Disclaimer: Todos los personajes, así como el concepto de Resident Evil son propiedad de Capcom. Sólo la trama de este fic es mía y yo únicamente hago uso de los personajes para diversión y entretenimiento de ustedes.
Que lo disfruten…
.-.
"El Amo y su Sierva"
Por: Galdor Ciryatan
CAPITULO 11.- Vamos de "viaje"
.-.-.-.
Varios días pasaron estando Ilúvënis en la casa de su amo. La situación para él le seguía pareciendo un tanto extraña; muchos años de soledad y de un día a otro tener a una jovencita que a media noche solía entrar a su cuarto y quedarse a dormir junto a su cama, sí, era extraño. Aún así ambos pudieron formar una rutina, no tan monótona, pero sí compartían algunas actividades.
En la madrugada Leon encontraba a Ilúvënis dormida en el suelo, entonces ya no se sentía tan solo; por su puesto que recordaba las frías noches sin más compañía que el televisor y el olor a caoba en su sala. Pero eso ya había pasado. Ahora podía ver en los ojos de la albina y encontrar más razones que simplemente entrenar novatos y prepararlos para su porvenir. Y no es que Leon fuese una persona egoísta, para nada, pero, ¿y su propio futuro qué? Claro que le importaba el porvenir de Claire y de Steve. Era por eso que a veces se ponía a pensar en ellos, pero siempre llegaba a la misma conclusión: Si no fuera por sus cadetes, Leon Kennedy no sería más que medallas y condecoraciones, otro héroe que había conseguido algo bueno por los Estados Unidos de América.
Con sus novatos podía hacer gente objetiva y de un criterio amplio. Porque ciertamente él no pretendía fabricar héroes que estuvieran en el lugar indicado y a la hora correcta de la catástrofe, sino personas que evitaran que la susodicha ocurriera. Leon pensaba de esa forma ya que si hubiese más gente precavida y con un tanto de sentido común, muchas desgracias serían evitadas.
Y todo porque Racoon había hecho unas cicatriz en su vida. Y es que tanto terror, muertes de inocentes, traumas y calamidades se hubieran podido obviar. Pero por pequeños descuidos pasan grandes desastres.
Era por lo que él no pretendía desatender a sus cadetes o a Ilúvënis. Deseaba lo mejor para ellos y que jamás sufrieran como él lo había hecho. Debido a ello les tenía un cariño especial a los que eran huérfanos, hijos de padres separados o a los que no tenían familiar alguno. Se podría decir que, al principio, gran parte del afecto que sentía por Ilúvënis era por la niñez de ésta: madre asesinada por su padre, maltratos constantes, vivir en un pueblo que no la respetaba a menos que los ayudara a ganar en la guerra… Leon no terminaba de entender por qué la vida era tan cruel. Él nunca pudo ser papá, su hija murió en el vientre de Ada. Mientras que el padre de Ilúvënis (al parecer) no se había dado cuenta de lo espléndida que era su hija.
Leon la veía dormida. Sus facciones relajadas denotaban algo candido en su rostro; eso sólo ocurría cuando el dios Morfeo se la llevaba. Entonces el rubio se levantaba para ir a ducharse, no sin antes subir a la albina a la cama y dejarla aún vagar en la inconciencia.
Él preparaba el desayuno y luego se marchaba al trabajo. En esas horas Ilúvënis recogía la casa. Para la tarde Leon llegaba, en ocasiones acompañado de Steve. El muchacho había desarrollado la costumbre de visitar a la albina una vez a la semana. Eso muy a pesar de que Claire no tenía a Ilúvënis en su lista dorada, todo a raíz del incidente en el cuarto de los lockers…
Así transcurría el día en la residencia de Leon Scott Kennedy.
.-.
Cierto jueves Leon se despidió como lo hacía cada día: Te cuidas, no le abras la puerta a desconocidos. Hay comida en el refrigerador, puedes calentar la cena de anoche y… La albina tendía la cama de su amo y sonrió para decir adiós. El rubio bajó a la cochera y sacó su auto.
.-.
/.-.-.-. Ilúvënis' POV .-.-.-. /
Me dijo que ya se marchaba, volvería a las 2:30 PM, nos compraría pizza y prepararía spaghetti. Como cada día escuché sus pasos al bajar la escalera, el ruido que hacía el motor del auto cuando lo sacaba de la cochera y el bocinazo que daba como última despedida.
Sólo que en esa muy particular mañana fue un poco diferente. En mi mente el sonido del claxon permaneció inmutable. Tan grave y denso se volvió hasta casi reventarme los tímpanos. Pero poco a poco se fue convirtiendo en un zumbido acompañado de un incesante dolor en mi pecho. Caí de bruces ante la cama de Leon presa de una punzada junto a mi corazón. Un sueño profundo me envolvió, llenaba mi cabeza de murmullos y sonidos que no entendía.
En mi letargo volví a ver el halo. Su resplandor azul iluminaba una empinada y vieja escalera de la isla, la cual iba a dar a una habitación muy importante para Osmund…
Ciertamente me da mucha vergüenza reconocer que olvidé ese lugar, ya que es de mucha relevancia. Además, yo tengo el don y la desdicha de poseer una memoria extraordinaria, al punto de recordar a flor de piel los maltratos de mi padre y cada insulto que salía de su boca. Así que estoy muy apenada de haberme olvidado del lugar donde Lord Saddler guardaba muestras de Las Plagas. Sí, como lo oyen: al bajar por cientos y cientos de escalones había una habitación con Plagas. El lugar estaba bajo tierra, por lo que podía haber sobrevivido a las explosiones. El problema era que sólo Osmund podía bajar ahí, nadie más. Él me dijo en cierta ocasión que había también un elevador, pero nunca dijo dónde estaba.
El punto es que, según me dijo Mi Amo, nunca pudo hacerse de una muestra de Las Plagas, no me explicó por qué razón; pero seguro que a Delphi no le haría daño averiguar más sobre Las Plagas de lo que yo podía decirles.
Bien, según yo ya tenía la respuesta al por qué había visto el halo. Ahora sólo me restaba despertar y contarle a Mi Señor sobre esa habitación de la isla. Pero, ¿cómo despertaba?...
/.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-./
Una hora, dos horas, otra hora, más horas… Y un cuerpo inerte a los pies de una cama. Boca abajo su frente tocando la alfombra. Hilos de plata y marfil esparcidos en el piso. De su nariz mana sangre. Aún está en los brazos de Morfeo. La inconciencia no le deja escuchar la puerta al abrirse. Porque su amo ha llegado, pero ella no oye su saludo…
— Ya llegué— gritó Leon al entrar a su casa.
Pero nadie contestó. Todas las luces se hallaban apagadas y las cortinas cerradas. El recibidor estaba tal como lo había dejado en la mañana: los cojines desordenados sobre el sofá, el televisor sin desempolvar, en la mesa de centro su taza del café de la madrugada…
"Ilúvënis no limpió la casa. No es que espere que lo haga siempre, pero, es raro que ni siquiera haya recogido la mesa…".
— ¡Ilúvënis! — le llamó Leon subiendo por la escalera.
Revisó la habitación de la joven… Nada. Se dirigió a su propio cuarto y asomó la cabeza. Dentro, la tenue luz que se filtraba por la ventana iluminaba un cuerpo sobre el piso. Leon no creyó que lo que veía fuese verdadero. La alfombra gris tenía un charco color granate que, desde la mañana, había crecido bajo la testa de la joven. Leon se aproximó y se arrodilló junto al cuerpo de Ilúvënis; con delicadeza la tomó entre sus brazos.
Hebras de marfil se habían matizado de rubí. El rostro de ella se encontraba manchado de rojo. Leon apartó unos mechones de cabello ensangrentado de la cara de Ilúvënis. De tal manera: con los ojos cerrados, la respiración débil y el cuerpo completamente lánguido, ella reflejaba la candidez e inocencia propia de una chiquilla.
…Minuto tras minuto, pero sólo sus latidos cuentan los segundos, Inconciencia, el letargo, desesperación, deseos y tristeza… Todo al mismo tiempo en dos almas; se sienten unidas, pero un abismo las separa: Crianza, valores, antivalores, dones, raza… Cada diferencia un muro. Y el más grande: la estirpe.
Ella ha asesinado a sus hermanos Aulladores. ¿Por qué? No lo sabe, tal vez para ganar.
Él ha exterminado bestias y aberraciones de la "ciencia". ¿Por qué? Para salvar a otros y a sí mismo.
Ella es vagabunda. No tiene rumbo, sólo huye de su padre y de su pasado. Ha aprendido a tener metas, pero en el fondo sabe que muchas son pura utopía.
Él sabe lo que quiere, sabe cómo lograrlo. Ayudar a los demás es lo que desea.
Y ahora aquí, juntos, él derrama lágrimas por ella…
Las lágrimas de Leon se mezclaban con la sangre de Ilúvënis. Él no quería llorar, tenía que ser fuerte. Sin embargo, así como no pudo contener el llanto cuando su hija murió, tampoco ahora podía.
— Ilúvënis, despierta— hablaba él y le palpaba el rostro en busca de la herida, la cual ya no existía, había dejado de brotar sangre de su nariz.
En su sueño, la joven era envuelta por sombras que le susurraban cosas que no comprendía. Ella quería despertar. Al final sus parpados se comenzaron a separar, revelando frente a ella el rostro siempre cálido de su amo Leon, sólo que ahora estaba cubierto de lágrimas.
— ¿No te has ido aún a trabajar? Vas a llegar tarde Mi Señor— dijo ingenuamente ella, no dándose cuenta de que llevaba toda la mañana desmallada. La ojiazul no se percataba de que había vuelto a la realidad luego de varias horas. Su mente no reaccionaba—. Amo, ¿por qué lloras?
Leon la seguía teniendo entre sus brazos. Al escuchar esa pregunta la estrechó más y otra lágrima rodó por su mejilla. La Aulladora al enfocar la vista en su amo lo notó muy triste. Quiso enjugarle las lágrimas pero sólo consiguió manchar de sangre el rostro de Leon. Ella vio el líquido escarlata en sus propias manos y preguntó qué había pasado pues al despertar olvidó momentáneamente su sueño.
— No lo sé. Cuando llegué te encontré aquí. Creí que algo te había pasado…
— Estoy bien, no me duela nada. Sólo que— "tuve una visión" —… Leon, yo…— intentaba explicar ella ya que de pronto recordó todo.
Iba a contarle sobre aquel lugar de la isla, de las muestras de Las Plagas y preguntarle si tal vez hubieran sobrevivido a la explosión. Sin embargo, Leon ya no le permitió hablar.
.-.
/.-.-.-. Leon's POV .-.-.-./
Se me comenzó a hacer un nudo en la garganta que no me dejaba hablar. Tenía que decirle que la quería, que sentía por ella más que un simple cariño. Pero no podía hacerlo, además, no encontraba palabras. Así que dejé a mi corazón guiarme.
Ilúvënis iba a decir algo, pero para eso no me llamó Amo ni Señor, me dijo Leon, como pocas veces lo hacía. Fue cuando no soporté más. Acerqué su rostro al mío ahogando sus palabras en mi boca. A pesar de su rostro empapado en sangre sentí una profunda necesidad de besarla.
Antes siempre la consideré como a una niña, hasta ese día. Pero luego empecé a fijarme más en ella que en su vida. En que tenía ojos bonitos, buen cuerpo, que era leal…
Por eso la besé, creo yo. Y me deleité probando esos dulces labios hasta que recordé que debía respirar para poder vivir.
/.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-/
.-.
/.-.-.-. Ilúvënis' POV .-.-.-./
Toda mi vida había vagabundeado y nunca tuve tiempo de hacer vida social. Ese era mi primer beso, a mí tierna edad. Leon fue dulce pero apasionado. Bah, yo no tengo punto de comparación. Pero sí sé que me gustó; aún así, tenía miedo.
Mientras nuestros labios permanecieron unidos pensé en muchas cosas. Él era mayor que yo casi por diez años, llevaba un estilo de vida completamente diferente al mío, tenía experiencia con mujeres y, lo más relevante, era humano. Yo no lo despreciaba por su raza y él tampoco a mí por la mía, sin embargo, siempre seriamos distintos.
/.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-./
.-.
Tantos prejuicios por parte de la albina. Y aun así, quien rompió el beso fue Leon por la nimiedad de respirar.
"Besada por un humano. Qué bueno que no le tengo respeto a mi padre, de lo contrario estaría muy avergonzada."
"Tal vez no hice bien en besarla, me dejé llevar. Pero ya está hecho. ¡Hey! Además, su sonrisa me dice que lo disfrutó."
Sí, a ambos les maravilló ese momento. Pero ella tuvo que matar el romanticismo al recordar ese detallito sobre Las Plagas.
.-.-.-.
.-. 5:00 PM, Delphi, planta 7-.
Leon sentado en un sofá de piel, en su cara se lee con mayúsculas la palabra "tedio", tatuado en su brazo: "aburrimiento". También Ilúvënis se encontraba ahí. Su rostro lavado impecable.
— ¿Qué hay en ese lugar? —preguntó un hombre de blanco a ella.
Leon hizo una mueca de fastidio pues era la octava vez que escuchaba esa pregunta. Ilúvënis respiró resignada. De su cuello colgaba una gran etiqueta: "quítenme a este humano de encima" señalaba en tinta fluorescente.
— Le he repetido una decena de veces— contestó al fin ella—: Plagas, hay Plagas.
— ¿Cómo lo sabes? — cuestionó el hombre de blanco.
El rubio y la albina intercambiaron miradas. "Quinta vez que te pregunta cómo lo sabes" pensó él."Quinta vez que me dan ganas de arrancarle la cabeza" pensaba ella.
Llevaban unas dos horas en Delphi, una y media de interrogatorio. Ella contestaba las mismas preguntas que, se suponía, eran repetidas para asegurar la veracidad de la declaración.
— Escúchame— habló ella notablemente irritada—, hay decenas de Plagas aún en la isla. Sé dónde pueden estar. Lo único que quiero es ayudar, pero si me tienen aquí respondiendo las mismas absurdas preguntas no puedo hacer nada.
En ese momento y antes de que Ilúvënis se encolerizara (más), a la habitación entró Chris, quien había sido llamado.
— Perdona, Leon. Estaba ocupado— se disculpó Redfield por su tardanza—. Ya te puedes ir, German— le dijo al hombre de blanco.
— Sí, señor— y salió de ahí.
— ¿Vienes a hacerme más preguntas? — dijo la albina a Chris.
Él esbozó una sonrisa, luego regresó a la misma expresión fría.
— No, no. El encargado de eso es German. Yo vengo a otras cosas. Como por ejemplo a decirles que ninguna persona ha entrado ya a la isla y es muy posible que nadie vuelva a entrar.
— ¿Por qué?... Esas Plagas no pueden quedarse ahí— señaló Leon.
— Tú lo sabes, Leon. Yo odio tanto como tú toda esa estúpida burocracia que a veces Delphi acepta. Me refiero a que van a hacer las cosas con orden, por eso nadie debe entrar a la isla. Ya se han asegurado de que en la aldea no quede nada. Ahora van con el castillo de Salazar. Lo van a derrumbar y no quieren ni ver los cimientos. Pero es un trabajo muy duro. Hay agentes y maquinaria las 24 horas, todos están listos por si encuentran algo. Debido a eso no han comenzado con la isla, la van a hundir en el mar y mientras tanto nadie está autorizado para entrar…
— ¿Qué? — interrumpió Ilúvënis incrédula.
— Así es. El pueblo está ahora hecho cenizas, lo bombardearon con napalm hace varios días. Lo mismo va a pasar en los escombros del castillo cuando terminen de derrumbarlo. Y la isla… Para Delphi es más beneficioso hundirla. Se borraría todo rastro de los experimentos y, sobre todo, del lugar. No nos conviene el pánico y que la gente se entere, a nadie nos beneficiaría ver eso en los noticieros.
La albina no podía creerlo, no quería. El único lugar que en el pasado había podido considerar su hogar sería tragado por el mar. En el acto su mirada se tornó triste y apagada. Leon lo notó de inmediato.
— A veces hay que ser tajantes o tomar medidas drásticas— explicó el rubio a su sierva—. Delphi no puede arriesgarse, tiene que deshacerse de ese tipo de cosas… por seguridad. ¿Puedes entenderlo?
Ella asintió suavemente. Luego, Leon le pidió que saliera un momento para hablar con Chris en privado. Ilúvënis obedeció y se fue de la habitación algo cabizbaja.
— Es una tontería. Si no van a destruirla aún, ¿por qué nadie puede entrar? — preguntó Leon.
—Por simple y estúpida burocracia. Todos esos hombres de traje a la cabeza de Delphi tienen miedo. Temen que las cosas se salgan de control porque no confían en muchos de los agentes. Entonces usan las reglas de la empresa para protegerse y proteger sus intereses. ¡Maldición! No digo que esté mal destruir la isla, pero, si algo bueno pudiéramos sacar de ella sería una muestra de Plaga.
— Y lo haremos.
— Aunque la decisión de cuarentena no es definitiva, no creo que haya mucho en lo que yo pueda ayudar — se sinceró Chris.
— Convence a los empresarios, muchos te deben favores. Yo sé que eso está dentro de tus posibilidades.
— Leon, ¿qué pretendes?
— Que manden a alguien a recuperar esas Plagas.
— Te mandarían a ti.
— Lo sé— asintió Leon dibujando una tenue sonrisa en su rostro.
.-.-.-.
.-. Al día siguiente .-.
Leon se hallaba en su oficina, esperaba a Chris para que le diera noticias. Alrededor de las 11, Redfield se presentó. Arrojó sobre el escritorio del rubio 4 boletos de avión e igual número de gafetes.
— Irás en un vuelo comercial así que hay que guardar las apariencias— declaró Chris—. El avión sale hoy a las 5PM, sé puntal. Cuando llegues a Europa un helicóptero te llevará lo más cerca permitido de la isla, a las costas de España no muy cerca del castillo. Busca el campamento de Delphi, ellos te darán armas y una lancha, sólo muéstrales el gafete. La misión estará autorizada para la tarde de hoy así que no habrá ningún problema.
— ¿Para que tantos boletos?
— Por si acaso llegas a perder alguno— bromeó Chris—. Alguien te acompañará.
— Ilúvënis— adivinó Leon.
— Exacto. Dice saber dónde están Las Plagas, por eso irá contigo
El hermano de Claire se despidió y se preparaba a salir cuando…
— Chris…— le llamó Leon antes de que alcanzara a salir— Siguen sobrando boletos.
— Oh, sí… Llévate a mi hermana y a Steve.
— ¿Qué es esto? ¿Dos por uno? ¿No estaban castigados? — inquirió el rubio.
— Diles que lo consideren como un receso, o mejor llamémosle práctica de campo, a Claire le alegrará salir, lo sé. Pero cuando vuelvan van a limpiar todos los baños de la planta 3… a diario.
— ¿Limpiar retretes les va a formar carácter?
— Depende de a qué baño entren ; )
.-.-.-.
.-. En el aeropuerto de una ciudad vecina .-.
A las 4 con 30 minutos un cuarteto muy singular estaba por abordar un avión con destino a Europa: Un muchacho con un gran corazón y buena voluntad en el que una ambiciosa compañía experimentó hacía años; un hombre joven que para su edad ya era divorciado y había pasado por situaciones en extremo trágicas y difíciles; una chica que sufrió mucho para encontrar a su hermano y aún más para poder estar con él; y una joven que sencillamente no era humana.
Los 4 viajaban ligeros, no era muy necesario mucho equipaje. Se sentaron el siguiente orden: Steve, Claire, Leon, Ilúvënis. De esa forma (y beneficiando a Claire) la albina no se sentaría junto al pelirrojo.
A la hermana del Chris no le agradaba la amistad entre Steve e Ilúvënis, pero ya se había acostumbrado a tratarla. Además, creía en Steve cuando le decía: "Sólo es mi amiga". Aún así, no hacía daño que se sentaran separados. Más valía prevenir.
.-.
Luego de despegar el avión y de ganar altura, Ilúvënis no paraba de decir o pensar la misma frase: Los Aulladores no estamos hechos para volar. Al mirar por la ventanilla ponía los ojos en blanco y se le revolvía el estómago, al pensar en que estaban a miles y miles de metros de la tierra se le revolvía el estómago, al probar la comida o las bebidas que les ofrecía la azafata se le revolvía el estómago… En fin, prefirió recargarse en Leon y dormir un rato (al menos intentarlo). El rubio sonrió para sus adentros al sentir a Ilúvënis apoyar la cabeza contra su brazo. Ahora disfrutaba más de esos inocentes contactos con ella. No habían vuelto a besarse, pero en ocasiones se miraban y simplemente sonreían, sin palabras de por medio.
.-.
Varias horas de vuelo hasta llegar a Europa. Steve y Claire iban envueltos en una amena plática, la albina dormida y Leon sumido en sus pensamientos. Después de bajar del avión se dirigieron a donde los esperaba el helicóptero.
Ilúvënis (quien todavía continuaba mareada) al ver la aeronave y sus aspas girando, pensó: Los Aulladores no estamos hechos para volar. Los Aulladores no estamos hechos para volar. Los Aulladores no…
.-,-.-.
CONTINUARÁ…
.-.-.-.
Galdor C.
