Como siempre, lo invito a mi página de Facebook donde existe una imagen Sexy de Asuka porrista xd.

Si eres fan de los rebuilds, te invito a que no leas esta historia. De verdad, no la leas. Si eres Fan de Mari, también te invito a que no la leas también. Ikari Soryu si no será retomado, detesto mucho al personaje de Mari como para querer escribir sobre ella de forma positiva.


De una vida ya vívida


Shinji estaba casi con su alma en el cielo. Su día estuvo muy ajetreado y no sabía que pensar con todo lo que había vivido. Debía entender que existían cosas que iban más allá de su comprensión, incluido todo aquello a lo que podía darle una idea y que parecían no estar regidas por la lógica del universo mismo. Esta era otra de sus crisis a las que se acostumbraba a vivir desde que llegó a la ciudad, la única diferencia que había, de que ahora se encontraba feliz tratando de hilar lo que pasaba.

Se hallaba a sí mismo, recostado sobre su cama con una joven muy parecida a su compañera, que era igual, mejor dicho. También estaba el factor de desnudez que provenía de ella, que sumado al hecho de que lo había pedido ella, hacían de la situación un tanto surreal a su parecer sin caer en la definición artística de la palabra.

Podía pasar horas y horas tratando de desenredar este hilo de cuestionamientos que su joven mente analizaba, aunque también estaba el lado donde solo debía sentarse a disfrutar y vivir esta experiencia genuina. No tardó mucho en escoger lo que era la mejor opción y el reloj aún marcaba que faltaban horas para despertar, siendo sábado el día en el que estaban, la preocupación era mínima. Abrazó a la chica que yacía sobre él y decidió descansar su mente, aunque fuera un poco ante la idea de tener que volver a una realidad que destruyera todo lo que vivía.

Las horas pasaron y la primera de las dos personas en despertar fue ella. La joven germana abría sus ojos con algo de pereza mientras que su nariz percibía un aroma que la hacía sonreír. Se hallaba abrazada por el chico de cabellos castaños al que había hecho tocar uno de sus senos y el que la vio con un cuerpo reparado, ajeno al que ella poseyó alguna vez.

Sabía que estaba jugando con fuego, entendía muy bien la diferencia que existía entre ambos y no solo por su sexo, sino por una infinidad de sucesos que parecían ser dos culturas distintas a sus ojos. Había soñado con un momento como este, tomaba en cuenta que los dos fueran pareja, aunque debía recalcar que ella ya poseía un Shinji que era ajeno también a esta realidad.

«Baka… ¿Qué sucedió? ¿Por qué he llegado a este mundo? Se supone que los dos estábamos encarando a la realidad misma y después me encontré aquí. ¿Estoy atrapada o me hallo en libertad? ¿Soy ajena a esto o es una cosa de la que tengo que aprender algo?»

Existían varias cosas que la hicieron pensar en lo que sucedió para que ella llegara aquí. Se podía pasar todo el día intentando hallar una respuesta y al final se encontraría nuevamente en esta posición tan cómoda. Debía dejar las preguntas existenciales para después y solo dedicarse a disfrutar. ¿No?

—Parece ser que estás pensando mucho.

—No solo eso, también disfruto de dónde estoy y lo que puedo oler gracias a mi muy buen refinado sentido del olfato el cuál deberías admirar.

—Ahora si pareces la gran Asuka Langley Soryu.

—No me faltes el respeto, Kínder.

Shinji, quien había despertado un poco después que ella, había cambiado el rumbo de una conversación incómoda a una especie de plática que una pareja debía tener después de hacer el amor.

Ellos no hicieron el amor y no eran pareja.

Ambos se mantuvieron así por un rato, no entendían la razón para no alejarse del otro. Sentían que sus cuerpos dependían del calor del otro, incluso en el caluroso verano eterno que Japón vivía. Seguro esto era algo que tenía que ver con ciertas emociones de las cuáles eran ajenas, o al menos eso se decían.

No estaban enamorados, se conocían apenas, pero sabían que ellos tenían a alguien semejante con el que se involucraron profundamente. Podían armarse de valor e intentar hacer algo más, pero sería una locura. Al igual que antes, Asuka fue la primera en hacer algo, siendo esta quien se levantó de dónde estaba, gruñendo a lo bajo mientras se sentaba en el cuerpo del chico.

—¿Cómo son tus mañanas? —preguntó ella con genuino interés mientras pensaba en alguna forma para que el viera su sexualidad.

—Hoy es sábado y como Misato no salió, creo que despertara al medio día. —respondió él, notando ligeramente una línea que iniciaba cerca de la entrepierna de la joven— ¿P-Por qué deseas saberlo?

—Me interesas, más de lo que parece, tú y yo nos llevamos muy bien.

—¿De verdad?

—De verdad.

Shinji no sabía que decir de momento. Su relación con su Asuka era muy extraña; a veces eran amigos, otras ocasiones parecían dos completos desconocidos. La confianza entre ambos no existía y ninguno hacía algo para acercarse al otro, mejor dicho, él no lo hacía.

Su mundo estaba tan centrado en sí mismo que no se daba cuenta de lo que pasaba a su alrededor. Era miedoso, una gallina si lo querían llamar así, y eso era algo que en verdad envidiaba. En repetidas ocasiones se dijo a si mismo que debía cambiar y, sin embargo, no movía ni un dedo para hacerlo, se quedaba estupefacto, inmerso en su propio mundo sin reflejar la realidad de lo que quería.

La joven sabía muy bien esto, Asuka conocía a la perfección al chico, incluso cuando no se trataba de su Shinji. No habían pasado las cosas que debían pasar, todo era antes de los incidentes que marcaron su cuerpo con cicatrices. Entendía que debía hacer algo para impedir todo eso, pero apenas y podría manejar lo que pasaba a su alrededor. Desconocía si él la entendería, si lucharía por ella, pero tal vez eso era lo que quería saber, antes que nada.

Pasó mucho tiempo sola, acompañada de una chica que tiraba al lesbianismo cuando ella no quería algo así. Su mundo era gris, carente de las emociones que acababa de demostrar. No podía confiar en la perra faldera de Misato, mucho menos podía acercarse a su otro yo sin querer asesinarla por la actitud tan áspera que tenía, incluso si ella alguna vez la tuvo.

—Fui una verdadera zorra contigo. —murmuró ella, bajando su mirada y recorriendo con sus manos el pecho del joven que yacía debajo de ella— ¿Alguna vez nos hemos besado? ¿Has besado a la Asuka que siempre te molesta? —sus ojos buscaron a los de él y cuando los encontró, supo todo lo que necesitaba saber.

—Solo una vez, pero ella sintió asco, —él recordaba ese día, sintió un fuerte dolor en su pecho aquella ocasión en que su compañera lo invitó a besarse en el aniversario de muerte de su madre— pero sé que fue mi culpa, tal vez debí tener más agallas y…

—¿De verdad crees que ella pensó eso? Mein Gott, Sie müssen zwischen den Zeilen lesen. —dijo ella, hablando un poco de su idioma natal y confundiendo al chico— Ella solo te engañó porque es una maldita desgraciada que no aceptará que aquel beso fue el mejor y único que había recibido en su corta y patética vida.

Shinji estaba sorprendido de lo que esta Asuka había dicho. No sabía que tan ciertas eran sus palabras, pero en verdad debía reconocer que estaban cargadas con cierto descontento contra su compañera.

—Ven aquí, te voy a demostrar que no das asco.

—Cómo vas a… —antes de que Shinji pudiera terminar de hablar, fue tomado del cuello de su prenda y sus labios encontraron los de la chica en un beso que parecía estar lleno de pasión y cariño, muy diferente al beso que había tenido con su Asuka.

Viendo la posición incómoda en la que se hallaban ambos, ella se dispuso a recostarse nuevamente mientras seguía con aquel beso el cual pasó de uno inexperto de parte de él a un estilo más natural. Estaba contenta con lo que logró y su cuerpo no la engañaba. El calor comenzó a subir más rápido en ella y las ganas de avanzar la hicieron que llevara sus manos por debajo de la playera del chico donde comenzó a acariciarlo de tal forma que causó que él gimiera levemente.

—Fufu. —ella soltó una pequeña risa ante lo que sus oídos alcanzaron a escuchar— Parece ser que el dulce e invencible Shinji acaba de experimentar algo que nunca antes su Asuka le había mostrado. ¿Te gusta cómo te trato, Baka?

—Y-Yo…

—Debes ser sincero conmigo. —las suaves manos de Asuka recorrieron el jovial cuerpo del piloto. Adoraba todo lo que era él y en su mente, algo surgía desde sus cenizas— ¿Has sentido algo por alguien?

—Y-Yo…

—Deja de tartamudear; agarra esas agallas tuyas y suelta todo lo que tengas que decir.

Shinji no podía creer lo que escuchaba. ¿De verdad era ella la misma Asuka con la que convivía?

—Me gustas, me gusta Asuka… perdón, pero no sé cómo diferenciar entre ustedes cuando hablo y ella, tú… ¡Ah! ¡Sí me gusta Asuka! —soltó él, cediendo ante el aura de valor que su acompañante transmitía en toda ocasión— Sé que la llamarás tonta, pero ella y yo no somos tan distintos.

—Lo sé.

—¿Lo sabes?

—Sí, yo también soy Asuka, a fin de cuentas.

La joven Shikinami se levantó, dejando al joven con un aire de tristeza ante su salida. Ella se cubrió bien con una camisa y salió del lugar sin decir nada. Nuevamente, aquella habitación se hallaba vacía, parecía que lo único bueno que le había pasado en mucho tiempo se alejaba como las olas del mar azul.

No pasó mucho tiempo y algo en el aire le hizo recobrar los ánimos. Un aroma dulce llegó hasta su nariz, activando uno de los reflejos humanos más primitivos: el hambre. Era extraño despertarse y oler algo con buen aroma, pero sin duda lo estaban cocinando con pasión. Salió de su habitación sin esperar nada, pero su sorpresa fue grande al ver a la misma Shikinami de pie y con un único delantal puesto mientras servía un plato de omelette con algo de pasta de tomate.

—Parece ser que te he regresado esos ánimos. —bromeó ella.

—¿Te diste cuenta?

—¿Acaso crees que iba a dejarte triste? No soy esa zorra, Shinji.

El castaño iba a decir algo, pero entonces se encontró atrapado entre unos brazos que rodearon su cuello y que le acercaron mucho a la joven de sus sueños.

—Además, quiero que sepas que yo te aprecio. —susurró ella con sus labios casi conectados con los de él nuevamente.

—¡¿Qué está pasando aquí?!


Asuka Langley Soryu había tenido una bella y agradable noche. Sus sueños habían sido más felices, como si sus pesadillas se esfumaran ante la presencia de aquel cariño que Baka Shinji despertaba en ella. Finalmente había conseguido darle valor para poder tener esa cita que tanto había anhelado.

Los rayos del sol que pasaban a través de su ventana le indicaban que ya era hora de levantarse. Cuando por fin pudo abrir sus ojos se topó con una vista bella de la ciudad que era adornada por un haz de luz anaranjado vivo que le provocaban una sensación de tranquilidad, incluso cuando había una perra detrás de su compañero.

El día anterior se había presentado un portal en el cielo de las instalaciones de NERV donde ella practicaba en compañía de los otros pilotos. Parecía obra de un ángel, mismo que había devorado la unidad Evangelion de Shinji, pero dicho contacto fue lo opuesto a aquella ocasión. De aquel orbe en el cielo salió una cápsula como las que ellos usan para poder pilotear sus cosas mechas, pero que contenía una desagradable sorpresa.

«Esa zorra tuerta en verdad cree que me haré a un lado. Por años he tratado de ser la mejor, desde niña he trabajado arduamente para llegar hasta donde estoy y finalmente cumpliré mis metas. Eso te incluye a ti, Baka»

Con solo imaginarlo una sonrisa se dibujaba en su rostro.

Recordó que era sábado en la mañana. Su tutora no iba a despertar hasta pasadas las once, aunque era más probable que estuviera despierta a la hora de la comida. Tenía tiempo suficiente para escabullirse y despertar a su Baka Shinji. No quería que el mal pensara las cosas, pero algo dentro de ella le indicaba que era lo mejor ahora que la otra Segunda Niña estaba merodeando, buscando hacerla a un lado.

Ella quería dar una buena impresión, un tanto diferente a la que le dio cuando hablo del Muro de Jericó.

Buscó en su armario algo de ropa sexy, pero se decantó por una lencería oscura que había comprado antes de venir a Japón. Originalmente era para presumirla frente a Kaji-san, pero hace tiempo que dicha idea murió. Se la probó, notando entonces que su busto había crecido algo debido a la incomodidad que sentía en esa zona en particular.

—Parece ser que Baka Shinji disfrutara de esto. —murmuró Soryu con orgullo mientras se giraba para verse mejor— Creo que debo hacer pompa, aunque de por sí soy perfecta, lo seré aún más.

Ya estaba casi lista para ir a despertar al tonto de su vida. Terminó su atuendo con unos tacones de plataforma que apenas sabía usar, haciendo uso de las paredes para no caer. El tamaño era algo exagerado para una joven como ella, pero si podía pilotear la última arma de la humanidad en contra de los mensajeros de Dios, esto era pan comido.

Tardó un poco, pero finalmente había salido de su habitación para cruzar el pequeño corredor que daba hacia la recamara del chico. Fue entonces que ella notó la ausencia de su compañero y el exquisito aroma que provenía de la cocina.

—Baka… No puedes dejar un día de ser tú.

Esto era típico de él. Siempre pensaba en ellas antes que en sí mismo. No podía pedir a un mejor compañero, no después de todo lo que él les había dado en todo este tiempo. Odiaba admitirlo, pero era su hombre.

¿Acaso crees que iba a dejarte triste? No soy esa zorra, Shinji.

—¿Eh?

Ella pudo escuchar claramente su voz proveniente de la otra habitación. Era obvio que no era ella, porque de ser así, no estaría en camino hacia allá. No quería creer que la zorra de Shikinami había sido traída al departamento, mataría por esa decisión ya fuera de Kaji o del mismo comandante. Había cosas que simplemente no debían darse y una de ellas era la relación entre Shinji y la puta tuerta.

Además, quiero que sepas que yo te aprecio.

Al llegar a la cocina, una imagen rompió su corazón despertando una ira que había sido apaciguada hasta hace poco.


—¡¿Qué está pasando aquí?!

Shikinami sonrió con malicia al notar que su yo de este universo llegó en el momento en que ella se había acercado a Baka Shinji.

—¡Asuka!

—¡¿Qué crees que haces, maldita zorra?!

—¿Zorra yo? ¡Ni que fuera la puta de Misato!

Esto ya estaba escalando de manera grave. Shinji no entendía mucho sobre la mecánica cuántica cómo para entender las diferencias que había entre ambas. Lo poco que sabía no servía de nada, pero debía intentar algo antes de que ambas se muelan a golpes… antes de que Shikinami muela a golpes a Soryu.

—A-Asuka… —ambas voltearon a ver al pobre Ikari quien estaba nervioso por la situación— Y-Yo quiero cocinarles algo especial, sé que esto es algo muy complicado para ustedes, ser iguales y al mismo tiempo tan diferente… yo quiero ayudarlas.

Sus palabras, más que empeorar las cosas cómo creía, habían aliviado la situación.

—¡Está bien, Baka! —exclamó Soryu con su orgullo de siempre mientras le daba un golpe en la nuca que molestó a Shikinami— Para compensar este error, quiero panqueques con tocino, mucho tocino. Espero que todo esté listo cuando salga del baño. —su voz se había relajado al final dando lugar a algo mucho más calmado y con cierto cariño— Bakita Shinji, hazlo.

Dando un paso más, Soryu besó en la mejilla a su compañero de todo un año. No solo era una forma de molestarlo, sino de expresar su dominio sobre él ante la nueva invasora que había llegado a su vida hace poco.

Ambas germanas se miraron por un momento. Ni una cedería ante la otra.

Shikinami sabía que este no era su mundo. Aquel había sucumbido ante los errores de su antigua tutora y la ambición del padre del chico. Conocía perfectamente su pasado, se sentía asqueada por ello. Sino fuera por él, sino fuera por Baka Shinji, ella no estaría aquí.

No iba a ceder nuevamente al destino. Mucho menos dejaría que alguien como Kensuke la guiara. Había confiado en muchos que la llevaron a una resolución cuyo destino terminó en tragedia.

Cambiaría el mundo ahora.

Cambiaría el destino de Shinji.

Cambiaría su destino.

Nadie iba a oponerse a su-

—¡Al fin! ¡Alguien decidió cocinar! —gritó Misato saliendo de su habitación con su senos por fuera mientras corría a tomar asiento en la mesa en espera de su primer alimento en el día— ¿Eh? ¿La otra Asuka se quedó a dormir aquí? Además está desnuda…

Shikinami estaba roja por la pena. Soryu estaba roja por la ira. Shinji estaba rojo por lo que veían sus ojos claros.

—¡Ponte algo, maldita perra!

—¡¿Eh?! ¡¿A quién le dices perra, Asuka?!

—¡A ti, obviamente! ¡Mírate antes de hablar sobre la zorra pelirroja!

—¡Al menos no soy una bastarda con Shinji!

—¡Tú cállate!

Y aquella paz que Shinji había logrado con mucho esfuerzo se había esfumado con la presencia de su tutora.