AQUI LES DEJO ESTA NUEVA HISTORIA,
ESTA ADAPTACIÓN YA LA HABÍA PUBLICADO EN OTRA CUENTA YARELY POTTER ESPERO LES GUSTE
Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer y la historia le pertenece a Brenda Novak
Prólogo
Aquella era la gota que colmaba el vaso.
Isabella Black ya no aguantaba más.
Permanecía paralizada en el asiento de su nuevo Suburban, con el motor en marcha y la mirada fija en la camioneta de su marido. Se había pasado horas buscándolo. Había vuelto de Olympia, de casa de una amiga, un día antes de lo previsto y había descubierto que tanto su cama como toda la sección de la casa de sus suegros en la que vivían ella y Jacob con sus hijos estaba completamente vacía. A pesar de que eran más de las doce de la noche, había ido a buscarlo a casa de sus dos mejores amigos y a casa de sus hermanas. Al no encontrarlo allí, se había acercado hasta a, su lugar de diversión favorito.
Aun así, no se había atrevido a pensar en lo peor, al menos en un primer momento.
Después de todas las sesiones con el consejero matrimonial, las consiguientes promesas, las duras confesiones por las que ambos habían tenido que pasar, le parecía imposible que Jacob hubiera vuelto a las andadas. ¡Qué pérdida de tiempo!
Bella cerró los ojos con la esperanza de encontrarse algo diferente al abrirlos. Pero la escena era idéntica. La camioneta de su marido estaba en el aparcamiento de Maxine's, una de las casas de prostitución de la zona situadas, justo a las afueras de Forks.
Detrás de Bella, estaban Mackenzie y Charlie en pijama, peleándose por las galletas saladas. Sophia, de sólo dos años, gemía tristemente en su sillita. Eran casi las tres de la madrugada. Bella no podía culparlos por estar tan inquietos.
Pero percibía su alboroto como si estuvieran a kilómetros de distancia. Los oídos le pitaban y el corazón le latía con demasiada fuerza para percibir los sonidos externos.
Abrió la puerta, temiendo estar a punto de vomitar, apoyó la cabeza entre las piernas y tomó una bocanada de aire.
«No pasa nada», se decía, «Estás bien, Bella. Estás bien».
Pero no estaba bien. Y no sabía si volvería a estarlo jamás en su vida. Lo único que sabía era que iba a dejar a Jacob.
—¿Mamá? ¿Qué te pasa? Parece que vas a vomitar.
—Mamá, Charlie me está pegando.
—¡Cállate! Eres una pesada.
—Cállate tú, que eres el que has empezado.
Bella no podía contestar. Se enderezó, pensando en Lo Que El Viento Se Llevó. Se imaginó a Scarlett O'Hara llorando y jurando que no volvería a pasar hambre en su vida y comprendió perfectamente la profundidad de su resolución.
Porque ella se sentía exactamente igual que Scarlett O'Hara.
—A Dios pongo por testigo de que no volveré a depender de otro ser humano en mi vida —musitó.
—¿Mamá, estás hablando sola? ¿Qué te pasa?
—Déjala en paz, ¿no ves que va a vomitar?
Sophia gritaba con fuerza.
—¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos!
—Sí, cariño —dijo Bella, volviéndose hacia sus tres hijos—.
Nos vamos a ir. Muy pronto.
Se irían de Forks. Lejos de Jacob. Se alejarían por fin de aquel matrimonio sin amor.
Jacob pensaba que la tendría siempre a su disposición. Desde el accidente de coche que se había llevado a sus padres seis años atrás, Bella no tenía ningún familiar con el que desahogarse. Había gastado el dinero de la herencia intentando dejarlo en otra ocasión.
Y se había casado con él nada más abandonar el instituto, de manera que no tenía educación universitaria, carecía de preparación para incorporarse al mercado laboral y tenía tres hijos.
¿Adónde iba a ir sin él? ¿Cómo se las iba a arreglar? Vivían en la Push la casa de la familia de Jacob con sus padres. Jacob sabía que algún día heredaría toda la propiedad, pero en realidad no disponían de dinero propio.
Él continuaba saliendo con los mismos amigos del instituto y lo hacía con la misma frecuencia que entonces. Engañaba a su esposa y cada vez que se metía en un lío, recurría a su padre.
La vida de Bella estaba resultando ser muy diferente de todo lo que había planeado. Se había casado con Jacob Black porque creía en su potencial, por la dulzura que había encontrado en él. Ella quería verlo desarrollar todas sus capacidades. Pero a los dieciocho años, probablemente Bella no estaba muy preparada para juzgar su carácter. Desde entonces, se había dado cuenta de que Jacob era demasiado perezoso y débil para luchar contra las malas influencias. No tenía ambición ni determinación, porque no había un solo problema que no pudiera resolverle su padre.
Excepto aquel, se prometió Bella. Billy Black era un enemigo formidable, pero aunque intentara impedirle que se divorciara y estaba segura de que lo haría, ella estaba dispuesta a luchar.
Pensó en entrar en Maxine's para decírselo así a Jacob, pero inmediatamente se arrepintió. No quería ponerlo en una situación embarazosa. Dejaría que se divirtiera. Porque no tardaría en verse obligado a enfrentarse a la más dura realidad.
Sin embargo, no podía marcharse sin hacerle saber que había sido atrapado con las manos en la masa. De otro modo, Jacob intentaría convencerla de que había confundido su camioneta con la de otro. Lloraría y se haría el mártir. Y Bella ya estaba harta de aquellas estratagemas.
Sacó el coche del aparcamiento y lo dejó en un lugar desde el que los niños no pudieran ver la camioneta de su padre. Sacó el cuchillo que llevaba en la guantera, salió y le rajó metódicamente las cuatro ruedas. El sonido del aire escapando de los neumáticos la siguió mientras regresaba a su coche.
Para entonces, Sophia estaba callada y los dos mayores habían dejado de pelear; estaban intentando averiguar a dónde había ido su madre.
—¿Qué has hecho? —le preguntó Charlie en cuanto se montó en el coche.
Bella metió el cuchillo en la guantera y puso el motor en marcha.
—He ido a dejarle un mensaje a papá.
Un año después
Bella acababa de conseguir la sentencia de divorcio, pero no tenía muchas ganas de celebrarlo. Su suegro y su ex marido habían convertido su vida en un infierno con todas aquellas argucias legales y sus carísimos abogados. Bella se había gastado prácticamente todo lo que había ganado trabajando como camarera, con un patético abogado que no había conseguido que su marido tuviera que pasarle una pensión.
Lo único que había obtenido había sido una pensión miserable para sus hijos.
Pero había conseguido escapar. Por fin.
Había ganado en lo que más importaba: el tribunal le había dado permiso para dejar Forks siempre y cuando no se alejara a más de tres horas de donde vivía el padre de sus hijos. En aquel momento estaba viviendo en Port Angeles,. No era exactamente lo que Bella tenía en mente cuando había dejado la casa de los Black, pero era mejor que Forks.
Por lo menos allí podía construir su propia vida al margen de la influyente familia de Jacob y no tenía porqué sufrir sabiendo que su ex marido estaba en otra cama.
