Titulo: La amazona perdida y el pirata loco.
Capitulo 3: Cosas de enamorados
Rumbo a Muerta, en alta mar, navegaban alborotados por el alcohol y la alegría toda la tripulación de la Perla. Excepto dos personas. Jack, y Sora. Sora estaba preparando algo de comida para sus nuevos compañeros, tal y como había echo en el Sunrise hacía escasamente dos días. Jack, andaba pensando por cubierta. Al cabo de unos minutos, bajó a los fogones.
- ¿Por qué estabas tan interesado en la leyenda del Soratán?
- Simple curiosidad, capitán- dijo Sora sin dirigirle la mirada.
-La simple curiosidad no deprime a nadie.- dijo Jack para si mismo, y sin querer, en voz alta pronunció: - ve a que Ana María te bese otra vez, quizá eso te anime…
-¿Cómo?- preguntó Sora, atónita.
-Eh? No, nada, no he dicho nada- dijo Jack mientras abría los ojos de par en par al sonido de su voz, como un niño cuando lo pillan hurgando en la caja de galletas. E intentó marcharse aparentando tranquilidad.
-Capitán… fue ella. Yo no la besé, se lo juro. No pretendo nada con ella, y muchísimo menos si está con usted.
Se hizo un clima de incomodidad. Sobretodo para Sora. Jack miró a un lado y a otro, hizo un par de intentos por decir algo, pero falló.
- Yo no tengo nada con Ana María.
-Oh, claro. Si señor. Disculpe el atrevimiento.- dijo Sora, y enseguida volvió a su trabajo.
-Si… si… bueno, si quieres. Podemos buscar el poblado de amazonas. Si es importante para ti… bueno, supongo que tendrán grandes tesoros esas mujeres! Y los chicos se divertirán… - pero no pudo seguir hablando porque Sora lo estaba abrazando.
Cuando ella había comenzado a oír su proposición, la embargó la alegría. Quizá, podría volver al lugar donde nació. Y no pudo reprimir el sentimiento de abarcar su pasado con placer, y así, se fundió con Jack en ese momento. Sin pensar en nada mas que agradecer al hombre que le brindaba una posibilidad de volver a ser feliz.
Jack estaba catatónico. Sus ojos viajaban por la estancia de un lugar a otro, buscando una salida. Un hombre lo estaba abrazando! Luego se tranquilizó, pues su abrazo era muy dulce. El chico pesaba muy poco, tenía unos brazos finos, y una piel suave… y desprendía una fragancia muy parecida a la de Marie, solo que algo le daba un toque personal. Cuando pasaron unos segundos se comenzó a sentir cómodo, y cerró sus brazos alrededor de Sora, y acercó su cuerpo al de él. Sus manos comenzaron a viajar en un peligroso descenso por encima de la camisa, en la espalda de Sora, y llegaron a su trasero.
Ella estaba tan perdida en su alegría que ni siquiera notó su tacto. Él, se comenzó a separar de su cuerpo. Sus mejillas se tocaron y sus respiraciones se encontraron. Entonces Sora abrió los ojos y se encontró en brazos de Jack. Y no tuvo fuerzas para despegarse de su cálido cuerpo. Él la miró a los ojos, y se reflejó en el azul claro de una mañana de verano. Apartó de su cara dulcemente un rizo perdido de su pañuelo.
Le acarició la mejilla con su mano y notó la suavidad de la piel de seda. Ella se tomó su tiempo para mirarlo, para realmente mirarlo. Jack, en toda su plenitud, era un hombre realmente atractivo y misterioso. Su pelo estaba enmarañado, si, pero lo adornaban ornamentos que sin duda significaban sucesos en su vida. Importante para él. Su bigote y su perilla era algo fuera de lo común, pero le aportaba personalidad… y esos ojos… esos ojos oscuros que habían hipnotizado a muchas mujeres antes que a ella… y que seguirían haciéndolo, con seguridad.
Ella lo miró con idolatría, y un leve roce. Él la estaba besando, con todo lo que su alma podía abarcar.
Tomó su boca con pasión y desespero, y ella lo recibió con gratitud. Las torpes caricias de Sora afirmaban su poca experiencia con los hombres, pese a haberse visto obligada a ser uno de ellos. El toque mágico de su lengua contra la de ella, en una erótica batalla sin sentido ni perdedor, la devolvió a la realidad, y se separó de Jack bruscamente.
Agravando de nuevo su voz, recuperando el aliento con grandes bocanadas y mirando al suelo, se marchó diciendo: - le diré a los demás que he preparado la comida-
Jack se quedó ahí, con el sabor de "ese chico" en los labios, entre sorprendido y encantado. Pero no se arrepintió, pues sonriendo murmuró: - es una mujer-
Estaban todos en cubierta, disfrutando de la comida del joven Sora. Jack permanecía al timón, sonriendo para si mismo. Seguro, de nuevo, con lo que hacía.
Sora lo había confundido. Ella lo había echo creer realmente que era un hombre. Era muy buena actriz, y ama de los disfraces. Pero… si no era un hombre, si había sido rescatada del Soratán… quizá era una amazona… aunque cabía la posibilidad de que fuese una hija de uno de los piratas, porque, según la leyenda, Nadia mató a todas las niñas amazonas. En cualquier caso, ese no era el momento de averiguarlo. De todas formas, le había prometido que la ayudaría. ¿Por qué no hacerlo? Sería divertido, y seguro que algo bueno podría sacar de todo eso.
Y bien… ahora… durante los días que tendría a Sora a su disposición en la Perla, hasta llegar a Muerta… se encargaría de hacer pasar a la dama, un inolvidable crucero. Ella lo había engañado. Él daría rienda suelta a su imaginación para con ella.
Para empezar, jugaría un poco. La haría creer que no sabía que era una mujer… y que le interesaba como hombre. Luego ya llegaría el momento de averiguar por qué se vestía de hombre y cosas por el estilo. Cuando pensó en eso, en vestirse de hombre, se le ocurrió una idea. Pronto pasarían por las islas Tahama, y allí conocía un par de tipos, que a su vez conocían a otros tipos, que habían oído hablar a otros tipos de algo relacionado con el Soratán. Bueno, por algo se empezaba, se dijo Jack, cuando se le ocurrió la idea de comenzar su búsqueda por ahí. Además… tenía en mente algo para Sora.
En cubierta, al paso de las Islas Tahama, el Capitán Jack Sparrow, hizo reunir al segundo de abordo y a Sora con él en la cubierta.
- Sr. Gibbs, el joven Sora y yo bajaremos aquí, preparadme un bote. Asegúrese de llegar a Muerta, y dejar parte del botín. En un par de días, habéis de estar de vuelta. ¿Entendido?- dijo Jack, asegurándose una bolsa llena de chelines al cinto.
-¿Qué vas a hacer en Tahama, Jack?- dijo Gibbs, extrañado.
-Conseguir algunas informaciones. Hay mucha gente en esos islotes que me deben un favor.- medió respondió Jack.
-Como quieras, pero no te metas en líos. Al menos dime que es lo que tienes en mente- acabó.
- Cazar amazonas- dijo Jack, mirando fijamente a Sora. Y no dijo nada más, pues se apresuró en colocar el bote, subir al "chico", y remar rumbo a tierra firme.
Mientras Jack remaba, comenzó a incomodar a Sora, preguntándole:
- No entiendo aún porque quieres encontrar el poblado de amazonas. Ya que te voy a ayudar, no merezco una explicación?
- Recuerdo una de las niñas. Nos hicimos amigos, y me contó como era su casa y lo mucho que quería a su madre. He pensado que lo menos que puedo hacer por ella, es decirle a su madre, que ella murió sabiendo que la quería.- mintió Sora, sin necesidad.
En este día pasado, Sora estaba dispuesta a contarle a Jack que era una mujer, y se atendería a las consecuencias. Pero ella había aprendido a callar todo lo que le pasaba, y por eso era tan reservada.
Con Jack intentó hacer una excepción y abrir su corazón de una vez por todas… pero ocurrió… ese beso. Y ahora no lo podía mirar a la cara. Incluso le había vuelto a mentir. Ella misma había creado una barrera con el mundo, y no sabía como derribarla. Por lo pronto, seguiría de la mano de Jack.
- Entiendo.- por su parte, Jack, después de esta contestación, se quedó sin palabras. No podía estar seguro que le mentía. Posiblemente si se hubiese echo amiga de una de las amazonas… pero porque se disfrazaba de hombre? Como ese tema le estaba comenzando a sorber el seso, cambió de táctica - Bueno, Sora, cuando lleguemos, iremos a una respetable casa de damas de compañía. Has estado ya con alguna mujer, chico?- acabó Jack.
Sora parpadeó un par de veces antes de entender lo que quería decir Jack. Luego enrojeció e intentó dar una respuesta coherente.
- N… no. No soy de ese tipo de hombres.
-¿Cómo?! No te gustan las damas? Bueno, eso explicaría lo de………
-NO! Bueno, si… si me gustan las damas… pero… lo de ayer… yo....yo.....yo.... lo siento capitán. Estaba tan contento por lo que me dijo que…
-Tranquilo chico, todos estamos algo necesitados- dijo Jack, y sonrió divertido para si, puesto que Sora estaba de espaldas.
-No! No necesito nada! Sólo estaba contento!
-¿Me besaste porque estabas contento?
- NO te besé porque estuviese contento!
-Estabas contento, por eso me besaste, lo has dicho
-Yo no te besé! Tu me besaste!
-Pero yo no estaba contento, no podía besarte.
-¡¿Qué demonios tiene que ver estar contento con besarse?!
-No lo se, tu has sacado el tema.
-¡Pero si yo no he abierto la boca!
-Si, si lo hiciste.
-¿El que?
-Abrir la boca.
-¿Cuándo?
-Cuando me besaste
-Yo no te besé!!!!!!!!!!!!!!
-De todos modos, no esperes que siempre sea tan benevolente, chico.
-Pero si yo……
-La próxima vez yo llevaré la iniciativa.- acabó Jack.
Cuando llegaron a la casa de fulanas, ninguno había vuelto a pronunciar palabra desde que Jack pronunciase su última frase en el bote. La cabeza de Sora ya se había ocupado largo y tendido de trabajar rápidamente. Ella se había sentido halagada en el bote, cuando pensó que a Jack le había gustado ese beso, pero luego se escandalizó por pensar que Jack pensaba que ella era un hombre! Y él quería besar de nuevo a un hombre?! Qué clase de hombre era Jack? No le importaba que clase de compañía tuviese, si con eso lograba calentar su cama?! Eso estaba bien, era un hombre liberal… pero… demonios! Ella no era un hombre! Ella quería que Jack la quisiera besar por lo que ella era! – ella realmente lo quería? Oh, si, por supuesto que lo quería. –
Pero ella no lo sabía. Ella en cierta manera, era una niña que poco o nada conocía del amor. Ella estaba destinada a una vida de desamor, soledad y dolor. Y como toda niña, aunque el mundo la había tratado mal, soñaba.
Ella había oído cuentos de príncipes azules montados en caballos blancos, que rescataban princesas del torreón de un castillo, donde estaban solas. Y ella en el fondo de su corazón soñaba con ser una princesa…………… aunque en la realidad, ella era – un pirata- y lo mas parecido a un príncipe azul que conocía, era a un -rastafarian prepotente medio loco- que tenía mas aires a travestido borracho que a capitán de La Perla Negra.
A las puertas de la casa de respetables damas de moral distraída, Jack sacó a Sora de su mundo de sueños.
- Bien, chico, atiende ahora. No hemos venido aquí a divertirnos – Sora respiró tranquila- sino a comprar ropa, por así decirlo- acabó Jack.
-Er…Capitán…. esto es… cualquier cosa menos una tienda de ropa.......
-Atiende te digo. Verás. Hemos de ir al centro de la isla. Allí conozco un par de tipos que nos pueden dar información sobre las amazonas…… solo que hay un pequeño problema.
- Y cual es?
- Creo que quieren verme muerto.
-Eso es algo que no me inclinaría a discutirles- se permitió bromear la joven.
-.....si.....creo que yo tampoco. Bueno, la cuestión es que no pueden verme así. Lo cierto es que no creo que quieran ver a ningún pirata, así que nos vamos a disfrazar.
-¿Nos?
-Por supuesto, chico. Tu vas a venir conmigo. Esta isla no es segura para ti, si no es que estoy yo contigo.
- Y de que nos vamos a disfrazar??
Jack sonrió pícaramente, tomó a Sora del brazo y entró a la casa de fulanas.
A la entrada del pueblo, ya algo tarde, unos viejos aposentados en unas cajas de fruta se dedicaron a brindar groseros halagos a dos nuevas fulanas que se habrían paso entre arbustos.
Una de ellas, tenía el pelo largo y negro, y era muy alta, muy musculosa para ser una frágil mujer. Llevaba un vestido rosa que cubría sus inexistentes pechos, parte de sus caderas, y que se agitaba en el aire cuando andaba, con paso poco femenino y desgarbado..... pero llamaba la atención que la mitad de su cara, de nariz para abajo, estaba oculta con un velo semitransparente que no dejaba ver realmente nada, pero que intuía una mandíbula prominente. Sus oscuros y maquillados ojos era lo único que se veía de su cara, pues del pañuelo, rosa también, atado a su cabeza, colgaban adornos, que se movían alegremente a su caminar.
La otra dama, mas bajita y con el pelo rubio y enmarañado, recogido en un moño del que colgaban tirabuzones, tenía la cara lavada y al descubierto, tan solo resaltaba el rojo intenso de sus labios, con el fresco azul de su mirada. Ella andaba con mas gracia y soltura, aunque parecía incómoda por alguna razón.
Su vestido era verde esmeralda, descubierto en los hombros, encorsetado en la cintura, tanto, que a la mas plana tabla de madera, hubiese provisto de curvas. El vestido acababa en una campana que viajaba desde sus caderas hasta sus pies.
- Capitán..... te detesto..... – dijo Sora, embutida en un doloroso corsé.
-Jacqueline, Marie, soy Jacqueline. Recuérdalo hijo, o estos tipos nos freirán a palos.
-Marie? Cómo que Marie?
- No se me ocurrió otro nombre. Suena mas femenino que Sora, de todos modos, no es cierto?
-Jac… cqueline… dime.... realmente, donde vamos así vestidos??
-Ya te lo he dicho, Marie, a ver a unos amigos míos- dijo Jack, agudizando su voz, para que pareciese algo mas femenina- para encontrar a esas amiguitas tuyas.
- ¿Y porque razón no nos hemos podido disfrazar de algo mas discreto? Me siento ridículo.
-Ya te estas quejando de nuevo. No refunfuñes tanto. Ese vestido te queda muy bien.
¿Eso había sido un piropo? ¿O una burla? Viniendo de quien venía, todo era posible. De modo que con esa guisa, los dos piratas se adentraron en el pueblo de la isla, no muy diferente del paraíso perdido de Tortuga.
Las calles se extendían por entre lo largo de la vegetación y las casas, las tabernas y las armerías, los fumaderos de opio y los prostíbulos. La isla norte de las Tahama, era sin duda, otro edén de los traficantes, aunque la habitaban gente de buen corazón.
Hasta entrada la noche, los niños podían jugar alegremente por todas partes. Correr y reír sin problemas, pues la gente no se molestaba. Pero por la noche era diferente. En cuanto se ponía el sol, cobijados por la oscuridad, los comerciantes hacían sus trapicheos con los contrabandistas, las fulanas abrigaban las calles con sus amorosas propuestas a cualquiera que les diese de comer, y la gente que por el día eran apacibles agricultores o entregadas amas de casa, convertían su vida en una fiesta continuada hasta el nuevo amanecer, cuando los niños tomaban las calles otra vez.
Cuando Jacqueline y Marie llegaron al corazón del pueblo, era tarde. Algunos críos quedaban jugando en los portales, aunque un aroma entre opio, carne asada para las cenas, y pólvora, se mezclaba en el aire.
- Allí es- dijo Jack, señalando a una taberna que acababa de abrir hacía poco.
" El Patíbulo" ponía en un tablón a la entrada.
-No es muy sugestivo, que digamos.
-Bueno, creo que lo pusieron en mi honor. Ya sabes dónde acaban los piratas, según la ley.
-Pero..... en un lugar como este no hay ley!!!- replicó Sora, mirando hacia todos lados.
- La ley es algo que cada pueblo adquiere para aquello que le interesa. Puede que las fulanas, el opio y el contrabando aquí este bien visto, tan solo porque es el pan de cada día. Pero la piratería, para esta gente, es un pecado, porque es robar y saquear, a ricos y a pobres, sin miramientos.
Y como a un pirata más, eso le hirió el orgullo a Sora.
Continuará
Gracias por leerlo, y por haber llegado hasta aquí.
Me encantaría saber lo que os ha parecido. Los reviews me ayudan muchísimo y me dan ánimos para seguir escribiendo, porque, si le ha gustado a una persona, aunque solo sea una, y me lo dice, me doy por satisfecha.
Hasta pronto.
