Sexto capítulo
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Alas de metal
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"...¿Qué has hecho? La sangre de Abel habla y desde la tierra grita hasta mí. Por lo tanto, maldito serás y vivirás lejos de este suelo fértil que se ha abierto para recibir la sangre de tu hermano, que tu mano derramó..."
Habían pasado milenios desde ése día, y aún lo recordaba.
Según las Escrituras, tendría una señal para que nadie lo matara. Y nadie lo había tocado en muchos años. Siglos. Milenios ya. Y que no desaparecería hasta que alguien lo amara.
Lo que él no sabía –al menos no cuando ésas palabras fueron pronunciadas- era que esa "marca" no era estática. O siquiera visible para la mayoría de las personas. Las pocas que podían ver de qué se trataba, se asombraban, porque en otro lado del mundo, ésa "marca" significaba redención, y no castigo.
Era casi igual a los Avatares.
No creía en ésas tonterías del horóscopo, y menos del chino, pero cuando lo revisó, hizo el cálculo y se dio cuenta que era un Dragón de Metal. No sabía si por eso su "marca" tenía ésa forma, o si era por otra cosa. Sus dos alas eran similares a las de los arcángeles, aunque sólo podía volar de noche, cuando nadie lo veía. De sus omóplatos salían un par de alas metálicas, muy simples, pero que podían hacerlo volar. Tres largos rectángulos curvos formaban cada una de sus alas, y uno más que la unía a su omóplato.
Sus "plumas" le llegaban hasta los tobillos, y podían extenderse hasta cubrir su cuerpo. Desde ése día, tan lejano y que, sin embargo, volvía a su memoria todas las noches de su existencia, su ropa había cambiado; siempre la misma, por más que se rompiera en la noche. Siempre volvía a estar como nueva al siguiente anochecer. El traje negro era entallado al cuerpo, y lo envolvía desde el cuello a los pies. Tenía dos guantes plateados que casi le llegaban hasta el codo, y sus botas plateadas casi llegaban a sus rodillas. El cinturón era del mismo color, pero no era en eso en lo que se fijaban las pocas personas que podían verlo.
La cruz, la enorme cruz que llevaba en el pecho, y que llegaba hasta un poco más abajo de su cintura. Era plateada, con algunos adornos en las puntas, y sólo la tenía en el frente. Tenía cinco crucifijos, dos en las muñecas, dos en los tobillos –sobre al frente de las botas- y uno más en el cuello, todos de color plata. Pero había otra cosa, algo que nadie, sólo él, podía ver. Y eso era lo que más le dolía.
Sabía que debía sufrir por haber asesinado a su hermano, y, además, porque después apareció ésa raza, que lo tomó de maestro. Y si bien en un principio le había gustado y sentado las bases de lo que sería ésa raza por el resto de su existencia, luego se horrorizó, y huyó.
Pero a dónde podía huir, si Yahvé estaba en todas partes. Sabía que él no era un avatar, por más que fuera el "creador" de la raza vampírica. Porque un Avatar es la evolución de un vampiro, luego de haber hecho la fusión con un ser humano, convirtiéndose en su Sombra. De ahí el nombre, Portadoras de Sombra, porque cada ocho Portadoras, siete eran mujeres. Era un hechizo que había sido ideado en China, hacía poco menos de diez milenios, basándose en el horóscopo chino. Y los avatares nacidos bajo el elemento Metal tenían una forma muy similar a la suya.
Pero eso ya no le importaba. Aún después de milenios, seguía sintiéndose culpable por haber asesinado a su hermano. Y no entendía cómo era posible que, si podían ver todo lo que cubría su cuerpo, no vieran sus lágrimas. No eran lágrimas humanas, y tampoco se comportaban como lágrimas humanas. De cada uno de sus ojos salían dos líneas de sangre, pero su sangre no era roja, como la de los humanos y los vampiros. La de él era plateada, más clara y brillante que el mercurio.
Nadie en milenios había podido verlas. Había cambiado de nombre muchas veces, y lo que más le sorprendió fue que, al pasar el tiempo, y con la evolución de la especia humana, fueron considerándolo cada vez más chico de lo que realmente era, hasta creer que sólo era poco más que un niño. Y, milenios atrás, había sido un joven.
Por supuesto que hizo algunos cambios en su rostro, gracias a los avances de la ciencia. Y ahora sí parecía poco más que un niño, pero eso no le molestaba. Cada tres años, cuando la gente empezaba a hablar, se iba a otro país, y no volvía sino hasta unos siglos después. Y, si el país era grande como Rusia o Estados Unidos, podía irse al otro lado del país y nadie le preguntaría.
Ahora sus pasos lo habían llevado a Japón. Y a ésa escuela, una de tantas a las que había asistido. Podía escribir la historia de la educación infantil a través del tiempo, porque sabía todo lo que querían enseñarle, y más. Lo que había notado, aparte de que la historia la escribían los que ganaban(1), era que cada vez se resumían más los conocimientos.
Era bien parecido, no tanto como Kai Hiwatari, o incluso Rei Kon, dos de sus compañeros de clase, pero no le importaba. Sabía cuándo las personas decían cosas diferentes a las que pensaban, y la mayoría de las chicas y chicos que se habían acercado a él no tenían sinceridad... Sólo deseos de estar con alguien como él, y otro tipo de deseo, por más que la mayoría no superara los 16 años.
Pero él ya había desistido de encontrar a alguien que lo amara. No merecía ser amado, y era ése aire de tristeza y soledad lo que más atraía de él. Ni el aire de frialdad de Hiwatari o la amabilidad y la felina sensualidad de Kon podían opacarlo. Porque no había mayor barrera que la que uno mismo se impone. Y era por eso que las cuatro líneas de su rostro siempre fluían, sin correrse ni cesar. Y el saber que nadie iba a amarlo jamás sólo aumentaba su dolor. ¿Hasta cuándo debía soportarlo? Ya había pasado mucho tiempo, demasiado, según él.
Ese año escolar había empezado como tantos otros. Los ritos iniciáticos para unirse a la tribu, cualquiera que fuera, ya lo tenían aburrido. Pero igual seguía yendo a la escuela porque, al menos, lo obligaba a salir de su casa. De la casa que tenía ésa vez, porque a veces iba a lugares en donde, en vez de estudiar, trabajaba, y le daba lo mismo hacer una cosa u otra. De tanto en tanto ahorraba y compraba o alquilaba una casa. Después de todo, comía poco y dormía menos: la culpa lo marcaba muy profundo, y tenía que hacer algo en sus ratos libres. Y en la noche nadie se preocupaba por lo que le pasaba a un jovencito que salía a las horas en que no debía.
Ésta vez tenía una casa propia, un departamento propio. Lo había comprado, y decorado a su gusto, pero por más que se llenara de objetos, su vacío no desaparecía. Había intentado matarse varias veces, pero siempre se detenía, arrepentido de su cobardía. Si Yahvé quería que él viviera milenios, pues así sería. Después de todo, se lo tenía merecido.
En esto estaba meditando cuando lo llamaron por su nombre. La profesora estaba pasando lista, y escuchó el nombre que había estado usando casi un siglo. Pero no le prestó atención, y uno de sus compañeros de clase tuvo que moverlo para que reaccionara.
Whyatt, te nombraron- le dijo, en un susurro.
Ah, gracias- dijo, algo confundido –Presente-
Preste más atención, la próxima vez le pondré ausente- dijo la profesora.
Él sabía que debía hacerlo, pero a veces se distraía pensando, y el mundo exterior desaparecía para él.
Alumnos, les tengo una buena noticia- anunció la profesora -Un alumno que se había mudado a otro país ha regresado, y hoy volverá a clases- Los alumnos parecían muy alegres, incluso Kai abandonó su postura, y voltearon hasta la puerta. Entró un muchacho de pelo largo y de color celeste agua –Denle la bienvenida a Zeo-
Nada nuevo, un chico que volvía a su país después de dos años de estar en... ¿Inglaterra¿Y por qué estaba ahí? Daba lo mismo, a él no le interesaba, era uno más entre miles de millones de seres humanos, ignorante de su destino. Él había llegado a la escuela el año pasado, y ahora llegaba ése chico Zeo. Ninguna novedad.
Pero hubo algo que le llamó la atención. Creía que nunca vería uno, al menos no tan cerca de él, pero si lo vio. En un principio, Whyatt no creyó que ésa energía fuera de "ése" ser, pero sí, provenía de Zeo. Y él conocía ése energía.
La energía de un Lilim.
O, en otras palabras, un Portador que ha llegado a su evolución, cuando su Sombra se volvía una Avatar, un ser con cuero propio. ¿Dónde estaría su Avatar¿Y cuándo habían realizado el hechizo, si Zeo apenas tenía 15 años? Por lo general el hechizo se realizaba cuando se era un niño, y duraba cinco años como mínimo, para que la Portadora de Sombra se separaran en Lilim y Avatar. Tal vez se habían fusionado antes de los diez años... O quizás estaba divagando demasiado.
Y empezó a vigilarlo. Seguía sus pasos, esperando encontrar a su Avatar, pero éste nunca apareció. Era extraño, porque por lo general los Lilims y Avatares eran muy unidos. Sintiendo su energía, pudo darse cuenta que era un Lilim de Metal. Y quería ver cómo era un Lilim, fuera el elemento que fuera, en acción. Quería ver cómo sus poderes actuaban, quería ver cómo se transformaba su cuerpo en otro ser, uno capaz de manejar su energía como quisiera y la materia en la que ésta fluyera... Quería verlo a él.
Por eso lo siguió durante semanas, esperando que desplegara sus poderes. Sabía que debía usarlos, o si no perdería sus poderes, y lo siguió sin que se diera cuenta. Cuando toda la casa dormía, Zeo salía sin hacer ruido al balcón que daba a la calle. Para los ojos humanos no habría sido posible verlo, pero él no era humano. Vio cómo Zeo salía de la ciudad, con una velocidad asombrosa, que igualaba, incluso, a la de los vampiros. Y luego, en las afueras de la ciudad, desplegó sus poderes.
El traje blanco y plateado rodeó su cuerpo, dejando al descubierto desde su cintura hasta debajo de sus pectorales. Su pelo pasó a ser plateado, blanco y erizado, dejando caer el pargo pelo lacio a su espalda. Las dos grandes cintas blancas que salían de sus hombros se ampliaron hasta cubrirle la espalda, los hombros y parte del frente, como dos enormes pétalos de una flor (2). No tenía cadenas para controlar sus poderes ni su látigo, lo cual significaba que había elegido el camino de la paz en vez del camino del poder, ese en que tantos Portadores –hombres- se perdían.
Whyatt sabía que Zeo lo había llevado allí para estar con él. ¿Acaso le diría que dejara de seguirlo, que no quería que un ser como él lo persiguiera¿Qué no quería que un ser puro se manchara al estar en contacto con alguien como él? Todas las ilusiones que se había hecho fueron cayéndose de a poco, avergonzado. Tenía muchos años de experiencia, pero esto era nuevo, y quizás por eso actuaba como un chiquilín. Lo mejor era retirarse y admirarloa lejos, y si él quería hablarle, bien, sería feliz por primera vez en milenios. Y si no era así... De vuelta a la rutina.
Se maldijo por no haber intentado hablarle al menos. Ya había ido allí¿por qué no intentarlo? Era un cobarde, un cobarde sin remedio, que había empezado como asesino y que moriría por cobarde. Quería ver a Zeo y, al mismo tiempo, quería correr para no verlo. Las reglas escolares o cualquier otra le resbalaban: teóricamente era casi un infante, y no podían llevarlo a la cárcel. ¿Reformatorios? Demasiado fácil escapar. No había ley escrita -que no fuera la de Yahvé- que lo parara, sólo estaba allí porque quería, y decidió que ése era el momento para escapar.
Después de todo, habían pasado casi dos años y medio. Dentro de poco la gente empezaría a murmurar, y debería irse a otro país. Hacía mucho tiempo que no iba a Sudamérica. O tal vez a Canadá. Los Estados Unidos era un país estúpido, según su opinión, atontados desde la infancia por drogas y publicidad, y desde 1990, la última vez que había estado allí, decidió no volver nunca más. Quizás fuera a México... No demasiado cerca. A Guatemala, o a Venezuela, a donde fuera, tenía que irse pronto. A un país centroamericano, tan pequeño que nadie recordara en donde estuviera. O a uno grande, para que no pudieran encontrarlo, como Brasil, o un largo como Chile ó Argentina. Pero tenía que irse pronto.
Podía sentir la energía de los vampiros, de lar Portadoras, de las Lilims y de los Avatares desde que había asesinado a su hermano, y ya se había acostumbrado a esquivar a los vampiros. Y a esconderse de las Portadoras. Pero cuando sintió su presencia -muy cerca- se quedó paralizado. Los Avatares y las Portadoras se sentían mutuamente, y él llevaba muchos siglos intentando percibirlas. Era difícil, porque su energía era camuflada para no resaltar. Fue por eso que se preguntó si ellas no se habían ocultado o, lo que esperaba, que Zeo se hubiera hecho visible para él. ¿Entonces había esperanza?
¿Por qué te fuiste la otra noche?- sí, le estaba hablando a él.
...- silencio. Demonios, tenía milenios, era más viejo que cualquier ser de ése maldito mundo¿y se paralizaba con una simple pregunta?
Sabes, Takao hablaba mucho de ti... Y me alegra saber que estás en mi misma escuela-
Oh, sí, Takao Kinomiya... Un jovencito lleno de energía, y hambriento de conocimiento. Su hacedor le había contado todo lo que sabía sobre él, y buscó tanto que al final supo casi todo lo que se sabía sobre él en el mundo. Con el aspecto de impulsivo que tenía, nadie le daba más de cincuenta años, pero había durado quinientos... O al menos hasta que había decidido ser una Sombra de un Portador. Al menos sabía cómo había terminado, pero entonces¿en dónde estaba ése vampiro? O Avatar, mejor dicho.
¿Acaso no te agrado y por eso no quieres hablar conmigo?-
Whyatt podía sentir su energía, y pudo sentir cómo se entristecía. Era fácil leer los sentimientos de un Lilim, porque no sabían mentir. No estaba en su cultura el caer en defectos de los humanos o de los vampiros, porque habían nacido para intentar mejorar las dos razas, uniéndolas en una sola.
No es eso- dijo al fin, sin darse la vuelta –Me pusiste nervioso-
¿Yo?- Zeo no entendía -¿Tenías miedo de mí?-
Whyatt se dio vuelta en su asiento, poniendo su brazo sobre el respaldo de la silla.
Me pone nervioso el saber que un Lilim está cerca. Por lo general no noto su energía... –
Pero yo quería que me notaras- parecía casi una niña, pensó Whyatt. Es más, si no fuera porque su cuerpo decía que era hombre, podría haber sido una chica y nadie notaría la diferencia. En especial por ésa sonrisa encantadora, que lo hechizaba...
¿Eh?- parpadeó, confundido. ¿Entonces...?
Yo soy Zeo, es un gusto conocerte- dijo, dándole la mano -¿Debo decirte Whyatt o cómo prefieres que te llame?-
Ése es un nombre pasajero... Úsalo si quieres, pero... –
¿Sí?-
Quisiera que me llamaras por mi nombre real-
Caín, deja de llorar. Ya has pagado tu culpa y es hora de que seas feliz-
No lo merezco-
Todos lo merecen, hasta aquellos que no han hecho todo bien en su vida-
...-
Por favor, mírame... He estado buscando a alguien como tú durante toda mi vida-
No soy ése-
¿Cómo puedes asegurarlo?-
Lo sé-
Sabes mucho de muchas cosas, menos de una-
Eso me ha sido vedado-
Dios no veda eso a nadie. Es el mejor regalo que le ha dado a los seres de éste mundo-
No lo merezco-
¿Y acaso yo no?-
Levantó la mirada. Había bajado su cabeza a medida que hablaban, y su tristeza había aumentado. Y cuando eso sucedía, se transformaba sin poder evitarlo. Su traje blanco y plateado apareció, y sus alas se doblaron para amoldarse a la posición de su dueño. No quedaba nadie en la escuela, excepto ellos dos, que se habían quedado sin saber con exactitud la razón... O al menos así lo creía él. Zeo lo miraba de una forma en que nadie lo había hecho, y sintió la boca seca. No, era un juego de niños, no debía tomárselo en serio...
La silla cayó al suelo. El pelo de Zeo se agitó hacia atrás cuando retrocedió, y hacia delante cuando Caín lo abrazó con fuerza, atrayéndolo hacia él. Olía a jazmines y rosas, el olor de los ángeles, recordó Caín, y su figura era casi nada entre sus brazos. Para qué engañarse. No era un niño, y Los Lilims no mentían nunca. Se sentía tan bien el tener a un ser en tus brazos, que te diera algo de calor... Algo diferente al frío de su cama y de su cuerpo que lo había acompañado desde ése día...
No llores más- le dijo Zeo, con voz dulce –Quiero verte sonreír-
No lo merezco-
Yo creo que sí. Hazlo por mí-
No puedo-
Sí puedes-
Sintió su aliento tan cerca de sus labios... Sabía que estaban cerca, pero no sabía que iba a recibir el beso. Era tierno, inocente, un simple beso de primerizo, pero no le importaba. Era para él, y eso era lo que quería. Lo que había necesitado durante tantos años...
Sus alas casi los envolvían a ambos. Zeo puso su cabeza en el hueco del hombro de Caín y se quedó allí, sintiendo cómo sus corazones latían al mismo tiempo, cada vez más rápido. Zeo le puso una mano sobre el rostro, y empezó a limpiar las lágrimas de sangre. La piel de los Lilims era suave... Y por unos momentos eso fue lo que acaparó todos sus sentidos. Cerró los ojos, sin tener conciencia de lo que hacía, hasta que sintió cómo algo cesaba de fluir.
Abrió los ojos, pasmado. Ya no sentía sus lágrimas sobre el rostro, y abrió la boca, confundido. Se miró en una de sus alas, que reflejaban su imagen casi como si fueran de espejo, y pudo ver, por primera vez en la vida, su rostro sin lágrimas plateadas.
Si ya, sé lo que dirán: "¿Tanto tiempo para ESTO?" Lamento muchísimo la tardanza, es que tuve un montón de cosas por hacer con la Facultad y ahora tenía algo de tiempo, así que espero que les guste. Este capítulo es para Silverhell, quien me dio la idea. ¿Ves a lo que me puedes empujar sólo con tus palabras? Espero seguir contando con tu apoyo, sos una gran ayuda para mí
Y hablando de eso¡propongan parejas Yuri¡Me he quedado sin parejas, y tengo la historia pero no las protagonistas¡AYUUUUUUUDAAAAAAAAA!
M. G.: Sieeeeeeeee, esa parte la puse porque es lo que pasa en éste tipo de Fics, y yo quería hacer cosas que no haya hecho nadie antes, innovar, ya sabés. Lo del preservativo lo puse porque hay que quererse –y para eso hay que cuidarse- y para demostrar que Takao tenía todo planeado de antemano.
Capítulo 6: Gracias, muchacha, no sabes cuánto me alegra el saber que ayudé a alguien. La organización te da tiempo, poco peri tiempo al fin, y la mayoría de los Fics quepublico ya están terminados o tienen muchos capítulos adelantados –salvo este y Pléyade- Creo que estás hablando de Julia y Raúl, que aparecen en "Sombras en el bosque" otro Fanfic en el que adapto un libro mío al formato que nos compete. Gracias por tu rewiew!
Kizna Kazeai¿Kizna viento de amor? Chica, la esperanza es lo último que se pierde. Hay sobresaturación de Fanfics con historias casi calcadas, o con las fórmulas y parejas muy repetidas, y por eso nació este Fanfic. Julia y Matilda se ven muy lindas y tiernas juntas, quizás siga tu consejo y vuelva a escribir un Fic de ellas dos, porque como se me terminaron las chicas... Bueno, voy a tener que repetir. Gracias por el rewiew.
Silverhell: sipes, es una pareja rara y como a Sergei nadie lo empareja porque no aparece tanto... Pues hay que hacer justicia. Me alegra saber que te gustó una pareja en la que no habías pensado. Sobre Julia/Matilda me dio la impresión que se verían muy bien juntas, y así salió. Nunca hay que resignarse, lo netamente humano es la testarudez –en especial con que afirman tener la razón- y no hay que abandonarla. Voy a repetir chicas, porque hay pocas y tengo ganas de escribir otras parejas, como Hiromi/Salima. Leí un Fic de Hiromi/Ming Ming pero no me acuerdo el título...
Me alegra que algo que escribí haya hecho emocionarse a una persona. No te preocupes, yo también demoré mucho en actualizar (cosas de la Facultad, viste) y lo que importa es la opinión, no el número de rewiews. Este capítulo va dedicado a ti y gracios por tus comentarios!
Aika: Me gustó la idea, y ya tengo un bosquejo de cómo va a ser. Me imagino a Garland con el nombre Lythos, una descendiente de la medusa Gorgona... No sé por qué, pero me parece tan atractivo como una serpiente (dicho, claro está, en el buen sentido)
El tema de Kai es jodido porque hay muchos con quien lo han puesto y el tema es con quien NO lo han puesto: es el más emparejado de toda la serie. Sobre los Yuri voy a seguir tu consejo., y ya veo si hago en Kai/Brooklijng Brookling/Kai, porque ya me lo propusieron más de una vez. Gracias por tu rewiew!
OutDrigger: OO ¿En serio! Gracias! Me puse muy contenta al leer que alguien tiene mi Fic en tan alta estima, me pusiste colorada Voy a repetir chicas, y al vez la ponga, porque no hay más muchachas para escribir –salvo cuatro que no sé en dónde ubicarlas, pero ya voy a ver-
JeNdOw: Si, el gran Jendow! OYo sólo animo a quienes lo merecen, así que no tienes por qué agradecer. Lo que me sorprendió fue descubrir que paneas tienen 16 añejos –y yo que tengo 19... 99-
La ambigüedad era algo que quería mostrar, pero Satoshi amaba a Marcos porque le hacía acordar a su hijo, y Maxie "solecito" Mizuhara se parecía mucho a ambos, y tu deducción es correcta, muchacho. Me sentí muy feliz de haberte alegrado. Espero que sigas escribiendo cosas lindas como las que has hecho hasta ahora. Muchísimas gracias por tu rewiew!
AlexiaLKLR: No importa el nick, importa la intención. A mí me ENCANTA el Kai/Rei, pero hay sobresaturación de Fics –y muchos por debajo de "regularcito"- como para poner algo más sin innovar. ¿Jhonny/Rei? No se me había ocurrido, en especial porque Kai y Rei son los dos más difíciles de ubicar, no porque no tenga imaginaci´n, sino porque son los dos más emparejados de todos. Gracias por tu rewiew!
Ayani: No se acabaron los yuri, sólo voy a repetir personajes porque quedan pocas féminas sin usar, y no combinan. Eso del trío o cuarteto me gustó, a ver cómo lo implemento... Gracias por tu rewiew!
(1) "Si la historia la escriben los que ganan/ entonces hay otra historia/ la verdadera historia/ quien quiera oír que oiga" fragmento de una canción que se llama, justamente, "Quien quiera oír que oiga"
(2) De hecho, saqué la idea inicial del Káiser, de Digimon 02. Pero éste traje es blanco y plateado, y la "capa" de Zeo es mucho más larga –casi al triple- y se divide en dos en la base que se une a los hombros.
Nos leemos
Nakokun
