Y si, aquí esta el segundo capitulo.

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La niebla amarilla que lava su espalda en el cristal de las vidrieras,

El humo amarillo que lava su hocico en el cristal de las vidrieras

Pasó su lengua por el interior de las esquinas de la tarde,

Se quedó suspenso largo tiempo sobre los charcos de las cunetas,

Dejó caer sobre su espalda el tizne que cae de las chimeneas,

Se deslizó por la terraza, dio un salto súbito,

Y, viendo que era una noche suave de octubre,

Se enroscó una vez a la casa y se quedó dormido.

The Love Song by J Alfred Prufrock, T. S. Eliot

Una ventana, alta, delgada, me recuerda las ventanas de mi viejo castillo. Excepto, claro esta, por que esta fue hecha así a propósito. En mi Castillo las ventanas eran altas y delgadas por que al construir los muros solo se podían permitir pequeños espacios entre ellos, o caerían sobre nosotros irremediablemente. Pero eso fue en otros tiempos, este es un edificio moderno, hoy en día los humanos construyen casas sobre seguras vigas, de tal forma que pueden hacer ventanas gigantescas, si lo desean. Los humanos pueden ser débiles, pero nunca se rinden en su deseo de aumentar su seguridad, y a la larga, eso es lo que los hace sobrevivir.

Me deslizo por la mansión, una sombra pesada en el reino e la oscuridad. En una chimenea, una dulce niña descansa agazapada en un sillón demasiado grande para ella. En sus manos sostiene un libro que lee en la tenue y oscilante luz de las brazas de una chimenea. Ella esta inmóvil, pero su sombra danza al son de la salvaje música de las llamas, pero este es fuego atrapado en la piedra de una chimenea, de la misma forma que la oscuridad de su espíritu es prisionera de altas murallas. Su sombra la observa, oscura y resentida, esperando que reclame el destino que ella ha elegido. De pronto, dos ojos rojos la miran inquisidores desde su misma sombra, inquieta, la niña levanta la vista para encontrar dos rojos trozos de carbón. La niña grita aterrada antes de reconocerme, "Maestro, no me asuste" masculla apenada. Río, no hay nada que decir, después de todo.

Mi sombra fluye por las esquinas, hasta llegar a una terraza iluminada por las estrellas. En ella un viejo se apoya en el balcón. Su sombra se proyecta tenue en el océano eterno de pasto que se extiende metros abajo en sus pies. Es una sombra larga, delgada, frágil, derrotada. Lentamente dos alas se extienden en su espalda, tenues hebras al principio que ganan cuerpo misteriosamente. Una leve risa cascada se oye en la noche. "¿Acaso el ángel de la muerte viene a recoger mi alma, Alucard?" pregunta una vos sin tiempo. "No, solo a recordarte quien eres" contesto. Dos risas se escuchan en la terraza, no hay nada que decir, después de todo.

Camino, ya no una sombra sino un cuerpo sólido, mis pasos resuenan en los pasillos, como el grito de aquel que desea recordarle al mundo que aun existe. Camino seguro, arrogante, despreocupado. En la noche no se oculta nada que yo pueda temer, yo lo se y ella lo sabe; lo único que aun me asusta es el rayo platinado del Sol. Pero por lo pronto dormiré, dormiré una vez más, ocultándome en mi tumba de la rubia cabellera del día.

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Ahora, dicho esto, solo me queda agradecer a aquellos que fueron tan amables de mandar sus comentarios.

Kreuzfahrer Madchen: Gracias! Sip, se que es un poco típica, pero espero poder desarrollar esto de una forma novedosa.

La Mascarada: Si, lo se, mi ortografía es patética, pero ya le pedi a alguien q me ayude. Espero q te guste, gracias por tus palabras de aliento.

Lucy Westenra: Gracias! Este si, El es Alucard, si tengo planeado algo, pero no se si lo llamarías romance, jejejejeje.