CAPÍTULO IV "SERÁ"

¿Hasta cuando más Daiyari?

¡Eso no te interesa Francesco! ¡Es mi casa!

¿Acaso lo has olvidado todo? No entiendo como puedes tener corazón para ellos y no para nosotros que te hemos protegido siempre!

Escucha, yo soy la única enfermera de este pueblo, siento a veces que no alcanzo pero me esfuerzo por todos ustedes, porque quiero este lugar y a sus habitantes aunque no les permitiré que manejen mi vida y mis decisiones. Tú no comprendes...

Daiyari, por el amor que te tengo y porque me preocupas te exhorto que los eches de tu casa! — Y él tomó la muñeca presionándosela.

¡NO QUIERO! ¡SUÉLTAME! ¡Me haces daño! ¡Ay!

¡SUÉLTALA YA! ¿Cómo puedes hacerle daño? ¿Qué esperas? ¡DÉJALA! — Y el joven por miedo a que Edward lo golpeara la soltó resignadamente.

Quien sabe que encantamiento le habrás hecho alquimista... — Ella furiosa se dio vuelta y lo increpó.

¡Que inculto eres! La alquimia es una ciencia tanto o más que otras... Sacudió la cabeza Vamonos Edward, no tiene caso...

Si, es cierto... Ojos con fuego ¡A ver si te informas un poco más! GRRRR ¡Ignorante! — Le gritó.

Ya alejados del embravecido muchacho, ellos caminaban a la par hacia la humilde morada.

¿Te duele?

Un poco... Ya se me pasará... Gracias Edward por aparecer a ayudarme.

No es nada — Al cruzar la puerta ambos seguían hablando del incidente vivido.

Lo que más me duele es que Francesco me reproche tanto lo que hago... Crecimos juntos, es mi amigo de la infancia. Alphonse se hallaba allí y al oír la frase "amigo de la infancia" una imagen instantáneamente se le cruzó la mente.

¡WINRI! Hace mucho tiempo que no la vemos... ¿Qué será de su vida?

¡Jah! No lo sé, de seguro fascinada armando y desarmando cosas...

Te debe extrañar mucho hermano...

Intrigada Perdón... ¿Quién es Winri?

Una amiga de la infancia, es una chica de este tamaño, de cabello largo y rubio, con ojos celestes. Ella construyó y mantiene el automail de mi hermano... Lo quiere mucho y vive preocupada por él.

((¡NO DIGAS ESO AL!)) — Trataba de decirles con señas al entusiasmado Alphonse.

Mi hermano la quiere mucho tambien, aunque no se le nota... — Remató el joven.

¿Ah sí? Cara sombría Edward lo tenías muy bien guardado eh... Disculpen me voy a descansar un poco...

¡Al! ¿Por qué dijiste eso!

¿Qué cosa hermano? Ingenuamente ¿Acaso no la quieres?

Pues... si... La quiero — Ella que había retrocedido a buscar un diario, al oír esa frase corrió hacia el patio trasero con los ojos llenos de lágrimas — Pero no usaría exactamente la palabra "querer" con Winri...

Ahhh...

Espero que Daiyari haya entendido eso...

Al otro día ella se despertó silenciosamente y salió sin que nadie pudiera oírla. Edward se despertó sorprendido pues la chica no lo había llamado para desayunar así que lo único que se le cruzó por la cabeza fue que quizá tenía una emergencia.

La enfermera regresó del trabajo muy tarde esperando que él esté ya dormido. Entró aliviada de ver todo apagado y se dirigió a su habitación a hurtadillas.

De repente se prendió la luz y el alquimista cruzado de brazos le pedía una explicación.

Ahh Nerviosa ¡Hoy trabajé mucho! ¿Cómo estuvo tu día Edward?

Bien, un poco aburrido, pero bien.

Sabes... mirando el suelo creo que no deberías preocupar a tu chica, no puedes hacerle eso si la quieres... Es tu novia...

Ah, entiendo. O sea que para ti esa es la única forma de querer que existe? Alzando una ceja

No, claro que no... Entonces...

Winri es mi amiga de la infancia, nos criamos juntos, es como mi hermana...

Ahhh... Como Francesco y yo Pensativa Disculpa Edward soy una tonta, no deberías darme explicaciones, es tu vida, no me concierne — Y se marchaba a su cuarto cuando él de repente la tomó de la mano.

Espera Daiyari, no digas eso, yo te conté porque quise, porque no quiero tener malversaciones contigo.

E – Edward... Sonrojada Mañana puedo tomarme medio día libre, siempre me lo tomo a la mañana para limpiar y estudiar pero esta vez lo haré de tarde... Quieres... Venir a conocer un lugar muy lindo cerca de aquí? Alphonse también, claro.

Si, suena bien...

¡Bueno! Entonces preparé todo para el picnic...

Al otro día, ella se levantó muy temprano a preparar las cosas, múltiples platillos y bebidas para que fuera perfecto y luego se marchó al trabajo, avisando que se tomaría la tarde libre.

Volvió emocionada y todos partieron a un gran prado con flores, exuberantes árboles, mariposas y hasta un alegre arroyuelo. Era un paisaje edenico.

Iniciaron el almuerzo y comieron hasta saciarse lo que provocó mucho sueño así que decidieron dormir una corta siesta. Alphonse se encontró con cuatro niños con los que había entablado una amistad y corriendo se alejaron a explorar el lugar.

Daiyari se despertó 20 minutos después y sonrojada observaba a Edward dormir; silenciosamente llenó un vaso con agua y se lo vertió en la cara. Él se despertó alterado poniéndole cara de enojo mientras ella se descostillaba de la risa. La muchacha se levantó corriendo e incitándolo a seguirla, invitación que aceptó sonriente. La persecución duró hasta orillas del arroyuelo donde la joven se escondió subiéndose a un gran árbol. Cuando Edward la miró, hallándola, Daiyari se lanzó sobre él cayéndose ambos bruscamente sobre el césped.

Perdona... — Dijo apenada por la ocurrencia — Estoy hecha una niña... ¿Te molestaste?

No, sólo me sorprendió.

Cuéntame sobre la alquimia...

Es bastante complicado.

No importa, quiero saber.

Entonces Edward empezó a darle unas clases sencillas de alquimia pero como ya era un experto, muchas cosas las daba por sabidas y Daiyari a veces no le entendía y le preguntaba las mismas cosas dos veces.

¡Eres muy inteligente Edward! Es decir, tú mismo calculas todo eso en segundos?

Si, por eso no tengo dibujado un círculo de transmutación, él aparece sólo con una palmada.

Luego de aquélla explicación, un extraordinario silencio los envolvió y ella se paró, el viento había revuelto su pelo y con su mirada afectuosa le declaró:

Gracias. Gracias por estar aquí, no me arrepiento de haberlos albergado. Si retrocediese el tiempo, lo haría de nuevo.

Tampoco me arrepiento de haber permanecido aquí, no sentía tanta paz y despreocupación desde que era un niño — De repente ella se colocó en cuclillas frente a él con la mirada temblorosa y rubor en sus mejillas.

Edward... tengo que decirte que... que... yo... — Sorprendido y silente por la acción, impulsivamente la tomó de la cara y la besó; fue corto pero con mucha unción y profundo significado. Un instante después él bajó la cabeza y balbuceó:

Apenado Perdona... yo... no debí... yo... — Daiyari esbozó una tímida sonrisa y de repente le devolvió el beso aunque esta vez el ósculo fue mas largo y acompañado de simples caricias.

Luego la joven poniendo las manos sobre la hierba le confesó:

No, perdóname tú, Edward Elric... Me he enamorado de ti, de una persona que juré que jamás amaría, de un alquimista estatal.

Pues yo... yo no debería enamorarme... Con un objetivo tan sabido y mi mente y fuerzas ocupadas en lograr ese fin se suponía que no cabía en mi ese sentimiento. Pero ya me ves... Aquí... Enamorado de ti...

Estas cosas no se eligen, suceden...

Es verdad y no se pueden evitar... Y hasta controlan tu voluntad... Como no me puedo resistir a... — Y la arrastró hacia él abrazándola y ambos compartieron un necesario silencio para luego darse cálidos besos y mutuas caricias.

Es curioso...

¿Que cosa?

Esta sensación... A Winri siempre la vi y la sentí como mi hermana, amiga y una muy excelente mecánica... Pero a ti... A ti te veo como una mujer...

Sonrojada Edward... Es cierto, es algo portentoso, nunca sentí esto tan profundo y... carnal...

Allí se hallaban, sentados libremente en la hierba, apoyados en un frondoso árbol. Él se acostó en el césped mientras observaba como los rayos solares franqueaban las hojas de los árboles.

Daiyari, puedo?

Claro.

Edward colocó su sien sobre el regazo de la muchacha mientras ella con la punta de sus dedos lo acariciaba mirándolo dulcemente. Sin buscarlo ambos se durmieron.

La brisa pastoril parecía susurrar una canción:

...Te vi
juntabas margaritas del mantel
ya sé que te traté bastante mal
no sé si eras un ángel o un rubí
o simplemente te vi

te vi, te vi, te vi
yo no buscaba a nadie y te vi...
1

Ellos se sintieron libres, realizados, luego de confesarse su amor. Ninguno antes había amado y veían en el sentimiento una bella novedad; sus corazones se llenaban de ansiedad, olvidando un pasado horrendo y contemplando con menos desesperanza el futuro pero sobre todo, degustando un presente SÓLO PARA ELLOS y su AMOR SANADOR.

CONTINUARÁ

1 Canción de Fito Páez "Un vestido y un amor"