Solo eran cintas, ahora hechas jirones. Sus formas originales ocultas bajo las arrugas, sus bordes rasgados y deshilachados. Envolviendo la delicada tela alrededor de la punta de los dedos, Elrond cerró los ojos un par de instantes, saboreando los recuerdos que le traían: largos atardeceres sobre la hierba quemada por el sol, estandartes y banderas flotando con la brisa del verano y la aguda música de las voces infantiles. Y sobre todo, los colores: el rico verde de la frondosa sombra de los árboles, los brillantes azules de un cielo sin nubes; y los rojos, amarillos y naranjas de las cintas brillantes atadas al pecho de los jóvenes elfos afortunados.

Un quejido seco escapó de sus labios. No había nada que no fuese capaz de entregar para ser capaz de pasar un solo día de vuelta a aquellos tiempos. Un día con niños cuyos pensamientos no habían sido todavía contaminados con las maldades que habían visto después. Un día con Celebrian. . . incluso una hora con Celebrian. Simplemente para hacerle saber, una vez más, cuanto la amaba.

Ooo

-Ganaré una cinta hoy, Ada- dijo Elladan de manera amistosa mientras recorrían juntos el sendero hacia los jardines; sus pequeños pies de iban dando saltitos para mantenerse al paso de los más grandes de su padre.

Elrond sonrió ligeramente. La modestia no era una de las virtudes de Elladan. El muchacho vería poca necesidad en esconder el orgullo por sus logros. Sin embargo, el orgullo precede a la caída, y la caída que iba a producirse iba a herir a mucho a Elladan.

-¿Estás seguro de eso?- Elrond procuró mantener un tono de voz neutral.

-¡Por supuesto que no puedo estar seguro, Ada!-La voz joven tenía un tinte de frustración; los elfos mayores y sus cerebros marchitos.-¡Pero soy más rápido que los otros y ya los he vencido con mi espada!

-Ah-Elrond contempló los árboles distantes.

-Quiero ganar una cinta roja-continuó Elladan alegremente, con los ojos brillantes al anticipar la gloria.

Por supuesto que quería. Era Elladan, y Elladan no apreciaba quedarse en ningún otro puesto que no fuese el primero. Elrond se preguntó si debería abordar el tema del orgullo con Elladan. Aunque no lo consideraba un problema en el presente, no podía evitar recordar el comentario que su rubio amigo le había hecho acerca de su famosa batalla.

-Era joven, idiota y arrogante. Me dejé llevar por el sueño de ser un héroe. Fui imprudente, Elrond.

No deseaba una muerte así para su hijo. Daba igual lo honorable que fuera. Incluso la idea de ver una de las dos caras idénticas, pálida y durmiendo un sueño del que no despertaría hacía que su estómago se retorciese.

-Sí. Sería estupendo que ganases una cinta. Y Elrohir también.-dijo Elrond con aire distraído.

Elladan arrugó la nariz ligeramente. Sería mejor tener la victoria solo para él. No podía soportar que Elrohir ganase también porque no deseaba compartir el triunfo.

-Sí, Ada.

OOo

Elrohir contempló a su padre y su hermano desde la ventana de la habitación mientras se vestía. Su estómago parecía estar saltando con la anticipación y el nerviosismo reprimidos. Quizá hoy tendría la oportunidad de brillar. Su vida, hasta ahora, había consistido en quedarse segundo detrás de su hermano en cada actividad física. Pero el tiro con arco. . . El tiro con arco era solo suyo.

Saltando arriba y abajo en el mismo punto para dispersar sus nervios, se puso la camisa interior sobre la cabeza. No le gustaban demasiado las suaves y holgadas camisas interiores de algodón que él y su hermano llevaban. Todos los elfos adultos que había conocido llevaban delicadas camisas interiores con muchos bordados, hechas de fresco lino y con botones en el cuello y los puños. Desde que las había visto, siendo un niño diminuto sentado en la cama mientras contemplaba a su padre vestirse a la luz de las velas, había deseado una camiseta interior con botones.

-¿Elrohir, estás preparado?-Celebrian interrumpió las reflexiones del muchacho acerca de la moda de Imladris.

-Me falta muy poco- Se puso la túnica verde con tanta prisa que deshizo las trenzas que mantenían su pelo fuera de la cara. Celebrian se quedó detrás de su hijo, sujetándolo con una mano sobre su brazo.

-Ya está, Elrohir.-Su madre le peinó el pelo con habilidad, moviendo rápidamente los dedos mientras completaba el trenzado y atando las trenzas, con más fuerza que antes, con largas correas de estrecho cuero. Le dio unas palmaditas al niño en el hombro. -Todo listo.

-Gracias, Ammë-Elrohir se giró completamente y bailó en el sitio. Sus pies apenas tocaban el suelo. Luego miró esperanzado a su madre mientras recordaba la promesa. -Las exhibiciones son hoy.

-Eso lo sé-La sonrisa de Celebrian era amable. -Y me encantará ir a verte-

Elrohir le sonrió y saltó por la habitación con entusiasmo.

-¡Quiero que me veas disparar! Dicen que puede que gane una cinta.- No dejó que la sonrisa de orgullo asomase a su cara, pero sus ojos bailaban.

-Estoy deseando muchísimo verlo-Celebrian se dio cuenta para su sorpresa que estaba diciendo la verdad. Nunca había disfrutado las largas y aburridas exhibiciones que los elfos varones tenían que incluir necesariamente en cada celebración, pero ver a su hijo sería diferente.

-Ammë, ¿Vendrá Celeborn a verme?- Elrohir alzó la voz inquisitivamente.

Celebrian se quedó parada. Aunque intentaba esconderlo, ella sabía que aquello significaba mucho más para Elrohir de lo que era capaz de admitir. Su padre. . . amable, maravilloso e incluso cariñoso a su propia manera. . . nunca había sido un espectador entusiasta viendo competir a los jóvenes elfos con los que ella había crecido. Y no sería consciente de cuanto podía herir a su nieto diciéndole simplemente la verdad.

-No lo sé, Elrohir. ¿Por qué no se lo preguntas?

-Si- Elrohir sonrió al contemplar la repentina y obvia solución. -Iré y se lo preguntaré.

Celebrian hizo un intento inútil de agarrarlo mientras se dirigía con una velocidad demoledora a la habitación de sus abuelos. Quizá el Señor y la Señora del Bosque apreciasen en sus corazones que alguien los despertase temprano.

Ooo

Durante los años que habían pasado desde que Celebrían había partido para vivir en Imladris, Galadriel y Celeborn se habían vuelto despreocupados. No había nadie que entrase sin permiso en su habitación, así que ya no se preocupaban de tener un oído abierto para escuchar pasos al otro lado de su puerta. Por esto fue necesario tomar medidas precipitadas cuando se enfrentaron a un pequeño elfo que no había pensado en llamar.

-Buenos días- trinó Elrohir alegremente mientras trepaba sobre la cama y se sentaba en un extremo, como hacía a menudo cuando visitaba a sus padres por la mañana. Habiendo perdido la costumbre de tratar con niños tan pequeños al pasar los años, Galadriel y Celeborn intercambiaron una mirada incómoda.

-Sí. Es una mañana estupenda- Celeborn retorció los dedos mientras su pequeño nieto buscaba debajo de las sábanas las plantas de los pies para hacerle cosquillas. -¡No se te ocurra hacer eso, Elrohir!-

La voz le salió más severa de lo que pretendía. Demasiado severa para hablarle a un niño. Elrohir se detuvo inmediatamente, se retiró al lado de la cama que ocupaba Galadriel y miró con aire afligido a su abuelo .

-Lo siento, Celeborn-El muchacho habló rápidamente, con la voz temblándole un poco.

-No. Soy yo el que lo siente, Elrohir. Es que tengo muchas cosquillas- Celeborn sonrió con preocupación al muchacho y le ofreció una mano. Elrohir le devolvió la sonrisa, cogiendo la mano y trepando por la cama hasta sentarse junto a las caras de los elfos adultos.

Celeborn lo miró intentando adivinar sus intenciones. Su cara se parecía más a la de su padre que a la de su madre, pero era posible discernir los rasgos más delicados de su lado de la familia. Los ojos podrían haber recibido el color de Elrond, pero la profundidad de la mirada era la de Galadriel. La nariz, pequeña y ligeramente respingona, venia de su madre, pero el gesto de determinación en la boca y el mentón firme habían salido de él. Celeborn sonrió al pensarlo.

Galadriel contempló a la pareja con un cariño que iluminó sus ojos. Celeborn había querido un hijo, y aunque había amado a Celebrian profundamente, ella sabía que echaba en falta tener un heredero varón. Lo único que le sucedía su marido era que carecía de práctica en pasar tiempo en compañía de niños. Ella sabía lo que Elrohir le iba a pedir, y solo esperaba que decidiese seguirle la corriente al muchacho. Celeborn había reducido a algunos de los más jóvenes arqueros en Lorien a un manojo de lágrimas, en alguna ocasión, con sus agudas críticas acerca de su habilidad.

-¿Celeborn?- Los ojos de Elrohir se abrieron implorantes,-¿Vas a ver las exhibiciones esta tarde?

Celeborn comenzó a decir que no, pero al ver la repentina caída de las comisuras del labio del muchacho, consiguió fingir un repentino ataque de tos.

-Claro, por supuesto. ¿He oído que vas a competir?-La voz de Celeborn fue sorprendentemente genuina. Galadriel sonrió satisfecha.

-Te quiero, Celeborn-Elrohir se lanzó sobre el pecho de su abuelo, dejándolo sin aire sin querer, mientras le daba un abrazo tan grande como pueda darlo un pequeño elfo de nueve años.

Galadriel le regaló a su marido, que parecía haberse tragado una bola de nieve, una sonrisa que le iluminó de repente toda su cara.

-Y yo también.-respondió él.

Celeborn bajo la mano, tocando ligeramente las puntas de los dedos de su esposa. Ella no necesitaba leer la mente de su marido para saber que había oído y entendido.

-¿Celeborn?- La voz de Elrohir flotó confortablemente desde donde descansaba su mejilla, apoyada contra el pecho de Celeborn.

-Si Elrohir-dijo Celeborn con cariñosa tolerancia.

-¿Por qué no llevas tu camisa de dormir?"

Celeborn y su esposa intercambiaron una rápida mirada.

-Hacía un poco de calor la noche pasada.

-Oh-dijo Elrohir pensativamente. -Porque estabas durmiendo al lado de la abuela.

-Si-Aquella conversación estaba yendo rápidamente a lugares que Celeborn no deseaba explorar.

-Debe hacer mucho calor- dijo Elrohir, con voz de saber de que hablaba. -Ammë y Ada se quitan la ropa todo el tiempo también. ¿Por qué no abrís la ventana?"

-Elrohir-Galadriel habló rápidamente y con suavidad mientras su esposo parecía que estaba a punto de ahogarse. -¿No deberías ir a ver si el desayuno esta preparado?

-Oh, sí-Elrohir saltó de la cama tan fácilmente como había subido. Podía oír como ponían la mesa, y si, como era usual los miércoles por la mañana, tenían huevos para desayunar necesitaba llegar lo antes posible para asegurarse de que tenía su justa parte. Una vez que el muchacho se hubo marchado, Galadriel se giró hacia su esposo.

-Ella es muy feliz aquí.

-Si-Celeborn se levantó de repente y se dirigió al baño a una velocidad sorprendente. Aquel era un tema de conversación que no deseaba discutir.

Ooo

-¡Desayuno!-Elladan prácticamente le lanzó la espada a su padre y echó a correr por el camino cuando oyó sonar la campana. Elrond sonrió para sí mismo. Ambos muchachos disfrutaban particularmente al meter trozos de pan recién hecho con los dedos en los huevos hervidos que tenían para desayunar. Sin embargo no era la comida más limpia o la más formal, y él habría elegido otro día para desayunar con su familia política si hubiera podido.

-Mira. . . Esta es una espada chorreando sangre de orco-Elrohir sacó su trozo de panecillo fuera de la cascara, permitiendo que el fluido amarillo brillante gotease dentro del huevo.

-¡Y yo tengo una lanza!- Elladan apuñaló el pan y lo metió en la cáscara del huevo con suficiente fuerza para matar a un orco. Trozos de yema salpicaron por todo el mantel.

-¡Chicos!-dijo Elrond con tranquilidad, pero había un tono de aviso en su voz.

-Lo siento, Ada-Ambos muchachos bajaron la vista hacia la mesa, chupándose pegajosas gotas amarillas en sus dedos.

La comida progresó con una inusual quietud para ser "mañana de huevo". Los dos muchachos se miraron el uno al otro por encima de la mesa, sonriendo al pensar en algún plan secreto.

-Podemos comernos unos cuantos huevos más, Ammë?- dijeron los gemelos al unísono, imitando cada silaba y cada tono. Remataron la jugada con idénticas sonrisas inocentes.

Elrond y Celebrian que habían comenzado a relajarse, inmediatamente se pusieron en máxima alerta.

-Por supuesto-Celebrian les sirvió un huevo a cada uno, lanzándole a cada gemelo una mirada de advertencia. El truco de hablar a la vez estaba reservado, generalmente, para ocasiones en las que se les había ocurrido una nueva travesura.

-Gracias, Ammë- Los muchachos sonrieron a su madre, hablando a la vez, y cuando creyeron que nadie les estaba mirando se sonrieron el uno al otro.

-¡Estoy cortándole la cabeza a un troll!

-¡Yo estoy decapitando a un dragón!"

Las dos voces gritaron juntas mientras lanzaban los dos cuchillos caían sobre las cáscaras de los huevos. Las partes de arriba de las cáscaras de ambos huevos salieron disparadas juntas y atravesaron la mesa para aterrizar sobre el regazo del Señor de Imladris, que estaba muy enfadado.

Treinta segundos más tarde dos pequeños elfos, bastante avergonzados, estaban de pie al otro lado de la puerta limpiándose la yema del huevo de sus barbillas.

Ooo

Después de un largo discurso acerca de los males de jugar con la propia comida, los gemelos fueron despachados a jugar sin hacer ruido en el jardín. No había lecciones la mañana de la fiesta de Midsummer y Elrond estaba demasiado ocupado organizando los variados entretenimientos como para practicar con sus hijos.

-Te echó una carrera hasta la fuente-Elladan marcó a su hermano dándole un ligero toque en el pecho y echando a correr a través del balcón con su hermano pisándole los talones.

Los dos corrieron con ligereza por los escalones y a través del césped. Sin embargo, mientras Elladan se preparaba dar un gran salto, miró hacia atrás para juzgar lo lejos que estaba su hermano y tropezó con un palo que habían usado en una ocasión como espada. Salió volando hacia el suelo, dando una voltereta que lo dejó patas arriba en la parte de abajo de los escalones.

Celebrian oyó su grito de sorpresa e inmediatamente dejó caer su bordado, corriendo más rápido que sus hijos sobre la hierba, hasta donde Elladan estaba sentado agarrándose la muñeca. En seguida estuvo sentada a su lado, apartando con delicadeza los dedos de la muñeca.

-¿Dónde te duele, melin? No parecía grave, pero el muchacho había dado un respingo cuando le había tocado la articulación que se estaba inflamando rápidamente.

-Mi. . . muñeca-Elladan jadeo mientras luchaba contra las lágrimas, frotando contra la nariz la suave seda del vestido de su madre.

Elrohir, que parecía terriblemente preocupado, se aproximó a su hermano y le toco en la mano sana. Dio la impresión de que el contacto los reconfortaba a ambos, mientras Celebrian era capaz de examinar la herida de su hijo mayor sin tener que pelear con él para verla. Ambos muchachos se acurrucaron contra el cuerpo de su madre, acomodado el ritmo de la respiración al suyo.

OOo

Elladan estaba tumbado con aire miserable sobre la cama de la enfermería. Se suponía que debía estar dormido, pero se le había pasado el efecto de la medicación y no deseaba volver a soñar. Había una pesada paz en la enfermería y poco del bullicio diario de la vida en Imladris era audible desde sus cálidas habitaciones. Hacía algún tiempo que había oído el distante repique de las campanas de mediodía y estaba seguro que en aquel momento las exhibiciones estarían empezando.

Torpemente se dejo caer desde el borde de la cama y caminó con paso vacilante hasta la silla, sobre la cual alguien había colocado sus ropas cuidadosamente dobladas. Su muñeca todavía le palpitaba ligeramente y tenía un fuerte vendaje que olía a hierbas. Aquello le dificultaba vestirse, pero finalmente Elladan consiguió ponerse la túnica retorciéndose . Se puso la parte de dentro por fuera y la de detrás adelante, pero al menos estaba vestido.

Sonriendo a pesar del creciente dolor, el muchacho deslizó los pies en los gastados mocasines y corrió con ligereza por la habitación, bajando el ritmo cuando sintió que cada paso que sacudía su muñeca le provocaba flashes dolor que viajaban brazo arriba. Si se daba prisa puede que llegase a tiempo para participar en el primer evento.

Sin embargo, solo había conseguido llegar a la puerta cuando su cara rozó contra el suave terciopelo de la ropa de alguien y fue levantado y llevado de nuevo a la cama.

-¡Pero Ada, yo quiero ir a las exhibiciones!-La voz de Elladan se acercaba inusualmente a un lloriqueo.

Elrond se sentó sobre la cama junto a su hijo y colocó un brazo alrededor de los pequeños hombros.

-Lo siento, Elladan. Tu brazo estará curado en un par de días, pero por ahora debes descansar.

Se oyó un largo resoplido y la voz de Elladan tembló notablemente.

-Pero Ada- . Elladan se detuvo para lamer una lágrima de su mejilla

-Lo sé-Elrond le quitó con suavidad la túnica y los zapatos a su hijo e hizo que se colocase en una posición confortable en la cama una vez más.

-No-Elladan intentó resistirse, pero puesto que su brazo le dolía y estaba cegado por la lágrimas que se deslizaban por sus mejillas, fue como si no lo hubiera intentado.

-Habrá otras exhibiciones-Elrond lo levantó fácilmente para sostenerlo entre sus brazos. -Pero esta era la que importaba, ¿verdad?"

Elladan asintió y dio un resoplido de afirmación antes de descansar su cara contra la suave calidez de la túnica de terciopelo y dejar que todas sus lágrimas fluyesen.

Ooo

Fuera, con la calidez del sol de la tarde, docenas de pequeños muchachos corrían enérgicamente entre los claros llamándose y riéndose con voces felices. Celeborn estaba sentado confortablemente en la hierba, apoyado contra el tronco de un árbol caído. Acurrucada a su lado estaba su hija, sonriendo mientras contemplaba a su hijo correr con gracia sobre una cuerda. Ella tenía la cabeza apoyada contra su hombro y un mechón de pelo rubio le hacía cosquillas en la mejilla, pero no le importaba.

La había echado de menos y a pesar de que había esperado que la sensación disminuyese con el tiempo, en su lugar, se había vuelto más intensa. Echaba de menos tener a un niño cerca. Cuando eres un elfo de varios milenios de edad, las maravillas naturales del mundo se han disuelto en gran parte en la monotonía. Pero acompañado de su joven hija había sido capaz de ver el mundo con nuevos ojos - un mundo de frescura: el verde de las nuevas hojas, la canción rítmica del arroyo y la esperanza dentro de los apretados capullos de las flores

Pero ella lo había dejado y el habría entregado su vida antes de negarle la felicidad. La incontenible felicidad de la mirada que le había dirigido mientras repetía sus votos, le había asegurado que hacía lo correcto. Pero la echaba de menos. E incluso las pequeñas cosas que le recordaban a ella dolían.

-¡Ammë!- gritó Elrohir con placer mientras venía saltando hacia ellos con una brillante cinta sobre su pecho. -¡Hemos ganado! ¡Hemos ganado!

Celeborn no pudo resistirse a sonreír ante la exuberancia del muchacho mientras saltaba alrededor de ellos, subiendo y bajando del tronco.

-Estoy muy orgullosa de ti-Celebrian lo cogió de las manos y lo hizo bajarse para darle un beso.

-Ciertamente, muy bien hecho- Celeborn averiguó de repente que era sorprendentemente fácil tratar con niños pequeños. Elrohir sonrió y bailó alrededor de su abuelo para enseñarle su cinta.

-¡Es naranja porque hemos quedado segundos! ¡Segundos!-El placer de Elrohir era evidente en casa palabra que pronunciaba medio riéndose.

-Sí. Lo habéis hecho muy bien.- Celeborn recorrió con los dedos la cinta, preguntándose cuando había perdido la capacidad de obtener tanta satisfacción con algo tan simple. -Eres rápido con las cuerdas.

Elrohir agarró una mano de adulto en cada una de las suyas y bailoteo, arrastrando a padre e hija al baile de la victoria. Celebrian vio los ojos de su padre y sonrió ante la alegría contagiosa de su hijo y la obvia felicidad que su padre estaba sintiendo en aquel momento.

Ooo

Elrohir estaba sentado en el suelo de la sala de estar, jugueteando con las cintas entre sus dedos mientras le sonreía con superioridad a su hermano. Su hermano no le respondió y se limitó a permanecer sentado, desanimado, en el regazo de su padre con un libro, mirando sin prestar atención a la página .

El suave murmullo de la voces de la conversación de sus padres y abuelos con los Istari era demasiado pacífica. Demasiado agradable. No era justo. Había ganado y a nadie le importaba. Todo por culpa de Elladan.

-Mira todas las cintas que he ganado-Elrohir camino hasta donde estaba su hermano, obligándole a mirarlas.

Elladan no respondió.

-Las he ganado, ¿ves?. Porque soy el mejor-. continuó Elrohir con voz provocativa. Quería pelear. Quería que la gente se sintiese molesta.

-Elrohir.- La voz de Elrond le avisó de que no toleraría que siguiera metiéndose con su hermano.

Con el ceño fruncido, Elrohir se sentó de nuevo en el suelo hablando para sí mismo en voz alta mientras contaba sus cintas.

-Dos cintas rojas, tres naranjas y una amarilla. Y Elladan no tiene ninguna."

Elrond suspiró mientras miraba a su esposa en busca de ayuda. Su brazo que momentos antes había servido para cobijar a Elladan, ahora estaba siendo usado para retener al niño.

-Elrohir, ¿Quieres irte a tu habitación?

-No Ada.- Elrohir habló con un tono ligeramente burlón. -Quiero admirar mis cintas. Especialmente mi cinta roja de esgrima. Soy el mejor en esgrima.

-Elrohir.-La voz de Elrond se alzó ligeramente enfadada. - Por favor, vete a tu cuarto.

Por el amor de Eru, ¿Por qué sus hijos tenían que comportarse de la peor manera posible cuando tenían invitados? Se acordaba de tantas veces en las que sus hijos habían sido cariñosos y bien educados, pero nunca delante de aquellos cuya opinión importaba.

-No lo haré-Elrohir se puso de pie, cruzándose de brazos en actitud desafiante, a pesar de que su voz había comenzado a temblar. -¡No es justo! ¡Ni siquiera has venido a verme! ¡Todos los Adas de los otros niños han ido a verlos!

Elrond se encogió al oír la insinuación de su fallo como padre en la rabieta de Elrohir. ¿Cómo era posible que no entendiera lo dura que había sido aquella decisión?

-Elrohir, ven aquí pequeño.- dijo Elrond compasivamente, levantando a Elladan de su regazo y acercándose hacia su otro hijo. Los padres bendecidos con gemelos deberían haber sido bendecidos también con dos cuerpos.

-No.- Elrohir había comenzado a llorar. -No estabas allí. No me quieres.

-Por supuesto que te quiero, pequeño. Si Elladan no hubiera estado herido por supuesto que habría ido a verte.- La frente del Señor Elfo se arrugó con preocupación mientras hablaba.

-Solo para ver a Elladan-gimió Elrohir-Queréis más a Elladan.

-Ven aquí, melin.-Celebrían cruzó la habitación e intentó acunar a Elrohir que estaba tieso de rabia y con lagrimas corriéndole por la cara. -No queremos más a nadie Hay suficiente amor para todos.

-Si que lo hacéis- Elrohir comenzó a gimotear, prolongando el sonido de las vocales mientras lloraba. -Me porto bien y Ada dijo que Elladan era difícil, pero aún así lo queréis mucho más que a mí.

Celebrian miró con incertidumbre a Elrond. Este se encogió ligeramente de brazos, con su sentimiento de impotencia escrito en la cara.

-Yo he ido a verte Elrohir. Y también tu abuelo- La voz de Celebrian tenía el tono de alguien intentando tranquilizar a un Balrog con gotitas de jarabe de arce.

-A nadie le importa que haya ganado. A nadie le importa que me haya esforzado tanto practicando-Elrohir dejó de llorar para tomar una ruidosa bocanada de aire antes de chillarles a sus padres . -¡Os odio! ¡Os odio!

-Elrohir. Pequeño.- Elrond suspiró mientras caminaba hacia delante para acercarse al muchacho, que le tiró las preciadas cintas y echó a correr. Frotándose el puente de la nariz, Elrond volvió a su asiento. Intentó recordar como Gil-Galad había lidiado con semejantes arrebatos - si tanto él como Elros le habían ofrecido alguna vez semejante espectáculo. No recordaba que hubiese ocurrido.

-No es culpa tuya.- Celebrian cogió su mano, frotándole la palma con el pulgar. Los arrebatos histéricos eran un rasgo de su lado de la familia, pero mientras que su Ammë había conseguido mantener una actitud calmada mientras lloraba, ella era incapaz de permanecer impasible

-Elrond, ¿qué tal se pesca en tu río?-dijo Galadriel hablando enérgicamente, con la esperanza de cambiar de conversación.

-Ciertamente, creo que la pesca debe ser magnifica, porque el salmón que cenamos la noche pasada estaba delicioso- la apoyó Mithrandir con un comentario tan sereno como se le ocurrió.

-Es buena-dijo Elrond con cansancio. Se sentía estresado. Tenía una comunidad que gobernar, gente que proteger e invitados que entretener. Su esposa parecía angustiada, su hijo mayor estaba sentado en silencio mirando tristemente a sus padres y en algún lugar de las salas de Imladris, su hijo pequeño estaba llorando hasta dejarse los ojos.

-Todo está bien.

Ooo

Elrohir corrió por los pasillos sin mirar a donde iba, hasta que finalmente terminó en el ala este. Ya que su padre era el Señor de Imladris no había ningún sitio al que pudiese ir y al que su padre no pudiera seguirle. No había ningún sitio donde esconderse que su padre no supiera que existía. Él y su hermano habían decidido, hacía mucho tiempo, que la única manera de escapar era meterse en lugares demasiado pequeños para que otros pudieran seguirlos .

Elrohir consiguió entrar en un pequeño hueco entre una columna y una estatua, trepando al asiento junto a una ventana y de ahí a una pequeña mesa. Había crecido desde la última vez que había usado aquel escondite y era más estrecho de lo que había anticipado. De hecho, si quería respirar algo, tenía que dejar una parte de él expuesta. Estaba a punto de marcharse para encontrar un escondite mejor cuando oyó el suave sonido de pisadas élficas que se acercaban por el pasillo.

Se hundió dentro del hueco pero los pasos se detuvieron y una mano tocó ligeramente el codo que quedaba al descubierto.

-¿Por qué te escondes, pequeño?-La voz era amable pero pertenecía a Erestor. Elrohir, sintiéndose miserable, se dio la vuelta.

-Estoy jugando-Era una mentira descarada y Elrohir inmediatamente se puso de un color rojo furioso.

-Estás llorando-observó Erestor torpemente mientras intentaba recordar como solía reaccionar Glorfindel. -¿Que ha pasado para que un chico mayor como tú este llorando?

Erestor se encogió ligeramente al oír las palabras salir de su boca. No había pretendido que sonasen así. Los hombros de Elrohir se hundieron y la cara llena de lagrimas frunció el ceño.

-No estoy llorando.

-Si que lo estás-dijo Erestor genuinamente sorprendido.

-¡No lo estoy!-La voz de Elrohir se alzó peligrosamente. Erestor dio un par de pasos hacia atrás.

-Pero pequeño...- . Erestor no pudo ocultar su exasperación mientras hablaba.

-Buenas tardes, Erestor-dijo Glorfindel con voz alegre mientras recorría el pasillo. -Ai, Elrohir. ¿Qué te ha pasado?

Erestor sintió que no tenía elección salvo retirarse, mientras Glorfindel se detenía a su lado y cogía a Elrohir en brazos sin que este opusiera resistencia. Elrohir lloriqueo un embrollo de palabras que ambos elfos fueron incapaces de descifrar.

-¿Todo eso?- Glorfindel acarició la espalda del muchacho intentando calmar los sollozos.

Sintiéndose poco necesitado y apreciado, Erestor se retiró y la inclinación enfadada de sus hombros fue ignorada mientras Glorfindel intentaba reconfortar al niño.

Ooo

Elrohir lloriqueó mientras Glorfindel lo llevaba a una gran sala de estar, se tumbaba en uno de los bancos, y dejaba con cuidado al niño. Era una gran habitación con muchos asientos y estanterías, y calentada por un chisporroteante fuego. Puesto que sus ocupantes incluían a varios de los amigos de Glorfindel, el efecto pacífico de las mesas bajas y las suaves alfombras se veía arruinado por el aburrido chirrido de una espada siendo afilada y el brillo de la luz del fuego sobre el metal, mientras alguien demostraba su habilidad con las dagas. Escondido en una esquina, Erestor estaba leyendo un libro con una expresión de ligera desaprobación en su hermosa cara. No podía entender por qué Elrond había sugerido que compartiese una sala de estar con aquel grupo de elfos en particular.

-¿Y qué perturba al hijo más joven de Lord Elrond esta tarde?- dijo Glorfindel con voz animada, pero sus ojos estaban oscurecidos por la preocupación.

Elrohir miró tristemente a Glorfindel, los ojos grises llenos de lágrimas enormes en su cara.

-Me siento triste-anunció con voz queda.

Glorfindel se permitió una pequeña sonrisa. Conocía a los gemelos desde que eran bebes y no le era difícil detectar sus emociones más básicas.

-¿De verdad?

Elrohir asintió, moviendo una mano para cubrirse la nariz y la boca.

-¿Y que hace que Maese Elrohir este triste esta noche? Porque yo lo he visto triunfar sobre todos los demás esta tarde.

Elrohir sonrió orgulloso, sentándose un poco más derecho.

-Es verdad-dijo, pero su sonrisa se desvaneció -Pero a Ada no le importa. El quiere más a Elladan.

Las cejas rubias de alzaron.

-¿Oh?- La barbilla de Elrohir comenzó a temblar, así que Glorfindel se sentó y colocó al muchacho en su regazo. Al otro lado de la habitación los ojos de Erestor se habían separado de la página y estaban firmemente centrándose en el par. -¿Qué ha pasado, Elrohir?

-Ada no ha venido a verme.- Elrohir bajó los ojos con tristeza. -Y no le importa que haya ganado. A todo el mundo le importa cuando Elladan gana.

Glorfindel suspiró y le colocó un par de mechones de pelo sueltos detrás de la oreja picuda mientras pensaba una respuesta apropiada.

-Le importa, Elrohir. Le importa muchísimo. Pero nunca os dejaría a ninguno de los dos solos cuando le necesitáis.

-Yo le necesitaba hoy- Los ojos de Elrohir destellaron con una furia que cogió a Glorfindel desprevenido. Estaba muy acostumbrado a pequeños enfados y rabietas, pero aquello era nuevo.

-No Elrohir, tú querías que estuviera hoy. Querías demostrarle lo que ya sabe. Tu Ada no necesita cintas para quererte-Glorfindel frunció el ceño mientras pensaba. -Pero Elladan lo necesitaba desesperadamente."

-¡Elladan no lo necesitaba! ¡Elladan estaba dormido!- Elrohir se escabulló enfadado de la mano apoyada sobre su hombro, pero mientras consideraba lo que Glorfindel había dicho, se relajó ligeramente.

Glorfindel sonrió con un poco de tristeza y había preocupación en su mirada

-Elladan se sentía muy mal, Elrohir. Vuestro Ada nunca os dejaría mientras estáis llorando.

-Elladan no llora.-dijo Elrohir con voz segura. Entonces levantando la mirada hacia la cara de Glorfindel preguntó con una expresión que era a la vez preocupada y curiosa: -¿No llora, verdad?

-Era muy importante para él. Se había entrenado muy duro-Glorfindel estaba un poco preocupado por la intensidad de la determinación del niño, preguntándose si debía hablarle de la importancia relativa de participar y ganar. Pero él había sido muy parecido cuando era más joven.

-Oh.- Los labios de Elrohir comenzaron a hacer pucheros al pensar en su gemelo sintiéndose mal. Glorfindel suspiró ante la imposibilidad de reconfortar a elfos jóvenes y bajó a Elrohir al suelo. -¿Quieres ir con él?

Había pensado que los jóvenes gemelos se estaban separando, pero, en algunas cosas, cada vez se acercaba más cuanto más mayores se hacían El concepto del malestar del otro se había incrementado, pero desafortunadamente la habilidad de compartir la alegría del otro todavía no se había desarrollado.

Elrohir dudó, apoyando el peso sobre un pie y luego sobre el otro.

-Estarán enfadados conmigo-La voz fue apenas un susurro pero las agudas orejas del elfo rubio captaron tanto las palabras como el tono avergonzado.

-¿Y eso por qué?-Glorfindel contempló el sol poniente y a sus amigos mientras dejaban la habitación. Necesitaría cambiarse pronto para la cena, y si no se equivocaba, entonces Elrohir también debería preparase para asistir.

Elrohir se puso colorado y miró hacia la puerta. Glorfindel sonrió

-¿Has gritado y dado pisotones en el suelo?

-Yo no doy pisotones-replicó Elrohir con mucha dignidad, mientras sus ojos se estrechaban El elfo rubio se echó a reír alegremente, con la mirada perdida mientras recordaba algo largo tiempo olvidado.

-¿No lo haces? Yo sí lo hacía.

La voz de Elrohir era a la vez sorprendida porque el estimado Señor Elfo tuviera que recurrir a dar pisotones en el suelo y orgullosa porque había elegido compartir aquel secreto con él.

-Sí. Cada vez que no aprobaba lo que estaba ocurriendo.- Los ojos de Glorfindel . -Era una buena pieza.

-También...- Elrohir bajó la voz extraordinariamente- ¿También Ada pateaba el suelo?"

Glorfindel intentó imaginar a su amigo como un diminuto elfo. Era sorprendentemente difícil, porque a pesar de que podía imaginar bien ochenta centímetros de -semi-elfo temblando de rabia, Elrond rara vez hablaba de sus padres o del rey que lo había acogido cuando no tenía a nadie más . Y por su parte, Glorfindel tenía pocas ganas de remover recuerdos desagradables.

-Bueno, no ha hablado de ello. Pero imagino que habría dado zapatazos en suelo con gran dignidad.

Elrohir se echó a reír ante la imagen que Glorfindel había evocado. Glorfindel rió también al ver reír al ver al niño feliz y lo cogió de la mano llevándolo hasta la puerta.

-¿Te sientes mejor ahora?-Glorfindel se detuvo junto a la puerta de su habitación, apoyándose contra el tallado marco de la puerta.

-Un poco-Elrohir miró al suelo y su voz se volvió de repente melancólica. -Simplemente pensé... . . pensé que sería especial

Glorfindel envolvió los hombros del muchacho con sus brazos. Estaba empezando a sentirse fuera de su elemento.

-Tu eres especial, Elrohir-Pensando rápidamente, guió al muchacho a su habitación y buscó en algunos cajones hasta que encontró una bolsa de suave cuero que había permanecido sin tocarse desde hacía diez años

-Toma. Tengo algo para ti. Quería esperar hasta que hubieras crecido un poco más, pero creo que debería ser tuyo a partir de ahora.

Los ojos de Elrohir se ensancharon mientras Glorfindel desenredaba los dos objetos idénticos que había en la bolsa y cuidadosamente sacaba uno y lo colocaba en la palma de su mano

-Es... . Es muy bonito-Elrohir acarició suavemente el regalo con el dedo índice. Colgado de una fina cadena de planta había un pálido ópalo, tallado con la forma de un águila. A la luz de las velas, la piedra reflejaba todos los colores del arcoíris cuando se giraba.

-Se hizo con el propósito de mostrar que nunca estarás sin amigos. Le debo a Thorondor y sus parientes una gran deuda de gratitud.- La cara de Glorfindel pareció entristecerse un instante pero cuando la luz volvió a sus ojos tenía un brillo travieso. -En cualquier caso, te debo un águila.

Elrohir le lanzó al elfo rubio una mirada llega de ansiedad, pero se relajó cuando Glorfindel le revolvió el cabello.

-Gracias, Glorfindel-Elrohir se ató a tientas en colgante, sonriendo mientras tocaba el diminuto águila una vez más.

-El gusto es mío, pequeño. Cuídalo bien-Había encargado hacerlo antes del nacimiento de los gemelos, incapaz de decidir un regalo apropiado con el que dar la bienvenida al mundo al primogénito de su mejor amigo. Habían estado a su cuidado hasta que los gemelos alcanzasen la mayoría de edad, pero tenía la sensación de que no había peligro en confiarle el suyo a Elrohir en aquel momento. Era un muchacho cuidadoso.

Elrohir saltó para envolver con sus brazos firmemente la cintura de Glorfindel. Glorfindel se agachó para devolverle el abrazo, ignorando el repentino y doloroso pensamiento de que deseaba un hijo propio. Deseaba una esposa propia. Su propia familia.

-Tengo que cambiarme para la fiesta-Glorfindel se apartó de mala gana y le dio al niño un pequeño empujoncito hacia la puerta. -Y tu también.

Elrohir se quedo junto a la puerta abierta, jugueteando con su pelo.

-Ada estará enfadado.- murmuró aprensivamente

-Quieres que hable con tu Ada?- preguntó Glorfindel con amabilidad, y Elrohir respondió asintiendo. -Muy bien, pero ahora tengo que cambiarme si tu Ada va a hablar conmigo esta tarde.

Ooo

La Sala de Fuego estaba llena de alegres y risueños elfos. Algunos de los más jóvenes entre ellos habían, impulsivamente, escogido pareja y habían comenzado a bailar con despreocupado abandono en el centro de la Sala. Incluso aquellos que normalmente desaprobarían aquella conducta, estaban sonriendo y riéndose tolerantemente atrapados en la estimulante atmosfera de la ocasión.

Celeborn y Erestor estaban profundamente concentrados en su conversación; Erestor un poco sonrojado al estar hablando con un Señor Elfo tan importante. Tenía el hábito de estar de acuerdo con cualquier cosa que Celeborn decía, haciendo la conversación algo difícil, pero mejorando el humor del elfo mayor.

Elrond estaba sentado en su silla, al fondo de la Sala, rodeado por su familia y amigos. Glorfindel estaba sentado a su izquierda y había hecho suya la tarea de asegurarse de que su amigo participase en el espíritu de la ocasión. El elfo rubio rellenaba su copa con gran alegría y sonreía mientras hablaba, con su hermosa cara animada por sus propias bromas. Y parecía estar funcionando, porque las líneas de preocupación en la frente de su amigo habían desaparecido y el Señor de Imladris estaba hablando y riéndose con tanta alegría como un pequeño elfo sobreexcitado. .

Celebrian estaba sentada a la derecha de su marido, escuchando atentamente la música y riéndose al ver a los jóvenes bailar. Elrohir, tranquilo y soñoliento después de su arrebato, estaba acurrucado en su regazo hecho una bolita calentita y adorable.

Galadriel los contempló a todos, sintiéndose complacida al ver a su hija, su familia y el entretenimiento que ofrecían. Le divertía ver las miradas por el rabillo del ojo que su marido le lanzaba a Glorfindel mientras este rompía a reír con alegría al rematar sus chistes. Celeborn estaba todavía algo lejos de recuperar el aprecio por el valiente Señor Elfo.

Solo una figura aparecía inmune a la felicidad que envolvía Imladris aquella noche de Midsummer. Encogido y sentado en el suelo a los pies de su madre los sentimientos de Elladan estaban claramente escritos en la curva descendente de su boca y la depresión sobre sus hombros hundidos. Pero el regazo de su madre ya estaba ocupado y los gemelos tenían la impresión de que eran demasiado mayores para trepar a los brazos de su padre o cualquier otro invitado distraído, sin ser invitados

Hacía mucho tiempo desde que había arrullado a alguien tan joven. Pero sentía que no podía dejarlo sentado allí, abatido y solo. En silencio, tocó su hombro y le indicó que podía ir con ella si lo deseaba.

El muchacho estaba de pie y trepando a sus brazos en un instante, la cabeza adormilada descansando satisfecha apoyada contra el cuerpo de su abuela . Él todavía no era consciente del poder que ella poseía o el anillo que llevaba, preocupándose solo de ser acunado.