Capitulo 13: El regreso

Llegamos a Paris el día 11 de enero como estaba previsto, al día siguiente yo trabajaba otra vez. Fuimos a mi casa a dejar la maleta, la cual ya estaba vacía, luego fuimos a la Rue Scribe y bajamos por el pasadizo hasta la mansión del lago, nunca me había dado cuenta hasta ese momento de lo deprimente que tenia que ser vivir allí abajo; así que hable con el.

-Erik, recoge tus cosas, te vienes a vivir a mi piso

-Me da miedo, es que…

Busque su mirada, de repente en sus ojos, se había reflejado un terror infantil indescriptible, una infancia trágica en el cruel mundo de los humanos por su deformidad.

-Erik, tranquilo, no te va a pasar nada mientras yo este a tu lado, ¿vale? – me acerque a el y le bese – Venga, recoge y nos vamos de aquí.

Recogió su ropa, las partituras, unos cuantos vestidos y la caja de música, los metió, en otra maleta, ya estaba listo, esta sería la ultima vez que veríamos la mansión del lago, pero no la ultima que estaríamos en la opera.

Llegamos al piso, era pequeño, pero mas alegre, se lo enseñe, al entrar estaba la cocina y un pequeño salón, después había un pasillo, la puerta de la derecha era el baño y la puerta del fondo nuestro cuarto, dejo las cosas en el cuarto, fuimos al salón y estuvimos hablando.

-Mientras estés en casa, no quiero que tengas puesta la mascara.

-Eso si que no, siempre desde que era pequeño, me obligaron a llevarla puesta, me pegaban si no me la ponía y no seria capaz de estar sin ella.

-Erik, lo que escondes tras ella, no es tan aterrador, como para eso.

Acepto mi petición a regañadientes, la tarde se paso volando, nos fuimos temprano a dormir, nos acostamos, yo me acerque a el y apoye mi cabeza sobre su pecho.

A la mañana siguiente me tocaba volver a la rutina, así que a las 9 me levante, me vestí y me fui a la Opera, una vez allí fui al despacho de los directores, a preguntar cual era mi trabajo, se quedaron un poco sorprendidos de verme por allí, me mandaron lo de siempre, limpiar el camerino de la gallina afónica, entre, en el camerino, desierto como de costumbre. Tropecé con algo y se me cayó un somnífero para elefantes, en un vaso de agua, no le dije nada a nadie por si se enfadaban conmigo.

Acabe mi trabajo temprano, así que decidí irme a casa.

Cuando llegue salude, pero no me contesto nadie, busque a Erik por toda la casa, pero no estaba, así que fui a mirar al único sitio que no había ido, a nuestro cuarto, me destrozo la imagen que vi, estaba sentado en una silla, preparando la jeringuilla de la morfina, pero reaccione, me acerque a el, se la quite de la mano y la tire al suelo, le dio muchísimo coraje que hiciese eso, se levanto, muy nervioso, quiso ir a coger la jeringuilla, pero yo me interpuse, entonces cogió una figurita de la estantería que tenia alado y la quiso tirar contra la pared, en uno de sus arrebatos; yo le agarre las manos, evidentemente tenia mas fuerza que yo, pero conseguí que se sentase en la silla que tenia detrás, seguía muy nervioso, para poder controlarle mejor me senté sobre sus rodillas.

- Me prometiste que lo dejarías - dije con los ojos llenos de lágrimas, pero sin soltarle.

Se relajo, y dejo caer al suelo la figurita que tenía en la mano, le solté las manos, le di un beso, el me abrazo y dijo:

-Mientras cuente con tu apoyo lo superare.

Esa tarde estuve pendiente de Erik, ya que, por la mañana se había puesto muy nervioso, y no quería que volviese a tener la tentación de recurrir a la morfina, por la noche cuando se acostó, me vi en la obligación de deshacerme de la jeringuilla y su contenido, después me acosté, pensé que Erik dormía, pero estaba equivocada, se dio la vuelta y me miro, le sonreí.

-Buenas noches, mi ángel

Recorrí los pocos centímetros que nos separaban y le bese con ternura.

Por la mañana me levante y fui a trabajar, tenia plena confianza en el y en que no volvería a intentar lo de ayer.

Cuando llegue a la Opera, todo el mundo estaba muy alborotado, busque a mi amiga Meg para preguntarle lo que pasaba, a lo que ella me contesto.

-Ayer, cuando salimos de los ensayos, la Carlotta bebió un sorbo del vaso de agua de su camerino y cayó en un profundo sueño, nadie sabe lo que le pasa. Además el estreno es esta noche y su suplente no se sabe el papel.

De pronto llegaron los señores Richard y Moncharmin, se dirigieron a mi y me dijeron:

-Hemos recibido una nota del Fantasma de la Opera, asegura que usted se sabe el papel de Margarita

-Así es Monsieur

-Le importaría, cantar unas notas

-Por supuesto, que no – Entonces entone la 4 líneas de la 1º salida e escena de Margarita.

-Maravilloso – dijo Moncharmin – Vaya a hacer los ensayos generales, esta noche cantara en el puesto de Carlotta.

-Me gustaría hacer una petición

-Adelante, hable.

-Querría, que dejasen libre el palco 5, pues será ocupado esta noche por un familiar

-Por supuesto.