Disclaimer.- El concepto y personajes de Resident Evil son propiedad de Capcom, sólo la trama de este fic me pertenece pero con ello no persigo fines de lucro.
Nota.- "Sirena Varada" pertenece a los Héroes del Silencio.
Que lo disfruten, mis queridos lectores…
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"El Amo y su Sierva"
Por: Galdor Ciryatan
Capítulo 13.- Sirena Varada
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Y
Me He Enredado Siempre
Entre Algas,
Maraña Contra Los
Dedos.
Cierras La Madeja
Con El Fastidio Del Destino,
Y El
Mordisco Lo Dan Otros;
Encías Ensangrentadas,
Miradas De
Criminales,
A Grandes Rasgos,
Podrías Ser Tú.
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/.-.Steve's POV.-./
Luego de que el garrador atacara a Leon y lo arrojara contra una pared, corrió enfurecido por todo el lugar. Parte de su cuerpo estaba en llamas lo que provocó que varios objetos de madera también ardieran. Claire lanzó una ráfaga muy certera hacia sus pies y lo hizo caer. Yo le vacié todas las balas que traía de la ametralladora Thomson hasta que dejó de moverse.
Cuando me giré para ver cómo estaba Leon, algo me oprimió el pecho… Seguía en el piso y sangraba en demasía. A su lado se encontraba Ilúvënis llorándole. Le rogaba por que no se fuera, le decía que no quería estar sola.
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Echar
El Ancla A Babor
Y De Un Extremo La Argolla
Y Del Otro Tu
Corazón.
Mientras Tanto, Te Sangra.
Y El Mendigo Siempre
A Tu Lado,
Tu Compañero De Viaje.
Cuando Las Estrellas
Se Apaguen,
Tarde O Temprano,
También Vendrás Tú.
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— Ilúvënis— le llamé, pero no reaccionaba— ¡Ilúvënis! Hay que encontrar la salida.
Elle estaba ida llorándole a su amo. Sin embargo, Leon aún no moría. Claire lo había revisado, tenía pulso. Ella pidió apoyo por radio, teníamos a un hombre herido de gravedad y el helicóptero nos recogería de inmediato. Pero, ¿y el elevador? Debíamos encontrarlo. ¡Pues quién carajos esconde un ascensor! Para colmo, las lámparas empezaron a estallar y las chispas iniciaron más incendios. Íbamos a rostizarnos como pollos.
Mientras Claire trataba las heridas de Leon (o al menos lo intentaba), yo comencé a buscar el susodicho elevador. Uno de los estantes que se quemaba se partió en dos revelando tras de sí una gran puerta metálica.
— ¡Claire! ¡Allá! — le señalé.
Después de todo no estábamos encerrados y ya no nos rostizaríamos como pollos.
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Duerme
Un Poco Más,
Los Párpados No Aguantan Ya,
Luego
Están Las Decepciones
Cuando El Cierzo No
Parece
Perdonar.
Sirena, Vuelve Al Mar,
Varada Por La
Realidad.
Sufrir Alucinaciones
Cuando El Cielo No
Parece
Escuchar.
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— ¡Está cerrada, Steve!... ¡Maldición! No se abre— vociferó Claire.
Habíamos quitado los restos del estante en llamas e intentamos abrir las puertas. Pero no tenía botones, palancas, nada. Sólo eran dos placas de metal pegadas a la pared que no podíamos separar. Claire se tiró de rodillas en el piso, impotente al reconocer que estábamos encerrados.
— Cuidado con las brasas. Claire, levántate. ¡Claire!
No se puso de pie. Las brasas empezaron a carcomer las rodillas de su pantalón pero ella sólo alzó la vista hacia Ilúvënis.
— ¡Ella! —la señaló Claire—. ¡Ella puede abrir la puerta!
— ¿De qué hablas?
— ¡Si se transforma puede sacarnos de aquí!
Rápidamente fui junto a Ilúvënis. La zarandeé y le grité. — ¡Ilúvënis! Tienes que ayudarnos a salir de aquí.
Pero ella no me prestaba atención. Repetía los mismo una y otra vez: Leon, no te vallas… no me dejes, por favor… De nuevo la tomé de los hombros y la sacudí. Claire se acercó a revisar el pulso de Leon.
— Sigue vivo— declaró—. Tiene el pulso débil pero sigue vivo... Leon, no te des por vencido— habló en voz baja.
Claire notó que Ilúvënis continuaba ida, entonces la tomó del cuello de su ropa y la levantó.
— ¡¿Ves esa puerta de metal?! ¿Eh? ¡Necesitamos que la abras para que Leon pueda salvarse! — Nada, ninguna reacción. Claire le dio una bofetada y la dejó caer— Es inútil… ¡Debería haber otra forma de salir!
Ilívënis cayó sobre el charco de sangre que había manado de Leon. La herida, Claire ya la había vendado, sin embargo, no dejaba de sangrar pues era profunda. Pero Leon tenía posibilidades. Con fe y esperanza todo se podía… pero con mucha.
Y yo tenía fe en que Ilúvënis nos ayudaría a salir de ahí. Le tomé el rostro y la obligué a mirarme.
— Por favor, escúchame. Tienes que hacer esto por Leon, él no ha muerto. Vamos, yo creo en ti, por favor…
Sólo por un segundo sus pupilas parecieron enfocarme, sin embargo, volvió a agachar la mirada.
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Dedicarte
Un Sueño,
Cerrar Los Ojos
Y Sentir Oscuridad
Inmensa,
Entregado A Una Luz,
Como Un Laberinto De
Incertidumbre.
Esquivas La Pesadilla.
Y Sobrevolar El
Cansancio
Y En Un Instante,
En Tierra Otra Vez.
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/.-.Ilúvënis' POV.-./
Lo siguiente que Steve pudo oír de mí fue un sonido gutural. Como el gruñido de un diablo pero más áspero y pausado, era el tambor de guerra de los Aulladores. Algo que salía de mi garganta quebrando la encajonada realidad de mi mente. La raza a la que pertenezco emergía cual las garras en mis manos. Y como muchas otras veces, un dolor en el pecho me atacó. Ahora sí, definitivamente perdería conciencia de casi todo. ¿Querían que abriera la puerta de metal? Pues lo haría. Eso era lo único presente en mi pensamiento; aunque tuviera que romperme los dedos, dislocarme los hombros y que se me zafaran las patas de lugar, lo haría.
Un fuerte sentido de obstinación me inundó. Allende, mi masa muscular se duplicó al transformarme. Me salieron las típicas garras de mi raza en las manos, me crecieron las orejas, me apareció cola y una melena nívea de hirsuto pelaje. Mis ropas se desgarraron, se hicieron completamente jirones al convertirme al estado más fiero de un Aullador.
Cargué hacia la puerta corriendo entre lo que creí eran brasas ardiendo… Oh, pero ¿qué importancia tenía ya? Embestí la puerta con el hombro derecho repetidas veces; me apoyaba en las patas traseras para tener más impulso. Aunque al final debí apuntar algo en mi "Lista de cosas para recordar de Ilúvënis": Puerta no se abre hacia delante. Tratar otro método.
Tan adolorido me quedó el hombro que cojeaba. Pero no me iba a rendir. Miré la puerta: Dos simples placas de metal. ¿La cuestión? Separarlas. ¿El método? Aún indefinido. Pero lo encontraría.
Caminé desesperadamente en círculos frente a la puerta cual tigre en jaula de circo, intentando pensar. Sin embargo, la parte de mí que no era Aulladora ya me había abandonado. Sólo me quedaba la fuerza bruta. Me senté frente a la puerta sobre los cuartos traseros. Levanté las manos, ahora garras, y las dirigía hacia el metal intentando clavarlas. Hice fuerza para separar las dos placas que simbolizaban un obstáculo. Por la fricción, un hórrido chillido se dejó escuchar. Creí oír a Claire gritar causa del agudo sonido… Bah, otra nimiedad. Realicé otro intento colocando mis garras en la comisura de las placas. De nuevo un chirrido más que reventaría los tímpanos de cualquiera. Logré dejar varias marcas en el metal, no así abrir las puertas. Un tercer intento y mis esfuerzos dieron resultado como por tres centímetros.
Repentinamente noté que la temperatura había subido. El lugar parecía un sauna. Ignoré el calor, o al menos quise hacerlo, pero, ¿qué pasa cuando tienes una capa de grasa de 7 cm. y llevas sobre ti un peluche blanco gigante con orejas, cola y todo? Pues no se puede pasar por alto el calor. Aún así volví a mi entretenida labor, pero para cuando menos lo esperaba apareció Steve, traía una barra de metal sacada de Dios sabe dónde y comenzó a hacer palanca en la puerta. Se le agradecía el gesto, mas el niño no es muy fuerte (aunque da de sí).
Por fin logramos abrir la puerta lo suficiente para pasar. Luego llegó Claire cargando a Leon, pero la pobre chica no podía sola y Steve tuvo que ayudarla. Dentro había un pasillo de 5 metros de largo y al término de éste: el ascensor. Y yo… ¡Rayos! Todo se hacía más nítido, me encontraba más conciente. Estaba volviendo a ser "humana". Ya sólo quería tumbarme en el piso y dormir, dejar que el letargo me tomara entre sus brazos… //
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El
Miedo A Traspasar La Frontera
De Los Nombres,
Como Un
Extraño.
Dibuja La Espiral De La Derrota
Y Oscurece
Tantos Halagos,
Sol, En La Memoria Que Se Va...
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Ilúvënis se tambaleaba al caminar por el pasillo, topaba con la pared y cojeaba. Claire y Steve no la podía ayudar. 1°, porque sería como tratar de ayudar a caminar a un oso polar. 2°, porque ya estaban muy ocupados cargando el desfallecido cuerpo de Leon.
— Ilúvënis, camina. Pronto saldremos de aquí. Ánimo— le decía Steve.
En cuanto entró al elevador, la joven Aulladora se dejó caer. Cerró sus ojos y la transformación se desvaneció en el acto.
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Y
Duerme Un Poco Más,
Los Párpados No Aguantan
Ya,
Luego Están Las Decepciones
Cuando El Cierzo No
Parece
Perdonar.
Sirena, Vuelve Al Mar,
Varada Por La
Realidad.
Sufrir Alucinaciones
Cuando El Cielo No
Parece
Escuchar.
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CONTINUARÁ…
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Gracias por leer.
