Declaimer: Obviamente los personajes no me pertenecen, son de JK y aunque ya me harte de pedírselos como regalo de Navidad, no cambia de opinión… si alguien me da a Harry, Sirius o James, le estaré eternamente agradecida

"Miel & Limón"

Lady Verónica Black.-

Capítulo Uno

Harry Potter tenía serias dudas en ese momento sobre los motivos que habían llevado a su hermano a enamorarse de alguien como ella. La espió en silencio, oculto tras la vitrina de cristal, fingiendo ser otro turista curioso con la pretensión de llevarse a casa uno de los souvenir's a la venta. Definitivamente, la mujer que sonreía en el mostrador no era el tipo de mujer de Jacques. Menuda, de curvas redondeadas en los lugares precisos, cabellos castaños a la altura de los hombros y labios delgados. Sobre unos grandes ojos miel llevaba unos lentes de montura oscura que se deslizaban de cuando en cuando por el puente de la nariz y que ella colocaba en su sitio instintivamente. Harry entrecerró los ojos, analizándola con curiosidad. Una chica extraña, con una sonrisa engañosamente tímida, el atuendo de una adolescente y una habilidad nula para los negocios, lo cual seguramente sería la razón de su casi ruina económica. Una mujer tremendamente corriente.

Precisamente, mientras la observaba, no podía evitar que la escena le resultara divertida a pesar de las circunstancias. El tipo del mostrador había escogido una pieza de una de las estanterías y a juzgar por su expresión empecinada no estaba dispuesto a pagar un centavo más de su precio real en el mercado. Echó una ojeada con disimulo, acercándose un poco más a ellos. ¡Grandísimo tramposo! Extendía hacia ella unos billetes que no cubrían ni siquiera la mitad del precio. Asombrosamente, la chica los aceptó sin perder la sonrisa y sin regatear. Harry chasqueó la lengua contrariado, al tiempo que aquel tipo pasaba junto a él arrollándolo y jactándose con su acompañante de lo fácil que había sido engañar a la mujer de la tienda. Sin poder contenerse un minuto más, se dirigió a ella.

-"Si me permite la observación, creo que ha hecho un mal negocio" –comentó tranquilamente; ella solo encogió los hombros como respuesta y le dedicó su perfecta sonrisa de dientes blancos y alineados. Harry reparó en su vestimenta con discreción. Vaqueros desgastados, suéter de punto rojo demasiado grande y un sencillo pañuelo al más puro estilo años setenta recogiendo su abundante melena castaña tras las orejas. Sus labios se torcieron en una mueca de disgusto ante una imagen tan infantil. Y su nombre era… era... Recordó el letrero en la entrada del pequeño establecimiento. Hermione's… Hermione Jane Granger… ¿qué clase de padres pondrían a una niña un nombre así?

"Por Dios, hermano, ¿en qué estabas pensado?", era la pregunta que se repetía mentalmente una y otra vez al mirarla. Aunque desgraciadamente, Jacques ya no podía responder a esa o a cualquier otra cuestión que tuviera.

-"¿Puedo ayudarlo, señor?" -ella se mostraba solícita y amable, lo cual no era extraño pues no tenía la menor idea de quien era él.

-"C'est possible" -Harry frunció el ceño. ¿Podía? Pensó si aquella sonrisa cordial desaparecería al instante si le confesara su identidad. Era muy probable que fuera así, por lo que decidió no aventurarse-. "Busco algo especial… para mi sobrino."

-"Bien… ¿qué edad tiene?"

-"¿Cómo dice?"

-"Su sobrino… ¿qué edad tiene?"

-"Dos años" -contestó apresuradamente. Por un momento, había olvidado que ella no tenía por qué saberlo.

-"Déjeme pensar…" -se acaricio el mentón en un gesto espontáneo, mientras su mirada vagaba pensativa por la tienda. Finalmente sonrió, buscó algo bajo el mostrador y se lo enseñó. Eran unas zapatillas de lana celestes bordadas con simpáticos dibujos de animales-. "Aún no las he puesto a la venta. Las hace una amiga mía con sus propias manos... Mire qué colores tan bonitos y llamativos. Y fíjese qué suaves… No pican, no se desarman y están pintadas con pinturas no tóxicas… A su sobrino le encantarán, se lo prometo."

Se las había colocado en las manos al tiempo que hablaba sin parar. Harry les echó un vistazo sin mucho interés.

-"¿Está segura?"

-"Palabra de honor. De hecho…" -la vio titubear y sonreír enseguida-. "De hecho, tengo un hijo de la misma edad y ha sido el primero en estrenar un par. Pero no se lo diga a nadie o dirán que guardo lo mejor de la tienda para mí."

Harry asintió con expresión sombría. Así que era una madre que se desvivía por su pequeño… Eso ya lo verían.

-"No se lo piense tanto, señor. Hágame caso, le aseguro que son…"

-"¿Cuánto cuestan?" -la cortó, seguro de que si no lo hacía, ella seguiría hablando sin cesar hasta convencerlo.

-"Oh, pues como no estaban todavía a la venta…" -enrulaba entre sus dedos un mechón rebelde que se había escapado del pañuelo, valorando la mercancía-. "Veamos…No puedo cobrarle menos que lo que cuesta la mano de obra y eso son… Sí, eso es… Y por otro lado, tengo que cargarle el porcentaje de beneficio más los impuestos y eso da…"

-"¿Está bien así?" -Harry depositó unos cuantos billetes en el mostrador, impaciente. Ella abrió los ojos desmesuradamente y negó con la cabeza-. "¿No?"

-"Verá, señor…" -esta vez, la chica parecía divertida-. "No tengo por costumbre robarle a los clientes la primera vez que visitan la tienda. Pero aceptaré esto."

La vio tomar una cantidad ridícula del montón de billetes y devolverle el resto del dinero.

-"Gracias, señorita..."

Ella señaló el rótulo que pendía en el exterior al otro lado de la cristalera.

-"Hermione Granger" - dijo con alegría y le ofreció su mano. Harry la estrechó fugazmente, molesto consigo mismo porque aquella chica estrafalaria le pareciera en el fondo encantadora.

-"Hermione… No es un nombre muy corriente, ¿no?"

-"Ajá…" -ella volvió a asentir con aquella exclamación que en sus labios resultaba deliciosamente natural. Y añadió risueña, apoyando la barbilla sobre la palma de sus manos-. "Pero tampoco lo eran mis padres. Imagínese ser criada por dos locos dentistas enamorados para los que los helados y los dulces eran comidas casi prohibidos."

A pesar de su comentario, Harry percibió que no había ningún reproche en sus palabras.

-"Solían decir, también, que a las personas se las empieza a conocer cuando les tocas la mano. Y que al mirarla a los ojos, es cuando ves todos sus secretos…"

-"¿Y bien?" -Harry recordó como se habían rozado sus dedos hacía unos segundos, esperando quizá que ella viera sus secretos y acto seguido, lo echara a patadas de allí. Sin embargo, la joven no hizo nada de eso-. "¿No ve nada? Me ha tocado la mano hace un instante."

-"Oh, pero ha sido solo un momento" -bromeó ella, poniéndose repentinamente seria cuando él apresó sus dedos sobre el mostrador.

-"¿Nada…? ¿Está segura?" -insistió, sintiendo que la rabia crecía en su interior. ¿Qué clase de madre era ella para un Potter? Una chiflada que se creía vidente, moldeaba baratijas de miga de pan y no tenía una pizca de cerebro para los negocios… Una cosa estaba clara. No era la clase de madre que esperaba, por pésimas que fueran sus expectativas antes de conocerla. Hermione retiró los dedos, incómoda al sentir el modo en que él la observaba fijamente.

-"Lo siento… No siempre funciona" -se disculpó y desvió su mirada, desconfiando por primera vez de aquel hombre elegante y atractivo que parecía furioso con ella por algo. Deseó con todas sus fuerzas que su buena amiga regresara pronto. Había ido a por unos cafés a la cafetería de la esquina y ya se había retrasado. "Ginny, donde quiera que estés, volve ya". Sabía que su amiga la escucharía. Siempre sucedía. Había una conexión especial entre ellas, aunque apenas hacía un año que se había instalado en el pueblo y se habían hecho amigas.

-"Ya veo" -Harry se mostraba desconfiado también-. "Dans une autre occasion peut-êt... señorita Granger."

La muchacha lo miro con nerviosismo. No le gustaba que le hablaran en un idioma que no manejaba.

-"Hermione, por favor. Mis amigos me llaman así" -puntualizó, temiendo que por alguna extraña razón, aquel hombre no tenía la más mínima intención de que fueran amigos.

-"Claro."

-"¿Y usted es…?" -inquirió con suspicacia. No todos los días visitaba su tienda un tipo tan elegante.

-"Adiós, señorita Granger" -le dio la espalda y caminó hacia la puerta, ignorando deliberadamente su invitación a tutearla. Antes de salir, giró sobre los talones-. "Ha sido un placer conocerla. Espero verla otra vez."

"Vaya, qué tipo más raro", pensó cuando se marchó. "No quiso darme su nombre, pero espera verme otra vez..." Iba a decírselo a Ginny cuando adivinó por la expresión de su cara, que había tropezado con él al entrar al negocio. Ginny se paseó teatralmente por la tienda, haciendo malabarismos con los cafés e imitando al atractivo forastero.

-"¡Ginny, basta ya! Todavía está afuera. Puede oírte" -la reprendió con falsa seriedad.

-"¿Lo has visto bien?"- Ginny se desplomó en el mostrador, fingiendo que se arrastraba por la superficie al sufrir un desmayo-. "Lo quiero en mi vida, en mi casa, en mi cama… ¡Lo quiero ya! ¿Crees que lo he impresionado?"

Hermione la recorrió con la mirada. Ginny no podía ser más hermosa aunque se lo propusiera. Cabello rojo oscuro y largo hasta la cintura, un rostro precioso con ojos azules y brillantes, boca carnosa… Pero aunque físicamente era perfecta, lo mejor de Ginny era su enorme corazón. Pensó que cualquier hombre sería afortunado de conquistarla, de no ser porque el guapísimo mecanico del pueblo ya la había conquistado hacía mucho tiempo. Dean Thomas trabajaba doble turno en la gasolinera para ahorrar dinero y casarse con Ginny. Y aunque la pelirroja bromeara como ahora sobre los hombres bien parecidos que desfilaban por la tienda, su corazón era por completo de su prometido.

-"Ginny, se buena. O se lo contaré a ya sabes quién..." -la amenazó de buen humor.

-"Está bien, está bien… Te odio" - mintió Ginny y la apuntó con el dedo muy erguido-. "Pero no hagas lo mismo que haces siempre. Si te invita a salir, acepta. Es una orden."

Hermione no contestó. Dudaba que volviera a verlo alguna vez. Pero si se equivocaba, se dijo que no permitiría que creyera que era una tonta de pueblo. No volvería a hablarle de sus queridos padres, que bautizaron a sus hijas bajo la luna, ni intentaría venderle otro par de zapatillas que seguramente tiraría al primer cesto de basura que encontrara en el camino hacia su hotel, ni… Pero, ¿qué tonterías estaba diciendo? Si realmente, aquel hombre no apreciaba el valor de todas aquellas cosas, ¿qué interés podía despertar alguien así en ella? Por suerte, su sentido común actuaba como de costumbre más rápido que los románticos proyectos de Ginny. Se prometió que fingiría no conocerlo si tropezaba con él por casualidad. Sí, eso haría. Y con total convencimiento acompañó el café que había traído Ginny con uno de sus bollos de miel preferidos.

Continuara...

Nota de la Autora:

Hola a Todos!

Sé que algunos deben estar pensando que estoy loca al publicar otro fic, pero sinceramente si no lo hacia dudo que hubiera podido sacarme la idea de la cabeza como para dedicarme a otra historia jejeje XD.

Espero que el primer capítulo les haya gustado, sé que es cortito... pero quería probar con algo así para ver que tal les parece lo que ven, si les gusta pongo el que sigue rapidito.

Aclaro que puede ser que haya algunas frases en francés (de paso te doy las gracias Eric!), pero al final de capítulo pondré las traducciones, ¿o las prefieren al lado? Cualquier critica, sugerencia, o lo que sea... ya saben! Me mandan un mail o review...!

Un beso enorme, cuídense mucho!

Att. Lady Verónica Black.-

Aclaraciones:

« Dans une autre occasion peut-êt » (Tal vez en otra ocasión)

"Que la magia los acompañe, las estrellas guíen su camino, pero más que nada griten a todo pulmón: ¡¡Viva Xiao Lang Li, Eriol Hiragizawa, Harry Potter y Los Merodeadores (salvo la rata apestosa ¬¬); Los hombres más lindos y sexys que hay!"

¡¡DEJEN REVIEWS, PORFISS…!