Encontrar un lugar para refugiarse de la lluvia no fue una tarea difícil, no era la primera vez que estaba por ese lugar. Cargarla en su hombro, a pesar de que solo podía usar una extremidad tampoco lo hizo más complicado, ella era liviana. Moverse por ese bosque de terreno irregular y pantanoso por la lluvia, no le importó.

Porque aún cuando su mente y corazón se habían transformado en una compleja batalla de contradicciones, y argumentos para negar lo que recién había descubierto, mantenerla a salvo prevalecía frente a todo lo demás.

Ingresó a una cueva en lo alto de una montaña, y usó su Katon para encender una fogata, después de haberla dejado cuidadosamente en el piso para que pudiera descansar.

Suspiró, mientras miraba la lluvia caer a la entrada de la cueva, cerciorándose de que no había enemigos cerca, y giró para dirigirse al interior e intentar secar sus ropas al fuego.

Se sentó en el suelo, frente a las llamas, a un costado de la cabeza de su compañera y dejó el tiempo pasar.

De todas formas, no le gustaba dormir… mucho menos soñar.

"Deberías conocerla" recordó, mientras su mirada se perdía en las ardientes brasas que iluminaban la oscuridad "Hinata-chan es importante para mi y me gustaría que se llevaran bien, de seguro te agrada"

Llevó sus ojos, otra vez, a la pequeña figura de aquella particular Hyuga que se encontraba a su lado, mientras revivía esas palabras que Naruto pronunció hace 2 años, y que ahora resonaban en su cabeza como si hubiesen sido su primera advertencia.

Ese fue el comienzo; ceder a esa petición fue la decisión que lo condenó.

Frunció el ceño con frustración, desvió la mirada y de reojo, volvió a contemplarla.

Joder.

No podía ser; no debía ser.

Pero al momento en que negaba, sus ojos se perdían en aquel largo y oscuro cabello que caía como una cascada a su alrededor, y delineaba ese rostro delicado. Continuó, por esas facciones suaves, que lo guiaron en un hipnotizante recorrido por esos delgados y rosados labios, que en ese momento lucían pálidos. Siguió, por esa nariz pequeña que tenía un suave tono anaranjado a la luz del fuego; llegando a sus ojos, a ese atrayente y violento contraste entre su piel y sus oscuras pestañas, entre sus claros ojos y su cabello. Hinata poseía una belleza sutil, silenciosa, totalmente distinta a lo llamativa que resultaba Ino o Sakura y que fácilmente pasaba desapercibida por su timidez. Y a la vez, eso era lo que la hacía mucho más agradable.

Completamente inconsciente de lo que hacía, avanzó, alzando su mano en la oscuridad como queriendo romper el pequeño tramo que lo separaba, sin siquiera notarlo.

"Soy feliz, estamos viviendo una epoca de paz, tu has regresado, Sakura está tranquila y tengo a Hinata a mi lado. No necesito nada más" recordó aquella pequeña y sería conversación que tuvo con Naruto hace un año atrás, para su cumpleaños, cuando lo llevaba de vuelta a su departamento borracho en la madrugada.

Mierda.

Naruto amaba a Hinata.

La realidad, a veces, era cruel; ya debería haberlo aprendido.

Apretó, con fuerzas, su mano que estaba a solo centímetros de rozar su rostro, que picaba por concretar un roce, y retrocedió.

No, no podía ser; solo estaba un poco confundido. Nada más.

Nada más.

Y la noche avanzó.

Solo podría contemplarla en la lejanía, desde la oscuridad; donde ella jamás lo iba a encontrar.

El crujir de los troncos al quemarse fue lo primero que escuchó al despertar. Abrió sus grisáceos ojos con lentitud, totalmente desorientada y al instante en que notaba ese rocoso y negro cielo que la recibía, se alertó. Los recuerdos de la avalancha de barro volvieron de golpe y la sensación de no poder respirar la asaltó.

Se sentó, mucho más rápido de lo que debía, y el dolor del cuerpo se manifestó obligándola a reprimir inmediatamente un quejido. Activó su byakugan, disimulando todo malestar y se colocó en posición; lista para entrar en acción.

—Estás a salvo.

Reconoció la voz, mas no abandonó su posición.

—Sasuke—indicó— ¿qué…cómo llegue aquí?

—Te desmayaste—respondió—, luego de salir del barro de la avalancha. Te cargué hasta aquí.

Sus mejillas se tiñeron levemente de un suave color rosa al darse cuenta del problema que le había causado al Uchiha, y él desvió la mirada en un intento de disimular una pequeña sonrisa. Hinata siempre sería igual, aún en las situaciones más insólitas.

—Muchas gracias—respondió—, lamento las molestias.

Sasuke asintió y no dijo nada más.

Tan pronto como la conversación terminó, Hinata se levantó en silencio y avanzó, con aquellos elegantes movimientos que tanto la caracterizaban, hacia la entrada de la cueva con decisión. Salvar a su hermana era lo único que importaba en ese momento, y no podía esperar.

Al ver que ella avanzaba hacia la salida se levantó y se interpuso en su camino; dos años de conocerla fueron suficientes para entender que pretendía hacer.

—No puedes ir a enfrentarlos así — indicó—, descansa esta noche, saldremos al atardecer.

Su mirada se mantuvo sería, casi imperturbable mientras se lo decía, intentando intimidarla al mirarla directamente a los ojos; pero ella, lejos de ceder, lo desafió. Ese pequeño orgullo Hyuga aparecía cuando menos lo esperaba.

Pero así como mantuvo su mirada, de un momento a otro ella cerró sus ojos y suspiró, para luego volver a mirarlo con una expresión mucho más contenida. De esas que él conocía, de esas que ocultan secretos pesados, que él temía; Itachi tenía esa mirada.

—No iré a combatir.

Y de solo oírla, su estómago se apretó.

"Sasuke, necesito pedirte un favor. Se lo pediría a Naruto, pero está de misión." comenzó Kakashi, luego de haberlo mandado a llamar con urgencia la noche anterior. Asintió con un movimiento de cabeza, mientras avanzaba hacia el escritorio del Hokage, y este, continuó "Se trata de Hinata, acaban de informarme que ha ido al rescate de Hanabi, que fue secuestrada por otro clan."

"¿Necesitas que la asista en el rescate? Creí que los Hyuga eran celosos con sus problemas…" comenzó, un poco sorprendido al saber de que se trataba el asunto, creía que los Hyugas preferían arreglar sus problemas sin intervención de terceros.

"Necesito que rescates a Hinata" interrumpió, mientras cruzaba ambas manos a la altura de su mentón y apoyaba los codos en la mesa "La enviaron como moneda de cambio para rescatar a Hanabi. Es un asunto entre clanes, al parecer, años atrás el primogénito del otro clan murió a manos de un Hyuga, ahora quieren venganza. El clan envió a Hinata para saldar el asunto y recuperar a Hanabi"

Apretó los puños con frustración al escuchar lo que su antiguo maestro le contaba, y la rabia comenzó a apoderarse de su ser de manera casi incontrolable; como un fuego que lo quemaba de la impotencia de saber que podría ocurrir algo así.

Joder ¿cómo podían?

¿Acaso la vida de Hinata era menos valiosa que la de Hanabi?

¿Acaso la guerra no había servido para nada?

—No.

La voz de Sasuke se escuchó fuerte y clara entre el ruido de la lluvia que aún azotaba en el exterior de la cueva. Hinata, no esperaba una negativa, menos una tan fuerte, así que dio un paso al costado intentando avanzar.

—No dejaré que lo hagas—continuó él.

Bloqueó su camino, otra vez, ante la sorpresa de la Hyuga, pero ella ya tenía su corazón decidido y actuó. En un rápido movimiento bloqueó algunos puntos de chacra y escapó. Sabía que había sido una apuesta el intentarlo, Sasuke era muchísimo más rápido y fuerte, pero era la única forma de sacarlo del camino y ganar algo de tiempo; la única oportunidad de escapar de él.

Maldijo al verse en el suelo por algo que podría haber esquivado fácilmente, jamás esperó que ella lo atacara, y se levantó de un salto, sin importar el malestar que le producía tener algunos puntos bloqueados; lo único que importaba ahora era detenerla.

Y corrió.

Avanzó, intentando regular su cansada respiración, buscando cubrir su rastro lo mejor que podía, considerando la situación, y pidiendo al cielo que Sasuke no la encontrara. Debía hacer esto, tenía que salvar a su hermana y esta era la única solución.

Kakashi le había prometido ayuda para traer de regreso a Hanabi, no alguien que la detuviera.

Saltó a la siguiente rama y activó su Byakugan para confirmar que estaba cerca del lugar de encuentro, sin preocuparse de que su rango de visión había disminuido debido al cansancio y sobre esfuerzo; sin notar que Sasuke, estaba cerca.

La figura de su hermana y otros 4 ninjas apareció a 500 metros, indicándole que había llegado el momento.

Bajó de aquella rama desde donde la había divisado, cayendo con inusual gracia para la situación y detuvo su carrera; ya estaba ahí. Y, mientras sentía que su corazón palpitaba a mil de la emoción, de saber que Hanabi estaba a salvo, supo que este sería su último encuentro; ya no había vuelta atrás.

El fin se acercaba.

Y ella… ya no estaría más.

Dio un paso adelante, en ese húmedo pasto, mientras su cuerpo se volvía pesado, rígido, en contra de su voluntad; y las fuerzas, esas que la habían guiado por ese largo camino, habían desaparecido.

Quiso llorar.

Quiso gritar, expulsar aquellos sentimientos que se mezclaban en su interior y la ahogaban en contradicciones que no esperaba tener; en emociones que no debían hacerla dudar pero que eran imposibles de contener.

Porque estaba ahí para salvarla, y a la vez, eso significaba perderla.

No sería capaz de ver a Hanabi envejecer, no estaría ahí para protegerla, ni podría apoyarla en su primer amor. No la vería casarse, tampoco se convertiría en tía; no podría ver como su hermana cambiaba el futuro del clan para mejor.

Dio otro paso, y sus pies se hundieron en el barro, al momento en que su garganta se apretaba en un nudo que se hacía grande e insoportable: no había alcanzado a despedirse de Shino y Kiba. No había alcanzado a decirles lo mucho que los quería, lo importantes que habían sido, lo vacía que se sentiría si ellos no hubiesen estado a su lado. Las tardes de poker y sueños de futuro ya no estarían, tampoco podría ver mini Kibas ni Shinos corriendo por la aldea mientras envejecían juntos recordando historias pasadas.

Empujó a su cuerpo a continuar caminando, mientras sus ojos comenzaron a arder y su vista se nublaba producto de las lágrimas que se negaba a soltar.

No podía dudar.

Y mientras intentaba recuperar las fuerzas, en ese pequeño momento de debilidad que se permitió, en aquella despedida silenciosa, el sol que siempre la guió apareció en su corazón. Brillante, lleno de alegría y esperanza y cargado con una voluntad de fuego inquebrantable.

—Naruto…—Susurró, y su voz se perdió en el sonido de la lluvia.

No volvería a ver a Naruto.

No volvería a tocar su mano.

No volvería a sentir sus labios.

No volvería a ver esos grandes ojos azules, aquella piel dorada y sus rubios cabellos que tanto le gustaban.

¡No!¡no!¡no!

Porque mientras más se acercaba al momento final, más anhelaba volver atrás, repetir cada momento vivido con las personas que quería, abrazarlos una vez más… Y la verdad, aquella que se había negado a mirar, la alcanzó: No quería morir. No quería.

No quería dejar nada de eso atrás, no quería abandonar su corazón, no quería volverse solo un recuerdo; quería estar ahí.

Pero si cedía ante un deseo así, aquel ciclo de venganzas nunca terminaría.

Tenía que hacer esto, aún cuando su corazón doliera; aún cuando no fuera capaz de avanzar sin llorar.

Sus pasos de detuvieron, una última vez, para permitirse despedirse de los recuerdos, antes de entregarse a su fin, al olvido.

"Esta es la única forma" se dijo, mientras intentaba convencerse que era así. Mientras intentaba obviar que la enviaban porque era desechable, inservible.

Y su corazón dolió aun más, porque a fin de cuentas, ella jamás había sido suficiente para su familia.

—¡Hinata!

Sintió como su cuerpo era empujado contra el tronco de un árbol y su brazo era apresado en un agarre firme pero no doloroso. Abrió los ojos con sorpresa, y se encontró con su captor: Sasuke.

—No lo hagas.

—Es la única forma.

Sus miradas chocaron en un raro encuentro, desafiándose como jamás lo habían hecho, mirándose como nunca había ocurrido.

Y de reojo, por un momento inolvidable, se encontraron en la distancia, por primera vez.

—No lo es—negó Sasuke—¿acaso Hanabi es más importante que tú? ¿qué pasa contigo? ¡el clan no puede decidir por ti!

Como si un fuego hubiese sido encendido en su interior, sus emociones explotaron en un huracán desenfrenado, que lo único que hacía era crecer y crecer con cada palabra que el Uchiha decía. Porque él no entendía, no sabía que ella no hacía esto por el clan, sino por su hermana.

Hinata estaba haciendo esto como una hermana mayor; protegía lo más importante y querido para ella.

Y sus palabras solo hicieron explotar aquellas barreras que ya no podrían contenerla; porque ya no tenía nada que esconder, no importaba.

—¡No lo entiendes!—respondió alterada, perdiendo la compostura—¡quiero ver a Hanabi envejecer, estar con Shino y Kiba, permanecer con Naruto y continuar compartiendo contigo, pero no tengo otra opción! Si no lo hago esto no terminará, y prefiero ser yo antes de que Hanabi tenga que enfrentar esto una vez más.

Pero Sasuke entendía. Hinata, otra vez, estaba sacrificándose por los que quería; como cuando perdió contra Hanabi, como cuando salvó a Naruto frente a Pain, y como cuando se interpuso para salvarlo en la cuarta guerra y de no ser por Neji, ella ya no estaría.

No quería, él ya no podía dar un paso al costado y dejarla ir. Así que, cansado de fingir, asustado de lo que podría ocurrir si la dejaba ir, y completamente sobrepasado por esas emociones que desconocía, se inclinó hacia ella y juntó su frente con la suya.

Estaba cansado de luchar contra sus sentimientos, cansado de la soledad.

Y si Hinata no hubiese estado con las emociones tan alteradas, habría notado como aquellos ojos la miraban con anhelo; como sus acciones delataban lo que sentía.

Llevó sus claros ojos a los suyos, al sentirlo tan cerca, tan íntimo y tan protector, y por primera vez, se dejó envolver por esa calidez desconocida que él estaba proyectando… y reveló su corazón.

—No quiero morir—dijo en un pequeño y tímido susurro que lo sorprendió.

Eso era todo lo que él necesitaba para actuar, y sonrió.

—Entonces—susurró—, permíteme ayudar.

Antes de que ella pudiera reaccionar, Sasuke había desaparecido.

Veloz, gracias a todos esos años de batallas, corrió en la dirección que Hinata llevaba, los secuestradores estaban cerca y si todo salía como creía ya no tendrían enemigos.

Ella no tendría que ser la moneda de cambio y él podría continuar acompañándola, aun a la distancia.

Eso era todo lo que necesitaba para continuar.

El resto fue rápido, fácil.

La mayoría de sus fuerzas habían sido derrotadas en los diversos encuentros que Hinata había mantenido, mientras lograba llegar hasta aquí y, en particular, esos hombres esperaban saldar las deudas con un Hyuga, no ser humillados por un Uchiha, mucho menos ser amenazados con la muerte si volvían. Sasuke sabía que su nombre y sus ojos eran conocidos y temidos.

Hanabi, que estaba amarrada e inmovilizada, algo mareada por alguna droga que le inyectaron para mantenerla retenida, fue liberada por Hinata que llegó en medio de la batalla.

—Sasuke—llamó, luego de que los hombres huyeran.

Camino hacia él, en silencio, con la mirada fija en la suya, en un encuentro que esta vez fue mucho más tranquilo; su corazón estaba en paz. Y se detuvo, a una distancia prudente, como ella acostumbraba a mantener.

—Muchas gracias, estaré eternamente en deuda contigo.

Una profunda reverencia, junto a una suave sonrisa acompañaron sus palabras, descolocándolo y quitándole las palabras por un momento. No esperaba su gratitud, no quería un deber; no, él solo se había guiado por su corazón.

—Solo...—comenzó él cuando recuperó el habla—mantente a salvo.

Se miraron un momento más, mientras el sol comenzaba a salir en el horizonte y la humedad todavía inundaba el ambiente producto de la lluvia que se había detenido minutos atrás.

Y la brisa, fría de la madrugada, trajo consigo un sonido conocido. Una alegre y potente voz.

—¡Hinata!

Naruto.

Como si fuera magia, la mirada de Hinata se iluminó, sus mejillas se adornaron con un suave rosa y sus ojos cortaron la conexión dirigiéndose al Uzumaki. Y su sonrisa, aquella dulce y alegre que a veces portaba, apareció.

Esos fuertes brazos la alcanzaron antes de que ella lograra avanzar, envolviéndola con ternura, con fuerza y cariño.

—Kakashi me contó—dijo Naruto en un susurro—, me dijo todo, y corrí hasta acá.

Sasuke, que aún tenía los sentimientos a flor de piel, desvió la mirada algo incómodo, entregándole privacidad a la pareja que recién se encontraba, y notando algo que le llamó la atención: Hanabi.

Sentada, desde el sitio en el que aún intentaba recuperar sus fuerzas, su mirada se mostraba molesta y fija en la figura de Naruto; como si lo detestara, como si no quisiera su presencia en el lugar.

—Sasuke— escuchó que su amigo lo llamaba y volvió su mirada hacia él, ya no estaba abrazando a Hinata y ella le sonreía—gracias amigo, no sé que habría hecho sin ti.

Asintió, en un silencioso y lento movimiento, y miró, una vez más, el rostro de Hinata notandola tranquila; luego, llevó su mirada a Naruto, viéndolo sonreír mientras sujetaba la mano de su novia, y suspiró.

Ambos eran importantes para él, ambos tenían un espacio diferente en su corazón, y si ellos eran felices, entonces… él también lo sería.

Así debía ser.

Así tenía que ser.

Porque la encontró, cuando su camino avanzaba en la lejanía y su mirada pertenecía otro corazón.