Titulo: La amazona perdida y el pirata loco.

Capitulo 2:Ella, la ¿¿amazona??

Cuando llegaron sin muchas dificultades a bordo de la Perla, que estaba anclada no muy lejos de la bahía, Sora echó en falta algo… como decirlo… movimiento, ruido, algo que la llenara… gente. ¿Dónde estaba la tripulación?

- Capitán…

-Si?

-Me preguntaba… ¿dónde… dónde está la tripulación?

Jack miró a su alrededor. - ya estamos todos, podemos irnos- dijo tranquilamente.

-Capitán… solo estamos nosotros dos en este barco?

-¿A quién quieres mas?

-Me está diciendo que usted solo ha traído el barco hasta aquí?

- Si, y unas tortugas amigas mías, lo empujaban.- bromeó- somos piratas, hijo, que crees que a estas horas de la mañana, pueden estar haciendo una tripulación entera de piratas?

- Robar… eso, eso es un delito!

- Bueno, supongo que iré al infierno por ello. De todos modos ahora no podemos quedarnos aquí. Los demás nos esperan en Isla San Juan. Aprisa.

-¿Qué? ¿Cómo? ¿Cómo que ellos están en Isla San Juan? Eso está a casi un día de trayecto!

-Por eso mismo nos hemos de dar prisa. Mañana, antes que salga el Sol debemos estar rumbo a Muerta con el botín. Si en San Juan hubiesen visto La Perla, habrían atacado, y ahora mismo este barco no está en condiciones de aguantar una lucha… por eso mientras los demás están recaudando fondos para la recuperación de el navío… yo fui de compras por el puerto… te vale esta explicación o vas a seguir haciéndome preguntas todo el día.

Sora no preguntó más. En el fondo, entendió lo que sentía su capitán. Sintió su urgencia, y una extraña complicidad, seguida por el miedo a pasar un día y una noche entera a solas con el pirata en un barco fantasma, en medio de ningún lugar, en medio del océano.


Al contrario de cómo pensaba Sora en un principio, el día pasó corto, sin muchas preocupaciones, pues estaba concentrada en las tareas que le había enmendado Jack. Primero, ayudarle con las velas, cabos, y todo el trabajo de cubierta. Mas tarde, mientras él dejó rumbo fijo en el timón y se sentó a estudiar unos mapas, Sora, por los camarotes y las habitaciones, tuvo ardua tarea de limpieza y orden. Para acabar, el capitán envió a Sora a ajustar las mercancías "requisadas" que transportaban, pues esa noche, olía a viento de tormenta y, ya que habían adelantado mucho terreno en menos tiempo del previsto, prefirió asegurar bien los fardos.

Cuando Sora acabó su trabajo en las oscuras estancias de La Perla y salió de nuevo a cubierta, el cielo se encontraba encapotado, el agua estaba revuelta, el viento la azotaba contra el mástil y una suave llovizna había empapado por completo al capitán.

- Que tarde se ha hecho! - exclamó Sora, ante el panorama que se había presentado.

- Sí, y se acerca una tormenta que mucho me temo nos va a costar controlar estando solos.

Un relámpago iluminó las negras aguas marinas y, como si éste hubiera sido una señal de advertencia, el mar se encolerizó aún más de lo que parecía, elevándose en grandes olas. La tormenta estalló con toda su furia y un viento huracanado amenazaba con arrancar las velas del mástil.

- ¡¡¡Cuidado!!!- gritó el capitán. Sora giró la cara hacia estribor y vió como una ola enorme se abalanzaba sobre el barco. Se agarró al mastil del foque antes de que la ola arrasara con todo lo que hubiera en cubierta, Jack y ella incluídos. Resistió la embestida y levantó la vista en busca de su capitán.

Él se había agarrado al cabo de la vela mayor y tironeaba y aflojaba de la cuerda como podía.

- ¡Muchacho, ven a ayudarme!- gritó por encima del rugido del mar.

El barco balanceaba peligrosamente, a la vez que orzaba de manera escandalosa a babor. Sora corrió medio resbalando por la cubierta hasta llegar a donde estaba Jack. Éste le dió el cabo y se largó al timón, esquivando la botavara en el camino, que en esos momentos daba un brusco giro de 180 grados. Sora apenas podía con el cabo.

- Hey! Dijiste que te ayudara, no que lo hiciera yo!

-Sí, pero si agarro eso no puedo enderezar el barco, ¿no te parece?

-...

Después de aproximadamente dos o tres horas, la tormenta fue amainando hasta quedar en una simple llovizna. Sora y Sparrow estaban calados hasta los huesos. La muchacha amarró el cabo con un lazo de ocho y fue a recibir instrucciones del capitán. Éste parecía malhumorado.

-Vete abajo y sécate un poco; estás empapado.- dijo simplemente. Sora obedeció y, cuando se disponía a volver a cubierta, su capitán iba a entrar. Vio que el capitán había dejado el timón con rumbo fijo y se había desecho de su chaqueta y su sombrero, pues mojados pesaban bastante.

-Vamos abajo. Me muero de hambre! Y que yo sepa… hace dos días que no comes, chico. Debes comer y ponerte fuerte!!!

-Er.… si, mi capitán - dijo Sora ante el súbito cambio de humor del hombre.

Cuando bajaron, Jack examinó el trabajo de su nuevo grumete y asintió para si mismo - muy bien, muy bien-

- Chico, ¿sabes cocinar?

- Mi nombre es Sora

-Y yo me alegro por ello, pero ¿sabes cocinar? Yo lo único que se hacer es quemar la carne y robar fruta. Pero el ron lo hace todo mas pasable!

-Si, si se cocinar, en el Sunrise me enseñaron.

-Bien, bien, bien. Así pues… Sora… podrías cocinar alguna cosa con lo que hay en la despensa? Yo pongo la bebida.

No se dignó a contestar. Fue hacia los fogones y se arregló como pudo en asar un pollo y guarnecerlo de verduras, cocer unos pescados y servir unas piezas de fruta. Cuando llevó los alimentos a la mesa, esta estaba adornada con los candelabros para proporcionar luz, dos jarras y siete botellas. Vino y ron era lo servido.

- OH! Que suculentos manjares nos ha preparado nuestro nuevo grumete! Brindemos por ello! - y bebió directamente de la botella con ganas, tal y como había estado haciendo mientras ella cocinaba.

Se aposentaron en la mesa, y empezaron a comer en silencio, mientras el viento, mas calmado, azotaba aún en los cristales.

- Bebe muchacho! Has preparado una comida digna de reyes! Ya que ellos no pueden disfrutarla, dos diablos como nosotros haremos honores para ellos brindando mientras comemos!

- Mi nombre es Sora. Y no, capitán, no me gusta el alcohol.

- Sora… Sora… te lo pusieron por tu padre?- medio borracho preguntó Jack.

- Me lo pusieron por el barco de piratas que me secuestró, y luego la marina inglesa venció - dijo Sora amargamente.

-Tanto odias a los piratas, y tu nombre viene del Soratán! Vaya cosa!

-¿Qué?! Cómo sabes que el barco se llamaba Soratán? No lo he mencionado!

-¿Qué otro podía ser? Bah, pero eso ahora da igual. Esa tripulación era la deshonra de los piratas!

-Tu! Tu los conocías!?- empezó a ponerse nerviosa… o estaba tomándole el pelo, o el medio borracho Jack contaba toda la verdad.

- Una deshonra… mataron mucha gente en aquel pueblo… secuestraron a muchas niñas… por esa maldita…- medio dormido musitó Jack.

-¿Dónde?¿Cuándo?! - gritó Sora, y le agarró por la camisa, zarandeándolo con fuerza- no! No te duermas ahora! Cuéntamelo!! Jack!!

Pero Jack, se limitó a entreabrir los ojos, acariciar la cara de Sora y decir, antes de quedar dormido: - para ser un chico, eres precioso-


Sora se dio por vencida. Pero ahora surcaba los mares con esperanzas renovadas. Había un hombre que podía enseñarle el camino de nuevo a su casa. Pero en esos momentos ese hombre estaba borracho.

Recogió la comida que había sobrado y las botellas vacías, pero no se molestó en mover al capitán, que estaba en una silla dormido.

Ella se recogió en un camarote contiguo. Allí, no pudo evitar lamentarse, y como siempre, volver la vista atrás. Recordar su playa, su pueblo, sus calles… y Sora lloró. Por primera vez en mucho tiempo, pudo llorar pensando en el pasado. Y pensó que no podría seguir adelante. Quiso morir. Quiso vivir. Quiso amar y ser amada " - para ser un chico, eres precioso-" dijo Jack. Sonrió un poco y decidió que leería la carta que le escribió Marie. Pidió perdón por ello, y abrió el sobre. Un olor a perfume francés la invadió.

Mi queridísima Sora:

Veo que estás triste, pues de no ser así, no hubieses abierto la carta. Antes de nada, sonríe para mi, solo un poquito, muéstrame esa bella boca con la que Dios te bautizó. Así me gusta, una amplia sonrisa. Ignoras cuantas cosas puede solucionar una sonrisa!!!

Ahora que estás un poco mas animada, cuéntame, que te ocurre? Son tus recuerdos otra vez? Vamos, vamos, tranquila, no debes alterarte por algo así. No te apures por no recordar de donde vienes, y tampoco por que estás aquí. Te queda una larga vida por delante para reencontrarte y encontrarte con todo y con todos! Lo único que espero es que siempre vuelvas a mí, que recuerdes que te quiero con toda mi alma, y que te apoyaré en todo lo que pueda.

Mientras que no esté a tu lado, deja esa ardua tarea de velar por ti a Jack. Como habrás podido comprobar, es un hombre peculiar, pero tiene el corazón mas grande del océano. Créeme. Déjate querer por él, y si cabe la posibilidad, ámale tu también. Te lo cedo! Gran amigo y mejor amante si cabe! Ja ja ja ja. Además, es posible que él ya esté interesado por ti, y eso que ni siquiera sabe que eres una chica! Imagínate como se comportaría si hubiese visto lo que he visto yo! OH chica, que suerte tienes de tenerlo al lado. Pero, dejando de banda este tema… te repito, y créeme cuando te digo que confíes en él. Si tienes algún problema, háblalo con él. Muéstrate tal y como eres, no tengas miedo. Tal y como eres. Él estará encantado de ayudarte.

Con esto, me debo despedir de ti. Podría escribirte páginas y páginas, dándote ánimos, pero prefiero que quede así, diciéndotelo una sola vez, pero con toda la fuerza de mi corazón; ánimo, y hasta siempre.

Te quiere; Marie.

Sora se quedó dormida, enterrada en un mar de lágrimas.


A la mañana siguiente, una débil claridad que atravesaba las ventanas la desveló. Aún seguía acurrucada en la cama, con la carta entre sus brazos.

No oyó ruido alguno, así que supuso que Jack estaría aún tirado en la misma silla. Se desperezó un poco, guardó sus cosas, y se dirigió al lugar donde dejó a Jack la noche anterior. Pero él ya no estaba allí. Miró por los suelos, por los demás camarotes, por la bodega, los fogones… pero no estaba allí. Cabía la improbable posibilidad que estuviese en cubierta, pero…

- Vamos chico!! No puedo llevar este barco solo tan cerca de la costa!!!- dijo una voz desde arriba, y Sora, subiendo las escaleras, enfadada, le gritó:

- Sora! Maldita sea! Mi nombre es Sora! No es tan difícil!

-Una manzana, chico?- dijo Jack, al timón.

-¿Cuál es mi trabajo hoy?- dijo Sora, ignorando el comentario, y dando el tema por imposible.

- Pronto llegaremos a San Juan, no hace falta que hagas nada.

-Y a que ha venido eso de que no podías llevar el barco solo?

-Ya es muy tarde para que andes durmiendo. Además, no te apetece ver como sale el Sol?

- Tarde? Y ni siquiera ha salido el Sol? Bah… no, no me interesa verlo.

-Te aseguro que no has visto ninguna salida de sol como las de San Juan.

Sora miró al horizonte sin mucho interés y lo que vio la maravilló. El sol se alzaba lentamente y con ceremoniosidad por el agua, dándole a todo un aspecto frágil pero hermoso. Cuando se giró sobre sus pasos, con una sonrisa en los labios, para mirar a Jack, se encontró con sus oscuros ojos examinándola. Él enseguida apartó su mirada y se sentó de espaldas a ella, mientras el navío, con el timón en rumbo fijo, seguía su curso hasta la isla.

"Confía en él" "Cuéntale lo que te preocupe"

Sora se sentó dándole la espalda también al hombre y comenzó a hablar,

- Ayer, cuando estábamos comiendo… hablaste sobre el Soratán. Lo conocías.

- Historias.

-No! No son historias… tu sabes algo. Sabes quien era esa gente. Porque secuestraron a esas niñas, de donde las secuestraron.

-¿Por qué estas tan interesado en viejas leyendas de piratas?

- Porque ahora si soy un pirata.

- Dicen. Hace ya tiempo atrás, más de 20 años. La tripulación del Soratán estaba bajo las órdenes de una mujer. Nadia. Llegó el día en que esta mujer descubrió que no podía tener hijos, que era su mayor deseo, pues estaba harta de ver jugar a los pequeños que otros compañeros llevaban a veces de viaje. No era algo muy normal, pero esto no es nada nuevo, ya, en cuanto a historias de piratas.

Estaba desesperada, e hizo un pacto con la luna. Ella podría tener un hijo varón, pero, a cambio de eso, debía entregarle 9 niñas de una tribu de amazonas. 1 por cada mes de embarazo de la mujer. Decían que si reunía a estas 9 niñas amazonas, la luna tendría poder para reencarnarse en una mujer. Nadia aceptó el trato, pues no le importaba porque debían ser amazonas, y el deseo de un hijo oscureció su corazón y el de su tripulación, que seguirían ciegamente a su capitana.

Así pues, estuvieron buscando a esas 9 niñas, todas menores de 10 años, pero era una tarea casi imposible encontrar el lugar donde viven las amazonas. Y Nadia se impacientaba. Empezaron a saquear pueblos, ciudades, y a matar a niñas que no eran las que buscaban, llenos de rabia por haber perdido el precioso tiempo. Hasta que lo encontraron. Encontraron un poblado de amazonas, y lo saquearon. Encontraron a las 9 niñas, y se las llevaron.

La misma noche en que Nadia iba a entregarle las niñas a la luna e iba a quedarse embarazada, la marina inglesa los atacó. Intentaron salvar a todos los niños que iban en el barco, las amazonas y los hijos de los piratas, pero no fue posible. Nadia, en un ataque de locura, mató a las niñas, que eran las que podían proveerle un hijo, y luego se mató ella misma.

Tú, Sora, debes ser uno de los hijos de los piratas. Uno de los que tuvieron suerte, y no murieron a manos de Nadia.

- ………

- Marie me dijo un día que no recordabas tu pasado. Por eso era que al principio no quería revelarte que conocía el Soratán.

-Es…¿Es por esto, que me estás ayudando? ¿por qué te doy pena?

-No, no. En absoluto. Te ayudo, porque me caes bien, y porque me lo ha pedido Marie. Además, porque no iba a hacerlo?

-El pueblo de las amazonas… ¿sabes donde está?

-No, nadie lo sabe. Las amazonas son muy celosas de su intimidad. ¿Por qué?

- Por saberlo- dijo Sora, y se marchó hacia su camarote.

Jack se quedó pensativo en cubierta, rezando por que Sora volviese, y siguiese hablando con él. No quería verlo triste, no quería que sufriese. Quizá se estaba preocupando demasiado por el afeminado muchacho, quizá es que se estaba fijando en él. Quizá si que estaba un poco loco, como le decía la gente… le gustaba un chico! El Capitán Jack Sparrow no podía permitir eso!

Se desperezó y evadió esas ideas cuando divisó Isla San Juan, y cerca de donde se encontraba, una tripulación cargada de oro y joyas


Una vez todos estuvieron en La Perla , celebrando el botín con vino y ron, Jack presentó al nuevo grumete.

- Atención! He traído conmigo a un nuevo miembro de la familia. Sora. Este muchachito ha sido miembro de la marina inglesa. Del Sunrise, concretamente, pero ha decidido hacerse a una vida honrada, de saqueos, robos y peleas. No bebe alcohol. Tratadle bien. - dijo el capitán. Y siguió bebiendo ron.

Todos la examinaron minuciosamente. Hubo algún que otro cuchicheo. Unas risas. Al final, unos grandes vítores pronunciando su nombre. Sora acabó con la espalda y los brazos enrojecidos de tantos golpes "cariñosos" provenientes de la tripulación. Lo saludaron, lo acosaron a preguntas, pero lo mas incómodo, fue el momento en que la conocida Ana María saludó al nuevo "chico".

- Hola Sora. Yo a tu edad también me quise convertir en pirata. Espero que estos salvajes te traten bien. Bienvenido a La Perla Negra. - y le dio un sonoro beso en los labios.

Nuevos vítores se alzaron a bordo del navío. - Eso no se lo hace a todo el mundo!- - Le has gustado, chico!- decían unos y otros. Ella estaba muy sonrojada y no sabía que hacer. Miró para todos lados buscando la profunda y tranquila mirada de Jack, pero en cambio encontró una desagradable ojeada de desdén y rabia, que acabó con otro largo trago de la botella. ¿estaba enfadado porque había besado a Ana María? ¿ella era… su pareja?

Cuando estos pensamientos cruzaron su mente, se sintió extraña. Una oleada de dolor pasó a través de sus entrañas para acabar en su garganta. Celos. Poco imaginaba que su capitán sentía los mismos celos. De Ana María.

-¿por qué demonios es tan amable con los demás, y a mi me despertó con un puntapié en las costillas? Bah, no me debería importar algo así. - ¿O si? ¿Cuándo le había importado a él el que dirán? El era libre! Era el capitán Jack Sparrow! No necesitaba la aprobación de nadie!! Su vida era la libertad!! Podría vivir como quisiera sin importarle ni siquiera que le atrajese un chico como… Sora.


Continuará

Gracias a Vacristel, que en su momento, me echó una mano con la escena de la tormenta , ya que inicialmente la mía, era bastante patética ( esque no tengo un barco aparcado en la puerta para saber como va, tu).