como la suya, una forma que no fuera un genocidio y la consecuente mala reputación que eso acarrearía, sin contar con las maldiciones y pérdidas que cargarían... Muchas cosas estaban en juego si no se tomaba la decisión correcta.

Y él, por sobre todo, lo que deseaba era devolver aquella grandeza a su apellido.

Y para ello, lo primordial en ese momento era ganar tiempo, retrasar de alguna manera la fecha de su iniciación, así como continuar eludiendo al Ministerio. No tomaría partido en ningún bando, no hasta estar seguro de cual sería el vencedor y de que tanto su futuro como el de su madre estaban asegurados.

Y para ello debía de encontrar la forma de abrir ese libro, pues ninguno de los encantamientos que había utilizado habían servido para ese propósito, y tenía el presentimiento que la llave para abrir ese candado que se le había impuesto tenía que ver con un hechizo de sangre, sin embargo, dejaría esa posibilidad como última opción.

Y para ello debía encontrar la forma de no ser iniciado sin poner en peligro su vida y la de su madre...

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Escuchaba voces, gritos tal vez, amortiguados por los gruesos muros que le resguardaban. Somnoliento, intentó abrir los ojos, algo difícil si se tomaba en cuenta el sueño que aún tenía.

-¡He dicho que no! – escuchó un poco más cerca, reconociendo la voz de la Señora Weasley.

-¡Pero mamá! – esa voz parecía ser la de Ron.

-¡No! – y enseguida un portazo que casi le hace saltar, consiguiendo controlarse a duras penas.

-Esos niños no entienden – masculló Molly.

Harry estaba a punto de girarse y decirle a la señora Weasley que deseaba que Ron entrara a verlo, pero se detuvo al escuchar una segunda voz.

-Es normal – era la Señora Ponfrey –. Están preocupados, y si además de la situación de Potter le sumamos lo de Lupin, pues... – la medibruja dejó la frase incompleta.

Su corazón se contrajo ante la idea de que algo malo le había ocurrido a Lupin. Intrigado, continuó haciéndose el dormido, esperando escuchar un poco más de la conversación.

-Pobre – murmuró la matriarca Weasley –. ¿Cuánto tiempo permanecerá dormido?

-Le di suficiente poción para dormir sin soñar para todo el día. Si permitía que despertara seguramente querría venir hasta acá y podría repetirse lo de ayer.

-Ni me lo recuerdes Poppy, fue horrible encontrarme con Remus casi transformado en licántropo y con Harry en sus brazos.

-Y fue aún peor verlo todo Molly, te lo aseguro.

-Lo que aún no entiendo, es ¿cómo se hizo todas esas heridas? ¿Y cómo es que lo encontraron fuera de la cabaña?

-No tengo idea – respondió la medibruja, y por el volumen de su voz, Harry dedujo que estaba a su lado derecho, colocando algunos viales sobre la mesa de noche –. De lo que estoy segura es que los hechizos deberán reforzarse.

-De eso se encargará Arthur. Ahora, ¿qué poción debo darle a Harry?

La conversación fluyó alrededor de las pociones y alimentación que de ahora en adelante debía de llevar, pero Harry dejó de prestarle atención, todo en él estaba concentrado en Remus Lupin. ¿Cómo es que se había herido? ¿Y cómo era eso de que él había estado en brazos de Lupin cuando éste se transformaba? No recordaba mucho de antes o después de haber caído en aquella pesadilla, lo único que podía recordar fehacientemente fue su despertar al lado de la Señora Weasley. ¿Qué era lo que había ocurrido mientras él estuvo inconsciente? Y si a eso le sumaba el resto de sus dudas sobre lo que había ocurrido la noche anterior, bueno, tenía muchas preguntas para Aredhel.

-Harry, querido – el tacto de la Señora Weasley le hizo sobresaltarse ligeramente -. Despierta, cariño, es hora de almorzar.

-¿Almorzar? – preguntó, fingiéndose somnoliento.

-Si cariño, has dormido mucho, pero es necesario que comas si queremos que te pongas más guapetón.

Harry sonrió apenado por el comentario, con movimientos lentos logró sentarse sobre la cama, en seguida Madam Pomfrey colocó almohadas detrás de su espalda para ayudarle a mantenerse derecho. Sinceramente, tantos cuidados excesivos estaban hartándole, pero aún así se obligó a sonreír agradecido por las atenciones.

-Señora Weasley – llamó a la mujer cuando ésta colocó una bandeja con lo que sería su almuerzo sobre sus piernas.

-¿Dime querido?

-¿Cuándo podré ver a Ron? – la pregunta provocó que la medibruja dejara caer un vial de cristal y que el rostro de Molly palideciera.

-Bueno... Harry querido... aún estas muy débil para verlos – balbuceó insegura.

-Pero tengo la suficiente fuerza como para sostener una conversación – aclaró sin dejar de mirarla fijamente.

-Bueno, si, pero aún no es momento para eso – y antes de que Harry rebatiera algo se apresuró a agregar –, además Ron no está aquí, pero en cuanto venga arreglaremos que pueda verte. Ahora come y no se hable más.

Harry abrió la boca dispuesto a quejarse, pero la oportunidad fue muy bien aprovechada cuando la señora Weasley tomó un trozo de pan y lo metió a su boca con certera puntería, obligándolo a masticar para no ahogarse.

-Bien Molly, ya sabes el horario de las pociones, así que me retiro – se excusó Ponfrey, demasiado nerviosa para el gusto de Harry.

-Te acompaño a la puerta, querida. Vamos

Y las dos mujeres salieron presurosas de la habitación del chico. Casi enseguida, Harry sintió la ya familiar onda fría que le avisaba de la aparición de Aredhel.

-Pudieron haber disimulado un poco mejor, ¿no crees? – dijo la mujer, obteniendo el silencio como respuesta.

El rostro de Harry estaba contraído en una mueca de disgusto con la mirada fija en la puerta cerrada por donde habían salido ambas mujeres.

-Odio que me mientan y me oculten cosas – murmuró sin dejar de observar el mismo punto.

Aredhel permaneció en silencio, presintiendo que Harry aún no terminaba de hablar, y no se equivocó.

-Me tratan como a un inválido, como a alguien que no es capaz de pensar por sí mismo. Para ellas soy un niño que no puede con su propia vida, al que hay que tenerle lástima y dibujarle un mundo color de rosa. Me mienten pensando que es por mi bien, pero con eso solo logran que mi confianza en ellos se fragmente y que cuando me entere de la verdad, ésta sea más dura de asimilar.

La voz de Harry se fue apagando poco a poco hasta convertirse en un suave murmullo que terminó por extinguirse. Aredhel se acercó a él hasta tomar con delicadeza su barbilla y obligarlo a desviar su vista de la puerta.

-Hay veces – le dijo la mujer, dibujando con sus dedos el contorno de la mejilla del chico –, que mentimos para proteger a alguien de algo sumamente doloroso, pero cuando deseamos decir la verdad es casi imposible, pues la mentira creo otra mentira para proteger la primera, y se vuelve un círculo vicioso del cual es imposible salir sin que alguien resulte herido. Y eso es lo que más se teme: herir a aquél al que quisimos proteger en un principio.

-Pero aún así – objetó el chico –, debieron entender que con ocultarme lo que pasa, sólo me causan más daño, prueba de ello es lo que ocurrió con Si… rius.

Se detuvo ante lo que acababa de decir.

Pensar en Sirius aún le era doloroso, y Aredhel pareció notarlo pues enseguida sintió sus brazos rodearle y hacerle apoyarse sobre un suave pecho.

-Sirius era mi padrino, ¿sabes? – le dijo, intentando por todos los medios normalizar su agitada respiración y retener las lágrimas que amenazaban con escapar de sus ojos –. Y él me quería, quería llevarme a vivir con él, lejos de los Dursley, pero... pero él... cayó al velo, y... y fue mi culpa, si yo no... no hubiera hecho caso a esas visiones, si me hubieran dicho porque era tan importante que practicara Occlumency, Sirius estaría aquí, conmigo... y...

Se detuvo viéndose incapaz de reprimir los sollozos que amenazaban con escapar de su control.

-Deja que las lágrimas corran y alivien el dolor de tu alma, Harry.

Y como si las palabras de Aredhel fueran el detonante que necesitaba, las lágrimas del Gryffindor fluyeron sin tropiezos. Sin embargo, esta vez su llanto fue diferente, esta vez no había gritos histéricos ni ningún intento de escapar de los brazos que le rodeaban, no, esta vez, sus lágrimas fluían lentas, tranquilas, sin ningún sobresalto fuera de los escasos sollozos que escapaban de su pecho.

Permitió que su dolor se transformara en esas perlas cristalinas que curtían su rostro, dejó que el sufrimiento que había acumulado le abandonara, pues lo necesitaba, porque ya no podía cargar con tanto sufrimiento, necesitaba aliviar esa carga, y la mejor forma de hacerlo era llorar en brazos de la mujer que había estado con él cuando más la necesitaba.

La calidez de las lágrimas le dieron alivio a su alma lastimada y le ayudaron a desahogar el dolor que había amenazado con asfixiarlo.

El tiempo transcurrió sin que él fuera conciente de su paso, sólo le importaba la calidez que el frío cuerpo de Aredhel le proporcionaba, la calidez que solo un abrazo donde se expresa cariño puede brindar.

Con manos temblorosas se asió a lo que parecía ser el vestido de Aredhel, pues aún no se mostraba ante él, debía de parecer un demente afianzándose de esa forma a algo que ni siquiera él podía ver.

El pensamiento de que la señora Weasley le viera así le hizo reírse aún en medio de sus lágrimas.

-¿Qué es lo gracioso? – preguntó ella sin romper el abrazo

-Pensé… que sería gracioso… si la señora Weasley entrara y… y me viera abrazado a la nada – respondió entre hipidos.

Una suave risa llegó a sus oídos.

-Sería algo digno de ver – le dijo en un tono que dejaba claro que la situación le parecería divertida.

La risa de ambos inundó el lugar, fue como un bálsamo relajante después de lo que había ocurrido instantes antes.

-¿Te gustaría verme? – preguntó Aredhel después de unos instantes en un cómodo silencio.

-¿Podría? – cuestionó Harry sin moverse un ápice del lugar donde descansaba.

-Por supuesto, aunque la vista no será de lo más agradable

-¿Porqué lo dices?

-Porque la primera vez que me mostré ante ti, provoqué esto – sintió la suave caricia sobre su cabeza, justo donde estaba una nueva cicatriz.

Harry frunció el ceño, no recordaba mucho de la forma en que se había golpeado la cabeza, pero seguro había sido cuando todavía estaba con los Dursley. ¿Había sido tan impresionante ver a Aredhel que le había provocado esa herida? Si era así, ¿en verdad deseaba verla?

Acabada de formular la pregunta se reprendió mentalmente por pensar esa estupidez. ¡Claro que deseaba verla! No importaba su apariencia, ella había estado a su lado en los momentos más difíciles, el como se viera no debía de obstaculizar el cariño que él sentía por ella.

-Me gustaría mucho verte – le dijo –. Al menos así no sentiré que me he vuelto loco por hablarle a la nada.

-¿Todavía no...? – preguntó Aredhel en un tono divertido

-No, según la última vez que lo pregunté – respondió Harry sin poder evitar sonreír.

Sintió como sus brazos se alejaban de su cuerpo, incluso sintió como el aire frío que siempre la envolvía también se alejaba un poco. Curioso, se mantuvo expectante, atento a cualquier cambio a su alrededor.

Comenzó a sentir como el aura de Aredhel se incrementaba, y antes de que tomara plena conciencia del pensamiento de que esa aura le era de alguna forma familiar, vientos muy rápidos comenzaron a soplar de forma circular a su alrededor, situándose el ojo del huracán a un par de metros frente a él.

Todas aquellas escasas cosas que componían esa habitación comenzaron a temblar, las mantas que le cubrían se elevaban ondeando ligeramente, el moreno se cubrió el rostro con sus brazos, intentando protegerse un poco del viento.

Harry entrecerró los ojos esperando que el viento menguara, poco a poco algo comenzó a tomar forma en medio de ese huracán, algo aperlado y semitransparente, la idea de que tal vez ella era un fantasma cruzó por su mente, pero inmediatamente fue rechazada, pues Aredhel era demasiado sólida como para ser uno.

Instantes después, ya no hubo más viento. Dudando, descubrió su rostro y abrió los ojos. Ahí, frente a él, se erguía la figura de aquella mujer que le había sostenido en medio de las peores pesadillas de que era preso, quien le instaba a no dejarse vencer, que alejaba aquellas sombras que querían rodearle, quien alejaba la soledad de él...

Cuando la imagen ante él se hizo más nítida, no pudo evitar el estremecimiento del que fue preso.

Frente a él se encontraba una mujer imponente y que seguramente en otros tiempos hubiera sido hermosa. El largo vestido blanco se adhería a su figura tal vez demasiado delgada, hasta caer al piso donde formaba un charco alrededor de sus pies; su pálido rostro era enmarcado por una cabellera negra que le llegaba más allá de la espalda, sus ojos yacían cerrados marcados por gruesas pestañas negras y sus labios formaban una pequeña sonrisa burlona. Un halo de misterioso la envolvía, proporcionándole cierta majestuosidad a su persona.

-Y este es el momento donde tu te desmayas – le dijo intentando sonar relajada y divertida, pero Harry pudo captar la nota de nerviosismo en su voz que se esforzaba en ocultar.

-Vaya – suspiró el chico, sin darse cuenta de que había estado reteniendo el aire en sus pulmones. Justo en ese momento pudo percatarse de un detalle:

Aredhel continuaba con los ojos cerrados.

Intrigado, frunció el ceño, apenas conteniendo las ganas de preguntar el porque, en cambio, hizo otra pregunta:

-¿De dónde provienes? – preguntó no exento de temor.

-Pensé que tu primera pregunta sería: ¿qué soy?

Un fuerte sonrojo cubrió las mejillas del chico.

-Provengo de un lugar muy lejano, no solo en distancia, sino en tiempo.

-No comprendo – dijo confundido, sin apartar su mirada de la mujer que aún permanecía de pie y con los ojos cerrados. Lo que sólo le causaba más nerviosismo.

-La época en que nací y viví está ya muy lejana, casi podría decirse que fue el inicio de los tiempos mágicos.

-¿Quieres decir – preguntó lentamente, examinando lo dicho por Aredhel –... qué provienes... del pasado?

-Provenir es una palabra que yo no usaría, pues mi tiempo terminó en aquella época.

-No... sigo sin comprender, ¿entonces qué...?

-Lo que ves ahora, es la representación de mi espíritu, soy un alma sin cuerpo físico que habitar, enlazada a otra alma, y mis ojos fueron el precio para ello.

-¿Tus ojos? – preguntó espantado –. Es decir que...

-No los tengo – respondió impasible, sin cambiar de postura –. Mis párpados cubren absolutamente nada.

La declaración lo dejó horrorizado y aún más confundido que antes. A su mente vino el súbito recuerdo de lo sucedido en Private Drive, sobre una mujer apareciendo de la nada cuyo rostro demacrado mostraba que en el lugar donde debía de haber un par de ojos, solo había un par de cuencas vacías.

La habitación se llenó de un pesado silencio, solo roto por la agitada respiración de Harry, quien se esforzaba por calmar la creciente ola de miedo que le inundaba, recordándose a sí mismo que esa extraña mujer era la misma que le había instado a seguir viviendo, a seguir luchando por aquella vida que tanto anhelaba.

Pasados unos minutos envueltos por aquel silencio asfixiante, Harry intentando comprender y al mismo tiempo serenarse; y Aredhel permitiéndole hacerlo.

-¿Por qué... por qué estas aquí? – balbuceó –. ¿Por qué puedo verte? ¿Por qué tus ojos...? – enterró las manos entre sus negros cabellos, sintiéndose ahora demasiado desesperado por encontrar respuestas concisas.

-Porque era la única forma de encontrarte.

La respuesta lo dejó más confundido y frustrado de lo que estaba.

-¿De encontrarme? ¿Por qué querrías encontrarme?

-Por que es tú alma la que esta enlazada a la mía. Por eso sólo tú puedes verme, por eso mi magia es tan compatible a la tuya que puedo compartirla contigo e instarla a hacer lo que desees.

-Pero... ¿Por qué? – De pronto se sintió estúpido repitiendo la misma pregunta –, ¿por qué yo?

Esta vez Aredhel se tomó unos segundos para responder.

-Harry – susurró Aredhel aún con los ojos cerrados, sentándose muy suavemente a su lado como debía de haber estado momentos antes. Harry reprimió el impulso de alejarse de ella, manteniéndose firme en su lugar –, hay secretos que son muy difíciles de revelar, y aún más de asimilar. Existen muchas cosas que te son desconocidas, cosas acerca de mí, de ti, de tus padres, de tu origen, de tu futuro. Cosas que debes saber, pero que serán difíciles de asimilar, pues tu mundo cambiará por completo. ¿Aún así deseas saberlas?

Harry permaneció en silencio, sin dejar de observar el pálido rostro de Aredhel. Era demasiado, todo de lo que hasta ahora se había enterado, era demasiado para procesarlo en tan solo esos instantes y decidir sobre ello.

Era conciente de que él constantemente se quejaba de que le ocultaban cosas, y ahora que Aredhel parecía dispuesta a hablarle de secretos que han permanecido ocultos para él, no parecía estar tan seguro de querer saberlos. Es decir, apenas podía asimilar que Aredhel era una simple alma sin cuerpo, y que la ausencia de ojos se debía a un extraño sacrificio para encontrarle a él, a él que ignoraba el porque era tan importante para un ser como ella.

Un oscuro pensamiento cruzó por su mente: ¿y qué si Aredhel sólo le quería para usarle como un arma, justo como lo venía haciendo Dumbledore?

No, ella no podía hacerle eso, ¿verdad?

Esos brazos que le habían rodeado no podían fingir el cariño y la calidez que le brindaba con ese gesto. Ni tampoco podía ser fingida la paciencia que le tenía, ni tampoco podía ser una falacia todo lo que había hecho por él en ese tiempo.

No, no podía ser una mentira todo lo que Aredhel le transmitía.

Ella nunca le había mentido, siempre había respondido a todas sus preguntas, y ahora que era ella quien le cuestionaba acerca de si quería saber aquellos secretos sobre su persona, sobre sus padres y sobre ella misma. Sin embargo, también le había dicho que dichos secretos cambiarían por completo su mundo, ¿acaso eran tan graves? ¿Estaba preparado para aceptar dichas revelaciones?

Su cabeza le dolía y su estomago comenzaba a revolverse. Todo era demasiado confuso, y para ser honesto consigo mismo, no se sentía del todo preparado para recibir más revelaciones que trastocaran su mundo, suficiente había tenido con la profecía de Trelawney.

No, no estaba preparado para ello.

-Yo... – comenzó con voz temblorosa – No, no estoy preparado, aún no por lo menos.

-Esta bien – concedió ella –, pero para antes de tu decimosexto cumpleaños deberás estar enterado de todo, ¿de acuerdo?

Harry asintió, eso le dejaba un margen de poco más de dos semanas para hacerse a la idea de todo lo que Aredhel necesitaba decirle.

Sintiéndose de pronto como un niño pequeño, lleno de vergüenza y miedo, se abrazó a Aredhel en busca de refugio. Vergüenza y miedo que desaparecieron en el instante en que unos fríos brazos le rodearon por la cintura, atrayéndolo hacia ella.

Y ahí lo tenía:

El refugio que tanto necesitaba y anhelaba.

-Canta para mí, por favor – pidió en un murmullo apenado.

Y ella lo complació, en un susurro suave, apenas mayor al sonido del viento, le cantó al oído.


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-¿Lograste algo? – preguntó Ginny en cuanto vio a su hermano entrar a la habitación.

-Por su rostro es obvio que no – respondió Hermione, quien había llegado hacía una hora e inmediatamente había sido informada sobre todos los acontecimientos suscitados desde la llegada de Harry a Grimandul Place.

-Pero no es justo – se quejó el pelirrojo recién llegado –. ¿Por qué lo mantienen encerrado? Al menos deberían de dejarnos entrar a nosotros, somos sus amigos, prácticamente Harry sólo nos tiene a nosotros.

Un pesado silencio inundó a los ocupantes de aquella vieja habitación.

-¿Y dicen que no lo dejan solo? – cuestionó Hermione

-Lupin era quien no se le despegaba casi nunca – informó George, quien estaba sentado en el resquicio de la ventana –, pero a causa de la Luna llena son Madame Pomfrey y mamá quienes se encargan de él, y cuando lo dejan solo está más seguro que en una cámara de Gringgotts con todo y drágon.

Ante la cara de confusión de la castaña, Ginny se apresuró a aclarar:

-El dragón es mamá.

-Oh.

-Debemos encontrar una forma de entrar y estar con Harry, seguramente él pensará que le hemos abandonado a causa de lo del Ministerio y se sentirá culpable – murmuró Ron en un tono llego de amargura –, además, no es justo que le oculten el lugar en el que está, eso a la larga ocasionara una explosión en su carácter que sinceramente espero no tener que presenciar – todos temblaron ante la idea de ver a Harry furioso.

Después de lo dicho, Ron guardó silencio. Él era el mejor amigo de Harry, él era quien debía de hacer lo posible por sacarlo de ese encierro y no permitir que le siguieran manejando como un títere sin posibilidad de pensar por sí mismo.

-Tranquilo – le dijo Hermione –, encontraremos la forma de llegar a él.

-Uuuy que lindo – canturreó Fred, sus manos cerradas en puño a un lado de su rostro, parpadeando exageradamente –. ¿No es hermoso George?

-Muy lindo hermanito – el otro gemelo imitó los gestos de su hermano, ganándose una carcajada de parte de Ginny y dos miradas asesinas de unos sonrojados Ron y Hermione.

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Permanecían aún en los brazos del otro, aferrándose a la calidez de los sentimientos que ese abrazo expresaba.

El íntimo momento fue roto por el sonido de protesta que el estomago de Harry hizo.

-Lo siento – murmuró sonrojado.

-No hay problema – Aredhel hizo levitar la bandeja de comida que descansaba sobre la mesa para colocarla sobre las piernas del chico –. Come, aún estás débil.

El moreno asintió comenzando a comer de a poco. Pasados unos minutos en donde el único sonido que se escuchaba era el de los cubiertos que Harry usaba, el chico se decidió a preguntar lo que rondaba por su mente desde que había despertado por primera vez.

-Aredhel – la llamó –, lo de anoche fue...

-Real – lo interrumpió ella.

Hubo un momento de silencio.

-Wow – suspiró Harry, sintiendo como la ansiedad abandonaba su cuerpo –. Entonces... ¿estuve con Lupin?

-Si, de hecho, pasaste la noche con él – el comentario causó un fuerte sonrojo en el moreno –. No en esa forma Harry – se burló, ganándose una mala mirada de parte del chico.

-Y... ¿puedo volver a hacerlo? – preguntó al cabo de unos instantes.

-No en este momento.

-Pero...

-No Harry. La proyección astral te dejó agotado. Tus niveles de magia aún no se estabilizan y realizarla justo en este momento sería peligroso. Además, es peligroso, podrían descubrirte durante el transcurso del día – una expresión de tristeza inundó las facciones del moreno –. De cualquier forma, él esta durmiendo y no despertará hasta este noche.

-Tienes razón – murmuró cabizbajo.

-Pero eso no significa que te quedarás ahí acostado – Harry la miró confundido –. Tus músculos están muy débiles a causa del tiempo que has pasado en cama, así que trabajaremos en ellos por este día para que al menos puedas mantenerte de pie durante esta noche.

-¿Esta noche? – preguntó sin comprender.

-Sí. El que por el momento no puedas hacer la proyección astral no significa que no puedas hacerla durante la noche, así sería menos peligroso. Pero después de eso, no volverás a usarla hasta pasado tu cumpleaños, ¿entendido?

-Completamente – aseguró enseguida con una sonrisa en los labios.

Volvería a estar al lado de Lupin, y eso, por alguna razón, le hacía sentir bien.

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-No hay orangutanes en el alambre – murmuró Fred, asomando la cabeza por el resquicio de la puerta.

-Son changos, no orangutanes – lo corrigió Hermione desde detrás de él.

-Ustedes cállense y sigan avanzando – les regañó Ron siguiendo a Hermione, para luego girarse y ver a sus otros dos hermanos –, y ustedes no se muevan de ahí por si viene mamá. ¿Entendido?

-Si hermanito – le dijo Ginny poniendo los ojos en blanco. George sólo hizo un gesto militar.

Los otros tres siguieron caminando con destino a la habitación de Harry. Sus pasos intentaban ser silenciosos para pasar desapercibidos. Miraban a su alrededor a cada momento y justo en ese instante lo hubieran dado todo con tal de tener el ojo mágico de Ojo Loco, sería muy útil en esa empresa.

Poco a poco se acercaban a su destino, la puerta estaba a sólo un par de metros de ellos, tenían un plan para saber que tipo de hechizos resguardaban a su amigo y así poder realizar el contrahechizo y poder burlar las barreras que le ocultaban.

-¡Llegamos! – murmuró emocionado el gemelo

-Hazlo ahora Herm – le instó Ron. La chica sacó su varita de uno de los bolsillos de su pantalón, la elevó frente a ella y...

-¿Qué se supone que hacen aquí? – inquirió una voz dura a sus espaldas.

En seguida, sus cuerpos se pusieron rígidos y la palidez se adueñó de sus rostros.

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-¿Qué ha ocurrido? – preguntó Ginny al verlos entrar.

-Que ya se porque le dicen dragón a tu mamá – murmuró una Hermione temblorosa.

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Yacía acostado en un rincón de la pequeña cabaña, ubicada dentro del bosque en el que se refugiaba. Su visión era borrosa y se sentía mareado, como si todo a su alrededor tuviera vida propia, todo, menos él.

Debía ser un efecto colateral por tanta poción para dormir sin sueños que le había sido suministrada.

Cerró los ojos intentando hacer que el mundo dejara de girar, pero eso sólo empeoró las cosas.

Gruñó débilmente.

Con algo de dificultad se llevó una mano hacia su cabeza, en un vano intento de hacer que ésta dejara de retumbar.

Se sentía muy débil, agotado física y emocionalmente. No estaba seguro de por mantenerse conciente después de la transformación, ni siquiera sabía si resistiría la transformación...

Se sentía tan mal...

Sólo deseaba cerrar los ojos y dejar de sentir todo ese dolor, ya no quería continuar consumiéndose en esa maldición que nunca deseó portar y que le había arruinado su existencia, negándole la posibilidad de tener una vida normal, como la de cualquier otro mago...

Ya no podía con ese "pequeño problema peludo", como en su momento le había llamado James.

Una mueca llena de tristeza se formó en su rostro al recordar a su viejo amigo.

¿Porqué las personas de buenos sentimientos siempre tenían que sufrir?

Tal vez él no era el ser perfecto, intachable o lleno de dulzura, pero seguía siendo un humano que al menos hacía lo posible por que los seres que él quería tuvieran una vida feliz.

Porque él era un ser humano, ¿verdad?

Porque, el que cada tres noches al mes se convirtiera en una bestia, no le quitaba lo humano, ¿cierto?

Si, él era un ser humano…

No importaba lo aquellos de mentes cerradas y llenas de temor opinaran.

Él era un ser humano que poseía un corazón, que si bien no era del todo puro, continuaba sintiendo…

Un corazón que dolía...

Un corazón que agonizaba…

Un corazón que gritaba por un poco de cariño y comprensión…

Y justo en ese momento, cuando más deseaba morir, sucedió algo que le paralizó y le impidió seguir compadeciéndose.

Hubo un sonido y... un cambio en el ambiente que le era familiar...

Escuchó pasos y en seguida su cuerpo se tensó. Estaba por transformarse en cualquier momento y una persona estaba ahí, junto a él.

¿Cómo era posible? Se suponía que esa cabaña estaba protegida contra cualquier intrusión. Tenía que hacer algo para que se alejara o de lo contrario... no, ni siquiera se atrevía a pensarlo.

Intentó levantarse, pero en seguida fue acometido por un mareo. Gruñó desesperado, alguien estaba ahí y él no podía alejarle de su lado, estaba en peligro y él no podía hacer nada, y no quería causar más daño del que ya había hecho. No, necesitaba sacarlo de ahí, necesitaba...

-Tranquilo – le murmuró una voz que le hizo tensarse.

Él conocía esa voz.

¡¡Era Harry!

-Harry – su voz sonó como un murmullo ronco –. No, vete... es peligroso...

-No Remus – le dijo él –. Todo estará bien, lo prometo.

-¡No! – quiso gritar, pero su voz se convirtió en un grito de dolor cuando los primeros espasmos de la transformación acometieron.

Pinchazos de dolor atravesaros todo su cuerpo, provocando que muchos quejidos brotaran de su garganta lastimada. Por inercia, su vista se enfocó hacia la venta, viendo el oscuro cielo, un brillo de plata captó su atención.

¡Y Harry continuaba ahí!

Quiso alejarlo, arrojarlo de esa cabaña si era necesario, pero nada puso hacer pues en el momento en que sus manos tomaron los hombros del chico, su cuerpo sufrió una severa convulsión, provocando, que en lugar de arrojarlo como deseaba, se aferrara al joven con fuerza, en un intento de hacer soportable el dolor.

-Vete – volvió a decirle Remus, pero esta vez, con la voz temblorosa.

-No – negó Harry, aferrándolo a su vez –. Te alejé de mi lado y me arrepiento de haberlo hecho, y por eso, esta vez seré yo quien esté junto a ti.

La suave voz fue como un bálsamo para su dolor y algo dentro de él dejó de agitarse con furia como si con lo dicho aplacara a la bestia dentro de él.

Un nuevo estremecimiento, mayor que el anterior, recorrió el cuerpo del licántropo. Comenzaba a sentir que la piel le quemaba, los pulmones se contraían, y su vista se hacía borrosa por momentos, y pese a eso, no soltaba a Harry. Un extraño sonido le inundaba los oídos, y sus músculos comenzaban a tensarse, un espasmódico dolor comenzó a recorrerle.

-¡¡Harry! – gritó justo en el momento en que su cuerpo comenzó a cambiar.

El moreno veía impotente el sufrimiento que aquejaba a Lupin, lo veía retorcerse y gritar y él sólo podía aferrarlo con mayor fuerza como si temiera que ese dolor le arrebatara lo que tanto añoraba del hombre.

Vio con preocupación, no exenta de horror, como el cuerpo de un hombre sufría los cambios de la transformación a licántropo. Recordaba haberlo visto transformarse cuando estaba en tercero, pero nada se comparaba a que ahora lo hiciera entre sus brazos y poder observarlo tan de cerca.

Las lágrimas empeñaban sus ojos, le dolía en el alma ver el sufrimiento del que era presa Lupin, ¿por qué un hombre tan bueno como él tenía que sufrir ese horror?

Por fin, la transformación llegó a su final, en su regazo, ya no yacía aquel hombre pálido y débil, ahora, se encontraba un lobo cuyo pelaje estaba teñido por tonalidades grisáceas; su vientre subía y bajaba rápidamente, indicado que su respiración era agitada, y de vez en cuando gruñía lastimeramente, como si alguna parte de su cuerpo estuviera lastimada.

Con suavidad, deslizó su mano por entre el pelaje de la espalda, deslizándose lentamente en un intento de calmar el dolor. El lobo emitió un débil gruñido, más parecido a un ronroneo, deleitándose con las caricias y ese aroma que había extrañado tanto, un olor mezcla de bosque y dulce, con tintes amargos. Esta vez, la deliciosa esencia era más fuerte que nunca. La misma extraña sensación comenzó a invadirlo, como si fuera algún tipo de sentimiento cálido que le provocaba estremecerse ligeramente.

-Remus – le llamó Harry, y el lobo alzó su dorada mirada encontrándose con unos hermosos ojos verdes que le miraban con cariño. – Ven – le dijo extendiendo sus brazos. Y el lobo respondió acercándose hasta hacer recostar al chico para luego acurrucarse junto a él. Acarició con su hocico la mejilla de Harry como un "buenas noches".

Aferrándose al cálido cuerpo del lobo, Harry se permitió disfrutar de la caricia y el placentero escalofrío que le recorrió.

Estando ahí, junto a ese bello lobo, Harry supo que había encontrado su hogar...

Su verdadero hogar.

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Como vieron, se empiezan a desentrañar secretos y formar otros, al menos ya tienen una idea de lo que en realidad es Aredhel. Espero que les haya gustado, y aprovechando el espacio haré una que otra propaganda de mis otros fics:

Mi Credo. Drama y Romance. NC-17. Obviamente H/D. Fanfic que participa en el Segundo Concurso del grupo Media Noche en la Torre de Astronomía. "De que me sirve una vida si no te tendré junto a mi. No podré vivir sin ti." "Entonces no lo hagas. Cuando acabes con él, regresa a mi y alcánzame a donde quiera que este hechizo me lleve."

Entra en mi Vida. Drama y Romance. NC-17. Mi primer Severus-Harry. Fic regalo de cumpleaños para Ali. El tiempo y la distancia dan lugar al tan anhelado olvido, pero el corazón y el recuerdo, son más fuertes que él. ¿Pueden tus ojos mostrarme lo que es el amor? ¿Puede tu corazón sanar al mío?

Juego de Niños y Chuchos. Bajo el Nick de NereidaAdrastea (que en realidad somos Sekhmet Malfoy y yo). Humor y un poquitín de romance. PG-13. Mpreg ligero. Sirius planea una broma para Severus a quien piensa convertir en un niño, pero algo falla y en lugar de uno son cuatro. ¡¡¿¿SIRIUS ORION BLACK QUÉ DEMONIOS HICISTE ESTA VEZ!

Ojala y puedan darles una leída y dejar un comentario para decirme que les parecen esas historias.

Bien, espero sus sugerencias, ideas, opiniones, tomatazos, maldiciones (las de ley, jajaja), saludos y todo lo que quieran escribirme. Muchos Besos y nos vemos luego.