Quinto capítulo

Seda y piedra

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¿Cómo era posible¿Cómo podía ser que una criatura que se suponía en tierra celta (1) estuviera en Grecia¿Y por qué le tocaba sufrirla justo a ella, que no la soportaba¿Por qué ella, un ser hecho para vivir entre sedas, como si fuera de vidrio, tenía que estar con ella, que en el día debía volverse de piedra?

En verdad, debía ser una broma. Y mayor debía ser eso de "la tradición" ¿Desde cuándo hadas y sílfides (2) debían unirse? Oh, claro, ya lo recordaba. Desde que los silfos de su familia habían traicionado a Merlín, y éste les había echado una maldición mucho más dura que el destierro en que pensaron en un principio. Ahora, no sólo no volvería a ver las tierras en donde vivía el rey Arturo, sino que ella, elemento etéreo, debería volverse una estatua de piedra dura y vulgar de día. Y, para postre, debían soportar un hada de compañera.

-No lo voy a hacer- le había dicho a su madre, cuando le comunicaron la noticia.

-Debes hacerlo, Julia, es la tradición- le había dicho su madre.

-Pues es hora de romper con las tradiciones viejas-

-Julia, escúchame- su madre se puso seria –Ha pasado mucho tiempo desde que Merlín nos ha maldecido, y fueron tiempos muy duros. Él nos puso un límite de tiempo, tras el cual, si lográbamos un objetivo, podremos volver. Pero, si no lo hacemos, pasarán siglos antes de poder volver a tener una oportunidad-

-Oh, y yo soy la última que tiene esa oportunidad y por eso debo hacerlo¿verdad-

-Correcto-

¿Y que es ese objetivo-

-Ser más etérea que el aire, y estar en el cielo aunque seas de piedra-

Julia la miró.

¿Y cómo puede una piedra volar, madre-

-Eso lo tendrás que averiguar tú-

-No lo haré-

¿No quieres ver la tierra en donde nació nuestra raza-

-...-

¿Acaso piensas negarle a tu pobre y anciana madre el placer de ver sus tierras-

-Madre, no es gracioso-

-Bueno, te lo pondré en éstos términos: si no lo haces, o al menos lo intentas, todas las sílfides del norte de España se quedarán aquí por los próximos siglos. Y, dejando de lado los deseos que tenemos de volver, piensa en cómo te tratarán por ni siquiera haberlo intentado, después de siglos y siglos de destierro... –

-...Madre-

-Inténtalo al menos-

¿Y si no quiero-

-Tú se lo dirás a las otras-

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No había dicho otras porque fueran todas féminas, no, sino porque las sílfides eran, en su mayoría, mujeres. Y, además, porque había sido culpa de un silfo que las habían desterrado. Desde ése entonces los silfos se sumieron en la depresión, mientras que las sílfides, repuestas del golpe inicial, no les reprocharon su conducta. Ya el tiempo arreglaría las cosas, se dijeron, y se pusieron a trabajar para encontrar un nuevo hogar en Grecia, donde habían sido desterradas.

¿Y los silfos? Las siguieron, porque no tenían nada mejor que hacer. Poco a poco, las sílfides construyeron su hogar en Atenas, y los silfos se limitaban a hacer lo mínimo indispensable para su supervivencia, hasta que las sílfides les dijeron que se movieran, que ellas habían trabajado para tener lo que tenían, y sólo ahí reaccionaron. Desde ése momento, las sílfides pasaron a ser una raza definitivamente matriarcal.

Y entonces les llegó la tradición esa, por un hado enviado de Merlín. Y lo habían intentado, siempre con un enviado de un sexo y un elegido de otro. Siempre fallaban, y nunca lograron entender qué se había propuesto el viejo mago. Tenían un límite, no de tiempo, sino de intentos –uno por cada generación- y ahora, por primera vez, habían dejado que dos del mismo sexo se juntaran. El silfo elegido de ésa generación, Raúl, el hermano de Julia, había decidido ver a los humanos más de cerca, y lo atraparon. Los cuatro hombres, borrachos hasta las orejas, lo arrojaron al fuego, como si fuera un muñeco, y se evaporó. Desde ese día, las sílfides no volvieron a ser vistas por ojos humanos.

Las sílfides tenían el tamaño de un hada, por más que eso les molestara. Y ella llegaría al día siguiente. Se hicieron los preparativos, en los que hasta Julia participó, esperando que el hada, al menos, fuera tratable. Algunas habían tenido un carácter insoportable, en especial las que se creían bonitas. Sólo porque no debían temerle al Sol, porque no se convertían en piedra...

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A la noche siguiente, las sílfides esperaban la llegada de la enviada. Miraban al cielo, esperando ver alguna señal de la llegada de la hadas, hasta que algo las distrajo. Un montón de luciérnagas revoloteaba alrededor de una gaviota, no, de nueve gaviotas, que venían volando hacia ellas. Montadas sobra las aves iban ocho hadas, y una que estaba cubierta de los pies a la cabeza. Ésa era la enviada.

-Buenas noches, seres del aire- saludó una de las hadas, de pelo rosa y ojos felinos –Henos aquí nuevamente para entregarles a nuestra enviada-

-Buenas noches, seres del bosque- dijo la madre de Julia –Aquí está mi hija mayor, quien será nuestra enviada-

Julia estaba vestida de blanco, con un vestido que le llegaba por debajo de los pies. Pero como las sílfides flotaban, eso no era problema. Sentía algo de curiosidad al ver a una hada que parecía un gato rosado, pero más curiosidad le producía el no poder ver a su hada. A ésa con la que tendría que estar por un tiempo largo.

A una señal de la chica rosa, dos hadas –una con pelo negro y largo, atado en una cola alta, y la otra con el pelo marrón hasta los hombros - retiraron la seda que cubría a la enviada. Todas las sílfides miraron atentamente, pero a Julia le daba lo mismo. Seguramente era otra con el pelo laaaaaaargo y se ufanaría de eso, pero ella también lo tenía largo, y de dos colores. A ver si esa la superaba...

Pelo corto.

Un hada con pelo corto. Y rosa. Eso sorprendió a Julia, pero no se movió de su lugar. Esa hada parecía ser algo más tratable que el resto, así que se aflojó un poco.

-Marian, Hiromi, regresarán con nosotras- estas la miraron, sorprendidas. Por lo general, dos hadas se quedaban a cuidar a la enviada -Así lo ha dicho Merlín. Esta es la última en mil años-

Entonces era en serio –pensó Julia- De repente se le vino todo el peso de su responsabilidad encima, y no creyó poder soportarlo. Pero se mantuvo flotando al mismo nivel, no iba a mostrar debilidad, no frente a las hadas, eso sí que no.

-Seres del aire, les deseamos éxito- dijo la chica de pelo rosa. Las hadas motaron en sus gaviotas –la que quedó libre se iba a quedar- y desaparecieron.

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"Muéstrale su habitación a Matilda" le había dicho su madre, y Julia había obedecido. Lo que no sabía era que dormiría en SU habitación. Eso ya era raro. Pero que tuvieran que dormir en la misma cama ya era demasiado.

¿Y por qué tengo que dormir en una cama, madre, si me convierto en piedra de día- le había reclamado a su madre.

-Porque así lo dicen las leyes- le había respondido.

¿Y las leyes las hizo algún hombre-

Su madre la había mirado mal, y muy mal, así que Julia optó por irse en silencio. Y si bien no miró a las otras sílfides, sentía que la miraban con muchas esperanzas. Y aunque ésa hada fuera linda y simpática¿cómo iba a cumplir la consigna? No tenía ni idea. ¿Y ésa hada sabría...?

-Oye, hada- dijo Julia, molesta, al ver a Matilda sentada sobre la cama –Quiero preguntarte algo-

-Sí¿qué deseas- lo que menos le gustaba era que cada vez que sonreía, parecía como si hubiera estrellitas alrededor. Efecto feérico (3), pensó.

¿Tienes alguna idea de cómo se puede "ser más etérea que el aire y estar en el cielo"-

¿Dónde has escuchado eso- Matilda estaba sorprendida.

-Lo dijo mi madre-

¿No se referirá al vuelo? Así es como me siento cuando estoy en el aire-

Julia la miró con mala cara.

-Mejor me voy. Gracias- dijo molesta, y se fue.

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¿Y por qué no puedo dormir en mi pedestal, madre- ya estaba a punto de explotar. Esto ya era demasiado.

-Porque así lo dicen las leyes- respondió su madre, paciente.

¿Y por algún casual tengo que ir a dormir con ésa hada-

-Así es-

¿Y en la misma cama-

-Sí-

¿Y me tiene que gustar-

¿Dormir en una cama, dormir acompañada, dormir acompañada con un hada o qué cosa, querida-

-Las tres cosas-

-Aunque no quieras tienes que hacerlo (4)-

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Cuando volvió, la hada estaba cubierta con seda liviana. Por supuesto, las hadas se ponen ropa para dormir, se acordó Julia después del golpe inicial. Y Matilda es una hada, y voy a tener que dormir con ella. ¿Por qué me toca esto a mí? Si mi hermano estuviera vivo le tocaría a él. ¿Por qué tuvo que ser tan idiota?

-Julia¿estás bien-

La dulce carita de la hada estaba a menos de veinte centímetros de su cara.

¡MATILDA- Julia se sobresaltó y retrocedió, cayendo al piso ¿Qué estás haciendo-

-Te veías triste, y yo quiero que confíes en mí-

Las hadas tenían cierta tendencia a usar telas livianas y algo transparentes, se acordó la sílfide al ver cómo se podía adivinar la silueta de Matilda a través de su ropa. Figurita delicada, casi de niña, aunque estuviera bien desarrollada. Parecía una muñeca.

-Me acordé de... alguien- dijo Julia, rápida. Por un segundo pensó en decírselo, pero no confiaba tanto en ella. Momento¿tanto?

¿En quién- Matilda se arrodilló a su lado, atenta a lo que la sílfide le dijera.

-En mi hermano- soltó Julia, casi sin saber por qué.

-Oh¿está lejos y no lo puedes ver-

-Mucho más lejos de lo que podré llegar yo-

¿Está en el cielo-

Julia la miró, sorprendida. ¿Acaso sabía algo... o era parte de su consigna?

-Sí, los humanos lo mataron-

-Oh, lo siento mucho por ti-

-A mamá le dolió más. Yo soy fuerte-

-Pero incluso la mas dura de las piedras es vencida por la paciencia del agua-

¿Eh?

-Me lo dijo mi madre hace tiempo-

¿Y qué vence al aire-

-El aire y el viento son los elementos de las Diosas. Por medio de ésos elementos nos hablan sus enviados-

¿Eh, eh?

-Ey¿sabés algo que yo no sepa sobre esto- le preguntó Julia, recelosa.

¿Sobre esto-

-Sí, sobre lo que tenemos que hacer-

¿Ser buenas amigas-

Julia la miró feo.

-Mejor me voy-

-Pero va a amanecer, y tienes que dormir- dijo Matilda, con su vocecita de niña.

Julia se paró en seco. Tenía que dormir con ella, y ya podía sentir más que ver a su madre esperándola en la puerta para hacerla volver. Y el cielo empezaba a aclararse. Las hadas también dormían de día, recordó, pero no creía que fuera buena idea. Para empezar, no tenía ropa de dormir.

-Toma- dijo Matilda, como si le leyera los pensamientos. En las manos tenía un camisón de seda rosa. El de ella era amarillo.

¿Qué es esto- preguntó Julia, curiosa.

-Lo usamos para dormir. Si vas a dormir conmigo, creo que será mejor que te lo pongas-

Julia lo pensó un poco. Qué tanto, después de todo quería saber cómo se sentía tener seda sobre su cuerpo. Pero no sabía qué hacer para ponérselo. La hada rió bajito, viendo su desconcierto.

-Si quieres, te ayudo a ponértelo- dijo Matilda.

¿Cómo se hace con esto- preguntó Julia, vencida.

-Mira, primero tienes que sacarte la ropa-

¿Toda-

-No, debes dejarte la ropa interior inferior-

Julia se sonrojó. Nadie excepto su madre la había visto sin ropa, y no quería que alguien más la viera. Menos una hada.

-No lo voy a hacer frente a ti-

-Como quieras, no miraré- Matilda se dio vuelta. El sol iba a entrar por la ventana en cualquier momento.

Julia se sacó la ropa, pero al llegar a su ropa interior paró. Miró a la hada, que seguía de espaldas, y se sacó el corpiño. Rápida trató de ponerse el camisón, y fue una sensación electrizante. Sentir la seda sobre su piel desnuda hizo que sintiera un rayo en todo su cuerpo. Para qué negarlo, la seda era excitante. Tal vez porque nunca había usado ésa ropa, tal vez porque nunca había estado con tan poca encima, o quizás porque tenía que dormir junto a una hada.

¿Ya terminaste- preguntó Matilda, sin darse vuelta.

-Eh, sí, creo-

Matilde se dio vuelta y sonrió.

-Te ves muy linda así. ¿Por qué te empeñas en ocultar tu cuerpo? Si eres muy bonita... –

-Eh... Gracias Matilda, supongo que tú también lo eres-

-Vaya, dijiste mi nombre. Eso es un gran avance-

Cosa rara, no le molestó nada a Julia. Fue hacia la cama y se acostó, dispuesta a dormir, hasta que sintió que una mano delicada le tocaba el rostro.

-Buenas noches- dijo Matilda, y la besó en los labios.

Julia se quedó estática, sin saber qué hacer. Pero el sol ya había salido, y su cuerpo se volvió piedra.

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Cuando despertó, Matilda no estaba acostada. Ella estaba sola en ésa habitación, y no veía a la hada por ninguna parte. Se entristeció, sin saber bien por qué. Después de todo, sólo era una hada. ¿Qué tanto le afectaba que ella no estuviera allí?

Algo se posó sobre su cabeza.

Al levantarla, la vio allí arriba, volando. Le había puesto una guirnalda de flores sobre la cabeza, tal y como la hada. Matilda sonreía. Julia hizo lo mismo, casi por inercia. No se acordaba haber sentido ésa clase de alegría antes.

¿Cómo dormiste, Julia¿Soñaste cosas lindas- le preguntó la hada, sentándose a su lado.

-No me acuerdo de mis sueños, pero dormí bien. Nunca había dormido en una cama... con alguien- se apuró a agregar, aunque no sabía el por qué.

-Oh- dijo Matilda, y se levantó –Salgamos un poco. Tu madre quiere hablar contigo, y me han llamado para desayunar. Si quieres, te esperaré antes de ir a comer-

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El saber que alguien la esperaba le subió un poco el ánimo. Pero el ver la cara ansiosa de su madre se lo tiró abajo.

¿Y bien¿Qué te parece ahora- preguntó su madre.

-Me parece algo simpática... Y creo que sabe algo de eso de "estar en el cielo"-

¿Ah, sí¿Y no pasó nada más-

¿A qué te refieres, madre-

-Nada, nada, si no sabes, no ha pasado nada. Ve a desayunar-

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No logró sacarle nada a su madre. Y a su padre tampoco, así que desistió mucho antes de empezar. Los silfos no se tomaban tanto trabajo cono las sílfides, así que ésos asuntos no les importaban. Pero al ver a Matilda, su enojo se evaporó. Al menos tenía a alguien simpática y amable que no la presionaba. Es más, hasta prefería estar con ella en vez que con otras sílfides. Y a las sílfides parecía no molestarle... demasiado.

-Ven conmigo- le dijo a la hada en cuento terminaron de desayunar.

¿A dónde vamos- preguntó Matilda.

-Ya vas a ver-

La llevó afuera del pueblo de las sílfides, entre los árboles, pasaron el bosque (le gustaba ver cómo sus telas blancas se mecían en el viento) y llegaron a un lago. La Luna llena se reflejaba sobre el agua, como si fuera un espejo. Se sentaron en la orilla, y Matilda se quedó maravillada al ver el paisaje.

¡Qué bonito es- miró a Julia ¿Cómo se llama ésta lugar-

-Lago de la Luna- dijo Julia, sin sacarle los ojos de encima.

-Que lindo... –

Julia se acercó al hada, con cuidado de no hacer movimientos bruscos, para no espantarla. Tenía algo de miedo, pero debía hacerlo. Si no, perdería la cordura. Le abrazó la cintura con delicadeza, como si la figurita de Matilda fuera de cristal, hasta tenerla pegada a su cuerpo. Puso su cabeza sobre su hombro, aspirando el olor a rosas que emanaba de su cuerpo. Esperaba que la hada se moviera, se extrañara o la alejara de ella, pero no fue así. Cuando levantó la cabeza, Matilda la estaba mirando, con su sonrisa encantadora.

-Vos sos mucho más linda- le dijo Julia, haciendo que sus labios se tocaran.

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Debería sentirse confundida, pero no lo estaba. Debería sentirse ansiosa, pero no lo estaba. Y debería estar atenta a lo que su madre le decía, pero no lo estaba. Seguía embobada con el recuerdo del beso de la hada, recordando cómo le abrió la boca con inocencia para que ella la explorara con su lengua. Su figura se amoldaba con la de ella y casi casi eran una sola. Se sentía embotada, como si todo estuviera sobre algo que se moviera de manera muy lenta, y como si todo fuera hermoso.

Entró a su habitación, sin pensar demasiado en que amanecería en unos minutos, o que la compartía con Matilda. Se sacó la ropa sin ver hacia la cama, y se puso el camisón de seda. El choque eléctrico fue mucho más fuerte ahora, y sentía cómo le recorría le cuerpo. Se pasó la mano por uno de sus senos, pensando en cómo sería que alguien más la tocara así.

-Te veías más linda sin ropa- le dijo una voz dulce.

Julia se quedó helada. Se acordó que no estaba sola en esa habitación, y que la que la acompañaba era la causante de todas ésas sensaciones nuevas. Empezó a retroceder, de espaldas, como si fuera una autómata, sin fijarse si había objetos con lo que pudiera chocarse. Cuando llegó al borde de la cama, se acostó y se tapó con la sábana. Sentía a la hada a su lado, sentada, aún sin taparse, pero no se atrevía a mirarla. Y no era sólo porque la había visto desnuda, sino porque sabía que lo había hecho todo pensando en ella. Podía sentir cómo sonreía ante su creciente sonrojo.

-Te veías más linda sin ropa- repitió Matilda, acercándose a su oído. Julia dio un respingo al sentirla tan cerca ¿Me negarás el ver tu hermoso cuerpo-

Julia estaba más que roja, pero negó con la cabeza. No, no se lo iba a impedir, si ella así lo quería. Pensaba en que pasaría después que la viera sin el camisón. ¿Acaso podría hacer eso con otra mujer? Matilda no la tocaba como alguien sin experiencia, y el camisón de seda aumentaba las sensaciones. La electricidad empezaba a dejar de lado la vergüenza, y Julia empezó a relajarse. ¿Por qué no? De todos modos, no había ningún silfo que la mirara con algo más espiritual que deseo. Pero con Matilda era diferente. Ambas sentían muchas cosas por la otra, y eso la sílfide lo sabía muy bien. Y una de esas cosas era eso que Julia tanto deseaba encontrar en otro ser.

Las manos de Matilda la abrazaban por atrás, destapándola y haciéndola sentarse sobre la cama. Podía sentir su aliento clamado sobre su oreja y sus manos, que exploraban su cuerpo sobre la seda. Viajaban por su estómago, por sus senos, por regiones más al Sur, queriendo conocer ése cuerpo. Podía sentir cómo la seda del camisón de la hada se rozaba contra el de ella, a veces directamente sobre su piel. Matilda había llegado al borde de la tela y empezaba a levantársela, acariciando la piel que quedaba al descubierto. La piel de la hada tenía la suavidad de los pétalos de las rosas, y la excitaban más que la seda. Sentía sus manos sobre sus senos, tocándola, haciendo que su cuerpo se estremeciera.

Sintió cómo Matilda le retiraba el camisón de seda, y, cuando la abrazó, esperaba sentir la seda de la prenda de la otra, pero se encontró con piel, piel desuda que ardía y que quería quemarla. Empezó a lamer su cuello, con delicadeza, con una lentitud torturante, mientras sus manos viajaban por su vientre y por la depresión entre sus costillas, como si reclamara ése territorio inexplorado como suyo. Julia tembló un poco al sentirla cerca de su zona más sensible, pero Matilda no hizo caso y empezó a acariciar sus piernas con una mano, mientras que la otra seguía en su pecho.

El calor había aumentado mucho, y ambas sabían que no era sólo por el verano. La hada le dio un profundo beso a la sílfide, enterrando su mano en su pelo bicolor. La boca de Matilda sabía a néctar, y Julia exploró la boca de la otra con deleite. Sintió cómo la mano que había estado explorando sus piernas se acercaba a su vagina, pero no opuso resistencia. Sintió cómo dos de los dedos de la hada empezaban a entrar, ayudados por el lubricante natural de Julia. Se crispó un poco por la invasión a su cuerpo, pero luego se relajó, al sentir de nuevo los labios de Matilda besaba su cuello. Sintió cómo empezaba a mover sus dedos afuera y adentro, primero con suavidad, pero después, cuando Julia empezó a gemir más fuerte y a seguir sus movimientos, empezó a hacerlo más fuerte.

La hada no sabía si podría llegar a ése punto, al punto que le daba más placer a toda mujer, pero iba a intentarlo. Sus dedos, ya muy lubricados, entraban y salían sin problemas, y trató de ir más profundo. Julia estaba muy agitada y gemía con fuerza, hasta que un grito le anunció que había legado a ése punto. Julia se relajó en sus brazos, y Matilda sacó sus dedos de su interior.

Se había sentido... Fuera de su cuerpo, como si tuviera alas. Pero desde antes lo había sentido, se dijo Julia, cuando le dijo a la hada que era hermosa, en el lago. Se acostó a su lado, abrazando su cuerpo desnudo, llena de felicidad. Era un sentimiento demasiado grande como para que su cuerpo pudiera contenerlo. Besó a Matilda con ternura, agradeciéndole todo lo que le había dado, saboreando el néctar de su boca. Sentía que algo cálido, algo fuera y dentro de su cuerpo a la vez, empezaba a inundarla. Y había algo más. Algo ajeno a ellas las estaba llenando de calor. Julia abrió los ojos, y algo le quemó la vista. Se levantó, aún cansada, y vio, por primera vez, su tierra bajo la luz. Se restregó los ojos, confundida, mientras Matilda la abrazaba por atrás.

-Ponte ropa, no quiero que nadie más vea tu hermoso cuerpo, ni que lo sienta- dijo Matilda, como un gatito.

Julia se puso el camisón, al igual que la otra, y miró el paisaje confundida.

¿Qué es eso- preguntó a la hada, confundida.

-Es el Sol-

¿El Sol-

-Sí, el Sol-

Julia no entendía nada, hasta que Matilda la volvió a besar en el cuello. El destierro había terminado. Y ahora entendía por qué.

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(1) O sea, Gran Bretaña e Irlanda (del norte y la otra)

(2) Una sílfide es una especie de hada del aire en la cultura celta. Un silfo es su versión masculina.

(3) Feérico: dicese del mundo de las hadas, o algo relativo a seres fantásticos.

(4) Frase favorita de mi hermanita menor (ocho años, casi) cuando estoy usando mi computadora y ella la quiere para jugar.

Este capítulo va dedicado a Kiri Miyamoto, que me dio la idea. Como ya hice un cuento de hadas Shounen Ai, pues hay que equilibrar. Me lo imaginé cuando ví a Matilda hacer su ataque, cuando todos se van a entrenar, y le aparecen dos pares de alas de hada en la espalda. Y me la imaginé como una estatua de piedra, su silueta y dos pares de alas de hada, y se me prendió la lamparita. Después se me pasó por la cabeza una frase de Ron Weasley, en el segundo libro de Harry Potter: "...y Milicent tampoco es una sílfide". Así terminaron de encajar las cosas.

Capítulo largo me ha salido, casi el doble del primer Yuri. Pero me ha dejado satisfecha, y en el próximo capítulo NO estará "Visión, parte II" sino un Fic con tintes religiosos y algo de vampirismo. Pero no el normal, no, algo más extraño de lo que estamos acostumbradas a leer. Es uno que tengo en la cabeza desde antes de empezar a escribir "Inusual" y fue una de las primeras parejas Yaoi que se me vino a la cabeza. Ahora ha terminado de tomar forma, y ya verán de qué se trata.

OutDrigger: Por supuesto que sí, ese era el objetivo. Gracias por el rewiew.

Ayani: Si señorita! Misión cumplida. ¿Viste? Nadie pone a Sergei como alguien con sentimientos, así que le hice justicia. El próximo fic Yaoi va a ser uno en donde hay tres personajes principales, pero no te digo cuáles. El miembro es parte d ela entrepierna, se toca la entrepierna para tocar todo el conjunto, así se toca más. Graias por el rewiew.

Lilith S. Valkov¡Gracias tobarich! Usaron preservativo para no enfermarse, para que a Takao le doliera menos (no se me ocurrió lo del lubricante, peor eso sería demasiado) y para dmeostrar que Takao no era TAN sonso como pensaban. Yo también ando estudiando, espero que te vaya bien, muchacha.

Catra Ivanov: No importa chica, sé que el fic te va gustando y ese es el objetivo. Espero que este capitulo te guste. Chausis y gracias por el rewiew.

Aika¡Gracias muchacha! Eso de los fics más raros me gustó muchísimo, no sabes cómo me halaga. Concuerdo con vos, en este mundo no existe sólo "lo normal" sino, no habría variedad.Takao ya ha sido emparejado, pero ya me propuesieorn ponerlo con Raúl así que... No sé, no sé, quizás, quizás, quizás... EL re Rei con Grland me gusta, ya queda como capítulo a escribir, lo que me da pena es que en el pròximop cap�tulo aparece Ozuma, pero el Ozuma por Kai me llama mucho al atención... Gracias por las ideas y el rewiew.

Alexia Kon: No hay problema muchacha, hablando se entiende la gente. Lamento decirte que Kai por Rei es la más común de toda la serie, así que esta vez no escribiré nada sobre ellos dos (y yo ADORO esa pareja) Gracias or tu rewiew.

Damika Hiwatari: Gracias por los halagos, me inglas el ego (mucho Raven-sama ) Cierot, no hay que desanimarse, ahoora, si a alguien no le gusta el fic, pues que no lo lea y listo. Muchísimas gracias por el rewiew y por los ánimos.

Elian: Me alegra que te haya gustado la idea. A algunas perosnas no les gustó "Sol de medianoche" porque le puse demasiada imaginación, y eso confundió a algunos. Cierto, Sergei es más tierno de lo que yo me esperaba, y eso hatsa a mí me sorprendió. Muchísimas gracias por tu rewiew.

Me sorprendió queel capítulo anteriorfuera el que más rewiews tuviera. Sergei fue más tierno de lo que yo esperaba, y eso parece que pegó, y bastante

Y otra cosita: Se me han terminado las parejas Yuri. La única que quedó sin emparejar es Hiromi (Hillary) y el tema es que no tengo con quién ponerla. Si a alguien se le ocurre algo, por favor que me avise. Si no, no voy a poder escribir más Fics Yuri de Beyblade XX Y ya me gustó escribir Yuri...

Nos leemos

Nakokun