"Nunca he conocido mujeres que me hicieran sentir esto, la más cercana a mí ha sido Winri pero con ella es claro lo que siento, es un afecto fraternal, no es como esto. ¿Cómo explicarlo? Tan sublime, extasiante, es una fuerza que sale de control, muy cálida. Tengo deseos de quedarme junto a Daiyari, de cuidarla, de acercarme a su cuerpo, que me mire de una manera especial. Pero es todo lo contrario, ella me observa como un paciente más. Que extraño es lo que siento, yo que me creía frío".
Te cambiaré las vendas...
Sí...
"Es raro que no me irrite cuando me toca, al contrario, adoro cuando sus yemas rozan mi piel, erizándola, revitalizándola"
Terminé.
¿Ya? Despertándose Digo, está bien.
Sonriéndose Eres el mejor paciente que he tenido, me agrada mucho atenderte Ruborizándose apenas
Ah, gracias...
Descansa Edward.
También tú.
Al otro día Edward ya podía pararse sin sentir tanto dolor y decidió tomar un baño pero no tenía idea donde podía hacerlo, así que espero a que Daiyari se despierte para preguntarle, sin embargo al verla aparecer algo despeinada y bostezando no pudo evitar pensar lo linda y simple que era.
Buenos días Edward, buenos días Alphonse! — Dijo jubilosamente.
Buenos días Daiyari — Saludó Alphonse.
Daiyari ¿Dónde puedo bañarme?
A ver... Debes salir por la casa y en la parte de atrás vas a encontrar un cuarto y allí puedes bañarte. En un instante calentaré agua y después te llevo las toallas.
Claro.
Debes sacarte las vendas y cuando hayas terminado te pondré unas nuevas... Enjabónate con cuidado, no nos vamos a arriesgar a que se te abran de nuevo, son bastante profundas y es posible que el agua afecte la cicatrización.
Sí, de acuerdo.
Él se introdujo en el pequeño cuarto y el agua tibia comenzó a caer sobre su cuerpo; su pelo dorado ya suelto reposaba libremente en su hombro y sus grandes manos procuraban enjabonar esa amplia espalda que al moverse dejaba apreciar lo ejercitada que estaba, producto de las inclementes batallas. Sus brazos perfectamente moldeados fueron lavados con cuidados y resaltó aun más su blanca piel. Dejó que el agua diera de lleno en su frente y sus ojos color miel brillaban contrastando con el grisáceo de las paredes gastadas. Las gotas rodaban recorriendo esos labios carnosos y perdiéndose luego en su viril torso.
Acá te dejo las toallas, ten cuidado al secarte... Te espero en la casa.
Gracias, Daiyari.
Él volvió algo húmedo ya que al secarse sentía dolor y algunas heridas sangraban.
Mmmhh... Que problema. Siéntate y te secaré — Ella secaba suavemente el torso de él al mismo tiempo que colocaba las vendas con firmeza. En eso, alguien tocó la puerta y Daiyari concentrada en su trabajo sólo mencionó: — Pase.
Hola Dai... yari... Ah, ustedes deben ser los famosos huéspedes de los que habla todo el pueblo.
Francesco, te presento a los hermanos Elric, él es Edward y él es Alphonse. Chicos, él es Francesco, mi amigo. — El joven Francesco era el amigo de la infancia de Daiyari, un muchacho que media aproximadamente 1,79, con el pelo color castaño oscuro, piel blanca y ojos del color de la esmeralda. Vestía un pantalón suelto y gastado marrón y una camisa blanca. A menudo usaba tiradores. Era un clásico lugareño dedicado a la agricultura y ganadería del lugar.
Mucho gusto — Dijo secamente.
Igualmente — Saludaron los hermanos en igual tono puesto que sintieron la hostilidad del visitante.
¿Y hasta cuando piensan quedarse aquí Daiyari?
Hasta que las heridas de Edward sanen — Y ella continuó secando y vendando el cuerpo del joven.
¿Y por que debes secarlo?
No empieces Francesco... — Edward sonrió apenas por la manera que Daiyari le contestó al joven dejándolo mudo.
Bueno, me voy, veo que no tienes tiempo para mí.
Nos vemos en la salita...
Esta bien.
Una semana después el joven Elric ya estaba curado y no había vuelto a tocar el tema de la muerte de los padres de Daiyari debido a que no quería herirla ni hacerle revivir amargos momentos, aunque le intrigaba bastante la identidad de los culpables.
Un día él había salido a tomar un poco de aire, cansado del encierro, además necesitaba estirarse un poco y recuperar su ágil movilidad.
¡HERMANO! ¡VEN RÁPIDO! — Gritó desesperado Alphonse — ¡ES DAIYARI!
¿¡QUE!
La escena con la que se encontró Edward fue horrible, ella sentada en un rincón de su habitación, con los brazos sangrantes y sosteniendo en su mano una daga pequeña impregnada en sangre. Su cara estaba húmeda por la cantidad de lágrimas derramadas.
¡DAIYARI! ¿Cómo pasó esto?
Creo que se me pasó la mano — Sonrió irónicamente — Perdóname, yo... Así yo... ¡ME DESAHOGO! Llorando
No... Daiyari... — Y puso sus manos sobre los hombros de la muchacha — No lo hagas más por favor...
E – Edward...
Si Daiyari, es muy triste lo que haces...
Alphonse... gracias chicos por estar a mi lado.
Deja que te cuide, esta vez me toca a mí.
Pero...
Calla, quiero hacerlo.
En eso Francesco, preocupado, entró intempestivamente y apartó al alquimista de la jovencita.
¡DÉJALA! Daiyari, ves? Te dije que se volverían contra ti!
¡¿QUÉ TE SUCEDE! — Protestó Edward desde el suelo.
Nosotros sólo intentamos ayudarla! — Añadió Alphonse molesto.
Tienen razón... No fueron ellos Francesco, fui... yo...
¡¿Quee! ¿¡Otra vez Daiyari? ¿Cómo pudiste? Retándola
Llorando de nuevo Lo siento, lo sé... — Edward no podía permitir que la hiciera llorar, enfadado lo golpeó.
Aturdido ¿¡CÓMO TE ATREVES?
¡NO! ¿Cómo te atreves tú a hacerla llorar! ¡No te lo permito! ¡Vete de aquí!
¡Sí! Sólo la haces sentir más mal, ella necesita descansar y no que la agredas! — Le exhortó Alphonse.
¿Qué esperar para irte? — Preparando el puño.
Esta vez te daré la razón, espero que reflexiones lo que estás permitiendo con éstos dos Daiyari — Y con un portazo se marchó derrotado.
Francesco... perdóname Musitó
No te preocupes Daiyari, cálmate, ven vamos a curarte.
Sí, gracias chicos.
No tienes que agradecernos, tú has sido muy buena con nosotros... — Le dijo Alphonse.
El joven la alzó y la acostó en su cama y con ternura le limpió la sangre y aplicó los desinfectantes y le colocó el vendaje que se tiñó de rojo. Tal cual ella lo había hecho con él anteriormente. Alphonse corrió a buscar más vendas ya que las de la casa se habían agotado.
¿A estos te referías cuando me dijiste que estabas acostumbrada al dolor?
Sí, creo que de alguna manera debo pagar mi culpa, desahogarme. Y como no quiero causarle daño a nadie m...
Te lo causas tú misma.
Si... — Ella se quejó por el dolor.
Perdóname, no sé como hacerlo.
No, está bien. Gracias Edward... No deberías hacer esto...
Quiero hacerlo y escucha — Mirándola fijamente — Tampoco lograrás nada cortándote y si tus padres no te enseñaron a ser vengativa menos creo que desearían que te lastimaras a propósito... No tienes culpa de nada Daiyari... Eras tan pequeña ¿Cómo ibas a imaginártelo? — Y él hundiéndose en sus recuerdos observó la ventana con una mirada fija y cristalina.
Edward... ¿Qué hay de ti?
Suspiró Todo comenzó cuando murió mi madre, Trisha Elric, mi hermano y yo éramos muy pequeños y no nos imaginábamos una vida sin ella, así que con los conocimientos de alquimia que poseíamos intentamos revivirla... Todo fue un desastre, Al perdió su cuerpo y yo mi pierna, traté de encarcelar su alma a la armadura y con esa acción perdí mi brazo derecho. Desde ese momento decidí hacerme alquimista estatal para acceder a información valiosa para hallar la piedra filosofal y recuperar nuestros cuerpos... Hemos buscado demasiado y cada vez que siento que me acerco, todo se derrumba... Estoy realmente cansado, quisiera parar pero NO PUEDO! ¡AL SE MERECE UNA VIDA NORMAL!
Edward... — Daiyari con pujanza lo abrazó humedeciendo con sus lágrimas el cuello del joven — No tenía idea... Has sufrido demasiado.
Daiyari... — Y él correspondió al abrazo con fuerza soltando unas lágrimas. Al fin ese sentimiento de desesperanza era calmado.
Estuvieron abrazados por unos minutos hasta que toda la tristeza fue contenida; luego con la mirada ya despejada ella acarició el rostro de Edward diciéndole:
Siempre encontrarás comprensión en mí... — El joven, abstraído, colocó su mano sobre la de ella, acariciándola.
Gracias, y yo a ti.
Bueno, me voy a cocinar, Alphonse pronto llegará con los víveres, hoy cenaremos temprano porque tengo que estudiar mucho... Aparecieron unas publicaciones de medicina increíbles.
Pero Daiyari, estás herida.
¿Ah? Esto ya no me duele...
¡DAIYARI!
¿Quee? ¿Vas a quedarte esta noche sin comer? Te advierto que sólo hay leche y queso, yo puedo tomarla sin ningún problema pero tú... ¿Aaaahhh? Levantando una ceja
¡¡GRRRR! ¡NI ME LA MENCIONES! Está bien, cocina, pero no te esfuerces demasiado.
¡Claro!
Bostezando Que sueño, este lugar te invita a dormir...
No, lo que pasa es que tú eres un dormilón sin cura...
¿QUÉ DICES?
Riéndose Es verdad.
¿Y tu? Tienes tu habitación hecha un desastre ¿Nunca la limpias? ¡DESORDENADA!
¿QUEEE?
De esta manera los dos riéndose se dirigieron a la sala, ellos habían dado un gran paso: Confesar sus tristezas y comprenderse mutuamente. Escucharse. Con esto, afianzaron más su relación despojándose de sus fríos escudos y quererse aun más.
CONTINUARÁ...
