Capítulo 2: ¡Que empiece el entrenamiento!
A la mañana siguiente, Harry, quien no había dormido muy bien, bajó por las escaleras para dirigirse a la cocina, ya que de allí provenían los fragmentos de alguna conversación:
-Le digo señor... hace mucho tiempo que él no hace nada, y no ha intentado liberar a aquellos que hemos capturado en el ministerio. Hay que desconfiar.
Harry, presintiendo que la conversación estaba a punto de terminar y no quería que lo descubrieran, se dirigió a la cocina.
Allí encontró a Lupin (¿debería llamarlo Remus o Lupin ahora?) adormilado delante de una taza que desprendía un ligero vapor.
-Buenos días, Lupin, ¿Ha... has dormido bien?
Decididamente no sabía a ciencia cierto como estaban las cosas con él.
-Harry, nos conocemos ahora desde hace 2 años, casi tres, me gustaría que me tutearas y me llamaras Remus, por favor, sino tengo la impresión de que soy muy viejo –dijo dándole una de sus famosas sonrisas como diciendo que tenía un secreto, una ligera sonrisa que volvería loca a más de una mujer. Incluso Harry se sintió enrojecer.
Como aún era un muchacho, Harry no dudó de su atractivo. Seguramente había hecho estragos en Hogwarts con... Sirius y sus padres.
Con estos pensamientos, Harry se sintió de nuevo con un ligero enrojecimiento. No tenía familia, y le quedaba algunas personas y ciertos vestigios y recuerdos de sus padres y de su padrino. Fue Remus quien lo sacó de sus pensamientos:
-¿Qué quieres beber? Hay chocolate caliente si quieres o café. Para comer he hecho unas tostadas para ti pero no sabía que le echarías y entonces cogí mermelada, miel y incluso he comprado un bote extraño, completamente negro.. de –Remus cogió el bote y leyó- ah, si, de nocilla.
Harry se sentó bastante contento por el hecho de lo mal que lo estaba pasando Remus para complacerle. Estaba realmente encantado y para no decepcionarlo, cogió una tostada y le puso nocilla, bajo la mirada dudosa de Remus.
-Toma, ¿ quieres probar?
-Euh... no... bueno si, vamos, trae... creo que habré probado cosas peores.
Harry rió ligeramente y eso complació enormemente a Remus.
-Entonces, ¿cuándo empiezo a entrenarme? –le preguntó Harry con una voz ansiosa.
-Bueno, una vez acabes de desayunar, Dumbledore y yo te vamos a explicar como va a funcionar esto, para ganar tiempo y que aprendas lo máximo posible.
Remus había dicho este discursillo con una voz misteriosa. Harry quería estar allí a cualquier precio, sobre todo ahora que Remus le había dicho eso.
Entonces acabó de desayunar con rapidez y se reunió con Dumbledore y Remus en una habitación que él no había visto nunca.
"Parece mentira que no reconozca esta habitación y eso que he recorrido todos los cuartos de esta casa. Es extraño."
-Harry, te voy a explicar ciertas reglas que será absolutamente necesarias que respetes para poder mejorar... –empezó Dumbledore.
"No está mal, ya lo sé, y aún con reglas, pero, ¿no hay de eso en la vida? Haber si acaba rápido y podemos empezar el entrenamiento".
Harry estaba famélico de conocimiento, quería tener las mismas posibilidades que Voldemort, sobre todo desde que sabía la profecía, pero primero quería destruir a Bellatrix, quien le había quitado algo que valoraba mucho, a aquel que podía llamar casi padre.
-Y todo gracias a Fudge...
Harry tembló. No quería volver a ver a Fudge en su vida y ahora que no tenía ningún poder sobre él, después de todo lo que había hecho, después de todos los mensajes, de todas las humillaciones que había sufrido, no quería volver a hablar con él y por tanto...
-... un giratiempo...
-¿De verdad? ¿Cómo aquél que Hermione tuvo durante nuestro tercer año ? –le interrumpió rápidamente Harry.
-Sí, exactamente el mismo. Sabes que Fudge debe hacer todo lo posible para compensarte y por eso ha aceptado sin hacer muchas preguntas. Aún debo recordarte como se fue, cuando volviste del torneo y tardaste una hora en regresar. Pero sobre todo, Harry, no olvides una regla fundamental, no te pueden ver, ya conoces los riesgos. La señorita Granger tuvo bien en cuenta esta norma durante todo el curso, y espero que seas tan serio como ella.
-Sí profesor, me comportaré.
-No lo he dudado ni un segundo. Bueno rápido, pasemos al entrenamiento: hoy entrenarás toda la mañana conmigo y Remus. Los otros miembros de la orden están en una misión, y harás dos entrenamientos paralelos. ¿Me entiendes?
Harry afirmó con la cabeza. Pasaría tres horas con Remus en un curso intensivo de defensa contra las artes oscuras.
-Espero que no hayas olvidado todo lo que aprendiste en tu tercer año –le dijo misteriosamente.
Remus había sido su profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras durante su tercer curso, y había sido el mejor, junto al cuarto, solo que Moody no era realmente Moody, pero habían aprendido cosas muy interesantes.
-No lo he olvidado.
-¿Sigues temiendo a los dementores? No te ofendas –dijo precipitadamente viendo la mirada que le había lanzado Harry.-Tengo un boggart y quería comprobar si controlas perfectamente el encantamiento para hacer frente a los dementores.
Harry tuvo miedo de que por un momento Remus pensara que no sabía nada. Le iba a demostrar lo contrario.
-Vamos –dijo Harry con una tono de voz misterioso parecido al de Remus, que hizo sonreír a este.
-Los cursos de ligue y misterio serán para después.
Los dos rieron con ganas.
-¿Listo?
Lupin abrió ligeramente el pequeño baúl que se deslizó lentamente y que Harry no había mirado antes. Harry afirmó con la cabeza pero no estaba completamente seguro.
" ¿Y si no es un dementor él que sale del baúl? Sería vergonzoso, sobre todo delante de Remus. Por favor que sea un dementor, pero ya no les tengo tanto miedo como en tercero. Es normal, sé como defenderme. ¿Y si no lo consigo? Hace tiempo que no practico el encantamiento. Vamos, piensa en algo alegre. ¿Pero qué? Mis pensamientos más felices eran de que algún día podría ir a vivir con Sirius lejos de los Dursleys, pero ahora era imposible.
Harry se encontraba menos seguro que normalmente, y se empezaba a desesperar.
"Vamos, necesito reponerme, tengo que honrar las clases que me dio Remus. Si mira que no he trabajado ya puedo decir adiós a mi entrenamiento y seguramente a mi ventaja sobre Voldemort y eso está fuera de discusión."
Harry intentó encontrar un recuerdo feliz, pero tenía que ser rápido.
"¿Por qué no el día que Cho me besó? No es suficiente fuerte. Piensa. No tengo ningún recuerdo alegre del año pasado, dudo que guarde algún recuerdo. ¡Ah si! ¡El grupo, mi grupo de Defensa Contra las Artes Oscuras, estoy tan orgulloso de eso: el ejército de Dumbledore!
En ese momento Remus empezó a liberar al boggart que se presentó delante de Harry y se transformo en...
Harry sintió sus entrañas congeladas, pero al contrario de los gritos de su madre que estaba acostumbrado a oír, esta vez eran los de Sirius. Para ser exactos, los propios gritos de Harry llamando desesperadamente a su padrino. Harry volvió a ver la muerte de Sirius. Desestabilizado por esa imagen, no buscó nada más para luchar contra el dementor. Lupin, viendo que Harry no reaccionaba, hizo entrar al boggart en el baúl y cogió a Harry en sus brazos, ya que parecía a punto de desmayarse. Aunque Harry no abría sus ojos, pudo sentir sus lágrimas correr por las mejillas.
-Lo he visto, Remus, lo he visto.
-Ya sé que ves a tu madre, Harry, pero no es la primera vez. ¿Por qué no has reacci...?
Remus no pudo continuar su frase viendo que el chico negaba con la cabeza.
-He visto la muerte de Sirius, la he visto.
Las lágrimas no se detenían. Harry intentó controlarse delante de Remus, pero sus lágrimas era incontrolables.
"¡Por Dios! Ahora lo entiendo, vio la muerte de Sirius. No era necesario que eso ocurriera. ¡Bravo, Remus, eres el campeón de las tonterías, peor que James!"
-Es mi culpa, Harry, lo siento no debería...
-No, no importa, Remus, volvamos a empezar.
Harry quería seguir adelante. Era necesario que superara esa prueba, tenía que hacer pagar a Bellatrix, hacer pagar a Voldemort, superar la muerte de Sirius.
-¿Estás seguro, Harry? Quiero decir, podemos hacer otra cosa, tenía una idea...
-No, quiero volver a hacerlo.
Viendo que Harry no iba a abandonar, se puso detrás del baúl. Estaba orgulloso de Harry, sabía que no lo abandonaría y por eso abrió el baúl.
El boggart salió de nuevo y se dirigió hacia la primera persona que vio. Miró a Harry y se transformó otra vez en un Dementor. Harry volvió a sentir ese frío glaciar y percibió la muerte de Sirius, pero esta vez estaba preparado.
-¡Expectro Patronus!
Un chorro plateado salió de su varita y un instante después, Cornamenta estaba delante de él.
"Mi padre era un magnífico animago, ya no percibo la presencia del dementor."
El boggart, temeroso de esta aparición, se volvió hacia Remus y se transformó en una luna. Lupin hizo retroceder al boggart y se volvió hacia Harry encantado.
-Bien Harry, estoy orgulloso de ti, tu patronus era perfecto. ¿Sabes que esto solo se aprende en el sexto año? Estarás más adelantado que los demás –Remus le guiñó un ojo maliciosamente.
"Espero estar algo más que avanzado, para la próxima vez que me encuentre delante de él.
Lupin enseguida le enseñó nuevos maleficios que le permitirían protegerse contra maldiciones poderosas.
-Debes de conocer el encantamiento escudo, ¿no?
-Euh... conozco el encantamiento de protección protego, pero...viendo que el año pasado no hemos tenido clases de Defensa Contra las Artes Oscuras no creo que hayamos aprendido esa maldición.
-Lástima, porque es muy útil. Lo aprenderás rápido. El encantamiento escudo es bastante simple, solo tienes que pensar al principio que clase de encantamiento escudo quieres, y concentrarte en su forma y decir scutum. No es muy complicado, mira. Pienso en un escudo que me proteja mi cuerpo y... ¡scutum!
Entonces, bajos los ojos de un maravillado Harry, dos destellos violetas salieron de la varita de Remus y formaron una pequeña barrera violeta y traslúcida delante de él.
-Harry, prepárate para lanzarme alguna maldición.
-¡Petrificus totalus!
En vez de darle a Remus, el encantamiento fue absorbido por el escudo.
-¡Finite incantatem! El escudo desaparece, ves, solo es una maldición defensiva, pero si haces un escudo poderoso, puede con algunas maldiciones como las de desarmen, o mismo las bromas más tontas de James. Me fue de utilidad alguna que otra vez.
Harry y Remus rieron. Harry adoraba cuando Remus hablaba de sus padres, de los Merodeadores, de las bromas que hacían. Lo adoraba.
-¿Nadie era capaz de escapar de sus bromas?
-¡Oh no! Éramos muy fuertes –dijo con un tono superior que hizo sonreír a Harry. –Pero alguna que otra vez, nos fue mal. Que quieres, algunos alumnos sufrieron menos que otros.
-¿Nadie intentó responder a vuestras bromas?
-¡Claro que sí! Pero eran raras las bromas que nos pillaban. Solamente un alumno nos puso en problemas. Es que éramos jóvenes y tontos.
Harry sonrió.
-Bueno, llega de recuerdos, sigamos practicando.
A Harry el escudo no le salió bien a la primera pero, después de cuatro practicas, lo hacía sin problemas, salvo que su escudo aún era pequeño.
-Lo mejor Harry, es que tienes poder suficiente para que te envuelta entero, y protegerte perfectamente por delante y por detrás. Los mortífagos no son muy leales.
Harry tuvo que practicar durante una hora para lograr hacer perfectamente el escudo.
-¡Muy bien, Harry! Sabía que lo lograrías rápido. Esta maldición se enseña a los de quinto, y los alumnos tardaron cerca de un mes. Los merodeadores lo conseguimos en una semana, tu nos has rebasado, Harry.
Harry estaba contento ya que el sabía que los merodeadores eran respetados por ser los alumnos más "eficientes". Harry se sintió orgulloso.
-Bien, ahora vamos a trabajar un escudo más poderoso. Es más o menos parecido a este, pero el encantamiento varia un poco y por supuesto, el encantamiento es más fuerte. No sé si lo conseguirás hacer hoy.
Harry quería dejar pasmado a Remus, y debía lograr esa maldición, era necesario que lo consiguiera.
-¿Cuál es el encantamiento?
-Cierto, me distraje un momento, el encantamiento es tueor scutum.
En cuanto pronunció esas palabras, los mismos destellos violetas salieron de la varita y formaron un escudo alrededor de Remus.
-Vamos, lánzame un encantamiento de desarmen.
-¡Expelliarmus!
La maldición fue absorbida por el escudo. A Harry ese escudo le pareció sumamente interesante, podría ser muy útil.
-¿Es capaz de bloquear las maldiciones imperdonables?
-Pues no, Harry. Las maldiciones imperdonables con muy difíciles y el Avada Kedavra es imposible bloquearla, como la Cruciatus. Sería necesario sabes como soportar el dolor y no demostrar a tu enemigo que sufres, y no estará muy contento. Siempre debes permanecer impasible, pero eso te lo enseñará Snape. Practica el encantamiento.
Harry obedeció y se concentró al máximo en lograrlo.
-¡Tueor scutum!
Dos destellos salieron y englobaron a Harry, no entero.
-¿Cómo puedes distinguir el encantamiento escudo de este escudo más poderoso?
-Es una excelente pregunta, Harry. Solo tú sabes si es lo bastante poderoso o no. Voy a intentar desarmarte. ¡Expelliarmus!
La varita de Harry se movió levemente en su mano, pero Harry logró retenerla.
-Estoy bastante impresionado de que lograras el escudo a la primera. ¡Entrena para que te protego por completo!
Después de una hora y media de trabajo duro por parte de Harry, logró controlar una poco más el encantamiento.
-Bien, llega por hoy. No olvides que tienes oclumancia con Dumbledore. Dale tres vueltas al reloj de arena dado que hemos trabajado durante tres horas. Pero hazlo fuera o te verás a ti mismo.
Harry captó el mensaje y salió al pasillo. Le dio tres vueltas al reloj. Todo su entorno se nubló y después se encontró delante de Dumbledore que salía de la sala de Defensa. La cadena que tenía la cuello y que llevaba al giratiempo, se hundió en la carne de Harry.
-¡Harry! ¿Cómo fue la clase ? –le preguntó Dumbledore.
-Muy bien, aunque técnicamente acaba de empezar.
Dumbledore le miró divertido.
-Vamos, sígueme Harry, iremos al despacho.
El despacho era una habitación que Harry no conocía para nada. ¿Quién pensaría que esta casa tendría aún más habitaciones desconocidas?
"Ahora comprendo mejor porque Sirius encontraba todos los pasadizos secretos de Hogwarts. Estaba acostumbrado a tenerlos en su casa!
El despacho era una habitación simple y con pocos muebles. Tenía dos sillones y un despacho simple y bastante bonito. En la esquina derecha, Harry vio un pequeño escritorio y al fondo a la derecha había una estantería que contenía muchos libros antiguos, visto el estado de las pastas.
-Bien, el año anterior el profesor Snape te enseñó oclumancia. Este año, por razones evidentes, te voy a enseñar yo. Es necesario que te concentres Harry, es necesario que quieras que nadie lea lo que tienes en la cabeza.
No estaba listo para volver a vivir sus sueños. Pero quería cerrar su mente e impedir que Voldemort accediera a ella.
-Pero profesor, ¿mi cicatriz me dejará de hacer daño,¿y si Voldemort intenta volver a poseerme?
-No, creo que no, Voldemort no podrá más leer tus pensamientos, Harry, pero eso no impide que puede sentir tus emociones y eso no afecta a los pensamientos, son dos cosas completamente distintas.
Harry estaba decidido. Si solo el encontraría la manera de hacer menguar el dolor de su cicatriz cada vez que Voldemort sintiera cualquier cosa.
-Bien, empecemos, ¿estás listo?
Harry se levantó del sillón en el que se había sentado y se concentró en cerrar su mente.
-Uno... dos... tres... ¡legilimens!
Harry sentía dolor, como cada vez que Snape hacía lo mismo, pero esta vez, era menos doloroso. Y se dio cuenta que él estaba revisando sus recuerdos.
El lugar le era familiar como todos los mocosos que iban a la escuela de primaria. De hecho, se encontraban delante de una escuela simple en apariencia pero alegre pues todos los niños se divertían.
Se podía ver a un niño pequeño que estaba solo y no tenía juguetes y tampoco amigos. La apariencia del crío era patética: llevaba unos pantalones dos veces más grandes que él y que le obligaban a poder una mano en ellos para que no se cayeran; y también un jersey gris desgastado y tan grande como el pantalón. El pequeño no tenía un aire triste por culpa de su vestuario, más bien la aceptaba y no debía de tener más de siete años.
-¡Hey, Harry!
Un chico más grande se aproximaba por detrás y lo empezó a empujar. Con el golpe Harry cayó al suelo y miró al chico con los ojos. Parecían relámpagos. No podías leer odio en ellos, solo incomprensión frente la actitud del chico. De pronto, un segundo chico apareció, demasiado gordo para su edad: era Dudley.
-Nicolas, ¿Qué haces con este error de la naturaleza? –dijo Dudley.
-Nada, solo me divertía un poco.
Los otros chicos que acompañaban a Dudley rieron tontamente. Harry se levantó y empezó a irse en dirección contraria.
-Harry, no te vayas, solo hemos empezado a divertirnos.
Pero Harry no escuchó más las malvadas bromas de los chicos.
-No vale la pena que busques compañía, Harry, haré que tengas la suerte de tener que estar solo –le dijo Dudley.
Los otros chicos volvieron a reír.
Harry forzó su mente. Dumbledore había detenido la maldición, al contrario de lo que hacía Snape el año pasado.
-Veo que no has puesto mucha resistencia, Harry. Haría falta que te concentraras más.
Dumbledore no hizo ningún comentaría sobre lo que había visto y Harry se lo agradeció. Su vida antes de descubrir la existencia de la magia fue solitaria y siempre era insultado por Dudley y sus amigos.
-¿Estás listo esta vez, Harry?
Harry afirmó con la cabeza. Esta vez, no contaría con la amabilidad de Dumbledore, cerraría su mente.
-Un... dos... tres... ¡legilimens!
Harry se concentró para no dejarlo pasar. Al principio, fue bien, pues no vio ninguna imagen. Continuó concentrándose pero no fue suficiente, y empezó a fallar. Comprendió su error cuando vio aparecer otro recuerdo.
Era por la mañana, muy temprano, pero un joven Harry, de cinco años, no dormía. Estaba esperando a que su tía decidiera dejarlo salir.. Él sabía que no vendría antes de las siete, y ahora serían las cinco.
¿Qué haría ahora? Encendió una pequeña bombilla y puso sus gafas sobre la nariz. Miró fijamente la puerta, y esperó a que su tía llegara. Solo ante su asombro, la puerta se abrió de golpe. Petunia había echo mal al encerrarlo el día anterior.
Salió de su alacena y fue a la cocina. Tenía razón, eran las cinco y media de la mañana, o al menos eso marcaba el reloj.
Fue al salón y observó las fotos que estaban colgadas por todas las paredes.
De pronto escuchó un carraspeó detrás de él y al girarse se encontró cara a cara con su tía.
-¿Qué haces fuera de tu alacena? ¿Cómo saliste?
-Yo... yo... no sé... se abrió sola como por...
-¡La magia no existe!
Ella había dicho eso en un tono duro pero no muy fuerte para no despertar a nadie en la casa. Le dio una bofetada y lo encerró en su alacena.
Esta vez, fue Harry quien expulsó a Dumbledore de sus recuerdos.
-Bien, te has esforzado, Harry, estoy orgulloso de ti. Sabes, podemos parar en cualquier momento si estás cansado o no quieres seguir viendo tus recuerdos. Pero te digo que es necesario que cierres bien tu mente desde el principio.
-Vale, pero estoy cansado. Si puedo descansar un poco...
-Está bien, Harry, pienso que en tu entrenamiento no tendrás ningún problema.
Siguieron practicando un poco más tarde, y Harry empezó a comprender el funcionamiento de la oclumancia.
-Bien, por hoy llega. De todas formas, ya hacen tres horas, puedes dejar el despacho, pero Harry, no pases delante de la sala de DCLAO pues creo que debes de estar apuntó de regresar con el giratiempo.
Harry asintió.
Volvió a su habitación, para relajarse un poco y poder tomar un baño. Ya pasaba del mediodía, y Harry tenía hambre. Decidió bajar a la cocina para comer un poco. En la cocina encontró a Remus conversando con Ojoloco Moody.
-¿Cómo te va, Harry? Lupin me dijo que realizaste un escudo poderoso el primer día. Estoy un poco sorprendido, quieres ser auror, ¿no?
-Si, me gustaría. La profesora McGonagall me alentó el año pasado, incluso pensé que había sido por llevarle la contraria a Umbridge.
-Pienso que tienes todas las capacidades necesarias para serlo, sobre todo si logras hacer todos los hechizos de protección tan rápido.
-Pero es que... –Harry no se atrevía a realizar la pregunta que le daba vueltas en su casa desde que había empezado el entrenamiento... -¿Aprenderé a realizar las maldiciones imperdonables?
Remus se sorprendió con esa pregunta, pero Moody no lo parecía.
-No, Harry, tu nunca aprenderás esas maldiciones. ¿Quieres rebajarte al nivel de los mortífagos que solo saben hacer eso? –le habló duramente Lupin y Harry comprendió que nunca debió hacer esa pregunta.
-No... ¿Cómo le haremos pagar?
-Tú sabes, Harry, que tu entrenamiento no sirve solamente para que te protejas, no para atacar... –Harry se sintió de pronto vacío. Iba a protestar cuando Remus continúo-... al menos por el momento, pero las maldiciones imperdonables no deben ser en ningún caso utilizadas, eso sería rebajarse a su nivel. Puedes hacerlos sufrir, Harry, sin tener que recurrir a las maldiciones imperdonables.
-¿Pero cómo, Remus? –le preguntó Harry, cómo se podría hacer sufrir.
-Es bastante simple, Harry, si impides que logren sus propósitos. Voldemort los castigará. Por supuesto, existen algunas maldiciones bastante ridículas que les pueden impedir pronunciar como se debe los hechizos.
Remus sonrió con esta última explicación. Después de comer, Harry subió a su habitación. No sabía que mas hacer.
"¿Por qué no practico el escudo? Remus se alegrará al ver que estoy progresando."
Pero Harry ya sabía hacer bien el encantamiento, y no le hizo ni falta quince minutos para perfeccionarlo. Cuando logró el encantamiento, se sentía seguro, como aquella vez que su patronus había surgido, y sabía que el encantamiento era perfecto.
Después de algunos ejercicios para cerrar su mente, decidió ir a ver a Dumbledore a su despacho.
Pero no se dirigió al despacho, Harry notó que la casa estaba extrañamente en calma. No estaba muy tranquilo, pues esta casa se suponía que era el cuartel general contra Voldemort y nadie estaba por allí. Si Voldemort atacaba, alguien lo habría avisado por lo menos.
Harry, no sintiendo ningún dolor en su cicatriz, no aprobó esa idea. Cuando llegó al despacho, Harry toco en la puerta y esperó una respuesta.
-Entra, Harry, te esperaba.
Harry, sorprendido pro esa respuesta, entró en el despacho y comprobó que Dumbledore no estaba solo. Había dos personas más allí.
-La profesora McGonagall y el profesor Snape han venido a entrenarte, Harry.
Harry no estaba muy contento. Cierto que había venido a ver a Dumbledore para entrenar y estaba contento de que la profesora McGonagall estuviera allí, pero Snape era otra historia, así como que lo viera con disgusto y con rencor.
-Bien, justamente venía a verlo para saber cual era mi próxima lección y el lugar donde la daría.
-Es cierto, y empezarás con el profesor Snape...
"¡Oh no!¡No era necesario que viniera a entrenarme el primer día, va a fastidiarme las vacaciones! ¡Desde luego no tengo suerte!
-Sígueme, Potter, iremos a una sala donde podremos estar tranquilos.
" ¿Qué busca tranquilidad? Tú quieres verme morder el polvo, eso desde luego. No Snape, te has confundido de presa.
Pero Harry conocía las habilidades de Snape en combate, y sobre todo en duelos. Era muy fuerte, y él era digno de ser un buen profesor de DCLAO. Aunque la única vez que Harry lo había tenido como profesor fuera en tercero y no había sido muy agradable.
Entraron en la sala donde Harry había dado clase con Remus. Snape despejó la sala de manera que tenían espacio para realizar un duelo.
-Bien, en realidad no espero nada extraordinario de tu parte, Potter, yo mismo sé que me va a ser imposible meter algo en esa cabeza. Si eres tan arrogante como tu padre, no lograremos nada.
Harry tuvo que luchar contra sí mismo para no decir nada y parecer normal como si lo que decía Snape no le afectara.
-Ocultas muy mal tus emociones, Potter. Puedo ver que estás lleno de rabia contra mi –le dijo con una sonrisa hipócrita.- Quizás no deberíamos empezar ahora, no creo que enseñar tus emociones al Señor Tenebroso sea una buena idea.
Por primera vez en su vida, Harry estaba completamente de acuerdo con Snape pero eso él no lo diría jamás, más bien prefería una docena de cruciatus.
Snape continuó sin mirar a Harry, sabiendo que este último escucharía sus consejos.
"¡Por una vez que tenga la atención de un Potter! Si James supiera que su hijo depende de mí, estaría lleno de rabia. ¿Por qué Dumbledore me confiaría el papel de cuidados del huérfano? No tenía necesidad de hacer eso."
Snape no permitiría ningún fallo, y Harry escucharía ávidamente lo que le iba a contar.
-Ves, ante tu adversario debes permanecer impasible. Mismo cuando estás mal, mismo si te lanzan un cruciatus, no debes mostrar como te sientes, ¿Me as entendido, Potter? No pienso repetirlo. No tengo nada más que hacer, ya he aceptado jugar a los amigos contigo, puesto que tu padrino no está aquí para realizar ese papel.
Snape intentaba enfadar a Harry, quería sacarlo de quicio.
"Veo que se controla un poco mejor"-Pero no, Potter, yo leo en ti como en un libro. Estoy perdiendo el tiempo. ¡Lo sabía! Tienes que mostrar un rostro frío, un rostro sin expresión, ¡esfuérzate!
Snape había gruñido la última frase. Decir que Harry estaba encolerizado era un eufemismo, hervía en rabia, pero sabía exactamente lo que Snape quería hacer.
"Muy bien, veo muy claro tu juego, Snape, intentas sacerme fuera de mí, y así podrías marchar."
Este pensamiento le hizo sonreír, pero valía la pena lanzarle una sonrisa fría a Snape.
"Oh, bravo, Potter, no esperaba que aprendieras tan rápido."
-Bien, veo que finalmente has entendido por lo menos el concepto. Bien, veamos si eres capaz de contener tus emociones durante un duelo.
Se saludaron. Harry había puesto una máscara de frialdad sobre su rostro, y no dejaría que nada apareciera en él. Sus ojos se volvieron fríos, y se fijo que Snape tenía la misma expresión.
-¡Expelliarmus! –Harry había atacado primero, pero Snape bloqueó la maldición.
-¡Desmaius!
Harry evitó la maldición por poco y sin percibirlo, su rostro mostró durante una fracción de segundo miedo.
-Potter, que te dije de cerrar tu rostro, no permitas que ningún sentimiento se vea, tu adversario podría aprovecharse.
-¡Ligo! –dijo de pronto Snape.
Harry no conocía esa maldición. Se sintió completamente atado a un poste invisible. No llegaba a moverse, y se empezaba a asustar.
De pronto recordó los consejos de Snape y lo miró con un rostro frío donde había aparecido una sonrisa maquiavélica.
Eso desconcertó a Snape quien no se esperaba una expresión tan salvaje de parte de Harry. Esa mirada, ya la había visto hace algunos años.
-Bien, Potter, veo que tienes ciertos problemas.
-No, ninguno.
El había logrado liberarse sin que Snape lo notara y le lanzó un hechizo.
-¡Cracbadaboum!
Snape cayó hacia atrás y Harry sonrió más.
Harry pasó cerca de tres horas en compañía de Snape, pero al menos esta lección era interesante.
Snape estaba muy impresionado con la capacidad de Harry para entender y aplicar todo lo que él decía, pero eso no lo diría jamás.
"Al menos, he logrado que permanezca completamente inexpresivo. Habrá que practicar con las maldiciones del dolor.
Con esta idea en la cabeza, Snape estuvo de muy buen humor.
Harry había salido del despacho y se escondió en una esquina oscura del pasillo. Le dio tres vueltas al reloj de arena y se sintió ligero. Apareció exactamente en el mismo sitio, con el pasillo desierto, decidió salir de su escondite.
Vio pasar a Snape seguido de... si mismo tres horas antes de dirigirse a la sala de DCLAO.
Una vez la puerta estuvo cerrada, Harry volvió al despacho donde McGonagall lo esperaba pacientemente.
-Bien, Harry, ¿cómo estuvo la clase?
Para la gran sorpresa de su jefa de casa, Harry sonrió cuando recordó a Snape por los aires. Dumbledore había hecho una buena elección: él sabía que Snape era un excelente profesor, pero había tenido unos cuantos prejuicios.
-Euh... bien, sígame señor Potter, vamos a otra habitación.
Harry siguió a McGonagall, haciéndose as preguntas a sí mismo.
"¿Qué puedo aprender en trasformaciones que me sirva en un duelo? En todo caso, estoy contento de poder trabajar con ella. La clase con Snape fue sorprendente, pero no me dejó de insultar. ¡Creo que hay algo que no cuadra conmigo!
Llegaron al salón. Harry dirigió una mirada furtiva al árbol genealógico de los Black y volvió su atención hacia McGonagall.
-Bien, como nosotros sabemos, estás aquí para desenvolverte mejor en Transformaciones. Aunque no tengo ninguna duda de tus capacidades, encuentro que el objetivo del director es un poco duro para ti. Pero después de todo, James lo consiguió en su quinto curso.
-¿Quiere decir que me enseñará como volverme un animago?
-Sí, señor Potter, pero estará de acuerdo en trabajar primero las transformaciones de algunos objetos en animales. Después nos centraros en la animagia.
Harry se llenó de alegría, después de todo, se convertiría animago en un futuro próximo.
"Pensé que nunca lograría volverme animago. Sirius está muerto y Remus no es un animago, pensé que no lo conseguiría. Desde luego, este entrenamiento me vendrá de perlas."
-Tengo conmigo distintos objetos que quiero que transformes para empezar en:
Este vaso en un ratón.
Estos zapatos negros en un tejón.
Esta almohada en una lechuza
Y este cartón en un lobo.
-¿Si consigo realizar estas transformaciones, empezaremos a trabajar sobre los animagos?
-Sí, señor Potter, si lo logra rápidamente lo veremos –le dijo con un tono exasperado.
-Me puede llamar Harry.
-Muy bien, entonces Harry, a trabajar, no estamos aquí para divertirnos.
Harry empezó con el primer ejercicio. Recordó que lo había hecho en segundo, entonces no debía de ser muy complicado. Lo consiguió a la segunda.
El siguiente ya era un poco más complicado, dado que pertenecía a cuarto. Harry se preguntó si McGonagall lo tomaba en serio.
Después de algunos resultados desastrosos, consiguió un bonito tejón, pero enseguida se volvió a transformar en unos zapatos.
La almohada, por el contrario, era de sexto, y lo debería de aprender este año. No le hizo falta más que una hora para conseguir el resultado: de hecho, cuando la almohada se puso a volar por la habitación, McGonagall lo miró atónita.
"Ya he hecho todo lo que era fácil, pero ahora el lobo... parece ser realmente difícil. Venga, concéntrate, Harry, muéstrale a McGonagall que merecer convertirte en un animago, pruébale que eres lo suficientemente fuerte para hacerlo."
A pesar de toda su concentración, Harry no consiguió transformar el cartón. Todo lo que había hecho era lograr que el cartón aullara, algo que había encontrado gracioso.
La clase pasó muy rápido y Harry no lo conseguía. Viendo que Harry estaba cansado, McGonagall paró la clase.
-Bien, no está del todo bien, pero al menos has transformado tres objetos. Pensaba que no lograrías transformar la almohada dado que es un ejercicio difícil que se pide en el sexto curso. Me has dejado impresionada al lograrlo. Continúa así Harry, tengo confianza en ti.
Harry, a quien le había bajado un poco la moral, se sintió mejor, pero se juró a sí mismo que practicaría en la habitación. No dejaría escapar una ocasión como esta para convertirse en animago.
La cena pasó tranquilamente. Harry hablaba brevemente de sus clases con Remus, los otros profesores y Dumbledore ya habían marchado.
-¿Y cómo te fue con Snape?
-Bien... digamos que me enseñó a permanecer con el rostro impasible durante un duelo. Me provocó numerosas veces desde que empezamos a batirnos, no con maldiciones muy fuertes, pero intentó desestabilizarme. Lo consiguió al principio, pero al final, creo que logró mantener con el rostro inexpresivo. Solo cuando se marchó, tenía una sonrisa un tanto malvada.
-Sí, pero sabes, creo que tenía motivos para que aprendas a tener sangre fría y un rostro inexpresivo dado que es una ventaja durante un duelo cuando ves que tu adversario se siente mal, te da ganas de ganar. Si la persona no puede saber lo que piensas, ganas, es así de simple.
- ¿De verdad? Él me ha dicho que no debo mostrar mi dolor y que podré soportar una cruciatus sin expresión alguna. ¿Crees que lo lograré?
-Sí Harry, creo que lo lograrás pero es extremadamente difícil no mostrar el dolor, muy poco gente lo resiste. Eres alguien fuerte, Harry, y sobre todo tú sabes lo que se siente y tú, más que nadie, puedes lograr esa hazaña.
Harry sintió que lo dicho por Remus le sentaba bien. Él no quería admitirlo pero las clases con Snape habían sido útiles. Remus había sido muy amable con él y Harry sabía perfectamente que él sufría mucho, no hacía falta más que verlo. Después de todo, Remus había perdido casi todo en este lucha; había perdido a aquellos que lo habían aceptado tal como era.
Lo que Harry no sabía era que Remus adoraba estar con él, verlo, hablar con él, le ayudaba a no caer en un abismo sin fondo. Sin saberlo, los dos se reconfortaban mutuamente y les daba la fuerza necesaria para continuar con esa amistad. Remus le contaba numerosas aventuras de los Merodeadores y se reían juntos de las tonterías de James y de Sirius. Harry, por su lado, le contaba sus pequeñas aventuras que había realizado con Hermione y Ron.
-Sabes, Remus, me gustaría que fueras... algo más que un amigo. Me gustaría que fueras mi padrino... si tu quieres, claro.
Remus no se esperaba eso. Había hablado con Dumbledore de la posibilidad de convertirse en el padrino de Harry, pero eso le había dejado confuso con su sonrisa habitual.
-Yo... tú sabes, Harry –empezó.
-No, está bien, lo comprendo. Sé que esto es una sorpresa, pero si tú no quieres, lo comprendo perfectamente.
Harry había dicho esas palabras pero no las había creído ni por un instante.
-No, te confundes, Harry, estaría más que encantado de ser tu padrino. Yo esperaba solo a que tú lo preguntaras y...-Pero Remus no pudo acabar la frase: estaba siendo abrazado por Harry.
Por fin pudieron volver a vivir, después de tres semanas negras y en la desesperación.
Más tarde, Remus y Harry subieron a dormir, pero Harry no tenía sueño. Quería lograr transformar el cartón en lobo y por eso se fue al salón y allí encontró el cartón.
Al principio, Harry solo había logrado que aparecieron algunos pelos en el cartón, él cual estaba muy cómico, pero después logró que el cartón tuviera cuatro patas y que se pusiera a aullar. Después de tres horas practicando, Harry había logrado que el cartón tuviera las cuatro patas y un hocico.
Era muy tarde, y Harry empezaba a sentir la falta de sueño y mañana tenía que volver a entrenar.
Subió las escaleras con cuidado para no despertar a Remus quien por culpa de su licantropía tenía el oído muy desarrollado. Entró en su habitación y se puso el pijama y se durmió como una marmota bajo la mirado del cuadro que se marchó a pasear una vez que estuvo seguro que el joven estaba dormido.
A la mañana siguiente, Harry se despertó feliz, como no lo había estado en mucho tiempo.
Se vistió rápidamente con sus ropas de mago. Se podía ver el escudo de Gryffindor, y él estaba orgulloso de pertenecer a esa casa tan distinguida. Cuando pensó en el momento en el sombrero seleccionador lo quiso enviar a Slytherin sonrió dado que estaba muy bien en Gryffindor, como no lo lograría estar en Slytherin.
Bajó a la cocina donde, como el otro día, encontró a Remus empezaba a desayunar.
-Hola, Harry. ¿Dormiste bien?
-Sí, muy bien.
-Dime, ¿no serías tú quién estaba entrenando ayer por la noche? –le preguntó Remus con una pequeña sonrisa.
-Euh... sí... pero fue porque no logré transformar el cartón en lobo y eso me impedía dormir.
-¿Lo has logrado?
-Euh..-Harry estaba convencido que Remus le regañaría por entrenar sin profesor pero él no dijo nada-... no lo logré.
- Es cierto... yo también tuvo ese problema y eso que conozco muy bien a los lobos, créeme –le guiñó con picardía un ojo.
-Mi cartón tenía cuatro patas y un hocico, y incluso llegó a aullar.
Con estas palabras Remus se echó a reír.
-Mi cartón estaba lleno de pelo y tenía dos ojos grandes, estábamos muertos de risa. Ninguno de los Merodeadores logró transformar ese endemoniado cartón en una sesión. James, que era el más fuerte, lo consiguió únicamente al cabo de dos semanas.
-¡Eso quiero decir que debo continuar entrenando!
-Exacto, Harry, pero pienso que lo lograrás más rápido que nosotros, no olvides que tú tienes un profesor particular.
-No, no lo he olvidado –Harry copió la sonrisa seductora de Remus.
-Hé, no me cojas el único medio de seducción. Como voy a hacer ahora si tu me robas a todas las mujeres.
-Tranquilo, te dejaré las más viejas.
Se echaron a reír, una risa que se convirtió un una carcajada incontrolable. En ese momento, la puerta de la cocina se abrió y permitió pasar a la profesora McGonagall seguido de Dumbledore. Los dos observaron la escena que tenía lugar bajo sus ojos.
Harry estuvo seguro de haber visto una minúscula sonrisa en los labios de McGonagall, pero Dumbledore sonreía maliciosamente.
-Bien, señores, compórtense, por favor. Harry, ven conmigo para trabajar otras tres horas –dijo la profesora McGonagall.
-¿Y con quién trabajaré paralelamente hoy?
-Con Nymphadora –dijo el profesor Dumbledore- Esta tarde trabajarás con Remus y conmigo.
-Bien –respondió Harry. Le gustaba el programa para ese día.
Siguió a la profesora McGonagall al salón donde trabajaba solo con la transformación de cartón en un lobo.
McGonagall estaba bastante impresionada, Harry hacía todo lo posible para transformar el cartón.
" No dudo que lo logrará en una semana. Si continúa entrenándose así, se volverá un animago muy rápido. Me pregunto en que se transformará.
-Venga, Harry, concéntrate un poco más, imagina bien al lobo en tu cabeza, necesitas que la imagen sea nítida para que el cartón se transforme correctamente.
Harry escuchaba las mismas explicaciones después de tres horas y eso no iba bien. Empezaba a creer que volverse animago no iba a ser nada fácil. Sin embargo su padre, Sirius y incluso Peter lo consiguieron.
Peter estaba lejos de ser un alumno dotado, era casi tan nulo como Neville y eso era un insulto para este último.
La clase de encantamientos fue un poco más fácil. Tonks le preguntaba por cosas muy simples, como el encantamiento convocador, el encantamiento repulsor y el encantamiento alohomora que Harry dominaba perfectamente desde primero, y incluso se atrevía con el hechizo lumus.
Por lo menos los lograba todos a la primera.
-No son encantamientos muy poderosos, pero si muy prácticos en un duelo, por ejemplo. Si tú lanzas este hechizo, tu adversario no logrará pronunciar bien las maldiciones, y tendrás mucha ventaja. Te lo enseñaré, mira, debes hacer la forma de una "S" y pronunciar "mutismus" –le dijo Tonks.
Harry logró el hechizo a la primera. Las tres horas pasaron muy rápido pero el decidió que no había aprendido nada particularmente difícil.
Comió con Remus y le estuvo contando sobre su mañana.
-Pero con Tonks solo hice hechizos muy fáciles, los cuales se practican en primero.
-Sabes, Harry, necesitas controlar muy bien los hechizos esenciales para poder pasar a los más complicados. Después, podrás combinar algunos hechizos entre ellos, como por ejemplo el hechizo de cierre y el hechizo de fuerza. Estos dos encantamientos formarán entonces un cerradura imposible de abrir y te preguntarás cuando vas a aprenderlo, ¿verdad Harry?
-¿Por qué?
-Porque es luna llena y como cada luna llena me encierro en mi habitación gracias a un encantamiento, pero si llego a fallar en el hechizo, te pido que cierres tu habitación con el encantamiento que te voy a enseñar.
-¿cómo se hace?
-Es fácil pero se necesita poder. El hechizo de cierre se hace de esta manera: formas unas cadenas con tu varita y pronuncias operio . practica con la puerta de la cocina.
Harry no tuvo ningún problema para cerrar la puerta, pero con un simple alohomora podrías volver a abrir la puerta.
-Ahora, el hechizo de fuerza permite reforzar ciertos hechizos. Haces con tu varita un círculo y pronuncias "Vires". Lo haces después del de cierre y será imposible abrir la puerta. Practica de nuevo los dos encantamientos.
Efectivamente, era menos simple, pues era necesario encadenar los dos hechizos muy rápido para que se fusionaran.
-"Operio vires".
Remus intentó abrir la puerta mas esta estaba bien cerrada. Harry había hecho un buen trabajo.
-Sino, en caso de pánico y que el encantamiento no funcione, hechizas la puerta con otro encantamiento de cierre, pero tengo miedo de que pueda pasar. ¿Conoces alguno?
-Colloportus
-Exacto y bien lanzado.
¡Y ahora resulta que Harry incluso entrena mientras desayuna!
La clase de DCLAO fue apasionante. Le había enseñado a Remus su escudo, y este último no pudo evitar felicitarlo. Remus estaba muy orgulloso de su alumno en esta materia.
-Bien, pasemos a otra maldición pero no se volverá a ver hasta después de los tres días por culpa de la luna llena.
Harry había decidido hacer una pausa de tres días sin ejercicios de defensa pues comprendía muy bien la razón. Su clase de oclumancia con el profesor Dumbledore no fue mejor que la otra vez. Harry había visto cuatro recuerdos bastante dolorosos y estaba cansado por el esfuerzo que había debido realizar para impedir a Dumbledore ver sus recuerdos.
Sentía que Dumbledore iba por su mente cada vez más fuerte, pero eso quería decir que empezaba al menos a cerrar algo su mente.
Sabía que cuando se opusiera completamente a Dumbledore podría dormir tranquilo.
Después de la comida con Remus, que parecía más cansado, subió a su habitación antes de que Remus se encerrara en la suya.
"La luna llena es mañana a la noche. Pienso que puedo ir al salón para practicar más con el cartón", pensaba Harry.
Se encerró en el salón y entrenó durante tres horas. El cartón no quería transformarse en lobo.
"Hay algo que no comprendo, que no llego a saber porque esto no avanza. ¡Me concentro y no paro de practicar!¡No, hay algo que no entiendo!
Salió del salón cuando escuchó un aullido que le rompía los tímpanos.
"¡No, no es posible!¡ Estaba seguro que la noche de luna llena era mañana! ¡Tengo que encerrarme en mi habitación cuanto antes!
A penas había pensado eso cuando vio algo moverse al final del pasillo. El chico y el animal se miraron durante unos segundos. Harry estaba petrificado. Sabía que tenía que moverse pero estaba hipnotizado por el lobo, era tan bonito...
De pronto el lobo atacó. Harry entró en el salón y cerro la puerta, permanece delante de ella.
-"Operio vires".
Felizmente para él, la puerta se cerró y escuchó como el lobo chocó con ella.
Fue despertado por unos golpes en la puerta.
-Harry, soy Dumbledore, ¿Podrías abrir la puerta, por favor?
Harry estaba asombrado. El sabía que Dumbledore podría abrir esa puerta como quisiera, pero lo hizo el mismo.
-"Finite incantatem"
La puerta se abrió y Dumbledore entró por ella.
-Bien, veo que has aprendido el encantamiento de cierre reforzado.
-Si, Remus me lo enseñó ayer y ha sido muy útil esta noche. Estaba completamente convencido que la luna llena era hoy, no volveré a cometer ese error otra vez.
-Yo no me preocuparía, sabía que podrías encerrarte a tiempo.
-¿Dónde está?
-Esta en su habitación, se acaba de acostar, pero una visita tuya le sentará bien.
-De acuerdo.
Harry fue a la habitación de Remus y lo encontró a punto de dormir, con una sonrisa inocente en su rostro. Parecía más joven así.
-¡En vez de admirar mi belleza legendaria, entra en la habitación y explícame porque no estaba en la tuya ayer!
Harry sonrió calurosamente ante ese último arranque.
-Pues bien, creía que la luna llena no era más que esta noche.
-Estoy orgulloso de tu hechizo, Harry. ¡Me ha detenido toda la noche y eso sí que es excepcional!
Harry sonrió y no pudo evitar darle mimos a Remus y este sintió que todo el miedo que había experimentado cuando vio a Harry en el pasillo se fue. No se perdonaría jamás si le hubiera hecho algo a Harry.
Este último tenía de nuevo clase de transformaciones e iría allí aún en contra de sus deseos. La profesora McGonagall lo esperaba.
-Entonces Harry, ¿estás listo para nuestra clase?
-Sí, profesora pero incluso con el entrenamiento aún no consigo transformar el cartón.
-No seas derrotista, necesitas saber perseverar en la vida.
Harry se concentró en el cartón , pero el resultado fue el mismo. De pronto, pensó en su aventura durante la noche y se concentró en la imagen de Lunático. El cartón se trasformó poco a poco. Al principio se volvió cada vez más peludo, después tuvo cuatro patas, se formó la cabeza, los ojos se abrieron y para acabar una magnífica cola. Harry estaba estupefacto, tenía delante de él la copia de Lunático, pero sin embargo lo había logrado.
El lobo parecía un poco desorientado y pasaba su mirada por toda la habitación. Cuando sus ojos se posaron en Harry, se fue a tumbar a sus pies. Harry se sentía orgulloso de sí mismo y McGonagall parecía más impresionada que él.
-Bien...debo decir que no me esperaba todo esto, siempre me sorprendes, Harry.
Harry lo tomó como un cumplido (n/t: que lo era) y transformó el lobo en cartón.
-Sabes que puedes coger cualquier objeto para transformarlo en un animal y este te será muy útil durante un ataque. Los animales que transformes te serán fieles, sobre todo este lobo, como has podido comprobar.
Harry había comprendido la alusión a Lunático. McGonagall, quién seguro ya había visto a Remus bajo su formo de licántropo, lo había reconocido.
La semana pasó muy rápida. Harry, quién ya había tenido otras clases con Snape pero también con Tonks, Remus, McGonagall y Dumbledore, había aprendido muchas cosas.
Había desarrollado notablemente sus poderes mágicos y cuanto más se entrenaba, más fáciles le salían los ejercicios.
McGonagall había empezado las clases sobre los animagos. Harry comprendía perfectamente la teoría. Había cogido con cuidado lo de anotar sus puntos fuertes y sus punto débiles en un papel hechizado.
Lo había quemado en seguido mientras recitaba un encantamiento que McGonagall le había enseñado:
"Aquí, yo invocó a aquel quepasará el resto de su vida conmigo
a aquel que me será fiel
a aquel que me protegerá
a aquel quien siempre será uno conmigo
convenio animalis modo ego"
McGonagall le había dicho que el animal se manifestaría cuando él juzgara que el momento era oportuno. Esto era también por una razón pues alguna vez, el animal podía tardar varios años en venir, o podría aparecer después de unos días.
Era ya finales de Julio y Harry empezaba a sentir los beneficios de este entrenamiento. Primeramente, el resistía mejor las intrusiones de Dumbledore y intentaba cerrar su mente todas las tardes. Segundo, aunque las clases con Snape era difíciles, aprendía mucho sobre los duelos y sobre todo aprendía a defenderse, incluso si Snape llegaba a arrastrar todos los días a Harry por el suelo. Este último no permanecía jamás en esa posición de debilidad mucho tiempo, pues él quería hacer desaparecer esa maldita sonrisa del rostro de su querido profesor.
Sus emociones eran ahora indescifrables, no se podía saber que era lo que Harry sentía. Snape estaba particularmente orgulloso, incluso si el veía aún los pequeños fallos de su alumno.
Tercero, las clases de DCLAO le eran beneficiosas. Aprendía las maldiciones que ni los de séptimo curso veían como por ejemplo la maldición de la ceguera. Harry había necesitado una larga semana para lograrlo. Esta era una maldición muy peculiar. La fórmula era "fulgur caecus" y cuando era bien dicha, dos rayos de color oro y rojo salían de la varita de Harry y se dirigían directamente a los ojos de su adversario. Este permanecía ciego durante algunos segundos y le dejaba tiempo a Harry para atacar otra vez.
No tenía ninguna noticia de sus amigos. ¿Quizá ellos lo habían olvidado? No, eso no era algo posible viniendo de Ron y Hermione, sin embargo Harry no podía evitar estar intranquilo.
Después de esas dos semanas , él dormía tranquilamente durante este fin de Julio, bajo el ojo atento del retrato que no le había quitado los ojos de encima en todo el tiempo.
A seguir...
Reviews, por fa...
