Del Conocimiento a la Responsabilidad.
Written by: Lore-chan.
Capítulo 2º : Eterna Espera.
Su profesor de turno le llamó la atención por cuarta vez en lo que había transcurrido de la clase. Sus apuntes estaban en blanco, ni siquiera la fecha del día colocó a un extremo de la página como era su costumbre. Se sentía apabilado aún por las palabras de su novia en el descanso pasado; hasta por unos segundos dejó la tecla de su computador pegada en 'S'.
No había articulado sonido desde el momento en que le escuchó decir que ella no quería casarse, al igual que él, claro pero Koushirou no podía decirlo tan abiertamente como lo planteó Sora, por la simple razón de que era hombre y de su boca se percibiría como un rechazo inminente y de seguro la pelirroja se hubiese sentido mucho más de lo que ya estaba. Él apenas si pudo asentir a su decisión y de allí nada más, sólo la observaba impávido esperando alguna ave rapaz o algún compañero que lo sacara de la situación, no por incómoda que haya sido, sino, porque la amaba demasiado como para decirle de frente que estaba completamente de acuerdo con su sentencia.
Hasta pensó que ella lo hacía a propósito, esperaba del Izumi alguna reacción que la hiciera callar y redimirse. Pero no le resultó. El significado de la palabra 'Matrimonio' era tan extensa para él que lo asustaba, peor luego de escuchar tantos fallos como lo fueron el de los padres de su amigo Yamato, o el de los suyos que había sufrido una crisis seria hace meses atrás y hasta el de Sora misma que sufría insaciablemente cuando sus padres decididos, querían la anulación, cosa que no pasó a mayores.
Le tenía terror y, ¿si al pasar el tiempo se daba cuenta de que no la amaba tanto como creía?, sería vil echar a la basura esfuerzo en algo que no funcionaría; más aún si hay alguien de por medio. A eso, ¿cómo le pondría?…¿debería ponerle un nombre?…cosa obvia se reclamó luego entre pensamiento y pensamiento. Si era obviamente así, ¿cuál le gustaba más?, ¿cuál era el correcto?, ¿a Sora le gustaría?. Era una decisión de dos.
Las manos le comenzaban a transpirar más de lo acostumbrado, aquello era una señal de que los nervios lo estaban consumiendo lentamente. Se lamentó, otra vez, el no haber hablado, el haberse quedado callado…y, ¿si la buscaba a la salida por su facultad?…podrían hablar algo, al menos.
Claro, no podía tardarse demasiado, luego de que Xiang llevase a rogárselo aceptó trabajar por la tarde algunas horas extras que no le vendrían mal al bolsillo. Y eso significaba dos cosas: una discusión con Sora y el sentimiento de estarle dando esperanzas a esa joven china.
-señor Izumi – oyó en el lapso en que no especulaba nada – disculpe, por favor, que lo esté interrumpiendo en tan importantes reflexiones existenciales o lo que fuesen, pero no me deja seguir con la clase…sabe perfectamente que puede salir. Nadie lo obliga a estar aquí – dictaminó su profesor acomodándose los lentes con dejo de disgusto de que uno de sus mejores alumnos estuviese más allá de las nubes y el cielo azul.
-mil disculpas… - fue lo que alcanzó a murmurar.
-le iría mejor fuera del salón, ¿no cree?. Puesto que le llevo preguntando desde hace minutos una simple pregunta de la clase pasada y usted ni caso hace.
-es que me siento algo fatigado. Voy a salir – procuró en sacar sus pertenencias y dirigirse hasta la salida.
Minutos más tarde de acurrucó contra la reja que lo separaba de la piscina al aire libre de la universidad. En esos momentos practicaban algunas clavadas las alumnas de un curso menor y otras que llegaron por iniciativa propia a las clases que se impartían.
Apoyó su cabeza destinándola hacia las nubes allá arriba libres. Sus manos se apretaron fuerte hacia la reja dejándolo crucificado, sufriendo. La respiración apenas podía sentirla inflarle el pecho, prefería preocuparse de cualquier cosa…hasta de aquello banal.
De pronto unos dedos delgados comenzaron a rozarle los suyos con suavidad y ternura, por raras circunstancias no le importó quién se lo estuviese haciendo, hasta pensó que podría ser parte de su imaginación y cerró los ojos sintiéndose parte de aquél. Una cabeza, luego, se posicionó a la suya y el aroma que éste desprendió lo hizo caer en cuenta de que lo que pasaba era real; entreabrió los ojos y un largo mechón rojizo le caía de la frente. Ni se movió, lo miró sereno admirando lo rojo y brillante que era, lo suave y lo perfumado que era…
Hipnotizado, quieto y calmado sintió una mano por su mejilla, jugueteando hasta llegar a los labios. Se creía en éxtasis.
Pero no duró lo que él esperaba, hubo un sobresalto a sus espaldas y el mechón se deslizó hasta desaparecer, los dedos que tocaban sus manos se escaparon perturbadas. Y fue en ese momento en el que vio bajar a una gota de agua por su frente y rodar hasta el cuello.
-Dios! – exclamó la voz de una chica.
Koushirou dio la vuelta y descubrió a la causante de las caricias. Era mucho menor que él, dieciséis años, quizá menos. Con el cabello absolutamente rojo y largo más abajo de la cadera, y los ojos plomos…muy claros, llegando a ser transparentes. Estaba mojada, parecía haber salido hace poco de la piscina con su traje de baño azul que traía la insignia de un colegio privado que él no conocía.
-perdón… - fue lo segundo que dijo tapándose la boca de forma familiar. Se parecía a el como él lo hacía cuando estaba avergonzado.
Tuvo sus segundos en los que ninguno de los dos reaccionó. Pero al menos, Izzy notó que ella se admiraba de verlo, como si sintiese las ganas de la chica por cruzar la reja y abrazarlo. Y lo extraño es que ese sentimiento también pasaba por él.
-Hola… - articuló Izumi acercándose unos pasos. Ella se separó, pero de todas formas le respondió el saludo.
-disculpa por lo que hice…pensé que… - se sonrojó.
-¿era tu novio? – completó adivinando.
-sí…nos juntamos siempre en el mismo lugar. Que vergüenza… - susurró peinando su cabello con las manos.
-le puede pasar a cualquiera…¿? – dio la pausa para que ella diera su nombre.
-Kasumi – respondió insegura de haber hecho lo correcto.
-Koushirou…
-¿Kou…shirou? – repitió asombrada. Hasta parecía que lo conocía porque sonrió llena de felicidad.
-¡Kasumi! – llamaron de un grito desde la piscina - ¡es tu turno de saltar!.
-te tienes que ir…
-sí…tengo que…saltar. Adiós. Y, perdón…
-adiós…
La chica lo quedó mirando por algunos momentos más antes de correr hasta su profesor que la esperaba impaciente para que pudiesen seguir las siguientes.
El reloj del pelirrojo lo sacó del trance, estaba sonando justo a tiempo para que se fuera ya a su casa y alcanzara a tomar el bus más tarde al trabajo.
Salió de la universidad por el lado de las facultades humanistas con la intención de ver a Sora por última vez en el día y lo único que encontró fue a la amiga de ésta que conversaba con otras bastante aburrida. Pensó en llamarla y preguntarle por su novia, pero si ocurría un desbarajuste en su tiempo, aunque fuese mínimo…llegaría tarde al trabajo, no obstante sabía que en el lugar le perdonarían esa falta cuantas veces fuese necesaria. Pero quería ser responsable.
-Izzy!, oye Izzy! – llegó Sora a su lado - ¿ya te vas?
-sí, tengo que salir apresurado tengo unas horas extras en el trabajo.
La chica lanzó un bufido.
-sabes que no ocurrirá nada… - trató de calmarla.
-sabes que a ti te tengo confianza… - dijo - ¡es a esa chiquilla a quien no! – exclamó.
-también tuviste quince – la miró con cariño – confía en mí…no ocurrirá nada. Tú ya lo dijiste, tan sólo se trata de una chiquilla.
-una muy peligrosa…
-nos vemos… - la besó.
-Izzy… - alcanzó a tomarle la muñeca antes de que se fuera - ¿por qué no dijiste nada de lo que yo pienso acerca del… matrimonio?.
Se quedó callado. Todas las clases hablando consigo mismo del tema sin una solución, le hacían más difícil darle una ahora, tan rápido. Él no podía decirle algo sin pensarlo seriamente antes…menos algo así.
-te quiero… - trató de eludir el problema con otro beso.
-¿por qué no dices que tampoco te quieres casar? – preguntó entre labios.
-no es eso…
-no tiene porqué costarte tanto…
-es que no lo he pensado muy bien, todavía – mintió – no he pasado por esto antes, ¿cómo quieres que lo enfrente así de fácil?.
-diciéndome la verdad…
Hubo un silencio entre los dos y Koushirou notó que los minutos avanzaban tan rápidos…
-me iré con Mimi hoy… - comentó viendo que el tema quedaba hasta ahí.
-te iría a dejar si no fuese por el horario tan estrecho…
-no importa…
La Takenouchi ya se separaba definitivamente cuando él la atrajo de nuevo a su cuerpo para abrazarla.
-nunca pienses que no te amo…y que no lo amo… - murmuró dejándola ir.
* ~ * ~ * ~ * ~*
-¡ya llegué!…
Koushirou dejó las llaves despacio sobre la mesa de centro y caminó hasta la cocina para saludar a su madre como siempre lo hacía al llegar e irse de la casa. Llegó a pensar, alguna vez, lo mucho que dependía de ella. Acercándose pensaba en lo que podía estar preparando para que él pudiese tomar once y en que debería darle la mala noticia de que hoy trabajaría hasta tarde.
Llegó hasta el umbral de la cocina y divisó la sopa excediéndose de su contenido y tope, y, también, algo quemándose en el fuego de a un lado. Fue enseguida a apagar ambas cosas y notó que algo no andaba bien. Su madre jamás dejaría quemarse algo…
Caminó preocupado por los rincones de la casa hasta toparse con el dormitorio de sus padres, no vio nada. Tuvo que rodear la cama para verla tirada sobre la alfombra con el teléfono en la mano. Su corazón se encogió en el instante, por unos microsegundos no supo qué hacer ni porqué moverse…
-¡mamá! – se arrodilló a su lado para darla vuelta, estaba casi azul con una de sus manos apretando su pecho - ¿qué ocurrió? – se preguntó con los nervios crispados.
Colgó el auricular para luego marcar a un hospital pidiendo una ambulancia con urgencia. Los minutos que ésta demoró hasta el domicilio fueron perpetuas, tenía a su madre apegada al pecho sin nada qué hacer, ni llorar lograba de la preocupación. Estaba en blanco, su vista perdida…no comprendía ni cómo llamó a una ambulancia, sus dedos marcaron solitarios por las teclas telefónicas.
-¿por qué no llegan? – pensó entre vaivenes con la cabeza de la mujer bajo su mentón.
Incluso marcó por una segunda vez, casi gritando el porqué la ambulancia tardaba. Recibió por respuesta la voz calmada de una mujer diciendo que no demoraba más de cinco minutos en llegar. Cortó de golpe y trataba de saber el porqué del accidente o al menos qué fue lo que le había ocurrido en su ausencia.
Ella no era alguien que estuviese enferma o fuese afectada por algo tan fácilmente…
-¿qué pasó? – continuaba interrogando al vacío - ¡demonios! – exclamó desesperado apretándola aún más y al fin una lágrima bajó por su mejilla luego de cuatro minutos eternos.
Lanzó unos vistazos a la habitación que le diera indicios de lo sucedido, pero todo estaba en tan perfecto estado que desechó cualquier idea de robo u otro. Luego dio al teléfono otra vez y halló lo que buscaba: la causa.
Quien había llamado era el culpable.
-mamá… - suspiró.
Y la eterna espera de que la ambulancia llegase se extendía…por treinta segundos más.
CONTINUARÁ…
Notas:
Bien!, segunda parte más prólogo, ¿qué tal va?…
Al parecer hay dos o tres interrogantes por ahí…como ¿quién llamó a la casa de los Izumi?, ¿quién era esa tal Kasumi?…o, ¿por qué Sora no se quiere casar?…bueno ésa ya la sabes ^_^
Recuerden que cada personaje y cada suceso no está de relleno…cada uno es indispensable…quizá Xiang no…^^, pero hace más dinámica la historia.
L o r e – c h a n.
