Respuestas de reviews.
J0nas Nagera: ¡No había visto tus reviews! Lo siento. Muchas gracias por tus comentarios y aportes, de verdad los aprecio mucho. Gracias por darme la oportunidad de contarte esta historia. ¡Espero te guste! Y sí, en efecto, es un AU (universo alternativo), a pesar de que amo con todas mis fuerzas el mundo de Amphibia, de alguna manera no lo pude poner en contexto para este fanfic. ¡Espero te guste el capítulo de esta semana! Un abrazo y éxito en esta semana que viene.
"Rock you like a hurricanne"
Capítulo 3:
Crueles coincidencias.
—De acuerdo, esto es lo que vamos a hacer —Sasha puso una libreta delante del escritorio de Anne —. Una película de caricaturas de Marcy, una de romance de Anne, y una de acción, ¿les parece? No veré más.
—Eso ya es mucho considerando que eres tú —Anne enarcó una ceja con una sonrisa mientras tomaba la mano de su amiga para aclarar que era una broma —. Gracias por considerarlo.
—No me mal entiendas, solo no quiero volver a pelear contigo.
—Lo sé —la chica de piel morena sonrió, para que su amiga viera que ya no estaba enojada.
Sí, habían sido días un poco pesados. La fecha para su pijamada mensual había llegado, por ello desde hacía unos días Sasha había puesto manos a la obra para planear "la mejor pijamada de la historia". Así era ella, siempre intentaba dar lo mejor. Desde que tenía memoria había cuidado de Anne y Marcy, quería que todo fuera perfecto si se trataba de las chicas… darles la seguridad que sus padres no le daban a ella, darles las alegrías que le habían sido negadas debido a las constantes peleas del señor y la señora Waybright; crear un lugar seguro en ella, que no tenía ninguno.
Quizá lo último ya había cambiado, Anne y Marcy eran su mundo, sus mejores amigas, las personas que ponía por delante de todo. No sería como con sus padres, ella lo haría bien.
Desgraciadamente, gracias a eso, Sasha había desarrollado cierta tendencia a querer tener todo bajo control, así que un día, cuando Anne hizo saber su opinión y se aferró a ella, la chica de apellido Waybright no supo cómo tomarlo, se molestó porque Anne no la entendía, se molestó porque no aceptaba como siempre lo hacía, ¿cómo resolvía eso? ¿Cómo le hacía entender? La manipulación surgió en ella. A veces funcionaba, a veces no… Ahí es donde entraba Marcy, quien siempre intentaba mediar entre ambas, y era gracias a la chica de cabello negro que ambas llegaban a un acuerdo, porque el cielo podía caerse y lo soportarían, pero ver a Marcy triste, JAMÁS.
Pronto sería el cumpleaños número doce de Anne, así que debía pensar en una pijamada asombrosa que fuera la antesala a una salida de cumpleaños como ninguna otra, pero cuando sus amigas se negaron a escaparse de sus hogares para ir a ver el amanecer en la cima de un monte, agregado a que simplemente querían ver alguna película y comer frituras… Sasha simplemente explotó.
La fecha estaba a la vuelta de la esquina, ¿cómo es que querían simplemente desperdiciar la noche más importante del mes, en otro mes importante, viendo películas? Inaceptable, ella se encargaría de hacerlo inolvidable si le daban la oportunidad, pero sus amigas no lo entendían, simplemente se dedicaban a poner excusas con tal de no decir explícitamente que no. La pelea había sido dura y no se hablaron durante una semana. Entre un reclamo y otro, Anne había alegado que Sasha nunca las tomaba en cuenta ni se preocupaba por ellas, cosa que inmediatamente atacó el corazón de la chica de cabello rubio, quien, apretando los dientes, le recriminó todas las peleas en que se había metido por su culpa, por protegerla, ponerla a salvo. La chica de ascendencia tailandesa le dio el punto final a la conversación diciendo: "Yo nunca te pedí que me ayudaras".
Y ahí, no hubo más que hablar. Sasha se levantó y se fue.
Marcy había logrado, una vez más, que se juntaran a platicar, esta vez Sasha propuso un plan más simple, muy a su pesar. Nunca dijo sus razones para insistir en ir al monte. La chica Wu podía ser en extremo distraída, pero si algo le importaba, ponía toda su atención en ello, y sus amigas significaban mucho para ella. La pelinegra suponía por las reacciones de su amiga que planeaba alguna sorpresa para Anne, era realmente lindo el gesto, pero las chicas sabían que, si Sasha proponía una locura más, sus padres nunca volverían a dejarlas hacer algo solas, y no deseaban que eso ocurriera. Entre más crecían, más lo hacían los problemas en los que se metían por esa chispa aventurera y con hambre de ir más allá de Sasha. A ellas no les importaba, pero las consecuencias que sus padres les habían explicado las hacían entender que comenzaban a creer que la rubia era una mala influencia. Y para las chicas no era así.
Las películas fueron elegidas y las botanas, catadas.
Sasha debía admitirlo, las películas no estaban nada mal, a pesar de que no disfrutaba del anime igual que Marcy, la trama la entretuvo bastante, la banda sonora era hermosa, y el plot de la película era bastante ocurrente. Su película fue la siguiente en la fila, sublime, tal como pensó.
La siguiente en la lista fue la película de Anne. La historia era tan simple y cursi como pensó, pero no dijo nada.
Una chica llamada Alice, la protagonista, clamaba a los cuatro vientos su amor por un chico bastante atractivo y cuyo actor había visto en otras cinco películas del género, y que esta vez tomaba el nombre de Oliver. El plan era enamorar al chico e ir juntos al baile de otoño de ese año, así que, junto a su mejor amiga, hacen todo tipo de planes para que Oliver se fije en Alice. A media película, la mejor amiga (Kristen) de la protagonista la envolvía en sus brazos luego de que la porrista popular engañara al inocente chico para que la llevara al baile escolar. Él no tenía idea de nada, ni siquiera de que le gustaba a Alice, pero esta chica actuaba como si el mundo se hubiera acabado para ella y Oliver la hubiera engañado. Kristen le había propuesto algo. Si ninguna de las dos tenía pareja, y Alice quería ir al baile, entonces, ¿por qué no iban juntas?
Alice aceptó y esa noche, Kristen llegó a su casa con el ramillete. Durante el baile, mientras sonaba "Luna" de Chouchou, Kristen besa a Alice. Se había dejado llevar por el momento, cosa que ve Oliver, quien sale del lugar. La protagonista va tras él, no sin antes dar una vista a Kristen, quien la anima a ir tras el chico.
—Qué mierda… —Sasha soltó, sin pensar, casi inmediatamente se cubrió la boca, pero cuando volvió la vista a sus amigas para disculparse, ambas ya estaban dormidas.
La rubia sonrió. Sabía que no aguantarían las tres películas a pesar de que ellas habían insistido en poner una cada una. Volvió su vista a la pantalla, ahora Kristen estaba evitando a Alice, quien esa misma noche se había vuelto novia del chico, pues al parecer, en ese momento Oliver se había dado cuenta que le gustaba la chica que había ignorado como interés amoroso por tres cuartas partes de la película.
Curioso.
No entendía a Kristen, lo que había pasado, había pasado, no había que darle muchas vueltas.
Si ella besara a Anne no tendría problema en arreglar lo que fuera que ocurriera.
…
¿Si besara a Anne?
Bueno, ciertamente no besaría a Marcy, nunca, JAMÁS, era como una hermana para ella. Pero no le había resultado difícil imaginarse la situación con la castaña. Volvió la vista a su amiga, era la misma cara de tonta que había visto siempre, pero ahora había algo que presionaba su pecho. Anne siempre había sido especial para ella, pero… ¿la besaría?
No, imposible…
Su amiga no la veía de esa forma, nunca lo haría, sería impensable.
¿Y ella quería que la contemplara así?
No, jamás.
Nunca lo había pensado, pero Anne y Marcy algún día tendrían a alguien y ya no la necesitarían más… Se alegraría mucho si algún día su amiga de cabello negro llegara y le dijera que tenía pareja, ella misma se encargaría de poner las cartas sobre la mesa al chico o la chica, no le importaba, les deseaba felicidad.
Sí, igual Anne, si ella algún día estuviera con alguien entonces…
Entonces…
Bueno, ¿y ella por qué estaba pensando en eso? ¡Faltaba mucho para que algo así ocurriera!
Sintió el ceño fruncido.
Volvió la vista a la pantalla. Bueno, tal parecía que Kristen había sido rechazada, así que ahora, sin nada que la atara, se iría a estudiar a una universidad en otra ciudad.
—Solo se quedaba por ella, eh… Qué tontería —susurró.
De verdad que odiaba las películas de romance.
Los días siguientes no permitieron que apartara el tema de su mente, ahora estaba más consciente de las personas que se les acercaban a sus amigas. No veía en ninguno ni el más mínimo atisbo de interés romántico. Por un lado, la aliviaba, pero por otro, ¡¿acaso nadie sabía lo geniales que eran sus amigas?! Marcy era adorable, inteligente, toda una enciclopedia andante. Y Anne, bueno, no se quedaba atrás, era cálida, estar con ella significaba que todo tuviera sentido, que las cosas iban a estar bien, era increíble en cualquier cosa que se propusiera, no tenía miedo de arriesgarse si era por las personas que le importaban y nunca te pedía nada a cambio, ella era la chica más asombrosa que conocía, estar cerca de ella apagaba cualquier mal del mundo.
¿Cómo alguien no iba a fijarse en ella?
Tenían que estar ciegos.
Y con Marcy también.
Eso pensaba, pero la punzada en su corazón cada que alguien abrazaba a Anne o esta parecía muy cercana a alguien más era inevitable.
Eran… eran celos de amiga, claramente no quería que nadie le robara a la castaña.
Bien, quedaban dos semanas antes del cumpleaños de Anne, tenía que ir pensando en el regalo perfecto, en lugar de cosas que nada tenían que ver con ella.
—¡No te creo absolutamente nada! ¿Pero sabes qué? No me importa, ¡me voy a llevar a mi hija y nunca más te volveremos a ver!
Oh no… ¿ahora qué había pasado?
—Ya llegué — anunció. La única forma en que sus padres dejaran de pelear era si ella estaba cerca, pero el ambiente no cambiaba, las miradas y maneras molestas y bruscas tampoco. Estaba dispuesta a meterse en ese pozo hirviendo por sus padres, sin embargo; dependía de ella la paz en su hogar, y aunque le faltara a Sasha, siempre la pondría, aunque tuviera que usar la que ganaba con sus amigas.
—Hablemos de esto después, ya llegó la niña —Escuchó a su padre desde la sala.
—Mejor aún —La voz de su madre sonó más bajo, pero igual audible. Los tacones se acercaron a la entrada y el rostro familiar de la señora de ojos verdes apareció —. Hija, amor, sube a tu habitación y empaca tus cosas, ¿sí? Iremos a visitar a tu tío Noah.
—Eh… ¿por qué?
—Amanda —El señor Waybright salió detrás de la mujer.
—Solo haz lo que te digo, te veo aquí abajo en veinte minutos —El semblante amable de su madre en la primera petición ahora no existía. Fue reemplazado por una mirada de molestia y autoridad.
—Vamos a platicar —Su padre tomó el brazo de su madre, pero ella se zafó.
—Apúrate, Sasha —sentenció, antes de subir a su habitación.
—Espera en tu cuarto, ¿sí? Todo va a estar bien —El señor Waybright subió detrás de su esposa.
La presión que había estado en su pecho durante la última semana se transformó en un vacío. Sus padres pensaban que no los escuchaba discutir, pero las paredes eran delgadas y los gritos de su padre contra los reclamos de su madre podían distinguirse medianamente bien.
Subió a su habitación y echó dos mudas de ropa en la mochila. Siempre que pasaba esto, se quedaban un fin de semana o tres días con su tío y después regresaban.
Estaba por ponerse los audífonos cuando empezó a escuchar golpes fuertes y secos, junto a gritos que suponía, eran de su padre. La mujer de cabello rubio entró en la habitación con rapidez.
—¿Dónde está tu ropa?
—Aquí.
—Tómala, sube al auto.
—Mamá, yo puedo hablar con…
—¡Qué subas al auto! Fin de la discusión.
Sasha tomó su maleta improvisada, su teléfono, cargador y bajó rápidamente las escaleras con su madre detrás. Algo no se sentía bien esta vez, un gran estruendo llenó la casa y las pisadas pesadas de su padre se escucharon rápidamente.
—¡Amanda! ¡No te vas a llevar a mi hija!
—¡Jódete, William!
La niña de cabello rubio sintió cómo su madre la empujaba por los hombros a entrar en la camioneta.
Su padre salió cojeando, tomó la mano de su madre y ella empezó a gritar.
—¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Ayúdenme por favor!
—¡No te voy a hacer nada, carajo! ¡En diez años nunca te he puesto una mano encima!
—¡No te hace falta, malnacido! ¡Sabes que si te atreves a pegarme te mato! ¡¿Me oíste?! ¡Te mato!
—Amanda, recapacita, yo no planeo dejarte en la calle, si nos divorciamos será pacíficamente.
—Claro, ¿y qué dijiste? ¡Aquí tengo a mi pendeja! No, William, no. Si me dejas, te voy a quitar todo, ¡¿me oíste?! ¡Todo! ¡Te dediqué los mejores años de mi vida! ¡Me arruinaste! Pero no te lo voy a permitir más. Voy a tener lo que me merezco por todo este tiempo aguantándote.
—¿Y tú crees que para mí ha sido un paseo en el parque? ¡¿En qué momento cambiaste tanto?! Amanda, éramos amigos, juntos construimos esto… a ella, lo más importante de nuestra vida, nuestra niña, tenemos diferencias, pero, dime… ¿en qué me he equivocado? ¿No podíamos llevar las cosas en paz?
—Yo sé lo que piensas, me vas a ver la cara con esa arrastrada para dejarme como una burla y luego me vas a dejar sin nada… ¡Yo no tengo a nadie, William! ¡Tú me alejaste de todos!
—¡¿Y ahora yo soy el malo?! ¡Ellos no eran buenos para ti! ¡¿Dónde estarías ahora de no ser por mí?! ¡Eres una malagradecida!
Sasha deseaba no escuchar, pero no podía apartar la mirada de sus padres. El señor Waybright estaba rojo del coraje, al igual que su madre, nunca los había visto así. Se tapó los oídos, pero siguió mirando.
William se dio cuenta de esto, así que respiró con profundidad.
—Hemos solucionado antes nuestras diferencias, lo haremos ahora, solamente… por favor, no enfrente de la niña… Amanda, no te la lleves…
—No puedo con esto… Estoy tan jodida…—La señora Waybright se dejó caer al pasto y comenzó a llorar. Sasha bajó de la camioneta y la abrazó. Su padre puso una mano en la espalda de Amanda.
La mujer de cabello rubio no había tenido una vida fácil, y gracias a una noche de copas, se había acostado con la única persona sana que tenía a su alrededor en ese entonces, William Waybright. Él no la dejó sola con el embarazo, no podía abortar debido a que aún no tenía 21 y necesitaba el permiso de su tutor legal, así que el hombre de cabello castaño comenzó a trabajar para sacar a Amanda de una casa llena de abusos de parte de su progenitor. Ni bien pudo pagar el alquiler de un pequeño remolque, se fueron a vivir juntos. No se amaban, pero eran muy buenos amigos, el carácter de Amanda nunca hizo las cosas más fáciles, sin embargo, pero William ahora se sentía con la responsabilidad de cuidar de la madre de su hija. La mujer se negaba a asistir a un psiquiatra y, con tal de no pelear, William nunca insistió. El nacimiento de Sasha había traído una época de tranquilidad y felicidad, pero tal parecía que la anestesia estaba perdiendo sus efectos, el regreso y la muerte del padre de la señora Waybright había sido la bomba, las mentiras de una mujer del trabajo despechada porque no había conseguido lo que quería de William, fue el tsunami que se llevó los tiempos dichosos.
La situación ya tenía tres años, el hombre de cabello castaño planeaba dejarse el alma intentando mantener unida a su familia, pero la situación se le estaba saliendo de las manos. No era mayor que Amanda, incluso era un año menor, y a veces era demasiado… él también había terminado gritando y reclamando cosas que no pensaba, pero que, en un impulso de ira, enojo y tristeza, decía. No quería terminar odiando a la que había sido su mejor amiga por tanto tiempo, por eso no podía seguir con ella.
Sasha sentía que no podía dejar solos a sus padres, porque si no, se iban a terminar sacando los ojos, se lo había dicho a William, cosa que quebró al hombre… ¿Por qué había terminado siendo el trabajo de su hija de 12 años recién cumplidos el imponer el orden a dos adultos de 30? Cuando un niño siente que es su responsabilidad arreglar los problemas de sus mayores, hay algo mal.
Unos días después, su madre y padre la sentaron en la mesa del comedor, anunciando que tenían que comunicarle una noticia importante.
—Nos vamos a divorciar —le dijo su mamá.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Es por lo del otro día? —preguntó.
—Tu madre y yo… pensamos que es lo mejor, para ti, para nosotros… No queremos que crezcas entre… cosas malas… a ninguno de los dos nos gustaría…
—¿Pero por qué? Siempre has dicho que quieres mantener unida a esta familia, ¿ahora te arrepientes? —recriminó Sasha a su padre, levantándose de la mesa.
—No, no me arrepiento, pero, hija, a veces hay que dejar ir… Las cosas cambian, y no siempre salen como uno quiere… A veces, lo mejor que puedes hacer es alejarte antes de destruir algo importante.
—Y nosotros no queremos que esto te afecte, hija —intervino su madre.
—¡Ya me afecta! ¡¿Tienen una idea de lo jodido que es para mí tener que llegar cuando discuten?! ¡Yo no quiero verlos pelear! Pero entro a la casa, llego con ustedes… todo con tal de que no se hagan daño —Las lágrimas que caían de los ojos de Sasha llamaron a las de su madre a manifestarse, y ambas empezaron a sollozar.
—Sasha, por favor, entiéndenos… —susurró la señora, forzándose a hablar a pesar del nudo en la garganta que había traído el llanto.
—¡Ustedes entiendan! ¡Yo puedo estar para ustedes cada que se peleen!
—No se trata de eso… —dijo William.
—Pero… entonces, ¿cómo voy a poder vivir con ustedes…? —Sasha se sentó de nuevo.
—Quizá tengas que… elegir con quién vivir…
—¿Y por qué ustedes no elijen por mí? No quiero escoger entre ambos.
—Eso… — el señor Waybright se mordió el labio inferior con impotencia. La mujer de cabello rubio apretó los puños en sus piernas. Claro que ninguno de los dos quería renunciar a Sasha por iniciativa propia.
Al final… al parecer, la decisión importante terminaba cayendo sobre los hombros de su hija de 12 años…
Nadie dijo más, Sasha se levantó y salió de la casa corriendo, en su camino, se encontró con Anne, quién estaba tomando aire en un poste de luz.
—¿Anne?
La castaña levantó la vista, mirando a su amiga acercarse a ella.
—¿Sasha? ¿Qué haces aquí?
—Yo… Anne… —No dijo más, se acercó y abrazó con fuerza a la castaña.
La chica de piel morena no pidió explicaciones, sólo envolvió en sus brazos a la rubia y se quedó con ella bajo la farola.
—¿Está todo bien? —preguntó, una vez Sasha estuvo más tranquila.
—Mis padres se van a divorciar…
—Oh… —Anne no tenía idea de qué decir, menos con la noticia que traía, sabía que, probablemente, ese sería el peor día de la vida de su amiga.
—¿Puedo quedarme en tu casa hoy? No quiero volver ahora.
—Yo… sí, claro… sólo… Sasha… lo siento mucho, de verdad que lo siento.
—Vamos, estaré bien, solamente necesito un poco de… paz… —La voz de Sasha se apagó poco a poco, mientras miraba los ojos llorosos de la chica de piel morena —. Oye, tranquila, no es para tanto —Intentó consolarla.
—No, Sasha… es que… —Anne bajó la mirada —. Me voy a Tailandia…
