Titulo: La amazona perdida y el pirata loco.
Capitulo 4: Party time
Las dos nuevas fulanas entraron con paso firme en "El Patíbulo" . Entre dientes, Jack, le dijo a Sora.:
Saca la mujer que hay dentro de ti. Y por el amor del cielo¡sonríe!
¿La... la mujer?- tartamudeó Sora.
La mujer- repitió Jack, sonrió para si mismo, pues ella no podía ver su mueca.
Ambos... ambas, se acercaron a la barra donde el mesonero estaba sirviéndole a los primeros clientes, unas grandes jarras de vino. Los tres clientes, miraron a las recién llegadas damas y empezaron a mascullar entre si. Uno, el mas contento de los tres, se aventuró a invitarles a hacerles compañía.
Hola preciosidades! No os habíamos visto por aquí. Sois recién llegadas a la isla? Venid y contadnos vuestra aventuras mientras brindamos!- dijo el hombre de nariz roja y frente sudorosa.
Es muy temprano ahora para que bebamos, mi señor – dijo Jack, entre su velo y su increíble y fina voz – solo estamos aquí de paso, para preguntarle algo al señor. Gracias por su oferta – e hizo una reverencia.
Vamos mujer! Os estamos prestando cortesía cuando sabemos perfectamente que sois! Venid con nosotros! Tenemos dinero y un sitio donde pasar la noche! Es mas de lo que podríais imaginar! – dijo otro de los tipos que estaba bebiendo.
Señor- dijo Jack, con otra reverencia – preferiríamos pasar la noche en una pocilga, y cubiertas de barro, antes que yacer con vos, así que no nos molesten mas. Solo venimos a ver a ... déjeme recordar su nombre... Edgar! – se giró hacia el mesonero, que parecía divertido por la discusión- Edgar! Si, eso es. Creo que vive por aquí desde hace unos años. Siempre viene aquí con un amigo suyo... uno que tenía un nombre extraño...
Waqas – interrumpió el mesonero
Si, eso. Waqas – Jack pareció alegrarse de que aún los recordaran. Eso era señal que seguían vivos.
Pues lo siento, mi señora, pero ese par de locos no aparecen por aquí hasta bien entrada la noche.
Muy bien pues, los esperaremos. Sírvanos una botella de ron – le entregó un chelín- y si pudiese contener alejados a esta panda de... caballeros, de mi dama de compañía y de mi, le estaría sumamente agradecida- le entregó otro chelín e hizo una exagerada reverencia de nuevo.
Ningún problema, señoras- dijo el mesonero, y le entregó dos botellas, sonriendo triunfal, y guiñándole un ojo a Sora, que había estado apartada hasta ahora.
Jack cogió las botellas y se marchó a una de las mesas desocupadas del fondo, al lado de una ventana, seguido por Sora, cuando como agradecimiento, le dedicó una torpe sonrisa al señor.
La gente ya empezaba a formar ambiente en el garito, aun cuando la luna no se había levantado del todo, pero ya, parejas que quizá no se conociesen de nada, bailaban agarradas al son de la música, que oportunamente habían improvisado unos gitanos recién llegados.
Jack... mas bien Jacqueline, ya estaba animado. Se había bebido botella y media de ron, aunque cautelosamente por debajo del velo, y ahora estaba sentado en la mesa, con las piernas abiertas y con los brazos reposados en otras sillas. Ni pizca de modestia femenina. Estaba moviendo la cabeza, también al son de la música, y tarareaba melodías que nada tenían que ver con lo que se oía. De vez en cuando, miraba a Sora, se quedaba quieto, y luego se echaba a reír.
A los muchos "caballeros" que se acercaban para prestarle cortesía a él o a Sora, los espantaba cuando le enseñaba las piernas, propias de un varón algo descuidado, o simplemente se dedicaba a eructar después un largo trago de la botella.
Cada vez que hacía esto, Sora se avergonzaba aun mas de su situación. Para empezar, ella era una mujer que vivía disfrazada de hombre, y que ahora la habían disfrazado de mujer. ¿Cómo demonios debía comportarse¿Cómo fingir que fingía una cosa que de echo, ya era? – Maldito Sparrow – musitaba de vez en cuando. Por otra parte, el corsé la estaba matando. Tantos años de libertad de movimientos, para que ahora no se pudiese mover de cintura para arriba. Alguna parte debía tener todo aquello, cierto era, y la cosa consistía en que se había visto bastante bonita en el espejo de la casa. Lo fastidiaron todo cuando le pusieron la peluca rubia. Le caían pelos en la cara, y le picaba toda la cabeza.
De tanto en tanto, iba mirando la sala en que se encontraban. Hacía ya un par de horas que había dejado de prestar atención a los desvaríos de borracho de su amiga Jacqueline, que le contaba como estuvo a punto, una vez, de casarse con un comodoro, pero que se lo robó la hija del gobernador. Bueno, quizá la historia no fuese realmente así, pero es que Sora estaba en los límites de su aburrimiento.
Chico, ve al mesonero y pídele otra botella de ron!
No me llames chico o nos descubrirán! Tú mismo lo dijiste! Y haz el favor de cerrar las piernas! Compórtate como una mujer!- replicó Sora a la sorpresiva orden de Jack.
Tú si que deberías comportarte como una mujer!- y se echó a reír
Sora pensó que eran desvaríos de borracho, otra vez, pero no pudo evitar enfadarse por ello. Así que cuando se acercó otro "caballero" para invitarla a bailar, ella miró a Jack de reojo, sonrió al hombre, y se fue con él.
Anduvieron a trompicones por entre la gente hasta un lugar para bailar, y cuando lo encontraron, no muy lejos de la vista de Jack, el hombre, mas bien atractivo y no muy avanzado en edad, acercó su cuerpo al de Sora. Con una sonrisa, se empezó a mover, y ella, que no estaba muy acostumbrada al contacto humano, y menos por partes de especimenes como el que tenía delante, se dejaba llevar.
No me suena tu cara, linda. Acabas de llegar a la isla?
Er... si. Hoy he llegado con mi amiga.
Ella? Parece un poco extraña.
No lo sabes tu bien. – dijo Sora, recordando.
Ja, ja, ja, ja. Ya veo que te ha llevado por el camino de la amargura. Y cuál es tu nombre, linda?
Marie. Si, Marie me llaman.
Que bonito nombre. Yo soy Len.
Siguieron bailando. A los pequeños chistes que le contaba, le dedicaba grandiosas y sinceras carcajadas. Desde hacía mucho tiempo que no se divertía de esa forma. Ahora, aunque estuviese interpretando un papel, era realmente una mujer. Llevaba un hermoso vestido, no tenía necesidad de esconderse, bailaba con un hombre……… y había olvidado por completo su tristeza.
Ella reía, saltaba, giraba, vivía el ritmo de la música. Incluso, cuando Len la abrazaba, o la tomaba de la cintura para levantarla, ella se sentía alegre y sin miedo. Y esa alegría duró hasta que chocó de espaldas con ... Jacqueline.
Jack la miró secamente. La cogió del brazo y la arrancó de brazos de Len. Éste lo intentó detener, pero Jack se paró en seco, se arrancó el velo que tapaba su boca y le dijo: - no te vuelvas a acercar a ella. Es mi protegida.
Len se quedó atrás, asombrado y sin mediar palabra. Jack desapareció con Sora del medio de la fiesta y se halló de nuevo cerca de la mesa donde habían estado sentados. Puesto que había sido ocupada por dos enamorados, Jack empujó a Sora contra una pared y allí la acorraló.
�¡Qué demonios crees que estás haciendo!
Pero... Jacqueline... solo trataba de divertirme un poco. Tal como lo hacías tú...
Ahora no me llames Jacqueline! Te estoy hablando como capitán!
Lo siento capitán, pero... usted ya había bebido mucho, y... yo no sabía que hacer. Tan solo estaba bailando!
Ahora solo estabas bailando! Pero y si ese tipo hubiese decidido hacerte algo? Maldita sea! Yo estaba bebiendo! Cuando bebo no me entero de la mitad de cosas que suceden a mi alrededor! Si te hubiese echo algo... yo no me lo perdonaría... ni yo ni Marie. Recuerda que ella te dejó a mi cargo.- dijo Jack con suavidad, y mirándola con dulzura.
Jack... lo siento. Pero no estaba pasando nada, te lo aseguro. Solo bailábamos. Yo se protegerme, y si hubiese querido...
Así que ahora te gusta bailar con hombres – la cortó Jack, ahora con un tono frío y desdeñoso. Evidentemente solo para recordarle dónde estaba, con quién, y porqué – creo que no ha sido buena idea traerte a este sitio.
Sora lo miró disgustada. Entonces pensó que él no la veía como una mujer. Y volvió su mundo de tristezas. Jack prosiguió.
Eres muy joven. Debí tenerlo en cuenta. Nunca te dejes llevar por los sentimientos, chico, porque eres un chico ¿no?
Jack le había dado la oportunidad de decírselo. Y ella quiso gritárselo en su cara. Pero la costumbre la volvió a vencer. Agravando su voz y mirando al suelo, mientras se quitaba la peluca y dejaba sus rizos al aire, dijo:
Si, mi capitán. Soy un chico.
Sora se encontraba ahora en una inmunda posada, alejada del centro del pueblo, y sobretodo de "El Patíbulo". De Len, en realidad.
Jack la había sacado casi a rastras de allí, y se la había llevado según él, a un "lugar seguro". Cuando pagó la habitación y aseguró a Sora en ella, se volvió a marchar a la taberna, a la espera de Edgar y Waqas, con su disfraz de fulana.
¡Qué ridículo se veía por la ventana, cuando lo vio marchar! Con ese paso desgarbado, ese vestido roñoso, pero que por alguna razón, le sentaba bien. Esa melena sucia, esos hombros tan anchos, esos aires de superioridad... ¡como le gustaba!
En ese momento, lo único que podía hacer, era quitarse por fin el vestido, y vestirse con sus, puede que no tan femeninas, pero cómodas ropas. A media labor de vestirse, se miró en el espejo que había en la habitación. El pelo le había crecido un poco. Se lo podía amarrar con un cordel. De esa forma, tenía la cara despejada, a excepción de los siempre tránsfugas rizos. Sus curvas bajo la camisa no eran tan pronunciadas como con el corsé, pero tenían su encanto. De todas formas se volvió a vendar el pecho. ¿Quién lo iba a disfrutar¿Jack? No... seguramente estaría mas interesado en una botella llena de ron que en ella misma desnuda.
Ya no quedaban niños en las calles, y una mezcla de olores se consumaba en el cálido aire de la noche. Cuando volvió a mirar por la ventana, vio a un grupo de gente sentada en unas mesas, comiendo y bebiendo alegremente, al lado de unas fogatas. El olor a carne asada le recordó que tenía hambre, y lo cierto es que nada de dinero, así que desistió de la idea de salir comprar algo de comida.
Algo mas all�, en la playa, se veían mas fogatas, y el viento arrastraba compases de tambores e instrumentos de viento que no conocía. Que gran fiesta.
Y allí, en la lejanía, se distinguían las luces de los farolillos de los pescadores. ¡Aún había alguien responsable en esa isla dejada de la mano de Dios!
Desde el segundo piso donde se encontraba la ventana, Sora miró al cielo. Libre de nubes. Cargado de estrellas. Y la luna, en su máximo esplendor, presidiendo el firmamento, sonriéndole a la tierra. Después de mirar una última vez a su íntima amiga, se acostó en el camastro, dando por sentado que Jack no volvería esa noche. El sueño la encontró poco a poco.
Debía ser pasada la madrugada, cuando Edgar y Waqas, ya medio borrachos, entraron en la taberna. No dijeron nada, y ayudados uno por los brazos del otro, se sentaron en el suelo, recostados en una pared. Allí comenzaron a mascullar algo entre si.
Cuando los vio entrar, Jac...qeline se acercó a ellos, botella en mano, bailando una extraña danza.
Los hombres lo miraron extrañados, pero enseguida se animaron a cantarle y aplaudirle. Jack, con un gesto de asco bajo su boca tapada, siguió danzando alegremente, con extraña gracilidad.
Cuando acabó, se sentó con ellos, y les ofreció vino directamente de la botella. Ellos bebieron contentos y empezaron con la sarta de preguntas obscenas las cuales Jacqueline, muy frescamente contestó. Pero lo interesante lo tuvo que buscar él.
Y decidme, gallardos caballeros. Sois vosotros los cuales saben de la historia del Soratán?
OH! Claro que si, preciosidad! Yo te puedo contar lo que quieras de ese barco. Aunque mucho mas interesantes son las cosas que te puedo contar de mi cama! – acabó Waqas, y se echó a reír pesadamente.
Ji, ji, ji, ji. No lo dudo mi señor, pero me gustaría saber algo sobre las amazonas. Sus secretos de belleza, exactamente – Jack sudó la gota gorda con pensar alguna excusa, y eso fue lo mejor que se le ocurrió.
Er... pero si ya eres muy bella! – rió Edgar, y le puso una mano encima del muslo.
Me halagáis, señor- Jack palmoteó la mano de Edgar, pero la acabó quitando de su pierna. – pero no me digáis, que no querríais verme cubierta de aceites aromáticos- Jack seguía sudando, e intentó quitar la imagen de él mismo en esas condiciones delante de esos babosos.
Eso sería magnífico!- siguió Edgar.
OH, si...- babeó Waqas- déjame pensar. Realmente no se donde están, pero... antiguamente, había documentos que hablaban de su localización. Una cala escondida, o algo así.
¿Y dónde se encuentran esos documentos?
¿Port Royal?- inquirió Edgar.
No, hombre no! Estaban en... Karakawe. Si, creo que estaban ahí. Al menos eso es lo que me dijo un amigo de un tipo que conoció años atrás, a uno de los piratas del Soratán.
Karakawe? Pero... si ese poblado fue atacado por ... – empezó Jack.
Si, por la Perla Negra. Ese condenado de Sparrow no tiene miramientos. Tanto le da saquear los arcones reales, que un pueblucho donde se guardan secretos ancestrales. Mal rayo le parta!- Waqas condenó.
Sus razones tendría el Capitán Jack Sparrow, para asaltar ese poblado, digo yo- Jack defendió su honor por encima de todo.
Jack es un mal bicho- escupió Edgar.
Capitán! Jack Sparrow... quiere ser llamado.
Me da exactamente igual lo que ese despreciable patán quiera!- vociferó Edgar- que demonios te pasa? No tienes porque defenderle!
Eso mismo- dijo Waqas, y fue en ese momento, cuando para atraer a la tal Jacqueline a sus brazos, tiró del inoportuno velo que cubría su boca.
Edgar y Waqas primero se paralizaron. Jack sonrió en pro de su inocente juego y sus dientes de oro centellearon a la luz de los candelabros.
Sparrow!
Un pirata!
A la voz de "pirata", "El Patíbulo" se revolucionó. De un golpe, Jack intentó escaparse de las acusaciones de los dos borrachos. Se cubrió la boca otra vez y se abrió paso entre la gente, hacia fuera, para que al menos la confusión lo cobijase hasta llegar a Sora, y estar seguro otra vez.
Por los pelos consiguió escapar y llegar cerca de la playa. Las interrupciones, mas que por los que buscaban al capitán Jack Sparrow, eran por parar a la prostituta vestida de color rosa, para que le prestase sus servicios.
Entre arbustos, Jack oía que era buscado, pero no tenía mucho por lo que temer, pues la gente no buscaba pelea, sino algo con lo que distraerse y seguir la fiesta.
Jacqueline, llegó a la posada donde estaba con su amiga Marie alrededor de las 3 y media de la mañana. La noche aún era intensa. Y cuando, sin hacer mucho ruido, entró en la habitación. Vio a Sora, profundamente dormida, vestida de nuevo como un pirata.
Él se arrodilló al lado del camastro, bañado en sudor por las carreras que unos jóvenes le habían echo dar, y con la respiración muy agitada.
En cambio, Sora, cual angelito respirando pausadamente, era ajena a todo movimiento.
No sabes lo que me has hecho pasar, pequeña- susurró Jack, acariciándole la cara- pero lo volvería a pasar, si es por ti- finalizó, y le dio un tierno beso en la frente, antes de caer agotado a su lado.
Debían de haber pasado un par de horas desde que Jack había llegado, que Sora se desveló al sentir un peso oprimiéndole el pecho. En esos primeros instantes antes de cobrar la completa consciencia sobre el lugar, advirtió que aunque era de noche, ya no podía ver la luna. En cierta manera, casi creía ver que empezaba a clarear.
Cuando ya estuvo despierta del todo, volvió a sentir el peso del pecho. Cuando miró a ver de que se trataba, descubrió los brazos de Jack alrededor. ¿cómo demonios se las habría ingeniado para abrazarla de ese modo sin que se despertase? Primero intentó escaparse. Pero le resultó imposible. Al intentar moverse quedó mas aprisionada.
Cuando lo quiso mover a él, lo único que consiguió fue que musitara algo en sueños y que la acariciase. Así pues, Sora consideró que su mejor opción era quedarse quieta. Al ver que esa opción era también errónea, pues Jack había ocupado su pecho izquierdo vendado, con su mano, inventó un movimiento que consistía en: mientras levantaba su mano, ella se giraba para poder flexionar sus piernas, y salir. Todo iba bien hasta que Jack decidió que estaba mejor con algo abrazado que sin nada, y volvió la volvió a acercar a su cuerpo.
Había sido un error. Ahora Sora estaba de cara a Jack, mucho mas cerca que antes, y sin muchas posibilidades de poder escaparse. Ella se quedó unos segundos pensativa y se preguntó para si : - ¿quería escaparse de él, en ese momento? – lo cierto es que la imagen del pirata en esos momentos quedaba entre dulce y ridícula, pero en cualquier modo agradable. Profundamente dormido y vestido de mujer, abrazando a una mujer vestida de hombre.
Así pues, Sora se acomodó de nuevo, y a escasos centímetros de la boca de Jack, se adormeció abrazada a él. No le importó que en la taberna la hubiese tratado como a una cría. No le importó que fuese un pirata, y que ella odiase a los piratas. No le importó que estuviese vestido de mujer. Tampoco le importó que la estuviese abrazando sin la consciencia del mismo acto. Tan solo, como había echo con Len mientras bailaban, y esta vez al ritmo de la respiración de Jack, se dejó llevar.
Continuará
Oh... este capítulo, personalmente, me ha encantado. Dejadme vuestras opiniones. Me ayudan y animan a seguir escribiendo.
