Bien, he regresado. No puedo evitarlo, es superior a mí, y en cuanto tengo un rato libre debo sentarme para seguir escribiendo. El summary es pésimo, ya lo sé, pero he intentado cambiarlo y por alguna razón desconocida, el ordenador no me obedece. Es más, el tercer capítulo tuvo que subírmelo mi amiga Alana Leetenhook porque tampoco me dejaba subirlo. Es una conspiración de la informática. No me llevo bien con los ordenadores (ni con los utensilios de cocina, las matemáticas, la anatomía, las esquinas, las puertas, las escaleras… y un largo etcétera) ¬¬.
Aviso, este capítulo contiene lemon y yaoi, luego que nadie venga a reclamar. También contiene risas, tensión, amistad, compañerismo, esfuerzo, altruismo… y la presencia de una pequeña invitada no muy esperada…
Este capítulo va dedicado a KaT IvanoV, por su fic "Pequeño amor", del que saqué la idea de que Tala encontrara un bebé (porque, seamos serios, ¿qué Demolition Boy podría hacerlo sino? Bryan no, no podría cuidar a una cosita tan dulce y aterciopelada, el bebé pronto sería más alto que Ian, y Spencer encarna al típico padre primerizo que teme a los bebés). Leí tu fic antes de empezar el mío, y me gustó, pero me gustaría que lo continuaras, realmente tiene potencial.
KaT IvanoV: Tu review me ha encantado, espero que te guste el cuarto capítulo. Realmente Tala es el único con la entereza suficiente para cuidar un bebé. No como Bryan, que lo perdería al sacarlo de paseo (risas). Sinceramente, se le avecinan tiempos difíciles a Tala, deberá aprender a cuidar a un bebé.
Spark Clutches aclararte que no me gusta Britney Spears. Hubo un tiempo, cuando yo era una dulce niñita de quince años en que la escuchaba. Si puse el estribillo de esa canción es porque no me acordaba de ninguna otra en inglés y no sé si mis lectores han oído Mago de Oz.
Nota de la autora (osease, yo): aunque ya hemos reconocido al bebé como niña, los Demolition Boys lo descubren en este capítulo (qué queréis, se supone que no han estado a menos de diez metros de una fémina).
CAPÍTULO IV
El viento soplaba fuertemente, golpeando los cristales del despacho de Boris. En la estancia había cinco personas, seis si contamos el bulto que Tala, sentado en un sillón, recostaba en su regazo. Boris estaba de pie, junto a la mesa. El reloj dio las ocho de la noche, pero fuera estaba tan oscuro como si fuera la madrugada. Boris los miró, uno a uno, sin reflejar ninguna expresión en su rostro.
Debéis ser conscientes de la situación en la que está metida la abadía ahora mismo. Voltaire está oculto hasta que cesen las investigaciones de la BBA, he tenido que asumir el control completo. Y por si eso no fuera suficiente, pandilla de destalentados, vais y me traéis un bebé.- dijo Boris, entrecerrando los ojos con exasperación.
¿Y que quería, señor, que dejáramos que se muriera? Otra cosa no, pero aquí hay huérfanos y abandonados de sobra, cabe uno más- replicó Bryan, quien a pesar de no propasarse nunca, mantenía un aire insolente y rebelde. Spencer le cogió la mano suavemente, ambos estaban detrás del sillón donde estaba Tala, así que Boris no les podía ver. Acarició suavemente la palma de la mano de Bryan, y después entrelazó los dedos con los suyos. Era su manera de hacerle saber que lo apoyaba.
No podemos hacernos cargo de él- dijo secamente Boris. Con esa frase daba una orden implícita: abandonadlo, deshaceros de él. Que muera o que viva me dad igual, no quiero otro problema más.
Yo cuidaré de él- dijo suavemente Tala. Mantenía al bebé dormido en su regazo, abrazándolo. Nunca había visto nada tan bonito, dulce y suave. Su propia niñez vino a su mente, haciéndolo recordar cuánto había necesitado un abrazo, una caricia, una sonrisa. Nadie lo había amado nunca, a nadie importaba. Pero este bebé tendría una vida diferente, él lo protegería. Cuidaría de él.
Los cuatro cuidaremos de él, señor- afirmó Spencer- Porque no pensamos devolverlo al lugar donde lo dejó su madre.
El ambiente se cargó de tensión. Nadie se atrevía ni a respirar, ni siquiera Bryan. Apretó más fuerte la mano de Spencer, no dejaría que Boris le hiciera nada. Boris miraba a Spencer con curiosidad, y un extraño interés. No creía que Spencer fuera a rebelarse, siempre había sido dócil, fácil de manejar y eficiente. Las misiones que le eran encomendadas siempre eran un éxito. Por ser él, no sólo no lo castigaría, sino que les dejaría quedarse con su estúpido bebé. De todas formas, no duraría mucho, no sabían cómo cuidarlo.
Está bien, de acuerdo. Podéis quedaros con él. Pero no quiero saber nada de él, os turnaréis para cuidarlo y seguiréis entrenando como siempre- una sonrisa sardónica apareció en su cara- Buena suerte, la necesitaréis.
Los chicos salieron, echando todo el aire que habían retenido en sus pulmones. Había estado muy cerca. Echaron a andar por el corredor, pensativos. La adrenalina aún permanecía en su organismo, haciendo que el corazón les latiera apresuradamente. Varios chicos los miraron con curiosidad, no era nada habitual ver a los Demolition Boys juntos después de los entrenamientos, y a su capitán llevar un bebé en brazos. Llegaron al cuarto de Tala y Bryan, y Tala se sentó con cuidado en el borde de su cama (el bebé pesaba).
Necesitaremos una canasta donde duerma el bebé, así como pañales, toallitas, ropa, polvos de talco y limpiar esa manta, es antihigiénica. Además de biberones- dijo Ian, el único que había pensado en las implicaciones materiales del asunto. Todos le miraron asombrados, no sabían que Ian supiera tanto de cuidar a un niño.
También necesitará un nombre- agregó Spencer- ¿es chico o chica?
No lo sé- admitió Tala, mientras una enorme gota aparecía en la cabeza de los demás- ¿Cómo se sabe eso?
Hay que mirarle abajo, en la entrepierna- explicó Bryan.- Si tiene lo mismo que nosotros, es chico. Si no, es chica.
¿Y que tienen las chicas en la entrepierna?- preguntó Tala, haciendo que el resto se cayera al suelo de la impresión. Una vez recuperados, Ian le dijo:
Te lo explicaré cuando seas mayor.
Jooooo…
Se pusieron todos alrededor de la infortunada criatura, la cual estaba encantada ante tal exuberante despliegue de atención hacia su persona. Nerviosos, la colocaron boca arriba en la cama de Tala. No sabían qué hacer.
Bueno, Spencer, tú sujétale las piernas, mientras yo intento quitarle el pañal.
¿Por qué yo?
Porque para eso soy el capitán.
Nervioso, Spencer sujetó con cuidado al bebé por las piernas, mientras Tala le quitaba el pañal. No había ningún regalito (caca), de lo contrario habría sido una catástrofe. Todos se inclinaron, deseosos por ver mejor. Había claramente una vulvita entre las piernas de la nena.
Bueno, es una niña.- dijo Bryan.- Por fin habrá una chica en la abadía.
¿Qué nombre le pondrás, Tala?- preguntó Ian.
¿Yo?
Sí, tú la encontraste, además, estabas dispuesto a hacerte cargo de ella tú solo- respondió Spencer.
Es cierto, a ti te corresponde decidirlo - afirmó Bryan.
Pero yo no sé…
Vamos, piénsalo con calma. Después de todo, es algo muy importante. No tienes que decidirlo ahora mismo- aventuró Ian.
En ese momento sonó la campana de la cena. Como Tala no podía llevar a la nenita al comedor, decidieron que les subirían la cena a ambos. Se despidieron momentáneamente, y Tala quedó a solas con la rubita.
Aún no le había vuelto a poner el pañal, así que se lo puso para que no cogiera frío en el culito. Le volvió a colocar los pantaloncitos. La verdad es que la ropa que llevaba era muy bonita, jersey morado con pantaloncitos amarillos, y unos zapatitos diminutos. La volvió a coger en brazos y la acunó un rato. En su mente surgió la letra de una nana, que, cuando pequeño, alguien debió cantarle, quizás su madre. Seguramente alguien que le había querido. Comenzó a arrullarla, paseando de un lado al otro de la habitación. La bebita comenzó a bostezar y se quedó dormida de nuevo. Después de un rato, para asegurarse que no despertara, dejo de andar y se sentó en una butaca. La nena se acurrucó dormida, buscando el calor y la protección de Tala. Entonces el pelirrojo descubrió que, a pesar de su entrenamiento en la abadía, sí era capaz de amar. Se quedó absorto mirándola, hasta que llegaron los demás del comedor. El primero en entrar fue Ian, que se quedó inmóvil un segundo, hasta que Tala levantó la cabeza.
Componíais una imagen muy bonita- susurró. Detrás de él entraron Bryan y Spencer, que llevaban dos bandejas, una con la comida de Tala y otra con un biberón lleno de leche.
¿De dónde lo habéis sacado?- preguntó Tala.
Fue cosa de Bryan- respondió Spencer- Se coló en las cocinas y tomó uno prestado. Boris nos ha dicho que deberemos prepararle la comida nosotros, pero que podemos usar los biberones y la leche de la abadía.
Ven, dame- dijo Bryan, al tiempo que cogía a la pequeña de brazos de Tala. Al sentirse transportada, abrió los ojos grises y emitió un pequeño gemido de protesta. Con bastante habilidad, Bryan le dio el biberón. La pequeña tenía hambre y se lo tomó con entusiasmo. Después Bryan le dio unos golpecitos en la espalda para que sacara los gases.
Hey, Bryan, ¿cómo es que tienes tanta maña con los niños?- preguntó Tala.
Cuando me castigaban me llevaban al ala de los bebés, donde les daba de comer y los acunaba. Pero nunca cambié pañales- respondió Bryan distraído. Estaba pensando que la pequeña tenía unos ojos muy bonitos. La verdad es que era dulce y delicada, aunque no quisiera admitirlo se había encariñado con ella, como todos los demás.
La nena comenzó a protestar un poco, había comido y ahora tenía sueño. Bryan salió al pasillo para dormirla mientras Tala cenaba y conversaba con los otros. En la oscuridad de la noche, Bryan la mecía suavemente, mientras le daba pequeños besitos en el cuello. La chiquitina no tardó en dormirse, pero se quedó un poco más meciéndola. Qué carajo, le gustaba tenerla en brazos. ¿Era posible que se estuviera volviendo blando? Bueno, la gente cambia, y madura. Ahora sabía que una vida sin sentimientos era peor que la muerte, así que se permitiría el capricho de querer a esa niñita. Volvió al cuarto, pues el frío aire de la noche no era bueno para la pequeña.
Mientras, Tala había estado hablando con Spencer e Ian, que, aunque parezca mentira, hablaban sin parar. Le contaban lo que habían hecho en la cena, y hablaban del horario que deberían llevar ahora que tenían otra responsabilidad.
Chicos, muchas gracias por brindarme vuestro apoyo. Yo… no sé qué decir.
¿Acaso piensas que es sólo tuya? Nosotros también queremos disfrutarla- sonrió Spencer amablemente.
Ante eso Tala sólo pudo sonreír. En ese momento entró Bryan, y depositó a la nena en la cama de Tala. Se sentó junto a Spencer, y le agarró la mano. Fue un gesto que los otros dos no dejaron de advertir. Siguieron charlando un poco más de trivialidades, cosas sin importancia, pero era agradable reunirse y hablar de nada en concreto, mientras la pequeña descansaba. No hacía ni dos días Tala deseaba una vida plena, y sentía que la había conseguido. El camino a recorrer no sería fácil, pero todo era cuestión de intentarlo.
Cuando el reloj dio las diez y media, todos se prepararon para acostarse. Bryan dormiría en el cuarto de Spencer, y Tala e Ian dormirían con la nena. Spencer cogió con cuidado a la pequeña, para que Tala pudiera abrir la cama. Después volvió a colocarla con mucho cuidado entre las sábanas, sin que despertara. Le acarició suavemente la mejilla y les deseó buenas noches. Bryan hizo lo mismo. Una vez se hubo cerrado la puerta, Tala e Ian esbozaron una sonrisa maliciosa. Pero no dijeron nada (sobraban las palabras) y se pusieron los pijamas (Ian no había devuelto el suyo a su cuarto). Ian se acomodó en la cama de Bryan, se sentía somnoliento. Había sido un día muy duro y lleno de sorpresas. Por su parte, Tala se metió en su cama con cuidado. Cuando sintió su presencia, la nena se acurrucó junto a él, buscando su calor. Tala la rodeó con un brazo, y se dispuso a dormirse.
Mientras, dos bocas ansiosas se fundían en un beso lleno de calor. No era un beso desesperado y pasional, en él había pasión, pero también ternura. Se separaron momentáneamente para tomar aire, ojos azules frente a ojos lavandas. Bryan acarició la mejilla de Spencer y él tomó la palma de su mano y se la besó. Sonreía mientras recostaba a Bryan, apoyándolo sobre las almohadas. Tenían tiempo de sobra para amarse y para hacer disfrutar al otro. Spencer miró de manera lasciva a Bryan mientras le quitaba su chaleco. Comenzó a besarle el cuello, lamiendo y succionando de vez en cuando, con cuidado para no dejar marcas visibles. Ya marcaría otras partes de su anatomía. Al tiempo que le lamía el lóbulo de la oreja, le fue desabrochando el pantalón con la otra mano, acariciando el miembro de Bryan por encima del calzoncillo. La respiración de Bryan había cambiado gradualmente de normal a agitada, y después de agitada a prácticamente gemidos. No sabía cómo podía Spencer hacer eso, con sólo caricias conseguir esa respuesta por su parte. Mientras Spencer le había quitado botas y pantalón, y comenzaba a bajar el calzoncillo para observar el evidente bienestar de Bryan. Cuando lo tuvo desnudo debajo de él se incorporó para poder observarlo, tan atractivo, con sus mejillas sonrosadas y los ojos semiabiertos, pero mirándolo, con esos ojos nublados por el deseo. Con su dedo índice recorrió la topografía del pelilavanda, comenzando por las caderas, sin pasar por esa zona que reclamaba su atención, para seguir hasta el ombligo, rodeándolo, sintiendo los suaves espasmos que recorrían el cuerpo de su koi mientras lo hacía. Del ombligo pasó al pecho, rodeando los pezones, sin tocarlos apenas, pero aún así se endurecieron. Subió por el cuello, delineó las cejas, la nariz, los párpados. Acarició suavemente sus labios, y Bryan se introdujo el dedo de Spencer en la boca y comenzó a chuparlo, primero de manera lenta, y luego un poco más rápido. Eso subió la temperatura de Spencer, pues era un gesto claramente sugerente. Antes de darse cuenta él estaba debajo, y Bryan había comenzado a desnudarlo. Lo hizo lentamente, haciéndolo sufrir y desear más. Su boca recorría las zonas del cuerpo que sus manos habían despojado de ropa momentos atrás, con una pasión contenida. Eso frustraba a Spencer, ahora le tocaba sufrir a él. Pero se vengaría, la noche era larga…Spencer quedó tan desnudo como Bryan, quien se estaba dedicando a masturbarlo lentamente mientras mordía el hombro del rubio. La mano de Bryan recorría lentamente el miembro de Spencer, acariciando su base, subiendo por el cuerpo hasta llegar a la punta, donde rodeaba el agujero para después volver a bajar. Era una tortura, Bryan sabía que Spencer estaba sufriendo, y eso lo excitaba aún más. Bajó a uno de sus pezones y comenzó a lamerlo, dando de vez en cuando pequeños mordiscos. Era divertido, le gustaba prolongar el encuentro. Abandonó el pezón para ir a su miembro, pues no había olvidado lo bien que le hizo sentir Spencer la noche anterior y quería devolverle el favor. Le miró un momento, lo que le había enamorado de Spencer era su varonil prestancia, esa esencia masculina que hacía que sus fans se masturbaran pensando en él. Era hermoso, aunque ese adjetivo no se utilizara en el caso de los hombres, era el que mejor le definía. Bryan no podía creer aún que realmente le quisiera a él y no a otro, se sentía como si hubiera sido bendecido. Quizás algún día le expresara lo profundo de sus sentimientos, pero todavía no. Besó el miembro de Spencer, consiguiendo un gemido de su amante. Comenzó a introducirlo en su boca, a la vez que succionaba, hasta habérselo metido entero. Fue aumentando el ritmo, mientras Spencer le acariciaba el cabello, revolviéndoselo. Estaba llegando a la cima, y controlando los movimientos de su koi para que no se corriera antes de tiempo, dejó de excitar su miembro para besarle en los labios.
Spencer cerró los ojos cuando sintió los labios de Bryan rozar suavemente los suyos, cuando empezó a moverlos sobre los de él. Con una mano empezó a recorrer su espalda, siguiendo el camino de la columna vertebral, acariciando los omoplatos, dándole suaves sensaciones en el cuello. Después inició el descenso, acariciando los glúteos de Bryan, apretándolos un poco para acercarlo más. Gimió su nombre cuando Bryan se puso a jugar con el lóbulo de su oreja. Entonces, de manera brusca, Bryan paró. Se incorporó y le preguntó sonriendo sensualmente:
¿Quieres que continúe?
Sí.- sonrió Spencer- Continua.
Bryan se acercó a la oreja de Spencer y le susurró dulcemente:
Sabes, por qué no hacemos algo especial, se me ha ocurrido una postura realmente pervertida.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Spencer, ya la noche anterior se dio cuenta de que le sería difícil aburrirse con Bryan. A ver con qué salía ahora el pelilavanda.
¿Te gustaría probar el 69?- ante lo cual Spencer no pudo más que reír.
Te vas a enterar.
Lo recostó en la cama y comenzó a besarle el abdomen. Después se sentó a horcajadas sobre él, dándole la espalda. Se inclinó y dejó que Bryan sintiera su aliento sobre su miembro, como un preludio de lo que vendría. Bryan deseba más, deseaba que lo hiciera de una vez. El rubio no le hizo sufrir más y se metió el miembro en la boca. Al mismo tiempo se había recostado de manera que su miembro quedó a la altura de la cara de Bryan, quien no pudo más y comenzó a lamerlo. Spencer succionaba suavemente y Bryan comenzó a chupar la punta. A medida que la excitación fue subiendo, aumentaron el ritmo, hasta que ya no pudieron más y llegaron al orgasmo casi a la vez. Pudieron probar el semen del otro, unas gotitas escurriéndose por la comisura de los labios, dos sonrisas satisfechas. Bryan apoyó la cabeza en el hombro de Spencer mientras éste jugaba con su pelo y lo abrazaba con la mano libre. Ambos se durmieron y así fue como los sorprendió la luz del alba.
Un tenue rayo de luz entró por las rendijas e iluminó la habitación en penumbras, revelando dos camas, en una de las cuales había un bulto amorfo. Cuando sonó el despertador refunfuñó, moviéndose inquieto. Pero era hora de levantarse, así que de un empujón se desembarazó de sábanas y manta. Zombi perdido se dirige al cuarto de baño, donde el espejo le devuelve la imagen de un chico de pelo añil despelujado y unos ojos marrón oscuro cerrados por el sueño. Se lavó la cara con agua fría, despejándose, y se cepilló los dientes, ritual que cumplía rigurosamente todas las mañanas. Se enfrentó con gallardía a la ardua tarea de volver a colocar las sábanas en su primitiva posición. Pero como tenía una gran práctica acumulada, el héroe salió victorioso del lance, y fue a despertar a su compañero pelirrojo, que aún dormía con la niña entre los brazos. Unos ojos azules se abrieron a un nuevo día, y Tala se desperezó, yendo al lavabo mientras Ian daba de desayunar a la nena.
Ahora llegaba la hora de cambiarle el pañal. Boris les había dejado durante la noche al lado de la puerta un paquete de pañales. Colocaron a la pequeña sobre la mesa y le quitaron los pantaloncitos. Al intentar soltarle el pañal, comenzó a patalear con energía, retorciéndose como una culebra de río.
¿Y ahora que hacemos? – preguntó Tala desesperado, pues el contenido del pañal estaba a punto de ser volcado.
Tú sujetale las piernas mientras yo se lo cambio- dijo Ian.
Al final, no sin gran esfuerzo (y el pañal se cayó al suelo, esparciendo su asqueroso contenido, que fue limpiado pacientemente por Tala) la bebita quedó limpia, alimentada, vestida y contenta. Tala se duchó, y mientras Ian se entretuvo jugando con la niña, probando sus reflejos.
Salieron al aire de la fría mañana, la niña envuelta en un abrigo un poco grande que Bryan sacó el día anterior de no se sabe dónde (y mejor no preguntar) y se reunieron con sus dos amigos en el patio. Tala había estado algo pensativo y cuando estuvieron juntos, anunció:
Escuchad, ya tengo nombre para la niña.
Hasta aquí he llegado. Espero que os haya gustado. Es hentai, pero también tierno y he disfrutado un montón escribiéndolo. La próxima vez, más y mejor. Hasta el quinto capítulo. ¡Mandad reviews!
