Disclaimer: Resident Evil y sus personajes correspondientes son propiedad de Capcom.
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"El Amo y su Sierva"
Por: Galdor Ciryatan
CAPITULO 2.- "Eres mi amo"
Al doctor Taylor lo mandaron a su casa a descansar, el otro doctor fue cambiado de piso, y Mark estaba como supervisor para asegurarse de que no se repitiera lo de ayer. Hoy es martes. El lunes a las 11:32 hrs. 2 agentes armados entraron al cuarto 234-B, encontraron a un doctor inconciente y otro a su lado, a una joven vencida por el cansancio y a otro agente que les decía que todo estaba bajo control. Porque realmente todo estaba bien, excepto la espalda de Taylor, claro.
Cuando Mark vio que la joven le quitaba la aguja al doctor Taylor, casi se muere de la alegría… Ya en serio, solicitó ayuda.
.-.-.-. Ese mismo martes.-.-.-.
Leon fue movido por la curiosidad hasta la planta 8, área 2, puerta 234. Tenía 20 minutos libres y los utilizaría para indagar. Al entrar saludó con un gesto a Mark Holland y a un laboratorista que ahí se hallaba.
— ¿Cómo ha estado nuestra amiga?
— Bien, señor Kennedy, callada, de hecho sigue dormida.
— ¿Desde ayer?— preguntó Leon curioso. Mark asintió—. Y, ¿qué pasará con ella?
— Me han dicho que si no existiera razón para tenerla aquí, tal vez la dejarán ir aunque no tenga familia, por supuesto la van a hacer firmar algunos papeleos de confidencialidad. He pensado en hacerle pruebas de sangre para estar seguro de que no tiene el virus— Mark agachó la cabeza avergonzado—, pero francamente no me atrevo a acercármele con una aguja en mi mano.
Leon sonrió para sus adentros. Ella se comportaba con agresividad por causa de su miedo.
— Señor Kennedy, aprovechando que ella está dormida, que usted se encuentra aquí y que tiene un arma, me atreveré a pedirle un favor…
— Dime…
— Inténtelo usted— Mark le mostró una jeringa y se la tendió para que la tomara.
"¿Por qué habré dicho que sí?" se preguntó Leon entrando por la puerta 234-B.
— Yo aquí lo espero— le dijo Mark quedándose afuera.
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El cabello blanco de la joven era largo y lacio, le cubría el rostro mientras yacía de costado en una cama. Leon se sentó en el borde de ésta lentamente. Parecía que ella no lo había notado, su respiración continuaba rítmica y los párpados le ocultaban los orbes azules cielo. Él tomo con delicadeza uno de aquellos brazos delgados y blancos. La aguja rompió la piel y la jeringa pronto se llenó de sangre. Leon tuvo una sonrisa de victoria, una mueca de satisfacción más que de alegría.
Se preparaba para levantarse y salir cuando, repentinamente, ella abrió los ojos. Se miraron fijamente, la cara de él denotaba sorpresa, y la de ella quietud, era un rostro apacible en ese momento. ¿Quién pensaría que era capaz de mostrar ira?
— ¿Cuál es tu nombre?— murmuró Leon.
— Ilúvënis— respondió sencillamente.
— Veo que ya no estás enojada como ayer— le sonrió Leon.
— No, Mi Señor, he pensado mucho y pude ordenar prioridades
El rubio creyó que al llamarle "Mi señor", era como una formalidad, algo parecido a decirle a una mujer "señora mía". Así que pasó por alto ese detalle.
— No quiero parecer ansiosa…pero deseo que me dejen ir.
— Todo estará bien, tu sangre es tu pase de salida. La van a analizar y cuando vean que no tienes cierto virus te podrás ir.
— ¿Por qué estás tan seguro de que no soy una infectada?— cuestionó Ilúvënis esperando una respuesta inteligente.
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.-.-.-. Ilúvënis´ POV .-.-.-.
En lugar de eso, esbozó una sonrisa forzada. Ahí estaba de nuevo él tratando de infundirme seguridad a base de mentiras. Pero no tenía remedio, a pesar de que era un humano, yo ya había tomado mi decisión y no me arrepentiría, había aceptado a Kennedy como mi amo aunque él no lo supiera.
La moral le ganó a la ética, yo me salí con la mía y las tradiciones de mi pueblo se hundieron a los lugares más inaccesibles de mi pensamiento.
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Leon se levantó para salir, pronto debería volver con los novatos que entrenaba. Pero Ilúvënis quería estar más tiempo con él y le sujetó posesivamente la camisa.
— No te vallas, por favor. Necesito hablar con alguien acerca de muchas cosas, de preferencia contigo — Ilúvënis no quería que su voz se escuchara suplicante, sin embargo, así era.
Luego de mirarla con gesto compasivo, Leon vio su reloj.
— En tres horas volveré. Y si quieres hablar con alguien, del otro lado del espejo hay una persona que te escuchará con atención. ¿De acuerdo?
Ella asintió y sus dedos fueron dejando libre la camisa del rubio.
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"Sorpresa" era el adjetivo que mejor quedaba en la cara Mark.
— Wow… Esa no es la chica de ayer, estaba…calmada, tranquila.
— Aquí tienes tu muestra— indicó Leon— ¿Lo viste todo?
— Claro. Ayer no hubiera creído que tenía esa capacidad para dialogar razonablemente.
— Tal vez quiera hablar contigo. Pregúntale qué hacía en la isla, pregúntale de Saddler. Volveré más tarde.
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.-.-.-. Ilúvënis´ POV .-.-.-.
Al marcharse Leon volví a estar sola, sin embargo aguardé su regreso. Él dijo: "En tres horas volveré", y yo esperaría pacientemente. Mientras tanto me di a la tarea de analizar una muy particular frase que había salido de su boca: "… si quieres hablar con alguien…", eso quería decir que yo elegía, no era una orden.
Más tarde entró a la habitación un hombre, en su gafete decía "Holland, Mark". Yo estaba sentada en el piso abrazándome las piernas, me limité a mirarlo sin pronunciar palabra. En su mirada se leía nerviosismo.
Levanto una silla del piso (porque nadie había limpiado mi tiradero y yo no haría a menos que Kennedy me lo pidiera), y se sentó tras acomodarla frente a mí.
— Hola, ¿cómo estás? — A ese hombre la voz le temblaba—. ¿Puedo hablar contigo?
Me mantuve sin hablar y mirándolo con escrutinio. Para el hombre el silencio se tornó denso y pesado, a mí, me gustaba estar así.
— ¿Y bien?… ¿Puedo hacerte unas preguntas? — No esperó mi respuesta y comenzó con sus indagaciones—. ¿Qué hacías en la isla?
Únicamente silencio de mi parte, así que apoyé la frente en mis rodillas, ocultando el rostro en espera de que el hombre entendiera que no estaba dispuesta a prestarle atención. Pero el ser humano se terco a ratos, aunque tarde o temprano este hombre se cansó y entendió que no era él mi centro de atención. Tanto lo ignoré que se dio por vencido de momento, pero más tarde seguro volvería con las mismas preguntas.
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.-.-.-. Lejos de ahí, 4 pisos más arriba .-.-.-.
— Muy mal, Burnside, tu puntería es terrible— le reprendió Leon a un muchacho en la práctica de tiro al blanco.
— Perdone, me duele la cabeza— se disculpó él.
— Vete a descansar.
— De acuerdo— asintió el joven de nombre Steve.
Se hallaban en un salón de práctica (obvio, no iban a afinar puntería en el comedor). Cada uno de los cadetes traía una pistola con 40 balas. Se trataba de una práctica individual para sumar puntajes. Steve había tenido 1750 puntos y era el más bajo hasta el momento.
Luego pasó una chica de apellido Redfield, cargó su arma y se puso unas gafas transparentes. Era increíble como acertaba la mayoría de los tiros, tenía mucho temple y concentración. Finalmente tuvo el puntaje más alto: 4800.
Pero claro, éste era un grupo de reclutas muy especiales. Casi todos hijos de generales, comandantes o de personas relacionadas con la política.
Claire Redfield, hermana de otro agente que laboraba en el edificio, no era tan novata, su hermano (Chris) le había enseñado a manejar muchos tipos de armas; Steve Burnside, rescatado de las garras de Umbrella, vivía con Claire en un departamento de renta, decenas de veces Chris le había hecho la misma advertencia: "Cuidado dónde pones tus manos cuando estás con mi hermana"; Jennifer Shea, hija de un militar veterano, chica de 21 años; Robert Kellgren, sobrino algo distante del presidente de la nación, pero sus padres igual tenían gran peso en la política; Alexandra Scheler, hija de un congresista que el ´87…
Hasta completar un grupo de 22, todos ellos jóvenes entre 18 y 23 años, movidos por sus valores con la convicción de que le debían algo a su país. Steve compartía ese sentimiento, estaba agradecido de que le rescataran a tiempo de Umbrella.
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.-.-.-. Y 4 pisos más abajo .-.-.-.
Un laboratorista entraba a la habitación 234-B con una escoba. Al percatarse, Ilúvënis levantó la vista.
— No te asustes, sólo vengo a limpiar.
"Ja, no me asusto contigo, creí que podría ser otra persona" pensó ella, luego volvió a agachar la mirada.
— ¿Dónde está Kennedy? — cuestionó la joven.
— No lo he vuelto a ver desde hace rato, ¿por qué me lo preguntas?
Ella pensó en responderle, pero estría gastando más saliva de la necesaria.
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Horas más tarde Leon al fin llegaba, pero primero pasó con Mark.
— ¿Alguna novedad?
— Realmente no, sr. Kennedy. No quiso hablarme. Preguntó por usted pero eso fue más tarde.
— ¿Por mí? — dijo Leon sorprendido.
— Así es, usted parece agradarle.
— Pues no entiendo por qué.
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.-.-.-. Ilúvënis´ POV .-.-.-.
Kennedy, a mi parecer, se había demorado. Él dijo que volvería y si no lo hacía significaba que yo era una tonta. Porque ¿quién podría elegir un amo que no cumplía lo que decía?
En fin… Supongo que me hice dependiente de alguien desde que conocí a Lord Saddler. Él siempre tenía un trabajo para mí, nunca estuve ociosa durante mi estadía en la isla. Me encargaba de que los sistemas de seguridad funcionaran, si una puerta debía estar cerrada yo me cercioraba. También veía que ciertos lugares (no todos) tuvieran energía y que algunas cámaras no fallaran. Pero lo que más me gustaba era revisar las trampas: los lásers; las rejas y barrotes ocultos que tenían que accionarse bajo determinadas circunstancias. Me ocupaba de eso una vez a la semana.
Pero volviendo al tema, Kennedy era inteligente, sagaz, fuerte, y había vencido a mi señor, Osmund Saddler. Y sin un amo yo no tenía un propósito.
Fue curioso, estar pensando en él y luego verlo entrar por la puerta. Kennedy llegó. Ese porte, esa mirada, la confianza que reflejaba su rostro, cosas que se han quedado grabadas en mi mente para siempre. Tras de él entró otro hombre, el tal Mark, de estatura media, joven, con gafas; era el humano que me había hecho las preguntas que no contesté.
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— ¿Cómo estás? — le dijo Leon a la joven de cabello blanco.
— Regular, me alegra que lo preguntes.
Ella se hallaba sentada en el suelo y Mark le sugirió que se pusiera de pie: —Levántate, el piso esta frío.
Aquel verbo en imperativo hubiera quedado mejor en la boca de Leon, así que ella lo miró esperando que él mismo le diera la orden, el rubio nada más hizo un gesto de asentimiento. Ilúvënis se puso de pie pero siguió en el mismo lugar. Leon se percató de que en su rostro había un deseo, una avidez, como si esperara que le dijeran algo más.
— Mark y yo hemos hablado, él preguntó y dice que no hay inconveniente para que te llevemos a otra habitación, siempre y cuando te comportes. Sólo es para que estés más cómoda y contestes las preguntas que te haré— declaró Leon.
—Como tú quieras— respondió la joven.
La condujeron por 2 pasillos y en el camino a Leon se le ocurrió preguntar: — ¿Por qué no hablaste con Mark?
— Porque no me dijiste que lo hiciera…
— Sí lo hice— la interrumpió él.
— Dijiste que lo hiciera si yo quería— le explicó Ilúvënis.
— ¿Y desde cuándo obedeces al pie de la letra lo que alguien te dice?
— Te obedezco sólo a ti.
— A mí— Leon se confundió— ¿Y por qué a mí?
— Eres mi amo— tal declaración sobresaltó a Leon y sorprendió a Mark, el rubio paró en seco—. Te obedezco porque eres mi amo, lo fuiste desde el momento en que mataste a Lord Saddler. Y ahora que ya lo sabes, Mi Señor, puedes pedirme lo que quieras.
— Escucha, no soy tu amo…
— Sí, sí lo eres. Seré tu sierva hasta que muera.
Aquel agente con tanta experiencia, que había sobrevivido a tantas monstruosidades no sabía como hacer entrar en razón a una muchacha de veintitantos años. Finalmente decidió no prestarle demasiada atención.
La llevaron hasta un cuarto de paredes guindas, había un librero, un escritorio y unos sillones, parecía una oficina o algo así.
— Siéntate… Todo lo que nos digas quedará grabado para un registro— dijo Mark.
Ilúvënis miró a Leon esperando la orden. Éste suspiró resignado y le hizo un ademán.
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CONTINUARÁ…
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Galdor Ciryatan
