De todos los muebles de Imladris, Elrond le tenía un particular cariño a su cama. Era desproporcionada, no casaba con el resto del mobiliario en la habitación y había sido hecha con prisa cuando se fundó Imladris. El cabecero tallado venía, literalmente, de otra época diferente a los armarios y las alacenas. Y aun así le gustaba. El suave colchón de plumas era reconfortante y la cama estaba cubierta con sábanas de la lana más suave y las delicadas almohadas estaban apiladas en uno de los extremos. Había sido su cama. Y contenía tantos recuerdos...
Recordaba haber luchado en broma con Glorfindel después de un atardecer demasiado alegre y la expresión en la cara de Gil-Galad, que había venido a investigar el ruido, no había tenido precio; recordaba a Celebrian echándose sobre el colchón en las últimas horas del atardecer del día de su boda y escondiendo su cara en las almohadas para detener la risa nerviosa; recordaba a los gemelos, cuando eran pequeños, saltando sobre la cama y despertándoles a él y a su esposa de su bien merecido descanso y recordaba el atardecer lleno de estrellas en el que finalmente había podido sentarse junto a la cama y sostener a una niña pequeña y berreante. Su hija.
Ooo
Se estaba gloriosamente calentito y confortable bajo las sabanas suaves y Elrond sonrió con anticipación. Había sido un día agradable que había desembocado en un delicioso atardecer de comida, vino y canciones. Con sus hijos pequeños arropados en sus camas, soñando felizmente con peces y ponis, había estado libre para cambiarse para la cena y encontrarse con otros elfos con tranquilidad.
Un día de separación le había dejado deseando encontrarse con su esposa, y verla hablando y riendo con sus padres le había hecho sentirse feliz y afortunado. Ella le había elegido, y la sonrisa que había iluminado su cara cuando él había entrado en la habitación había sido solo para él.
Se apoyó lánguidamente sobre las almohadas para contemplar como Celebrian se cepillaba el pelo y se quitaba el vestido. Era tan especial...No había otra princesa élfica capaz de discutir con Glorfindel y ganar. Y ella le pertenecía.
— Peredhil.
Celebrian apagó la vela y se metió en la cama acurrucándose cerca de su cuerpo.
Elrond besó sus orejas y la atrajo más cerca de él, usando una mano para girar su barbilla y poder besarla.
—Te amo—murmuró Celebrian mientras deslizaba una mano que bajó por su espalda y terminó acariciándole el muslo
—¿Ammë? — Elrohir había entrado silenciosamente en la habitación y estaba tirando de la esquina de las mantas. Sus padres se separaron con aire culpable, preguntándose cómo podía haber abierto la puerta sin que hubiese hecho un mínimo chirrido.
—¿Qué pasa, cariño? —Celebrían se sentó en la cama apartándose el pelo de la cara.
— He tenido una pesadilla— Elrohir caminó hacia el lado que ocupaba su madre—Elladan se caía.
—¿De veras? — Celebrían apartó las sábanas, permitiendo que el pequeño elfo se subiese a la cama. A su izquierda se oyó un gruñido mientras Elrond se daba la vuelta, olvidando cualquier posibilidad de pasar un rato junto a su esposa.
— Me ha dado mucho miedo. Se caía muy muy alto—La voz de Elrohir se apagó mientras su madre lo acunaba, sin molestarse en corregir el uso de sus palabras.
— Eres mi chico valiente. — La cabeza rubia de Celebrian se inclinó para besar la mejilla de su hijo suavemente. Pronto estaría dormido, pero había pocas esperanzas de poder devolverlo a su propia cama aquella noche. Con cuidado de no molestar al niño, extendió las manos hacia atrás, uniéndolas a las de su marido, y él colocó los brazos en torno a su cintura.
Elrond sonrió a pesar de sentirse molesto. Podía quedarse dormido y quizá mañana los pequeños elfos sintiesen la necesidad de irse a jugar a otro sitio.
Ooo
Elrond cambió de posición en la cama procurando no despertar a su esposa o a su hijo. Estaba quedándose dormido cuando un pequeño ruido llamó su atención. Se apoyó sobre un codo y escuchó intentando encontrar la fuente de aquel sonido.
Casi inaudible sobre las respiraciones calmadas junto a su oreja, Elrond oyó el ruido de nuevo. Un ligero resoplido seguido por el crujido de unas sábanas. Con curiosidad, se deslizó fuera de la cama, arropando a su esposa.
Mientras caminaba suavemente por el pasillo hacia la habitación de los muchachos, el ruido se detuvo repentinamente. Elrond sonrió en la oscuridad. Elladan todavía no había comprendido que, incluso siendo sigiloso, si el sonido de su respiración se detenía la gente sabría que estaba todavía despierto.
—¿Elladan? —dijo Elrond suavemente mientras abría la puerta una rendija. Pocas cosas eran visibles en la habitación bajo la tenue luz de la luna, pero pudo adivinar la silueta de una figura encorvada, sentada sobre la cama en lugar de tumbada y durmiendo.
Elladan volvió a respirar. Pero a Elrond la respiración le sonó bastante acelerada y de vez en cuando parecía estar conteniendo un sollozo. Preguntándose qué podía haber alterado tanto a los gemelos, Elrond entró y se sentó sobre el montón de sábanas y mantas pasando un brazo cálido sobre los hombros de Elladan
El muchacho prácticamente se lanzó sobre su padre, agarrándose tanto como pudo al cuerpo del adulto. Elrond lo abrazó con fuerza, frotando la espalda en círculos de una manera reconfortante. Era obvio que llevaba algún tiempo despierto; ya no estaba caliente y adorable recién salido del sueño y los dientes le castañeteaban ligeramente.
—¿Quieres volver a la cama conmigo y con Ammë? —preguntó Elrond mientras cambiaba de posición al muchacho suavemente para poder abrazarlo mejor.
Elladan sacudió la cabeza, frotándose y enredándose el cabello contra el pecho de su padre. Elrond se sentó de nuevo con un suspiro. A la edad de seis años, Elladan había decidido que era demasiado mayor para correr a la cama de sus padres cuando se despertaba tras una pesadilla. Por desgracia no era lo suficientemente mayor para no tener pesadillas. Elrond y Celebrian habían pasado horas sentados en la habitación de los muchachos, acunando a un pequeño elfo terriblemente angustiado hasta que se calmaba. Debido a sus intentos por ser valiente Elladan no pedía ayuda hasta que estaba fuera de sí. Elrond echaba de menos tener un niño que acunar en el confort de su cama, especialmente porque era él el que tenía que calmar a Elladan hasta que se dormía.
— ¿No? —Elrond acarició el pelo sedoso de la frente de su hijo—¿Quieres que me quede aquí contigo?
— Sí—dijo Elladan con voz amortiguada.
Elrond intentó sacar una sábana para envolverla alrededor de los dos. Elladan se retorció, quedándose con la mayor parte y colocando los dedos fríos de los pies contra la piel caliente de las piernas de su padre. Sonriendo con ironía, Elrond alzó al muchacho y le dio la vuelta envolviendo los pies helados en la sábana de lana.
—¿Que has soñado, Elladan? —dijo Elrond calmadamente, preguntándose qué podía haber causado aquella angustia. Por lo que él sabía, ninguno de los muchachos había oído ninguna historia sobre alguna criatura repugnante y Glorfindel había estado demasiado ocupado últimamente para dedicarse a contar historias antes de dormir. Las historias de Glorfindel tenían, curiosamente, la habilidad de producir pesadillas en pequeños elfos impresionables.
—Ninguna—dijo Elladan sinceramente. Todavía no se había quedado dormido aquella noche. Había estado tumbado en silencio en la oscuridad mientras reflexionaba acerca de lo que su hermano le había dicho.
—¿Ninguna en absoluto? ¿Ni siquiera un dragón escupe barro de Dunland? —Elrond fingió estar sorprendido. Tal y como había predicho, Elladan se echó a reír y lo abrazó con más fuerza.
—No, Ada—Elladan se dio la vuelta para mirar a su padre, quitándole la manta de los hombros— Habría pegado a los monstruos con mi espada.
Elrond intentó taparse con la manta de nuevo antes de que Elladan se hiciera un capullo con toda la sábana. Si no había sido un sueño, ¿Qué podía haber angustiado tanto al niño?
—¿No puedes dormir?— Elrond sostuvo con las manos el mentón apuntado y contempló la pálida cara. Los ojos del muchacho estaban completamente abiertos pero había sombras grises bajo ellos. No era por falta de cansancio por lo que Elladan no dormía.
— No. — Elladan se abrazó con más fuerza a su padre. Elrond se quedó sentado un rato, abrazándolo, mientras se preguntaba qué era lo que podía haber acongojado a su hijo de aquella manera. El modo en la que se aferraba a él, desesperado por recibir afecto, no era típico de Elladan.
—¿Quieres dormir ya? —preguntó Elrond al cabo de un rato cuando Elladan se había relajado entre sus brazos y su respiración se había vuelto más profunda y regular. Los ojos que habían estado parpadeando hasta quedarse medio cerrados se abrieron de repente.
—No, Ada. No tengo sueño—dijo Elladan alarmado mientras abrazaba a su padre tan fuerte que casi le hacía daño. —No me dejes, Ada.
Las cejas de Elrond se elevaron por la sorpresa mientras intentaba respirar con normalidad a pesar del asfixiante abrazo.
—¿Quieres que vayamos a dar un paseo hasta que estés cansado?
Elrond se despidió de una buena noche de sueño.
—Sí—dijo Elladan sonriendo ligeramente mientras Elrond lo levantaba y lo dejaba en el suelo y le entregaba su capa y sus mocasines.
Ooo
Había pasado mucho tiempo desde que había recorrido los senderos del bosque de Imladris en las oscuras horas de la madrugada, reflexiono Elrond. El recuerdo de la última vez hizo que riera con suavidad, provocando que Elladan le lanzase una mirada inquisitiva. Glorfindel había sido sorprendentemente comprensivo cuando había irrumpido en su habitación ciego de pánico la noche antes de su boda. Lo que no había impedido que le tomase el pelo con ello desde entonces.
—¿Por qué te ríes, Ada? — preguntó Elladan con un ligero tono de reproche.
— Oh, simplemente estaba recordando algo que ocurrió hace mucho tiempo—. Elrond cogió la mano cálida de su hijo mientras caminaban por los senderos iluminados por la luz de la luna.
—¿Algo divertido? —La voz de Elladan se alzó esperanzada. Claramente esperaba que le contase la historia.
—No es tan gracioso. — Elrond bajó la mirada para comprobar si su hijo estaba preparado para dejarlo estar con aquella explicación. La mirada de su cara indicaba lo contrario—.Me estaba acordando de una vez, cuando no podía dormir y Glorfindel y yo vinimos a caminar por aquí
—Glorfy es amable— dijo Elladan con satisfacción. Elrond le acarició el pelo. Estaba claro que había perdonado al elfo rubio por su temperamento y estaba complacido por ello.
—Si, Glorfy es muy amable. — Elrond se inclinó hacia delante para coger al muchacho soñoliento tras tropezar con una piedra— ¿Quieres que te lleve sobre los hombros?
—¡Sí! — Elladan saltó arriba y abajó ansiosamente mientras su padre se agachaba, permitiendo al muchacho escalar sobre la espalda de su "montura". Elrond caminó despacio por los jardines esperando arrullar al muchacho hasta que se durmiera, sin embargo cuando se detuvo cerca de la orilla del río y lo cogió en brazos, los ojos que lo miraron estaban muy despiertos.
—¿Todavía no tienes sueño? —preguntó Elrond con un suspiro. Se estaba cansando del juego al que Elladan estaba jugando. A pesar de que los elfos necesitaban poco descanso, Elrond disfrutaba de aquellos ratos para repasar sus pensamientos.
Elladan le miró y luego cerró los ojos de repente mientras se apartaba de su padre.
—Quizá estoy cansado. Me iré a dormir ahora—. Una lágrima asomó por la esquina de su ojo derecho bajo la luz de la luna y apretó los labios con fuerza.
Elrond se mordió la mejilla lleno de frustración. En momentos como aquellos se sentía un mal padre. Su pequeño estaba angustiado y lo había empeorado por qué...¿por unas horas de silencio? Los niños elfos eran demasiado perceptivos.
—No, no. Elladan—.Elrond abrazó al pequeño con fuerza pero no obtuvo respuesta. —¿Te gustaría quedarte aquí y ver el amanecer conmigo?
Elladan tragó saliva un par de veces antes de hablar con un tono arrogante que solo utilizaba cuando intentaba no llorar.
—No. No te preocupes, padre. Estoy bastante cansado.
Elrond hizo un gesto de dolor al oír la palabra "padre". En los nueve preciosos años que había compartido con los gemelos, nunca se habían referido a él de aquella manera. No necesitaba considerar la frase en profundidad para darse cuenta de que no era un término cariñoso.
— Elladan, ven aquí— Elrond levantó al muchacho del suelo, contento de ser capaz de ser más rápido que el muchacho y poder evitar su intento de huida, y se sentó en un banco. —Lo siento. Es que estoy cansado.
—Entonces, ¿por qué no vuelves a la cama? — Elladan se negó a devolverle el abrazo, golpeando los talones contra el banco, o más bien fallando a propósito y golpeando las espinillas de su padre.
—Porque no quiero dejarte solo. — Elrond se inclinó para besar la frente de su hijo que se movió violentamente para apartarse. Elrond cerró los ojos. ¿Cómo había podido herir tanto los sentimientos de su hijo? Solo estaba un poco malhumorado.
Elladan permaneció sentado en el regazo de su padre en silencio. Se sentía herido y no quería que su padre lo acunase, pero era incapaz de marcharse por si su padre no lo seguía. Entonces sabría que lo que Elrohir había dicho era verdad.
— ¿Ada? —preguntó una pequeña voz al fin. Los ojos de Elrond se abrieron bruscamente, y se sintió aliviado por aquella pequeña señal de perdón.
—¿Elladan? —Elrond bajó la mirada hacia la cara seria de su hijo. Los ojos de Elladan subían y bajaban, haciendo contacto visual y perdiendo el coraje. Finalmente con los ojos clavados en las botas de su padre consiguió susurrar hacia el suelo.
—Tú...Tú no te sentarías conmigo si me quisieses, ¿verdad Ada?
—¡Elladan! —exclamó Elrond mientras arropaba con los brazos a su hijo mayor. —Por supuesto que te quiero. ¿Qué te ha hecho pensar eso?
Elladan se hundió en el abrazo, lleno de felicidad, sintiéndose de repente extremadamente cansado.
—Yo...El...Te quiero mucho, Ada.
—Yo también te quiero, pequeño mío. Más que a todas las estrellas del cielo. Más que a nada.
Elladan le sonrió adormilado, rodeando su cuello con los brazos y las pestañas parpadeando cada vez más bajo.
—¿Qué te ha molestado?
Elrond besó a su hijo mientras intentaba recordar que podía haber sido dicho que hubiese hecho dudar a Elladan del amor de sus padres.
—No ha sido nada.
Elladan se acurrucó en la capa de su padre. Su Ada lo amaba después de todo y eso era todo lo que importaba en aquel momento. Él lo amaba más que nada en el mundo. Satisfecho, Elladan se quedó al fin dormido profundamente, y ni siquiera se despertó cuando fue desvestido y metido en la cama.
Por desgracia, su padre fue incapaz de encontrar paz y al romper el alba estaba todavía despierto, preocupado por todo lo que había sido dicho.
