Hola! Nada me hacía tanta ilusión que me dejaran reviews. Puedo estar bien servida esta vez. Gracias.
Moony Moony – supongo que todas tus preguntas quedan contestadas en éste capi. Que lo disfrutes. Gracias por leer.
manini – yo también los guardo para el recuerdo. Cuando estoy triste me los leo. Me ayudan a seguir. Gracias por pasarte de nuevo y espero verte otra vez.
belial16 – miles de gracias. Me hacen falta muchos ánimos. Aquí esta la respuesta a tu pregunta, tan sólo léete éste capi.
ROCIO – como puedes comprobar ya lo he seguido, jaja.
pronguies the best – espero que no te siga matando la curiosidad. Jaja. Sí, la chica es Draco. Sorprendida/o?
Alega Sumino-Sham – que bueno verte por aquí! Gracias, espero que este capi también te guste.
sandrasg09 – ya lo seguí. Gracias por leer.
namarië – espero haber contestado a todas tus preguntas en este capi. Si tienes más o si crees que tienes otras dudas, dilas.
Y a todos los demás que también leyeron, les agradezco que se pasaran por aquí. Y ojalá me dejen la próxima vez un review, para ver que opinan.
Y sin más preámbulos, la historia.
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3.- ¿¡POCIONES?
Sus ojos plateados se posaron sobre la cicatriz que el Gryffindor lucía en la frente, y que intentaba tapar aplastando su revuelto pelo sin conseguirlo. La rubia le observó con curiosidad, en sus ojos claramente se podía leer la pregunta: ¿eres realmente tú o son imaginaciones mías?
Harry elevó su rostro unos instantes, para cerciorarse de que ella todavía le observaba. La mirada de ambos se encontró.
La de ella sonreía con calidez; la de él, con cierta timidez…
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-Señor Potter, Sr. Potter…-oyó que le llamaban.
Harry dio un pequeño brinco y desvió su mirada hacia donde provenía la voz. Allí vio al representante del ministro de magia Fudge. Un pequeño hombrecito de nombre Tom. El ojiverde le miró interrogativo.
-¿…Señor?-preguntó él.
-Me gustaría saber si le va bien en los estudios…-dijo Tom.
Harry alzó las cejas dubitativo, y miró a McGonagal y luego a Dumbledore. La primera le instaba a continuar. El anciano director de Hogwarts le miraba por encima de sus gafas de media luna, con sus ojos azules mar. La mirada verde se cruzó con la azul, y el moreno pudo observar un casi imperceptible asentimiento por parte del ojiazul.
Harry volvió a mirar al hombrecito.
-No me va mal del todo-soltó escuetamente, regresando su mirada al plato de comida, que tenía delante.
-¿Podría ser más preciso…?-iba a preguntar el hombrecito, pero una voz por detrás le cortó:
-No creo que eso le importe a Fudge, Tom.
Y se hizo el silencio.
Todos se quedaron sin palabras. Y todos, instintivamente, miraron al niño-que-vivió. Habían dejado de respirar literalmente, mientras observaban al ojiverde con todos los sentidos abiertos de par en par.
Harry había dejado de respirar. El tenedor se le cayó de la mano. Y lentamente, muy lentamente, fue girando su rostro hasta que pudo ver a la persona que había dicho aquello.
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Una risa inundó la Sala Común de Gryffindor.
-¡No me puedo creer que hicierais eso!-exclamó Harry, echando la cabeza hacia atrás-. Igualmente, me alegro de que te vengas de nuevo a dar clase, Remus. ¿Otra vez Defensa Contra Las Artes Oscuras?-preguntó.
El licántropo negó con la cabeza.
-Pociones-respondió con una trémula sonrisa.
-¿Pociones? ¡Venga ya, Remus! No me tomes el pelo-replicó Harry con una sonora carcajada.
-No te tomo el pelo, Harry. Voy a dar pociones…
Harry se atragantó con la rana de chocolate que se estaba comiendo.
-¡¡POCIONES!-el grito se oyó por todo Hogwarts.
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-Creo que ya se ha enterado Potter-dijo una voz melodiosa voz, seguida de una risita.
-Pues ya veras cuando sepa que yo soy quien imparto DCAO…
-¡¡NOOOO!-se escuchó.
-Ya lo sabe-concluyó la primera voz.
-Bueno Draco, ¿has pensado en un nombre? No puedo llamarte Draco y que tengas la apariencia de una chica-dijo el profesor Snape observando a su ahijado-. ¿Y bien? ¿Alguna sugerencia?
-Dianne-propuso la chica rubia sentándose en uno de los sillones que conformaban el despacho de Snape.
-¿Dianne?-preguntó extrañando el profesor-. ¿Te vas a poner ese nombre?
-¿Qué pasa con él? A mi me gusta. No es ningún nombre ridículo-se defendió la joven rubia de ojos plateados.
-Bueno, pero suena un poco cursi, ¿no?-dijo el profesor, con una sonrisa divertida, hacia su ahijado.
-¡Yo no soy cursi!-reclamó la chica levantándose del asiento y poniéndose las manos en las caderas, como hacía Pansy cada vez que se enfadaba.
-Por supuesto que no-se apresuró a aclarar el adulto, un poco sorprendido por el parecido con cierta alumna-. Es sólo que pensé que elegirías un nombre,… no sé,… un poco más agresivo-añadió.
-¿Cómo cuál?-preguntó entonces la jovencita sentándose de nuevo y cruzando las piernas, tal y como hacía su madre cuando quería intimidar a alguien.
-Pues, Morgan, por ejemplo-comentó Snape. Draco en su forma femenina levantó una ceja elegantemente delineada.
-¿Bromeas?-preguntó poniéndose recta y colocando sus dos manos sobre la rodilla cruzada-. ¿De verdad piensas que me voy a dar el nombre de una de las brujas más malvadas de la historia de la magia? A parte de que ése, sea un nombre además de absurdo, horrible-y tras decir eso se aventó el pelo y giró el rostro hacia otro lado, alzando la barbilla, imitando a su tía Bellatrix cuando no estaba de acuerdo con algo.
Severus Snape, nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras se quedó tan sorprendido por el parecido que no logró articular palabra. El rostro pálido de la chica se giró y le observó con sus penetrantes ojos plata.
-¿Y bien?-preguntó poco después-. ¿No dices nada?
-Que Dianne es perfecto para ti-dijo derrotado Snape.
La chica, de nombre Dianne sonrió, se levantó y después de darle un beso a Severus en la cabeza, le dijo:
-En ese caso, a partir de ahora, soy tu nueva sobrina, de nombre Dianne Snape. Quien ha venido a estudiar éste curso a Hogwarts por que ya estaba harta de estudiar con profesores particulares en Francia. Soy huérfana de padres y vivía con mi aya, que me cuidaba, me pagaba los estudios y me administraba mi extensa fortuna.
Severus Snape asintió complacido, la primera parte era sencilla de recordar, ya que era muy parecida a la propia vida que había tenido, Draco.
-Tu no tenías ni la más remota idea de mi existencia-continuó Dianne/Draco con una sonrisa-, hasta que recibiste una nota por parte de mi aya, en la que decía que estaba muy enferma y que no tenía más familia que tu, por lo que debía irme a vivir contigo. Soy una chica de aspecto dulce y amable. Soy una persona muy educada, que le cae bien a todo el mundo instantáneamente y que se comporta bien con todo el mundo a pesar de ser de Slytherin. Que no le gustan las peleas entre casas, ya que me parecen una verdadera chorrada, y que odia las distinciones entre sangres. Soy muy buena en pociones, pero mi asignatura favorita es Defensa Contra las Artes Oscuras…
La chica, Draco/Dianne, continuó por un rato más con su discurso sobre ella misma, hasta que se percató de que su nuevo "Tío Snape", dormía. Entonces la chica le arropó y sonriendo añadió su última frase del discurso:
-Y soy una chica que adora fervientemente y admira al Niño-Que-Vivió, Harry James Potter…
Y con una sonrisa, se puso a leer un libro de pociones avanzadas, imitando a la Sra. Parkinson, tal y como la había visto hacer cuando había ido de vacaciones el pasado verano a casa de su ex prometida, Pansy.
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Insoportable, realmente insoportable.
Era completamente absurdo estar allí leyendo, cuando con aquellos insoportables ronquidos, era prácticamente imposible concentrarse en lo que se leía.
Dianne se levantó frustrada. ¿Y su Padrino quería que durmiese allí con él? De ninguna manera. Y menos habiéndose convertido en una chica. Draco se odió en aquel instante por haber decidido hacer caso a las locuras del anciano del director. ¿Convertirse en una chica para que su padre no pudiese encontrarlo y de ésta forma que no le matase? Valla cosa más estúpida. Si su padre quería buscarlo y encontrarle; le encontraría, ya siendo una chica o habiéndose convertido en un travesti.
Aún así, Draco no se sentía del todo mal siendo una chica. Incluso podría llegar a acostumbrarse. De echo, ya hacía bastantes cosas de chicas: como ir muy a menudo a la peluquería; hacerse la manicura tanto en las manos como en los pies; limpiarse el cutis tres veces a la semana; ponerse cremas protectoras y anti-espinillas; ducharse todos los días nada más se levantaba; ponerse colonia, etc. Entre otras muchas más cosas.
Dianne dio unas vueltas por el departamento de su ahora "Tío", con un creciente enfado. ¿Qué podía hacer para distraerse…? Y como una revelación, se le ocurrió.
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Después de una larga charla en la que Harry intentó, inútilmente, de que Remus cambiara de opinión y les diera clases de Defensa, el moreno había optado por resignarse y hacerse a la idea. Y para que pudiese relajarse después de la noticia, había decidido darse la ducha. Pero ahora que ya estaba casi terminando, no sabía que podía hacer hasta la hora de la cena.
Salió del cuarto de baño, hacia la habitación de séptimo de los Gryffindors, la cual ahora tenía para él solo. Se paró delante de su cama y observó como su uniforme estaba ya limpio y preparado para que se lo pudiera volver a poner. Pero a Harry no le apetecía para nada ponerse de nuevo el uniforme y ya que no estaban en clases, el ojiverde pensó que no le dirían nada si llegaba a la cena con ropa muggle.
Y entonces, rebuscando en su baúl ropa vieja de su primo. La encontró, ya sabía lo que iba a hacer después de la cena. Ya que antes de ir a cenar, Harry había decidido intentarlo de nuevo con Remus.
-Espero que cambie de opinión-y con esto salió del cuarto completamente vestido.
CONTINUARÁ…
