O.o Kaoru-chan o.O


- Disclaimer-

Rurouni Kenshin no me pertenece, esta historia es por mero entretenimiento.

-Summary-

UA K/K M/S y A/M -. Como la lluvia que nunca cambia su recorrido… Como el tiempo que nunca retrocede…Como los sentimientos intranscendentes que continúan vigentes a pesar del tiempo…Como fuimos una vez ayer…

-Author's notes-

¡KAORU-CHAN IS BACK!

Finalmente rendí el First! Estoy libre! Ahora voy a tener más tiempo para escribir. Voy a disfrutar mis vacaciones y a salir y salir con mis amigas. ¡Libertad¡¡Libertad¡¡Libertad¡¡Libertaaaaaad! (risas)

Pueden matarme. Sé que demoré un montón con este fic. La última vez que actualicé fue el 30 de Enero en mi aniversario hace mas o menos un mes. Para mi parece un montón de tiempo, pero al mismo tiempo parece poco... ¿me entienden? Mmh... creo que soy rara, mejor dejémoslo así.

Pero bueno acá estoy nuevamente con el capitulo número 13 excesivamente largo. Pequeño regalito.

Ahora sí, los dejo con el fic.

Nos leemos abajo.

"Conversaciones"

'pensamientos'

Énfasis

-- --

Like we were yesterday…

13. Gira y Gira rueda del destino... gira y gira...

- Señorita Misao ¿Necesita Ayuda? – la voz amable de Soujiro habló cuando vio forcejear a Misao con la lata de duraznos.

- Por favor Soujiro – agradeció Misao con una sonrisa.

Habían pasado días desde que Soujiro se había unido al Akabeko, y las muchachas tenían que agradecerle. Tenía una fuerza sorprendente, podía levantar grandes pesos, sabía cocinar (para la salvación de Kaoru), además era muy gentil y atento.

Al día siguiente de que Soujiro comenzará a trabajar, el Akabeko tenía un poco más de clientes, poco, pero algo es algo. Entre ellos estaban Sanosuke, Kenshin, Aoshi y Yahiko. Al parecer esos cuatro estaban todas las noches, pensaba Soujiro sonriente.

Sanosuke comía como un glotón, Yahiko hablaba con Tsubame y Kenshin y Aoshi tomaban un café mientras hablaban del trabajo como era normal, aunque la expresión de cansancio de Kenshin, removió las entrañas de Kaoru.

- ¿Te encuentras bien Kenshin? – le había preguntado preocupada Kaoru cuando pasaba por la mesa.

- No es nada señorita Kaoru, solo trabajo – le había contestado el pelirrojo sonriendo, intentando tranquilizarla. Obviamente no sirvió.

- Te traeré algo para que comas. Tienes que reponer las energías - le había dicho saliendo.

Todos los presentes se quedaron observando a la muchacha alejarse. Sanosuke especialmente, pero su mirada se endureció un poco al ver la forma en la que Kenshin la miraba

- Jou-chan se preocupa mucho por ti – le había comentado Sanosuke mirándolo seriamente. Le caía bien Kaoru a Sanosuke, aunque fuera gritona y mal cocinera. Ella siempre fue simpática y buena, y más cuidando a Yahiko mientras él tenía unos trabajos que atender, pero eso no quitaba que Kenshin fuera su mejor amigo... sin embargo...

- Es una buena persona – le había respondido Kenshin de la misma manera que le había respondido a Kaoru segundos antes.

- Parece muy atenta contigo – había dicho Aoshi mirando el punto fijo delante de él

- Es una buena amiga

- ¿amiga? – había preguntado Sanosuke mirando a Kaoru, ella estaba en las cocinas preparando algo para Kenshin, después volvió su vista hacia Kenshin, y sorprendentemente Aoshi también. La señorita Kamiya siempre había sido atenta con él, aunque no hablaran tanto, además Misao hablaba maravillas de su mejor amiga.

Tanto Aoshi como Sanosuke sabían que el comportamiento de su amigo hacia la jovencita había sido extraño esos últimos días. No hacía falta recordar que Kenshin estaba casado.

Y Kenshin también lo sabía, no podía dejar de sentir algo raro cuando veía su anillo de compromiso, o cuando sentía el cuerpo caliente de Tomoe junto a la cama. Habían sido tan pocas las veces que estaban juntos, sino fuera por el calor que queda al lado de su cama cuando Tomoe salía, no se podría decir que no se veían. Pero él quería mucho a Tomoe.

Mentiroso

La viva imagen de la jovencita que la estuvo acompañando durante todo ese año, se le aclaró en la mente. Kaoru... esa simpática, sonriente, amable y desinteresada jovencita, le había pegado duro en su mente. Apareciéndose en todo momento... le quería mucho, era una de las pocas personas con las que podía hablar durante horas, tenían casi los mismos pensamientos, carácter y varios otras cosas en común. Era una gran amiga... la mejor de todas...

Mentiroso.

Abrió los ojos enormemente. Sus propios pensamientos a veces le asustaban. Su Tomoe, su anillo, su casamiento, su compromiso, su vida, su mejor amiga, su Kaoru...

- La señorita Kaoru es una buena amiga – había dicho Kenshin mirando a ambos para después fijar la vista en Kaoru que se acercaba sonriente a la mesa – Tengo suerte de encontrar una amiga así.

Sanosuke y Aoshi se callaron la boca, no de la sorpresa, sino porque Kaoru se acercaba y no querían decir cualquier cosa que pudiese empeorar la situación.

Los dos lo sabían muy bien, Kaoru no se comportaba como una simple buena amiga, tal vez al principio si, pero ahora... Kaoru le veía con otros ojos, al igual que Kenshin, no importaba que dijera que solo eran amigos, su manera de hablar, su manera de observar y de comportarse, su manera de ser en definitiva, había cambiado. El Kenshin que todos conocían, había cambiado considerablemente, el antes frío y reservado Kenshin, había quedado en el olvido desde sus encuentros. Hoy en día era irreconocible¿Tomoe no se daba cuenta? Por el poco tiempo que pasaban juntos lo más probable fuese que no. Ninguno de los dos podía creer que ese estilo de relación se llamase matrimonio, porque no se comportaban con tal. Tomoe estaba muy ocupada con su vida laboral, lo cual le absorbía casi todo el día, Kenshin era un obsesivo con el trabajo, antes se pasaba toda la noche trabajando, pero las fueron cambiando cuando fueron a comer al The Fourth Avenue Café... desde ese momento tenía las tardes-noches libres... ¿Solo por un café? No, no lo creían así pero ¿Qué podían decirle? Kaoru era una desinteresada muchachita... que gustaba de él...

No sabían bien cuando, pero sabían que habría problemas. Si todo seguía así, iban a ir mal.

- Neh Kenshin... aquí tienes

- Muchas gracias señorita Kaoru.

O o ---------------------- o O

A lo lejos, Tae y Misao cuchicheaban sobre el comportamiento de nuestras dos personillas.

- Yo creo que Himura no esta cortejando debidamente a Kaoru – había dicho Tae

Misao asintió con un movimiento de cabeza, tenía los brazos cruzados y los ojos cerrados.

- Tiene que darle flores, chocolates, invitarla a salir, comprarle regalos. – Tae suspiró – Me parece que Himura no sabe como cortejar a una mujer.

- ¡No me sorprende que este solo! – Había exclamado furiosa Misao golpeando la mesa – ¡Kaoru debería ser más directa¡¡Se comportan como dos par de quinceañeros!

- Tranquila Misao, nosotras les podemos ayudar – los ojos de Tae brillaban maliciosamente.

- ¡Plan de ataque contra pelirrojos lentos! – en ese momento Misao estaba entusiasmada.

Las dos mujeres juntaron sus cabezas y comenzaron a murmurar cosas ininteligibles para oídos externos.

- ¡EY¿¡No nos van a atender? – gritó un grupo de tres hombres en la esquina del local. Misao y Tae volvieron la vista hacia los aludidos, al igual que el resto de las personas en el local. Tsubame se reincorporó e intentó avanzar hacia ellos, pero la mano de Kaoru le detuvo.

- Yo iré – le respondió mientras avanzaba. Kenshin la miraba de reojo.- ¿Desean algo?

- ¡Claro mujer¡Queremos más sake! – gritó uno de los hombres, claramente pasado de alcohol.

- Lo siento mucho pero me temo que no puedo hacer eso. – dijo Kaoru haciendo una reverencia en forma de disculpa.

- ¿Y porque no? – preguntó amenazante el segundo hombre reincorporándose.

- Han tomado suficiente.

- ¡Eso lo decido yo, maldita perra! – gritó el hombre haciendo un ademán con la mano. Le iba a golpear.

El local se sumió en silencio, Tsubame y Tae soltaron una exclamación del susto. Yahiko se estaban reincorporando al igual que Misao, Sanosuke y Aoshi, pero el brazo del pelirrojo llego primero.

Se interpuso delante del cuerpo de Kaoru, protegiéndola. Su brazo la cubrió del golpe recibiéndola él de lleno. Los ojos de Kaoru se agrandaron del susto al verse detrás de Kenshin.

- ¡KENSHIN! – gritó Kaoru entre asustada y preocupada.

Kenshin logró enderezarse y decir – Me encuentro bien señorita Kaoru ¿Se hizo daño?

- N...No, no. Estoy bien - respondió entrecortadamente, aliviada principalmente.

- Me alegro – dijo la voz de Kenshin dulcemente, al instante se volvió dura – La señorita dijo que no hay más sake para ustedes.

- ¡idiota! – volvió a repetir el otro hombre avanzando para golpear a Kenshin. En ese momento Sanosuke y Aoshi estaban a su lado.

- Ya la escucharon – dijo Aoshi seriamente.

- Váyanse – la voz de Sanosuke sonaba amenazante.

Tal vez fue la noche, el alcohol, el aura amenazadora de los tres hombres sanos, pero los tres ebrios, se reincorporaron difícilmente y se fueron en silencio, mirando a aquellos a todos una vez más en especial a Kenshin y Kaoru.

Cuando el shoji se cerró, todos volvieron a respirar. Misao, Tsubame, y Yahiko se acercaron hacia los susodichos mientras que Tae, hablaba con los pocos clientes del lugar disculpándose.

- Kenshin ¡estas bien? – preguntó Kaoru preocupada tomando el brazo de Kenshin entre sus manos

- Me encuentro bien- respondió sonriente el muchacho.

- Siempre queriendo hacerte el valiente – dijo Sanosuke golpeando la cabeza de Kenshin.

- ¡Sanosuke no tienes que ser tan bruto! – exclamó enojada Kaoru.

- Pero si este ha soportado cosas peores – se defendió el castaño encogiéndose de hombros. En eso llegó Tae corroborando que todos estén bien – De ahora en más un cartel con derecho de admisión Tae – dijo en modo de broma.

- ¡Kaoru¿Te encuentras bien? – preguntó Misao sabiendas a que se encontraba en las nubes al ser "rescatada" por el pelirrojo.

- Oi busu ¿es que acaso no sabes como cuidarte sola? Siempre causando problemas.

- cállate Yahiko-chan.

- vieja bruta inútil – espetó el muchacho enojado. Kaoru le miró con ojos asesinos.

- Pero podrías haberte defendido... – comenzó Misao

- ¡Misao! – se ruborizó Kaoru

- Será mejor que se fije ese brazo señor Himura – señaló Tsubame tímidamente.

- Pero no me pasó nada.

- Tsubame tiene razón Kenshin, vamos a revisar ese brazo – dijo Kaoru.

- Pero... pero...

- Ahora mismo Kenshin – sentenció Kaoru tan amenazante como podía.

Kenshin suspiró cansado, era imposible discutir contra la retórica inapelable de Kaoru.

Los presentes retomaron sus papeles anteriores. Tae y Misao se tiraban ojitos de complicidad, finalmente Kenshin y Kaoru tenían una oportunidad de estar completamente solos, lo que últimamente escaseaba. Tsubame fue a atender otras mesas, Yahiko le seguía, pero Sanosuke y Aoshi miraban preocupados donde la singular pareja había desaparecido. Suspiraron cansados, ya nada podían hacer.

- Aoshi-sama ¡Quiere un poco de café?

- maldita comadreja gritona – espetó Sanosuke una vez que Misao le disolvió los pensamientos. Poco tiempo después recibió de lleno en la cara, la patada voladora de Misao.

O o o O

Kaoru y Kenshin estaban sentados en la parte de afuera del local, según Kaoru el aire frío le iba a venir bien, el resto habían vuelto a sus lugares.

Kenshin estaba muy concentrado mirando el cielo estrellado. La suave brisa de verano era relajante. Se respiraba una tranquilidad en el ambiente, se sentía tranquilo y como nunca antes bien.

- neh... Kenshin – comenzó Kaoru mientras le arremangaba la camisa a Kenshin. Su brazo estaba inflamado. Debería de ponerle hielo.

- mmmh... – Kenshin volvió la vista a la pelinegra.

Ella no le miraba, sino que sus ojos estaban concentrados en la zona del golpe, a leguas se podía notar que tampoco estaban mirando la herida sino que estaba perdida en sus pensamientos. Sus ágiles dedos acariciaban su piel en un movimiento suave y relajante, formando círculos con las yemas de sus dedos

Por alguna razón, Kenshin no sentía ningún dolor, es más su cuerpo parecía suspendido, como si no sintiera ninguna extremidad de su cuerpo. El embriagante aroma de jazmines que desprendía Kaoru, últimamente le estaba cegando, y le perseguía día y noche, despierto y en sueños. Sintió desvanecerse al sentir su suave tacto.

- Arigato - dijo Kaoru, tragando saliva.

Desde hacía bastante ella quería agradecerle. Desde hacia tiempo que ella no se sentía así. Desde que sus padres habían muerto una parte de ella también lo había hecho, no importaba que tuviera a Misao, algo le faltaba. Y eso parecía haberlo encontrado en Kenshin.

Habían pasado exactamente tres semanas, era increíble como pasaba el tiempo. Las visitas se habían hecho constantes, Kenshin siempre iba a verla trabajar, se daba una vuelta al mediodía y se quedaba desde la tarde hasta la noche, llevando a Kaoru y Misao hasta su casa.

Al principio las charlas podrán haber sido sobre trivialidades, pero con el pasar de los días se iban haciendo mucho más profundas. Kaoru le había contado todas sus preocupaciones, como le había influenciado la muerte de sus padres, lo sola que muchas veces se sentía y lo duro que se le hacía cumplir las expectativas de sus padres.

No era fácil tener el mejor promedio en el colegio, trabajar, mantener la casa y ser solidaria con los demás. Muchas veces se sentía exhausta y sin ganas de continuar, pero por sus padres lo seguía, por sus padres iría a la universidad.

A pesar de todo, con el pasar del tiempo, esas tres semanas habían sido extraordinarios para Kaoru, como un sueño del que no quisiera despertar. Sus vacaciones estaban por terminar, solamente una semana más y empezaría la universidad. Al principio, cuando no conocía a Kenshin, deseaba empezar la universidad, empezar con el estudio y los trabajos que implicaría, empezar a llenar el vacío que sentía. Pero ahora, ahora que conoció a Kenshin, quería disfrutar la última semana de vacaciones de la misma manera que ella había disfrutado esas tres semanas maravillosas. ¿Acaso eso era...? Ya no podía negarlo, Kenshin no era solo un simple amigo, además de ser su maravilloso y mejor amigo, se había enamorado.

Al principio se había asustado, pensó que el gustarle solo era un amor veraniego, sin embargo a medida que lo iba conociendo le gustaba más, su presencia era más requerida y el solo verlo era casi tan importante como respirar.

En ese momento se dio cuenta, que Kenshin era su perdición.

Se había enamorado.

Y eso, le encantaba.

-

-

'¿Arigatou?' suena más a una despedida que a un agradecimiento, pero al verla a los ojos entendió que no era así. Y se tranquilizó. Pero ¿Por qué le agradecía? Hasta donde él tenía entendido, ella había hecho más por él que por ella. Según en una de las conversaciones que había tenido Kenshin con Sanosuke, él había cambiado, y es más hasta Aoshi se lo había corroborado. No queriéndolo aceptarlo, las acciones diarias se lo hacían notar. Kenshin estaban mucho más pasivo, mucho más cálido, más conversador, más amable.

¿Por Kaoru? Puede ser. Pero le asombró mucho, Kaoru parecía ser una chica demasiado fascinante, no era una belleza, su hermosura trascendía el aspecto físico, su belleza estaba en su fortaleza, en su independencia, en su bondad, en su inteligencia, ella era hermosa a su manera. Y lo más importante, era completamente diferente a Tomoe.

Tomoe podía llegar a ser fascinante, pero de otra manera. La inteligencia de Tomoe era mucho más calculadora, su belleza trascendía su aspecto alcanzando sus rasgos delicados y sus movimientos. Pero Tomoe no sabía ser amable, no sabía sonreír, no sabía expresar lo que sentía. No podía saber cuando estaba contenta, cuando estaba enojada, cuando se sentía triste o cuando necesitaba una mano. En cambio, Kaoru...

Kaoru era como un jazmín recién nacido, entre medio de una maleza. Luchando por sobrevivir pero nunca sola, siempre acompañada con alguien. Y era eso lo que Kenshin sentía con solo verla. Sentía esa necesidad de reconfortarla, de alegrarla, y de estar con ella cuando más le necesite, simplemente estar con ella.

Al principio era una encantadora compañía. Alguien que necesitaba desahogarse pero ahora era toda una mujer fuerte, independiente que sobrellevaba cualquier problema. Si, Kaoru era bella a su manera.

El tiempo que había compartido con ella era suficiente para entender varios aspectos de si mismo. Su desenvoltura con aquella jovencita, el trato que tenía con los demás y sus acciones hasta el momento eran lo opuesto a lo que hacía con Tomoe. Pero no lo malinterpreten. Eso no quiere decir que con Tomoe él se comportaba como un ogro y con Kaoru él se comportaba como un caballero cálido.

No, no. Sus responsabilidades eran las mismas, sus acciones eran las mismas, pero su comportamiento, la forma en que manejaba sus acciones, la forma en la que encaraba sus responsabilidades, su comportamiento en definitiva. Todo eso había cambiado. De frío a caliente, de serio a alegre.

Y aquello era sorprendente. Que una simple jovencita, que una simple amiga le haya abierto los ojos de aquella manera. Era asombroso.

Tenía tanta suerte. Pero no podía confundirse. No podía malinterpretar nada. Kaoru debía y tenía que ser su amiga. Él estaba casado y Kaoru era demasiado joven. Él no podía pensar en ese tipo de cosas, no podía confundirse. Aunque...

- Yo no recordaba lo que era ser protegida hasta que te conocí a ti, Kenshin

Las palabras de Kaoru le golpearon fuertemente. No porque le haya tomado desprevenido, además, sino también porque no era el tipo de respuesta que lo ayudaba en su determinación.

Volvió su vista nuevamente hacia Kaoru. Ella le miraba levemente sonrojada pero con un brillo especial en los ojos. Otra brisa de verano, de las que escasean, voló sus suaves cabellos.

Y se veía tan hermosa.

La forma en que la miraba. La forma en la que le hablaba. La forma en la que le quería.

No podía ser tan basura. No podía dejar que...

Sabía que lo que hacía estaba mal. Sabía que todo terminaría mal. Sabía que saldría herido. Pero... pero...

- Yo me haré cargo de que nadie te lastime.

Sus palabras volaron solas. No recordaba cuando su mente había dado la orden para gesticular o hasta hablar. Pero algo desde el fondo le había impulsado.

Uno de los aspectos que Kaoru le había hecho volver a usar. Su corazón. Sus sentimientos le hablaban desde lo más profundo de su ser. Y su mente no podía controlarlo. Él no podía controlarlo. Pero debía.

Lentamente se fue acercando. Su mirada todavía en la de ella. Su mente en blanco y su corazón latiendo a mil por hora. Su cuerpo duro pero al mismo tiempo blando. Como relajado. Sus manos buscaban desesperadamente la fuente de calor que estaba en su brazo. Entrelazándolos con sus gentiles, suaves y delicados dedos.

No podía ser tan basura.

Sus labios la tocaron. Suavemente como él le quería demostrar. Tratando de disipar cualquier duda en su declaración. Notó como el cuerpo debajo de él se relajaba considerablemente, podía sentir su respiración antes agitada y ahora más tranquila. Podía sentir sus latidos tan veloces como los suyos y podía saber que tenía sus ojos cerrados. Su fragancia se adentraba en su ser, relajándolo completamente, haciéndolo perder en un mar de sensaciones placenteras.

No podía ser tan basura.

No pudo evitar controlarse. Es más no quería controlarse, quería sentir de una vez por todas, todo aquello que podía llegar a-

Sin embargo, estaba mal.

Era egoísta al querer saber que era lo que se sentía ser espontáneo. Saber lo que era actuar sin pensar. Sabía que solo la lastimaría más. La confundiría. Y tarde o temprano la perdería.

Debía parar.

Debía dejarle en claro. Debía dejarse en claro.

Como el final de un sueño despegó sus labios de su frente. Sabiendo que ya era demasiado tarde.

Sin embargo... sin embargo...

- Te lo prometo.

No podía ser tan basura...

O o ----------------------------- o O

La noche había dicho presente tan rápido como la tarde se había disipado. La aparición de Kenshin y Kaoru después de un breve lapso de ausencia fue recibida con puro silencio. Kenshin había estado serio en todo momento. Y Sanosuke y Aoshi conocían ese estado, el antiguo Kenshin. Kaoru por su parte había estado lo más alejada posible de la mesa y había intentado por todos los medios alejarse de su mesa y de cualquier pregunta de Tae o Misao.

Algo había pasado y nadie sabía que.

Sin previo aviso Kenshin se había levantado y murmurado algo sobre un trabajo que tenía que terminar. Se levantó y tras despedirse con un movimiento de mano a los presentes, le dedico una mirada penetrante a Kaoru que solo se limito a verlo sin ninguna sonrisa en su expresión.

Una neblina de confusión cubrió al resto, intrigados por el repentino cambio de humor de sus amigos.

Misao terminó en la mesa de Aoshi y Sanosuke hablando animadamente. Yahiko estaba muy entretenido hablando con Tsubame. Tae sacaba cuentas y Kaoru había terminado de llevar los platos sucios a la merced de Soujiro.

La noche estaba limpia, estrellada y con una luna en cuarto creciente. La noche era oscura, y Kaoru había salido a dejar la basura. Las calles estaban desiertas solo un par de perros abandonados revisando la basura. Tan ensismisada en sus pensamientos estaba que no se dio cuenta de unos pasos a su espalda. Fue demasiado tarde cuando se dio medio vuelta al ver una sombra atrás de ella. Una mano le cubrió la boca y la empujó contra la pared.

Cerró los ojos de dolor al sentir su cabeza chocar contra la dura pared de cemento. Intentó gritar pero la mano le apretaba tan fuertemente que ningún sonido escapaba de ella. Miró enojada a los individuos que estaban delante de ella y los reconoció.

Los tres borrachos de la tarde.

- Pero si esta es la chiquilla que nos creía borrachos. – dijo el que la mantenía agazapada contra la pared.

Kaoru olió a sake en su aliento y sufrió una arcada.

- No te ves muy valiente ahora que no están tus amiguitos – dijo el segundo con una sonrisa maliciosa en su cara.

- Esta vez, nadie te va a ayudar. – dijo el tercero con una sonrisa lujuriosa.

Kaoru abrió sus ojos asustada. No le había dicho a nadie que estaba tirando la basura, es más probablemente los demás la creyeran lavando los platos o en algún lugar.

Estaba sola y desprotegida.

Sintió las manos de los hombres en sus hombros, tocando su cuello y sus facciones. Cerró los ojos de asco. Sus manos eran agarradas por los otros dos y con sus manos libres recorrían su contorno. No podía librarse y si seguía así. Uno le mantenía agarrada del cuello y apretó más su agarre. Kaoru comenzaba a escasearle el aire. A cada segundo creía ver con más dificultar y sentía el tacto más y más indecoroso. Cuando ya veía nubloso y sentía desfallecer creyó escuchar una voz llamándola.

- ¡Kaoru!

No podía saber si de verdad alguien estaba llamándola o la falta de aire le estaba provocándole ilusiones. Creía que alguien la estaba llamando, no podía ver bien quien era, pero aquel lapso de interrupción la ayudo porque se vio liberada del agarre de sus manos e intentó tantear a su alrededor en busca de algo que le pudiese ayudar a defenderse. Choco contra los tachos de basura que cayeron estrepitosamente pero consiguió antes de que cayese, la tapa de la misma. En un rápido movimiento golpeó con ella la cara del hombre que le tomaba el cuello. El golpe fue fuerte y certero, el hombre la soltó intentando protegerse con sus brazos. Kaoru aprovecho aquel momento de libertad para poner la mayor distancia posible.

Respirando fuertemente, intentado tomar la mayor cantidad de bocanadas posibles, Kaoru se masajeó el cuello intentando disipar el dolor que había sentido antes. Instintivamente miró a su salvador.

- ¿Señorita Kaoru se encuentra bien? – la voz de Kenshin. Sintió desfallecerse. Abrumada con todo lo que sentía en ese momento. Con todo lo que significaba que Kenshin estuviera allí. Su alma cayó en un maravilloso sueño. Ella no esperaba encontrar a otra persona que no fuera él.

- bien... me encuentro bien Kenshin – intentó responder sin parecer muy excitada.

- ¡No vas a librarte de esta mocosa! – gritó el mismo que la había sujetado por su cuello. Se abalanzó hacía ella dispuesto a atacarla con su puño cerrado.

El gritó de Kenshin alertó a los del Akabeko, que salieron estrepitosamente en el momento que el agresor atacaba a Kaoru.

Tanto Misao como Tae, Tsubame y Yahiko ahogaron un grito de miedo. Aoshi, Sanosuke y Soujiro corrieron en su dirección, pero para cualquier cosa ya era demasiado tarde.

Kenshin no había dado más de dos pasos cuando un cuerpo cayó con un golpe sordo, y quedó tendido en el suelo sin moverse.

- ¿Kaoru...?

La voz temblorosa de Misao cortó el silencio tenebroso.

Kaoru estaba de pie con un viejo palo de escoba que estaba al lado del tacho visiblemente tirado a la basura por su estado. Y Kenshin estaba a su lado.

En un movimiento veloz había dado un golpe certero en el estómago del hombre cortándole el aire y dejando inconsciente por un buen rato. Su destreza en el kendo, su habilidad con la espada de bambú y sus agallas la habían ayudado y por primera vez en un encuentro de máxima necesidad.

- ¡Kaoru! – gritaron las mujeres acercándose a la susodicha abrazándola y ahogándola de preguntas. Kaoru sonrió quedita mientras veía como Sanosuke y Kenshin sujetaban a los dos hombres concientes que intentaban escapar y Aoshi se agachaba para ver las pupilas del hombre tirado en el suelo inconsciente y Soujiro llamaba a la policía por su celular. Yahiko había permanecido en su lugar, observando la situación, aun asombrado.

- ¿Te encuentras bien¿Te lastimaron¿Te sientes bien¿Quieres sentarte? Puedo traerte una silla ¿Tienes hambre¿Sed? Puedo hacer unos onigiris. – comenzó a decir sin parar Misao chocando con sus propias palabras.

- Ya, ya Misao. Me encuentro bien – tranquilizó Kaoru sonriendo amablemente. Misao la miró con enormes ojos y sonrió igualmente pero con pequeñas lágrimas en los ojos que intentaban salir de ella. – Tonta... ¿Por qué lloras? – preguntó Kaoru removiendo las mismas.

Misao frunció sus labios e hizo una mueca, se lanzó a los brazos de Kaoru y lloró silenciosamente. Su abrazo había sido tan fuerte que ambas cayeron al suelo. Kaoru arrodillada y Misao abrazada a su cintura con su cara escondida en el pecho de Kaoru. Ésta le acarició suavemente los cabellos sonriendo mientras murmuraba – shh... ya pasó Misao...

Todos se quedaron en silencio con una sonrisa en sus caras. Misao se había asustado.

Sanosuke amarró a los dos hombres que intentaban escapar, al ver que no se tranquilizaban les dio un par de golpes en la cabeza que los dejaron fuera de juego por un par de minutos.

Miró a las jóvenes y sonrió contento al ver a Kaoru sana y salva y sonrió con ternura al ver a Misao llorar de aquella manera. Muy pocas veces se podía ver a amigas como ella. Miró a su alrededor en busca de su hermano. Yahiko estaba todavía en su mismo lugar, mirando con seriedad a las dos muchachitas sentadas en el suelo. Su hermano tenía una mirada extraña y no se sorprendía. Sabía lo mucho que quería a Kaoru, a pesar de todo. Después de todo había sido ella la que lo cuidaba cuando estaba en el Akabeko y no importaba lo que Yahiko dijera Kaoru era una excelente compañía. Él también se había asustando.

Volvió su vista a su alrededor, Tsubame abrazando a Tae sonrientes, y Aoshi duro como una estatua mirando a Misao. Algo muy extraño en él, según pensó Sanosuke, generalmente no demostraba sus sentimientos a flote, pero su expresión era de pura perturbación.

Algo en el fondo de Aoshi se removió al ver las lágrimas de Misao. Nunca le había gustado ver a una mujer llorar pero algo en su interior le decía que Misao nunca tenía que llorar. Siempre la había visto sonriendo y no conocía esa faceta y la verdad es que no le gustaba para nada. Ella debía sonreír. Sonreír de felicidad, de alegría, de lo carismática que era. Esa era la Misao que a él le gustaba.

Mientras estuviese con ella, él no la haría llorar.

Lentamente Kaoru ayudó a Misao a levantarse. Tae y Tsubame acompañaron a Misao a refrescarse, Tae ofreció un café a la que todos se unieron. Kaoru ya estaba en la puerta cuando alguien la detuvo por el brazo.

- ¿Kenshin? –

Sus ojos comúnmente violetas en ese momento eran casi completamente ámbares y Kaoru tragó saliva al verlo así. Sus ojos brillaban y su cuerpo estaba tenso. Estaban tan cerca que Kaoru podía sentir su calor.

Pensó en lo contenta que se había puesto cuando lo vio, lo feliz que había estado de solo escucharlo y de haberla ayudado. Y tal vez no hubiese vivido para contarlo. No hasta ese momento.

- Kenshin... yo...

Pero Kenshin detuvo cualquier tipo de comentario en un abrazo.

Con el solo pensar que hubiese llegado a pasar si hubiese llegado más tarde, hacía que algo en sus entrañas se removiera violentamente. Cuando vio a aquellos hombres manoseando de una manera él... - no, ni siquiera si ella lo consentía podía aceptar que alguien la tocara como lo hacían aquellos vándalos. Él no lo permitiría. Kaoru se merecía a alguien mil veces mejor que lo normal.

- ¿te encuentras bien? – le preguntó en un susurró en su oído, causando que un escalofrío recorriese el cuerpo de Kaoru con intensidad. Se sentía tan vivo con sentirla tan cerca.

- Si... - logró articular en un suspiró. Las palabras de amor que pensaba declararle se ahogaron en aquel abrazo. Era tan difícil entender lo que Kenshin pensaba que a veces con actos como ese la confundían tanto, pero sin embargo... – Gracias

- Prometí que nadie te lastimaría.

Sin embargo ella le quería.

O o --------------------------- o O

Sanosuke y Yahiko llegaron a su casa. El desorden era de lo más común en ella. Ambos caminaron en silencio hacia sus respectivas habitaciones y entraron diciendo un leve "oyasumi nasai" (Buenas noches).

Sanosuke lentamente se despojó de sus ropas y se acostó en su cama. Abrió la ventana y dejo que la frescura de la noche adentrara a su habitación. Apoyó su mano derecha en su frente y se quedó observando el techo.

Los acontecimientos de ese día habían sido muchos como para intentar repasarlos. ¡Por qué a todos les daba raros ataques de comportamiento? Kenshin que no parecía saber que era lo que quería. Kaoru que si sabía saber lo que quería. Misao que aparecía feliz y sonriente un momento y en el otro lloraba. Aoshi que normalmente aparecía estoico aquella noche parecía perturbado y para completar aquella zorrita le estaba sacando de quicio.

Aquel día fue como los otros días. Sanosuke pasó una agradable mañana con Sayo, hablando del tiempo, de Yahiko, de sus amigos, del trabajo de Sayo. Generalmente hablaban de él, porque cuando Sanosuke hacía una pregunta directa Sayo solo sonría y no contestaba, con lo cual la conversación se terminaba. Había aprendido que no debía hablar de los familiares de Sayo. Y por más que no les gustase, en verdad no conocía en nada a esa mujer.

Pero lo que de verdad conocía era la manera en la que la doctora zorrita le exasperaba. La manera tan cortante pero al mismo tiempo insinuante a continuar discutiendo que tenía. La manera en la que le miraba alentándolo a bromear con ella. Esa forma de autosuficiencia que inspiraba era palpable por Sanosuke, pero él simplemente lo ignoraba lo que siempre la molestaba. Y él seguía, bromeando, molestando, peleando y discutiendo, al principio por enojo, pero esos últimos días por el simple placer de llevarle la contra y saber que sería lo próximo que le respondería. Era como una piñata llena de sorpresas esa mujer, a veces tratándolo con toda la frialdad posible, impasible y muy seria y otras veces tan infantil y gritona como una mezcla de Kaoru y Misao pero elevado a la décima potencia.

Debía reconocer que sus tratos habían cambiado mucho esos últimos días. No se trataban con familiaridad pero a veces, solo a veces, parecían tratarse como amigos, bromear como amigos, y eso le gustaba. Pero solo era por milésimas de segundos porque ella volvía a sacar sus garras.

No entendía muy bien que tenía esa mujer, pero había algo que le llamaba la atención. No era su belleza, que últimamente parecía haber aumentado porque se veía espectacular cada vez que la veía, sino que tenía un algo que le intrigaba. Tal vez sea el carácter fuerte, pero era algo que le llamaba mucho la atención y todavía no sabía bien que era. Y más desde esa mañana.

Hacía varios días que la doctora no le seguía los juegos, esas bromas diarias que hacian y que se habían convertido en una rutina. Las ultimas sesiones que había acompañado a Sayo, Megumi estaba más seria de lo normal, su sonrisa iba desapareciendo, y su mirada cada día estaba más apagada. Estaba más despistada como si no prestara atención a lo que hacía y tenía más ojeras. Su aspecto estaba muy cansino.

Parecía otra mujer. Y el no saber que era lo que le ocurría, exasperaba a Sanosuke.

Como les decía, la mañana había comenzado normal, Sanosuke y Sayo hablando de pequeñeces hasta que el hospital se hizo presente. Repasando mentalmente el saludo que le tenía preparado a la doctora avanzó confiado, esperanzado que aquel día la doctora le respondiera como antes. Las puertas se abrieron mecánicamente y sentada en uno de los asientos de plástico en la sala de espera estaba Megumi con la mirada perdida.

- Y después se quejan de los doctores... y claro si se pasan todo el día sentados – dijo sarcásticamente Sanosuke apenas la vio.

Megumi levantó la mirada. Unos ojos fríos y penetrantes se clavaron en Sanosuke que un escalofrío recorrió su cuerpo. Uh, mala elección de palabras Sanosuke...

- Buenos días Megumi-san

- Buenos días – saludó distraídamente Megumi, miró su reloj dijo – No sabía que era tan tarde, vamos, entremos a mi oficina. – Megumi pasó de largo sin siquiera mirar a Sanosuke, Sayo la siguió haciéndole una seña a Sanosuke para que esperara allí.

Sanosuke quedó como estúpido mirando la puerta por donde habían desaparecido las dos mujeres. Intrigado por el carácter de la doctora, frunció el ceño. Pero un anciano se paró a su lado. Un anciano de cabellos blancos, petizo y regordete.

- La doctora Takani no se encuentra bien el día de hoy – dijo el doctor Genzai como quien no quiere la cosa. Sanosuke lo miró interrogativamente – Perdió a alguien de su cuidado. – dijo simplemente el doctor para después irse.

Sanosuke se quedo sin habla. Cerró los ojos y se sentó en un asiento de plástico donde segundos antes había estado Megumi, y se quedó esperando, por primera vez pacientemente y en silencio.

La puerta no tardó en volver a abrirse, sin duda la charla o había terminado muy deprisa o el tiempo había pasado volando. Megumi seguía con la misma expresión, sin sonreír. Se reincorporó enseguida.

- Muchas gracias Megumi-san

- Nos vemos el próximo martes- dijo simplemente la doctora. Sayo hizo una reverencia y Megumi comenzó a alejarse.

Ni siquiera le había dirigido una mirada.

Sayo comenzó a dirigirse a la salida, pero Sanosuke no reaccionaba.

- ¿Sanosuke? – llamó Sayo.

Sanosuke salió de su ensimismamiento y miró a Sayo.

- Lo siento, vamos – murmuró siguiéndola.

El camino de regreso fue en silencio. Sanosuke no le prestaba mucha atención a las palabras de Sayo. Ésta cerró los ojos y se detuvo.

- Si tanto te preocupa deberías ir a hablarle – dijo con voz suave.

Sanosuke se detuvo y la miró - ¿Como?

- Que si tanto te preocupa deberías ir a hablarle – repitió

- Pero si... yo no...

- Se volver a mi casa Sano... además no estarás tranquilo a menos que lo hagas ¿no es así?. – razonó Sayo sonriente.

Sanosuke pensó en sus palabras y tenía razón, no estaría tranquilo a menos que se disculpara.

- Pasare por tu casa más tarde Sayo – saludó Sanosuke saliendo corriendo hacia el hospital. Sayo solo sonrió saludándolo con la mano. Todo había terminado.

Pero sabía que una mujer como ella, jamás podría...

O o o O

Sanosuke comenzó a correr con rapidez las cuadras que lo separaban del hospital. Sabía que Sayo tenía razón, no podría estar tranquilo hasta hablar con la doctora. Estaba indignado. Su comportamiento era infantil. No soportaba que se comportara de aquella forma. Ella no era así.

-

-

Megumi repasó nuevamente la carpeta azul que tenía en sus manos. La había releído tantas veces que ya se sabía el reporte de memoria. Suspiró cansada a pesar de estar sentada. Sus ojos vagaron por toda su oficina esperando encontrar algo que le llamase la distracción y que no la hiciera pensar. Había sido una de las peores guardias de su vida.

Su vista se posó en el teléfono inalámbrico negro. Lo tomó y marcó.

El tono comenzó a sonar. La llamada estaba siendo localizada. De pronto se dejo de escuchar y Megumi dijo un "Hola" muy necesitada. Sin embargo...

"Usted se ha comunicado con el número de Aoshi Shinomori. En este momento el teléfono se encuentra apagado. Deje su mensaje después de la señal."

Megumi volvió a suspirar mirando el teléfono y colgó apenas escuchó la señal para dejar mensajes.

Aoshi no estaba. Y ella se sentía sola.

Se levantó de su asiento y camino hacia su ventana. El sol, el pasto verde y los niños jugando le secaron la garganta. Cerró la cortina y miró hacia la pared detrás de su escritorio. Varios diplomas estaban colgados en ella. En la otra pared tenía varios dibujos hechos por niños de no más de siete años. Había uno en especial un tal 'Taro Takeda' que había hecho una gran cantidad de dibujos que casi le ocupaba toda una pared. Dibujos de una casa. De un hospital. De una camilla donde un paciente era atendido por una doctora, ambos con sonrisas de felicidad. La hilera seguía, y terminaba en un dibujo donde el paciente y la doctora se abrazaban, el niño había resaltado grandes y rojos corazones a su alrededor. Megumi sonrió tristemente, pasando los dedos por los dibujos. Sus ojos comenzaron a arder, y respiró profundo contando hasta diez.

- ¡Y a ti que demonios te pasa?

Megumi se dio media vuelta sorprendida al escuchar una voz a su espalda y la puerta abrirse y cerrarse violentamente.

Sanosuke estaba parado frente a ella, agitado y todo despeinado. Su respiración era fuerte y su pecho se levantaba y bajaba con rapidez. Sus ojos centellaban, tal vez de furia o de exaltación.

Dispuesta a no discutir con nadie, Megumi cortó la conexión visual y se acercó a su escritorio.

- Vete – dijo simplemente. No quería discutir con nadie ese día y mucho menos con alguien como Sanosuke. No se sentía capaz de hablar. Aunque sabía que Sanosuke nunca le había hecho caso en nada.

Sanosuke perdía cada vez más la paciencia al ver el estado de la doctora. Su aparente tranquilidad, su supuesta indiferencia y su maldita forma de ser en ese momento le estaban sacando de quicio.

- ¡No me iré de aquí hasta que me digas que demonios es lo que tienes para que estés con esa cara de vieja arpía! – rugió Sanosuke mirándola seriamente. No muchas veces alguien le hablaba así a Megumi. Pero no dejo que la sorpresa se vislumbrara. Tomó el teléfono y miró a Sanosuke. Su voz era quieta y profunda.

- Voy a llamar a seguridad –

- ¡Llama a quien quieras! Pero me tendrán que sacar a rastras de aquí porque no me iré hasta saber que demonios te ocurre.

Megumi se le quedó observando mirando con el tubo todavía levantado. Incertidumbre, culpa, remordimiento, enojo, furia. Un remolino de sentimientos se debatía dentro de Megumi. Sanosuke la seguía mirando de la misma forma que lo había hecho al principio. La dureza era visible en sus ojos castaños y Megumi se perdió en ellos.

- Dime – dijo Sanosuke insistentemente. Como una orden.

Megumi alzó una ceja. ¡El idiota bueno para nada le estaba ordenando? Si, el idiota bueno para nada le estaba ordenando.

- ¡Que quieres que te diga idiota? – Gritó molesta - ¡Que las flores florecen en primavera¿¡Que en verano hace demasiado calor¿¡Que si pasa algo malo tienes que echarle la culpa al estúpido que esta al lado tuyo sino te vuelves loco?

- Solo quiero saber que diablos te esta pasando para que te pongas tan histérica cuando alguien te lo pregunta. – Sanosuke lo dijo con un tono tan frío que Megumi se sorprendió de escucharlo hablar así. Se quedo sin habla por unos instantes. Solamente se escuchaba la respiración agitada de Megumi al haber gritado.

- No me pasa nada.

- si claro.

- No te interesa.

- Quiero saberlo – dijo más decidido que antes. Megumi le miró a los ojos. A sabiendas que Sanosuke no iba a parar de preguntarle hasta que le contestara, suspiró.

- ¿Sabes de la enfermedad llamada esclerosis múltiple? – le preguntó. Sanosuke sonrió y negó con la cabeza. Megumi hizo una mueca pero continuó – es una enfermedad crónica, imprevisible y progresiva del sistema nervioso central que afecta y destruye tejidos del encéfalo y de la medula espinal. Hay diferente formas de esclerosis múltiples pero en todas ellas se altera el sistema nervioso, lo que origina entumecimiento y dificultad para caminar, parálisis y hasta ceguera. No se sabe la causa de la enfermedad pero se cree que es genética. – En este punto Megumi entornó sus ojos dulcemente – Vino hace unos seis meses. Sus padres estaban preocupados porque se debilitaba enseguida y parecía sufrir de calambres y de visión borrosa.

¡Wooh que lindaa!

"Cuando lo vi pensé que era un simple caso de anemia debido a los calambres y a su estado débil y les aconsejé llevarlo al oculista. Volvieron al mes. Allí puede verlo mejor, era un apuesto jovencito de siete años. Su nombre es Taro y le encantaba dibujar – Megumi sonrió nostálgicamente – esta vez me dijeron que perdía el equilibrio, que tartamudeaba y que no coordinaba. Lo revisé y a simple vista no pude pensar en nada. La anemia ya estaba descartada, no tenía problemas con la vista y le encantaba hacer deportes. Pasé varias noches en vela pensando en aquel muchacho, y no se me ocurría que podía tener, los análisis de sangre no decían nada y las radiografías tampoco.

¡Le haré un dibujo para que no se olvide de mí!

"Fue cerca de la medianoche de hace cuatro meses que su madre me llamó desesperada diciéndome que su hijo no la reconocía. – Megumi cerró los ojos e hizo una pausa. Sanosuke la miraba expectante, interesado en el relato pero no la alentó a seguir. Lentamente Megumi respiro varias veces y prosiguió – esa noche me quede en el hospital hasta el amaneces y finalmente llegué a la conclusión de que tenía esclerosis múltiple. Me asombré mucho dado que no es una enfermedad muy común en Japón y mucho menos en chicos de siete años. Me aseguraría a firmar que es el primer caso en todo el Japón. Esa noticia nos jugaba en contra. Cualquier cosa que hacíamos en él era nueva. No teníamos un caso para guiarnos. Fue devastador decírselos a sus padres, y no podíamos medicarle ni empezar un tratamiento porque no sabíamos que tipo de esclerosis múltiple tenía.

Megumi-san... ¿Cuándo puedo ir a jugar con los otros chicos?

"Existen cuatro formas reconocidas de esclerosis múltiple. En la forma recurrente-remitente, que afecta a la mayoría de las personas que padecen la enfermedad, la persona sufre un ataque de síntomas que desaparece de forma total o parcial hasta la siguiente recaída. Alrededor de la mitad de las personas con esta forma de la enfermedad desarrollan con posterioridad una forma de esclerosis múltiple secundariamente progresiva, que implica un empeoramiento progresivo de los síntomas al que pueden sumarse exacerbaciones ocasionales seguidas de recuperaciones parciales. La forma primariamente progresiva es menos frecuente y supone un empeoramiento continuo de la discapacidad desde el inicio de la enfermedad, con espasmos musculares dolorosos, incontinencia urinaria y con el tiempo parálisis. Otra forma menos habitual es la progresiva-recurrente, la cual se inicia con un cuadro de empeoramiento continuo de la discapacidad junto con exacerbaciones periódicas de los síntomas. Lamentablemente Tao parecía tener la última.

Mi okaasan dice que usted me ayudara Megumi-san y yo también lo creo

"Cada día iba empeorando, pero él sonreía y continuaba dibujando. Y no parecía importarle los espasmos en sus manos. A veces se escapaba de su habitación e iba a maternidad, o a hablar con otros pacientes o enfermeras. Su madre le retaba siempre, pero yo le sonreía con complicidad. Por suerte ya no perdía tanto la memoria, pero tenía espasmos, temblores, hablaba entrecortado y muchas veces llamaron a psicólogos porque pasaba por depresiones. Después iba empeorando con trastornos, alteraciones en el razonamiento. Una vez tuvo una parálisis parcial por un mes.

Megumi-san... ¿Podemos ir a jugar mañana? Me siento un poco cansado...

Megumi se levantó y avanzó hacia la ventana, corrió las cortinas y se quedo mirando a los niños jugar. El sol estaba reluciente y el tiempo era espectacular. Su mirada se entristeció.

- Cuando nos enteramos que tipo de esclerosis tenía ya era demasiado tarde. No existía tratamiento y su único fin era... – Megumi calló – sus padres nos criticaban, pero no podíamos hacer nada, salvo aliviarle el dolor. Cuando salió de la parálisis todos nos alegramos, pero cuando habló...

¿Quiénes son todos ustedes¿Qué hago aquí?

- Había perdido la memoria. Ni siquiera se acordaba de sus padres. Ese día se lo llevaron y ni siquiera pude despedirme... – Sanosuke se le quedó mirando y se acercó lentamente a ella, depositó una mano en su hombro recordándole que él estaba allí y que la estaba escuchando. Megumi respiró profundamente y siguió – Ayer trabajé hasta bien tarde, y decidí hacer guardia. Lo volví a ver la madrugada. Su estado había empeorado. No había tenido ningún tipo de atención médica, le grité a los padres por su falta de atención. Genzai estuvo al lado mió pero ya era tarde para hacer algo. Sus palpitaciones iban disminuyendo y permanecía inconsciente. Despertó a las cinco de la madrugada. Sus padres estaban haciendo llamadas. Yo permanecí a su lado controlando sus signos vitales. Apenas me vio me sonrió – Megumi aguardó silencio antes de continuar –

Megumi-san... la extrañaba muchísimo

- Hablamos durante horas... me contó todo lo que hizo en su ausencia y hasta me hizo nuevos dibujos. Su mano le temblaba y por eso sus dibujos no salían como antes, pero no me importo. Taro siempre fue... era un chico increíble.

Megumi paró de hablar y miró nuevamente la ventana. Los chicos se despedían después de que varios padres los pasaran a buscar prometiéndose volver al día siguiente. Taro había sido un chico especial para Megumi. Su carisma, simpatía, alegría y pureza le habían conmovido infinitamente. Sentía por el como un amor materno al tenerlo tantas horas diarias, platicaban siempre de todo, Taro siempre le dibujaba y le hablaba de la chica que le gustaba. Una mujer hermosa de largos cabellos negros y ojos como almendras. Megumi sonreía ante la descripción. No había que ser un genio para adivinar de quien estaba hablando. Pero aunque así fuera, no le pudo salvar.

- ¿Qué pasó con él? - preguntó Sanosuke después de aquel lapso de silencio.

- Murió a la hora y media de haber despertado. – Respondió Megumi seria – un paró cardíaco. Su corazón no pudo aguantar tanto. Dijo que al final estaba feliz o al menos eso fue lo que quiso que todos creyeran. Después de hablar con sus padres se lo llevaron y-

A ese punto Megumi no podía hablar. Su garganta estaba obstruida y sus ojos le ardían. Cerró sus puños con tanta fuerza que sus uñas se le clavaban en la piel lastimándola. Su cuerpo comenzó a temblar y Sanosuke creyó que era de impotencia, pero cuando escuchó un débil sollozo se dio cuenta de que estaba llorando.

Lentamente se acercó a ella, y le dio unas palmadas en la cabeza. Megumi se dio media vuelta y lo miró con ojos vidriosos. Sus mejillas sonrojadas debido al intentar no llorar, su labio inferior temblando y su mirada tan triste como la de un cachorro abandonado.

- Ahora todo esta bien – le dijo suavemente Sanosuke mientras la envolvía en un abrazo. Sin saber por que, Megumi se dejo llevar. Los fuertes brazos de Sanosuke la sujetaron fuertemente, quedando su cabeza en su pecho. De pronto todo la angustia, la furia, el miedo, todo lo que sentía en aquel momento. Todo emergió de si a través de un mar de lágrimas.

Megumi-san... me siento débil... no siento mi cuerpo... tengo mucho sueño... juguemos mañana ¿si?

Sayonara Megumi-san...

O o ------------------------------------- o O

Megumi entró a su departamento. Aoshi ya estaba allí. Se saludaron con un casto beso sin ninguna palabra. Megumi caminó hacia el baño y se lavó la cara. Miró su rostro en el espejo y sus ojos todavía estaban un poco rojos del llanto. Se sonrojó al recordar aquel abrazo en su oficina y en imaginarse la cara de Sanosuke en ese momento. Meneó su cabeza ahuyentando aquellos pensamientos. Apagó la luz del baño y fue hacia su cama donde Aoshi la esperaba. Se acostó pero no se acercó a Aoshi. Ambos estaban boca arriba mirando el techo cada uno en sus propios pensamientos.

Las lágrimas que corrían en las mejillas de las mujeres son imposibles de olvidar.

- ¿Todo bien? – preguntó Aoshi ausentemente.

- Todo bien – respondió de la misma manera Megumi.

Apagaron sus respectivas lámparas y se acomodaron espalda a espalda, sin siquiera darse un beso de despedida.

O o ---------------------------------------- o O

- Yukishiro-san, lamento mucho que tenga que quedarse hasta tan tarde.

- ...

- Es solo que me gustaría que vea esta parte de la obra y me diga su opinión.

- De acuerdo –

Abrieron la puerta que dejaban a la vista un salón donde varios actores y actrices se desenvolvían. Todos giraron su cabeza y gritaron de la sorpresa al ver parada a su mayor inspiración.

- ¡Yukishiro-san! – gritaron varios.

Tomoe solo hizo una reverencia. Cuando levantó la mirada y se encontró con unos ojos marrones lo reconoció enseguida.

¡El hombre de ciruelos!

- Yukishiro-san, que alegría volver a verla – sin darse cuenta el hombre se había acercado a su lado y la había saludado con toda la naturalidad del mundo.

- Ah, Tomoe-san, veo que ya conoce a su compañero de trabajo.

Tomoe miró significativamente a su agente.

- déjeme presentarme bien. Akira Kyosato, el co-protagonista de esta obra – el castaño saludó sonriente.

- Un placer – fue la respuesta de Tomoe.

Y la rueda del destino comenzó a girar nuevamente.

O o ---------------------------------------- o O

Notas de la autora: Buenos días sean para todos ustedes cuando lean este capitulo. Espero que les haya gustado mucho, mucho y que me dejen muchos reviews. Ojala que no se les haya hecho difícil leerlo, ahora que lo releo parece un matete, yo lo entiendo porque lo escribí así que sí no entienden algo me avisan y lo explico bien.

Volviendo al fic, este capitulo es extremadamente largo ahora que lo veo. La idea vino de la nada y pensar que yo tenía en mente escribir otras cosas, adelantar más la historia. Pero bueno, no me salió. Hay mucho, mucho Kaoru y Kenshin. Lo lamento mucho para los fanáticos de Aoshi y Misao que no se... a mi me parece como que van un poco lento las cosas, intentaré para el próximo capitulo desarrollar más esta pareja.

En el caso de Sanosuke y Megumi, creo que va en progreso. Tuve que pedirle ayuda a una enciclopedia con la enfermedad, pero creo que quedo bonito iba a escribir un poco más pero ya iba a quedar excesivamente largo. Así que quedará para el próximo capitulo. Y si las cosas me salen bien, vamos a descubrir la verdad de Sayo.

Enishi va a tener que aparecer en el próximo capitulo. Porque si lo ponía en este iba a quedar muy pero muy largo. ¡Son casi veinte hojas! Wooh hasta yo misma me sorprendí de escribir tanto.

Retomando Kaoru y Kenshin, este capitulo es mucho de ellos. Escenas tiernas y a la vez medio sonsas comunes, pero bueno... soy una románticona sin remedio cuando se trata de esta pareja. Que quede claro, soy una fanática declarada de Kenshin y Kaoru.

Tomoe aparece un poco. Pero me imagino que ya saben que pasará ahora que trabaja con Akira. Hohohoho.

También puse un poco de Aoshi. Y como que hay problemas en su relación con Megumi.

En fin, creo que el fic me va a tomar unos veinte capítulos. Tengo unas ganas de terminarlo...

Y si no me equivoco, los próximos capítulos van a ser largos. No como este que me zarpé mal, pero sí de más de seis o siete hojas de Word.

Otra cosa, antes de que me olvide, gracias por los reviews de mi nuevo proyecto: El fin del sueño. Próximamente subiré otro capitulo. Les comentó que solo va a tener siete capítulos más el epílogo.

Creo que eso es todo. Muchas gracias por todos sus reviews. Y lamento mucho no poder contestarlos a todos. Pero les aseguró que los leo y me hace el día, así que no sean malitos y déjenme reviews.

I'MBACK.


Please review so you'll update soon and makes me happy :)

Por favor review de esa manera actualizaré más rápido y me hace feliz :)

O.o Kaoru-chan o.O