Titulo: La amazona perdida y el pirata loco.

Capitulo 12: Ocaso


En un principio ninguno de los tres había distinguido la forma que les hablaba, porque el cambio del interior vagamente iluminado a la negra noche les tomó unos segundos para ajustar sus ojos a la oscuridad.

Aunque estaban los tres petrificados por el miedo, pues su suerte no parecía muy buena y el estado de shock de Sora dificultaba una huída rápida, Marie consiguió reaccionar a tiempo, y se apresuró a salir delante de Jack y Sora.

Con una pequeña espada que había llevado desde su huída, había arremetido contra la sombra que dijo esas palabras.

Un par de golpes de espada bloqueados por su contrincante le bastaron a Jack para subir la voz desde el lugar donde se encontraba y avisarle a Marie que él conocía a esa sombra.

Con aire calmado y desde luego cansado, anunció cuando Marie dejó de arremeter violentamente:

- Gibbs, quieres hacer el favor de dejar de pegarnos esos sustos!

Se oyó una risa ronca ahogada por la noche y el viejo contestó:

- Lo siento capitán, es una costumbre.

- ¿Qué haces aquí? Hace horas que deberíais estar en la playa.- dijo Jack

- Bueno, supusimos que te meterías en algún problema y bueno, parece que he acertado.

- Jack? – inquirió Marie, espada en mano.

- No pasa nada, querida, es un amigo.

- Deberíamos irnos – acabó Gibbs – luego seguiremos con las presentaciones.


Habían llegado a bordo de la Perla y justo el viento de antes del alba soplaba a favor del navío. En una hora escasa, cuando ni siquiera en esa fiesta de magnates se habían dado cuenta que sus prisioneros se habían escapado, no quedaba ni rastro del barco pirata en Bahía de Nahab.

Por el camino habían sobrado las palabras. Gibbs conducía a paso ligero colina abajo a un grupo de personalidades excéntricas y diferentes en toda su plenitud. Marie había llegado al punto de remangarse su vestido casi hasta la cintura para poder andar mejor por los adoquines de las calles. Un poco mas arriba de donde estaban, había perdido un zapato al tropezar con un gato que huía de un estruendo y cojeaba con un aire muy gracioso que nadie se atrevió a comentar. En su cara se leía el apresuro con el que andaban, pero también la alegría de saborear la libertad.

Jack. Bueno. En la cara de Jack se podía distinguir claramente a un hombre feliz. Su paso era ligero, es cierto, pero caminaba como si flotase. Como si se hubiese liberado de una pesada carga y le diese igual el mundo entero. Él era feliz. Llevaba a Sora de la mano, la cual, por su parte, si la hubiesen guiado a un acantilado y la hubiesen dicho que siguiese andando, lo habría echo.

La pobre muchacha llevaba la cara aún encendida por la vergüenza y miraba al suelo continuamente, como si la mugre de las piedras tuviese mas importancia que su propia vida. Por otra parte, las marcas que Jack había dejado en ella, tales como en su cuello, su pecho o sus hombros comenzaban a aparecer con mas intensidad en su piel. Por eso, cuando algunos de los indigentes que pasaban por las calles se fijaban en el cuarteto liderado por Gibbs, murmuraban mientras iban pasando, y en cuanto llegaba Sora de la mano de Jack, los silbidos se hacían resonar por las calles.

Jack quiso hacer una parada para ir a recoger sus bártulos a casa de la vieja Nadine, pero sus sabios chicos se habían ocupado de ello hacía unas horas.

Así pues, cuando ya estaban a bordo del navío, todo estaba a punto para zarpar y dejar atrás otra tierra llena de enemigos.


En el barco, después de tantas carreras bajando la montaña escalonada, los cuatro fugitivos descansaban tirados por el suelo.

Estaba a punto de amanecer, y la claridad de esa temprana hora descubría poco a poco sus rostros, fatigados y felices.

Cuando Gibbs se dio cuenta de cuan bella era su atacante, se enderezó y con aire muy digno preguntó a su capitán por ella. Jack hizo las presentaciones oportunas y anunció a los miembros de la tripulación que iban a contar con la presencia de la hermosa Marie entre ellos por tiempo indefinido.

Muchos de los muchachos se alegraron, pero se oyó un bufido femenino desde el fondo que indudablemente provenía de Ana María. Es cierto que ya habían demasiadas mujeres a bordo, y el mal fario era el mal fario, pero cuando la belleza aparecía en su forma mas pura e inocente, ni unos burdos piratas se atrevían a cuestionar su presencia. La incógnita, era que nadie sabía que pronto se sucedería su desalojo.

Jack miró a Sora, que parecía entre perdida y aturdida en medio de la situación. Miraba al cielo de color mortecino y respiraba con pequeños jadeos. Se acercó a ella y le dio un toquecito con su hombro. Ella reaccionó, y al mirarlo sonrió con dulzura.

Todos estaban cansados, pues habían pasado toda la noche bebiendo, bailando y robando. Pero se tenían que poner en marcha, pues Jack había prometido que cuando acabasen sus negocios en Bahía Nahab irían sin demora hacia Dellas. Así pues, como todos sabían el rumbo, dejaron amablemente descansar al capitán, acomodar a la recién llegada dama de cabellos escarlata y molestar al viejo Gibbs, por sonrojarse ante la presencia de una mujer.


A Marie, el capitán le había brindado el camarote que antes había pertenecido a Sora, porque, evidentemente, Jack no iba a volver a pasar una noche en soledad después de haber probado la compañía de su enamorada.

Ésta se mostraba encantada. Insistió con la idea de visitar el barco y conocerlo todo de golpe, pero hasta en sus blancos párpados se notaba el peso del cansancio.

Jack, como buen anfitrión, la despidió con una sonrisa y una reverencia en su camarote, y antes de salir por la puerta llevándose con él las pocas pertenencias de Sora, le dijo a la misma:

- No tardes.

Sora quiso responder. Quiso replicar. Pero la puerta cerrada y la risilla de Marie le sellaron los labios.

No pasaron unos segundos después de esa risa, cuando Marie se abalanzó a Sora en un abrazo y dieron un par de vueltas tambaleándose hasta quedar tiradas en la cama.

Marie rió, como siempre lo hacía y como Sora tanto adoraba y la miró en silencio. Luego su dulce voz anunció:

- Me alegro de verte así. Ya eres toda una mujer!- y se echó a reír sonoramente.

Sora no podía controlar la vergüenza y enrojeció furiosamente, pero no apartó la mirada, pues conocía a su amiga casi tanto como a ella misma. Y sabía que aunque la hubiese descubierto en tales circunstancias con Jack, en realidad, no era nada grave. Era Marie.

- ¿Cómo…?- pero Sora no supo continuar la pregunta.

- Simplemente el saber que tu y Jack estabais ahí me dio fuerza para liberarme de ese tipo.

- Y… ¿has renunciado a todas esas riquezas?- preguntó la muchacha con una sonrisa burlona, quitándole hierro a la situación.

- Bueno… digamos que prefiero reír en la calle, que estar siempre llorando nadando en joyas.

- Marie… quisiera ser como tu… - confesó Sora

- ¿Por qué¡Tú tienes a Jack! Eres la mujer mas afortunada de la tierra! Jack estará contigo siempre y para siempre!

- Eso me temo que es lo que me preocupa – dijo Sora entristecida

- ¿Cómo?

Sora procedió a explicarle a su amiga toda su historia. Todo su pasado. Sus recuerdos de su casa. Lo que descubrió que era su tribu. Que era una amazona. Toda la historia de Nadia y los piratas que las secuestraron de pequeñas. Lo que pasó con Waqas y Edgar… se lo explicó todo con pelos y señales, y se tomó su tiempo en ello.

Tanto, que cuando casi estaba acabando oyeron ruido en el camarote de al lado. Marie sonrió pese a la tristeza de las palabras de la muchacha, y dijo:

- Tu Jack se está impacientando.

Pero Sora decidió hacerle sufrir un poco mas, y siguió unos minutos con Marie. Acabó pesadamente:

- Por eso me asusta ahora volver. Quiero volver a mi hogar con locura. Quiero volver a ser enteramente yo misma. Pero me da miedo que las leyes… que me obliguen a quedarme. Que me separen de Jack.

- Pequeña… entiendo perfectamente tus sentimientos. Y también entiendo que no quieras decirle nada a Jack. Pero tarde o temprano lo deberá saber.

- Pero…

- Sora… que eres? – preguntó Marie

- ¿Cómo?

- Dime que es lo que eres.

- Una… ¿mujer?- dijo Sora entre dientes

- No! … es decir… si. Pero no me refería a eso. Eres un pirata, verdad?

- Si, bueno… Jack se empeña en creerlo y en hacérmelo creer.

- Bien. Pues créele. Se un pirata. ¿Y que hacen los piratas?

- No te sigo…

- ¡Romper las reglas! Si eres un pirata, no tienes porque ser una amazona.

- Yo también lo he pensado, pero… en mi interior, yo se perfectamente lo que soy. Y me llama. – sentenció Sora

Tras unos segundos pensando, Marie abrió los ojos desmesuradamente. Se le había ocurrido un perfecto plan.

- Verdad que le has dicho a Jack que tienes que ir a "honrar" la memoria de una de las amazonas?

- Si…

- Pues bien, escucha esto.

Marie le explicó lo que Sora en un principio pensó que era un disparatado propósito para su situación, pero conforme le iba explicando, parecía que no era tan loco como pensaba.

Acabaron las dos por acordar que harían lo que Marie había dicho y rezarían porque saliese bien.

Como los ruidos exagerados del camarote contiguo parecían mas nerviosos, Sora se despidió con un deseo de "buenas noches" a su amiga. Pero antes de salir, se lo pensó mejor y volvió a la cama con ella.

Cogió una cuenta de color verde esmeralda de la bolsa del cinto. Era la que llevaba entre las ropas propias de un pirata que se había quitado para convertirse en diosa esa noche. Sin explicarle nada, la ató a la minúscula trenza de pelo de la que colgaba otra cuenta roja, y un cascabel y dijo:

- Una cuenta por la bella Marie.


El radiante que entraba por la ventanilla del camarote del capitán, había sido tapado con una cortinilla improvisada del mismo.

Hacía mucho rato que había dejado a su nueva amante con esa vieja amiga que sin duda también habría calentado su cama. Estaba nervioso. Andaba de un lado a otro de la estancia y no paraba de hacer cambios del escaso mobiliario que allí tenía.

La pequeña mesa, la única silla y las ropas de Sora estuvieron rodando de aquí para allá durante bastante tiempo, y nunca encontraban un lugar en el que Jack, decidiese que estaban bien.

Cuando Sora abrió la puerta, se giró sobre él mismo para enfrentar la misma y apoyado en la mesa que había quedado en medio de la estancia, aparentó una cómica tranquilidad.

- ¿Qué has estado haciendo?- preguntó Sora al ver la extraña distribución.

- Cambios. He pensado que necesitaríamos mas espacio.

- ¿Necesitaríamos?

- En efecto, amor. Éste es tu nuevo camarote.

- Esto… Jack… no crees que es un poco apresurado? – dijo ella cuando vio a Jack desprenderse de nuevo de su camisa y el cinto de su pelo.

- Oh, vamos… ¿de que te avergüenzas ahora? Además… después de lo de antes…

- Eso era distinto! Pensaba… pensaba que nos iban a matar! Que era la última vez que te vería!

- Y claro, decidiste aprovecharla. No te culpo. En realidad yo pensaba lo mismo que tú. Llegar al cielo con una sonrisa.- dijo Jack mientras se acercaba con su aire de seguridad recuperado.

- No me refiero a eso! Jack, no confundas los sentimientos- acabó Sora con la voz cansada pues realmente la noche había sido muy movida.

Pero no pudo seguir hablando porque Jack la había besado y se la llevaba hacia la cama aun con el poco ánimo de ella. Sora se preguntó en silencio de dónde sacaba la incitación ese hombre y al fin y al cabo se dejó llevar, pues según el plan de Marie, todo saldría bien.

Jack, una vez que hubo conseguido que su amante dejase de oponer resistencia, se desvivió en hacer de las segunda vez de la muchacha, algo que pudiese recordar sin tener que pasar tanta vergüenza.

Le habló con dulzura y le dijo las mas bellas palabras de amor que cabía esperar de un pirata. La desnudó con suavidad y la tendió en la cama. Se tomó su tiempo en besarla y en hablarle en susurros, halagándola y meciéndola. Sora dijo algo con los ojos entrecerrados a escasos milímetros de él.

- Jack, deberías de bajarme del altar en el que me tienes.

Jack estaba entonces muy ocupado en los senos de la chica como para percatarse de lo que había oído. Pero una respuesta perfecta se formó en su cabeza. Porque él siempre la tendría en el altar. Aunque esa misma noche, la hubiese echo bajar para yacer con él. Incluso pudiera ser que hubiese subido con ella.

Pero cuando fue a decírselo y a encararla con su sonrisa socarrona, la descubrió profundamente dormida. La cara de Jack fue un cuadro.

Su expresión era la mas decepcionada del mundo, pero acabó sonriendo y sentándose en el suelo, al lado de la cama. Miró a un lado y agarró la botella de ron que rodaba en una esquina. Le dio un largo trago y la dejó a un lado.

- Espero que sea la última vez que te duermes mientras estoy haciendo esto- dijo al silencio de la mañana. Y se rió de él mismo.

Le dio un beso a la mano que colgaba de la cama perteneciente a la bella durmiente y recostó su cabeza en la cama.

Al cabo de unos minutos. Compartían el sueño.


Sora se despertó al pasar unas cuatro horas. Es decir, cuando su estómago rugió por hambre.

Se encontró desnuda en la cama de Jack. Y le gustó la sensación. El olor de Jack impregnaba su piel. Y eso le hacía pensar que pertenecía a algún lugar.

Se levantó tal y como estaba, y observó que Jack seguía dónde se había dormido. Y se dio cuenta que sus vidas estaban ligadas, para un final feliz o para una tragedia. Mientras caminaba hasta la pequeña ventana con nada mas encima que el sonido de un cascabel, evocó las imágenes de una playa lejana. De esa que siempre soñaba despierta.

Cuando corrió la cortina y dejó entrar el Sol a la estancia, su cuerpo dorado también se iluminó. Con el calor de la mañana le llegaron las demás imágenes de la playa, de los atardeceres, de las risas y del mar. Se dio cuenta que no lo añoraba tanto como pensaba. Pero que no podía renunciar a él. Al fin y al cabo. Eran sus raíces.

Una de las flores de su pelo que había utilizado Nadine para vestir a Sora le resbaló por su flequillo y quedó a medio camino por su mejilla. La cogió y la miró tiernamente recordando esa noche en la mazmorra. Si esa playa y las amazonas eran sus raíces, sin duda Jack, la Perla Negra y los piratas eran ahora parte de la su futuro.

Sacudió un poco su cabeza y las florecillas restantes cayeron por el movimiento.

El sonido del cascabel pareció sacar a Jack de su sueño, pues abrió los ojos al instante. Pero no se movió del sitio, y tan solo se quedó mirando a la figura desnuda bañada por el Sol.

Sora no se percató de que estaba siendo observada, y seguía impúdica mirando por la ventana. Así pues, ella, abrió la ventana y dejó entrar un poco el aire salado. Su impacto fue como jirón de seda cuando cae por los brazos desnudos. Escalofrío, y luego una sonrisa. Era agradable. El olor y la sensación eran parte de ella.

Jack la miraba embelesado. Algo estaba cambiando en ella. Su expresión. Era algo mas seria y mas apacible. Hacía apenas unas semanas que la había conocido siendo un muchacho enfurruñado todo el tiempo y preocupado por todo a la vez.

Ahora la miraba siendo una joven de fuerte carácter, que, bueno. También se enfurruñaba por cualquier cosa, pero era normal. Sobretodo a su edad. Él la comprendía, pero no iba a dejar que se fuese de su lado.

Sora seguía pensando en su isla y en su capitán. Marie le había hablado de un plan. De cómo poder llegar hasta las amazonas, decirles lo que en realidad pasó con las niñas, y poder marcharse de allí sin que la retuviesen. Pero no estaba segura de querer hacerlo. De cualquier modo Jack sabría que ella era una amazona. Si lo hacían del modo en que Marie lo había propuesto, a él no le importaría. Y se podrían marchar. Y serían felices para siempre. Si lo hacían de la forma contraria. Los separarían. Y Jack tendría que marcharse. Y probablemente para ellos. Sería de verdad un final.

Jack por su parte la seguía mirando. No podía apartar la vista de ella. Vio torcer el gesto de la muchacha. Probablemente estaría pensando en algo malo. Se quiso levantar y abrazarla. Decirle que la amaba y que él haría que no volviese a ser infeliz. ¿Cuántas veces le había dicho ya que la quería? Infinitas. Y ella… ella no había respondido lo mismo ni una sola vez. Algo fallaba para Jack. ¿La chica no estaba enamorada de él? Eso no podía ser. Él era Jack Sparrow! Todas las mujeres caían rendidas a sus pies! Al menos esto pensó para aliviar un poco el peso de su pecho.

Sora se estaba debatiendo con ella misma a muerte. ¿Qué debía hacer? Honrar lo que realmente ella era. O seguir su corazón y aceptar a un pirata como Jack Sparrow en su vida. La idea de Marie había sido simple. "Iremos las dos a Dellas. Yo seré tú, y tú serás yo. Así de simple. Podrás ver tu tierra. Podrás decidir si quedarte o marcharte. Y yo seré la única que tenga la obligación de quedarse.…… Pero Marie, allí.. allí no habrá de tus chicos que te compren regalos!…… Sora, pequeña. Cuando has llevado una vida como la mía, llega un momento en que dejas de necesitar a los hombres"

Eso había dicho Marie. Y a ese acuerdo habían llegado. Marie quería quedarse en Dellas. las amazonas, fuese quien fuese podía quedarse con ellas. Con la única condición que no fuese un hombre.

Jack en su mundo pensaba en que era lo que estaba alejando a su princesa de su lado. Que pensamientos eran tan importantes como para que ella estuviese tanto tiempo alejada de él. Fueron ahí donde los celos hicieron mella. Él la podría proteger de todo contacto físico. Pero su mente era otra cosa. Eso no la podía controlar. ¿En que se estaba convirtiendo Sora en su vida? En realmente "su" vida. Ya no era el vivir por ella. Era una obsesión sana de tenerla. Porque sin ella ……. ¿Qué le pasaría? Ahora que había encontrado a una persona que además de probar su cuerpo, había probado su corazón. Hizo una vaga reflexión en la posibilidad de abandonar la vida que llevaba por ella. Pero la abandonó rápidamente. Pues si Sora era su vida, el mar y la Perla serían su muerte de no tenerlos. Así pues, decidió, que todo seguiría como hasta ahora. Y que algún día, cuando ella tuviese unos años más… cuando la piratería fuese realmente también la vida de ella…… y teniendo en cuenta que esperaba que ambos siguiesen vivos hasta entonces… la haría su esposa.

Sora, también había tomado una decisión. Y los sentimientos y planes de Jack se iban a ver bastante perjudicados. Pero ella tenía que decidir. Y lo que había decidido… ni siquiera sabía si era lo mejor para los dos. Desde luego, no para ella. Mucho menos para Jack. Pero ¿cuál podía ser el futuro para una pareja como ellos? Un pirata con pésima reputación con las mujeres y una amazona que en la sangre llevaba el rechazo hacia los hombres. Tarde o temprano esos rasgos saldrían a flote. Y el dolor de partir entonces, sería la tortura mas intensa que nadie hubiese podido imaginar. Los dos se olvidaban también, que no eran seres precisamente predecibles.

A pesar de todos estos pensamientos. La mujer había decidido. Los pensamientos fueron tan claros como el Sol que entraba por la ventana y que había calentado el cuerpo de Sora. A penas quedaba un día de camino a Dellas. Lo sabía, lo sentía. Así pues, ese día iba ser plenamente para Jack. Para el hombre que la había rescatado, muy a su pesar.

Con ese último día dedicado en cuerpo y alma a Jack, lo dejaría atrás junto con esa corta etapa de su vida. Luego se entregaría a las amazonas en Dellas.


¿Cuánto tiempo había pasado desde que ella se había levantado y miraba por la ventana¿Cuánto tiempo hacía que Jack la estaba mirando?

Ninguno lo supo. Ambos parecieron recuperar el sentido del tiempo cuando ella se giró.

Al parecer, se sintió de nuevo vergonzosa de estar tan libremente por la estancia. Se giró sobre sus pasos y adaptó sus ojos a la mediana oscuridad comparada con la claridad de fuera. Y entonces vio a Jack observándola. Pudo haber pudor. Pero ella sabía a lo que se enfrentaba. A un último día con su amado. Así pues, se quedó donde estaba y le sonrió ligeramente.

- Buenos días- anunció con tranquilidad

Jack reaccionó maravillosamente bien. Primero levantó una ceja y la miró perplejo. ¿Su pequeña había madurado? Sonrió y le respondió cortésmente:

- Buenos días, querida. ¿Has dormido bien?

- Todo lo bien que cabe esperar estando a tu lado.

- Hoy va a ser el principio de una nueva vida… - dijo Jack levantándose.

- No lo dudo- dijo ella pesarosa

Jack se acercó a ella y la rodeó con sus brazos.

- Te diría que te vistieses, pero eso iría en contra de mis principios.

- Bien, pues. No me vestiré. Me quedaré así todo el día. Seguro que sabrás que hacer.

Él entonces la miró extrañado y se separó de ella. Torció el gesto y le preguntó:

- ¿Qué te ocurre?

- ¿Cómo?- ahora era ella, quien parecía sorprendida. Jack siempre la buscaba. ¿Por qué cuando se ofrecía se extrañaba?

- Normalmente eres mas del tipo "No me mires! No me toques! Soy pura y limpia!"- dijo Jack alzando sus manos al aire y haciendo unos gestos desesperados, mientras agudizaba su voz.

Sora lo miró alzando una ceja y rodando sus ojos por el camarote. Se acercó a la silla en la que estaban sus ropas de pirata propiamente dichas, y se puso la camisa. Cuando comenzó a abotonarla le dijo:

- Bueno, capitán, siempre podemos volver al juego del gato y el ratón, si lo prefiere.

A Jack no se lo tenían que decir dos veces. Soltó una risilla y agarró a la muchacha por la cintura y en volandas la llevó hacia la cama.

Después de una sucesión de cosquillas, mordiscos, risas y besos él le repitió lo mucho que la quería y que la deseaba. A lo que ella tan solo contestó con una evasiva y otra ligera sonrisa.

- Sora… ¿por qué nunca me contestas a eso?

- Ahora que me fijo… nunca te había visto sin el pañuelo rojo… estás muy bien así…

- Sora… no intentes robarle al ladrón… - dijo Jack refiriéndose claramente a su virtud en lo que era a despistar

- No! Es cierto! Nunca te veo sin él¿Por qué?- insistió la muchacha

- Me acompaña desde que soy pirata… - dijo después de suspirar profundamente, en señal de rendición

Sora se incorporó pero sin liberarse del todo de su abrazo. Cogió el pañuelo que, al contrario que su ropa, estaba apilado con los efectos personales de Jack, en el suelo. Lo observó con interés y le dijo.

- Algo que tienes desde hace tanto tiempo, y a lo que le tienes tanto cariño… ¿qué pasaría si lo perdieras?

- Bueno… no acostumbro a perder aquello a lo que le doy realmente importancia. Por eso siempre lo mantengo conmigo.

- Si, bueno…pero… si no te quedase mas remedio que desprenderte de él… porque te obligasen a ello…¿qué harías?

- Bueno… en principio pelearía por él… pero, no es mas que un pañuelo… siempre puedo conseguir otro – dijo Jack recurriendo por una vez en su vida a la razón.

- Jack. ¿Tú le pegarías a una mujer para conseguir lo que quieres?

Jack la miró con los ojos muy abiertos y con una expresión de seria sorpresa en la cara. Luego se separó de ella con un gesto muy solemne y mirándola a los ojos le dijo:

- Yo nunca te obligaría a hacer nada que tu no quisieras, Sora. Eso te lo puedo jurar.

Cuando se percató Sora de lo que quería decir lanzó una carcajada y se aferró a su pecho.

- No me refiero a eso, Jack. Ya se que no eres ese tipo de hombres. Lo que quiero decir es que si una mujer te robase lo mas preciado para ti… serías capaz de enfrentarte a ella.

- Creo que no. Pero intentaría por otros medios recuperarlo.

Se hizo silencio entre los dos y ella decidió emprender otra sarta de preguntas que para él no tenían sentido.

- Jack. Si alguna vez nos tuviésemos que separar…

- No nos vamos a separar. No voy a dejar que se te lleven de mi lado.

- Acabas de decir que no me obligarías a hacer nada que yo no quisiera.

- ¿Quieres alejarte de mi?

- No.

- Entonces… ¿a que viene esa pregunta?

- Era solo una pregunta.

- Pues la respuesta es que no nos vamos a separar.

- Pero si pasase. Si yo tuviese que permanecer alejada de ti… ¿qué quedaría de los dos en cada uno de nosotros?

- No lo se. No quiero saberlo. No quiero pensarlo. Esta es la primera vez que encuentro algo así. Algo tan grande como tú. Y no quiero ni pensar en lo que pudiese pasar si pasase algo así…

Jack estaba de nuevo encima de ella. Preparándose para amarla de la manera en que lo quería hacer. Ahora, y el resto de su vida. Pero desde fuera los interrumpió los golpes de Gibbs en la puerta, pidiéndole que saliera, pues Marie estaba pidiendo que alguien le enseñase el barco. Jack, se recostó su cabeza en el hombro de Sora, que yacía debajo de él, y suspiró en frustración. Sora solo se rió y apartó el flequillo de su cara. Hizo un ademán de levantarse pero Jack se lo impidió.

- No, querida. Estas interrupciones han de acabarse de una vez – dijo para que solo lo oyese ella, y gritándole detrás de la puerta, acabó- dile a Ana María que se encargue de Marie! Y haz el favor de no molestar nunca mas al capitán cuando está en su camarote con su mujer!

Se oyó una disculpa desde fuera y unos pasos apresurados que se marchaban.

- Gec. Nunca cambiará, cierto? – dijo Sora

- Por su bien, espero que lo haga. Ahora¿dónde nos habíamos quedado?

No la dejó contestar, pues realmente no hacían falta las palabras. La besó, y su beso fue en cuerpo y alma, suave, lento, amoroso y muy apasionado. Exactamente igual que el sexo que lo precedería.

Y nada ni nadie los quiso molestar en esos momentos. Ni la luz, ni el ruido, ni el frío, ni el calor, ni nada a su alrededor. Así pues, hasta las emociones del mismo océano que estaban cruzando decidieron dejar a puerta cerrada, en la intimidad del camarote principal de la Perla Negra, a dos amantes que el mundo se llevaría en la distancia.


En cubierta, Ana María acarreaba con Marie, de arriba abajo del barco. Ésta última se había apropiado de la ropa de la pirata, pero seguía con su personal estilo de dama de la calle. La mujer de color parecía furiosa de tener mas mujeronas a bordo, y no disimulaba su desagrado con la pelirroja. En cambio, ella se mostraba muy habladora y alegre.

- Este barco se mueve muy lentamente¿no?- dijo Marie al ver que realmente iban demasiado despacio

- Eso es porque no hay viento!- vociferó Ana María- con el viento que se había levantado esta mañana podríamos estar ya en Dellas, pero a este paso, habríamos de dar gracias por llegar esta tarde.

- Uno de los chicos me dijo que habían por lo menos cuatro días de travesía!

- Eso era si la corriente nos arrastraba a esas islas de ahí – dijo la mujer señalando a su derecha- es muy difícil controlar los navíos en ese punto

- Oh vaya, me hubiese gustado pasar mas tiempo en este barco…

- ¿Te vas a quedar en Dellas?- preguntó Ana María casi con esperanza

- Oh si… vamos a hacer un trueque. Yo por Sora. Así podrá ver su tierra al menos una vez. Yo me quedaré… espero que me acojan bien.

- ¿Cómo¿Sora es una amazona?- Ana estaba perpleja

Marie arqueó las cejas. Había metido la pata contándole la verdad sobre Sora, ya que en principio, ella se iba a quedar abordo lidiando con esos piratas.

Se quiso marchar como quien no quiere la cosa, alegando "cosas de mujeres" pero eso con Ana María no serviría. Ésta la tomó del brazo y la enfrentó:

- Jack … ¿lo sabe?

- No… pero no importará… ella seguirá aquí… - dijo Marie defendiéndose

- Eso espero. Porque a nuestro capitán le importa demasiado esa niña como para perderla. Cualquiera sabe lo que podría pasar si la pierde justo ahora.

- Veo que te preocupas mucho por Jack… ¿celosa?- se burló Marie.

- No digas estupideces. Mas que temer por él, temo por nosotros. Si Jack pierde a esa niña… su vida no valdrá para mucho… y si ni siquiera vale su vida, su tripulación… -

Ana María se marchó hacia cualquier otro lugar donde nadie pudiese ver sus ojos. Marie se quedó en la proa, observando el horizonte. Ella no estaba preocupada, pues no sabía en realidad los planes en que había pensado Sora. Ella anhelaba una vida nueva rodeada de mujeres, pues ya estaba cansada de vivirla con hombres.

Tan absorta estaba en sus pensamientos, en su nueva vida, que ni siquiera divisó un lejano y borroso punto en el horizonte.

Dellas.


Continuará!

Ocaso… atardecer… preludio de la noche… y todos sabemos que la noche es el final.

Falta poco para que esta historia llegue a su fin. Espero que estemos aquí todos para verlo

Muchas gracias a todos los que me han estado apoyando hasta ahora. Los reviews me han ayudado mucho a seguir. Seguid conmigo solo un poco mas!

Hasta pronto,

Witchy woman

PD: siento mucho no actualizar mas rápidamente dado que la historia ya está acabada, pero es que me conecto muy poco y cuando lo hago son pocos minutos para mirar el correo. De todas formas, la próxima vez que me conecte subiré los dos capis que quedan ok? gracias por tener paciencia. UN BESOTE!