Inspirar, Sentir… Amar

By Eclipse


Me desperté temprano y me dirigí al Dojo donde sabía mi maestra estaría meditando. Cuando llegué y abrí la puerta la maestra me habló sin voltear a verme.

"Llegaste temprano. Estás lista para tu entrenamiento?"

"Sí"

"Perfecto, para calentar dale unas vueltas a la cuadra"

Salí y corrí rápido entusiasmada con el nuevo entrenamiento.

Cuando regresé encontré a la maestra platicando con Kenji en el jardín. Todo parecía indicar que él me acompañaría en el entrenamiento. La maestra nos puso a hacer abdominales para comenzar.

"Qué te dijo?" Preguntó Kenji mientras bajaba, yo continué haciendo un par de abdominales y respondí.

"Le agradas"

"Y…?"

"Aprovecha esta oportunidad"

Su rostro era indescriptible, demasiada felicidad. Continué haciendo las abdominales, Kotaro tenía razón, si me negaba a decirle la verdad no tenía derecho a impedir sus planes. Pero, a pesar de todo, sabía que los celos terminarían venciéndome.

Avanzaron las horas en lo que ejercitábamos cada parte del cuerpo. Kasumi llegó al cabo de un rato a decirnos que el desayuno estaba servido. La miré dudosa, no sabía si seguirla o continuar entrenando.

"Nos quedaremos entrenando, pero muchas gracias" Dijo la maestra atentamente

"E… esta bien" Dijo extrañada Kasumi

Mi maestra volteó a ver a Kenji "Tú puedes ir, por el momento no necesitas entrenar"

Kenji se quedó quieto, no le agradaba la idea pero se retiró. La maestra me llevó al frente de un árbol.

"Concéntrate en el centro del árbol, quiero que lo dupliques"

"Qué lo duplique?" Pregunté incrédula

"Exacto. Observa atentamente"

De no haberlo visto, dudaría. El árbol se había duplicado.

"Será mejor que nos vayamos a otro lado, no me conviene que mi hermano conozca esta técnica" - Dichoesto tomamos camino a las afueras de la ciudad.


El entrenamiento fue duro. Me debilité muy pronto. Exigió de mi esfuerzo ilimitado. Entrené hasta que las estrellas cubrieron el cielo, aún no entiendo como soporte tanto tiempo. La maestra dio por terminado el entrenamiento por el día. Caí de rodillas al pasto, no podía respirar bien. La maestra notó esto y me dio a beber el contenido de un vaso que sacó de su ropa. Ignoro lo que bebí, pero me ayudó a levantarme y emprendí el regreso al Dojo. A la mitad del camino perdí el equilibrio, estaba muy mal. La maestra se preocupó, lo noté en su rostro. Me ayudó a continuar el camino, no se de donde saqué las fuerzas para continuar, tal vez el hecho de que la maestra no me viera sufrir por un simple entrenamiento (como ella lo llamaba) o que me creyera incapaz de aprender la técnica.

Llegamos al Dojo. Mi visión era borrosa, no distinguía muy bien lo que me rodeaba. Recuerdo haber distinguido una figura, era Ranma. Se acercó a mí y después todo fue negro.