Titulo: La amazona perdida y el pirata loco.

Capitulo 6: Alejados

A bordo de la Perla Negra, aunque no debía ser muy tarde, apenas había movimiento. La tripulación estaba dispersa, ocupada o bien en dormir, o bien en contarse viejas aventuras mientras bebían una copa.

Edgar y Waqas fueron sigilosos y metódicos en subir al barco sin hacer crujir ni una sola de las maderas. Cuando oyeron ruidos, se quedaron quietos, esperando, detrás de unas cajas aparcadas en cubierta. Vieron salir a dos tripulantes, que se pusieron a hablar mientras miraban al horizonte, y por esta razón, tuvieron que esperar a que se marchasen, cosa que harían horas mas tarde, cuando uno de los dos cayese redondo al suelo, víctima del ron.


De mientras, Jack, en su camarote, no podía dormir. Andaba preocupado, andando de aquí para allá, pensando. Pensando en Sora. Pensando en las amazonas. Relacionando sucesos. Pensando en porqué iba vestida de hombre. Pensando en que le habría podido pasar. De todos modos, respetaba su decisión, y a menos de que ella no se confesase, él no se permitiría descubrirla. Aunque esto último le estaba costando bastante. Desde que descubrió que era una mujer, andaba como perdido. Deseaba poder tenerla entre sus brazos y curar sus penas. Protegerla y amarla abiertamente. Pero no podía. Eso en estos momentos, le causaría un gran problema.

Luego estuvo pensando en ella. Tan solo habían pasado unos días, y ya lo había echo reír, enfadar y morir de dolor por no tenerla. Pero esa muchacha... era muy joven. No se lo había preguntado, pero era posible que él le doblase la edad. No estaba dispuesto a tomarla sin pleno conocimiento de ella! Mas tarde se llamó arrogante, por pensar que ella estaría dispuesta a ser suya. Antes que todo eso debía dejar de vestirse como un hombre! Y también tenían que encontrar Dellas.

Una cosa no podía negar de Sora. Tenía un gran sentido del deber. Quería encontrar a toda costa ese lugar, para poder decirle a la madre de una de aquellas niñas, que ... ella murió sabiendo que la quería.

- Teniendo en cuenta que ella era una de las hijas de los piratas que secuestraron a las niñas... supongo que se sentirá con el deber de disculparse en nombre del Soratán.- pensó Jack para si mismo, intentando darle lógica a la mentira que le contó Sora.

Con estos pensamientos y su adorada botella de ron, se quedó inmerso en la soledad de su camarote.

Sora, por otra parte, que estaba en la estancia contigua, dormía plácidamente. La carrera que se había echado nadando con Jack hasta la isla la había dejado exhausta, y luego se había dejado la piel en buscar ese arcón entre todos los tesoros.

La tripulación, a esas horas de intensa noche, ya estaban todos dormidos. Unos por la borrachera, otros por el cansancio, y los demás por el aburrimiento.

No se tomaron molestias en poner vigilancia, puesto que la isla de Muerta era desconocida excepto para los que ya sabían que estaba allí. Y los que lo sabían, o estaban muertos, o a bordo de La Perla.


Madrugada. En ese momento, absolutamente nada ni nadie se escuchaba en los alrededores del barco. Edgar y Waqas se aventuraron a salir de su escondrijo, un poco acartonados por la postura en la que habían tenido que aguantar unas horas.

Ninguno de los dos conocía ese barco, pero habían sido piratas, y además, Waqas sabía perfectamente la historia de la Perla Negra. Sabía de las disposiciones de las estancias, y conocía su tripulación. Todo eso, gracias a otro pirata que conoció cuando estaba entre rejas. Uno que había navegado con ella, y que ahora estaba en el infierno.

Así pues, pasó de la cabina del capitán, sin hacer ruido alguno. Fue a la siguiente y abrió la puerta con cuidado. Se tomó su tiempo en ello. Cuando una rendija permitía ver el interior, alumbrada por la débil luz de una vela casi apagada, la forma de Sora en la cama permanecía dormida.

Waqas sonrió con malicia, y sus ojos recorrieron lascivamente el cuerpo de la chica, que dejaba tanto a la imaginación. – esta vez mía y de nadie mas...- susurró con voz ronca y agónica.

Con rapidez y en silencio, le hizo una señal a Edgar, para que se quedase esperando, y el entró. Edgar, sintió un escalofrío en su espalda, y en la negrura del pasillo donde estaba, sintió miedo intenso. Él también había oído las historias que se contaban sobre el barco. Había estado tripulado por almas en pena. Hombres malditos. Casi podía oler el hedor de la muerte en las paredes de madera.

En ese momento, mas miedo le dio Waqas, al que vio poner un pañuelo untado en alguna sustancia en la boca de la chica. Ella se despertó, intentó resistirse por un segundo, y volvió a caer dormida.

Waqas la cargó en sus brazos, y salieron lo mas rápido posible y de nuevo en silencio del navío.

En la barcaza, remando hacía las islas Tahama, conversaron sobre su delito.

- ¿Dónde te crees que vas? – sacudió a Edgar – vuelve a la isla norte. Cuando se enteren de que les hemos requisado la mercancía, será el primer lugar al que irán.

-Pero... Sparrow no sabe que has sido tú!

-Puede ser todo lo inmundo que quieras, pero es astuto. Nosotros hemos sido los últimos que le han amenazado. Además, solo quiero que sufra un poco antes de encontrarme. Y quiero que lo haga rápido.

-¿Quieres que te encuentre?

-¿Tu no¿No recuerdas, hace apenas dos años... lo que pasó?

-Claro que lo recuerdo. Fue una humillación. Pero una cosa es que nos queramos vengar de él, y otra que involucremos a esta chica.

-Con el tiempo te has reblandecido, Edgar. A él, lo eliminaré porque me estorba para conseguir lo que quiero. Y ella... bueno, es parte de lo que quiero.

-A mi no me parece nada del otro mundo. Es muy bonita, si, pero... - contestó Edgar

- Es una amazona. Una mujer de la raza mas extraordinaria que se conoce. En siglos no han conocido hombres. Ya es hora de que aprendan lo que es uno.

- Pero... si sabías donde estaba el mapa para encontrarlas, porque no fuiste a buscarlo en vez de esperar hasta ahora?

- Porque Sparrow se me adelantó. Cuando atacó Karakawe, yo había acabado de llegar. No me dio tiempo a poder buscarlo. Pero ahora que he encontrado a esta... no quiero a las demás.

-¿Qué tiene esta de especial?

-Cuando estábamos en el Soratán, ella era la niña mas bonita, y la mayor de todas. Tenía el pelo largo y rizado, y esos ojos... esos ojos... me volvían loco. Ella era brava, pura y salvaje. Cuando tratábamos de tocar a alguna de las otras pequeñas, aunque fuese para que caminaran, ella nos gritaba y se ponía entre nosotros, amenazándonos. Yo la quería. Quería domesticarla. Hacerla mi pequeña esclava... y una noche…

-No me digas que tomaste a una niña!- se escandalizó Edgar

-No se dejó... me mordió, me arañó, me dio patadas- sonrió cínicamente Waqas, al recordar esa escena- luego apareció Nadia y se la llevó. Me gritó que la niña no era para mí, sino para la luna. Después de eso, ella me rehuía. Ya no se interponía. Miraba al suelo todo el tiempo. Pero se hizo amiga de un niño. Un hijo que siempre traía consigo uno de los compañeros. Se parecían bastante. Y ella, se cortó el pelo con un puñal. Y se vestía con sus ropas A veces los confundía. Pero ahora...

-Estás loco.

Waqas miró a Edgar y volvió a sonreír diciendo: - de remate-


Era por la mañana, y como de costumbre, Jack era el primero que estaba en pie. Le tentó la idea de despertar el mismo a Sora, hacerlo subir con él a cubierta, y hablar un poco de todo lo que había estado pensando en la noche. Pero por el momento, pensó en dejarla dormir. Supuso que habría unos 5 días de travesía hasta llegar a Dellas, y que ya tendría tiempo de acosarla. Sonrió por todo lo que tenía pensado, y se retiró de delante de su puerta y se marchó.

Escasamente una hora más tarde estaban dispuestos a marchar.

- Aún no se ha levantado Sora! Ana María! Ve a despertarlo!- dijo Jack- una cosa es que adore a esa chica, y otra es que no le vea el pelo en todo el día- y ese comentario se lo dejó para él.

A los pocos minutos, apareció la mujer por la puerta de nuevo y dijo:

-No está. No lo encuentro por ninguna parte.

-¿Cómo¿Lo has buscado bien¿En los fogones¿En la despensa?

-He mirado por todas partes, y no está. No hay rastro.

Jack parecía desesperado. Comenzó a llamarla. A mirar por las estancias, por la borda, se tiró al agua y nadó hasta la isla para buscarla. Y la llamó, en vano. La estuvo llamando por mucho tiempo en vano.

Gibbs, desde el barco, le gritó que volviera. Que era imposible. Que era posible que se hubiese marchado.

- Quizá ha huido con algún tesoro. Yo no me fié de ese muchacho ni un instante.- dijo el viejo, cuando Jack de nuevo tomó el mando.

-Eso es imposible. Ella no haría eso! – le gritó Jack.

-Ella?

-Me... me he confundido. El chico. El chico no haría eso. Yo le conozco. Además, Marie me lo confió, y ella nunca me haría esto.- contestó rápidamente Jack al ver que la había delatado

- ¿Quién es esa Marie?- inquirió Ana María desde atrás.

-No te puedo explicar ahora la historia...- y pareció caer en algo, y marchó corriendo hacia el camarote de Sora.

Allí, seguido de lejos por Gibbs, Ana María y los demás, comenzó a revolverlo todo. Todas sus escasas pertenencias estaban allí. La carta de Marie, el pequeño puñal... no se había marchado por propia voluntad, no había robado. De eso estaba seguro. Luego miró a la cama. Al final de esta, estaban sus botas. ¿Se la habían llevado? Después, encontró un jirón de ropa en el suelo, húmedo por algo. Lo olió, y sintió un leve mareo. Se apartó rápidamente el trapo de su cara y dijo:

- Esto es...- se quedó pensativo, y cuando llegaron los demás a la puerta, les anunció- se lo han llevado. Han secuestrado a Sora.


Cuando se despertó, a Sora le costó un poco ubicarse en el espacio. Estaba en una habitación... pero no del barco. Había una ventana, y por ella veía el mar... pero no estaba en la isla. Delante de ella, había dos hombres hablando... y ninguno de ellos era Jack.

Uno de los hombres se acercó y la tomó de la cara. Luego se acercó a ella y la olió profundamente.

- Igual que entonces. Hueles a sol y playa.- dijo Waqas

-Hmmmm? Qué? Quién eres tú?- Sora balbuceó, aun, medio dormida.

- Ohhh¿no te acuerdas de mi? Me partes el corazón. Pues yo si te recuerdo, amazona.

-¿Amazona? Yo no soy una amazona... soy un pirata. Díselo a Jack.

-¿No lo recuerda?- le dijo Edgar a Waqas.

-Vaya... si que le causé impresión- y se echó a reír- puede que de tanto intentar olvidarlo... no recuerde nada de lo que pasó allí.

-¿Dónde está Jack?- continuó Sora, medio atontada

-Tranquila nena. Jack vendrá, no lo dudes. Y cuando venga... te gustará tanto estar aquí que no querrás saber nada de él. Y entonces yo lo mataré.

-Nadie puede con Jack- pareció reaccionar

-Apuesta lo que quieras, nena. Pero ahora hablemos de nosotros, quieres?

-Nunca habrá un nosotros para mi y para un ser tan repulsivo como tu- escupió ella, no reconociendo al hombre, pero si la situación

-Uhhh, parece que aún conservas ese carácter.

-Aún?

- ¿De veras que no me recuerdas?

Waqas comenzó con su vieja historia. Mientras la contaba, aseguraba con unas cuerdas a Sora en la cómoda en la que estaba sentada, sin fuerzas. Iba recorriendo su cuerpo con cada explicación. Sora temblaba de miedo.

Waqas acabó arrodillado delante de Sora, que lloraba al recordar todo su pasado.

- -Realmente no me importan las razones por las que has acabado con Sparrow en La Perla, ni porque sigues vistiéndote de hombre... ahora... solo estamos tú y yo. Y vamos a recordar viejos tiempos, si?

Cuando el hombre comenzó a besar los pies desnudos de la pobre mujer, Edgar miró al suelo y salió de la habitación. Puede que él también fuese un inmundo y sucio pirata, que también le volvían loco las mujeres bonitas, pero... la muchacha de la habitación era una cría. Y no se merecía eso.

Apenas oyó los gritos de Sora, se tapó los oídos y se marchó a emborracharse.


La Perla Negra había aligerado peso y cabalgaba las olas a toda velocidad. Efectivamente, iban en busca de Sora. Y el único lugar mas cercano dónde podrían obtener información, efectivamente era en las islas Tahama, a plena luz del día, cuando tan solo era un paso de comerciantes.

Jack, al timón, no hablaba, apenas se movía, tan solo tenía la mirada fija en el horizonte.

- Capitán... tranquilízate. Seguro que no le ha pasado nada al chico. Me pregunto porque se lo habrán llevado- dijo Gibbs, que había estado pendiente de Jack todo el rato.

-Porque lo han descubierto – murmuró Jack

-¿Qué¿Qué han descubierto¿Quién¿Sabes de quien se trata?- Gibbs estaba confundido.

- Solo hay tres personas en esa isla que saben a donde me dirijo. Y una de ellas merece toda mi confianza. Edgar y Waqas saben que voy a por las amazonas, saben que tengo el mapa, y deben haber averiguado que vine con Sora. Es posible que quieran hacer un cambio.

-Bueno! Somos toda una tripulación contra dos muertos de hambre! No les quedará mas remedio que rendirse! No se preocupe por el chico, capitán! Parece algo enclenque, pero soportará algún rasguño!- y se echó a reír.

-Jamás! Si quieren el mapa, lo tendrán sin condiciones. Si quieren la ubicación de la isla de Muerta, la tendrán. Incluso si quieren la Perla Negra! Y nada de intervenciones por vuestra parte! - Jack había abandonado el timón y había forzado a Gibbs por el cuello. Lo soltó diciendo: - Pero que a Sora nadie le toque ni un pelo. Ella es mi protegida, y lo único que me importa en este momento!

Cuando recuperó el aliento después de que Jack le amenazara, se atrevió a contestar.

- ¿Ella¿Sora... es una mujer?

Jack se había delatado. La emoción y la rabia lo habían traicionado. Cuando sus ofuscados pensamientos volvieron rumbo al timón, se apoyó en él, con la cabeza gacha y con una sonrisa en los labios se lo aclaró.

- Ella... no es una mujer. Es una niña.- Puede que con esas palabras Jack también se engañase a si mismo- Si te fijas un poco en ella no es muy difícil adivinarlo. Pero para eso has de mirarla a los ojos. Al principio... en ella veía un… un cachorro abandonado. Ahora veo una compañera de aventuras y de buenos ratos. Quiero ayudarla. Quiero estar con ella. No importa cuantos mares queden por descubrir. Sin ella, estoy vacío.

-Jack... parece extraño, pero te comprendo. No te voy a juzgar. Pero... si es eso lo que piensas de ella... deberías de preguntarte si para ti, de verdad, es o no... una niña- y hizo ademán de marcharse.

- Que el secreto muera contigo. Ella no me quiso decir que no era un chico. Respeta su decisión.

- Si, mi capitán- dijo Gibbs, sin girarse.

Jack se quedó pensativo mientras el viento azotaba su cara. Luego, se propuso olvidar esa pequeña charla con su amigo y centrarse en su principal objetivo. Salvar a una princesa.


Sora tenía el mundo en contra. Cuando el hombre que tenía delante le besaba los pies, le empezaron a dar arcadas de puro asco. Waqas prosiguió acariciando sus piernas, a pesar de las pataletas de la muchacha y el traqueteo de la vieja cómoda en la que estaba atada. Lanzó un grito desgarrador y siguió agitándose como una poseída para que el hombre que tenía delante cesase.

- Nena... con esto solo vas a conseguir cansarte. Si cooperas te darás cuenta que te gustará.

-Jamás! Me repugnan los hombres como tú! Me repugnan los piratas!

Waqas solo hizo una mueca parecida a una sonrisa. Pero había mucho de desprecio en ella. Siguió con su juego del gato y el ratón mientras la tocaba por varios minutos, hasta que ella misma cedió a lo que le había dicho antes. El cansancio la estaba ganando.

Las cuerdas atadas en sus muñecas le habían desgarrado la piel alrededor de ellas, y las que habían en torno a su pecho cubierto, le imposibilitaban el máximo movimiento en la cómoda. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que se había despertado¿Horas¿Días? no lo sabía. Sólo sentía que en la posición en la que estaba, con los brazos por detrás del respaldo del mueble, le había entumecido los brazos. A pesar de que con la impresión del principio había conseguido reaccionar en contra de Waqas, ahora se sentía débil y cansada.

- Veo que ahora todo va a ser mas fácil- dijo el hombre, y la desató, solo para tumbarla en un mugriento camastro pegado al suelo, echo de paja, algodón y tela.

Ella quedó estirada, con los brazos en cruz y tan cansada que no podía moverse. Waqas le abrió la camisa y observó los vendajes. Negó con la cabeza y sacó una espada corta de entre su chaqueta, la cual, había dejado al lado, en el suelo. Deslizó la espada desde su cuello, por encima de los vendajes hasta la cintura. Luego introdujo en plano, el frío metal por debajo de las vendas y lo pasó por en medio de sus pechos hasta que sobresaliese de nuevo por las vendas. Lo puso en vertical, rasgó un par de veces y las vendas se soltaron, liberando un busto, aunque si bien no del todo desarrollado, perfecto.

Cuando fue a hacer lo mismo con el cinturón que aguantaba sus pantalones, ella le dijo:

- Puedes tomar mi cuerpo, pero nunca... nunca! Nunca te entregaré mi corazón!

Waqas ni siquiera se paró a mirarla cuando cortó el cinturón y se disponía a desnudarla por completo. Solo dijo:

- ¿Y quién quiere tu corazón?

Sora creyó morir. No podía creerlo. La idea de entregarse a un hombre, siempre había ido ligada a la idea de amarse entre ellos. No así, no de esta manera. Lágrimas cayeron de sus ojos entre un torrente de sollozos.

- Si quieres, cierra los ojos y piensa que soy Sparow.- y se echó a reír.

Entonces, retumbó en la habitación el sonido de un disparo. Sobre el vientre de Sora, ahora había salpicada sangre, y a los pocos segundos, Waqas cayó muerto sobre ella.

-Perdona por el retraso- dijo quien había apretado el gatillo.


Continuará

Holas! Siento haber tardado tanto en subir más capítulos, pero últimamente he tenido mucho trabajo. Acabé mis exámenes y me tomé un mes sabático jajajaja. En estos momentos estoy de nuevo en mi actual casa y después de que volviese todo a la normalidad, he decidido poner al día unas cuantas historias

Espero que este capítulo os haya gustado. Cuando lo escribí, realmente no sabía muy bien como llevarlo. No sabía si ser mas explícita o mas suave en ciertos aspectos. Pero releyéndolo ahora, me alegro de cómo quedó. Estoy pensando seriamente en hacer un final alternativo al original. Quizá lo haga, al igual que en otras historias que escribí y que no me quedó muy buen sabor de boca!

De todas formas, ahora esto se queda aquí. Que lo disfrutéis!