Disclaimer: Todos los personajes, así como el concepto e historia de Resident Evil son propiedad de Capcom. Yo únicamente hago uso de ellos para diversión y entretenimiento de ustedes.

Que lo disfruten…

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"El Amo y su Sierva"

Por: Galdor Ciryatan

CAPITULO 4.- Nos separan

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Ilúvënis' POV

Desperté mucho antes de que mi amo llegara. Esperé y esperé hasta que por fin la puerta se abrió, sin embargo, no era a quien yo deseaba ver. Eran dos hombres que vestían muy similares a mi amo Leon. Pero al entrar ambos me apuntaron con sus armas a la cabeza. Dejaron la puerta entreabierta y de afuera pude escuchar que alguien decía: — ¡Tráiganla!

Los dos hombres prácticamente se lanzaron sobre mí. Yo no lo esperaba y entonces…

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Como de costumbre, Leon bajó por al "ascensor de empleados", luego tomó otro elevador hasta la planta 8 y caminó por varios pasillos al área 2. Sólo que antes de llegar al cuarto 234-B, Ilúvënis salió de ahí, sí, pero dos agentes la jalaban.

Afuera habían mas personas, ocho: 6 armadas, una con bata blanca y uno con traje de oficial.

La joven albina forcejeaba al ser sacada, mas cuando su mirada encontró el rostro preocupado de su amo, empezó a llamarle.

— ¡Mi Señor! ¡Ayúdame!... ¡Por favor Leon! — gritaba Ilúvënis con toda su fuerza.

Los agentes, que eran de rango más alto que el de Leon, se llevaban a rastras a la joven. Cada uno le sujetaba un brazo pero apenas conseguían moverla, era como llevar una piedra a cuesta.

— Hey, ¿qué le hacen?... Suéltenla— les dijo Scott aproximándose. En el acto otro agente le cerró el paso—. Muévete— le ordenó Leon en vano.

El rubio empujó al otro hombre para pasar por un lado, pero lo golpearon en la nuca con el rifle. Leon calló al suelo, lo habían tomado desprevenido. Cuando quiso levantarse, el hombre a quien había empujado y otro agente le apuntaron.

Al ver a su amo en el piso, Ilúvënis no sólo forcejeó para soltarse, inclusive mordió en el brazo a un agente y le arañó la cara al otro. Sin embargo no la soltaban, uno le dio una bofetada y ella gritó. Aun así no era de dolor, era de coraje. La rabia la carcomía por dentro al sentirse impotente, observando a su señor derribado en el suelo.

— ¡Amo Leon! —gritó ella.

— Ilúvënis, no…— comenzó a decir Scott mientras se incorporaba, mas no llegó a hacerlo, otra vez lo golpearon pero esta vez en el costado. Leon fue a dar a suelo, boca abajo y humillado. A pesar de que tenía la fuerza y la capacidad para levantarse…decidió no hacerlo.

Inteligente como era, conocía de rangos y de normas, de castigos también.

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.-.-.-. Ilúvënis' POV .-.-.-.

¿Por qué no se levanta?... ¿No puede? ¿No lo dejan?... ¿Por qué no se levanta?

Quiero ayudarlo pero me arrastran en dirección contraria. Y otro hombre de uniforme viene a ayudarles a jalarme. Mi Amo no se pone de pie, sus mechones cenizos me ocultan su rostro.

Estos hombres me llevan lejos de él, se acerca otro y entre los 4 me apartan de mi Amo. Un tipo de bata blanca y otro que se le veían aires de superioridad vienen con los que me arrastran. El que parecía creerse importante me mira de arriba a abajo. Luego esboza una sonrisa.

Antes de dar vuelta en un pasillo que nos llevará a un elevador, dirijo una última mirada a Mi Señor, el cual se está poniendo de pie. Veo ira en sus ojos.

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Leon golpeó la pared con rabia, quedó completamente solo. Los dos agentes se fueron y se puso de pie únicamente para ver cómo se llevaban a Ilúvënis por otro pasillo. Se sintió encolerizado al tener sospechas de hacia dónde llevaban a la albina.

Entró por la puerta 234 y vio a un Mark cabizbajo.

— ¿Por qué no los detuviste?... No tiene el virus, no está infectada por las plagas. ¡No debieron llevársela!

— Perdone, Señor Kennedy— La voz de Mark era débil—. Yo… Ella sabe demasiado sobre cosas que no debería. Por más escueto que hubiese sido mi reporte de ayer… Ella llama la atención. Inmediatamente llamó la atención de El Fondo.

— ¿El Fondo? ¿Quieres decir que se la llevaron a Planta Once?— preguntó Leon exaltado.

— Lo lamento. Pero es que la fuerza física que ella demostró, su resistencia a los narcóticos… saltó a la vista de…— Mark no quería continuar.

— ¿A la vista de quién? — le presionó Scott.

—…Wesker…— contestó secamente.

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Albert Wesker no era realmente tan mala persona (o no lo había sido), pero estaba infectado y jamás se le podría dar de alta, la corporación le tenía prohibido salir de los sótanos. Con el tiempo, y gracias a las habilidades y astucia que demostró, llegó a ganarse la confianza de la gente importante. Se le puso a cargo de la planta número once, también llamada El Fondo o, simplemente, Planta 11.

Wesker era responsable de mandar realizar el trabajo sucio y de "desaparecer" cosas indeseables. En cierta forma le parecía entretenido. Y al enterarse de que alguien, accidentalmente, había salido vivo de la isla en Europa, inmediatamente se interesó.

Planta 11 llevaba mucho tiempo sin actividad, tal vez Ilúvënis iba a cambiar eso.

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En una oficina, sentado en su silla tras de un escritorio, un hombre rubio con gafas de sol pensaba: "Le hicieron exámenes de sangre, no hubo rastros del T-virus, ni del G-virus… pero, ¿y las Plagas? ¿Cómo estar seguros de que no las tiene?... '¿Esperaremos a que le explote la cabeza y le salga el parasito? Sería interesante, pero no…"

— Señor Wesker— un oficial lo sacó de sus pensamientos—. La hemos traído, está en la celda 988.

— Joshua, no digas celda— le reprendió el rubio—. Mejor di habitación acogedora, suena más pintoresco.

"Me encanta el sentido del humor de este tipo" pensó el oficial.

— Vamos a verla— señaló Wesker.

Al llegar a la celda no entraron, Albert se quedó frente a la puerta mirando por entre los barrotes de la reducida ventanilla. E inmediatamente Ilúvënis se hizo notar.

— ¡Déjame salir de aquí!

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.-.-.-. Ilúvënis' POV .-.-.-.

Me llevaron a un cuarto con paredes de metal. Sólo había una mesa dentro, la cual, por cierto, era muy pesada para poderla arrojar, lástima. Rato después llegó un hombre que me pareció muy familiar. Mas yo no me encontraba en mis casillas y le empecé a gritar. Estaba enfurecida y él únicamente sonreía al verme a través de la rejilla de la puerta.

El hombre era rubio (pero no como mi Amo Leon), usaba gafas oscuras y tenía una expresión muy peculiar.

— Bienvenida, has tocado fondo— me dijo, su vos me resultó conocida—. Te aseguro que la pasarás bien aquí. Prono vas a acostumbrarte a las agujas y a los bisturís.

Parecía un hombre falso que sólo buscaba asustarme. Entonces le amenacé para que me dejara en paz, yo quería estar con Leon. Le dije que se iba a arrepentir (incluso yo me iba a arrepentir), porque en esos momentos abandoné a la razón para seguir los instintos de mi raza. El deseo que me movía era el de ver sangre y vengarme, y cualquiera que se interpusiera iba a pagar.

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.-.-.-. Tres días después .-.-.-.

Leon Kennedy continuaba en pláticas para que le dejaran ver a Ilúvënis. Su tarjeta de seguridad sólo le permitía llegar a la planta 10 (como a la mayoría de los agentes), pero tenía que verla, asegurarse de que ella estaba bien.

Ese día a las 10:45 se hallaba en la planta 3 aplicando un examen teórico a los cadetes, cosas de medicina. La mayoría había acabado y estaban en los pasillos o en el comedor.

Steve Burnside esperaba a Claire, ella era algo más lenta en lo teórico.

— ¿Te fijaste? — le preguntó el chico al verla salir.

— Sí pero no entiendo nada. Normalmente Leon es más centrado y atento. Cuando dejé el examen apenas si lo notó. Casi siempre te dice adiós o que te vaya bien.

— Claire, dile a tu hermano que hable con él.

— No es buena idea meterse en sus cosas, ya está grande, ¿no te parece?

— Como quieras. Pero si está deprimido y se suicida pesará sobre tu conciencia— dramatizó Steve.

Juntos comenzaron a caminar al comedor.

— Ya verás que se le pasará— dijo Claire—. Pronto volverá a ser el mismo que nos felicita cuando hacemos algo bien o que no te regaña a ti por terrible en tiro al blanco.

— Es por eso que me preocupa, Claire. El agente Kennedy es el único que no me come vivo cuando me salen mal las cosas. Mejor busco a tu hermano en su oficina, y si no está, yo arreglaré las cosas. Kennedy no se merece estar triste, él es muy buena persona.

— Tú también lo eres— murmuró Claire, pero Steve ya se había marchado en busca de Chris y no la escuchó hablar. Ella no lo siguió.

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Burnside, joven que ni siquiera había cumplido los 21, de cabello castaño rojizo y ojos tremendamente expresivos, caminaba solo por los pasillos. Cuando por fin dio con Chris, éste realizaba unos papeleos en su escritorio.

— ¿Chris? — le llamó Steve intentando atraer su atención.

Agente Redfield— le corrigió el mayor sin voltearlo a ver.

— Necesito un favor.

— ¿Qué quieres? ¿Que mejore tu puntería? Eso ni todos los santos— dijo Chris con algo de humor.

— ¬¬u Yo… En realidad no es eso… Necesito que hables con una persona que está algo triste, no sé qué le pasa.

— Steve… tú… ¿no le has hecho nada a mi hermana? ¿Verdad? — Chris levantó la vista y le dirigió una mirada de hielo al muchacho.

— ¡No, no! Para nada, no hablo de Claire— se apresuró a decir Steve—. Me refiero al agente Kennedy.

— ¿Leon? ¿Qué le sucede?

— Pues los últimos días ha estado triste, un poco ido…

— Steve, mejor vete.

— ¿Entonces hablarás con él?

— Vete, Steve, estoy ocupado— y lo ignoró.

— Perfecto, yo puedo solo— refunfuño el muchacho.

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Steve fue hacia el salón 102, se quedó fuera esperando a que Leon saliera. La puerta estaba cerrada y por tanto debería haber alumnos adentro. El pelirrojo se recargó en la pared y cruzó los brazos. Llevaba pantalones negros y una playera azul marino. Era un joven apuesto, interesante, de buen corazón, noble y leal. Ese era Steve, que en esos momentos quería ayudar a Leon porque le dolía ver que la gente que apreciaba estaba triste.

10 minutos pasaron y la puerta del salón se abrió, salió el último cadete y Steve se dio valor. Se quedó en el umbral de la puerta mirando a Leon.

— Señor, ¿me permite pasar?

Leon vio de reojo a Steve y asintió mientras acababa de acomodar los exámenes.

Cuando el pelirrojo ponía el primer pie dentro, sintió una mano en su hombro y al voltear se percató de que era Chris.

— Largo de aquí, muchacho, tengo que hablar con Leon— dijo Redfield y esbozó una sonrisa de complicidad apenas visible.

Steve también sonrió pero de manera más notoria y se marchó.

— Chris, perdona, no tengo mucho tiempo— se disculpó Leon.

— Sólo será un segundo— Redfield cerró la puerta y se recargó en ella—. Tus alumnos han preguntado… Se preocupan por ti, Leon.

— Yo estoy bien— mintió Kennedy.

— Somos amigos, sé que algo te pasa. Dime, estuviste en el incidente en la planta 8, ¿verdad? Con la chica que encontraron en el mar.

— Se llama Ilúvënis, pero ya no está en la planta 8… se la llevaron a Wesker. Ella no debe estar ahí— se sinceró Leon.

— Hay rumores, dicen que sabe más de lo que debe y, además, no trabaja para la compañía. Esas cosas son trabajo de Planta 11.

— No, Chris. El Fondo se encarga del hacer el trabajo sucio. Ella es tan solo una niña.

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.-.-.-. Ilúvënis' POV .-.-.-.

Y de nuevo me equivoqué, él no era un hombre falso que pretendía asustarme. Porque en unos pocos días, Wesker me encadenó, me arrancó la piel de media mano, me pinchó con tantas agujas… Y cuando yo creía que mi voluntad no podía doblegarse más, él, de alguna forma, lo lograba.

Cada 3 ó 4 horas (no estoy segura) un hombre entraba con una jeringa y: o me sacaba sangre, o me ponía alguna droga que me mareaba. (N. del A: el cuerpo de Ilúvënis reacciona de forma muy peculiar cuando se le administra una cantidad muy grande de droga en periodos de tiempo con poco espaciamiento. Ya verán lo que le pasa en el prox. capítulo.)

El primer día no estuve tan dócil. Tenía fuerza para defenderme. Pero después…

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Muy frecuentemente, Wesker iba a visitarme. Siempre con una carpeta en la mano. Entraba en la celda y me miraba, veía la carpeta y la tiraba al suelo. Luego decía: — Hagan más pruebas.

Y alguien le respondía: — Sí, señor Wesker…

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Las cadenas en mis muñecas eran gruesas y pesadas, pero me juré a mí misma, que cuando me las quitara, nadie más me quitaría la libertad. Ni mi padre, ni el recuerdo de mi madre, mucho menos un humano cualquiera.

La sangre correría a borbotones de sus venas, él debía pagar por la muerte de Saddler.

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CONTINUARÁ…

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Galdor C.