Buenas! Me complace traerles aquí otro capítulo -ya el tercero- de este fic. Vengo muy contenta por los lindos reviews que he recibido durante este fic, como ya sabrán, es algo que me gusta mucho, y por lo que les agradezco enormemente a...

Mailyn Asakura, gracias, gracias, y gracias por dejarme review, me alegra mucho que leas mi fic. Para que no desesperes, aquí esta ya el otro capítulo, y ya irás viendo como siguen estos dos chicos, que aún tienen muchas cosas que pasar juntos...

Ale, nuevamente me dejas review, no te preocupes por lo que hayas puesto, claro que no me molestó, de hecho, me gusto mucho tu review -jajajaja no, no soy masoquista... bueno solo un poquito, y te encuentro -nuevamente- la razón sobre eso del YohxRen... no, no, no, avisados quedan de que no me gusta esa pareja, de hecho, me trauma bastante. Es que la verdad, yo considero que tal pareja perfectamente se pudo haber dado en el animé, pero que incluso durante la misma temporada hubiese terminado, no sé si se me entiende. No, no me gusta, así que estate tranquila. Y ya ves, aquí ya está la actualización¡espero que te guste!

FuMiKi, jajajaja no te preocupes, que yo tampoco me salvo de esa "enfermedad"... Y no es que me riera de ti, en absoluto, sólo... tu review me puso contenta. Jajajaja pues si me mataras a Yoh creo que el fic sería mucho más cortito. ¡Gracias por tu motivación y tu ánimo, nuevamente me pusiste coloradita! Gracias, gracias por decirme todo eso, me hiciste sentir muy bien y contenta de que te guste como escribo... Arriba el norte?

HydeistGirl, bueno, primero "bienvenida" a mi fic, me alegra mucho que lo encuentres bueno y que esta bello jajaja ¡espero que no sea este tu último review- ahora verás que pasará, aunque poco a poco... sí, a mí también me cae bien Yoh, aunque eso no quita que lo utilice para mis propósitos, Muajaja.

Cualquier duda que les quede de este capítulo, o cualquier comentario -Siempre que sea dicho de buena forma, con un mínimo de respeto para que esta niña no se traume, no duden en decírmelo en un review, o cualquier cosa también pueden hacerlo a mi mail...

Esto es un HoroxRen y es AU, vale?. Y supongo que tienen más que claro que Shaman King tiene sus propios dueños, dentro de los cuales dudo que se encuentre alguna de las personas que escriben aquí: Menos aún me va a pertenecer a mí.

Y ya tienen ante ustedes este nuevo capítulo de...

Superior a Mí.

Capítulo III: Ahogándonos en la niebla.

Ya bastante rato llevaba caminando, a pesar de lo rápido que lo hacía. Había un poco de niebla que se movía, lentamente, hacia ninguna parte. Todo se encontraba iluminado tenuemente por la luz de los faroles y la que llegaba desde las casas, esta última, era muy débil y difusa. Todo parecía tan tétrico, como diciéndole entre risas que pronto el juego comenzaría.

Pronto.

Aceleró la marcha, no le gustaba ir por allí a esas horas. Sin duda, no se había preocupado de la hora con tanto alboroto, porque de haberla notado, no estaría en la calle en este momento. ¡Oh, claro que no estaría!

No había previsto que las cosas terminaran así de tensas, no contaba con aquella intromisión en el momento menos propicio, en la cual se habían malinterpretado sus intenciones... o tal vez había que dejarlo en que se había interpretado de una forma, que podía estar correcta o errada.

Sintió un salto en su corazón y cómo la piel se le colocaba de gallina. Ahh, algo pasaría en el futuro, pero más le importaba en aquel instante el presente, por lo que dejó de preocuparse de aquellos pensamientos sobre lo ocurrido en el día, para centrar todos sus sentidos en saber qué ocurría ahora. Y éste tenía por verdad que sentía miedo, y que alguien caminaba tras él, con paso confiado. Aquella persona, tenía el presentimiento y certeza, le seguía. Pocas veces esos escalofríos eran sin motivo, y contadas eran también las ocasiones en que su instinto, su presentimiento; le fallaba.

Aquello que era básico en la naturaleza humana, aquello tan antiguo como su propio comienzo, pero que en la actualidad, muchos intentaban eliminar de su ser, pocos dominaban, y pocos eran también los que caso le hacían: Y él estaba entre los que estaban en estos dos últimos grupos; los que confiaban en lo que su alma y cuerpo les decían, sin hacer oído sordos, sin fingir que aquello era sólo de tontos e inocentes que rayaban en el límite de la ignorancia.

"Quién anda ahí?"

Entre la oscuridad, la sombra se detuvo, sin permitir que la luz revelara su apariencia, soltara su lengua, o diera a conocer de quién se trataba. Aquella sombra jugaba su propio juego. Una persona poco atenta no la hubiese notado, y tal vez sólo habría sido avisada por el nerviosismo que en cuenta no hubiese tomado. Pero él no iba poco atento, y quien fuese que se ocultara, sin duda lo sabía; y aún así... Aún así no se revelaba.

Se formó el silencio que tan comúnmente mora entre los humanos, a pesar de no estar nunca del todo presente: Ese momento no fue la excepción; ya que en aquella falta de palabras, en la cual ambos se observaban, uno con el entrecejo fruncido y con los ojos fijos en el lugar en que se supondrían que estuvieran los ojos de aquella sombra, el otro sin expresión visible en el rostro; se comenzaron a notar los ruidos provenientes e las casas, principalmente de una, al parecer, en algún lugar de esa calle, una familia comía mientras conversaba casi a gritos, y de vez en cuando reían tan fuerte que a cualquiera se hubiese sorprendido que no se hallasen todos los vecinos en pie y reunidos para ir a callarles.

Pero aquellos ruidos se oían tan lejanos entre la niebla, tan distantes y apagados... Pero no por eso falsos o irreales. El chico que se hallaba bajo un poste de alumbrado público, relajó los músculos de su cara que antes se encontraban ligeramente tensos.

"Quién eres y porqué te escondes? Qué es lo que quieres de mí?"

Fue su impresión, o la sombra pareció dudar? Con paso lento, indeciso si hacerlo o no, la persona que lo perseguía se acercó a él, y por tanto también a la luz, dejando ver su aspecto.

"Ah, eras tu. Me asustaste."

"Tan fácil es darte miedo?"

"Nada de eso! Solo... Hey, espera! Qué haces aquí? No deberías encontrarte por estos lados, se supone que te habías marchado..."

"Bingo! hmmm... Qué acaso no es obvio que he vuelto? Ni que no me vieras parado frente a ti."

"No, no entiendo lo que me dices. Esto no está bien. Tu no deberías estar aquí!"

"Me esperaba un mejor recibimiento de tu parte. Del resto, tal vez, puedo recibir esas palabras sin dolor, pero de ti no me lo esperaba."

"Ah, vamos, no te hagas el ofendido! Sabes bien que me alegra verte, sólo que no me lo esperaba, no todavía, no aquí."

"jajaja! Te alegra verme? Vamos, no mientas! Dudo que quisieras volver a verme por estos lugares, ni que quisieras que toda tu preciada paz se quebrara."

"Eso ya no importa, porque ya esta rota. Así que no me enojaré contigo; Y no digas que miento, que de verdad quería verte."

"No me fío. Parece mucho bien para alguien como yo."

El chico que antes caminaba frunció el ceño otra vez.

"Ni yo. Pero tal vez debemos de confiar simplemente esta vez el uno en el otro, y olvidar toda pelea u odio que tuviéramos en el pasado."

Dicho esto dio media vuelta y comenzó a caminar.

"Adónde vas?" -preguntó dudoso su perseguidor-.

"A mi casa."

"Puedo... puedo yo..."

"Si gustas puedes venir conmigo, yo te daré alojamiento." -dijo el chico mirándolo de reojo otra vez.

El otro asintió en forma de agradecimiento, y sin decir otra palabra, reemprendieron la marcha


Al levantarse ese día con el sonido del despertador, se encontró solo en la cama. La otra mitad de ésta se encontraba totalmente estirada, hecha pulcramente. A pesar de estar plenamente descansado y con las ideas claras, había algo que no le concordaba en su mente: no recordaba haber puesto él -ni que otro lo hiciera- el despertador el día anterior... Tal vez mientras dormía... ?. Se estiró estando aún acostado, tratando de arrancarse la pereza al tiempo que apagaba la alarma que tanto escándalo se encontraba haciendo. Unos rayos de luz se colaron por la ventana, pegándole en los ojos; tal parecía que aquel día sería caluroso y muy bello, o por lo menos, de eso trataba de convencer el sol y la mañana. Lentamente, el joven se incorporó. Sus bellos ojos se encontraban tristes, cargados nostalgia y soledad, sus mejillas, secas. Sin darse cuenta, como por instinto o costumbre demasiado arraigada en su alma, comenzó a buscar a su compañero por el departamento; donde quiera que fuera, las cortinas se encontraban descorridas dejando que la luz inundara todo. Mas al llegar a la sala, lentamente ésta comenzó a irse, mientras él se dedicaba únicamente a observar aquello. Una nube eclipsaba el astro, dando a entender que la tibieza que había poseído antes el día había sido una falsa, y que éste sería igual al anterior: igual a como había estado casi toda la semana, idéntico a como se encontraba su corazón.

Al parecer la mañana había querido gastarle una broma a todos.

Con sólo una mirada rápida pudo notar que estaba sola en su departamento, a pesar de que todo indicio de que alguien hubiese tomado desayuno ya había sido borrado. A qué hora se había despertado su compañero, si hasta tiempo de ordenar había tenido, y de todas formas salir sin que él se hubiese despertado aún?. Era extraño qué el no haberse despertado al sentirlo moverse, ya que tenía un sueño muy liviano, y el otro no era muy silencioso tampoco. Debió ser muy cuidadoso para no meter ningún ruido y... eso no era normal; de hecho, muchas veces, cuando había tratado de darle una sorpresa, a pesar de intentar no tropezar con nada, terminaba haciendo que se despertase antes de tiempo, teniéndose que hacer el dormido sin que su ángel lo notara, para que así no se sintiera triste.

Y ahora, ese chico tan tierno no estaba en ninguna parte.

Qué demonios había pasado?

Todo se veía tan frágil entre ellos, tan delicado... Pero él confiaba en que se arreglarían las cosas, ya habían soportado mucho antes. Realmente deseaba que todo volviera a ser como antes; no sabía cuanto podría aguantar con todo ese dolor en su interior.

Caminaba solo, en silencio, en su corazón deseando con todas sus fuerzas encontrar a su pareja en el salón de clases. Este pensamiento lo hacía apurar el paso, para así tratar de llegar antes a la escuela, y por la prisa que tenía, a pesar que la distancia no era larga, le parecía como si no avanzara nada, a pesar de todos sus esfuerzos para llegar pronto. Tal vez la sensación de estar estancado se debía a que sólo necesitaba un segundo de distracción para desconectarse del mundo a pensar, teniendo como resultado esto el que comenzara a caminar mucho más lento, tan lento que parecía como si estuviera perdido en la ciudad.

De pronto, vio saliendo de unas cuantas casa más adelante a una chica que él bien conocía. Rápidamente la alcanzó, para así irse junto a ella; la muchacha era callada y tranquila, por lo que no sería ningún suplicio caminar juntos. De todas formas, eran muy amigos hace tiempo: tal vez fuera por lo parecidos que eran, no lo sabía, pero el caso es que no necesitaban estar hablando todo el tiempo para demostrar la amistad y simpatía que se tenían, y tampoco necesitaban estar interrogándose mutuamente de manera continua para poder saber que se conocían bien.

"Anna."

"Hola, Ren."

Caminaron unos metros en silencio, hasta que la rubia retomó la palabra.

"Es raro verte a esta hora caminando solo."

"Lo mismo digo."

"Yoh partió muy temprano a la escuela."

"Lo mismo hizo Horo."

"Ya. Algo raro debe estar pasando."

"Que uno de ellos dos se levante temprano, ya se me hace extraño, pero que ambos tengan la misma idea el mismo día, se me hace todavía más incomprensible. Después de esto, no me sorprendería nada, ni siquiera que Tamao estuviera dando un espectáculo en la mitad del patio de la escuela..."

Siguieron caminando un buen rato, al parecer tranquilos, pero la verdad ninguno de los dos lo estaba; sí conocían muy bien ambos el arte de ocultar la preocupación. Anna, por un lado, se encontraba nerviosa e indecisa, Ren... Bastantes preocupaciones tenía el chino, como para decir que se hallaba en calma.

Ninguno dijo más, ni aún cuando llegaron al salón. Ambos se dirigieron a sus respectivos asientos sin más. Con sólo observar de reojo, pudo darse cuenta que Horo-Horo no estaba allí. El ojidorado sintió como el corazón se le encogía. Es que acaso... Acaso Horo no quería verlo más, acaso el ainu sólo había salido temprano para no tener que estar con él?. La rubia notó algo extraño en su amigo, pero nada le dijo a pesar de que ya le empezaba a preocupar. Era segundo día, en menos de una semana, que lo veía así: Intranquilo, pálido, triste. Supuso el motivo que tenía en ese estado al chino al ver que el puesto del ainu se encontraba vacío. Probablemente habían peleado. Y por primera vez, debió haber sido un problema serio. Tal vez demasiado, si había hecho que Horo se levantara temprano, no caminara a la escuela con Ren, y éste se encontrara con esa mirada tan triste. Por la cara del peliviolacio parecía que fuera su culpa o se la estuviera echando, por que ella bien sabía que en esas cosas no habían culpables, sólo pasaban cosas o no pasaban... casi siempre no tenían culpables.

Pero todas sus preocupaciones, fueran en relación con Ren o a ella misma, desaparecieron cuando se encontró con un par de ojos café oscuro que la miraban distraídamente. Al parecer, Yoh sólo se había levantado temprano porque... Se le había dado la gana. Y es que no encontraba otra explicación a algo tan extraño en el moreno. Apartó su mirada del Asakura, para luego lanzar un suspiro, mitad irritado, mitad aliviado.

A los pocos minutos sonó la campana. En ese mismo momento, la puerta del salón se abrió y cerró rápidamente, entrando un cansado Horo-Horo. Al parecer, había corrido rumbo a la escuela. Ren sintió que el corazón se le aflojaba un poco, pero al mismo tiempo, que un nudo se le formaba en el estómago al verlo. Se quedó observándolo un par de segundos, notando que el ainu miraba hacia cualquier parte, con tal de evitar su mirada. Rápidamente, apartó su vista del peliazul. Lo que el chino no vio fue la mirada que sostuvo fija el recién llegado con Yoh, y viceversa; mirándose fijamente a los ojos, como si estuvieran hablándose sin palabras, como si intentara, cada uno, leerle la mente al otro. Pronto la mirada del norteño se volvió hosca y cargada de enojo... Aunque tras esto se podía notar claramente una gran tristeza. Entonces el castaño apartó su vista del chico de ojos negros, desviándola a su mesa.

Sin embargo, hubo alguien que sí vio claramente el intercambio de miradas, sin perderse detalle alguno.

Llegó finalmente el receso. Ren se sentía nervioso, no tenía la más mínima idea sobre que ocurriría. Guardó sus cuadernos y se quedó en su puesto, mirando a cualquier parte, esperando que Horo fuera donde él. Quería que el peliazul le dijera algo¡lo que fuera! Pero ya sólo quería salir de esa incertidumbre.

Su mirada se posó en los árboles del patio que, debido a lo altos que eran, acariciaban las ventanas del salón -éste se encontraba en el segundo piso, convirtiéndose el suave toque en azotes despiadados a ratos, producto de la inconstancia del viento. Pétalos de flores se encontraban repartidos por todo el suelo, y también entre las ramas de los árboles.

Oyó como todos los alumnos salían rápidamente del salón. Anna, seguida por Yoh, Manta, Tamao y Pillika -la última acababa de llegar desde su propia sala de clases para reunirse con sus amigos- se acercó a él, sin conseguir que apartara su mirada del exterior, para preguntarle si estaba todo bien. Con un gesto vago, el chino le dio a entender que no se preocupara, pero la "respuesta" no pareció dejar muy conforme a la bella rubia. El ojidorado sentía la mirada de la chica encima de él, observándolo fijamente de una manera reprobatoria, que él conseguía notar tras el frío glacial que transmitía más superficialmente; sin embargo, optó por ignorarla.

"No quieres venir con nosotros afuera?"

"No, gracias."

"Qué, acaso te quedarás todo el recreo aquí sentado, mirando afuera, muriendo mitad de aburrimiento, mitad de depresión, sólo porque Horo-Horo no te esperó en la mañana?." - Dijo de una manera fría, cruda y cruel la de ojos negros.

El muchacho proveniente de china se encogió de hombros, desinteresado, al tiempo que cerraba los ojos, dándose un aire de suficiencia y desinterés que puso a sus amigos aún más preocupados, y un poco molestos a todos, menos a Anna, quien lo entendía perfectamente, a pesar de lo que se podría pensar luego de la pregunta que le hizo. La rubia hizo el mismo gesto con que el peliviolacio le había contestado y les hizo una seña a los demás para que salieran, al tiempo que ella misma caminaba hacia la puerta. Los otros cuatro la miraron sin comprender, quedándose quietos donde estaban. Una vez en la puerta, la chica volvió a mirarlos. Al ver que no hacían nada excepto verla de una manera -a su parecer- estúpida, comenzó a irritarse. Les lanzó una mirada asesina, para luego decir en tono neutro.

"Vamos. Dejémoslo solo, tiene derecho a estarlo si quiere."

Como si recién reaccionaran, los chicos que permanecían parados al lado del ojidorado, comenzaron a caminar. Manta y Tamao iban muy sonrojados por haberse quedado como aturdidos por tanto rato, Yoh miraba el piso, para luego levantar la vista y dirigirle una sonrisa a Anna, y Pillika estaba de lo más normal, rezongando por tener que irse, sin saber que le pasaba a Ren.

Había quedado solo. Sólo en ese momento se permitió soltar un suspiro, y poner verdadera atención en sus pensamientos, tratar de ordenarlos y desechar otros. No se creía aún que fuera posible que Horo estuviera celoso, y encima que dudara de él. Eso no podía ser cierto!... Además, tampoco podía ser posible que le afectara tanto este ligero distanciamiento que tenía con el ainu.

La puerta se abrió, y luego de unos segundos, se oyeron pasos junto al sonido de ésta al cerrarse con sumo cuidado. Era él, estaba seguro; o por lo menos eso era lo que deseaba. Estaba nervioso, y no quería cometer ningún error, por eso continuó con la vista en la ventana, con una mirada ausente y sumamente frágil, aspectos no muy comunes de expresarse en él... Si se había equivocado y era otra persona, perdería su imagen y pronto se hablaría de él, cosa que no era precisamente algo que quisiera. Se estaba arriesgando al confiar en su esperanza.

Quien quiera que fuera, se acercaba de manera pausada a él, tomándose su tiempo, como si buscara ponerlo aún más nervioso.

"Mira a la ventana, mira a la ventana. No gires el rostro!... Si no lo consigues, cierra los ojos".- eran las indicaciones que bombardeaban su mente. Otro paso. El fuerte latido de su corazón. Otro paso. Sus ojos se cerraron. Otro paso. La piel se le erizó. Silencio. Ren oía perfectamente la respiración del otro: Era tan pausada como su caminar. Debía esperar a que aquella persona le hablara, o girarse y encararla en ese momento? Todavía no tomaba una decisión, cuando sintió unos dedos en su hombro, haciéndolo casi saltar de "sorpresa" ante la acción del otro. Sus párpados se abrieron rápidamente, dejando ver sus hermosos ojos felinos. Se giró para mirar a aquel que tanto nerviosismo y duda le había causado.

"Ren..."

El chino ocultó rápidamente sus emociones, para que no llegara a leerlas, y con el tono más neutro que pudo, frío como la antártica, le respondió con una pregunta.


Estaba parado delante de la casa, dudando si hacerlo o no. Su mano se estiró en un ademán de abrir la puerta, pero rápidamente la retiró, arrepentido. En su rostro se podía notar el gran nerviosismo del que era preso. En el momento en que se iba a girar para marcharse, la puerta se abrió repentinamente, quedando frente a él una muy sorprendida persona. Inmediatamente la duda desapareció de su corazón, transformándose en decisión, mezclada con un sentimiento extraño y oscuro que le recorría la sangre, haciendo que ésta le ardiera. El chico que lo miraba desde el umbral fue cambiando la expresión de su rostro, reflejándose en éste un intento de calma mal logrado, ya que tras él era obvio cierto temor y una gran confusión; sentimientos formados por la mirada cargada de confianza en sí mismo que se posaba sobre él.

"Qué... haces aquí?"

"Sabes perfectamente a que vengo, así que no hagas preguntas sin sentido."

Se quedaron observando a los ojos, cada uno notando que, los sentimientos que tuvieron al verse, iban en aumento, tensando la atmósfera, hasta que llegó a ser casi insoportable. Todo parecía quieto en el ambiente, como si el tiempo se hubiese parado. Las nubes oscurecían el cielo, sin que viento alguno las apartara de su guardia en torno al sol. Se oían los pájaros trinar débilmente, pero ninguno era visible: Era como si se estuvieran ocultando intencionalmente para darle al ambiente mayor tensión.

"Tienes razón. Pasa."

Por un momento dudó si obedecer o no, pero finalmente accedió a la petición del otro: sería mejor hablar adentro, con mayor "calma y comodidad", y poder tomarse su tiempo para decirle todo lo que quisiera decirle.

Siguió al chico que lo invitaba a entrar, ya que éste había comenzado a caminar rápidamente. Por su mente se le cruzó el pensamiento de que intentaba irse, pero rápidamente la desechó: Era absurdo que tratara de irse, luego de permitirle entrar. Pronto su idea se le hizo aún más tonta, cuando entraron a la sala. Luego de entrar él, el otro muchacho cerró con llave la puerta, para así no ser interrumpidos, y luego se dirigió a un sillón a sentarse. Él lo imitó, tomando asiento frente al dueño de casa, en otro sofá. Al sentir la mirada expectante del que antes se encontraba temeroso, se dio cuenta en que se había metido. Pero ya estaba allí, y debía hablar. El otro chico ya sabía porqué había venido, así que no podía tratar otro tema. En todo caso, esto era precisamente lo que quería hablar. Tomó aire disimuladamente, y se dispuso a decir aquello por lo que se encontraba en ese lugar.

"No me voy a dar rodeos, Yoh, además dijiste que ya sabías a que venía: No tengo nada que disimular."

"Las cosas no son como piensas, Horo..."

"Escúchame, por favor. No soy tonto, a pesar de todo lo que puedan pensar o decir los demás, pero tampoco soy un esquizofrénico que se siente perseguido ante la más mínima acción. Yo confío en Ren, y estoy seguro de que él no sería capaz de traicionarme: Tengo toda mi fe puesta en él. También confiaba en ti... Qué tonto fui al no verlo, cuanto tiempo estuve tratando de no ver la realidad!"

"No, Horo-Horo, por favor..."

"Sé perfectamente a que juegas, Asakura, y no me voy a quedar de brazos cruzados. Puede que Ren sea tan inocente como para no notarlo, pero yo no. Lo conozco muy bien, y sé que él no nota como lo miras, porque tras esa mirada fría que tiene se esconde una gran ingenuidad. YO fui quien lo rescató, Yoh, y no quiero que se marche. Pero si se confunde, probablemente lo har�, sin que nadie logre evitarlo; y para no volver nunca. Esto no es una amenaza, es solo una advertencia, para que no intentes nada extraño. Si no haces nada, seguiremos siendo amigos, pero de otro modo, tendré que ponerme a la defensiva. Espero que entiendas, y no tener que volver a tener conversaciones de este tipo contigo."

Yoh quedó perplejo, sin poder pronunciar palabra. Su boca estaba abierta por la sorpresa, sin poder creerse aún todo lo que había oído. Vio como el peliazul abría la puerta y salía de la habitación, para luego oírse la puerta de calle al abrir y cerrarse.

Dios, el ainu había confundido todo!

"Horo-Horo..."

Con paso lento, el moreno abandonó la habitación, para dirigirse a su cuarto, y allí poder pensar un poco tranquilamente... al fin y al cabo, necesitaba también arreglar toda ese lío que se había formado de una manera que casi ni se había dado cuenta.