Una seguidilla muy veloz de acontecimientos.
—¡Señorita, por favor cálmese! ¡Si acaso la he ofendido en el pasado, humildemente le ruego que me disculpe!
—¡Danza de las cuchillas!
—Más respetuoso con las mujeres... —Muy contrario a lo que suele hacer ante un ataque sorpresivo, Braha Nira corría de un lado al otro esquivando la constante lluvia de ataques, tratando de recordar si conocía a aquella hermosa mujer, no era la primera vez que una chica con el corazón roto regresaba para vengarse, pero está vez optó por seguir el consejo de Sango sobre ser...— Más respetuoso con las mujeres. ¡Disculpe, señorita! —Por poco le vuelan la cabeza, mejor se daba prisa— ¡Sin intención de insinuar que la he olvidado del todo! —Constantemente debía seguir moviéndose, cada vez parecía más difícil salir bien librado de aquello, al menos no sin luchar— ¿Sería tan amable en decirme cuando y de que manera le he agraviado? ¡Con gusto haré lo que sea necesario para enmendarme!
—¡Tú no me conoces para nada, así que solo muere! ¡Danza de las serpientes!
—¿Qué no la conozco? ¿Está segura? (¡Vaya, a parte de sexy es muy poderosa! ¡Justo mi tipo de chica!)
—¡Totalmente, engendro! ¡Y ya deja de saltar y pelea como un hombre! ¡Danza de las cuchillas!
—Bueno, ¿qué más da? Será mejor que la aleje de aquí antes de que lo destruya todo, porque si no lo hace ella, Sango sí va a matarme cuando regrese y vea este lugar destrozado —alejándose con largos saltos, Brazo Negro buscó llevarla a un mejor lugar para luchar— ¿Por qué tengo que tener tan mala suerte para las primera impresiones? Si tan solo pudiera conocer a una chica que no intentara matarme tan solo al conocerme... ¡Ñeh! Pensándolo bien, creo que seguiré intentándolo con chicas apasionadas y aguerridas, lastima que Sango ya está apartada. Aunque por el otro lado... —Miró con interés a su perseguidora por encima de su hombro, considerando seriamente sus posibilidades— Realmente es muy linda, a mi madre le gustaría; y además, ya que no me conoce...
Aquel claro rocoso estaba sencillamente perfecto para una pelea, o para una conquista. En la mente algo desquiciada de Brazo Negro la idea de combinar ambas cosas no era muy difícil de concebir.
—¡Hasta que te has decidido a enfrentarme, cobarde! ¿O es que te estás rindiendo? ¡Ja! ¡No creas que tendré piedad de ti solo porque estás desarmado! ¡Danza de las cuchillas!
Aquella sonrisa confianzuda reapareció en su rostro, ya no semioculto entre su cabello, sino tras aquel invento que había perfeccionado y terminado la noche anterior con ayuda de Sango. En aquellos lentes oscuros redondos y grandes se reflejaban las luces e imágenes de las cuchillas brillantes que volaban en su dirección para rebanarlo, pero él ya había visto lo suficiente esa técnica como para no poder esquivarla con relativa facilidad con aquel elegante salto, seguido de vertiginosos movimientos gracias a los cuales se acercaba velozmente hacia su perseguidora, pasando tranquilamente entre sus incesantes ataques. Por su parte, segura de que era imposible que él lograra alcanzarla sin ser despedazado por sus ataques, ella permaneció tercamente en el mismo lugar, un error del que luego se arrepentiría.
—¡Danza de las...! ¡Aay! —Aprovechando una pausa de unas cuantas milésimas de segundo entre los ataques, Braha Nira se adelantó de prisa, contraatacándola solo con una palmada en el reverso de su mano, lo suficientemente fuerte como para solo hacerle tirar su abanico, con eso le bastaba a él para hacer su segundo movimiento, quizás el más mortal de todo su repertorio. Atrapando a la asustada aunque furiosa mujer por un hombro antes de que lograra agacharse para recuperar su arma, le habló con toda la profundidad de su voz y su espíritu vehemente, comportándose como todo el galán conquistador que creía que podía ser si se lo proponía.
—Disculpe la brusquedad, por favor, y permítame presentarme: soy el monstruo conocido como Braha Nira, portador del brazo de los mil espíritus; pero me temo que la dama no ha tenido a bien decirme su nombre, ni la causa por la que tan ardorosamente desea quitarme la vida que tan gustoso le entregaría solo por mirar una sonrisa en sus labios.
Para sus adentros Brazo Negro se reía de sí mismo con gran orgullo de su propio ingenio, jamás había logrado improvisar unas palabras tan emotivas, y estaba seguro de que habían sido efectivas a la hora de derretir el corazón de aquella mujer, quien por su parte también se estaba riendo con muchas ganas en su interior, no solamente porque nunca había conocido a un monstruo más cursi y ridículo que aquel con sus palabras extravagantemente elegantes y aquellos faroles oscuros, o lo que fueran, tan extraños en su cara. Astutamente, ella le respondió fingiendo estar muy halagada por aquellas atenciones, que cuando mucho le hacían gracia. Ella era muy buena actriz, hasta se sonrojó tímidamente y todo.
—Yo soy el espíritu que controla los vientos, noble señor, y yo... ¡Nunca le haría caso a un sujeto tan tonto como tú! ¡Toma esto!
Derechazo a la mandíbula, el tipo de rechazo favorito de Brazo Negro. Aquel golpe fue lo suficientemente fuerte como para tumbarle sus anteojos, que logró atrapar con su mano derecha antes que fueran a romperse en el suelo. Sintiéndose como todo un idiota, la dejó alejarse y recuperar su abanico mientras que con los ojos cerrados meditaba cual había sido su error. "Quizás después de todo no es tan buena idea tratar de conquistar a una chica decidida a matarte, lo anotaré para la próxima vez, pero ahora..."
—Bien, chiquilla. He sido bastante paciente contigo solo porque te encuentro atractiva, para serte honesto realmente me gustaría conocerte mejor, pero si no vas a recapacitar sobre toda esta locura, al menos podrías tener la gentileza de decirme a qué se debe todo esto ¿no te parece?
—¡No tengo nada que decirte! ¡Danz...!
—¡Hey, hey, espera!
—¡Ya te dije que es inútil que supliques por tu vida! ¡Yo he de matarte y también me llevaré todos los fragmentos de la perla de Shikon que lleves contigo!
—¿La qué de qué? ¡Oh, sí, me han hablado de ella! Y lamento decepcionarte ¡Pero yo no tengo ni un solo maldito fragmento de esa estúpida perla! ¿¡ME HAS OÍDO, TONTA!? —Se golpeó la frente con su mano, ofuscado por la frustración del momento se había olvidado del consejo de Sango; "pero un momento, ella no dijo más respetuoso, sino menos atrevido, ¡ya sé, intentaré un acercamiento más sutil!"— Por favor discúlpame por haberte ofendido de esa manera, sé que no es excusa, pero suelo ponerme muy malhumorado cuando tratan de matarme antes de mi desayuno. ¿No te agradaría que nos olvidáramos de todo esto y disfrutáramos de una sabrosa comida matinal, qué dices?
—¡Ja! Pues yo digo: ¡Danza de las serpientes!
—¿Acaso la violencia es el lenguaje común de este lugar? ¡Si es así, pues que bien, porque yo hablo ese idioma a la perfección! ¡Ven, silencio del norte!
Agitó su brazo izquierdo una sola vez, desatando una corriente de aire helado que al chocar contra los remolinos de viento de Kagura, demostró ser tan poderosa como ellos. Ambos insistieron en sus técnicas, como dos luchadores haciendo pulso.
—¡Jamás lograras vencerme con una corriente tan débil! ¡Mi determinación de vencer es demasiado grande! —Acrecentó su poder, acercando los remolinos peligrosamente a su presa.
—¿En serio, linda? ¿Quieres apostar? —Por su parte también incrementó su potencia, haciendo retroceder aquellas corrientes hacia la enojada mujer.
—¿De qué rayos hablas? —Agitó vivamente su abanico, de nuevo la balanza se inclinó a su favor.
—Pues que te apuesto a que puedo detener por completo a tus serpientes con mi silencio. Si no lo logro, me entregare sin más a ti como tu prisionero para que hagas conmigo lo que desees —desde luego que él tenía sus fantasiosas expectativas que para nada incluían el que obviamente ella quisiera llevarse su cabeza en una bolsa, pero aún más fantasiosas eran sus esperanzas de que ella aceptara la segunda parte de la apuesta.
—¿Y qué pasa sí tú ganas?
—En ese caso lo único que quiero es que me obedezcas en todo lo que yo quiera por un día. ¿Qué dices, aceptas?
—Yo ya tengo un amo y lo detesto, no hay nada que odie más que el que traten de dominarme, ¡Así que jamás aceptare una apuesta tan tonta como esta! ¿Qué te hace pensar que podría aceptarla?
—Piénsalo bien, ¿estás segura que no deseas tener tu propio esclavo —jamás pensó que diría eso con sinceridad, ya hasta le estaba gustando la idea— alguien que te obedezca por siempre y en todo?
—¡No digas tonterías! —Una corazonada alegró mucho a Brazo Negro con esa respuesta— ¡Esa idea me es mucho más repulsiva que la de ser yo esclava de nadie, jamás aceptaría encadenar la libertad de nadie a mis deseos! ¡La libertad es demasiado importante para mí!
El buen presentimiento de Brazo Negro se vio gratamente confirmado con aquella reacción tan enérgica— (Creo que estoy enamorado... Bueno, otra vez) ¡Silencio del norte absoluto, espanta a los demonios, purifica el aire! ¡AHORA!
Tal como una explosión de nitroglicerina en medio de un incendio de petróleo, aquella corriente de aire estalló de pronto con violencia y sin más desapareció, dejando tras de sí solo aquel silencio que había anunciado en su nombre aquella técnica. Kagura se sintió conmocionada, ni siquiera estaba segura de haber sentido nada, ni un solo golpe, nada, solo como lentamente perdía la conciencia. El silencio, la quietud y la oscuridad se apoderaban de sus sentidos, sabiéndose indefensa y derrotada, maldijo su suerte. Al menos Naraku no tendría el placer de presenciar su muerte, el único consuelo que le quedaba mientras su vista se desvanecía, era ver a todos aquellos avispones cayendo muertos a su alrededor. Estaba perdida, pero aunque fuera no se iría sin una sonrisa.
