Hola cómo están todos? Ojalá que muy bien. Lugo de días ajetreados y cansados aquí les traigo por fin el tercer capi (espero que no me ahorquen por la tardanza TTTT). Quiero dedicar este capítulo a todas aquellas personas que me han apoyado y a quienes les debo todo. Gracias a todos ustedes: Dedicaciones: a Hikaru-Hoshi (Calma! calma! Espero que pronto puedas terminar toda esa tarea, pero, por lo pronto, mucha suerte! ;) Ojalá te guste este capi sinceramente), a Tay-sama (Je, je, bueno, pues aquí sabrás si lo hacen o no, espero que lo disfrutes!), a miki (Gracias por tus palabras! Y gracias también por las parejas que propusiste. Utilizaré algunas de ellas para los siguientes capítulos), a Mel! (Gracias por el review! Disfruta el capi!), a Liver girl (Je, je, gracias por lo que me dices!), a kaoru-kamiyaxkenshin (je, je, pues sí ese tonto de manta! Pero ya verás que Anna e Yoh pronto podrán disfrutar. Gracias!), a Vale Chan 14 (Aquí lo tienes y espero que te guste!), a haru (Je, je, sí tienes razón, hay qué ponerles una cinta con súper pegamento para que no hablen y los dejen hacer sus cosas. Gracias!) y finalmente a Anna Satsuki Kyouyama (Muchas gracias por tus hermosas palabras TT). Ahora sí pasemos a la historia:
Contigo.
3
By: Joe the time traveler.
Los personajes de este fanfic le pertenecen a Hiroyuki Takei, yo solo escribo la trama de la historia sin fines de lucro.
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Los rayos matutinos del sol centelleaban por todo lo largo y ancho de la ciudad, provocando un calor prematuro en ella que resultaba algo insoportable. De repente algunas ventiscas soplaban regando las hojas secas que se encontraban tiradas en el suelo.
Una chica de cabello rubio caminaba en alguna dirección con paso decidido. Vestía una gabardina de algodón de color azul marino que la protegía del sol y tenía sus manos guardadas en los bolsillos.
Avanzaba hacia un parque y a lo lejos observó en los columpios a una chica con el mismo tono de cabellos y que lo sujetaba en una coleta. Era un poco mayor que ella. Anna se acercó lentamente sin que la otra se diera cuenta.
—¿Eres tú: Nakajima Harumi? Le preguntó a la otra con una voz tenebrosa que la espantó por completo.
—¡Ay! Este… sí, por favor discúlpeme —dijo con timidez mientras sonreía nerviosa— Entonces… ¿Usted es Kyouyama Anna?
La médium no respondió y conservó esa mirada profunda y seria. La chica interpretó su silencio como una afirmación.
—Pero ¡Por favor siéntese! —le dijo tratándola con tanto respeto a pesar de que Anna era menor— ¡Siéntese Kyouyama-san!
Accedió ante las insistencias de la otra y se sentó en un columpio. Pensó que esa tal Harumi era una persona molesta por su actitud, pero aun así sentía algo de compasión por ella.
Le ofreció un refresco que sacó de la mochila y Anna permaneció seria.
—Entonces… ¿Usted contactó con mi madre? —le preguntó yendo al grano inmediatamente.
—Así es…
Se produjo un profundo y pesado silencio entre ellas dos. Una tal vez pensaba en lo que iba a decir y la otra en lo que estaba a punto de escuchar.
—¿Y le dejó un mensaje para mí? —le preguntó interrumpiendo los pensamientos de la itako.
Enseguida la chica estalló en lágrimas amargas y se cubrió el rostro con las dos manos. Anna no se inmutó ante el llanto de aquella, y que según ella, era una reacción predecible. Aun así quiso utilizar algunas palabras para aliviarla, aunque fuera un poco, ya que no podía demostrar afecto de aluna otra manera.
—Los siento Kyouyama-san… Es sólo que… es solo que… ¡La extraño tanto! —al pronunciar esas palabras dolorosas comenzó a llorar nuevamente.
La médium tomó su hombro (lo cual llamó la atención de la chica), y la miró profundamente directo a los ojos.
—El fantasma de tu madre me dijo que estaba bien en aquel lugar y que te quería mucho, a ti y a tus hermanos —hizo una pausa—. Pero también me dijo que la combinación de la caja fuerte era la fecha de nacimiento de tu abuela y que allí encontrarían mucho dinero para seguir viviendo por algunos años.
La expresión de la chica cambió a una de asombro y luego sonrió. Jamás pensó que ese sería el mensaje de su madre.
—¡Gracias!
Anna se levantó del columpio sin cambiar su típica expresión. Se dio media vuelta y comenzó a caminar de regreso por donde había llegado.
—Kyouyama-san…
La rubia se detuvo en seco al escuchar que la llamaban.
—Si vuelve a ver a mi madre dígale que nosotros también la queremos mucho y que la extrañamos mucho mis hermanos y yo.
La itako se dio media vuelta y miró a la chica.
—Lo haré…
Finalmente esbozó una ligera sonrisa y volvió a caminar.
Se alejó y a un lado de la itako apareció la silueta de una mujer (muy parecida a la chica) en ropas blancas que flotaba y sonreía con sinceridad.
"¡Muchas gracias por habernos ayudado! En verdad te lo agradezco…"
—No es nada… es mi deber hacerlo.
"Pero lo que más me sorprendió es que no pediste ninguna remuneración económica, ni nada por el estilo"
—Ya se lo dije: Era mi deber hacerlo —agregó no con una expresión fría sino que su rostro reflejaba calidez por primera vez en mucho tiempo—. Y espero que con las palabras que escuchó de su hija pueda irse al más allá y descansar en paz de una vez por todas.
"Claro que sí, es sólo que me gustaría ver a mis hijos por última vez."
—Puede hacerlo, sólo tiene qué proponérselo —finalizó Anna.
—¡Gracias Kyouyama-san! —el fantasma de la mujer hizo una ligera reverencia y luego desapareció.
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Asakura Yoh se colocó la mochila en el hombro derecho. Vio su teléfono móvil sin batería y lo conectó con el cargador para que se llenara de energía. No le gustaba dejarlo en casa, pero tendría que irse a la escuela sin él.
—¡Adiós! —le gritó a Horo-Horo y a Ren que peleaban, y a Lyserg que los observaba.
—¡Adiós Yoh! —le contestó el de cabello verdes.
—¡Te digo que ese pedazo de pizza es mío! —oyó gritar al ainu por última vez.
Sintió los rayos del sol en su piel y no le agradó para nada la temperatura, pero no tenía ganas de quejarse, al fin y al cabo, si lo hacía le daría más calor, así que tan solo se colocó sus lentes de sol y comenzó a caminar con apuro.
Mientras avanzaba tarareaba una canción que había escuchado esa misma mañana.
Le resultó tan familiar aquel ambiente, que no se sorprendió para nada cuando un descuidado estuvo a punto e ser atropellado por un autobús escolar.
Bostezó un poco y se cubrió la boca con la mano.
"Amo Yoh¿tiene usted calor? —le preguntó el espíritu de Amidamaru que hizo una aparición repentina saliendo de la tablilla que se encontraba en la mochila del shaman.
—No…
"¡Pero si está usted sudando!".
—¡No, que no tengo calor! —dijo con voz alta que espantó a las demás personas que se encontraban allí— Je, je, disculpen.
"Pero Amo…".
—No Amidamaru, no tengo calor —dijo en voz baja tratando de disimular.
El espíritu se disculpó y entonces se introdujo en la tablilla nuevamente. Yoh siguió esperando el transporte que lo llevaría hasta su facultad. Hasta su tortura matutina. Pero bien dicen 'Si el fin es aburrido haz que el intermedio sea bueno', así que se colocó sus audífonos y encendió la radio.
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Miraba el reloj con insistencia, como si tan solo eso se necesitara para que las manecillas avanzaran más rápido. Su turno acababa de empezar, pero él ya quería que terminara de una vez por todas. Sobre todo por que llegaba poca gente al hospital y eso era lo que más le aburría. Como si la mayoría de las personas hubiera decidido no enfermarse ese día.
Suspiró hondamente y luego recargó su rostro sobre sus manos. Tenía la cara más demacrada que de costumbre. Le hacía mucha falta dormir, pero ya casi se acostumbraba a pasarse en vela todas las noches de la semana en el hospital. Ese era el único día que le tocaba en la mañana.
—¡Doctor Fausto… Doctor Fausto! —una enfermera joven se acercó corriendo hacia él. Tomó aire y comenzó a hablar— Ya llegó ella…
—¿Ah sí? —se levantó del asiento apurado.
—Sí, ya llegó Minami-chan —dijo la enfermera mientras sonreía— Llegó con su madre.
—¡Tráigalas a mi consultorio por favor!
—Enseguida doctor.
La enfermera salió corriendo una vez más, parecía una persona muy enérgica. Luego de varios minutos llegó una señora muy sonriente con su hija de la mano. La niña rubia de algunos siete años miraba tímidamente con esos ojos azules a Fausto.
—¡Buenos días señora¿Cómo ha estado?
—¡Buenos días doctor!
Al consultorio entró la enfermera, el doctor y la niña con su madre.
—¿Y cómo te has sentido Minami-chan? —le preguntó con dulzura.
—El cabello se me está cayendo y yo no quiero —la niña hizo una mueca de tristeza— ¿Verdad que usted va a hacer que ya no se me caiga?
—Lo voy a tratar pequeña…
—¿Lo promete?
—Así, es… ¡Lo prometo!
Fausto le sonrió con ternura a la niña y entonces ella le correspondió. Él quería darle algo de esperanza a esa pequeña, algo de esperanza en su vida. Porque a pesar de ser muy pequeña ella sabía que estaba enferma. Era su paciente y quería ayudarla, pero no solo por eso, sino también porque le recodaba a alguien muy especial para él, alguien muy querido.
—¿Estás lista para tus exámenes?
—¡Sip! —afirmó alegre y se paró de la silla de un brinco.
—¡Acompáñame por favor Rika-chan!
—¡Sí doctor! —respondió la enfermera.
Entró Fausto a una habitación apartada con la niña de la mano y la enfermera con los papeles del expediente y la madre se quedó en ese sitio esperando.
—¿Me dolerá doctor? —preguntó Minami con los ojos azules completamente abiertos y expresivos.
—Tal vez sí… pero, tienes qué ser fuerte… muy fuerte —le dijo con un nudo en la garganta y sobándole la cabeza suavemente— ¿Lista para la radioterapia? —le preguntó a su enfermera y ésta contestó positivamente.
La pequeña niña se mordió el labio interior, pero sabía que tenía qué ser fuerte y valiente. Sabía que tenía qué soportar el dolor, como le había dicho el doctor.
—¿Lista Rika-chan¿La zona está ubicada?
—¡Ajá!
Los haces de luz inundaron el lugar por completo. El dolor llegaría tal vez, y después mucho sufrimiento. Pero eso era necesario para salvar una vida. Una pequeña vida que acababa de brotar y que por nada debía de marchitarse.
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—¡Aggh, ese estúpido de Yoh! —maldijo entre dientes por no haber obtenido respuesta ni una sola de las veces que le habló a su novio, más que el sonido de la contestadora—. ¡Ahh¡Tenía qué apagarlo, lo voy a hacer pedazos cuando lo vea!
Le dio una patada al banco de enfrente y esperó impaciente y enfurecida a que la clase terminara de una vez por todas.
Después se dirigió a la salida de la facultad, pero una chillante voz llamó su atención.
—Anna ¿A dónde vas? —le preguntó preocupada una de sus compañeras de clase que la perseguía preocupada.
—¡Voy a mi casa! —mintió arrogante y de mal humor.
—Pe… pero si aun nos faltan algunas clases para que salgamos…
—¡Me importa un maldito comido! —gritó.
—Pe… pero…
—¡No me hagas perder el tiempo, ya me voy y suéltame!
La chica agachó la cabeza apenada y soltó la gabardina de la médium de la cual estaba completamente aferrada desde que la alcanzó. Anna vio a su compañera marcharse animada y entonces gruñó, pero lo hizo porque se arrepentía de haberle hablado así a la chica.
Esperó impaciente a que el autobús llegara y lo maldijo en voz alta cuando lo vio aparecerse.
—¡A buena hora…! —espetó ya más calmada y luego suspiró hondamente.
Luego de pagar se fue y se sentó en uno de los asientos de la parte de atrás y comenzó a preguntarse qué diablos le había sucedido a Yoh y a su tonto celular. Se moría por verlo y a él se le ocurría traer el teléfono apagado.
—¡Maldita mierda! —gritó cuando la tensión volvió a incrementarse, pero entonces suspiró nuevamente para relajarse. No quería que su novio la viera de ese humor tan pesado. Sólo quería disfrutar de él y de un buen rato juntos, pero es que eso la ponía de un carácter horrible.
"Calma Anna, ya no pienses en eso —se dijo en su interior y mejor se dedicó a ver el paisaje del exterior en donde la gente trataba de huir del calor.
Se bajó cerca de a escuela de Yoh y caminó con paso apresurado hasta la entrada.
Vio cómo los chicos de ese lugar le lanzaban miradas hambrientas y desesperadas, pero ella tan sólo utilizó un gesto para calmar esas ansias y fulminarlos con la mirada. Sabía que esa escuela era famosa porque la mayoría de los alumnos que ingresaban eran varones, por lo cual era lógico que todos se emocionaran al ver a una chica por allí, pero a ella no le interesaba en lo absoluto eso, tan solo quería ver a su novio y sabía a la perfección cómo librarse de pervertidos tontos como esos.
—¡Yoh… quiero ver a Yoh! —le dijo con una voz fiera a uno de ellos— Asakura Yoh —hizo su voz más grave y su mirada más temible.
—Eh… ¿Asakura Yoh? No… No me suena —dijo uno de ellos tropezando continuamente al pronunciar las palabras y es que se sentía amenazado por los intimidantes ojos de la itako.
—Yo… creo que sé quién es —interrumpió otro—Es uno de cabellos castaños y largos y siempre lleva sus audífonos consigo ¿A que sí?
Anna hizo un movimiento de afirmación con su cabeza y se cruzó de brazos.
—Cre… creo que está en el aula 7 B.
Anna se marchó y todos suspiraron sintiéndose aliviados.
Se dirigió a la susodicha aula sin perder tiempo y en cuanto la encontró abrió la puerta de un solo empujón lo que causó que todos los que estaban adentro la miraran atónitos al entrar.
—Quiero hablar con Asakura Yoh… ¡Dónde está él?
El maestro se asustó ante tal sorpresa, pero luego recuperó la compostura.
—El alumno Asakura pidió ausentarse el resto de las clases —dijo mientras se acomodaba los anteojos que se le habían caído de la impresión—, dijo que se sentía mal y debía ir a su casa a tomar algunas medicinas.
—¡Maldita sea! —gritó y cerró la puerta de un jalón y el maestro se asustó aun más. En el camino maldijo a todos los que se le cruzaron enfrente y a los que le lanzaban miradas pervertidas los hacía cenizas con los ojos.
Su enojo iba en aumento y eso ella lo sabía muy bien, pero ya no le importaba. Lo único que quería era ver a Yoh y destrozarlo con sus propias manos.
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Sabía que Anna lo iba a matar porque olvidó recargar su teléfono móvil la noche anterior. Lo sabía muy bien. Habían quedado de verse ese día para pasar un momento juntos e irse a casa los dos, pero tenía qué haber sucedido eso.
Sabía que lo iba a matar, pero al menos tenía una excusa, que sabía que era inválida, pero debía utilizarla como última salvación. Sabía que su novia lo iba a maldecir hasta que se quedara sin voz o de plano, iba a dejar de hablarle.
—Disculpa —dijo al reconocer a una de las amigas de su novia cuando traspasó los terrenos de la facultad de psicología, donde su novia estudiaba— ¿Me puedes decir si Anna todavía está aquí?
—¿Eres el novio de Anna? —preguntó con ojos tímidos.
—Ajá…
—Ella se marchó hace rato… Estaba muy enojada y dijo que se iba a su casa.
Pensó que el castigo divino iba a caer sobe él en cuanto llegara a la posada y tragó saliva con dificultad. Agradeció a la chica y salió de la facultad apurado. Ya era mediodía así que era mejor que se diera prisa o el asunto iría peor.
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—¡Lo voy a hacer añicos! —profirió mientras cruzaba una calle.
Caminó dando grandes zancadas con dirección hacia su casa. Esperaba encontrarlo allí, o si no iba a ser peor para él.
"¡Lo voy a pulverizar! —pensó histérica.
Cuando por fin llegó hasta la posada abrió la puerta de golpe y los que estaban en su interior se asustaron por completo. Eran Horo-Horo y Ren que aun vestían su pijama y jugaban cartas mientras comían algunos bocadillos.
—¡Qué ustedes piensan pasarse así todo el día o qué? —gritó. El ainu se asustó por los gritos y Ren le dirigió una mirada como diciéndole "¿y a esta qué le pasa ahora?", pero Horo-Horo hizo una mueca de negación— ¡Malditos flojos!
—Es… es que hoy tenemos clases hasta la tarde —oyó decir a Horo-Horo con voz temblorosa, pero la itako los ignoró y se marchó a su habitación, pero entonces se devolvió— ¿Yoh ha venido para acá?
—No… ¿verdad Ren? —el otro negó con la cabeza.
—¡Maldito estúpido! —gruñó y vociferó por toda la casa. El ainu se asustó aun más, pero Ren le dio un zape para que no fuera gallina y aguantara.
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Sintió algo de aire fresco correr lentamente por su rostro repleto de gotas de sudor y sintió algo de alivio. Estaba completamente cansado, ya que había caminado varios kilómetros sin parar. Su boca estaba reseca y le suplicaba por algo de agua.
Se sentó en una banqueta a descansar y suspiró. Sabía que si no se daba prisa Anna lo iba a matar, pero ya no podía dar un paso más. Ni uno solo.
Suspiró de nuevo y absorbió más aire mientras su cuerpo descansaba. Vio entonces algunos metros más allá un teléfono público que le podía servir.
Dejó pasar algunos minutos y se acercó hasta el aparato. Sacó unas cuantas monedas de sus bolsillos y las introdujo para hacer una llamada a la posada.
—Ren… ¿me puedes pasar a Anna por favor? —dijo una vez que marcó el número.
"¡Dónde estás maldito? —oyó gritar del otro lado del auricular— ¡Te estuve buscando por todo Tokyo!"
—Lo… lo siento Annita, dejé mi celular en casa —se disculpó— Por favor puedes venir a donde estoy.
"Ah… ¡encima de que te escondes de mí ¿pretendes que yo vaya a buscarte!.
—Por favor… estoy muy cansado… Annita.
"Está bien… ¿En dónde estás?
…
Pasaron varios minutos luego de que Yoh le explicara a su novia las calles por las que se encontraba. Fue una tortura eterna esperarla en ese momento, sobre todo sabiendo que podría hacerle cualquier cosa en cuanto lo viera.
Pero entonces reconoció su silueta y la vio acercarse en la lejanía. Sintió temor, pero después pudo ver, lo hermoso que era su rostro y su cuerpo y sonrió coqueto. Miró en sus ojos profundos y penetrantes y se acercó para abrazarla una vez que la tuvo a unos cuantos centímetros.
—¡Dónde estuviste infeliz?
—Lo siento Annita… ¿Todavía estás enojada?
La miró de nuevo a esos ojos color avellana y supo que sí estaba enfadada. Hasta la pregunta era tonta.
—No estoy enojada —suspiró para calmarse y se acercó para abrazarlo— Es sólo que me preocupé porque no supe nada de ti, incluso fui a tu escuela —el tono de su voz se tornó más suave.
—¡E… en serio? —se sorprendió el shaman— ¡Y no te hicieron nada los chicos?
—¿Tu crees que los iba a dejar que me hicieran algo?
—¿Entonces sí me disculpas? —le cambió el tema.
—Sí, pero vas a tener qué llevarme de compras y al cine como compensación —le dio un beso suave y coqueto— Y finalmente tienes qué dejarte someter hoy en la noche.
Supo lo que esas palabras significaban y se sorprendió, pero le agradó mucho la idea.
Fin del capítulo 3.
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Hola de nuevo! Este capítulo tiene toques del primero y el segundo y se parece, hasta cierto punto, a ellos, por eso el siguiente lo voy a hacer completamente distinto a los anteriores, eso lo prometo! (sólo espero que se me ocurra una buena idea a tiempo). Voy a tratar de actualizar el cuarto sin tardarme demasiado, sólo unas dos semanas o tres cuando mucho.
Los dejo con una frase (je, je, creo que ya se me está haciendo costumbre --U):
"¿Por qué motivo nos caemos…? Para que podamos aprender a levantarnos."
Thomas Wayne (padre de Bruce Wayne),
Batman Begins.
Y de una vez me despido esperando que hayan disfrutado este capi y rogándoles que me dejen algunos reversillos y si no les gustó, háganmelo saber también para esforzarme más en el siguiente.
Hasta el próximo y mata ne!
