Nota: No sé cómo le hice, pero salió tremendo capítulo de 7k que no supe cómo dividir, así que mas tarde andaré subiendo otra actualización. Muchas gracias por leer!
"Rock you like a hurricanne"
Capítulo 4:
Nueva inseguridad desbloqueada.
—¿Qué cosa…? —Sasha alejó sus brazos de Anne, como si la chica estuviera hecha de fuego y ella recién se diera cuenta.
—Mi abuela está muy enferma, mis padres han tomado la decisión esta tarde… Sasha… yo… en verdad lo siento, sé que es una mala noticia… pero no podía… no podía simplemente…
—Espera, Anne, respira, vamos, tranquila —La rubia tomó ambas manos de la chica de cabello castaño con fuerza. La noticia había terminado de excavar un hoyo en su pecho, pero en ese momento en que tenía a su mejor amiga casi hiperventilando delante de ella, simplemente no podía poner por delante el problema de sus padres.
—Es que yo… Sasha… no puedo dejarte sola…
—Sé que no lo harás, tonta —Le sonrió para tranquilizarla —. Te… ¿Te vas a mudar entonces?
—¡No! Bueno —Anne respiró lo más que pudo con la mucosa en su nariz y se enderezó —, se supone que nos quedaremos un año ahí, por cualquier cosa.
—¡Ahí está! —Sasha sonrió —. No te irás para siempre, sólo es un año… sólo eso… Se pasará en un abrir y cerrar de ojos —afirmó, tanto para ella misma como para Anne. Entendía que las circunstancias iban más allá de ella, pero una ligera molestia hacia la morena se instaló en lo profundo de su pecho. A pesar de que decía que no quería dejarla sola, hasta el punto de llorar de esa manera, no le veía haciendo gran cosa por no irse. Era un sentimiento infantil, al final, a pesar de que la más alta pensara que ella protegía a Anne, era la chica de cabello alborotado quien cuidaba del corazón de Sasha, así que, sin ese pilar, la rubia acababa de quedarse sin vela.
—Pero yo…
—Anne, está bien, de verdad.
—Pero…
—Fin de la charla —Si algo odiaba Sasha, eran las palabras dichas al azar; las promesas que no se iban a cumplir, y aunque Anne le prometiera que no deseaba irse, querer era poder. Respiró profundamente, no quería ser egoísta. Su amiga era una niña, así como ella, y tal como la rubia no tenía ni voz ni voto en el divorcio de sus padres, la chica de piel canela estaba atada de manos a sus progenitores.
—Bien —balbuceó la llorosa niña.
—Entonces… ¿puedo quedarme contigo hoy?
—Sí… vamos.
Anne extendió la mano hacia Sasha. Ya habían ido así antes, pero ahora, el tacto de la palma de su mejor amiga provocaba en la chica Waybright un cosquilleo extraño que iba desde su vientre hasta sus mejillas. Sin saberlo, apretó la mano de su mejor amiga todo el trayecto hasta la casa de los Boonchuy.
Después de que Anne pidiera a sus padres avisar a los de Sasha que se encontraba con ellos, ambas chicas subieron a la habitación. La señora B subió chocolate con bombones, pues había notado que la amiga de su hija no iba en mejores condiciones que su niña cuando había salido llorando de la casa. Ella y el señor Boonchuy decidieron dejarlas solas, después de todo, ese día sería el último que podrían dormir juntas.
—Deberíamos llamar a Marcy, ya que estamos aquí —propuso Sasha, tomando asiento en la cama de Anne.
—Son más de las once, quizá ya esté dormida. Además, está castigada, ¿recuerdas?
—Cierto —un nerviosismo desconocido se instaló en el pecho de la invitada —. Igual, deberíamos intentar mañana, ¿cuándo te mudarás?
—… Mañana —soltó en un susurró la morena.
—Oh… Eso es… inesperado… y radical —la chica de cabello rubio apretó la mandíbula, sintiendo la tensión en su quijada.
—Sí… lo sé…
El silencio imperó en la habitación mientras Anne buscaba una pijama para Sasha. Ninguna de las dos se animaba a sacar un tema, pues sus mentes estaban en sus respectivos problemas, aunque para la rubia, el hecho de que Anne se fuera tan de la nada era lo más desconcertante del día. Aunque no quisiera admitirlo, muchas veces había evaluado en su cabeza el día que sus padres se separaran, se divorciaran o que su madre la llevara sin previo aviso a Fresno y nunca volvieran, no culpaba a su papá por querer salir de esa situación. Su lado egoísta le reclamaba que su familia debía quedarse tal y como estaba, pero ese lado de ella que había tenido que crecer un poco más rápido de lo que le gustaría, le decía con solemnidad que era inevitable. Podía entenderlo hasta cierto punto, pero… ¿por qué a eso se sumaba el que Anne se mudara tan abruptamente?
No era por sonar cruel, pero la abuela de su mejor amiga llevaba "a un paso de visitar a San Pedro" desde hacía dos años, era notable que todo era un circo de la vieja, ¿por qué hacerle caso?
Eran cosas que obviamente nunca le comunicaría a Anne, seguramente se enojaría con ella, pero la rubia conocía esas estrategias de manipulación, no podías ir a venderle leche al granjero dedicado a las vacas. Eso de que los abuelos a cierta edad se volvían como niños le sonaba a excusa barata.
—Se va a enfriar tu chocolate —invitó la chica de cabello alborotado.
—Oh, sí, perdón… —Sasha tomó la taza en sus manos y bebió un poco. En verdad que iba a extrañar esas bebidas sanadoras de la señora B, siempre sabían a… amor, a cariño. Y a chocolate, obviamente.
—Ten, sé que te gusta esta playera —Anne dejó sobre la cama la prenda que llevaba escrito "Bad girls coven" junto a un short—. Te la presto, me la regresas cuando regrese —Sonrió.
—Seguro, aunque puede que se me olvide y no te la devuelva nunca —Sasha rio con esfuerzo, en verdad que no quería que toda esa maraña de pensamientos nublara la última noche que pasaría con su amiga por un buen tiempo.
Sus ojos vagaron por la habitación, procesando el momento en que esperaría a que Anne se cambiara en su baño para después ir ella a lo mismo. Su mirada se clavó en la figura de su amiga frente a su armario, pues la chica se estaba quitando la playera ahí mismo, dejando a Sasha ver un sostén azul con estampado de mariposas. El chocolate se agolpó en su garganta y casi inmediatamente tosió.
—¿Está muy caliente? —preguntó Anne.
—Sí… ¡El chocolate! —Los labios de Sasha prácticamente se habían movido solos.
—Seguro — la chica de cabello alborotado sonrió con ternura, aunque casi inmediatamente tomó consciencia de sus manos. Estaba por quitarse el sostén. La sangre se agolpó en su rostro, inmediatamente el calor llenó su cara —. V-Voy a cambiarme —casi al mismo tiempo que decía esta frase, recogió la ropa, la pegó a su pecho y caminó apresuradamente al baño.
Sasha dejó la taza en el buró de la morena y se dejó caer en la cama.
—Joder —susurró. ¿Cómo que estaba caliente el chocolate? ¡Claro que era obvio que Anne se iba a sentir incómoda! ¡Tonta, tonta, tonta!
Se cubrió la cara con las manos y las talló hasta sus mejillas. Recordó alguna vez en que se había bañado con la chica de cabello castaño, no recordaba exactamente el día en que lo habían hecho por primera vez, pero era natural… Lo habían dejado de hacer cuando cumplieron nueve años, pero simplemente porque el parque acuático había cerrado, así que ya no había razón, poco a poco la consciencia sobre su cuerpo les había hecho actuar con un poco más de pudor, pero sólo por la costumbre de sentirse avergonzadas cuando otras personas las veían en las duchas de sus respectivos clubs. La imagen del torso de su mejor amiga volvió a su mente… ¿en qué momento Anne había… conseguido esas?
Ella también tenía senos, claramente, los veía al espejo todos los días, pero mirar los de otra chica… bueno, ver a Anne era… diferente. Su cintura se marcaba un poco más que cuando eran niñas, la línea de su espalda era delicada, un poco linda…
Se sentó sobre la cama de nuevo y se tomó todo el chocolate de una, tenía que dejar de pensar así. ¿En qué clase de pervertida se estaba convirtiendo? Y con su mejor amiga… ¡qué vergüenza!
—¿Estás bien? —la voz de Anne hizo saltar a la rubia.
—¡Bien! Me iré a cambiar —Sasha prácticamente huyó de la escena.
Anne se sentó en su cama de nuevo. Su amiga realmente estaba actuando extraño, quizá lo de sus padres estaba afectándola más de lo que dejaba ver, lo notaba en su mirada distraída… se esforzaba tanto en aparentar estar bien, pero no podía evitar que su mirada se perdiera en la nada cada tanto. Se había dado cuenta, y estaba tan enfocada en el estado absorto de su amiga que había comenzado a cambiarse como si estuviera sola en su habitación. El calor volvió a su cara, no podía creer que hubiera hecho eso; no había rincón de su cuerpo que Sasha no hubiera visto ya, pero hacía mucho que no se bañaban juntas ni nada parecido, así que, de alguna manera, la vergüenza le había dado una bofetada en la cara cuando terminó de entender que la rubia la estaba mirando mientras se quitaba la ropa.
Se acomodó en la cama y tomó el lugar junto a la ventana, era una buena noche para no cerrar las cortinas, pues la luna se alzaba majestuosa al horizonte.
—¿Ya apago la luz? —preguntó Sasha.
—Sí, ya es tarde después de todo —Anne bostezó mientras abría las cobijas para que su amiga se acostara a su lado.
—Ya entiendo por qué la vez pasada te quedaste dormida justo cuando empezó la película que habías elegido.
—¡Cierto! No recordaba… ¿estuvo bien? ¿Marcy y tú la miraron completa? —preguntó con entusiasmo.
—La miré completa, Marcy cayó a la par que tú —la rubia se recostó a lado de su amiga.
—¿Y qué tal? ¿Se quedó con el chico o con la chica?
—Ella… eligió al chico.
—Buu, me gustaba más la actriz que hacía a la amiga —se quejó la chica de cabello alborotado.
—Estamos a nada del set donde se grabó, podemos ir a decirles que no te gustó el final, si quieres—bromeó.
—Tonta —Anne sonrió; acto seguido, abrazó el brazo de su amiga y se acurrucó a su lado —. Sasha… regresaré, por favor, no te olvides de mí.
—¿Qué cosas dices? La tonta eres tú. ¿Cómo me voy a olvidar de mi mejor amiga?
—Bien… Te quiero —susurró.
—Yo… yo también te quiero —La rubia tragó seco, pudo sentir cómo su ritmo cardiaco aumentó, y no solo ella. Anne, que tenía su cabeza prácticamente recostada en su pecho, escuchó los golpeteos del corazón de Sasha.
Sonrió, ese lado tímido que tenía la chica Waybright, la manera en que sentía que sólo ellas dos podían compartir momentos así, siempre la alegraban.
Cerró los ojos, dejándose llevar por el golpeteo en el pecho de su amiga.
Sasha respiró profundamente, no sabía si era porque estaba durmiendo con alguien más, pero hacía calor, mucho calor.
La respiración de la morena se volvía cada vez más acompasada, pero eso no la relajaba en absoluto. Dirigió su mirada hacia la ventana, la luna dejaba caer su luz sobre las dos chicas, daba un poco de iluminación al rostro de la apacible castaña. Parecía que Anne brillaba con luz propia, su semblante pacífico enterneció el corazón de la rubia, quien no pudo evitar acomodarse ligeramente en su dirección para disfrutar un rato más de ese paisaje… esa vista que no volvería a presenciar por un buen tiempo.
La mente de Sasha comenzó a evocar todos y cada uno de los momentos a lado de esa chica. Desde las buenas experiencias hasta las malas experiencias, alegrías, travesuras y confidencias… En verdad que apreciaba mucho a su…
Su mejor amiga…
La persona más importante de su vida.
Suspiró profundamente… su mente no estaba pensando en nada, pero a la vez, estaba gritando una acción, una que Sasha no reconoció hasta que estuvo a escasos milímetros del rostro de su amiga. Algo le pedía que se detuviera, pero el extraño magnetismo que sentía en ese momento le obligaba a cerrar la distancia entre Anne y ella… sólo sería una vez… había una necesidad desconocida en su corazón, así que la obedecería sólo en esa ocasión, con eso tendría para toda su vida.
Después de todo, ya lo había dicho. Besar a Anne no era gran cosa.
No era… gran cosa…
Hubo algo con lo que no contó, sin embargo, y fue con que los intensos ojos cafés de su mejor amiga se abrieran con lentitud.
—¿S-Sash?
La chica de cabello rubio paró en seco, de nuevo ese hueco se hacía presente, pero esta vez en su estómago.
—T-Tenías una hoja en el cabello —Sasha deslizó con delicadeza la mano por la cabeza de la chica de piel canela y le sonrió con nerviosismo.
—Sí… gracias.
—Buenas noches —dijo, acomodándose un poco más lejos de su amiga de cabello alborotado.
—Buenas noches… —susurró Anne, quien se mordió el labio inferior con nerviosismo. Imitó a Sasha y se volteó hacia la ventana. Ella bien sabía que el sonrojo de su cara no se iba a notar, pero en ese momento no podía imaginar que la rubia se volviera a ella de nuevo y…
¿Qué habría hecho si no hubiera hablado…?
¿Acaso… la iba a besar?
No, imposible.
Puso una mano en su pecho pidiéndole a su corazón calmarse, pues si ella había podido escuchar el de su amiga, seguramente Sasha podría oír el suyo.
A la mañana siguiente Sasha se fue temprano, antes de que su amiga se despertara. Le dejó un mensaje en el celular, explicando que sus padres le habían marcado para que volviera a casa, pero eso claramente era una mentira. No mencionó más acerca de la noche anterior, su mensaje era tan sencillo y casual que, después de mucho pensarlo, Anne llegó a la conclusión de que en verdad tenía una hoja en el cabello la noche anterior. Ahora se sentía como una tonta por pensar que su mejor amiga quería besarla, ¿qué le ocurría? No era la primera vez que su corazón se aceleraba cerca de la rubia, pero sí la primera en que una descarga eléctrica que iba desde sus mejillas hasta su pecho le impedían estar en paz con el recuerdo. Pensando en ese evento, había pasado completamente por alto el hecho de que se iba a mudar, pero tan pronto como llegaron personas de la comunidad tailandesa a su hogar para recibir instrucciones de los Boonchuy acerca de la casa, su semblante aturdido cambió a uno triste.
Sasha regresó a su casa caminando, quería evitar lo más posible tanto que Anne la llamara a casa, como a sus padres. No podía huir a otro lado, sin embargo; Marcy seguramente iría a casa de la chica de cabello castaño, así que la residencia Wu tampoco era opción.
—Cariño —Su mamá fue quien la recibió una vez entró en la cocina —. ¿Cómo estás?
—Bien… ¿y papá?
—Aquí estoy —El hombre habló detrás de ella, al parecer venía del piso superior.
—¿Cómo están? —preguntó con cautela.
—Estables, hablamos un poco ayer… habrá algunos cambios —aclaró con seriedad el hombre de cabello castaño claro.
—¿Como cuáles?
El señor y la señora Waybright se miraron el uno al otro.
—Después hablaremos de ello. La idea del divorcio sigue en pie, pero intentaremos hacer un último intento por salir bien de todo esto… aunque… tu madre se irá por algunos meses a otro lugar…
—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! ¿No hay un proceso? ¿Dónde te quedarás? —Sasha se levantó de la mesa, exaltada, pero casi inmediatamente su voz se reguló y, mirando a su padre, concluyó —. ¿La corriste…?
—¡No! No, cariño, esa fue decisión mía… yo solo-
—No me traten como una niña, entiendo perfectamente todo. Eres horrible —interrumpió la niña, dirigiéndose a William.
—¡Sasha, no seas bruta! Esto es mi culpa, sólo mía —dijo la señora Waybright con severidad.
—¡Y encima lo defiendes! —gruñó.
—¡Sasha! —William elevó la voz —. Estamos intentando explicarte las cosas de la mejor manera que podemos, pero esa actitud tuya no ayuda. Lo que va a pasar será de tal manera; te estamos preparando, estamos hablando contigo acerca de lo que sucederá, no te estamos pidiendo tu opinión —regañó.
—¡Ya lo sé! ¡Nunca lo hacen! ¡Siempre es un "Sasha, sube a tu habitación", "Sasha, sube al auto", "Sasha, sal al centro comercial"!
—¡Más respeto, señorita! No digas nada de lo que te puedas arrepentir después, sabes que no es bueno—reprendió el hombre de cabello castaño.
—Hay muchas cosas que hago que no son buenas, ¡siempre es así para ustedes! En el momento en que intento hablarles de lo que siento siempre es la misma mierda-
—¡Sasha! —llamó la atención William, pero la adolescente siguió hablando.
—… siempre me dicen "ya pasará", o que "son cosas que podré resolver sola", a veces sólo culpan a mi edad o ni siquiera tienen tiempo de escucharme porque prefieren estar haciendo cualquier otra cosa, sólo cuando les grito me toman en cuenta… ¡¿Qué excusa tienen ustedes?! ¡¿Qué excusa tienes tú para correr a mi mamá de la casa?!
—¡No la he corrido, Dioses! ¡Escucha, niña!
—¿Entonces por qué te vas? —las lágrimas bajaron por el rostro de Sasha. En el fondo de su corazón, esa noticia se juntaba con la mudanza de Anne. Ambas… iban a dejarla.
—No puedo decirte por ahora…
—Claro, como sea —Sasha se levantó de la mesa y subió a su habitación, ignorando los llamados de su padre y madre.
Entró en su habitación azotando la puerta, le molestaba mucho que sus padres le hablaran como si no comprendiera la situación. No era una niña, ya estaba entrando en la adolescencia, después sería una adulta, y entre más rápido pasara eso, más rápido podría superar su miedo oculto a ser dañina para las personas a su alrededor, para sus amigas, para su pareja si es que tenía una, para su familia… En el fondo sabía que sus padres sí intentaban hablar con ella, pero sus palabras muchas veces no eran las adecuadas; en su intento por explicar y no herirla con la realidad, terminaban por hacerla sentir estúpida. Habían dicho que iban a hacer un último intento, eso la alegraba aunque su terca ira no la dejara admitirlo, quizá con la terapia de pareja mejorarían su relación y no se separarían, pero una pequeña esquina oscura de su corazón le hacía creer que eso no acabaría bien. Les daría el beneficio de la duda, al final ellos sabían lo que hacían.
Se preguntaba cómo es que su padre y su madre habían terminado tan mal si eran amigos muy cercanos, en sus fotos antiguas se veían alegres, aunque claramente nadie va a guardar una fotografía de un mal momento; eso se decía para no sentirse culpable, pues, aunque ellos dijeran que no, si ella no hubiera nacido, quizá sus vidas hubieran sido diferentes, quizá hubieran sido mejores… Al final, parte de su enojo con el divorcio de William y Amanda nacía de una sensación de fracaso, de algo que había quebrado y no pudo arreglar.
Apretó la mandíbula para no dejarse llevar por la amargura que la embargaba. Elevó la vista hacia la ventana y se preguntó si Anne y ella acabarían de esa manera si comenzaban a salir juntas; no estaba insinuándose nada acerca de que estuviera enamorada de su amiga, el romance era una tontería, pero las similitudes no le permitían estar en paz con lo que le ocurría con Anne.
¿La herencia del caos sería cierta? El hijo no nacía culpable de los crímenes del padre y/o madre, pero ciertamente vivía con ellos, crecía en torno a ellos.
¿Ella era un buen prospecto para Anne?
Bufó, no necesitaba ese tipo de inseguridades justo ahora, además no importaba; la castaña se iría por cerca de un año, y en ese lapso, ese flechazo pasajero se habría esfumado tan rápido como llegó. Se asomó debajo de su cama y tomó las barras de soporte, una de sus salidas era el ejercicio de fuerza, la otra, la guitarra, pero hacer push ups era menos escandaloso, y quería silencio.
