Disclaimer: Todos los personajes, así como el concepto de Resident Evil son propiedad de Capcom. Sólo la trama de este fic es mía y yo únicamente hago uso de los personajes para diversión y entretenimiento de ustedes.
Que lo disfruten…
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"El Amo y su Sierva"
Por: Galdor Ciryatan
CAPITULO 10.- "He visto un halo azul"
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— Dormirás aquí esta noche. La habitación para invitados está un poco desordenada… Pero claro, de ahora en adelante será tuya— explicaba Leon al tiempo que acomodaba unas mantas en el sofá de su sala.
— Ni importa. En la isla siempre dormía en el piso así que estoy acostumbrada. No tienes por qué preocuparte, Amo.
El rubio paró en seco y miró fijamente a Ilúvënis.
— Por favor entiéndelo. Sabes mi nombre. No me llames así, ya te lo he dicho antes.
— Prefiero llamar a las cosas y a las personas por su nombre.
"Caso perdido" pensó Leon y siguió acomodando las mantas sobre el sillón. El silencio hizo acto de presencia. La albina callada cual tumba y el rubio perdido en las reflexiones de su mente.
— Dime…por qué hablas tan bien de Saddler— soltó él.
Ciertamente a Leon no le agradaba que Ilúvënis se expresara tan bien de un demente-terrorista-secuestrador. Sin embargo, no había razón para detonar la pregunta en ese momento, ninguna gota que derramara el vaso.
— Bueno… Nadie lo conoció como yo, es por eso que no hablan cosas buenas de él. Conviví con Osmund el tiempo suficiente como para identificar sus puntos fuertes. Y aún así, alguien que no lo conociera podría haberse dado cuenta de que era un hombre inteligente, decidido y que se esforzaba en sus conseguir sus metas.
Las palabras, entre ellas insultos, pugnaban por salir de los labios de Leon: "¡Él no era un hombre, era un monstruo sin corazón, un desgraciado…!". Si el agente fuese más impulsivo, no hubiera dudado en acallar a Ilúvënis. Mas no era la primera vez que escuchaba esas aseveraciones por parte de su sierva. Por eso calló conteniendo sus deseos de destrozar el recuerdo de Saddler.
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/.-.-.-. Leon's POV .-.-.-./
¿Por qué le habré preguntado si tanto me molesta oír de Saddler? No debería darle pie a que hable de él. Aunque talvez lo hice sólo por sacar tema de conversación. Es que ella es tan callada, a pesar de eso tiene una asertividad digna de admirarse. No habré la boca para decir tonterías ni habla en momentos que no son propios. Pero hoy definitivamente ha dicho varias mentiras, todas sobre Saddler y lo "admirable" que era. Aún así se le puede justificar. Él ha sido lo único bueno en su vida, la única persona digna de tener en su recuerdo.
Pero no me termina de quedar claro algo: ¿Por qué Saddler la quería? Y no es que sea imposible tomarle cariño, es sólo que tiene su carácter y forma de ser un poco difíciles. ¿Entonces qué fue? ¿La querría por su transformación? Sin embargo no tiene Las Plagas en su cuerpo y nunca la envió a pelear contra mí. Le confiaba los sistemas de seguridad y… bah, yo no sé. Debería de haber un motivo por el cual Saddler le tenía aprecio, porque él ya no era humano, ya no podía sentir igual ¿o sí?
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Loen no pudo dormir bien, logró conciliar el sueño hasta pasadas las doce de la media noche. Su mente era aquejada por preguntas cuya respuesta desconocía o inclusive por frases de la propia Ilúvënis: "Era una buena persona con enormes virtudes...", "Era un hombre inteligente…".
Despertó cerca de las 5:30 AM como ya era su hábito. La mañana estaba nublada y un cierzo soplaba. En la habitación de Leon la oscuridad lo arropaba formando sombras en su rostro. Los párpados le cubrían las orbes grisáceas; y, bajo ellas, dos medialunas. Mechones extraviados de su cabello le rondaban los pómulos.
Iba a desperezarse pero en cuanto estiró su brazo derecho alcanzó a tocar algo. Hilos suaves como cabello; en realidad era la cabeza de una persona que yacía apoyada en el borde de la cama de Leon.
— ¿Ilúvënis? — pronunció el rubio al observar la cabellera de su sierva.
Aun así, de la boca de la albina no salió palabra alguna, dormitaba. Leon alisó su cabello con el deseo de hacerla despertar… o por el simple gusto del contacto, tal vez. Sus orejas de Aulladora a no estaban, sobre su cabeza sólo habían hilos de plata que Leon se complació en acariciar. De la garganta de Ilúvënis: un quejido, comenzaba a abrir los ojos; luego un bostezo.
— ¿Qué haces en mi habitación? — cuestionó Leon. Sin embargo no se encontraba enojado.
— ¿Eh? — medio adormilada y sin levantarse del suelo ella giró la cabeza para ver a su señor. No le respondió, únicamente lo contempló largo rato.
— Ilúvënis, no entres así a mi habitación, ¿de acuerdo?
Terminando de hablar el agente, un silencio de cementerio se apropio del lugar. La albina parecía no poder pronunciar palabra, se embelesó en Leon, no le quitaba la vista de encima. Él la llamó por su nombre, mas no hubo respuesta. Se sentó en la cama y le levantó el mentón para mirarla mejor.
— ¿Qué tienes? — habló el agente con voz intranquila.
—… Leon…— musitó ella volviendo a la realidad.
Por lo que a primera vista pareció un impulso sin sentido, ella abrazó a Leon. No lo pensó, sólo se sentó a su lado sobre la cama y escondió su rostro en el cuello del agente.
— Nunca te vayas… Leon— imploraba ella sin aparente razón.
Él no entendía. Únicamente pudo corresponder el abrazo e intentar consolarla. Ilúvënis rogaba con voz quebrada que jamás la dejara sola, que no quería que se fuera. Su voz temblaba a cada palabra. Pronto, Leon sintió correr una lágrima por su pecho desnudo, pues la verdad es que él estaba algo ligero de ropa y la albina ya sollozaba en su hombro.
A la larga Ilúvënis terminó por calmarse, pidió perdón asegurando que sólo había tenido una pesadilla.
Pero mentía.
— ¿Segura que ya estás bien?
— Ajá— respondió ella intentando no parecer dubitativa.
Continuaba al lado de Leon, pero él comenzó a sentirse algo apenado. Incluso un rubor le subió a las mejillas. Quizá fuese la calidez de ella junto a su cuerpo, el hecho de que ninguna mujer hubiera estado con él desde hacía años, o la simple situación de que una sola prenda cubriera su varonil cuerpo.
No había reparado en eso. Dormía en bóxer únicamente; de cualquier forma, vivía solo. Pero teniendo tan cerca el cuerpo de esa joven, un calor le subió al rostro y a otras partes del cuerpo… Se sintió avergonzado a pesar de no tener por qué estarlo. Era joven, tenía un cuerpo envidiable, cada músculo de su cuerpo estaba perfectamente marcado, tenía una complexión atlética y masculina: y, además, la madre naturaleza lo había dotado muy bien.
A pesar de todas esas cuestiones, Leon no se sentía, digamos, preparado para entablar alguna relación. No importando quién fuera la persona debía enfriarse y pensar las cosas con claridad.
— Que te parece si bajas a la cocina y me esperas ahí, ¿estaría bien? — fue una manera en extremo sutil para correrla de ahí.
Ella se retiró, aunque iba un poco pensativa.
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/.-.-.-. Ilúvënis' POV .-.-.-./
Hoy al despertar he visto un halo azul sobre Mi Amo, cual aureola, pero eso me aterra al punto de dejarme en shock. Al escuchar su voz me giré para mirarlo, mas ya no podía quitarle la vista de encima. No creía que fuese verdad, no quería creerlo, ese resplandor detrás suyo como una visión espectral me heló la sangre. Contadas veces he visto ese halo: sobre mi padre la última vez que me mandó a una guerra, poco antes de huir de mi pueblo; en mi tía cuando me contaba cosas de mi madre; otra más encima de Lord Saddler; y ahora en Leon. En mi experiencia, esa luz azul es el catalizador que produce catástrofes en mi existencia, predice rupturas y separaciones, me muestra mis cargos de conciencia, me recuerda cosas y me avisa de muertes y decisiones dolorosas.
Le supliqué a Mi Amo que no me abandonara. Pero ¿cómo explicarle? Ningún humano me podría comprender, ni aun Leon, ni siquiera alguien de mi raza. Si mi madre estuviera viva tal vez se lo diría a ella. Ya que ella no era humana ni Aulladora… ¿Pero que me está pasando? Estoy pensando incoherencias, si mi madre viviera yo no estaría aquí, probablemente no me hubiera ido de mi pueblo.
Pero ésta es la realidad en la que estoy, la que tengo que vivir y aprender a conllevar. Entonces opto por guardar el secreto, no le diré a Leon lo que he visto.
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— ¿Por qué estabas durmiendo junto a mi cama en el piso? Te preparé el sofá, si no te gustaba debiste habérmelo dicho— decía Leon bajando las escaleras.
— No, no es eso. Siempre he dormido en el suelo y…— contestó Ilúvënis desde la cocina.
— ¿Y qué?
"Y me gusta estar junto a ti".
— No es nada, Amo.
— Leon— le corrigió él pero fue desoído.
El agente se había duchado y bajó a preparar algo ligero para desayunar. Conversaban de forma amena. Aún así no querían recordar lo de hacía rato. "Un halo sobre su cabeza…", "un calor le subió al rostro…"
— Hoy me acompañarás a Delphi. Tienen unas cosas que son tuyas. Dicen que no hay inconveniente en que te las quedes.
— ¿Qué cosas? — preguntó Ilúvënis.
— Pues… la ropa que traías cuando te encontraron y un brazalete— "de los Iluminados. Maldito culto diabólico" completó Leon mentalmente.
— ¿De verdad ellos tienen eso? ¿Y me permitirán quedármelos? — una sonrisa apareció en el rostro de la albina.
— Claro. Siempre que no uses el brazalete en público.
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/.-.-.-. Ilúvënis' POV .-.-.-./
Mi Amo me llevó a Delphi en su auto, un deportivo negro que según él acababa de sacar del taller. En todo el camino lo noté callado, casi sospechoso. ¿Por qué me llevaba? ¿No podía recoger él mismo mis cosas? Aun así yo no iba a desperdiciar la oportunidad de pasar tiempo con él y no le repliqué.
Aparcó el carro en el estacionamiento para empleados. Ya dentro del edificio mucha gente le daba los buenos días o simplemente le sonreían. En el elevador hacia los sótanos pulsó el 3. Saliendo de él alcancé a ver mucha gente, la mayoría jóvenes con cuadernos y libros entre sus manos caminando por los pasillos.
— No estoy seguro de cuánto sepas— me dijo Mi Amo—, pero me han pedido este favor. Sólo habla con él.
— No entiendo a qué te refieres— le dije.
Entonces todo se volvió un poco más nítido al llegar a una especie de comedor y ver al niño de ojos azules. Se aproximó hacia nosotros acompañado de la misma castaña de la vez anterior.
— Quiero hablar contigo— me dijo él.
— Vamos a otro lugar, Claire— habló Leon a la castaña, luego se dirigió al pelirrojo—. Steve, recuerda que lo pasado, pasado.
El niño asintió, Mi Amo le dio una palmada en la espalda.
— ¿Qué ocurre? —pregunté— ¿No veníamos a recoger mis cosas?
— Steve te llevará más tarde. Yo iré a arreglar unos asuntos y luego te buscaré— respondió Mi Señor.
Y se fueron, así como así, Leon y esa chica.
— De verdad necesito hablar contigo— recalcó el niño de ojos azul-verdes.
— Yo no entiendo qué pasa.
— Mi amiga, Claire, y Leon vieron la forma para traerte aquí, eso es todo. Es que…quería preguntarte por mi padre…
Así que ese era el meollo del asunto. Me lo hubieran dicho antes. Tal vez por eso que vi el halo sobre Leon, ojala así fuera.
— ¿Podemos ir a otra parte? No quisiera que nos escucharan— habló mirando de reojo a otros jóvenes dentados en las mesas del comedor.
— Como tú quieras— le concedí.
— Hay una plaza cerca del edificio.
Salimos de Delphi hacia el dichoso lugar. Había muchos árboles, palomas, algunas parejas y vendedores. Pero en realidad no eran muchas personas. Nos sentamos en una banca frente a una fuente en el centro de la plaza. En el cielo las nubes cubrían al Sol; aquí en la tierra mechones de cabello ocultaban los ojos del niño, los aparté.
— ¿Cómo era mi padre en Rockfort?... ¿Cómo se comportaba? — preguntó él.
— Era un hombre con temple. De las veces que le hablé siempre te mencionaba a ti. Pero se veía calmado, creía con gran fe en que te iba a volver a ver… pero… se lo llevaron y…
Qué tonta soy, no debería haberle mencionado eso. Me desvió la mirada y agachó la cabeza.
— Lo siento— me disculpé.
— No, está bien, es la verdad. Mi padre murió y eso no tiene remedio. Pero sígueme hablando de él.
Suspiró tristemente. Le acaricié la mejilla y entonces me miró
— Perdóname. No quiero decepcionarte y tampoco mentirte. Sería fácil decirte que en realidad no conocí a tu papá, entonces me podría ir. También podría inventar una historia bonita sobre él, algo que te gustara y que te dejara contento, falsedades solamente, e igualmente me marcharía. Pero no te quiero dejar solo. Sé lo que es sufrir por alguien que quieres y no te lo deseo.
En sus labios una sonrisa se formó. Tomó mi mano y la estrechó.
— Gracias…
Al parecer no le satisfice su curiosidad, pero al menos nos hicimos amigos.
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.-.-.-. Mientras tanto en los sótanos de Delphi .-.-.-.
Un hombre vestido de traje hablaba con Leon. El primero estaba sentado tras de un escritorio.
— ¿Es mucho lo que usted sabe sobre ella? — dijo el agente en referencia a Ilúvënis.
— Agente— respondió el otro, el cual resultaba ser el presidente—, sé sobre ella y sobre su raza más de lo que cualquiera desearía conocer. Es por eso que le permití sacarla de aquí.
"Delphi es una compañía muy grande. Para quienes buscan a Ilúvënis eso es ventaja. La localizarían fácilmente.
"Recuérdelo, ella está ahora bajo su completa responsabilidad. La gente común no debe saber sobre Ilúvënis o su raza. Esto será un secreto entre usted, Delphi y yo para que los que la buscan no den con ella.
Un apretón de manos cerró en trato entre los dos hombre.
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.-.-.-. Un poco más tarde en la planta 4 .-.-.-.
— El agente Kennedy dijo que habían traído tus cosas aquí. Me dio esta tarjeta para la habitación y una llave para el casillero en donde estarán— explicaba Steve.
Así fue, la tarjeta abría la puerta 219 que llevaba a un cuarto exclusivamente con lockers, de los cuales abrieron el #11.
— ¿Es esto tuyo? — preguntó al muchacho mostrándole un collar que acababa de sacar del casillero.
— Si, sí. Lord Saddler me lo dio— contestó Ilúvënis.
También estaban sus ropas, un brazalete y la carta que le había hecho llegar Osmund. Aquella en donde le informaba que debía revisar la seguridad. Pero estaba ilegible, la tinta corrida con el agua de mar y pedazos del papel faltaban. Lo único que se distinguía (a duras penas) era la firma de Saddler. La albina abrazó la hoja, añorando que su primer amo siguiese con vida.
Mas no debía pensar así. Aunque Saddler le había devuelto la esperanza y le había dado propósitos y metas, ahora debía preocuparse más por Leon. ¿Qué era ese halo? Ciertamente Ilúvënis creía firmemente que ese halo que a veces veía sobre las personas precedía a la desgracia. Pero más allá del resplandor en sí, ése simbolizaba parte de la raza de su madre, ya que ella los vio a lo largo de su vida… aunque nunca indicaban nada bueno.
— ¿Estás bien? — dijo suavemente Steve sacándola de sus pensamientos.
— Ajá…
Ella dejó en el piso la carta de Osmund luego de mirarla nostálgicamente otra vez. Luego le pidió a Steve que le pasara su ropa. El muchacho le entregó una blusa y le dio la espalda para sacar el resto de sus pertenencias.
— Puedes cambiarte en le baño— sugirió Burnside.
Pero fue desoído. Cuando se giró para entregarle su demás ropa a Ilúvënis, ella ya se había despojado de la playera que ya traía, sin ningún recato, nada de pudor. La ojiazul se encontraba a punto de cubrir su torso desnudo con la blusa, pero se detuvo al notar que Steve la miraba de forma extraña.
— ¿Te sucede algo? — cuestionó ella completamente ajena al significado de vergüenza.
El pelirrojo no respondió. No podía articular palabra alguna observando aquellas 90-60-88 (prácticamente las medidas perfectas). Es que Ilúvënis poseía una figura bellísima que dejaba sin aliento. No era muy alta pero su cuerpo estaba perfectamente proporcionado.
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/.-.-.-. Claire's POV .-.-.-./
Después de que Leon me acompañara a la biblioteca del edificio (porque ese día me tocaba limpiar estantes y mesas) me encontré con Jennifer. Entre las dos terminamos muy rápido.
Me despedí y fui a buscar a Leon, pero como no lo encontraba bajé a la planta 4 a ver si en uno de los cuartos de los lockers estaban Steve e Ilúvënis. Si habían terminado de hablar deberían estar ahí recogiendo las cosas de ella.
Pero los encontré y vi una escena que no me gustó en lo absoluto. Ella estaba semidesnuda y Steve la miraba. Sí, podrá parecerle muy bonita a algunos hombres, pero no lo es, y no tenía derecho a provocar así a Steve. Aún así lo estaba logrando, él no le quitaba la mirada de encima.
— ¡Ejem!... Veo que ya han hablado. Me alegra que se estén entendiendo bien— hablé. Inmediatamente Steve volteó sorprendido.
— ¡Claire!... Te juro que esto no es lo que parece.
— ¿Ah, no? ¿Entonces qué es?
— Yo… yo…ella… Te juro que no hicimos nada…
— Te estoy dando la oportunidad de que te expliques, Steve.
Él no salía de repetir lo mismo, que no había pasado nada, ella no decía ni pío y yo me comencé a impacientar. Si Steve hubiera estado más cerca de mí ya le habría pegado una bofetada. Pero Steve es Steve, tenía que darle la oportunidad para explicar las cosas. Él no me mentiría, me había dicho antes que me quería, que me amaba. Y yo le creía.
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En ese momento llegó Leon. Encontró a Steve tartamudeando incoherencias, a Claire con el ceño fruncido, y a Ilúvënis sin blusa y con cara de what? mirando a los otros dos.
— Wow. No vayas a resfriarte— habló el agente sin pensarlo.
Entró rápidamente a la habitación cerrando tras de sí la puerta. Luego tomó a Ilúvënis de los hombros y la giró contra la pared para que no la vieran.
— Cúbrete, ¿quieres? — sugirió el rubio tras de ella y dándole la espalda para no mirarla.
Ella obedeció sin chistar.
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.-.-.-. 7PM, casa de Leon .-.-.-.
— Exactamente qué pasó esta mañana— preguntó Leon.
— Sólo me iba a cambiar.
— No debes haber eso frente a otras personas. No es decente.
— Él es sólo un niño— dijo la albina refiriéndose a Steve—. Yo no veo lo indecente.
— Steve no es ningún niño. Ya tiene sus 20… casi.
— ¿Entonces es mayor que yo?
— Pues… no recuerdo tu edad.
— 17.
Leon se sorprendió. Ella aparentaba mayor edad y madurez. Cualquiera diría sin dudarlo que Ilúvënis tenía unos 21 años. Pero todo provenía de su vida y la manera de llevarla. En las condiciones en las que creció había tenido que madurar mucho y hacerse más fuerte.
— Si tienes 17, claro que Steve es mayor.
— No importa, para mí es un niño. Es que no has visto sus ojos, Amo; tiene la inocencia en la mirada.
"Tú eres la que es inocente. Además, podría seguir dándote la contra, pero eres muy terca" pensó Leon.
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.-.-.-. En el departamento de Steve .-.-.-.
Una chica de cabello castaño observaba la TV sentada en el sofá de su sala. Era por supuesto Claire. Tenía varias horas sin dirigirle la palabra a Steve. No estaba tan enfadada como aparentaba, pero quería hacer reflexionar al pelirrojo y darse tiempo a ella misma para pensar las cosas. Decidió apagar el televisor y dirigirse a su habitación a cavilar. Se recostó en la cama dando la espalda a la puerta. Un rato pasó y escuchó los pasos de Steve. Entonces pensó en que no había nada por qué estar enojados, creería en las palabras de Steve.
— Claire, háblame. Ya te dije lo que pasó, te juro que no hay nada entre ella y yo. Sólo somos amigos— decía el muchacho apoyado en el marco de la puerta.
— Yo… te creo— respondió ella luego de un minuto.
Pero Claire se había tardado en contestar, a lo que el pelirrojo trató de ser un poco más persuasivo. Muy decido entró en la habitación de la castaña y se subió a la cama para besarla. Claire no se resistió, es más, abrazó al muchacho por el cuello par atraer más sus cuerpos. Steve puso sus piernas a los costados de ella, quien se puso boca arriba.
— Steve, mi hermano te va a matar— habló la muchacha cuando le empezaron a besar el cuello
— No tiene por qué enterarse.
De los labios de Claire emergió una risita y luego un gemido al sentir las manos del pelirrojo subir por su blusa.
Vaya inocencia de la que Ilúvënis hablaba.
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CONTINUARÁ…
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Galdor C.
