Titulo: La amazona perdida y el pirata loco.

Capitulo 8: Mientras pasa el tiempo

Sora estaba en la cama de esa chabola, mirando al exterior, por entre las rendijas de la madera y la chapa metálica. Hacía un rato que no oía el griterío de la muchedumbre que los perseguía. – Se habrán cansado de mirar el barco- se dijo.

En realidad, se habían marchado porque habían oído que había jaleo en el pueblo. El viejo pescador hizo bien su trabajo, tal y como le dijo a Jack. Antes de entrar a la taberna, se preocupó de prender un bidón con algo de dinamita y gritar ; Irlanda Libre!

Entonces el asunto de los dos piratas había quedado olvidado. Pues todo el pueblo buscaba a los gamberros que se habían atrevido a molestar a esas apacibles gentes.

A los pocos minutos, Jack apareció de nuevo por la puerta con un par de bultos de ropa en sus manos. Uno se lo dio a ella, y conservó el otro. Hubo un par de palabras cruzadas. Gracias. Y ella desplegó las prendas de ropa para descubrir las compras del hombre.

Habían dos camisas blancas, muy parecidas a las que había llevado hasta el momento, y unos pantalones de tela negra, algo gastados. También había un enorme pañuelo del mismo color.

- Te lo solías poner, verdad?

-Si... era por los rizos. Antes tenía el pelo mucho mas corto, y... me molestaban en los ojos. Ahora me lo puedo atar con un cordel. Pero de igual modo me gusta. Me lo volveré a poner. – sonrió-

-No he encontrado ningunas botas, ni zapatos. Pero supongo que Ana María te podrá prestar algunas... incluso en Muerta puede haber algo que te sirva.

Sora se quedó pensativa cuando habló de Ana María. La tripulación. ¿La querrían a bordo? A ellos también los había engañado.

-Capitán – comenzó con voz débil- sobre los chicos...

-No te preocupes por ellos. Lo entenderán. Están acostumbrados a ver cosas extrañas y a tratar con gente medio loca. Ana María quizá se lo tome algo mal... después de aquel beso... – y se echó a reír, porque Sora había pasado de un color entre miel y tostado al mas furioso de los escarlatas.

-Vamos, vístete. Hemos de volver a la Perla. Nos espera casi una semana de travesía.- acabó Jack.

-Tanto tiempo? Dijiste que en unos 5 días llegaríamos.

-Bueno... tengo que compensar a la tripulación por haberlos echo dar tantos tumbos sin sentido...

-¿Cómo, exactamente?

-Mmmmm... si has estado con el Sunrise, deberías conocer la Bahía de Nahab.

-Sí, claro que la conozco. De allí sale una exportación de chocolate y especies hacia Europa.

-Y es donde trafican con el ron mas puro del país. Veo que no has bajado mucho del barco, querida.

-Y tu has estado demasiado tiempo en tierra.- dijo ella, girándose.

Se dispuso a quitarse la camisa que la cubría, pero se detuvo en seco. Miró a Jack. Éste la miró de vuelta, como si nada pasase. Ella levantó una ceja, expectante. Él levantó las dos, sin comprender el mensaje. Al cabo de unos segundos, él exclamó un solo –oh- y se dio media vuelta.

- Te esperaré fuera. No tardes, hay mucho que hacer. – y se marchó de la casa.

Ella sonrió, porque él siempre la hacía sonreír. Buscó por un momento las vendas que siempre utilizaba, y cayó en la cuenta que jamás tendría que volver a hacerlo. Al principio se sintió extraña sin nada que le oprimiese el pecho, pero decidió no pensar. Se acabó de acomodar el pañuelo, una vez se hubo puesto los pantalones, que ciertamente se ajustaban perfectamente a su figura. Ese Jack desde luego tenía ojo para las tallas de las mujeres. Y descalza, con la camisa que le había sobrado en manos, pues la que estaba manchada de sangre, la dejó olvidada en un cubo, encontró a Jack preparando el bote en el que había venido para marcharse.

Ella le devolvió su chaqueta con una sonrisa, y él se la devolvió antes de volver a ser el Jack de siempre. Con sus gestos, sus miradas y sus locuras.

- Lista? – preguntó él antes de comenzar a remar.

-Siempre- dijo ella, decidida.

Con eso, volvieron a la Perla Negra, donde entre vítores los recibirían. Entre murmullos comentarían el aspecto de Sora. Donde Ana María por poco se desmaya al saber que había besado delante de sus compañeros a una mujer. Dónde al final, las risas y los nuevos golpes de afecto, invitarían a Sora a ser uno más entre ellos. Al fin y al cabo, todos eran unos diablos que cargaban una cruz a sus espaldas. Jack y Gibbs se mirarían y buscarían uno el perdón en los ojos del otro.

La tarde, llegaría a la Perla Negra, como un día mas, en el que el muchachito llamado Sora, de aspecto frágil y tímido, se había quedado atrás. Unos mas que otros sintieron la pérdida, pero, cuando a sus brazos llegó un nuevo miembro, una muchacha con el aura mas brillante que el Sol del medio día, todos la aceptaron con los brazos abiertos. Todos entendieron. Nadie reprochó nada. Sora era una mas.

Las islas Tahama, poco a poco, se fueron convirtiendo en un punto lejano que se perdió en el horizonte.


Habían pasado los dos primeros días en la Perla Negra como mujer para Sora. Realmente no notó ningún cambio de actitud por los tripulantes. Incluso Jack, después de todo lo que había pasado, era el mismo rastafarian prepotente que había conocido. Pero con encanto.

No podía negar que la consideraban bastante débil, pues las tareas mas pesadas de las que ella se podía haber ocupado en el Sunrise perfectamente, se las evitaban. Incluso Ana María, que aún parecía algo tirante por lo ocurrido hacía unos días, se preocupaba por ella notablemente. Reprendía severamente a cualquier compañero que se acercase a la muchachita con ansias, se ocupaba de decirle las tareas que tenía que cumplir en el barco, las cuales casi siempre se limitaban a hacer la comida, ayudar con las velas o atar bien las mercancías que llevaban, o de ocupar el timón cuando ella lo necesitaba.

La noche del segundo día, se unió a parte de la tripulación que estaba en uno de los camarotes, estudiando unos mapas que Jack les había dado.

Ella se sentó en una esquina de la mesa, y permaneció atenta a las conversaciones que se estaban dando.

- Mañana por la noche, mas o menos, llegaremos a la Bahía de Nahab, así que tenemos que preparar la artillería por si acaso.- dijo Ana María, que estaba recostada contra una pared, examinando un cuchillo.

-Sinceramente, yo espero no tener que entrar en ninguna lucha. El barco está débil- respondió Gibbs.

-El barco es muy fuerte en comparación con cualquier otro. Me encantaría encontrarme con algún inglés!- dijo otro de los piratas, que Sora no conocía. Entonces se echó a reír.

Otras risas los siguieron, cuando Sora decidió intervenir.

-Disculpadme, pero... ¿porqué estáis planeando ya una pelea si ni siquiera sabéis seguro si os vais a encontrar con alguien?

Se hizo un silencio mientras todos miraban a Sora. Luego explotaron las carcajadas. Gibbs le aclaró el asunto.

-Mira pequeña. Somos piratas.

-Deberías comenzar a olvidar que una vez perteneciste a otro lugar, muchacha. Nosotros somos los malos ahora- dijo el pirata que había hablado antes

Cuando las risas se calmaron y la noche fue avanzando, los bucaneros abandonaron la habitación para ir a acomodarse para dormir. Solo quedaban Gibbs, Ana María y Sora, cuando surgió el tema de las tareas matutinas.

- Muchacha, tu te ocuparás de desamarrar unas cuantas mercancías para cuando bajemos a ...- pero Ana María no pudo seguir porque Sora la cortó firmemente.

-Ana María. Deja de tratarme como si me fuese a romper. No soy de cristal. He estado viviendo casi 10 años como un hombre. ¿Qué te hace pensar que no puedo hacer el trabajo de cualquier otro marinero? Conozco mis limitaciones, y sé que no soy tan fuerte como los chicos, y que ... es mejor que cocine yo, porque los demás... bueno. Es igual. Lo que importa es que, porque sea una mujer, no estoy menos capacitada para el trabajo. Igual que tú.

Se hizo silencio entre los tres. Gibbs sonreía a Ana María, con una expresión parecida al; ya te lo dije. Ésta, por su parte, se quedó muda. Se resistió a romper su coraza con la nueva adquisición de la Perla, pero el calor de la joven la derritió.

- Pequeña. Déjame cuidar de ti. Es cierto que ahora te protejo demasiado, pero ... desde que supe que eras una mujer, no he podido evitarlo. Mira, yo no he sido madre, y no tengo hermanos pequeños de los que me haya podido ocupar. Quizá aquí todos me ven como uno más. Ya ni siquiera soy una mujer para ellos, y... bueno. Cuando llegues a mi edad, entenderás lo que te quiero decir.

-Lo siento. Lo siento de veras. No imaginé que...

-Esto no quiere decir que vayamos a ser las mejores amigas del mundo, ni que te vaya a adoptar como hija ni nada por el estilo. Seguiré cuidando de ti a mi manera, pero si quieres trabajo duro. Lo tendrás.- y con esto, la mujer de color, se marchó del camarote, dando un portazo.

-Siempre ha sido así?- le dijo Sora a Gibbs.

-Hoy está de muy buen humor.- dijo el hombre.

Los dos hablaron de temas triviales durante un rato. El tiempo, el barco, los ataques a otros barcos, Jack...…… cuando llegaron a este punto, a Sora se le encendieron las orejas.

-Pequeña, no se realmente lo que ha pasado entre vosotros dos, pero me lo imagino. Ve con cuidado.

A Sora le intrigó la advertencia.

-A que se refiere?

-Bueno, Jack es un buen hombre, pero no tiene muy buena reputación entre las damas, sabes a que me refiero.

-¿Porqué¿Qué les hace?

-La pregunta sería que no les hace. Este hombre se siente libre y su única relación duradera conocida, es con este barco.

-Es decir, que utiliza a las mujeres. Cuando consigue lo que quiere, las abandona. Bueno, no es muy diferente de los tipos con los que andaba en el Sunrise.

-Te mentiría si te dijese que es distinto. Pero te lo he de decir de todas maneras. Jack ama a las mujeres. A todas y cada una de ellas. Él las busca, las toma y si está satisfecho, se marcha, y fácilmente las olvida. Pero ellas a él no. Las que han yacido con él, siguen prendadas. Lo malo es que del amor al odio no hay mas que un paso. Y el tiempo alimenta ese paso. Por eso es que cuando lo vuelven a ver...

-Entonces Marie tuvo que gustarle mucho...- se dijo para si. Luego habló para el hombre de nuevo- no debo confiar en Jack, es eso.

-En absoluto! Todo lo contrario. Él es noble y buena persona. Si has de confiar en alguien, es en él. Lo que ocurre, es que... bueno, está muy interesado en ti. Y por lo que veo, tu también en él.

-No! Yo no...

-Pequeña, los de fuera ven antes el humo que las llamas los que están dentro. Eres libre de hacer lo que quieras con Jack. Si tiene tanto éxito, por algo será. Adelante! Pero... no veas al capitán como un príncipe azul.

Sora se despidió de Gibbs, pues había bostezado sin proponérselo. Él le dijo adiós con una sonrisa, y ella se marchó entre penumbras a su camarote, al lado del de Jack. Vio la puerta de éste con una rendija por la que salía luz. ¿Era una invitación? Fuese lo que fuese. Ella se fue a dormir.


La mañana siguiente se presentó descarada unas horas después que Sora consiguiese conciliar el sueño. Las risas de los piratas y las corredizas por las galerías de cañones la despertaron antes que Gibbs entrase en su habitación a avisarla.

-Muchacha, date prisa, vas a vivir tu primer abordaje!

No le dio tiempo a contestar, porque se fue corriendo a cubierta a comprobarlo por si misma. A la lejanía, vio un navío que de algo le resultaba familiar. Madera blanca, velas ostentosas, y una bandera inglesa... – El Sunrise- dijo en un susurro.

Corriendo, fue en busca de Jack, que curiosamente no se encontraba al timón. Lo encontró en la sala principal, disponiéndose tranquilamente con sus ropas.

- Jack! Jack! El Sunrise! Es el Sunrise!

-Si, querida, el Sunrise. Y por lo visto van a Nahab...

-Pero, pero Gibbs me ha dicho que lo vamos a abordar!

-Claro que lo vamos a abordar. ¿Qué clase de piratas seríamos si no?

-Pero no podemos!

-No podemos?Porque? se han atascado los cañones?

-Cómo vamos a atacar el Sunrise?

-Querida, no tengo tiempo de explicarte como lo haremos. Cuando llegue el momento, estate atenta.

-No! No me entiendes! No podemos atacar el Sunrise! Allí están mis antiguos compañeros! Esa es como mi casa!

-Míralo de este modo. Podrás vengarte del día que te dejaron atrás- dijo el hombre, tranquilamente, mientras se disponía a salir por la puerta.

-Jack! Solo piénsalo un momento! Ése es el único pasado que recuerdo con claridad, si lo destruyes...- dijo ella, mientras se aferraba a su espalda.

-Escúchame Sora. – se giró y la cogió de los hombros- no existe el pasado. Tu no tienes, yo no tengo, nadie tiene. Solo existe el presente y el futuro que construimos día a día. Esa gente te condenó a ser lo que no eras durante todos estos años. ¿De veras crees que les debes algo?

Ella no sabía que decir. Por una parte estaba harta de las lecciones morales que Jack se empeñaba en darle, pero sabía que tenía razón. Y si ella era realmente un pirata, quizá fuese el momento de destruir la imagen de su antiguo capitán –Hearst- y el infierno que la hacía vivir. Al fin y al cabo, ellos la abandonaron.

- Está bien.- Dijo ella, con determinación. Se sacudió las manos del hombre y se marchó a cubierta, a prepararse para la escaramuza. – Pero no te comportes como un padre que sermonea a su hija-

Entre alucinado y enfadado se quedó donde estaba.

-¡Como un padre?


Todos estaban en cubierta, animándose unos a otros y lanzando amenazas al viento, dedicadas al navío que perseguían y al que en escasos minutos podrían saquear tranquilamente. Todos sabían cual era su tarea. Unos, se dedicarían a pelear y mantener entretenidos a los marineros. Mas que entretener a los demás, se dedicarían a entretenerse ellos mismos, pues hacía una eternidad que no tenían una buena pelea. Los demás, saquearían las bodegas y lo que pudiesen encontrar

Jack salió de la cámara a cubierta con paso ceremonioso y alzó la voz para que lo pudiesen escuchar.

-Todos sabéis el procedimiento a seguir! Procupad que todos sobrevivan! Los cañones solo serán disparados en contestación a los suyos. Lo que encontréis es para vosotros! Lo único que os pido es que en menos de una hora ese barco esté bajo nuestros pies. Y por una vez... los haremos prisioneros a todos!

Jack había hablado, y a todos les había extrañado su decisión de hacer prisioneros. Aunque pensaron que era otra de sus excentricidades. Así pues, nadie objetó nada.

Su segunda y última orden, fue llamar a Sora a su lado, y cuando esta llegó, la obligó a permanecer a su lado todo el tiempo.

-Procura no separarte de mi. Supongo que sabrás utilizar una espada.-le dijo Jack

Sora lo miró con una cara extraña y respondió

-No. Pero dadas las circunstancias supongo que sabré que hacer con ella.

Jack sonrió y la acercó a él. Antes de que el primer cañonazo del Sunrise agujerease el casco, y el griterío por los primeros disparos aumentase, la hizo seguirlo, con una sola frase detrás de él.

-Disfrútalo.

Los cañonazos aumentaron unos en respuestas de los otros, y poco a poco los dos barcos quedaron de lado. En medio de ningún lugar se enzarzaron en una batalla que no tenía nada de épica. Los ingleses mostraron su altanería y su pobre juego de armas. Hacía muchos años, habían vencido al Soratán, uno de los mas temidos barcos piratas del momento, pero en realidad fue porque los pillaron desprevenidos.

Al cabo de pocos minutos, los cañones habían cesado y la tripulación de la Perla Negra había invadido por completo el Sunrise. En el combate cuerpo a cuerpo se mostraron algo mas competentes, pues todos eran hábiles espadachines. –En algo tenían que ocupar el tiempo libre de abordo- pero aunque los bucaneros de la Perla Negra eran menor en número, se mostraron bravos y firmes en su pelea.

Entre risas, dos piratas luchaban espalda con espalda contra cuatro marines ingleses.

-Despreciables piratas! Acabaremos con vuestra vida!- dijo un inglés canijo.

-Seríamos honrados corsarios si en nuestras manos tuviésemos una patente de corso, mi señor, pero nuestra nación nos desterró y no tenemos por quién luchar- se rió un pirata antes de atacar en carga contra el tipo.

Otros tantos, entre los que se encontraba Gibbs, repartiendo puñetazos, sablazos y demás por doquier, estaban tanto o mas animados que éstos. Entre ellos, hubo ápices de reconocimiento entre ellos. Uno de los piratas, le dijo a un muchacho que se defendía de los garrotazos de otro:

-Tú! Escoria! Tu eras uno de los filibusteros de la base de Isla Tortuga! Tú nos vendiste a los europeos!

Cuando el joven escuchó las acusaciones, salió corriendo en dirección opuesta al pirata, pero fue interceptado por un gancho de derecha de Ana María que lo dejó tumbado en el suelo.

Mas tarde, cuando estuvieran todos juntos, tendrían tiempo de solucionar viejas rencillas que solo ellos sabían de donde provenían.

Mientras que sus muchachos se ocupaban de los marineros, Jack y Sora, ésta última intentando no mirar a sus antiguos compañeros para evitar todo resquicio de arrepentimiento, esquivando espadazos y balas perdidas, se adentraron a los primeros camarotes para comenzar su búsqueda de algo de valor. En cuanto Sora abrió las puertas de la cámara principal, vio el rostro que la había recogido de la masacre de los piratas del Soratán, y días antes la había abandonado en un puerto. El capitán Hearst.


El capitán Hearts estaba mirando por las ventanas, apoyado en éstas, con la cabeza entre sus manos, como intentando evadirse del mundo. Su barco había sido abordado por unos piratas, y él, como un cobarde, no había dado la cara. Por otra parte, sabía que daba igual que saliese. Estaban perdidos. Eran una tripulación débil. Tan solo eran marinos mercantes.

Cuando escuchó la puerta principal abrirse, se vio muerto y su cuerpo abandonado en el océano, y así, cogió su espada sabiendo que de nada serviría, y enfrentó a aquél que abriese. Y la puerta descubrió a Sora.

- Sora? Chico! Eres tú!

-Capitán Hearst, cuanto tiempo sin verle...- ironizó Sora con una mueca. Ella estaba preparada para el momento.

-Maldito gandul! Sabía que nos traerías problemas! Por eso en los barcos se prohíben los muchachos y las mujeres! Por el mal fario! Te dejé en aquel puerto para que cesase nuestra mala suerte!

-Capi... Sr. Hearst, no creo que sea una buena idea cruzar insultos con un pirata – apareció Jack detrás de ella, con cara de pocos amigos

-Jajajajajajajajaja! Un pirata? De ningún modo! Tú solo eres... – pero antes de continuar se fijó bien en las curvas de la muchacha- una mujer?

Sora suspiró. Mirando a Jack, dijo:

-Odio a los tipos tan lentos de reflejos como él.

-Yo también... pero eso tiene solución, querida- dijo Jack.

Ambos arrastraron al capitán a cubierta, para que éste descubriese a su tripulación maniatada, siendo conducida a bordo de la Perla Negra, junto con casi toda la mercancía.

-Ana María! Está todo listo? – vociferó Jack antes de subir el también al barco.

-Si mi capitán, en unos minutos ya no habrá marina inglesa- sonrió ella, antes de darle otro codazo a un tipo q intentaba zafarse de su mordaza.

Como había prometido la mujer, a los pocos minutos, dándole tiempo a la Perla a alejarse y poder contemplar el espectáculo, el Sunrise poco a poco se hundía en el océano. Dejando tan solo en el aire, el olor a madera quemada, pólvora, y recuerdos.


En cubierta, los ingleses habían sido ajusticiados. Su sentencia, aplicada como a cualquier pirata que robase, era ser abandonado en una isla. Y estos, habían sido abandonados en unos bancos de arena bastante alejados de cualquier sitio. Mientras iban desfilando por el puente, se escuchó a Jack decir: - siempre deseé hacer esto- hasta que le llegó el turno al capitán Hearst.

- Te arrepentirás de esto, Sparrow, y tú también...- comenzó a decir

-Si, si, si. Iremos todos al infierno. Abajo! – y Sora le acabó dando un empujón que lo envió con sus marineros.

Mientras se iban, y antes de que se empequeñeciesen en la lejanía, Sora les gritó:

- Al menos estoy yo para despediros!

El Sunrise había desaparecido


Cuando hubieron acabado de recontar el botín, que básicamente consistía en especies y telas de seda, Sora se acercó a hablar con Jack.

-Capitán, porqué has hecho eso?

-A que te refieres?

-No había necesidad de atacar el Sunrise, y mucho menos de hundirlo. No es que no me sienta mejor después de ello, pero... podríamos haber pasado tranquilamente sin sacar provecho de ellos.

-Quería hacer algo por ti. El día que nos conocimos... bueno, el día que Marie dijo que me encargase de ti... cuando fuimos al puerto y el barco no estaba, te vi morir de dolor.

-Jack...- él la miró y suspiro profundamente, ahogadamente.

Su instinto, fue abalanzarse y tomarla. Contra la pared, encima de la mesa, en el suelo. Daba igual, pero quería tenerla. Hacía mucho tiempo que no sentía el calor de una mujer, y él sentía algo muy fuerte por Sora, aunque fuese una niña... una niña... era una niña...

-Sube a cubierta con los demás. Hay cosas que hacer. Esta tarde llegaremos a Bahía de Nahab. – dijo Jack, girándose bruscamente y mandándola fuera.

Ella obedeció y sin una palabra salió de la recámara, muy extrañada. Dentro, quedó un Jack ofuscado, murmurando para si:

-Es una niña, sólo es una niña, no puedo rebajarla a eso... no puedo... no puedo...

Y su voz se perdió en la soledad de la cámara, ahogada por el deseo.


Continuará Tocaba un capítulo de transición¿cierto? Han pasado bastantes cosas hasta ahora para tener un pequeño respiro. - y es que tenía ganas de hundir el Sunrise, me daba bastante rabia.
Subiré alguna cosita mas, porque os he tenido abandonads durante mucho tiempo. Hasta luego!