¿EXISTEN O NO LAS COINCIDENCIAS?
El día que Mc Gonagall le dijo que ella, como Premio Anual que era, tendría una Sala aparte de la de los Gryffindor, sintió algo de pena. Sin embargo, esa tristeza se desdibujó como un cuadro pintado con tiza en una acera cuando comienza la tormenta. Básicamente porque aquella era la Sala Común más bonita que había visto en toda su vida.
Aquella
Sala era grande, era extraordinaria, elegante, preciosa...
Cuando
Hermione Granger puso el primer pie en ella, sus ojos se fueron,
directamente, hacia una pequeña biblioteca que estaba al fondo
de la Sala.
Los ojos de Hermione viajaron con gran lentitud por cada detalle. Parecía que quisiera impregnarse de cada pincelada:
Las vidrieras de vivos colores, por las que pasaba la luz, redefiniendo su color original, le daban a la habitación un toque casi mágico.
Había un único sofá, de cuero negro, frente a la chimenea. También había un par de mesas de gran tamaño, con un par de sillas, que parecían realmente cómodas.
Granger siguió mirando..., también había..., entonces, pareció darse cuenta de un detalle..., ¿DOS mesas de gran tamaño, ¿DOS sillas...?
Entonces miró a Mc Gonagall. La profesora parecía evitar su mirada.
-Profesora...,-dijo
la chica, sin querer parecer alterada-. Esta Sala..., será
SÓLO para mi..., ¿verdad?
-Más
quisieras, sangresucia...,-dijo una voz que salía del piso de
arriba-.
-Malfoy...,-dijo
escandalizada la subdirectora-. Cuide su lenguaje, por el Amor de
Dios..., y usted podía decirle algo, Severus.
-Claro...,
ya has oído a la vieja cacatu...,-se corrigió
rápidamente, puesto que la mirada de asombro y odio de Mc
Gonagall, no le pasó desapercibida-, quiero decir..., a la
profesora.
-Sí
señor...,-dijo el chico, al tiempo que bajaba la cabeza, y
hacía muchos esfuerzos para no reírse-.
Mc Gonagall frunció los labios, y Hermione llegó a oír algo así como: "murciélago aceitoso", y fue entonces ella, quien tuvo que bajar la mirada, y evitar que la carcajada que deseaba salir de su garganta, lo hiciera.
-Bien...,
señor Malfoy...,-dijo Snape, que parecía que había
vuelto a ser el de siempre-..., como le iba diciendo..., esta Sala
tendrá que compartirla con la Otra Premio Anual..., es
decir...
-¡Conmigo,-cortó
Hermione, con voz de susto y cara aún peor-. Pero...,
profesora...,-la miró con cara de súplica-. Usted no me
dijo que tuviera que compartir la Sala con...,-tragó saliva-,
con nadie...
-¿Acaso
crees que para mí es un placer,-dijo el rubio con gesto de
repugnancia en su cara-.
-Nadie
le ha preguntado su opinión, señor Malfoy...,-dijo Mc
Gonagall, que parecía a punto de explotar-.
-
¿Y es que acaso me preguntó alguien a mí si yo
quería compartir mi despacho con la vieja cacatu...,
digo...,-dijo corrigiéndose ante el gesto de incredulidad de
su colega-, con la subdirectora aquí presente? ¡No
señor,-dijo, rojo como un tomate-, así que, señorita
Granger...,-dijo, perdiendo ya todo resquicio posible de paciencia-,
¡aguántese como todo el mundo!
-No
le hable así a mi alumna..., ¿quién se cree
usted que es?
-¡Yo
soy un profesor con categoría señora mía...!
-¿Y
qué diablos soy yo?..., ¿un perchero?..., ¡le
aseguro que no!...
-Sería
más práctico desde luego...
-¡Ahhh!...,
¿qué es lo que ha dicho murciélago aceitoso?
-¡No
me llame así vieja cacatúa!
-Le
llamare como me plazca mientras siga cohabitando conmigo en MI
despacho..,-puntualizó la mujer, perdiendo ya toda
compostura-.
-¡No
es mi culpa que mi mazmorra tenga una humedad!
-¿Una,
¡si ahí podría llevarse a cabo un estudio sobre
toda clase de hongos y humedades!
-¿Qué
estás insinuando?
-No
insinuó, afirmo que la palabra LIMPIEZA está muy lejos
de ser algo habitual en su vida mi muy querido señor.
-¡Esto
es el colmo!
Y así siguieron discutiendo..., o al menos eso creyeron Draco y Hermione, porque ambos profesores salieron por la puerta, enzarzados en una discusión verbal que parecía que tenía para largo.
Hubo un incómodo silencio..., para que engañarnos..., ¡fue incomodísimo!..., ambos chicos miraban a todas partes menos a la persona que tenían enfrente..., pero los dos sabían que era imprescindible que hablasen.
-Esto...,-dijo
Draco, con nerviosismo, algo raro en él-. Severus me dijo que
mi habitación era la de la izquierda. Así que por
eliminación...,-dijo volviendo a coger el habitual tono de
superioridad que siempre tenía-, la otra es la tuya...
-Vaya...,
¿lo has pensado tú solito o has necesitado un anotador?
-No...,
ese sólo lo uso para cuando tengo conversaciones que merezcan
la pena..., interesantes, ya sabes...
-Entonces
no lo debes usar muy a menudo..., sólo hay que ver la de
tarugos que te rodean, Malfoy. El pobrecillo estará nadando en
la escasez.
-Siempre
podría mirar a tu amigo el Pobretón..., seguro que él
está aún peor..., le subiría la moral..., ¿no
crees,-dijo con malicia-.
-O
podría irse a vivir a tu cerebro..., creo que la abundancia de
neuronas luce por su ausencia ahí adentro...,-dijo tocando su
cabeza-.
-No
toques Granger, que contaminas.
-¿Ese
es el baño,-cortó de repente Hermione, como si no
acabaran de pelearse-.
-Sí...,-dijo
el rubio, algo desconcertado-.
-¿Y
el otro?
-¿Qué
otro?
-El
otro baño...
Hubo un incómodo silencio, en el que sólo se oyó el murmullo del viento.
-No
hay..., otro...
-Genial...,
esto va, genial...,-dijo la chica por lo bajo-. ¿Y por qué
has esperado a decírmelo al final?..., ¿para ver la
cara de gilipollas que se me iba a quedar, o qué?
-Respecto
a lo primero, no había caído en la cuenta, y en cuanto
a lo segundo..., ¡estoy harto de ver a gilipollas!
-¿Es
eso un cumplido,-dijo la chica, sorprendida-.
-¡No!...,
es un aviso. No quiero ver a ninguno de tus ineptos amiguitos
Gryffindorianos por aquí dentro..., ¿entendido?
-A
mi nadie me da ordenes, Malfoy.
-Vaya..,-ronroneó
divertido-, la leona a salido rebelde..., ¿quién lo iba
a decir?
-Vete
acostumbrándote rubito.
-Y
tu vete acostumbrándote a no llamarme así...
-¿Y
eso por qué?
-Porque
yo también soy..., una sorpresa.
-¿Una
sorpresa?
-Sí...,
tú eres rebelde..., eso es toda una sorpresa. Dime..., ¿qué
podrías encontrar en mí que te sorprendiera, Granger?
-¿Acaso
eres humilde?
-No
me hagas reír.
-¿Solidario?
-¿Y
qué sacaría yo entonces?
-Amable...
-Claro...,
si con eso saco algo...
-¿Cariñoso?
-No
lo verás... Eso es algo que sólo hago en
privado...,-dijo, en tono aclarativo al ver la mirada interrogativa
de la chica-.
-Interesante...,-dijo
la chica, refiriéndose a la aclaración del rubio-.
-Eso
siempre...,-dijo él hablando de si mismo-.
Entonces Hermione explotó en una enorme carcajada.
-Desde
luego..., humilde no eres..., tal vez...,-dijo simulando meditar-,
¿eres cómico?
-En
ocasiones...,-dijo el chico con un extraño brillo en sus
ojos-. Pero no te acercas ni un ápice.
-Dame
una pista.
-¿Una?
-Sí
-¿La
que sea?
-Por
supuesto...,-dijo ella-.
Y no se dio cuenta de que Malfoy la había acorralado contra la pared hasta que no tenía escapatoria.
-¿Tú
secreto...,-dijo ella con tono casual-, es que eres un obseso sexual?
-No.
Otra vez has fallado... Yo que creía que eras la mejor de la
clase...,-dijo el chico echándose levemente hacia delante.
Entonces Hermione puso su mano sobre el pecho del muchacho, dispuesta a empujarle lejos de ella. Entonces lo sintió. El latido del corazón del muchacho contra su pecho. Su corazón latía con fuerza y rapidez, y ella podía sentirlo entre sus dedos.
-¿Acaso tienes corazón y sentimientos como un ser humano cualquiera? ¿Es ese tu secreto,-dijo mirándole a los ojos, con burla fingida, intentado enmascarar el enorme flujo de sentimientos desiguales que sentía en aquel momento-.
Entonces la mirada de él se endureció..., pero, para la sorpresa de Hermione, él simplemente se giró, sin decir ni una sola palabra.
No tardó en sentarse en el sofá de cuero negro. Apoyó los codos sobre sus piernas, y enterró sus dedos entre su pelo platino.
-¿Malfoy?...,
¿estás bien?
-Te
odio...,-dijo entonces el chico en un susurro-. Te odio...,-volvió
a decir más alto-. ¡Te odio,-acabó gritando, y
su grito rebotó en la Sala. El eco volvió hacia
Hermione, penetrando en sus oídos una y mil veces, "te
odio"-.
-¿Me
odias,-dijo la chica, sin apenas creer lo que oía-. Que
declaración tan..., ¡sorprendente!..., ¿ese es tu
gran secreto?..., ¿qué me odias?..., tu secreto lo sabe
cada piedra de este castillo Malfoy.
-¿Por
qué te odio, Granger?
-Acabas
de decirlo en la frase,-dijo ella, casi con agonía-. Me odias
por como me llamo, por mis apellidos, por la clase de sangre que
corre por mis venas, por ser amiga de Harry y de Ron, por ser más
lista que tú, por...
-No...,-dijo
el chico-. Te equivocas otra vez... No te odio por eso Granger...
-Sorpréndeme,-dijo
la chica, creyendo que nada de lo que dijera podría
sorprenderla-. Te odio desde que todo empezó, hace medio año,
Granger...,-comenzó él, al tiempo que la miraba por
entre los dedos-.
Te odio porque me acosas, me persigues y me enloqueces... Cada noche apareces en mis sueños para torturarme al despertar, porque, al abrir los ojos, tú no estás ahí.
Cuando te veo, entre la multitud, desde la mesa de Slytherin, durante las clases, no importa cuando ni donde, tú estás ahí, mortificándome con tu presencia. Recordándome con cruel realismo que sólo formas parte de mi vida por las noches, cuando sueño contigo.
Luego pienso que no debería sentir o..., pensar, ni soñar nada en lo que tú estés mezclada, porque se que es un imposible, es algo prohibido, algo erróneo, algo maldito que me está matando por dentro, que ni siquiera me deja respirar.
Yo sueño contigo, te llevo dentro de mi..., me ahogo en ti Granger...
¿Y cuál es la jodida idea que dan los profesores para ayudarme? Ponerme a mi, contigo, en una misma Sala Común, con un solo baño.
Se que cuando hayas salido de ahí dentro...,-dijo señalando torpemente la puerta del baño con una mano-, olerá a ti.
Se que si voy a coger algún libro de aquella biblioteca, me sabrá a ti.
Te veré, te oleré, te sentiré y te saborearé por todas partes Granger, y eso es algo que me mata por dentro, porque se que es algo imposible, algo..., platónico..., no correspondido... Una pérdida de tiempo, como la ilusión de que algo cambie porque yo te diga todo esto.
Pero me da igual. Yo, Draco Malfoy, te odio porque te deseo y te anhelo, y te echo de menos sin siquiera haberte tenido alguna vez. Te odio porque me haces débil, me haces sensiblero y bobalicón. Te odio porque llamaste a Cupido para que me enloqueciera con su ballesta y su flecha. Pero estoy convencido de que le indicaste mal el blanco..., ¿acaso pasaba cerca Potter, o fue Weasley? Me da igual. Sólo te pido compresión, que me ayudes a olvidarte, que me expliques como sacarte de mi vida, porque se que si te tengo que ver aquí, cada mañana, tan cerca de mi, no podré resistirme, y haré alguna locura. Ayúdame, Granger.
Ante esa declaración tan auténtica, Hermione no supo que decir. Tan solo se quedó con la boca abierta, mirándole y pensando mil cosas, cada una diferente, desconcertando a la muchacha y enredándola entre sus sentimientos, sin saber si quiera que pensaba.
-¿No vas a ayudarme,-dijo él levantando la vista-. Ayúdame Granger...,-y entonces, de la boca de Malfoy, salieron unas palabras que sorprendieron a Hermione en demasía, puesto que nunca las había usado con ella-, por favor..., ayúdame..., ¡te lo suplico!..., no me tortures más...
La respiración de Hermione se volvió agitada y brusca, el latido de su corazón se aceleró enormemente
-Di
algo..., ríete al menos.
-¿Tú,-preguntó
Hermione, al tiempo que una furtiva lágrima salió de
sus ojos color café-. ¿Tú? ¿Tú?
-¿A
qué te refieres, ¿yo qué?
Y las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos...
-¿Por
qué lloras Granger?..., crees que soy un monstruo...,
¿verdad,-dijo él, al tiempo que la miraba de forma
extraña-. Granger yo no...
-Hace
medio año...,-comenzó Hermione cortando al rubio-, hace
medio año Parvati hizo un estúpido conjuro...,-comenzó
a relatar la chica-. El libro se llamaba "Hechizos de amores y
desamores". Yo nunca lo había visto en la biblioteca, y no
me quiso explicar de donde lo había sacado...,-siguió
ella al tiempo que las lágrimas seguían corriendo por
su rostro-.
Yo
estaba medio dormida, y, cuando me desperté, la encontré
allí, con un enorme circulo de color rojo hecho con pétalos
de flores rojas.
Cuando
le pregunté que hacía me dijo que buscaba a su media
naranja. Ella soñaría con él en varias
ocasiones, y así sabría quien era. Dependiendo del
número de sueños y el tiempo que duraran, el amor sería
más "verdadero"... Me explicó que lo había
hecho mal..., que ahora el chico simplemente soñaría
con ella.
Le
hacía falta una prenda de ella misma..., pero..., cogió
una mía por error.
Supuse
que aquel conjuro jamás funcionaría, y que no tendría
ningún sentido..., pero..., ahora...
-¿Crees
en las coincidencias, Granger,-preguntó de pronto Malfoy-.
-Las
coincidencias no existen...,-dijo ella sentándose junto al
chico, en el sofá negro-.
-Creo
que, para variar, no estoy de acuerdo contigo...-dijo él,
borrando con sus dedos las lágrimas del rostro de ella-.
-¿Por
qué dices eso,-preguntó ella, extrañada-.
-Porque
Blaisse compró ese mismo libro..., y también se
equivoco de prenda el muy cretino...
FIN
