Del Conocimiento a la Responsabilidad.

Written by: Lore-chan.

Capítulo 4º :    ¡Llegué!

            De un día para otro el sentimiento de paternidad se apoderó de todos los movimientos, pensamientos, acciones y demases de Koushirou. Fue a buscar durante todos los descansos a su novia a la facultad de Humanidades llevándole algún jugo con vitaminas, leche con extra calcio, o chocolate para antojos que la pelirroja no manifestaba aún. Llegó ,incluso, a molestarle en cierta forma tanta preocupación. Sora no quería que las demás personas se enteraran, todavía, de su estado.

            En cuarenta y ocho horas, Izumi se había transformado en todo un padre perfecto, se había dado el tiempo de buscar en la red páginas con significados de nombres para el nuevo pequeño que llegaría a 'sobrepoblar' más el país, como llamaba Jou a ese bebé graciosamente.

Mimi, por otro lado, le ayudaba a ella con sus tareas y le decía qué comer y qué no, cuándo nacería en aproximación y, junto a un libro de la madre de la Tachikawa, los primeros cuidados para el recién nacido.

Y como el día jueves, o sea, hoy Izzy había faltado a clases porque debía acompañar a su futura 'suegra', Sora aprovechó los ratos libres para escaparse hasta la sala de música donde se deleitaba con el violín que muy amorosamente tocaba Yamato para ella. El rubio había aprendido a tocar el instrumento ya que era como un requisito para el grupo en el que estaba ahora. En realidad le agradaba bastante y no demoró más de cuatro meses en tañerlo. La pelirroja se recostaba en una de las mesas del lugar y, como si el tiempo se detuviese, escuchaba el agudo sonido.

El sonido la sacaba de la realidad, de la situación en la que estaba y que todavía no comunicaba a sus progenitores, de sus clases de español, de todo.

-¿quieres que te enseñe a tocar el violín? – preguntó Yamato deteniéndose.

Ella se sentó en la mesa y lo miró cansada – no, gracias, prefiero oírlo.

-no es difícil – señaló inquiriendo que por ello la muchacha no se animaba.

-ya lo creo – suspiró.

Hubieron segundos de silencio, en el cual él se dedicó a examinarla -…estás más bonita – comentó Ishida haciéndola sonrojar. Él, mientras, comenzó a guardar el violín – tienes un nuevo brillo en los ojos…¿será el amor? – sonrió.

-claro…debe ser eso.

-¿debe?…

-o sea, es eso – rió nerviosa.

-¿hoy no vino Koushirou?…

-no, tenía que acompañar a su madre al médico.

-¿sigue igual o mejoró?.

-está mucho mejor, más alegre.

-¿le mandas saludos de mi parte?…

-por supuesto…¿te tienes que ir? – preguntó al verlo alistar sus cosas.

-sí, tengo gimnasia. No puedo faltar ya que ayer no estuve y mi profesora es bastante exigente. Tiene un carácter de los mil demonios…si la conocieras.

-Izzy me contó algo al respecto – sonrió.

-pues bien, Sora…nos vemos a la salida – se despidió abriendo la puerta y en ese instante una chica pelirroja, la misma con la que Koushirou tuvo un encuentro en los límites de la piscina, lo esperaba un poco tímida.

-Kasumi… - dijo él volteando a Sora haciendo el encuentro lo más natural posible - ¿qué haces aquí?.

-me dijiste que podía venir…

-¡es cierto! – exclamó sin que hubiera la necesidad - ¿quieres inscribirte en gimnasia también?, ven, yo te voy a explicar – giró hacia su amiga del amor – ya ves, Sora, estaré ocupado…esta niña quiere ir a gimnasia.

-¿la conoces? – preguntó ella.

-sí… -dijo nervioso – una…amiga – y la pequeña lo miró extrañada – nos vemos – y cerró la puerta de golpe.

Yamato llevó a la chica hasta otro salón, dos pisos más arriba del que estaba con Sora, en el cual se encerró con ella.

-¿por qué dijiste que soy una amiga?.

-no dije que eras mi amiga – corrigió tomándola de los hombros.

-lo dijiste…¡yo lo escuché perfectamente!, no soy tonta.

-Kasumi, ¿qué más quieres?…no puedo llevar esta…relación – murmuró – más allá.

-¿por qué? – quiso saber y se cruzó de brazos esperando una respuesta inteligente.

-porque…no sé si te quiero lo suficiente como para formalizarlo. Quizá y hasta lo que sientes por mí no es tan fuerte.

-¡el que tenga quince años no significa que soy una mujer insegura de mis sentimientos! – exclamó y Yamato tuvo que taparle la boca.

-sí, yo te creo…pero esperemos más tiempo…

-¿cuánto?.

-¿…dos o tres meses…? – susurró.

-te doy cuatro semanas…si no estás seguro, terminemos – finalizó tajante y con fuerza.

-¡¿ah?! – Yamato se escandalizó, ¿de dónde salió una mujer …o mejor dicho, una niña tan firme con lo que quiere?.

El rubio hermano de Takaishi se quedó algunos minutos más con Kasumi. Entre tanto Koushirou esperaba frente a la recepción a que su madre saliese del doctor. A su lado un hombre impaciente miraba el reloj a cada instante con la frente escurriéndole sudor de la perturbación en la que se encontraba, luego de algunos instantes salió una enfermera sonriente, radiante, pero cansada y fatigada con la buena noticia entre los labios.

El hombre se acercó sin paciencia y ella le dijo que habían sido gemelos (o mellizos). Un niño y una niña. Él saltó de la felicidad a medida que sus ojos explotaban en lágrimas de gozo. Más tarde aquél entró a donde se encontraban sus dos hijos.

Izzy sintió como su estómago se revolvía, como sus manos comenzaban a sudarle. El iba a pasar por lo mismo. Iba a estar de igual de exaltado cuando pasase una enfermera o un doctor. Miraría el reloj cada dos segundos y mantendría los ojos clavados en esa puerta que prohibía el paso.

Todo ese nuevo y revolucionario sentimiento de paternidad lo inundó esa tarde en la que estaba con Sora en casa de ella. Tomaban la once con algunos pastelillos y mientras él ingería uno de esos su novia se apretó el vientre y se levantó de súbito hasta el baño. Koushirou fue hasta allí y le preguntó una y otra vez si se sentía bien y ella le contestó que era normal que ocurriera eso, eran: nauseas.

            Adentro, al mismo tiempo, el doctor traía los resultados de los exámenes que le habían hecho a la mujer días después del ataque.

            -¿estoy bien? – preguntó sonriendo segura de que era un sí.

            Él, un hombre viejo y barbudo, miró los papeles un rato detenidamente y tras cruzar los dedos entre sí, la miró negando – va de mal en peor señora Izumi – dijo.

            -pe-pero ¿por qué? – se extrañó – me he sentido de maravilla…hago las misma cosas que hacía antes…

            -entonces se las voy a prohibir – continuó serio – su situación es en extremo delicada.

            -me debe de estar mintiendo… - se negó a creer lo que oía – haré un viaje con mi esposo a Europa en cuatro días más…¿no podré ir?.

            -como médico le recomiendo que sí vaya, pero en cuanto llegue venga y se haga nuevamente los exámenes.

            -claro que me los haré y verá que se equivoca.

            -debería contárselo a su familia, para que la cuiden. No debe recibir impresiones fuertes, sorpresas…nada por el estilo. ¿me entiende?.

            -…sí… - suspiró apretando el bolso.

            -le recetaré unas medicinas…

            La consulta no duró más. Salió hasta el lobby hasta ver a su hijo que miraba vagamente las personas pasar.

Ella se acercó.

            -¿cómo estás?, ¿qué te dijeron?.

            -estoy bien… - sonrió de la mejor forma posible – vamonos a casa, sólo quiero ver qué llevaré o no al viaje.

            Mimi se paseó de un lado a otro por toda la universidad buscando a su amiga. Incluso, entró a su salón a preguntarle a los profesores que le indicaron que ya había salido hacía tiempo, apenas tocaron el timbre. Continuó su búsqueda por la zona frondosa llena de árboles y césped muy bien cuidado, hasta el gimnasio, la piscina, etc, etc.

            Se paró de golpe en medio del pasillo que comunicaba el salón de computación y el de laboratorio. Miraba de un lado a otro, sin encontrarla. De pronto una hoja llegó volando hasta sus pies, chocando con sus botas negras.

            -¡es mío! – dijo alguien entre el gentío de alumnos alzando el brazo. Llegó a su lado el muchacho que anteriormente deambulaba por el restaurante de Xiang. Andaba con la misma ropa sport y con el cabello desordenado – se me cayeron desde arriba – apuntó a las escaleras que daban a los pisos superiores.

            -ten – se las extendió junto con una sonrisa.

            -gracias, Mimi.

            -¿ah?, ¿cómo sabes mi nombre?.

            -está escritos en tu …cuaderno – le dijo.

            -¡es cierto!, es que no he tenido tiempo de meterlos en la mochila… Busco a una amiga – le contó innecesariamente mientras guardaba sus cuadernos en el bolso.

            -ya viene…se asomará por ese pasillo – apuntó uno a su izquierda – en segundos.

            -¿cómo lo sabes?.

            -me tengo que ir…ah! – le indicó ya un poco alejado - ¡es una lástima que no te guste el jugo de papaya!.

            -¿qué? – dijo un poco desconcertada.

            -¿Mimi?, ¿qué haces en medio del pasillo? – le preguntó Sora a sus espaldas haciendo que su amiga diera un respingo del susto.

            -ese chico – lo señaló con la mano a pesar de que sabía que era de mala educación - …él sabía que aparecerías.

            -¿y? – la pelirroja se cruzó de brazos – oye, ¿quieres jugo de papaya?, ya me dio asco…

            -no me gusta… - se calló de pronto – hey!, ¡¿cómo lo sabía?!.

            -¿quién sabía qué?…Mimi no entiendo de qué hablas…sólo sé que me andabas buscando…

            Durante el resto de las clases Mimi se dedicó a buscar desesperadamente a ese extraño chico. Se quedó a la salida del baño de hombres por diez minutos y nada. Usó todos los contactos que tenía en la Universidad y nada. Nadie había visto a un chico de cabello corto y ojos negros con ropa muy deportiva y un jockey cruzado en la cabeza.

Se apoyó en la muralla con vista a la gran piscina donde algunas chicas practicaban clavadas . Sería buena idea inscribirse…, pensó aburrida. Entre vuelta y vuelta de sus pupilas miel, diferenció de entre las altas ligustrinas que adornaban los demarcaciones del lugar, la peculiar chaqueta de Yamato…esa chaqueta negra que ella misma le había regalado para el cumpleaños del rubio. En un principio rió, esa chaqueta tenía su historia, una graciosa historia; pero luego, al observar mejor, lo notó conversando con una niña…o chica, se veía muy pequeña para ser universitaria.

            Abrió más los ojos cuando ésa extraña desconocida pelirroja le robó un ligero beso con un incipiente sonrojo. Acaso Yamato Ishida, ¡¿tenía novia?!, ¡¿desde cuándo?!.

            -¿Yamato tiene novia? – se preguntó en voz baja. Luego sonrió maliciosa – perfecto…entraré a esa banda…

            -disculpa… - le tocaron levemente el hombro.

            Giró aún con el asombro a flor de piel para toparse con un moreno.

            -¿Mimi?.

            Se sobresaltó, otro más sabía su nombre. Miró sus manos para ver si tenía los cuadernos fuera de la mochila, pero no.

            -Taichi… - dijo al verlo con más detención sin alegría alguna.

-¡¿ah?!, o sea – reclamó él – no nos vemos hace un año y simplemente me dices…"Taichi…".

La muchacha trató de dejar su asombro de lado por unos minutos. Se detuvo a observar a su amigo y nuevamente sonrió.

-¡Taichi! – exclamó ahora.

-¡es mejor…así…! – dijo en pausas porque sentía los brazos de la Tachikawa asfixiándolo.

-¿cuándo llegaste?…

-hoy en la mañana. Vaya eres la segunda persona a quien veo conocida. Me topé con Jou en la entrada.

-¡fantástico! ¿te transfirieron o qué?.

-sí, hace una semana atrás me dieron la noticia, pero no les dije nada. Quería que fuese una sorpresa – guiñó su ojo para la trigueña.

-todos se pondrán muy felices…

-eso espero, ¿dónde está Sora?, sólo quiero abrazarla…

-¿Sora?… - algo frío recorrió su espina dorsal por completo. Mimi ni siquiera había pensado que la llegada de Taichi traería problemas – no sé – respondió automáticamente. 

-es una lástima… - pateó una piedra imaginaria.

-¿no la has visto entonces? – preguntó ella con deseos de morderse las uñas de los nervios.

-mm…no. Por eso te pregunté si sabías en dónde estaba.

-¡no sé! – gritó. Realmente ella no sabía mentir.

-¿pasa algo con Sora?… - curioseó el moreno.

-¡no sé! – volvió a repetir.

-estás extraña Mimi – le dijo subiendo una ceja – apuesto a que peleaste con Michael…

-terminé con él hace siete meses…

-vaya… - soltó aire – no lo sabía…como no he tenido mucho contacto con ustedes…pues no me he enterado de sus cosas.

-claro…no es tu culpa.

-¿en serio terminaste? – puso una de sus manos en su mentón pensativo – creía que se iban a casar.

-me voy a casar con Jou ahora – sonrió sintiéndose ridícula.

-¡¿en serio?! – exclamó - ¿hace cuánto están juntos?.

-siete meses… - volvió a reír.

-¿siete meses?…pero si hace siete meses terminaste con Michael…

-es una larga historia… - se llevó la mano a la cabeza avergonzada.

-bueno…si que han pasado cosas…al menos en tu vida – dio una pausa y luego se echó a reír - …espero que Sora me siga siendo fiel!, ¿te imaginas?…que mi novia ya no sea mi novia…gracioso, ¿no?.

Mimi sentía que iba a desmayarse. Cuantas ganas tenía de decirle que Sora estaba de novia con Koushirou y que más encima esperaba un hijo…eso no iba a ser gracioso para Taichi.

Aún así rió con él.

CONTINUARÁ…

Notas:

¿Qué tal?, hay que ponerle emoción al fic, estaba algo plano.

Llegó Taichi, este personaje se había alejado del resto porque estudiaba en otra ciudad y no precisamente muy cerca como para verse todos los fines de semana. Imagínense no se veían hace un año…y Taichi fue novio de Sora…

¿Les está gustando el fic?…

¡Digan que sí¡^______^

y por favor déjenme aunque sea un chiquitito Review, please.

L o r e – c h a n.