Alfred F Jones había pasado el mejor año de su existencia, lleno de sensaciones y sentimientos únicos que lo hacían reflexionar del por qué no era posible salir, por qué además de eso tenía miedo del mundo exterior pero le provocaba euforia, le provocaba ansiedad y terror volver a casa porque ya sentía que cada día su habitación se hacía más pequeña, además habría estado sufriendo algunos cambios físicos en su cuerpo que no podía hablar con nadie por temor a ser reprendido o juzgado.

Feliciano ahora se había convertido en su mejor amigo y todos los días de ese año salieron a jugar, cantar y llorar, pero hacían casi todo juntos; Feliciano siempre tuvo un hombro para que Alfred soltase todas sus lágrimas provenientes de palabras que nunca pudo expresar y miedos que tuvo que callar, Feliciano estaba acostumbrado a que Alfred tuviese ligeros colapsos sin razón, pero así lo aceptaba y buscaba ayudarlo. Aprendió muchas cosas como que Feliciano debía ir a la escuela, Feliciano lo describía como una cárcel divertida, era como su casa básicamente; en el sentido de que no podía salir pero tampoco es un hecho que le molestará...Casi nada. Arthur seguía usando esa máscara de bondad y carisma con todo el mundo, y Lovino siempre creyó que el mejor amigo de Feliciano era extraño. Alfred tenía un horario definido casi todos los días, salía solo a jugar con Feliciano un rato y volvía a entrar a casa o esperaba a que Feliciano saliera de la escuela, a veces tenía dudas del por qué su amigo debía ir a clases mientras que él las tomaba en casa pero después de una explicación convincente por parte de su padre asumió que era normal. Jones jamás habló con Feliciano acerca de su vida dentro de casa, incluso si este le preguntaba, Alfred decía que su papá no se lo permitía o mentía, además que mantenía su palabra sin decir muchos detalles porque cada día Arthur le daba un consejo nuevo, de callar una cosa nueva y no contárselo a Feliciano o mentir.

— ¿Estás bien Alfred? No te veo tan feliz como de costumbre — Una vez preguntó Feliciano mientras dormía de pijamada con Alfred.

"No es nada Feli..."

Eso siempre respondió Jones.

Así estaba siendo su vida entonces, incluso cuando hicieron varias pijamadas Alfred jamás hizo algo que no debiera, incluso si no estaba supervisado por su padre. Alfred cada día estaba desarrollando un apego increíble al italiano, quería hacer todo con él pero claro, su padre era más importante y debía honrarlo.

De vez en cuando el pequeño americano veía cómo Lovino llevaba a una amiga a su casa y le causaba curiosidad sus muestras de cariño, en primer lugar era extraño de alguna manera ver a una mujer de muy cerca. Las mujeres parecían tener diferencias como la forma del cuerpo y la ropa, aún que Feliciano era una excepción porque el portaba prendas femeninas mayormente, y parecía una niña a primera vista, era confusa está diferencia entre hombres y mujeres para él. En segundo lugar podía observar como Lovino y la chica se daban besos, abrazos, caricias...¿Ese tipo de cosas están bien hacer con gente que quieres? ¿Pero con toda? ¿Solo con un alma gemela? ¿Por qué Lovino traicionaría a su cuidador de está manera? Asumió que el italiano mayor tal vez no tenía buena relación con su abuelo. Esas dudas, inquietudes y suposiciones estaban alrededor de la mente de Alfred pero no sería capaz de preguntar algo así, después de todo le ve el sentido a qué sea algo privado para Lovino si Arthur quería que todo esto fuera un secreto; además se sentiría raro preguntando a su padre ese tipo de cosas, porque siempre lo regañaba y no quería ser odiado y reprendido. No lograba recordar bien pero estaba seguro que había alguien que le habló del amor y que se podía manifestar de distintas maneras y con distintas personas, pero podría ser mentira... Además el amor para Alfred era por medio de actos físicos y protección, si no estaban los dos factores no existía entonces, tal vez Lovino amaba a esa chica lo suficiente como para besarla pero extrañamente con Feliciano pese a estar apegado a él sentía que Feli era algo distante, jamás lo había tocado o besado de la manera que su padre lo hace y se sentía mal, porque estaba seguro que ese amor solo debería ser para su padre pero quería de vez en cuando que su mejor amigo Feliciano Vargas tocara su cuerpo, pero a su vez Feliciano no parecía demostrar ese sentimiento.

Ahora mismo Alfred se dirigía para la casa del italiano, incluso tomó de su jardín una Myosotis de regalo, era algo que quería hacer desde hace tiempo pero le daba miedo preguntar a su padre si podía tomar una del jardín... Afortunadamente accedió.

— Espera Alfred, ¿No te olvidas de algo? — Interfirió Arthur con una sonrisa ligera antes de que su hijo pudiese abrir la puerta — ¡Perdón Arthur!... — Respondió algo alterado el americano para correr hacia los brazos de su padre quien estaba sentado en el sofá y poder abrazarlo, besarlo suavemente en los labios como si fuera la última vez que lo viese o que sintiese algo por él mientras el mayor tomaba de su cintura. Poco a poco separándose Alfred y saliendo de casa.

Mientras iba con prisa se encontró con su amigo, quién venía emocionado como de costumbre — ¡Feliciano! ¡Tengo algo para ti!

— ¡Hola Alfred! ¿Qué cosa? — Saludó el italiano contento aún que a su vez intrigado por el regalo que le tendría su amigo. Entonces Alfred le mostró la flor violeta azulada a Feliciano, y este emocionado la tomó con suavidad para luego sentarse en el césped. — ¡Que linda Alfred! ¿Son las flores de tu jardín?

— Si, al fin mi padre me dejó tomar una Nomeolvides para regalartela, la verdad es que estás flores significan mucho para mi y por eso quiero que la tengas — Dijo Alfred algo avergonzado sentándose a lado de su amigo.

— Son lindas pero tienen un nombre muy raro, Non Dimenticarmi...¿Por qué se llaman asi? — Preguntó Feli algo curioso.

— Es que hay una leyenda de su nombre que dice que Dios al crear todas las flores les puso nombre pero olvidó nombrar a esta flor y estaba por abandonarla, por eso la flor le gritó "No me olvides" y Dios se dió cuenta y por eso le dió ese nombre — Alfred explicó la historia del origen, algo que le pareció un poco triste al italiano pero se conformaba. — No podría imaginarme a Dios abandonando a alguien u olvidandole, pero al menos hubo final feliz — Dijo Feliciano.

— Hay millones de plantas en esta tierra, tal vez Dios si se olvide de varias a menudo — Agregó Alfred.

— Puede ser — Respondió Feliciano colocándose la flor detrás de su oreja. — Te ves adorable Feli, te pareces como a las muñequitas que tienes — Alfred soltó un halago, pues era cierto que lo veía lindo. Feliciano solo se echó a reír de la vergüenza con el rostro rojo — Grazie...

En ese momento donde ambos estaban con las mejillas ruborizadas, un sonido de hojas moviéndose rápidamente los distrajo, la atención de ambos niños fue robada cuando unos maullidos se escucharon desde los arbustos. — Vamos Alfred, escuché un gato ahí — Sin dudarlo el americano siguió a su amigo y de acercaron, para justamente encontrar a un pequeño gatito bebé bicolor, blanco con manchas café claro. Este maullaba y se encontraba solo, además parecía tener frío. — ¡Ah! ¡Míralo Alfred! ¡Es un bebé adorable! — Exclamó Feliciano de ternura.

— ¡Si! ¡ Es muy lindo! pero está temblando...¿Qué hace un gatito por aquí? Casi no es común ver gatos en el bosque y es tan pequeño que parece un juguete ¡Hay que hacer algo Feli! — Mencionó Alfred, básicamente era la primera vez que había visto un gato real y estaba muy emocionado pero igual preocupado por el estado del gato, solo y sin su madre, no podía imaginar lo horrible que podría ser para un animal tan indefenso. Así que Alfred lo cargó suavemente, era suavecito temblaba, además no paraba de maullar — ¿Podemos llevarlo a tu casa Feli? A mí no me dejan meter animales a la casa.

— Si, hay que llevarlo rápido con mi nonno ¡Vamos! — El italiano dijo apresurando a su amigo, sólo que Alfred no quería correr para evitar lastimar al gato. Así que cuando llegaron a casa de Feliciano, este tocó su puerta bruscamente pero al final solo salió Lovino.

— ¡Idiota! ¡Ya te dije que no toques así! — Exclamó Lovino molesto hasta que notó la pequeña sorpresa que el americano tenía entre brazos — Esperen...¿De dónde rayos sacaron ese gato ustedes dos?

— Es que estaba solito en el bosque ¿Sabes dónde está nonno Roma, fratello? Es que queremos cuidarlo porque debe tener hambre — Explicó Feliciano.

— Salió a hacer unas compras, mejor déjenme hacerme cargo... Necesito revisarlo y bañarlo — Dijo Lovino como si por dentro estuviese preocupado por el animal indefenso, así que Alfred se lo dio y todos entraron a la casa.

— ¿Va a estar bien el gatito?... — Preguntó Alfred extremadamente preocupado.

Lovino mientras revisaba al gato con cuidado soltó un suspiro de fastidio — Si está bien, no tiene infecciones ni pulgas, solo está sucio de tierra, debieron abandonarlo no hace mucho por aquí, que desagradable... Tendré que bañarlo y decirle al abuelo que le traiga alimento apto, el gato estará bien, vayan a jugar ustedes mientras yo lo limpio — Aclaró Lovino, dando a entender que todo estaría bien, por lo que los rostros de Feliciano y Alfred se iluminaron y entre risas se fueron a la habitación de Feliciano, aunque Alfred no podía creer que un ser humano fuera capaz de abandonar a un bebé y aunque estaba preocupado acompañó a Feliciano a su habitación.

— Alfred, creo que cuando Lovino nos de al gato, deberíamos ser sus padres y cuidarlo, yo puedo ser la mamá y tú el papá — Propuso el italiano.

Alfred estaba algo confuso — Pero...Yo no se lo que se tiene que hacer y nunca he cuidado un gatito...

— Yo siendo la mamá tengo que protegerlo y darle comida, y tú como el papá uhm...también, solo que tienes que jugar a qué trabajas, fingimos que estamos casados y que somos esposo — Explicó Feliciano, dejando con más dudas a su amigo — ¿Esposos? No tengo idea de cómo es eso Feli... — Respondió Alfred. Feliciano intentó explicar a Alfred de forma simplificada.

— Haber, cuando dos personas se aman mucho se casan, esto es cuando una persona le da un anillo a otra y tienen una fiesta grande que se llama boda, la mujer va con vestido blanco y el esposo con traje elegante, al final de la boda se vuelven esposos y esto quiere decir que ahora vivirán juntos. Pero cuando una mujer y hombre casados tienen hijos se vuelven madre y padre — Feliciano explicó sin aún sin comprender como Alfred no tenía idea de esto, pero supuso que tenía sentido ya que él no tenía una madre y era menor que él.

Este concepto del amor para Alfred no es para nada el real que conocía, era extraño ¿y si algún día se casaba también con su padre? ¿O en qué circunstancias tendría que suceder esto? ¿tan siquera sería algo que haría en un futuro o todo era un juego? Tal vez jugar a esto no estaba mal para Alfred porque solo estaría fingiendo y no era real... Este amor no sería real.

— Creo que ya lo entiendo, hay que casarnos primero en ese caso Feli — Dijo sonriéndole a su amigo, aún que estaba jugando con sus manos de lo dudoso que estaba.

Feliciano soltó una risita y sacó de sus cosas un aro de plástico de uno de sus juguetes y se lo dio a Alfred mientras susurraba — Ahora tienes que arrodillarte, este anillo tienes que darmelo y preguntarme si quiero casarme contigo. Justamente eso fue lo que hizo el americano, se arrodilló frente a Feliciano y extendió el anillo de juguete — ¿Quieres casarte conmigo?

— Si quiero Alfred — Dijo sonriente tomando el anillo de juguete y poniéndolo en su dedo, aunque le quedaba muy grande — Ahora debemos tener una boda, ¿trajiste tu osito de peluche? — Alfred asintió — Davie está en la cama con sus otros amigos — Entonces Feliciano tomó el peluche de Alfred y lo colocó en un mueble colocándole un libro de colorear como si fuese una biblia y en la cama colocó en orden a sus demás peluches — Ya tenemos invitados y el que dice las palabras, ahora Davie va a decir unas palabras y nosotros tenemos que responder "acepto", ¿bien? — Se explicó el italiano y su amigo solo asintió entendiendo perfectamente.

— ¡Feliciano! ¿Aceptas a Alfred como tú legítimo esposo? — Dijo Feliciano agravando si voz, fingiendo que el oso de peluche hablaba para así cambiar a su voz normal — Acepto — Seguido volvió a agravar su voz fingiendo que era el peluche nuevamente — ¡Alfred! ¿Aceptas a Feliciano cómo tú legítima esposa?

— Acepto — Dijo algo nervioso Alfred pero aún así se estaba divirtiendo.

— Muy bien, puede besar a la novia — Dijo Feliciano con su voz grave y fingida, para luego esperar a que el americano hiciera su parte pero no lo hizo — Alfred, en esta parte tienes que darme un beso — Dijo Feliciano.

El corazón de Alfred estaba latiendo a mil por hora y se estaba poniendo rojo, no sabía por qué otra vez estaba sufriendo estos síntomas físicos y por qué se sentía tan avergonzado, no sabía si estaba bien hacer esto, estaba seguro de que estaba haciendo algo malo porque estaba haciendo estás cosas con Feliciano sin supervisión de su padre pero no quería hacer sentir mal a su amigo, Feliciano al no tener una respuesta fue quien le plantó un beso corto, inocente y lleno de ternura a Alfred en los labios.

Alfred terminó cuál tomate, rojo y sus mejillas ardían — ¡Feliciano!... — Dijo notablemente nervioso Alfred, definitivamente Feli estaba raro para él, un día está distante y al otro le declara su amor con un beso.

— ¡Lo siento! ¿Te enojaste conmigo? — Feliciano se notaba realmente culpable y asustado de haber asustado a Alfred.

— ¡No no no! Fue lindo... — Aclaró Alfred con un tono de voz suave y un rostro sonriente, la verdad no quería mentirle pero le ponía triste el momento donde tuviera que rechazar a Feliciano.

— Menos mal, así será en nuestra boda cuando seamos grandes, ojalá los dos pudiéramos casarnos de verdad — Bromeó Feliciano un poco más tranquilo.

Eso último que dijo Feliciano le desconcertó bastante a Alfred, ¿Acaso Feliciano lo intentaba amar de la misma manera que su padre lo amaba? ¿Por qué en un momento como ese tan terrible confesión? Alfred pensó en que quizá provocó a Feliciano y ahora él querría hacerle el tipo de cosas que hace con su padre, esto no podía estar pasándole. No podía asimilar esto, solo intentó evadirlo porque ya no quería problemas con su padre — Mejor veamos cómo sigue el gatito, Feli — Soltó el americano intentando cambiar de tema, Feliciano sintió un poco rara esa espontaneidad del americano pero era cierto que había olvidado al minino — ¡Es verdad! ¡Vamos! — Ambos salieron corriendo con Lovino quien estaba colocando al gatito en una calefacción envuelto en una manta y este había dejado de maullar y solo ronroneaba. Lovino se veía feliz al sostener al gato, pero en cuanto vio a los dos niños detrás de él su expresión cambió a una de molestia.

— Ya pueden jugar con el gatito, ¡solo no lo carguen bruscamente o se la verán conmigo! — Explicó arduamente el adolescente entre amenazas, parecía que era todo un fanático de los gatos. Alfred y Feliciano asintieron.

— No te preocupes Lovino, vamos a ser unos buenos padres — Dijo el pequeño italiano cargando al minino y llevándolo al cuarto junto a Alfred y colocándolo en la cama, mientras el americano estaba confuso por esta situación, debería de hablar con Feliciano de esto... No es que no le tuviera confianza, es que simplemente la promesa de su padre era más fuerte.

— Y bueno... ¿Le pondremos un nombre? — Preguntó Alfred algo distraído.

— ¿Qué te parece "Gino"? Creo que es un nombre bonito.

— Si, suena lindo... — Respondió Jones algo distraído, acariciando al gatito quien se recostaba en sus piernas.

— ¡Awww! Te quiere mucho Alfred ¡Míralo!

— Es cierto.

Alfred sonrió un poco más tranquilo y despejado, realmente le tranquilizó ver al felino ronroneando mientras lo acariciaba. Aún que en este momento no se sentía lo suficientemente bien como para estar junto a Feliciano — Creo que ya tengo que irme a casa, recordé que le ayudaría a mi padre con algo, no me gustaría dejarlo solo, pero me divertí y me alegra que Gino ahora tenga un nuevo hogar, va a ser muy feliz contigo y Lovino — Dijo sonriéndole a su amigo.

— Tranquilo, lo entiendo Alfred, nos vemos mañana entonces — Dijo Feliciano, luego acercándose y dándole un beso en la mejilla a Alfred — Buona notte — Alfred se quedó paralizado, realmente le estaba asustando la actitud de Feliciano pero no podía decir nada porque no quería meterse en problemas así que solo se fue sin decir nada más, dejando al italiano desconcertado por su actitud extraña y evasiva.

Alfred al llegar a su destino se encontró con su padre al entrar a casa, se veía bastante agotado y con ojeras notables — ¿Cómo te fue cariño? — Preguntó Arthur.

— Tengo algo de sueño... ¿Me puedes arropar, Arthur? — Preguntó Alfred suavizando su voz ante el mayor.

— Claro que sí, mi niño — Respondió con una sonrisa el mayor, cargando a Alfred y llevándolo al cuarto. Cuando ambos estaban ya en la habitación de Alfred recostó a su hijo en la cama y lo arropó con las cobijas.

— Arthur, ¿por qué ya no me has tocado ni besado últimamente? Extraño mucho que lo hagas, extraño mucho que me muestres tu amor — Dijo Alfred acariciando un poco la mejilla del contrario. Arthur solo soltó una pequeña risa suave — Mi Alfred, este mes ha sido muy agotador para mí, he trabajado bastante duro y créeme que estoy muy cansado pero nunca cuestiones el amor que tengo por ti porque eres mi rayo de sol — Explicó Kirkland besando la mano de Alfred y luego besándolo en los labios profundamente. Otra vez Alfred se sentía seguro y comenzaba a tener estas sensaciones placenteras de la nada, se sentía en casa nuevamente. Arthur finalizó dándole un beso en la mejilla a Alfred, si...Tal cómo Feliciano se lo había dado hace un rato.

— Descansa Alfred, te prometo que mañana pasaremos un tiempo especial tu y yo.

— Gracias Arthur... — Respondió Alfred sonriendo para que luego su padre saliera del cuarto apagando la luz. Cerró los ojos y de un momento a otro se quedó dormido.


En una habitación oscura podía ver a Feliciano quién se acercaba dándole una caricia a Alfred en la mejilla, y ambos chicos comenzaron a besarse con profunda pasión, Alfred tocaba la pierna de Feliciano por debajo de su vestido. De un momento a otro podía imaginar el rostro de Feliciano gimiendo placenteramente hasta que Feliciano pronunció "te amo".

Entonces Alfred despertó exaltado. Había tenido un sueño aterrador pero no era un miedo que lo hiciera llorar, si no uno que le hacía dudar; notó que sus sábanas estaban mojadas, al principio pensó que nuevamente estaba teniendo estos problemas de orinarse del miedo otra vez, pero se sentía diferente, no parecía eso... Además se sentía con una alta temperatura y su miembro estaba levantado, sentía un cosquilleo extraño bastante incómodo que lo tentaba a aplacar está sensación con su mano. Arthur iba pasando con un canasto de ropa dentro de la habitación del niño hasta que lo vió, este se cubrió con las cobijas, se le notaban bastante los nervios. Arthur dejó el canasto de ropa y se acercó a Alfred preocupado — Alfred ¿Estás bien? Te ves asustado...¿otra vez tuviste una pesadilla?

— Algo así, Arthur... Es que creo que te vas a enojar conmigo pero creo que mojé la cama otra vez... Y últimamente he sentido raro mi cuerpo, pero hoy recién desperté y creo que tengo algo raro...

El británico se echó a reír, ya sabía por dónde iba esto — ¿Me dejas revisar? Creo que ya se de qué se trata.

— Si Arthur... — Alfred estaba nervioso pero Arthur no parecía estar molesto. El mayor solo quitó la cobija y notó que Alfred efectivamente estaba teniendo solo un inconveniente masculino — Esto es completamente normal, Alfred. Solo estás teniendo una erección, algo que también me sucede a mi, además creo que tu sueño debió estar increíble ¿soñaste conmigo? — Bromeó el mayor con una voz algo suave.

— En realidad no me acuerdo, solo sé que desperté así... — Aclaró el menor ocultando la verdad.

—Solo estás creciendo, Alfred. Aún que no esperaba que fuera tan pronto...Y sé que eso puede ser algo molesto e incluso doloroso a veces, así que cada que te sientas así puedes solo recurrir a mi para calmar esa sensación con mis caricias, además ahora que lo recuerdo tu y yo tenemos un tiempo juntos pendiente, podría sólo ayudarte con tu problema de una vez... — Expresó Arthur acariciando la mejilla de Alfred.

Alfred desesperado por aplacar está sensación asintió con la cabeza — Hazlo porfavor, Arthur...

Entonces Arthur comenzó a besar profundamente a Alfred hasta llegar a ser un beso francés, todo esto mientras le entregaba caricias que recorrían desde la mejilla hasta el cuello del menor. Tan pronto Arthur bajó los pantalones del contrario junto a su ropa interior y comenzó a masturbarlo un poco, Alfred no pudo guardarse aquellos gemidos leves, era una sensación increíble y nueva que no había sido igual a las otras veces, era mil veces más placentera la sensación; al británico le encantaba ver a Alfred de este modo, tanto que comenzó a excitarse también. Arthur se detuvo para bajar sus propios pantalones y subir un poco la camisa de Alfred, metiendo su miembro a la entrada del menor y rítmicamente moviendo sus caderas intentando no ser tan rudo. Alfred estaba tan centrado en su placer que podría jurar que quería que su padre lo hiciera más fuerte, pero era consciente de que iba a doler pero esto se sentía tan bien y sus gemidos resonaban por toda la habitación hasta que le comenzó a salir un poco sangre de la nariz. Además se sentía bastante húmedo.

— Esto te está gustando mucho, ¿verdad?... — Gimió un poco Arthur — que lindo eres...

Repentinamente Alfred tuvo en un instante la sensación más placentera que podría haber sentido en tanto tiempo, realmente sucedía que estaba terminando, tal como lo hacía su padre, unos minutos después Arthur también se vino, manchando el rostro de Alfred.

— Te emocionante tanto que te está sangrando la nariz, cariño. Me alegra saber que realmente me amas — Dijo Arthur llenando se besos en el rostro a Alfred mientras tomaba de unos de los cajones del mueble unos pañuelos para limpiar la sangre del rostro de Alfred y colocarle un trozo de pañuelo en la nariz para evitar que saliera más.

El americano estaba encantado, aún si sus piernas temblaban, tal vez para él ahora sería una manera tan fácil de poder olvidar sus sentimientos confusos por Feliciano. Solo tenía que pasar más tiempo con su padre — Quiero pasar más tiempo contigo, ¿puedes hablar con el señor Rómulo para decirle que no quiero salir con Feli?... Es que quiero quedarme en casa está vez pero no quiero ser grosero con Feliciano; solo quiero estar contigo hoy...