Declaimer: Obviamente los personajes no me pertenecen, son de JK y aunque ya me harte de pedírselos como regalo de Navidad, no cambia de opinión… si alguien me da a Harry, Sirius o James, le estaré eternamente agradecida

"Miel & Limón"

Lady Verónica Black.-

Capítulo Dos

-"¿Lo viste?"

Harry negó con la cabeza, observando al momento con perplejidad su teléfono móvil. ¡Qué tontería! Cho no podía ver su gesto en la distancia. Por suerte, él tampoco podía ver el suyo. Por ella, el niño de Jacques y de su vulgar viudita, podía terminar en un en la calle o en un orfanato si era posible. Desde que Harry emprendió la cruzada de recuperar a su recién descubierto sobrino, había comenzado a portarse de manera insoportable. Incluso había barajado la posibilidad de hacerse cargo de aquel mocoso en cuanto le arrebatara la custodia a su madre biológica. Cho arrugó el ceño… ¡Un mocoso! ¿Qué iba a hacer ella con un bebito llorón? Aquello no entraba en sus planes y por supuesto, tenía la intención de hacer todo lo posible para quitarle la idea de la cabeza a Harry. Claro que por el momento, se conformaría con fingir que la idea de convertirse en esposa y madre, todo de una vez, la volvía loca de emoción. Así que hizo la pregunta de nuevo, procurando parecer interesada en el tema.

-"Harry, cariño, ¿lo has visto o no?"

-"Aún no, Cho."

Harry se preguntaba por qué había cometido el error de comprometerse con Cho... Había varios razones eso sin duda, pero siempre tenia que recordárselas en momentos como este.

Razón uno; ella había estado comprometida con Jacques antes de que él… Bueno, antes de que él echara su vida por la borda desapareciendo del país para casarse con una norteamericana sin oficio ni beneficio. Razón dos; su familia le debía a la familia de Cho una compensación por el bochornoso desaire de Jacques. Y por ultimo la razón número tres: en realidad, Cho no era distinta a cualquiera de las mujeres que conocía en París... Hermosa, elegante y distinguida. Un cuerpo para el pecado y un cerebro para las finanzas. Pero no había magia entre ellos, aunque a esas alturas de su vida, ya no esperaba encontrar 'la magia' de la que tanto hablaban los poetas. Entonces, ¿porqué de repente le parecía que su boda con Cho no era una idea muy brillante que se diga? Trató de no pensar en ello. Después de todo, ella no tenía la culpa de que su hermano hubiera muerte en aquel accidente y que ahora él tuviera que permanecer en aquel pueblo ridículo, en aquel hotel diminuto y…

-"¿Cuándo regresas, querido? Tus tíos están como locos. Y te echo tanto de menos…" -le llegó su tono de voz meloso al otro lado de la línea.

-"Sí, bueno… Haré todo lo que esté en mi mano para volver rápido, ya lo sabes."

-"Pero Harry, la boda…"

Harry no quería hablar de eso. Cho se había dado demasiada prisa en enviar sus más de doscientas invitaciones, encargar al menos una tonelada de flores para la iglesia, organizar la ceremonia… "Como si se tratara de una cacería y yo fuera la pieza a cazar, no ha perdido el tiempo", pensó con cierta ironía.

-"Ahora no es el momento, Cho" –la atajó con brusquedad.

-"¿Y cuándo lo será, cariño?" -ella controlaba a duras penas su impaciencia y se mostraba sumisa-. "Ya he retrasado la fecha en dos ocasiones, Harry… Mis amigas empiezan a creer que la boda es fruto de mi imaginación."

-"Cho, ahora no" -esta vez su tono no admitía réplicas-. "Oye, no quiero parecer grosero... Pero mi hermano ha muerto, ¿comprendes? Y su hijo quizá me necesita. No es el momento apropiado para un casamiento, ¿crees que puedes entender eso, Cho?"

-"Ya veo que estás de mal humor…" -replicó ella con una coquetería, un tono que solo enmascaraba su rabio. ¡Al diablo con aquel mocoso! Por su parte, podían meterlo en un baúl, tragarse la llave y tirarlo al mar. Pero no se lo dijo a Harry-. "Te llamaré mañana, querido. Espero que para entonces, seas más amable. De lo contrario, pensaré que ya no me quieres."

Y colgó.

¿Quererla?

¿Querer a Cho? Harry no estaba seguro. En realidad, no estaba seguro de haber querido a nadie en su vida aparte de sus padres y a Jacques. Era cierto que Cho era una mujer muy atractiva y lo pasaba bien con ella algunas veces. Pero eso era todo. Nada de romanticismo, nada de escapadas sin planear, nada de pensar en tenerla todo el tiempo con él, ni de cuidarla o mimarla... Solo era Cho, y por más que lo intentara no podía verla de otra forma que su acompañante nocturna inmodificable.

Vio como la encargada de la recepción, le entregaba sus mensajes del casillero. Le dio las gracias con la mirada y echó una ojeada sin mucho interés. Lo mismo de siempre. Sus compromisos lo perseguían incluso en aquel lugar perdido de la geografía. Se dijo que ese día no atendería ninguno de los mensajes, el trabajo podía esperar, por primera vez en mucho tiempo la familia volvía a ser su prioridad número uno... Había decidido que ya era hora de conocer al hijo de Jacques.

Mmm... ¿Cómo propiciaría el encuentro? Los detectives que había contratado habían averiguado la dirección, pero no había querido que ellos fueran más lejos. Le pareció que para un niño de su edad, el hecho de separarse de su madre ya era lo bastante duro, por chiflada que esta estuviera como para ser perseguido y analizado por unos extraños.

-"Perdone" -se dirigió a la recepcionista y ella hizo aletear sus pestañas para él de forma insinuante. Harry le mostró el papel donde había anotado la dirección-. "¿Sabría decirme como llegar hasta aquí?"

-"Claro. Es la casa de Hermione…" -se inclinó sobre la recepción, haciendo que su escote estuviera bien a la vista del huésped, y le señaló con el dedo índice por la ventana-. "¿Ve aquel camino entre pinos después de la oficina de correos? Debe girar allí y después girar otra vez en la siguiente calle a la izquierda donde hay un gran roble. Encontrará la casa al final, a unos metros de la costa. Sabrá que la ha encontrado en cuanto la vea."

-"Gracias por su ayuda…" -estaba a punto de marcharse cuando se le ocurrió que la chica podía darle alguna información fresca adicional-. "Oiga, ¿hace mucho que la conoce?"

-"¿A Hermione? Desde que llegó al pueblo, hará poco más de un año."

-"¿Sola?" -como ella arqueaba las cejas, precisó-. "Quiero decir, ¿el señor Granger vive con ella?"

-"Oh, no, señor…" -ella sonrió–. "No hay ningún señor Granger, o al menos que sepamos. Ella es viuda, ¿sabe? Imagínese… Una chica tan joven y encantadora, con un niño tan pequeño… Una pena, ¿no cree? Pero, ¿porqué lo pregunta? ¿Hermione está metida en algún lío?"

-"No, no…" -su mente trabajó a toda velocidad-. "Conocí al señor Granger en una ocasión y pensaba saludarlo, eso es todo."

-"Me temo que no va a ser posible, señor. ¡Ay pobre chica! Ella siempre intenta ayu.."

Harry no se quedó para escuchar el resto. Sin duda, la señorita Granger tenía todo un club de fans en el pueblo. Aquella mujer debía ser la socia de honor, a juzgar por como se deshacía en elogios hacia ella. Pero saber aquello no lo tranquilizó. Pensó que aún contando con el mejor bufete de abogados, no iba a ser fácil lograr la custodia del pequeño James.

O o o o o O

-"Ni se te ocurra hacer eso, Bobby…" –le advirtió con expresión muy seria. Demasiado tarde. El perro ya corría por todo el jardín con buena parte de su ropa interior en las mandíbulas. Lo persiguió como pudo, siguiendo el ritual de cada semana. Desde que lo sacaron de la perrera, Bobby había convertido la tarea de colgar la ropa recién lavada en toda una aventura. Primero la vigilaba de cerca, agazapado cerca del árbol dónde ella colgaba la cesta de la ropa limpia. Y cuando ella ya creía que el animal había perdido el interés por sus prendas íntimas y se confiaba en que estaba entretenido con otra cosa, Bobby se lanzaba al ataque nuevamente. Esta vez estaba decidida a no dejarlo ganar. Recuperaría su ropa interior preferida aunque le fuera la vida en el intento. Casi lo tenía cuando su cabeza tropezó con algo duro. Se detuvo para recuperar el aliento mientras comprobaba desalentada como Bobby huía para disfrutar del botín. Se irguió, rascándose la frente dolorida. Al ver como la observaba el hombre, sus mejillas se tiñeron de rubor. ¡Condenado perro desagradecido...!

-"¿Está bien?" -preguntó él, sorprendido por la buena condición física de la chica-. "Creo que esto le pertenece."

Hermione quiso que se la tragara la tierra. El atractivo forastero de la tienda le tendía su prenda íntima con indiferencia.

"Te mataré, Bobby".

-"Gracias" -murmuró avergonzada, ocultando con rapidez a su espalda el objeto causante de su rubor-. "¡Bobby, perro traidor!... ¡Verás cuando te pille! Esta vez no te escaparás…" –mascullo entre dientes viendo como el animal le movía la cola feliz de poder jugar con su dueña-. "Por favor, perdóneme… Bobby tiene una extraña fijación con… Bueno, ya lo ha visto."

-"Mon Dieu, quel animal… Debería enseñarle modales a ese bicho" -comentó, molesto porque no lograba eliminar de sus dedos la sensación aterciopelada de la prenda que había rescatado de los dientes del animal.

-"¿Cree que no lo intento?" -ella continuó con su labor, vigilando de reojo por si aquel ladrón regresaba por el resto de su botín que descansaba en la cesta.

-"Pues lo que este haciendo no da mucho resultado" -observó Harry con sequedad.

-"No, no da resultado. ¿Sabe si la inyección letal para perros es legal en este estado?" -estaba bromeando, pero la sonrisa se le heló en los labios al ver como el hombre fruncía el ceño y la miraba fijamente-. "Oiga, tranquilo, no hablaba en serio."

Harry no dijo nada. Tenía un gran sentido del humor aquella chica...

-"¿Es el hombre de la tienda, verdad?" -ella colocó las manos en jarras sobre la cintura y Harry no pudo evitar que sus ojos la recorrieran de pies a cabeza. Llevaba una camiseta de algodón que se pegaba a sus senos como una segunda piel, pantalones cortos de deporte y los pies descalzos sobre la hierba. Un raído pañuelo de colores le sujetaba el cabello y ella se deshizo de él con un gesto mecánico, dejando que su abundante cabellera castaña le cayera sobre los hombros-. "¿Algún problema con las zapatillas que le vendí? ¿No le gustaron a su sobrino?"

-"¿Las zapatillas…?" -lo había olvidado. Estaba tan absorto contemplando el magnífico paisaje que eran sus curvas, que había olvidado por completo para qué había ido hasta allí-. "Oh, no… Le gustaron mucho. Gracias."

-"No hay de qué" -un sonido leve que provenía del interior de la casa, la puso en guardia. Harry apenas había escuchado algo, pero presintió que ella tenía una especie de sexto sentido o algo parecido, así que la siguió sin pedir permiso. La imagen que encontró al instante, lo conmovió a pesar de que no era un hombre especialmente sensible. La castaña sostenía a un niño en brazos, le acunaba contra su pecho y al mismo tiempo le señalaba a él uno de los sofás. Al ver que él no se movía, apartó con su pie descalzo unos cuantos juguetes y una bolsa de pañales y le hizo un hueco en el asiento.

-"Disculpe el desastre" -ella fingía que le prestaba atención, pero en realidad solo tenía ojos para el niño que acunaba en sus brazos-. "No pasa nada, cariño… Mamá ya está aquí… disculpe, ¿le importaría acercarme eso de ahí?"

Harry miró a su alrededor, buscando lo que ella le pedía.

-"Está sobre la mesa de mantel blanco... El termómetro."

Lo tomó y se lo acercó, analizando la ternura de sus manos mientras le colocaba el artefacto al niño y medía la temperatura como una experta doctora. Ella sonrió más tranquila segundos después.

-"Parece que ya no tiene fiebre" -dejó otra vez al niño en el parque de juegos instalado sobre la alfombra de la sala-. "Estos últimos días ha estado un poco resfriado y no debo descuidarme, aunque ya esta muchísimo mejor. Ya sabe como son… A veces, no puedes dejar de pensar en lo indefensos que están en el mundo, ¿no?"

Harry no tenía la menor idea. Cualquier ser humano que midiera menos de un metro despertaba en él el deseo inmediato de poner kilómetros tierra de por medio. Claro que aquello era distinto… Porque se trataba del hijo de Jacques, de su misma sangre. Era su único sobrino.

-"Bueno, Jamie…" -el niño la miró con una sonrisa en los labios y dio unas palmadas-. "Te presento al señor… Vaya, todavía no me ha dicho su nombre."

-"Harry" -dijo con voz fría.

-"Harry" -repitió y apuntó cariñosamente al niño-. "Jamie, saluda al señor Ha-rry."

Jamie aplaudió más fuerte y balbuceó algo en un idioma que sólo ella pudo entender.

-"Dice que es un placer conocerlo" -le informó con alegría.

-"¿Eso ha dicho?" -Harry se mostraba desconfiado.

-"Bueno, más o menos" -confesó con una graciosa mueca-. "Ah, no… ¡Fuera de aquí!"

Harry se volvió, creyendo por un momento que se dirigía a él. Suspiró aliviado al comprobar que se trataba del animal, que regresaba a casa con expresión arrepentida.

-"Estás castigado, Bobby. ¡Al jardín, vamos!"

Bobby no movió un músculo y ella se dio por vencida cuando comenzó a lamerle la mano y menear el rabo de forma zalamera.

-"Por esta vez te perdono, can maleducado" -le acarició el lomo y dejó que se tumbara a sus pies-. "Pero la próxima vez, te envío derechito de vuelta a la perrera, ¿me oyes? A ver como te las arreglas sin mí."

El perro no contestó. Claro, sólo faltaba que lo hiciera, Harry rió para sus adentros. Una loca estrafalaria que vendía figuritas de miga de pan y que tenia un perro fetichista que coleccionaba ropa interior de mujer… Sí, eran una gran contribución para la educación de un niño, pensó con ironía.

-"¿Le apetece tomar algo... té, café, un refresco?" –le ofreció ella.

-"Un café estará bien, gracias" -aceptó, analizando con disimulo la casa. Las paredes estaban pintadas en suaves tonos celestes y había telas de colores cubriendo los sofás. Sobre la mesa de mimbre del centro había un sinfín de objetos de diferentes usos: cuentos infantiles, una taza infantil, un sonajero musical, unos libros para pintar y algunos crayones de colores, pero lo que más llamo su atención fue un álbum de fotos… Lo hojeó con curiosidad. En muchas de las fotografías, ella aparecía abrazada a una joven con rasgos similares a los suyos. Miró las fechas escritas bajo las instantáneas. Todas eran anteriores al nacimiento de Jamie.

-"Era mi hermana Helena" -se sobresaltó al escuchar la voz a sus espaldas. Sonaba triste y Harry se apresuró a dejar el álbum en su sitio, pero ella le dijo con una señal que no estaba molesta por aquella intrusión en su intimidad-. "Era preciosa, ¿no cree?"

-"Mucho" -reconoció, esquivando su mirada-. "Se parece bastante a usted."

-"No diría eso si la hubiera conocido" -ella le puso la taza de café en las manos y a su vez, dio un sorbo de la suya-. "Helena era realmente hermosa. Tanto por dentro como por fuera. En cualquier lugar donde nos encontrábamos, la gente volvía la cabeza para mirarla. Tenía algo especial, algo único que la caracterizaba, mi madre siempre decía que… Vaya, no quiero aburrirlo con mis tonterías familiares otra vez, perdone."

-"No, por favor, siga…" -la instó con curiosidad-. "¿Porqué habla de ella en pasado?"

-"Mi hermana murió hace poco más de un año" -murmuró y sus labios temblaron levemente al hacerlo. Solo duró un instante, porque sus ojos se iluminaron nuevamente al clavarlos en el niño que ahora dormía plácidamente ajeno a la conversación-. "Pero no hablemos de cosas tristes, ¿quiere? Cuénteme porqué ha venido a verme."

Harry fue incapaz de decir la verdad. En un breve espacio de tiempo, aquella chica había perdido a su hermana y a su esposo. Y a pesar de todo, allí estaba. Tan entera como si nada, diciéndole que no hablaran de cosas tristes y ofreciéndole su mejor café y su hospitalidad. Se sintió miserable. Fuera como fuera, también tenía su corazón. No sabía dónde exactamente, ni si todavía funcionaba como el de todos los otros seres humanos, pero sin duda lo tenía en algún lado. La expresión de tristeza que había visto en el rostro de la mujer había tocado una fibra sensible en su interior; de pronto le pareció que no era el momento indicado para sumar más penas a la vida de aquella chica.

-"Le dije que esperaba verla otra vez" -mintió-. "Voy a pasar unos días más aquí y me preguntaba sí…"

-"¿Quiere quedarse a cenar?" -lo abordó ella sin contemplaciones, recordando los consejos de Ginny. Harry frunció el ceño. Sus buenos propósitos comenzaban a esfumarse a medida que descubría lo fácil que ella se lo ponía a cualquier extraño que se metiera en su casa. ¿Acaso no tenía cerebro? A unos pasos, un niño de dos años necesitaba de una madre responsable y sensata y a ella no se le ocurría otra cosa que invitar a un desconocido a cenar. Él podía ser un ladrón, un violador, un secuestrador o un maníaco homicida… En realidad, se sentía como si fuera todo eso. Porque, al fin y al cabo, era lo que pretendía. Arrebatarle algo que, mejor o peor, ella cuidaba como su más valioso tesoro-. "Si no quiere, no importa, de verdad…"

La vio dudar. Por fin un atisbo de sensatez, aunque no beneficiaba a sus planes.

-"Me gustaría mucho" -se encontró respondiendo con una sinceridad que lo sorprendió. Le apetecía conocerla, más allá del interés que sentía por su sobrino y la idea lo enfureció.

-"Entonces, póngase cómodo" -ella se perdió en la cocina y la oyó abrir unos cajones y usar algunas ollas, mientras le hablaba desde allí-. "He preparado pasta y ensalada… No es gran cosa, pero le evitará tener que comerse las tortillas grasosas de la señorita Travis."

Ella asomó la cabeza por la puerta un momento, como si de pronto recordara algo muy importante.

-"Oiga… ¿No será usted un tipo raro, verdad?"

¿Y se lo preguntaba a él? ¿Una chica que hablaba con el perro y que decía leer secretos en los ojos de los demás? ¿Ella le preguntaba si era raro él?

-"Le prometo que soy bastante decente, señorita Granger" –le aseguró, reprimiendo el impulso de tomar a su sobrino y largarse de allí antes de que ella sacara su varita y le convirtiera en otro de sus souvenir's.

-"Ya me lo parecía" -ella sonrió y añadió medio en broma medio en serio-. "Pero por si se le ocurre hacer algo como secuestrar a mi hijo o intentar propasarse… Le advierto que aprendí defensa personal en la universidad."

-"Procuraré recordarlo" -sonrió contra su voluntad, valorando la posibilidad de que aquella mujer de metro sesenta redujera a un hombre como él. De hecho, pensaba que ella también lo estaba valorando desde su posición. Lo observaba con fijeza mientras preparaba la mesa. Metro ochenta de estatura, complexión fuerte… La mirada de Hermione recorrió sus dedos largos y firmes, sujetando la fuente de ensalada que ella le entregaba. Imaginó aquellos dedos acariciando su mejilla, sus labios…

-"¿Una copa de vino antes?" -ofreció con rapidez, consciente de que su imaginación iba demasiado deprisa. Y por otro lado, él solo estaría allí unos días, ya lo había dicho antes. Ginny debía haberse vuelto loca al aconsejarle que aceptara salir con él. No tenía aspecto de ser de los que se comprometían. No debía ilusionarse, porque… Bueno, no le parecía que fuera un marido o un padre potencial para Jamie. No. Aquel tipo no tenía aspecto de ser ninguna de las dos cosas. Y eso era lo único que debía importarle al elegir un hombre. Llegado el momento, Jamie sería su prioridad y no los sueños románticos de Ginny.

Un par de horas más tarde, Harry se despidió de ella cortésmente con la promesa de que la llamaría al día siguiente. Estaba muerto de cansancio. Durante la cena, había agotado su capacidad de actuar, inventar y mentir. Había contado tantas mentiras que dudaba mucho que hubiera sacerdote en el mundo capaz de absolverlo de irse al infierno. Primero, le había dicho que estaba allí de camino por un asunto de negocios, que se dedicaba a representar a una empresa de software informático. Después, le había relatado una historia sobrecogedora sobre su pobre esposa y sus mellizos muertos en un trágico accidente automovilístico. El mismo estaba perplejo por lo convincente que había resultado. Asombrosamente, ella se lo había tragado todo. A estas alturas, mientras se despedía de ella a lo lejos, podía imaginarla triste y compungida, sintiendo una infinita compasión hacia él y preparándose para consolarlo en la próxima cita. Sin duda aprovecharía la oportunidad. Tenía que ganarse su confianza para facilitarse las cosas y después… Después esperaba no volver a verla jamás.

Continuara...

Nota de la Autora:

Hola, hola! No saben lo contenta que estoy de que el primer capítulo haya tenido tan buena aceptación, 14 reviews wow! Y eso que yo pensé que al ser bastante cortito no iba a engancharlos jejeje XD... pero bueno, para compensarlos este es el doble de largo que el otro (aunque tampoco es taaann largo). Espero que el segundo capítulo haya sido de su agrado, quiero saber que piensan de todo esto..! Espero saber de ustedes muy pronto! Y ya saben...

Muchos reviews ll actualización más rápida ... pocos reviews ll actualización más lenta jejejej que malo soy muajajaja XD

Muchos besos de chocolate! Cuídense!

Att. Lady Verónica Black.-

"Que la magia los acompañe, las estrellas guíen su camino, pero más que nada griten a todo pulmón: ¡¡Viva Xiao Lang Li, Eriol Hiragizawa, Harry Potter y Los Merodeadores (salvo la rata apestosa ¬¬); Los hombres más lindos y sexys que hay!"

¡¡DEJEN REVIEWS, PORFISS…!