Shaman King.

--- Cacería en colores ---

Capítulo 4: ---- Dorado ------

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Notas1:

Llegué yo. Y Petra, claro… y el fic. ¿Quién más? zP

Muchas gracias a las lindas personitas, que me animaron con un lindo comentario n.n : Takami Megunata (Tan linda como siempre! xD), Makita (Chica! Deberías darme tu MSN para agregarte y chatear a gusto n.n!!), Lady-Amaltea (Perdóname por la mega caída en el chat, pero mi PC se trancó y no pude volver!! T.TU… ehrm.. xD Me conecto el martes, ¿sép?), Saya Asakura (¡¡Que bueno que te gustó!! Respiré con calma…), Juny Tao (Sí, supieras que sí me asusté o.óU), Valsed (xD ¿Quién no quiere descansar sobre Ren?) y Malale (Ya verás! xD Además, sabes que tu opinión vale aquí!!).

Me siento bien, ya que muchos dijeron que les hizo gracia la parte de todos ellos sobre la mesa! xDD A mí también, si supieran.

Y sobre que si los capítulos son cortos, bueno, es por eso que adoro éste fic. No es como en 0,5 que siempre me tardo en las introspecciones, sino que aquí pasan las cosas, y salto de una a otra como si no me importara. Además, se escribe fácil, y entre tantas cosas, me sirve! xD

Y que bueno que a Saya le gustó; ya me estaba preocupando. Ya, sin más blablahterapia… éste quedó más largo.

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Sus pasos lentos, pero confiados y totalmente mudos, era sólo una pequeña muestra, de todo lo que la rabia podía hacer en él. Ahora, comprendía la cara de tragedia que Yoh portaba antes de descubrir, que el culpable de la inconciencia de la sacerdotisa rubia, fuera un ratón.

Apretó los dientes un poco.

Bien, tal vez podría considerar al ratón como el más rápido del mundo (aunque lo dudaba), ¡pero el estúpido Ainu pudo haber estado más atento!

Suspiró algo triste, luego del pensamiento. Insultar a Horo Horo, no era tan divertido, que cuando estaba cerca. Y saber que en ese momento se encontraba en su futon, puesto en el cuarto de Anna (Ahora denominado: Cuarto de los caídos), lo ponía de mal humor.

Ren detuvo su andar, y el hilo de sus pensamientos, al mismo tiempo que sintió como una rápida presencia corría pegado a la pared.

Corrió tras ella sin perder tiempo.

Nadie lo acompañaba. Lyserg había tenido la estupenda idea de separarse por la casa, para poder localizar al ratón más rápido. Todos se fueron armados, y hasta creyó haber visto a Chocolove, amarrando almohadas en sus piernas, a modo de armadura; sin embargo, el tomó la escoba que había pertenecido a Horo Horo, tirando la suya propia por ahí, como un pequeño homenaje al desmayado. (… Eso y que, ¿a quién engañaba?, esta escoba se veía mucho más resistente)

Siguió corriendo, hasta que vio una fina cola gris, entrar a un cuarto oscuro que, si no se equivocaba, pertenecía a Tamao.

No lo pensó dos veces para abrir la puerta, y empezar a cazar a su peluda, pequeña y asquerosa presa.

-Oh, el decorado.- Suspiró cuando, al encender la luz, todo el mobiliario rosado saltó a su vista.- Irónico lugar para que se esconda una rata.

Creyó que tal vez, el ratón se sintiera ofendido por haber sido llamado rata, ya que escuchó un chillido a su derecha, y se encontró con los mismos pequeños ojos negros que había visto en la sala.

-¡Te mataré!- Le dijo, al tiempo de que empezaba a correr por toda la habitación, siguiendo al animal, y esquivando objetos regados por el suelo (Osos de felpa, mapas, sombreros, carteras, novelas románticas, y bloqueó de su mente el haber visto una que otra con un título sumamente erótico y sugerente)- ¡ATAQUE DE CUCHILLA DORADA!- Gritó sin pensar cuando estuvo a una distancia reducida, aún sabiendo que entre sus manos no estaba su cuchilla.

Con un fuerte golpe, y un nuevo y aún más fuerte chillido, el ratón dejó de moverse. Para cuando el Tao recuperó su ritmo normal de respiración (algo que no le llevó ni dos segundos), observó gustoso que si la escoba no le había roto la columna al animal, había sido de puro milagro.

Tirando la escoba al suelo, y sintiéndose de repente asqueado, Ren emprendió su camino hasta la puerta, con una pequeña sonrisa burlona bailando en sus labios.

-¿Ves? Te dije que no te salvabas. Nadie que se mete con él, sale libre de mí; y si no era yo, ¡lo haría Yoh, de todas formas!

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-Mmmmm, ¿estás seguro de esto, Chocolove?- Preguntó Lyserg por tercera vez en 7 minutos.

-¡Que sí, hombre!- Le respondió el moreno, deteniendo su tarea unos segundos mientras respondía- Aunque calladito te veas más bonito, bien podrías echarme una manito.

El inglés suspiró mientras que se encogía de hombros.

-Es que no me convence…

El acompañante de Mik suspiró resignado, y continuó su trabajo; al cabo de 4 segundos después, Lyserg se dirigía al los gabinetes de la cocina, para sacar cualquier tipo de comida, y regarla por el suelo.

El maravilloso plan de Chocolove, consistía en llamar la atención del animal en cuestión. Le parecía una perdida de energía ir por la casa gritando "Ven a mí, ratón psicópata, ¡veeeeeeeen!", prefería que el ratón fuera a ellos.

¿Y qué mejor forma de atraer un ratón, que regando toda comida que encontrara por el suelo de la cocina?

Con paso decidido, se acercó al refrigerador a seguir sacando más comida para regar. No estaba muy seguro de qué comerían los ratones, a pesar de que Lyserg le recordó que era carnívoros, sin embargo, ¿y si era un ratón con gustos exquisitos? (… Aunque después de morder a Ryu, lo dudaba). Bien podría gustarle aquel pedazo de torta de naranja que adornaba la equina, o el plato de leche en el centro de la mesa.

-¿No te parece exagerado ponerle pepinillos?- Preguntó el inglés, justo después de ver, como el moreno tiraba dicha comida en el piso.

-Ehrm… Tú tiraste champiñones, ¿no, Verdecito?

El inglés se sonrojó un poco. Bien, bien… pudo haber exagerado, pero por fin había visto una excelente oportunidad para deshacerse de esos horribles champiñones que, por X o por Y, Ryu siempre agregaba en sus comidas.

Siguió buscando algo de utilidad en la alacena de la cocina, lanzándole miradas de vez en cuando a su chupón de baño… ehrm, es decir, su arma guerrera, por si acaso.

Y 4 minutos más tarde, mientras que Chocolove sonreía gustoso por ver completada su obra, Lyserg se encogía de vez en cuando sobre sí mismo, apretando compulsivamente y con gran nerviosismo el palo de su arma.

Y no era que temblara por lo que el ratón pudiera hacerle… Era sólo de imaginar, qué pasaría cuando Anna despertara. Un escalofrío recorrió su espina dorsal. Por un momento pensó en decirle al moreno su temor, pero se atragantó con las palabras, al verlo tan feliz y confiado.

-¡Ves! Si con esto no llamaos la atencioooón que ratoncito Pérez, no sépo con qué más.

El de verde colorido siguió jugando con su chupón de baño, a la par que tragaba saliva fuertemente.

-Si sobrevivimos de esta… No sobreviviremos de ella.

Chocolove lo miró extrañado, para después hacerse el perfecto sueco. Con solemnidad colocó, nuevamente el balde de plástico sobre su cabeza.

-El ratoncito Miguel, el ratoncito Miguel- Empezó a canturrear, dando vueltas por la cocina- lalalala… muy contento…

Lyserg frunció el entrecejo. Esto los estaba volviendo locos poco a poco, según aumentaban los caídos.

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Antes de cerrar la puerta del cuarto de Tamamura, Ren pudo escuchar su sonido rastrero, que hacía eco en la habitación. Bastante extrañado, volvió a abrir la puerta.

Pensó que estaba escuchando cosas inexistentes, cuando volvió a observar el ratón tan muerto como lo había dejado. No obstante, seguía escuchando ruidos de patitas caminando en toda la habitación.

Y no le pareció nada normal, que la mesa en la equina de pieza temblara de tal forma, que provocó que el florero se viniera abajo, echando el agua y las flores al suelo en el proceso, para terminar haciéndose añicos.

Sintió muchísimas presencias en aquel cuarto, y reaccionando ante sus impulsos y su acertada intuición, se lanzó nuevamente hasta la escoba olvidada en el piso, la levantó con rapidez, y saltó hasta el futon rosado, importándole bien poco ensuciarlo.

-¿Qué demonios…? ¿Por qué…?- Preguntó al aire, justo antes de entender perfectamente la situación.

El ver a un ratón justo en frente de él, hizo de su sospecha una afirmación.

-Esto aún no acaba. Era una hembra.

Y se lanzó con la escoba al aire, apuntando perfectamente al ratón que lo retaba; ratón que 3 segundos después, le hacía compañía al muerto en el piso.

Cuando pensó que había acabado por fin, más chillidos y sonidos lo hicieron aferrarse más a su escoba, ya que estaba totalmente familiarizado con el manejo de ese tipo de armas.

Y según se le acercaban, los iba mandando al otro mundo. Mató uno, dos, tres, luego otro, seis, nueve.

Dolor en su tobillo.

Once.

No dejó de abrir sus dorados ojos al máximo, cuando cayó en cuenta, que el dolor en su tobillo empezaba a arder, y no podía ser más que una mordida.

De repente, el mundo dejó de tener equilibrio, y el rosado le daba vueltas en su cabeza. Con los pasos erráticos que siempre negaría haber tenido, llegó a la puerta para salir al pasillo, mientras que todo a la vista, era bañado por una luz dorada.

O mejor dicho, era pintado. Ya no existía otro color.

Caminando a tientas por el pasillo, sin saber a ciencia cierta cuando y dónde soltó la escoba, su cerebro dejó de pensar, justo cuando recordó el momento en que Horo Horo fue mordido. Y todo le pareció muy gracioso, una vez que logró bloquear el dolor de la mordida en su tobillo derecho.

-¡Jajajajajaja…!- Empezó a reír, con una risa que salió maniática e irónica- Dorado… ¡dora…! ¡Jajajaja! … Debo, debo decirles que son… Jajaja, dorado… ¡¡JAJAJAJAJAJA!!

Y sin esperar más, el atlético cuerpo de Ren Tao fue recibido por la madera del suelo.

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Yoh caminaba por la sala, en dónde estaba el televisor, llevando de vez en cuando el tobo que reposaba en su cabeza hacia atrás, ya que se le resbalaba hasta los ojos.

Su sonrisa de siempre, parecía olvidada de su semblante, mientras recorría el cuarto de entretenimiento favorito de su prometida con la vista. Pensar en Anna lo hacía preocuparse, y saber que dos de sus mejores amigos estaban en las mismas, lo hacía preocuparse al triple.

La fiebre no bajaba, y ahora que no estaba el Ainu para enfriar el agua, ¿quién podría ayudarles?

Eso, claro, sin contar que ya no estaban ni Tamao ni Pilika, como enfermeras.

Giró los ojos al techo, con algo que podía ser traducido como resignación. Su muy querido y confiable hermano mayor, se había dado la altruista tarea de buscar a Fausto personalmente, llevándose consigo a las dos chicas, para que le ayudaran en la búsqueda, cada cual a su manera.

En otras palabras: Hao había huido por la derecha, llevándose a las chicas, para tratar de disfrazar el hecho y hacerse el héroe. Pura pantalla.

-¡Al menos, espero que sí lo busques!- Dejó escapar al aire, aún sabiendo que en realidad, las palabras eran para el shaman del fuego.

Lo único bueno que había pasado, era que Manta por fin, había llegado en su auxilio. Adoraba a su pequeño amigo, y siempre terminaba dándole esperanza y fuerza.

Cosa que, aunque fuera increíble, Yoh necesitaba ahora. Sabía contaba con el apoyo de todos sus amigos no-caídos y caídos por igual, no necesitaba que se lo dijeran para poderlo percibir, no obstante, el enano siempre estaría ahí para no hacerlo perder la calma.

No podía perder la calma,… así su Annita tuviera una fiebre imposible de bajar, y sus ojos negros estuvieran fuera de su alcance visual.

Por ella debía apresurarse en cazar al ratón, y rezar para que Fausto regresara pronto, y con Pilika y Tamao; porque no era que desconfiara Hao, ni que éste fuera un despistado, es que a veces era tan… Y cuando quería molestar nunca… Y si le daba por destruir la mentalidad de alguien, él…

Suspiró algo cansado. ¡Bah! A pesar de todo, sentía que su hermano era tan digno de su confianza, como todos sus demás amigos; muestra de ello, era el hecho de lo bien que se llevaba con Lyserg.

Porque el menor Asakura no se iba a tragar el cuento, de que pelearan a cada rato cual Horo Horo y Ren, sólo porque les gustaba tratar de destruirle la moral al otro. Él podía ver más allá… el podía ver hasta el diario de Hao…

¡Ejem! Pero, esa es otra historia totalmente distinta. Ahora, debía concentrarse en su Annita.

-¡JAJAJAJAJAJAJA!- Escuchó de pronto, poniendo todos sus sentidos alerta y su piel cual de gallina.

Esa risa, sólo la había escuchado de labios de…

-Ren…- Suspiró antes de salir corriendo, en dirección del sonido maniático antes escuchado.

-¡¡Yoh!!

-¡¿¿Manta??!! ¡¡¿Dónde estás?!!- Gritó mientras corría.

-¡En el pasillo de las habitaciones!

Y en menos de un 2 por 3, ya estaba arriba, frente a la habitación que correspondía a Ryu, con un diminuto Manta temblando de nerviosismo, y el cuerpo de Ren en el suelo.

-Lo acabo de encontrar así.- Empezó Manta con voz temblorosa.- Creo que quería decir algo, pero... sólo se reía.

-¿Cayó otro?- Escuchó la voz cantada de Chocolove a sus espaldas.

-¡Ren!- Lyserg, se agachó rápidamente, comprobando que a una velocidad alarmante, ya tenía una fiebre altísima.

-Quedamos cuatro sobrevivientes, y contando…

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Fin del capítulo 4.

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Notas:

¿Qué? ¿Creían que Ren pondría fin a la pesadilla? xD Además, debía desaparecer a Hao del mapa, ya que sentía que era demasiado el OOC que estaba usando con él; bien, lo uso con todos, pero, en el shaman del fuego, siento que lo exagero.

No quedó muy bueno, pero… xDD Al menos quedó. Y lo escribí más o menos rápido, con mi sobrino a mi lado: "¿De qué escribes tía? ¡Ah, Shaman King! ¿Me lo puedes contar? ¿Un ratón los pica? ¡Jajaja! Que tonto ratón, Ren los matará…" Y así iba nuestra plática. Oh, yo amo mi niño. (xD Tiene 5 años, y es tan lindo…)

Recordé un hecho: tendría yo ¿4 años?, y estaba sentada en la pequeña cocina de un apartamento en mi bello estado natal; (cosa de poca importancia: Estaba tomando café con leche en una taza verde… ¿vieron que mi adicción a la cafeína no es reciente?), y llega mi hermana mayor con una cara de pánico y me dice: "¡A correr! ¡¡Está en la sala la rata!!"

No recuerdo cómo llegué al pasillo, pero recuerdo a mi hermana empujándome mientras pedía auxilio a mi mamá, para terminar encerrándonos en un cuarto.

o.óUU … Regresiones de la vida. xD Y siempre llegan cuando escribo.

Bien, perdonen todo lo que consideren malo. Ya saben cuál es mi e-mail, ¿ne?

¡Gracias por leer!

¡No te pierdas!

Zelshamada.