"Rock you like a hurricanne"

Capítulo 5:

Incluso desde el fondo del abismo puedes escalar a la luz.

O algo así.


Faltaban 4 horas para que Anne partiera a Tailandia, por lo cual, Marcy le propuso ir a buscar a Sasha para jugar algo o simplemente platicar en su habitación… Quizá un último ensayo de "Sasha and the sharps". La castaña había quedado encantada con la idea, así que corrió hasta el hogar Waybright.

Los padres de la rubia la recibieron con alegría, pues sabían lo mucho que su hija quería a Anne, y sabían que necesitaba una amiga en esos momentos.

Tocó la puerta.

—No quiero ver a nad-… ¿Anne? — la confundida chica abrió la puerta de su habitación —. ¿Qué haces aquí? Pensé que estarías ocupada con la mudanza.

—La comunidad del templo tailandés nos ayudaron bastante, justo ahora hay una fiesta en mi casa… Marcy está ahí, así que vine por ti, me gustaría pasar el último día que tengo aquí, contigo… Incluso hoy te fuiste antes de que despertara…

—Bueno yo… Es que yo… —Por primera vez en su vida, Sasha balbuceó incoherencias. Sentía que debía explicarse de nuevo acerca de lo ocurrido la noche anterior, pero una parte de ella quería salir corriendo. Dentro de la rubia estaba por hacer ebullición todo aquello que se había guardado por tantos años, empujado por las nuevas verdades que lentamente iba asimilando.

El corazón de Sasha se sintió pesado dentro de su pecho, mirar la cara de Anne ese día se sentía diferente, era como si estuvieran creciendo flores a su alrededor, sus ojos no se apartaban ni un segundo de ella. Tragó saliva y apretó la mandíbula, los grises pensamientos de antes estaban matando las mismas flores que vio surgir.

"¿Acaso está sintiendo lástima por ti? Tus padres la llamaron seguramente, ella se iba a ir, ¿no recuerdas? ¿Por qué otro motivo estaría aquí? ¿Por ti? Si se va a ir es que claramente no te necesita, no te necesita ni ella, ni tus padres, ni Marcy. ¿Qué puedes darle en este momento? Eres una hipócrita, secretamente deseas que su abuela muera pronto para que no tenga que irse. Pero igual, no la necesitas, ¿verdad? No necesitas a nadie, ni a tu mamá, ni a tu papá, ni a Anne…"

—No estaba huyendo… —Movió la cabeza con incomodidad. No entendía por qué justamente en ese momento estaban surgiendo esas palabras dentro de su mente. Una sensación desconocida de miedo se instaló en el fondo de su pecho, haciéndola sentir insegura por primera vez en su vida.

—Eh… sí… ¿por qué lo dices? —Anne estaba claramente confundida.

—No… por nada…

—Bueno, entonces, ven —la chica de cabello castaño tomó la mano de la rubia, pero Sasha, casi como si el roce la hubiera quemado, apartó la mano con violencia.

—No voy a ir.

—Pero… pero será la última vez que nos veamos durante el último año, Sash…

—Las personas se van, así es la vida.

—¿Qué dices? Sasha, no me iré para siempre, voy a volver… y no me hables como si no te importara, dejarlas así me duele mucho… —Anne no entendía de dónde había salido esa actitud tan fría de parte de la rubia. Ayer la estaba consolando e intentaba limpiar sus lágrimas, hoy, que estaba a punto de llorar otra vez, su amiga parecía una peña inapelable.

—Entonces no te vayas, quédate —Sasha tomó la mano de Anne y la jaló dentro de su habitación —. Quédate conmigo, hablaremos con tus padres.

—Pero…

—Querer es poder, si te quieres quedar, entonces puedes hacerlo, pero si te quieres ir, entonces no hay nada más que decir —afirmó con sequedad en contraste con su primera petición.

—No me estoy yendo porque quiera, Sasha.

—Pero al final es tu decisión.

—No es justo que me pongas en esta situación, es como si me pidieras elegir entre mis padres y tú.

—No, te doy a elegir entre una señora moribunda y yo, ¿por qué es tan difícil? ¡Se va a morir estés o no allá! ¿O qué es en verdad, Anne? ¿Es que acaso ya tampoco te hago falta y por eso te vas?

Un sonido agudo se escuchó en la habitación. La castaña mantenía su brazo a medio cuerpo, mientras que la rubia apretaba la mandíbula; Anne, herida por las palabras de su mejor amiga, le había dado una bofetada.

—S-Sasha… ¡Yo no quería…! ¡Lo lamen-!

—Vete.

—¿Qué pasa? Hasta ayer tú eras…—La chica de piel canela se mordió un labio para reprimir el quiebre de su voz—. Pese a todo, tú nunca me tratarías así, ¿qué ocurrió? ¿Qué tienes?

Sasha se detuvo un momento a procesar la situación, por un instante había dejado de pensar… Y ahora, con la mirada cristalizada por las lágrimas, su mejor amiga la veía como si no la reconociera; y a decir verdad, ella tampoco lo hacía.

—Te estoy diciendo que te vayas, Tailandia queda muy lejos —Sasha sacó de su habitación a la confundida chica—. Cuídate, Anne.

Con la puerta cerrada en la cara, la castaña dudó si intentar hablar con la rubia de nuevo, pero el hueco en su pecho le exigía liberar las lágrimas que había aguantado. Así que, sin decir nada, se marchó de la casa de los Waybright, esperando que, aunque fuera a último minuto, Sasha la fuera a despedir al aeropuerto.

Marcy la recibió con un abrazo, ayudándola a entrar en su casa lo más rápido que pudo y con cuidado de que nadie se percatara de su tristeza.

Sasha, por su parte, se quedó sentada a los pies de su cama toda la tarde, ignorando el reloj, ignorando los llamados de sus padres, ignorando las llamadas y mensajes de Marcy, y sólo cuando vio una notificación de la pelinegra en su celular, fue que, apretando los dientes, se soltó a llorar.

[Anne ya se ha ido]


Eventualmente "arreglaron" el problema con algunas palabras incómodas, pero algo se sentía diferente. Sasha se fue cerrando más a todo y todos, la abrumadora descarga de sentimientos de esa tarde le hizo tener miedo de volver a hacerle daño a alguien que quería… a sus padres, a sus amigos, a Marcy… a Anne…

Su madre se fue unos días después, ella lo intentó tomar de la mejor manera, pero no pudo evitar volver a encerrarse en su habitación todas las tardes. Marcy iba todos los días a ver cómo estaba, a veces la dejaba pasar, a veces no, pero cuando eso ocurría, la pelinegra se quedaba recargada del otro lado de la puerta platicándole acerca del juego que estaba probando, del nuevo webtoon, manga, manhua o manwha que estaba leyendo, de sus clases de dibujo, de la increíble chica que acababa de entrar en el instituto y que ya era su amiga, a veces escuchaba música junto a ella, cosa que agradecía, pues, desde que su padre se había refundido en su trabajo a horas extras para pagar quién sabía qué cosa, su casa se sumergía en silencio desde las 8 de la mañana hasta las 9 de la noche.

Durante ese tiempo, mensajeaba con Anne de vez en cuando, ella le contaba todos los planes que tenía para ellas tres una vez regresara, pero, pasada la fecha del año en que había partido, recibió un mensaje de disculpa, donde podía leer que la castaña no regresaría hasta el siguiente ciclo.

Lo tomó por el lado amable, intentó no culparse del hecho de que Anne no quisiera volver a L.A, pero ciertamente era un pensamiento recurrente.

Su vivaz personalidad fue reemplazada por una actitud taciturna, siempre iba de la casa para la escuela, y de la escuela para su casa. Su padre había notado esto, pero el hecho de que Sasha lo culpara por la ausencia de su madre no hacía fácil que hablaran en paz acerca de su preocupación por el cambio de la pequeña. En silencio, se dedicó a estar pendiente de ella a través de Marcy y a darle todo cuanto necesitara… una laptop nueva, un celular de última generación, ropa cada quincena, discos de sus artistas favoritos, luces para su habitación, audífonos de todo tipo, una computadora para jugar, su cereal favorito en la alacena y disponible, helado en la nevera, dinero en su mesa todos los días al despertar, sin niñera por las tardes…

William en verdad creía que dándole todo lo que pidiera, eventualmente, su tristeza mermaría. Pero Sasha no se sentía triste, se sentía sola.

La vida insulsa que llevó por cerca de un año y medio mejoró ligeramente cuando su madre regresó. Cuando lo hizo, fue que lo supo, su mamá había ido a una clínica psiquiátrica durante ese tiempo, y ya la habían dado de alta. Por un tiempo, su vida volvió a tener color, se sentía plena, feliz, pero casi inmediatamente las peleas regresaron. No tan intensas como antes, pero ciertamente no menos frecuentes; esta vez, sin embargo, Sasha optaba en ir por voluntad propia a su habitación, ponerse los audífonos o simplemente salir de casa.

Por un tiempo estuvo viviendo más en casa de Marcy que en la propia, cosa que encantaba a su amiga, pero también la preocupaba, pues creía que con la llegada de Amanda de nuevo a la casa Waybright, las cosas mejorarían, pero claramente no era así.

Oficialmente se llamaron abogados para comenzar el proceso definitivo de divorcio, cosa que fue estresante y agotadora emocionalmente para la rubia, pues, aunque su madre había mejorado considerablemente su carácter y sus ataques de histeria, continuaba con esa actitud hostil que adoptaba cada que las cosas no salían como quería, o al ritmo que ella deseaba. La decisión de elegir con quién quedarse había destrozado a Sasha, quería a sus padres por igual, no podía escoger entre dos partes de su corazón. La situación en que había puesto a Anne hacía casi dos años para entonces volvió a su mente. Había sido injusta con ella… por eso decidió no decirle nada cuando la chica de cabello castaño volvió a postergar su regreso a L.A, trataría de entenderla, así que aceptó el juramento como una señal que la ayudaría a elegir el lugar donde se quedaría. Si Anne estaba esforzándose tanto por regresar, entonces sería una pena que la rubia se mudara a esas alturas. Con vergüenza en la mirada les comunicó a sus padres su decisión, y aunque su madre no le habló por cerca de dos meses después de mudarse a Fresno, la elección fue definitiva.

La rubia no podía creer la actitud tan infantil de su madre, y aunque recibió una disculpa, el coraje de que todo fuera tan fácil para Amanda cuando, por menos, a ella la habrían castigado por "inmadura e infantil" le hizo moler a golpes con un bate el buzón de su casa donde figuraban los nombres de los tres que alguna vez vivieron en esa casa. Ya estaba harta de ser siempre ella la que debía entender y a quien todos le pasaban por encima porque sus sentimientos no importaban. ¡Ya basta! Todos se podían ir a la mierda.

Su padre la reprendió fuertemente, primera vez en meses que llegaba temprano a su casa, lo que significaba que podía hacerlo, solo que no quería.

Había una extraña satisfacción en desquitarse de esa manera, pero en el momento en que Marcy le pidió pensar mejor sus actos, fue primera y última vez que hizo algo así de violento. Al menos… hasta que la chica de cabello negro se mudó.

La vida era una perra, ya ni siquiera le importaba que, con el divorcio completo, su madre se mudara a Fresno definitivamente, ya había vivido un buen tiempo en una casa solitaria, que así fuera el resto de su vida no era gran problema, se había acostumbrado muy bien a estar por su cuenta, lo que la jodía ahora, era que Marcy se iba a mudar también, y no a un pueblo a algunos kilómetros, se iría a China. Marcy era el último hilo que la ataba a la antigua Sasha, a sus recuerdos con Anne, y ahora, la perdería también… como a la chica de cabello castaño, a quien ya ni siquiera le contestaba los mensajes por miedo a explotar y decirle más cosas hirientes tras tantas promesas sin cumplir.

Vio el miedo en los ojos de la pelinegra una vez estuvieron en el aeropuerto, la chica de cabello rubio la abrazó y le prometió que no estaba enojada; la llorosa chica de piel morena le pidió que jurara que no iba a ignorarla, que le respondería, que no se alejaría. Sasha se limitó a darle un beso en la frente, como sellando una carta que iba a un lugar lejano y la despidió con una sonrisa, en contraste con las lágrimas que derramó una vez estuvo en casa.

Y esta vez, nadie pondría música para ella, ni le hablaría de historias, ni le pediría ver anime.

Suspiró con pesadez, sintiéndose una mierda por cómo había tratado a su madre cuando regresó y a su padre cuando la reprendía, pues en ese momento, quería llamar a alguno de los dos para pedirle que llegara a casa y la abrazara. Pero ¿cómo podría pedirles eso luego de tantos problemas? No lo merecía.

Bajando en sus mensajes luego de desearle buen viaje a Marcy, miró el nombre de Anne. Apretó el celular, nadie iba a ir con ella, nadie iba a resolverle la vida. No necesitaba amor, necesitaba confianza, necesitaba ser fuerte, se limpió las lágrimas y tomó las pesas a su lado, después de la treintava repetición, gritó con furia, impotencia y tristeza. Al final, no importaba, no había nadie en casa.


Su fama había crecido durante el último año, pero no precisamente para bien. Ahora era algo cercana a una bravucona que andaba con sus soldados detrás. Un chico llamado Kyle era su segundo al mando, otros dos más, Bruno y Lauren, se encargaban de poner caras atemorizantes a sus víctimas para que se viera que hablaban en serio.

William se había rendido con ella, a la primera negativa de Sasha, desistía y le soltaba siempre la misma frase: "No puedes vivir así". Oh, sí que podía, ya llevaba un año atemorizando a medio L.A y no se detendría hasta que la ciudad fuera suya. Al carajo la universidad, a la mierda la preparatoria, no le importaba nada ni nadie.

Cierto día, se dio cuenta de que el lugar donde se reunía con sus compinches estaba siendo limpiado. Extrañada, se acercó con curiosidad y un poco de enfado.

—¿Quiénes son ustedes? ¿Quién los envió? —El hombre de casco amarillo la miró un momento, pero de inmediato volvió a su labor —¡No me ignores, desgraciado! ¡Te hice una pregunta! —exigió, jalando del chaleco al intruso.

—¡¿Qué carajo?! Soy un trabajador, niña, ¡ve a molestar a alguien más! —gruñó el señor con visible molestia.

—¿Algún problema? —Una voz gruesa y entonada se escuchó detrás de ella. Sasha volvió la vista para mirar de quién se trataba, encontrándose con un fornido hombre de cabeza rapada, ojos de color diferente el uno del otro y gran estatura.

—Están invadiendo propiedad privada, ¡¿acaso sabe quiénes se reúnen aquí?!

—Bueno, el alcalde me platicó de cierta banda de pubertos alborotadores que habían invadido el lugar —Se rascó la mandíbula —. Me imagino que tú, mocosa, eres arena del mismo costal… ¿qué traes encima? —dijo, cruzando los brazos —. Falda con mallas, chaleco sacado de la basura más cercana seguramente, botas de petrolero que debiste robarle a un buen hombre y un bate gastado que seguramente tu padre o madre extrañarán en el ático.

—¿Qué mierda?

—Aparte con boca de marinero, ¿te crees muy ruda, niña?

—No me creo, soy.

—Bueno, entonces no te molestará ayudarme con la limpieza del lugar ya que está lleno de latas de cerveza y colillas de cigarros. Oye, que hasta para ser maleante hay que tener clase, ¿nunca viste "El padrino"?

—No te voy a ayudar a nada, y más te vale salir de mi propiedad o…

—¿O qué? —El hombre se enderezó delante de la adolescente.

—No te tengo miedo, si crees que porque eres grande te voy a tener piedad, piénsalo de nuevo, entre más grande el árbol más fuerte cae.

—También entre más te subes en tu nube de fantasía, más duele cuando te la pinchan. No eres ni la primera ni la última maleante a la que me enfrento. Este lugar no es tuyo, mocosa, le pertenecía a mi padre y ahora ha pasado a mis manos, así que, o sacas tus sucias botas de aquí, junto a la de tus amigos, o…

—¿O? —lo retó.

—O te voy a dar una probada del mundo adulto, ¿te crees muy grande con ese aroma a cerveza y cigarro encima?

—No te tengo miedo.

—No, claro que no, no busco que me tengas miedo, busco que respetes lo que no es tuyo.

—Claro, ya se te pasó la hora de dormir, anciano —Sasha preparó un golpe que cayó en la quijada del hombre, quien ladeó la cabeza por la fuerza del impacto. Regresó la mirada a la adolescente, sangre salía de sus labios. La chica de cabello rubio pensó en disculparse, no solía pegarle a la gente, pues con la intimidación bastaba, pero no iba a permitir que le quitaran su punto de reunión.

—Medio cabrona me saliste, pero adivina qué—El desconocido se recompuso —. Mi hermana pegaba más fuerte a tu edad —Lo siguiente se sintió Sasha fue un golpe contundente en el estómago que la obligó a arrodillarse. Todos sus órganos estaban vibrando dentro de ella.

—Tú… Hijo de… puta —vociferó.

—Me llamo Grime, mucho gusto. Ahora lárgate a tu casa.

La rubia no dijo más, se fue apresuradamente del lugar.

El dolor no la dejó dormir, así que, durante la noche, se dispuso a vengarse. Una llamada la interrumpió, sin embargo. Era Marcy.

Una frase que hubiera dado todo por escuchar de Anne, se hizo real de voz de la pelinegra: "Sasha, ¡adivina qué! La siguiente semana regreso a L.A".

La rubia inmediatamente olvidó al anciano de aquella tarde, ¡su amiga regresaba! No podía esperar, extrañaba los buenos momentos que había pasado con Marcy.

Se quedó pensando un momento, si la pelinegra llegaba la siguiente semana, entonces debería ir haciendo preparativos desde ya. Lo primero era… ordenar su habitación… sí, era un desastre. Al pasar cerca de un espejo, se dio cuenta de su aspecto desaliñado y descuidado, dejó la ropa sucia en la puerta e inmediatamente corrió al baño a darse una ducha.

No sólo limpió su habitación, también su casa. Entró, luego de mucho tiempo, al cuarto de su padre y arregló la ropa que estaba desperdigada por el suelo. Esa noche el señor Waybright llegó a encontrar su hogar igual de oscuro, pero ya no olía a humo, ya no había trastes en el fregadero ni comida echada a perder en el refrigerador… Sonrió con ternura y tristeza… ¿no podía ser así siempre? Sin llegar a casa y tener que pagar multas, o que su hija estuviera fumando en su alcoba con ese remedo de amigos que tenía ahora… Decidió no tentar la suerte, así que se fue a su habitación sin hacer ruido, aunque, antes de cerrar completamente la puerta, se decidió. Caminó hacia la alcoba de su hija y tocó con suavidad. No escuchó nada del otro lado, pero sabía que Sasha estaba ahí, la había oído salir de su baño.

—Gracias por limpiar la casa. Buen trabajo…

El silencio fue su respuesta, así que, suspirando profundamente, se retiró.

Durante toda esa semana, Sasha evitó las quedadas con aquellos chicos, incluso cuando Kyle le contó acerca de la golpiza que les habían puesto los hombres que estaban invadiendo su punto de reunión, ella hizo caso omiso. Se estaba preparando para recibir a su mejor amiga, casi su hermana, así que debía comenzar por dejar el cigarro, pues la pelinegra siempre lo había aborrecido y la tentación de fumar uno que otro era demasiada, pero debía lograrlo.

Lo consiguió apenas, así que, por fin, librada del olor a humo, abrazó a Marcy sin miedo. Soltó lágrimas sinceras, en verdad que necesitaba ese momento…

Durante una semana, Sasha se alejó de los problemas, volvía a pasar tiempo con su mejor amiga e incluso se había visto varias series con ella, pero la huella de sus acciones la alcanzó el día que su pequeña banda la emboscó una noche que regresaba de dejar a la pelinegra en su casa.

Le reclamaban por abandonarlos, por ya no ser "la de antes", esa chica rebelde que no le importaba nada ni nadie. La rubia intentó convencerlos de que lo dejaran por la paz, que no volvieran a buscarla, pero ellos, que habían visto ese cambio radical durante la última semana, se sentían desechados como un trapo viejo, aunado a la envidia que les daba mirar a su ejemplo a seguir adaptarse a una vida tranquila con tanta facilidad, después de reírse de ellos cada que les daba miedo hacer algo; Sasha era débil, no era esa chica genial que habían creído, esa en la que se excusaban para comportarse como lo hacían, pues argumentaban que ella era fuerte. No, esa malnacida les había mentido, se había burlado de ellos desde el día uno, y no podían dejarlo impune. La llevaron a la fuerza al lugar en donde se reunían y ahí, entre todos, comenzaron a golpearla sin piedad, como si nunca hubieran compartido una que otra risa. El suelo empezó a retumbar, la rubia podía sentirlo porque se encontraba en el piso, y, de la nada, Grime apareció junto a otro señor. Eran tres contra tres, un duelo justo, pero Grime y Stumpy valían como por 10 chicos más, así que, asustados, los adolescentes salieron corriendo en vano, pues Stumpy y Grime los agarraron de las piernas a cada uno y llamaron a la policía.

Ya no podía ocultarlo después de esa noche. Estando en el hospital, Sasha le contó a Marcy todo lo que había vivido el último año, el como le había hecho daño a mucha gente, el como difundió el temor cuando la veían pasar por la calle, le pidió perdón por ocultarle la verdad y por la persona en que se había convertido… Ahí, frente a esa chica que siempre le pareció un ángel, sintió asco de sí misma, pero la pelinegra la tomó de la mano y también se disculpó por simplemente asumir que la rubia podía con todo lo que había ocurrido en su vida durante los últimos años, no se había percatado de lo mucho que estaba sufriendo. Sasha apretó la mandíbula, sintiendo un profundo desazón. A pesar de que Marcy quería darle a entender que era una víctima de las circunstancias, la rubia también sabía que al final, las decisiones que había tomado no eran más que suyas. Silenciosamente, esa tarde, le prometió a Marcy, a su padre y madre… a la Anne que vivía en su memoria, que intentaría ser una mejor persona.

Pasó una semana y regresó al lugar donde una vez estuvo con aquellas personas. Grime le sonrió con sorna y le hizo un chiste acerca de que sus amigos peleaban como ancianas. La chica rió, pues ella lo había pensado alguna vez; solos no eran nada, pero juntos se daban valor para hacer tonterías. Sasha le entregó una canasta de frutas en agradecimiento a la que le mandaron al hospital él y Stumpy, y una barra de chocolate, como agradecimiento por ayudarle aquel día.

Fue el inicio de una gran amistad. Grime, o Gregory, era una persona cálida y divertida, Stumpy era un poco más serio y paternal, Sasha se encontró cada tarde en el lugar, ayudando a pintar, remodelar, mover mobiliario y en reuniones con arquitectos y diseñadores de interiores. Marcy se había sumado a la ecuación pronto, y junto a ella, su padre, pues no confiaba en que su hija y la pelinegra estuvieran tanto tiempo con dos hombres mayores.

Marcy casi no podía estar presente debido a las muchas actividades en que se encontraba, pero siempre que podía, se paseaba por el lugar. Un día, llevó a dos chicas: Olivia y Yunan. Tiempo después llegó con dos enanos pelirrojos; a uno le decían Sprig, su nombre era Struan, y Polly, la menor de ambos.

En un principio estaba negada a tratar a esos chicos, pero Marcy logró que accediera a pasar algunas tardes con ellos, y cuando la rubia se quiso parar a pensar en la situación, ya estaban compartiendo sodas en "El grial" mientras hablaban de formar una banda.

Un día, para su sorpresa, su padre le anunció que había iniciado una relación con Gregory, veía el miedo en los ojos de William al comunicarle la noticia, pero después de tantas cosas que le había hecho pasar, lo menos que podía hacer era felicitarlo e imponer una regla de "cero besos delante de ella".

Esperaba que la relación durara mucho tiempo, no había visto a su padre tan lleno de vida desde hacía tiempo.

La relación con William iba sanando, aún había temas que no podían tratar sin pelear, como el futuro de Sasha o sus calificaciones en la escuela, pero el enojo ya no duraba semanas. Con Amanda, sin embargo, las cosas eran muy diferentes. Ella había iniciado una relación con uno de sus compañeros de trabajo poco después de que se fuera de Los Angeles, al poco tiempo se habían ido a vivir juntos y ahora esperaban a su primera hija… Era bueno, Sasha se alegraba por ella, pues se veía genuinamente dichosa y relajada, pero no podía evitar sentirse como una advenediza cada que visitaba a su madre, así que, con Amanda, la situación era más distante y superficial.

Durante el último año, Sasha pensó muchas veces en enviarle un mensaje a Anne, disculpándose por todos esos años de ausencia, por lo que le dijo cuando se fue, por lastimarla, pero no tuvo el coraje para hacerlo. Después de tantos años, podía poner sus sentimientos en palabras, y lo admitía, estaba enamorada de Anne, de eso hacía mucho, y ahora, simplemente no sabía cómo explicarle que, queriéndola, la lastimó de tal manera.

La vergüenza y culpa la destruían cada que miraba el nombre de su amiga de cabello castaño en la pantalla del celular. Otro mensaje que le llegaba, y otro mensaje que no respondería. Estaba consciente de cómo se veía el que la evitara de manera casi religiosa, incluso ignorando las videollamadas de los chicos con la castaña mientras estaba presente en la habitación, no se había atrevido siquiera a mirar la imagen de Anne en el celular, ¿qué le iba a decir? No estaba lista.

Logró regularizarse en la preparatoria, Marcy y Olivia la ayudaron a pasar sus exámenes y ponerse al corriente, Yunan y los hermanos Plantar la sacaban de la rutina con sus locuras, y ella comenzó a sentirse realmente plena, por primera vez en mucho tiempo, tal vez, por primera vez en su vida. Le estaban dando otra oportunidad de vivir, tanto ellos como la ciudad, que perdonó sus crímenes al mirar que el cambio era real.

Un día se levantó con una fuerte convicción, iba a olvidar su crush infantil con Anne, había muchas chicas y chicos interesados en ella, no sería difícil, y una vez lo hiciera, le escribiría para hacer las paces y volver a ser amigas, aunque fuera a distancia, estaba dispuesta a dejar ir esos sentimientos junto con la idea de volver a ver esos ojos brillantes y esa sonrisa que en su momento le movía el mundo.

El primer día fue un éxito, logró hablar con una chica, el coqueteo fluyó naturalmente, como si se conocieran de toda la vida. Eso le confirmaba que estaba preparada.

Al día siguiente, un mensaje la despertó. Desganada por una noche en vela terminando una serie con Marcy, Olivia y Yunan, desbloqueó el aparato con su huella dactilar y entró al chat casi por inercia. Estaba por escribir que la dejaran dormir, pero el nombre que se mencionaba al inicio del mensaje de la pelinegra le hizo levantarse rápidamente, ahuyentando el sueño que quedaba en su ser.

[Anne regresará el Jueves de esta semana que inicia]

—¡¿Qué rayos?!

No, no, no… ¡No podía ser cierto! ¡¿Por qué regresaba justo cuando intentaba olvidarla?! ¡No, no, no! ¡Debía ser una puta broma!

—¡Hija! ¡¿Qué ocurrió?!

—Eh, nada papá… suspendí una materia —dijo lo primero que le vino a la mente, sin importarle cuánto había evitado comunicarle acerca de ello a su padre.

—No otra vez, Sasha, ¡ya hablaremos! Por ahora vuelve a dormir, son las ocho de la mañana.

Sasha sonrió. Hace unos años, su padre ya estaría en el trabajo a esas horas, pero ahora que llevaba la contabilidad del "Grial", pasaba más tiempo en casa, con ella, con Grime.

Sus recuerdos la llevaron de nuevo a Anne y su corazón reaccionó sin remedio. Recordó todo lo ocurrido antes de que partiera, los reclamos, los gritos… el beso que no llegó a ser tal. La culpa, la vergüenza, la flecha que cupido no le dejaba tirar y que le clavaba en el corazón sin piedad cada que recordaba a Anne la marearon.

No podía verla…

Era demasiado inesperado.

No… No podía darle la cara.

Pero… al final había cumplido su promesa… Iba a regresar. Sonrió, tanto preocupada como emocionada.