Hola de nuevo! Bueno, voy a hacer una aclaración: en el primer capi me he referido a mí misma en masculino (es que el otro día lo leí y me di cuenta de lo que sucedía) y no quiero andar a quitar todo y volver a ponerlo. Soy una chica.
Ahora, reviews:
Luz:siento no haberte nombrado en el capítulo anterior, pero no pude corregirlo. Bueno, me alegro que te haya gustado el fic. Tengo toda la intención de acabarlo, que no te queden dudas. Besos, hasta otra.
Eon: gracias por el review, y lo pienso seguir. Nos leemos, besos.
SerenitaKou: holas, tranquila, pienso transmitir todos los mensajes a su autora. Sobre corregir el título, ¡Si le pongo la tilde no me aparece la letra! Tampoco es mi culpa, que sé que esta mal, pero que se le va a hacer, besos.
Noelia: hola, tengo que decirte que el fic es una traducción y ya está acabado, por lo cual tus sugerencias no van a ser posibles. Pero te doy una alegría: Harry hará de las suyas y traerá a Dumbledore de cabeza, no te preocupes. Sobre lo de agregarte, yo lo hago encantada, pero tengo que decirte que yo al msn no le hago muy caso, y solo lo tengo porque lo necesito para estas cosas, nada más. De cuando vez me conecto, pero no muy seguido. Si aún así te interesa intentar que coincidamos, lo haré encantada. Avísame, besos.
Ala, la historia, y dejarme reviews que sientan bien en la autoestima. XD!
Capítulo 3: En busca de Harry.
El verano no era solo difícil para Harry, sino también para el mago oscuro más poderoso de Inglaterra. De hecho, el junio pasado, él había sido privado de sus mortífagos y eso, le sentó muy mal. Los mortífagos que no habían sido atrapados sufrían cotidianamente la cólera de Voldemort, el mismo que siempre echaba pestes contra Harry Potter.
-¿ Pero como un simple crío mete siempre sus narices donde no lo llaman y me impide llevar a cabo mis planes? ¿No estaré rodeado de una panda de inútiles?- Hablaba Voldemort, solo, en un cuarto oscuro y húmedo.
El cuarto estaba poco amueblado. Tenía un escritorio miserable (se preguntarán como se lograba mantener de pie cuando un simple soplo de viento lo podría tirar), tres sillones en mal estado, una chimenea de la cual salía un agradable calor. Sin embargo, la temperatura en el cuarto era siempre glacial.
Estábamos en mediados de julio y Voldemort no tenía suficientes fuerzas como para ir a liberar a sus mortífagos más fieles.
La batalla de junio, que le había llevado a luchar contra Dumbledore, le había demostrado que el viejo estaba aún en forma a pesar de su edad. Pero lo que lo había cansado había sido entrar en el cuerpo de Harry: todo lo que sentía Harry era aquello que Voldemort despreciaba, y no había podido tener por más tiempo el contacto.
Desde junio, intentaba, gracias a la ayuda de Bellatrix, encontrar nuevos mortífagos, pero no era cosa fácil. Los magos sangre limpias eran cada vez más raros. Aquellos que aún estaban con vida y que no estaban de su parte lo estaban de Dumbledore. Nadie podía permanecer neutro en esta guerra entre el Bien y el Mal.
Había encontrado incluso a algunos mortífagos que justo habían terminado sus estudios y que, por tanto, eran bastante ingenuos. De momento, Voldemort se contentaba. Tenía pensaba matarlos más tarde, de todas maneras. Pero lo más importante en este momento era liberar a los mortífagos.
El año anterior había sido un verdadera éxito. Lucius Malfoy, uno de sus sirvientes más fieles, tenía amistad con gente situada en puestos altos en el ministerio, esa gente que había permitido a Voldemort tener noticias de primera mano, del ministro incluso. Pero ahora, Lucius estaba en Azkaban.
Los dementores estaban de su lado. El ministerio había encontrado nuevos guardianes que eran tan eficientes como los dementores. Las quimeras, criaturas del bosque prohibido con la cabeza de león y cola de dragón, obedecían a Dumbledore, que había permitido que vivieran en el bosque.
En algún momento, habían sido perseguidas. Los magos, viéndolas como monstruos, querían que desaparecieran de la faz de la Tierra. Gracias a Dumbledore, ellas pudieron vivir libremente, pero con la condición de no salir del bosque y de no aparecer delante de los niños que estudiaban en Hogwarts, la cual respetaban.
Después de que los dementores dejaran Azkaban para reunirse con Voldemort, Dumbledore propuso la idea de ponerlas en su lugar. Al principio Fudge estaba completamente en contra, pero como no podían dejar a los mortífagos en Azkaban sin protección, aprobó la idea de Dumbledore para poner a las quimeras.
Voldemort había querido entonces vengarse con Potter. Seguramente estaba con los muggles y después de encontrar el lugar exacto, es decir, el número cuatro de Privet Drive, en Londres, Voldemort quiso ir a hacerle una pequeña visita de "cortesía". Pero poco antes de su llegada, había sentido como Dumbledore llegaba. Lo había sentido cinco minutos antes de llevar él.
La rabia se había apoderado de él. Rugía dentro de él, pero eso lo hizo reír, era su famosa unión con Potter y él. Él había salir de su casa y gritaba algo que no había escuchado estando Dumbledore allí.
Después, se concentró el localizar el lugar donde podría encontrar al chico, pero si antes había un traidor al lado de Dumbledore, hoy en día no tenía ninguno, y Voldemort era incapaz de encontrar a Potter.
De eso hacía dos semanas y no lo encontraban. Se estaba empezando a enfadar.
Solo una persona podía calmarlo un poco y ese persona era Bellatrix Lestrange.
Bellatrix era la persona que había matado a Sirius Black pero era también una partidaria muy entusiasta, sino la mejor, de Voldemort. Después de su debut en el mundo de la magia negra, había sido incluso entrenada por Voldemort. Él le había enseñado a controlar la magia negra. Pero ella no había podido traerle la profecía a Voldemort en junio y lo había pagado muy caro.
Durante dos semanas, ella había sufrido la maldición cruciatus y ahora, ella maldecía a Potter. ¡Era a quién más odiaba en el mundo!
Su única satisfacción era que había matado a su primo Sirius Black bajo los ojos de Potter. Adoraba la cara que había puesto al ver que Black no aparecía. Esa había sido su única consolación desde el principio de julio.
Había conseguido reclutar a algunos estudiantes de Durmstang, que estaban más o menos a favor de la causa de Voldemort. Era tan ingenuos que los había manipulado sin ninguna dificultad. La mayoría de ellos eran mediocres. Si su señor quería nuevos mortífagos, era solo para ir a liberar a aquellos que estaban presos. Bellatrix sabía exactamente lo que les esperaría a los nuevos una vez los otros estuvieran de vuelta.
Ellos vivían en un pequeño castillo en Inglaterra. El castillo estaba evidentemente protegido tanto de muggles como de magos. Nadie les molestaba, pero por otro lado, ellos no podían salir del lugar.
Sin embargo, Bellatrix adoraba torturar a algunos muggles, y no había podido pagar su frustración con ellos porque se lo habían prohibido. ¡La única cosa que podía hacer era martirizar a los nuevos reclutas y no se molestaba al hacerlo!
Ya hacía más de tres días que Voldemort permanecía encerrado en su habitación. No salía, y una cosa extraordinaria, no había llamado a Bellatrix. Sin embargo, lo normal era que le consultara sobre sus planes. Dudaba que se lo dijera todo, pero ahora no le había dicho nada.
Bellatrix poseía una habitación prácticamente igual a la de Voldemort, pero tenía un toque femenino que rodeaba la habitación y la hacía más agradable(¡Como si un calabozo pudiera ser agradable!)
Estaba a punto de volver a su habitación como un león enjaulado cuando vinieron a buscarla.
-El señor te pide que vayas a su lado –le dijo un joven de dieciocho años.
-Voy, David, puedes marchar.
David Sark era uno de los nuevos reclutas. Había salido de Durmstang con una carrera prometedora, pero el destino no había querido que se volviera medimago. Había querido que David se encontrara con Bellatrix en un bar la noche de su décimo octavo cumpleaños. Este, que había bebido cerveza de mantequilla alcoholizada de más, había seguido a Bellatrix sin hacer preguntas. Se había enterado de su error bastante tarde. Si se hubiera negado delante del Señor de las Tinieblas, este le habría matado. Durante toda su escolaridad, se le había dicho muchas veces que las ideas de Voldemort eran buenas, pero él lo había dudado. Era un mortífago sin quererlo, como otros, pero algunos estaban allí por voluntad propia.
Bellatrix no hizo esperar al Señor de las Tinieblas y se dirigió a su habitación.
Los pasillos eran fríos, solo algunas antorchas los iluminaban; los muros tenían verdín y la humedad se infiltraba a través de ellos.
Llegó delante de la puerta que llevaba directamente a su habitación y tocó ligeramente. ¡No podía permitir que la maldiciera hoy!
Entró.
Al principio no vio a nadie pero sentía la presencia de Voldemort. Avanzó esta el medio del cuarto sin indecisión y esperó que el se presentara. Esperó unos minutos, unos minutos angustiosos donde ella no debía mostrar que estaba angustiada.
-Bella, ¿cómo te va?- sin esperar una respuesta continuo-. Yo estoy de mal humor, pues hace dos semanas que busco al joven Potter en vano, en fin ahora me dirás que lo buscas pero no logras encontrarlo.
-Es imposible de localizar, señor –le dijo con voz segura.
-Bella, me decepcionas mucho. ¿Desde cuándo algo es imposible para el Señor de las Tinieblas?
-Nunca –con una voz un poco menos segura. Iba a ser castigada, lo sabía.
-Bien –dijo con una voz más glacial que la habitual.
-Pero pienso que Dumbledore a escondido a Potter en un lugar bajo el hechizo "fidelio" y...
-¡Sé todo eso, Bella! ¿Crees que no lo había adivinado después de tanto tiempo? ¿Me tomas por un idiota? –le dijo con una voz mezcla de cólera y frustración.
-No, señor, nunca, solo daba mis conclusiones...
-Bella, estoy decepcionado de que no hayas llegado antes a esas conclusiones. Ese chico empieza seriamente a ser una molestia. Que hago algo, él siempre está en medio de mi camino, y una cosa sorprendente, aún esta VIVO. Después de un año, ese crío está en mi contra y SIEMPRE se salva.
Voldemort hablaba más para sí mismo que para Bellatrix, pero esta que veía la furia de su señor prefería callarse
-Pensaba que matando a sus padres y a él, la profecía no se cumpliría, pero eso fue peor. Al contrario, ¡Es lo que hizo que se cumpliera! Durante trece años no era yo mismo, tenía una vida lamentable mientras que el vivía tranquilamente, escondido del mundo de los magos, de manera que nadie podía encontrarlo.
-Señor, no pienso que haya sido feliz en esa casa de muggles...
-Cuando te ordene hablar, hablarás, no antes. Pero estoy de acuerdo con eso, no ha sido feliz. Creo que solo eso ya me hace feliz. Y se que ahora está solo, sin padres, sin padrino.
Voldemort empezó a reírse con una risa que mandaría escalofríos.
-Si solo no hubiera existido, ¡estaría ya en el momento de mi esplendor! ¡Sería el mago oscuro más grande del mundo! ¡Todo el mundo, incluso Dumbledore, me temería, el mundo estaría a mis pies! Pero era necesaria que James Potter y Lily Evans tuvieran un hijo; era necesario que esa sangre sucia protegiera a su bebe con su vida; y era necesario que esa maldita noche yo fuera derrotado por un crío de solo un año. Era necesario que a sus once años me impidiera acceder a la piedra filosofal; que cuando tenía doce matara la memoria de mismo que había hecho. Solamente, a sus catorce años, me ha sido útil. No podemos olvidar que gracias a su sangre pude volver a la vida.
Durante este monólogo, Bellatrix estuvo parada y escuchaba con avidez las palabras de Voldemort.
-Señor, pienso que es hora de liberar a los otros. Hace un mes que están encerrados y dudo que mi marido pueda conservar por más tiempo la cordura...
-Tienes razón, Bella. Tú y tu marido me habéis honrado y no renunciasteis nunca. No merece estar allí. Sin embargo, algunos lo merecen. Iremos a liberarlos esta noche, Bella. Ya he preparado el plan. Esta tarde, es el cumpleaños de nuestro joven enemigo y le haremos un enorme regalo liberando a todos aquellos que él detesta. ¿Qué piensas?
-Es perfecto, mi señor, perfecto, ¿pero cómo lograremos matar a las quimeras?
-¡Eso es un juego de niños para el señor de las Tinieblas! Mira, la única cosa que ellas temen es el fuego. Solo tenemos que ser minidragones. Solo que no es tan simple, hay que tener mucho poder. Mientras yo me ocupo de las quimeras, quiero que tú y los nuevos reclutas liberéis a mis partidarios. Solo en el momento en que alguno de los mortífagos esté liberado, quiero que lo cambies por uno de los reclutas. Las quimeras no verán la diferencia. La excusa nos dará tiempo antes de que comprendan lo que ha pasado.
-Pero, tenemos más reclutas que mortífagos encarcelados. ¡Podría crear tensiones!
-No, no se atreverán a sublevarse en mi contra. por otro lado, quiero que guardes al joven David. Tengo otro plan que lo concierne.
-¿Puedo saber cuál?
-No, Bella, lo sabrás pronto. Asegúrate que viene vivo del ataque. ¿Está claro?
-Sí, señor.
-Bien, avísalos. Diles el plan, no todo por supuesto –dijo con una voz demoníaca.
-Bien, señor.
Bellatrix dejó la habitación y fue al pequeño salón que estaba al otro lado del castillo. No necesitó más que algunos minutos para llegar. Voldemort había colocado una barrera antiaparición. Allí encontró a ocho nuevos mortífagos, incluido David.
-¡Vamos, moveos, no tenéis que hacer nada más!¡Espero que estéis entrenados!
Sin avisar, lanzó sobre ellos una docena de maldiciones, algunas imperdonables. Seis mortífagos cayeron al suelo mientras chillaban de dolor. Solamente dos habían logrado parar las maldiciones.
-Es penoso. ¿Cómo queréis hacer frente a las quimeras en estas condiciones? Me preguntó porqué estáis aquí.
Sin embargo, puedo comprobar con cierto orgullos que David era uno de los dos que no había caído; el otro era Mathieu Booth, un alumno bastante dotado que había sido reclutado gracias a su encanto. Pero Mathieu era realmente un mortífago: estaba a favor de los ideales de Voldemort.
-Bien –paró las maldiciones-. Es todo por ahora. Espero que me escuchéis bien, no quiero repetir dos veces las mismas cosas. Este es el plan: nuestro señor se ocupará de las quimeras el solo. Debemos hacerlo muy rápido. Quiero que cada uno de vosotros se ponga delante de un calabozo donde haya un mortífago y lo liberen. Las puertas están sellados con un hechizo poderoso; por eso yo esperaré con vosotros. Entre dos podremos abrir mejor las puertas. ¿Lo habéis entendido?
Todas afirmaron pero encontraban el plan bastante extraño. Solo David se atrevió a realizar una pregunta.
-Pero, ¿por qué te esperamos? ¿No podemos ponernos de dos y hacerlo sin que tú estuvieses allí?
-Porque solo yo conozco el hechizo.
Bellatrix utilizó un tono duro para terminar la « charla ». David no estaba convencido con esa respuesta, pero después de todo no desobedecería a Bellatrix. Ella era el brazo derecho de
Voldemort.
Hacia medianoche, los mortífagos salieron con su vestimenta, es decir, una gran capa negra, nada más que una capa negra. No se podían reconocer, solo Bellatrix podía pues ellas conocía la voz de cada uno.
"Esta noche, todo tiene que salir perfecto, sino me arriesgo a pasar el fin de semana bajo la tortura de mi señor. No lo merezco, solo yo soy su más ferviente partidaria. Todo esto es culpa de Potter y de Dumbledore. La próxima vez que le encuentre cara a cara, no sobrevivirá, como su padrino."
Esos pensamientos hicieron aparecer una sonrisa maléfica en los labios de Bellatrix.
De pronto, una presencia fría se hizo sentir, se podía ver una serpiente arrastrarse entre los pies de los mortífagos ; Bellatrix empezaba a acostumbrarse a esa serpiente, pero los nuevos, no estaba por la labor. Solo Mathieu y David parecías completamente indiferentes.
-Vamos, quiero veros hacerlo lo más rápido posible, ¿entendido?
Asintieron y se encontraron delante de la inmensa prisión de Azkaban. La entrada era lúgubre, y no había guardias presentes. Bellatrix lanzó una maldición de confusión a la puerta y posó sus manos. La puerta no vio nada extraño y se abrió para dejar pasar a Bellatrix y el grupo de mortífagos. Llegaron a unos corredores dónde se podían ver a los prisioneros, los que quedaban de ellos.
Bellatrix y los mortífagos se pusieron delante de las puertas de los antiguos mortífagos.
Pronto sintieron como el fuego se encendía en el centro del corredor. Elevaron su mirada hacia el cielo y vieron a una docena de quimeras lanzarse sobre ellos. La más próxima a Bellatrix fue incendiada por Voldemort y eso volvió a Bellatrix a la realidad.
-¡Vamos, a que esperáis, no tenemos toda la noche!
Los mortífagos se miraron delante de las celdas de los prisioneros y Bellatrix fue hacia la celda más alejada.
-Vamos, juntos destruiremos la puerta, ¿está claro?
El otro mortífago movió la cabeza afirmativamente.
-"Absumo."
La puerta se abrió y dejó pasar a un Lucius Malfoy furioso.
-¿Qué estuvisteis haciendo durante tanto tiempo? ¡Hace un mes que estamos en prisión!
-¿Y yo, que he pasado trece años antes de que te presentaras?
Eso hizo callar a Lucius.
-"Impedimenta"
El nuevo mortífago no llegó a comprender de todo lo que pasaba.
El se encontraba encerrado en la celda de Lucius y fue enseguida desvestido.
-Toma, vístete Malfoy, se decía un sangre limpia, vístete como tal.
Malfoy se vistió rápidamente.
-Haremos lo mismo con los otros, ¿Entiendes?
-Creo tener captado. Ellos vienen a ocupar nuestro lugar para dejarnos tiempo antes de que nos vengan detrás.
-No tenía ni idea de que sabías para que servia la cabeza –dijo con un tono irónico y despectivo.
Hicieron lo mismo con todos los mortífagos.
Así, Dolohov, Macnair, Lestrange, Rookwood, Crabbe y Goyle fueron liberados.
Todos siguieron a Bellatrix y dos de los nuevos mortífagos que ellos no conocían. De vuelta al medio del corredor, fueron todos en ayuda de su señor.
-¡No las maten! ¡Vámonos! Bella, ¿Están todos allá? –preguntó Voldemort con una voz mas amable de lo normal.
-Si señor, menos Mathieu y David.
-Bien, vamos.
Se fueron de Azkaban antes de la llegada de los aurores. Una vez fuera, se trasladaron al castillo. Llegaron delante del castillo y se dirigieron todos al salón y se sentaron en círculo alrededor de Voldemort que empezó su discurso.
-Por ahora, espero noticias de esa rata débil que ha marchado desde hace demasiado tiempo para mi gusto. Vendrá en cuanto lo llame. Bella dame tu brazo.
Bellatrix tendió su brazo. Se podía ver la marca tenebroso. Una calavera con una serpiente saliendo por su boca.
Voldemort puso su varita sobre la marca y aguantó todo lo que pudo. Algunos mortífagos que estaban en alguna misión entraron por la puerta.
-Entonces, Pettegrew, ¿qué noticias me traes? Espero que de las buenas.
Al principio nadie se movió. Después una de las personas, bajo una máscara y una larga capa negra, empezó a avanzar y a hablar con voz temblorosa.
-Yo... no he entendido mucho... el ministro está protegido... y...
-¡Dilo ya, idiota! ¿Qué has escuchado sobre el chico?
-Bien, he... visto a Dumbledore en el despacho del ministro... hablaron de política y no he entendido muy bien... y...
-¡Pero como puedes ser una rata tan estúpida! "Crucio".
-Señor... perdóneme...
Pero Pettegrew no llegó a articular ninguna palabra más, se retorcía de dolor. Las lágrimas caían de sus ojos.
-Señor, Dumbledore a establecido en algún lugar el cuartel de la Orden del Fénix y es el lugar dónde está Potter escondido.. el guardián secreto. Es Dumbledore... Estoy convencido de que el cuartel está escondido en Londres...
-"Finite incantatem! Cuando se quiere cualquier cosa nada mejor que el sufrimiento, ¿no estás de acuerdo conmigo, Pettegrew?
-Si... si, señor.
-Bien, ¿qué más sabes?
-Bien... euh... el profesor Dumbledore le ha pedido a Fudge una giratiempo y el ha accedido. Pero no le preguntó para que lo quería y por eso no se nada más.
-Un giratiempo, dices. Esto es interesante, ¿Qué quiere hacer Dumbledore con uno?
-El año que estuve en Hogwarts con Ron Weasley –Lucius bufó al escuchar el nombre de una familia tan repugnante- le había dado uno a Hermione Granger para que ella pudiera dar todas las materias.
-Y según tú, ¿Dumbledore cogió uno en julio para que solo lo usen a partir de septiembre?
-Si, señor.
-¡Mira que eres tonto! –él acentuó esta última palabra-. Francamente, me pregunto como los Potter pudieron ser tu amigo y aún peor, como te hicieron su guardián secreto. ¡Tenían que ser realmente estúpidos! Snape –chilló.
-Sí, señor –dijo alguien desde una de las capas negras que avanzó y se arrodillo delante de su señor.
-Dime
que has encontrado donde se reúne la orden del Fénix
-Os
puedo asegurar que no se reúnen en el castillo, pero que usted
ha vuelto, Dumbledore no me quita el ojo de encima, pero según
he entendido, se reúnen en Londres pero no puedo deciros donde
exactamente.
-Para que lo sepas, Snape, si te he autorizado a seguir en el puesto de profesor de pociones en Hogwarts es para que nos informes sobre los planes de Dumbledore y no llegues con algo tan deplorable. Crucio.
Snape no dejó escapar ningún ruido pero era visible que el hombre sufría. Lágrimas de rabia caían por sus ojos pero nadie lo notaba.
-Sé que el giratiempo concierne a Potter. He escuchado una conversación entre McGonagall y Dumbledore, aparentemente, el crío va a seguir un curso o no se qué.
-Bien, al menos sirves para algo. Reúnete con los demás.
Snape esperó que no hubiera dicho nada de más. Dumbledore le había dicho que podía dar a entender que el chico estaba recibiendo un entrenamiento, pero no quería que el crío sufriera aún más los ataques de Voldemort. ¡Si incluso le había mandado proteger al heredero de James Potter!
-Hace ahora un mes –empezó Voldemort- que hemos perdido la profecía. ¡No sois más que una panda de inútiles! Me avergüenzo de vosotros, no merecéis clemencia.
Entendiendo que esta discusión no le concernía más a Pettegrew, este volvió lentamente.
De pronto cuatro crucios fueron en dirección de Dolohov, Macnair, Rookwood y Lestrange.
-Solo Bellatrix ha salido.
Bellatrix sentía todas las miradas volverse hacia ella. Ella estaba orgullosa, ¡un poco de reconocimiento! Incluso sintió los ojos de su marido y ella pudo leer la envidia.
-Gracias a ella tenemos nuevos mortífagos, algunos mediocres, pero dos de ellos son dignos de estar entre nuestras filas. Les presento a David Sark y Mathieu Booth.
Esta vez las miradas fueron hacia David y Mathieu, pero eran otro tipo de mirada, una mirada de odio, llena de arrogancia.
"Como si unos magos de segunda orden nos pudieran reemplazar" pensó Malfoy.
-Tengo para ellos unos proyectos más precisos. Pero de ellos ya hablaremos más tarde, Sark y Booth. Tengo que enviar a este inútil de Petegrew a espiar para mi causa. Ahora, Lucius, no tienes ningún apoyo. No puedes volver a tu casa, pienso que deben estar espiando tu casa desde junio.
-Pero, señor, es necesario...
-¡Crucio! ¿Desde cuando, Lucius, me interrumpes cuando hablo? Veo que un mes en prisión no fue suficiente para ti. No tienes costumbre, a diferencia de otros.
Lucius se retorcía de dolor. Intentaba no gritar y lo conseguía, pero el hambre y el cansancio acumulados desde un mes le hicieron abrir la boca. Y gritó de dolor.
-Y bien, Lucius, creía que sabrías soportar mejor el dolor que esto. Te la dejaré un poco más –Voldemort dejó salir una risa siniestra mientras que Malfoy se retorcía de dolor-. ¡Finite Incantatem! Bien, ¿dónde estábamos? A, sí, no puedes dejarte ver en sociedad. Pienso que tu familia debe sufrir mucho –dijo sonriendo con todos los dientes- Esto se aplica a todos vosotros, menos a los dos jóvenes. Booth, quiero que te integres en el ministerio de magia y te enteros de lo máximo posible. Lo más fácil será ganarte la confianza del ministro, pero Dumbledore verá el juego. Necesitas tener mucho cuidado para esta misión tan delicada.
-Estaré a la altura, señor, puede confiar en mí.
-Bien, por fin una buena noticia. A ti, Sark, te voy a dar una misión muy importante. Si la logras, haré de ti un hombre extremadamente poderoso, haré de ti el hombre más feliz del mundo. Esta misión te la comunicaré en privado más tarde.
-Bien, señor –esas fueron las únicas palabras que pronunció David.
"¿Desde cuándo se confían las misiones más importantes a alguien nuevo? Todo a cambiado, tengo que volver a ganarme el respecto de mi señor", pensó Lucius.
"Y como esto, ¡David tiene las misiones más gratificantes! Pensaba que él estaba contento conmigo, no comprende nada. ¿Qué ha hecho David para ganar la confianza del Maestro?", pensó Bellatrix.
"A Bellatrix no le gustó esta noticia, desde luego. Sin embargo, ¡yo no la he pedido! Me gustaría que me olvidara un poco, no he pedido estar aquí. Si es una misión para matar a alguien, necesitará a otro mortífago Pero, ¿ por qué no me encerraron con los otros en las celdas? ¡Ellos no merecían aquello! Al menos, eso te prueba que el Señor Tenebroso los necesita tanto ellos como a ti. Te interesa poner tu trasero a resguardo, David." Pensó el joven mortífago.
-Bien, no quiero verlos más.¡Procurad ser útiles! En cuanto a ti, Booth, quiero que marches inmediatamente, que encuentres un trabajo en el ministerio, no debería ser muy complicado, y quiero que me pases información segura y precisa.
-Bien, señor, marcho ahora mismo.
-Vosotros, no quiero veros más, largaros ya. Bella, quédate.
Todos marcharon sin decir ni una palabra, contentos por seguir aún con vida.
Bellatrix se hacía muchas preguntas, pero decidió permanecer impasible delante de su señor.
Voldemort se sentó en un sillón y pronunció una palabras incomprensibles a los oídos de Bella. Todo lo que ella podía entender era unos silbidos. Se sentía muy incómoda. Una gran serpiente hizo su entrada y se puso a los pies de Voldemort. Este último empezó a acariciar lentamente su cabeza.
Después de unos minutos de discutir entre ellos, la serpiente marchó y Voldemort por fin dirigió la palabra a Bellatrix.
-No esteas tan tensa, Bella, solo le he pedido a Nagini que vigile a nuestro joven recluta que permanecerá en el castillo.
-¿Por qué?
-Bella, te creía más inteligente. ¡Me decepcionas! ¿De verdad crees que David está totalmente a favor de la causa? No, no lo creo. Solo ha sido necesario ver su mirada cuando os ha visto encerrar a sus compañeros. Pero Mathieu, al contrario, parece divertirse –dijo con una voz dulcemente glacial.
-¿Pero no le confiaréis una misión importante, no?
-¿Noto celos en tu voz, Bellatrix?
Tocada donde más le dolía, Bellatrix no pudo responder a esa última pregunta.
-Non, Bella, la misión que le ofrezco es peligroso y no quiero perder a uno de mis fieles mortífagos.
Bellatrix empezó ahora a entender lo que le esperaba a David, seguramente una misión de la que no volvería.
-¿Qué va a hacer con él, entonces?
-Ya verás, te diré mis planes dentro de poco. ¡Ahora vete!
-Si, señor.
Bellatrix salió del cuarto y se fue a juntar con los otros en un salón.
" ¿A qué juegas Dumbledore? ¿ Qué tramas? ¿Por qué no llego a comprender lo que haces? ¡Tú y ese Potter!"
Voldemort estuvo pensando unas horas. Durante ese tiempo, en la otra parte del castillo, se podía escuchar las discusiones muy animadas de los mortífagos.
-Entonces, Lucius, ¿ese pequeño recreo en la prisión fue agradable? –le dio pie a hablar Bellatrix con un tono ácido.
-¡No empecemos! Ya estoy bastante enfadado, no quiero dañarte, aunque ganas no me faltan, créeme!
-Pero podrás morder –dijo con una voz infantil, esa que enfadaba aún más a Lucius.
-¿Y tú, te diviertes? En mi humilde opinión, el señor no ha debido estar muy contento por lo ocurrido en junio y estoy seguro que a apaciguado su cólera sobre alguien, y prácticamente solo has quedado tú aquí...
-¿Cómo te atreves?
-Está bien, los dos, no estáis aquí para luchar, os llamarán críos –dijo Macnair.
-¿Desde cuándo tú me das órdenes, especie de deshecho? –dijo Bellatrix.
-Veamos, Bella, cálmate, no es el momento de dividirnos querida –dijo Lestrange.
-Seguramente tengas razón –ella se acercó a él y él la protegió en sus brazos.
-¡Buscaros una habitación! Francamente, no estamos aquí para mimarnos –Lucius hablaba con una voz de acero.
-¡Oh! –Bella retomó su voz infantil, aguda-. ¡Malfoy no puede volver con su familia y eso le vuelve horrible... como decirlo... celoso y susceptible!
-¡Cállate o alguien va a morir esta tarde! –gritó Lucius.
-Cálmate tú, Lucius –dijo la voz tranquila de Dolohov.
Bella continuó provocando a Lucius, solo que ahora con la mirada, y eso irritaba cada vez más a este último.
-Bien, Bella, dinos que ha pasado durante nuestra... ausencia –empezó Lestrange.
-Es muy simple: he encontrado nuevos reclutas para poder liberaros, aunque algunos merecíais estar otro mes más esperando en la prisión –lanzó un mirada a Lucius, quien no dijo nada pero la rabia corría por sus venas-. Y también hemos estado buscando a Potter. El resto ya lo conocéis, la rata lo ha dicho todo hace una hora.
Todo el mundo miraba a Pettigrew que se hacía lo más pequeño posible. El no quería que lo notaran, pero era demasiado tarde.
-Oh, Pettigrew, no estabas en el ministerio tu has estado escondido bajo las faldas del señor. Al menos algo no cambiará nunca, mismo si cambias de señor, tú siempre acabas bajo sus faldas. –Lucius tenía un aire pensativo-. Sí, después de todo... la familia Potter... el señor... los Weasley... y de nuevo el señor- ¡Tienes una vida patética, cada vez me repugnas más!
-Yo al menos... no chillo como un loco... cuando me lanzan una maldición –dijo este último con una voz indecisa.
-¡Bien, parece que Pettigrew empieza a responder! Pero es verdad, Lucius, esa dulce voz que nos permitiste escuchar hace una hora... –se burló Bellatrix.
-¿La prisión te ha ablandado o bien son los largos años de paz que tú has vivido, bajo las órdenes de los amantes de los muggles quizás?
-¡Vuélvelo a decir! –Lucius, que al contrario que antes dejaba salir toda la rabia en esta conversación.
-Habremos tocado un nervio sensible, principito...
-¡No me llames así, Bellatrix o te arrepentirás! -Como para respaldar sus palabras, Crabbe y Goyle se acercaron a Malfoy.
-¿Crees que tengo miedo de unos guardaespaldas tan estúpidos? No ¿pero tú me lo me lo tienes, Malfoy?
-¡Qué decadencia! –dijo una voz que aún no se había escuchado. Todos volvieron su mirada hacia la persona que se había atrevido a pronunciar esas palabras y no era otro que David-. ¡Siempre me habían dicho que quienes eran los partidarios del mago oscura más poderoso, eran excepcionales y intocables! Hasta ahora, todo lo que he visto, es que son unos críos que luchan por una razón idiota –continuó.
-¡Repite eso conmigo delante! ¿Te crees muy gracioso, quizás? ¿Quizás porque eres uno de los nuestros? Voy a hacer que veas la realidad muy rápido –le dijo Malfoy con su aire altanero.
- ¡No sois más que unos críos que luchan para saber quien tiene razón! –David se estaba levantando y se enfrentó a Malfoy, con la mirada fija en los ojos del otro, sin ceder ni un instante.
"Tiene coraje, el crío, pero no le va a durar, ahora que yo, el ilustre Lucius Malfoy, ha vuelto a su lugar."
"Espero que el señor esté seguro sobre lo que va a hacer. David tiene un aire particularmente orgullos de ser de los nuestros y no tiene miedo, a menos que sea un inconsciente."
-Bien, Bella, has encontrado a un mortífago digno de este nombre. Tiene razón, os comportáis como críos, que vergüenza diría cualquier muggle –dijo Lestrange.
Esto fue como una ducha fría para todo el mundo y instantáneamente, todos se calmaron y cada uno fue a su habitación. Solo Bellatrix y su marido fueron a la misma.
"¿Pero por qué tuvo que decirlo en voz alta? Pensaba que lo había dicho para mí mismo. ¡Me he metido en la boca del lobo! Ahora, tengo al gran Lucius Malfoy que me va a humillar. ¡Soy demasiado tonto! Bueno, lo único positivo es que se ha calmado el ambiente.." pensaba David
A la mañana siguiente, Voldemort hizo llamar a David y Bellatrix a su salón para hablarles de la misión de la misión de David. Este no estaba muy seguro con la famosa misión. Sentía que no era confiable y que era peligrosa, sino Bellatrix se encargaría de ella.
-Bien, estáis aquí los dos. Voy a empezar a perder la paciencia. Entonces, Goyle está perdido en los pasillos, mira que me sorprende. Nuestra última discusión, Bella, me ha hecho pensar. Es verdad que el nacimiento de Potter me produjo muchos problemas tanto que he pensado acerca de James y Lily Potter. ¿Y si esos dos no acabasen juntos? No habría Harry Potter y eso significa que el mundo estaría a mis pies.
-¿Quiere decir, señor, que hay que hacer que James y Lily no se encuentren nunca?
-¡Crucio! Ya te he dicho, Bella, que no me gusta que me interrumpan cuando hablo.
-Si... señor.
- Finite incantatem.
-Gracias, señor, he aprendido la lección.
-Eso espero, Bella, eso espero.
David reían interiormente. Voldemort era tan previsible, incluso si cada vez David esta horrorizado cuando encontraba con su mirada dura y fría.
-Decía que Potter y la sangre sucia no deben encontrarse. Y he pensado en ti, David, que has probada tu... lealtad conmigo. Quiero que vuelvas al pasado, cuando nazcan James Potter y Lily Evans y que los mates.
-¿No sería más fácil lanzar solo una maldición para que no se encuentren?
-¡Crucio! Creo que te dije Bella, y también va por ti, David, que no es tan fácil. El destino siempre va en mi contra, y por eso quiero que los mates justo cuando ellos nazcan. Finite incantatem.
-Bien, señor, ¿pero como hacer para ir al pasado?
-¡Por fin, una buena pregunta! Veo que la enseñanza en Durmstang no es tan mala, ¿Conoces las fallas temporales?
-Euh...no he oído hablar de ellas...
-Bien, ¡La escuela no da más que eso! Entonces empecemos por el principio: existe en este mundo unas roturas, una fallas. Algunas fallas son temporales porque elles te pueden dejar en otra época, otras te pueden enviar a otra parte del mundo... O, por cierto, tienes que saber que son aleatorias y solo los magos más grandes pueden intentar controlarlas. Te voy a abrir una brecha en el tiempo. Harry ha nacido y ahora tiene dieciséis años, y eso nos hace retroceder treinta y nueve años. No vale la pena decir que en esta época no me encontrarás.
-Si, señor, lo entiendo.
-Bueno, alguien que parece tener algo de cerebro. Quiero que mates a los dos bebes, ¿lo has entendido?
David asintió. Aún estaba mal por la maldición, pero no había sido criado como Lucius, y de eso estaba muy orgulloso.
"¿Por qué matar a los dos? Si mató a unos, será suficiente. No me veo capaz de matar a los dos. ¡Qué busque a otro! Pero claro, si protesto, estaré muerto. Ya veré cuando esté en el lugar. Ahora entiendo porque no envía a Bellatrix. ¿Cómo haré pare regresar? Eso lo ha guardado, claro."
-Marcharás mañana por la mañana. Prepárate para ir al pasado. Vete, no te quiero ver hasta mañana.
-Si, señor.
David dejó la habitación y volvió a su cuarto. Bellatrix se encontraba sola con Voldemort. Después de unos minutos, empezó a hablar.
-¿Entiendes ahora mejor el plan, Bella?
-Si, señor, ¿Es tan peligroso? ¿Y está seguro que matará a los dos?
-No matará a los dos, pero estoy seguro que al menos matará a uno y estoy seguro que matará a la sangre sucia. Pero, entre nosotros, todo es su culpa después de todo. Potter será fácil de matar. No me presentó ninguna dificultad la última vez que lo vi –Voldemort enseñó una sonrisa carnívora-. Este viaje no es un medio seguro, Bella. Al contrario, es extremadamente peligroso, estoy seguro que con tu ayuda podré abrir el portal, ¿pero llegará al lugar correcto?
-Entiendo señor, habrá que practicar con alguien de poca importancia para la causa, como Malfoy, por ejemplo.
-No, Bella, Malfoy aún va a ser útil. Conoce muy bien el ministerio y conoce a las personar que trabajan allí. Además, se que eso te gustaría mucho.
"Gustar es una gran palabra, y sería todo un éxito deshacerse de alguien tan orgulloso como Lucius señor que se tiene por príncipe Malfoy, claro que él no se puede comparar conmigo..."
Bellatrix volvió a su habitación para encontrar a su marido durmiendo tranquilamente.
"¿Cuánto hace que no dormimos juntos? No puedo imaginarlo, durante quince años; quince años lejos de él; quince años sufriendo en aquella prisión, necesito desahogarme sobre todo si el último de los Potter está a punto de no nacer..."
Bellatrix paga su mala leche con la habitación, sin despertar a su marido gracias a un hechizo de silencia, que quitaría después de su pequeña crisis. Todo estaba desordenado, las plumas volaban por todo, el polvo que no había sido limpiado desde hacia mucho tiempo estaba en el aire y eso hizo estornudar a Bellatrix y también hizo que despertara a su marido del hechizo.
-Bien, tu estás como decirlo... ¿más calmada? Porque si no lo estás, desfilo lejos de aquí antes de encontrarme como ese sillón –el sillón en cuestión en vente trozos y las plumas estaban flotando por todo la habitación.
-¿Cómo haces para soportarlo?
-¿A quién? ¿Al señor? O bien... ¿cómo lo has llamado ? ah, si... ¿el principito?
-Ha renegado de lo que es; ha renegado de nuestro señor y no ha sido castigado, ¿no lo encuentras injusto?
-Pienso que ha sido castigado más de lo que crees, querida.
-¿Cómo?
-El señor no confía en él, sin embargo él cree en ti, Bella, tu siempre has tenido la más grande confianza del señor y eso lo hace enfadar más de los que puedas imaginar. ¿Por qué crees que él te confía sus planes y sin embargo nunca habla con Lucius?
-Humm... creo que tienes razón. Pero no tengo ganas de hablar sobre esto por el momento. Solo te quiero a ti, cariño. ¿Desde cuándo no hemos tenido un momento privado para los dos?
-Desde hace demasiado tiempo si quieres mi opinión.
Esa noche, en ese castillo lúgubre, al menos dos personar experimentaron la felicidad total, puesto que eso existe incluso para dos seres como ellos.
A la mañana siguiente, David estaba listo desde el alba. Snape lo fue a buscar para conducirlo ante el señor. Lo llevó hasta un claro lleno de flores que no parecía ningún lugar habitual para quedar con el señor.
"Creo que esta vez ha debido recibir un golpe en la cabeza durante la noche."
Una voz lo sacó de sus pensamientos.
-Snape, vuelco con Dumbledore a Hogwarts, no quiero que sospeche nada. Voy a quitar la barrera para que puedes aparecerte.
-Bien, señor.
Snape desapareció con un pequeño pop.
-No tenemos mucho tiempo, David –Voldemort hablaba con una voz silbante.
-Perdóneme, señor, estoy a vuestras órdenes.
-Bien, mientras realizo el hechizo con Bella –David no había notado la presencia de esta-, quiero que en el momento que veas la falla saltes dentro lo más rápido posible, ¿está claro?
-Si, señor –fueron las únicas palabras de David.
"No quería enseñar sus planes a sus "fieles" mortífagos, que falta de confianza. Al menos una cosa está clara: nunca le tendré confianza."
David estaba aterrorizado; se aventuraba a lo desconocido. Nadie hasta este momento había logrado ir al pasado. ¿Cuáles serían las consecuencias de esto? No tuvo mucho tiempo para reflexionar, sin embargo eso revolvería el orden del mundo y eso era exactamente lo que Voldemort quería.
David salió bruscamente de sus pensamientos cuando escuchó dos voces hablar en una lengua desconocida, pero David si conocía algo de esa lengua, pero eso no le decía nada.
Después de unos minutos, un fenómeno extraño se produjo: el claro se volvió borroso y aún así pudo ver como una falla se abría lentamente delante de él. Intentó mirar a través para ver lo que podía tener pero todo era negro. David dudó. No era buena idea hacer eso. Finalmente, prefirió quizás morir.
-¿A qué esperas? ¡Apúrate!
Sin dudar un minuto más, saltó...
David necesitó algunos minutos para entender lo que había pasado. Fue un ardor cerca de su antebrazo lo que le hizo volver a la realidad.
¿Por qué le dolía? Voldemort no era poderoso en este época, aún no había puesto la marca tenebrosa.
David decidió aparecerse en el callejón Diagon. Llegó ante un muro de piedras. El muro se abrió y él entro en el camino, lleno de magos, todos más o meno contentos de estar allí.
Todo parecía normal, después de todo, Voldemort aún no había entrado en acción.
Recorrió las diferentes tiendas hasta poner sus ojos sobre el periódico de los magos. Lo recorrió con los ojos y se puso lívido. Soltó un pequeño grito de terror y algunos magos se pararon a mirarlo un momento. David acababa de leer la fecha de ese día y no creía lo que sus ojos leían: estaban a primero de agosto, hasta ahí nada anormal, pero el año no correspondía de todo. En lugar de enviarlo 39 años hacia atrás, Voldemort lo había enviado solamente 23 años.
Después de un pequeño cálculo, comprobó que James y Lily tendrían 16 años, como Potter júnior en su época.
Entendió porque su antebrazo le dolía: Voldemort empezaba a tener poder y se volvía más peligroso para el mundo mágico.
"¿Y ahora que hago? ¿Voy a ver al Voldemort de esta época y le cuento los hechos? ¿Quién me veía en el pasado? No, será mejor que vaya a verlo y le cuente todo, ¿Pero que pruebas tengo para probar lo que digo? A parte de la marca no tengo nada más que mi varita."
Su antebrazo empezó a dolerle y decidió aparecerse. Se encontraba en un cementerio. Eso era mucho más normal para el mago oscuro, para quedar con sus mortífagos. David no pudo pensar en ello mucho, pues le habían lanzado una maldición por la espalda, y se torcía de dolor.
- Veo que este cementerio está incluso frecuentado por los muggles como tú –dijo una voz glacial que David no había escuchado-. De todas formas, no me divierte, no grita de dolor. Si los muggles resisten la maldición, habrá que encontrar algo más... radical. Probaremos con la maldición mortal.
-No soy un muggle.
-Pero si me responde a mí, el mago más grande del mundo.
"Ya, ten orgulloso que sabía que no tendría que haber venido."
-Soy uno de vuestros más fieles seguidores, señor.
Voldemort pareció asombrarse con esa noticia. Nunca había visto a ese joven, ¿cómo podría ser su más fiel mortífago?
-Finite incatatem. Bien, pruébalo, estoy esperando para verlo –David escuchó algunas risas y se dio cuenta que esta solo, cara a cara con Voldemort.
-Tengo la marca –enseñó su antebrazo para probar lo que decía. Las risas pararon y Voldemort traspasó a David con su mirada.
-Explícate. Nunca te he visto, y no te pude poner la marca.
-Vengo del futuro, de dónde me habéis enviado para cumplir con la misión más importante a vuestros ojos. –David notó que tenía toda la atención del mago y todos los mortífagos presentes-. Me habéis enviado al pasado para matar a un bebé.
"¡Oh, por Merlín! Esa frase sonó ridícula. Acabo de firmar mi sentencia de muerte frente a este monstruo. Sabía que venir no era una buena idea. Siempre he tenido un lado un poco cobarde y lo voy a pagar con mi vida. Morir solo en el pasado, que triste maldición."
David evitó decir que tenía que matar a dos. Si permitía que uno viviera, habría podido salvar al menos a uno.
Con esas palabras Voldemort rompió a reír, una risa glacial que David conocía perfectamente como una risa muy irónica.
-¿No has encontrado nada mejor? ¿Crees que un bebe podría pararme en mi intento de dominar el mundo?
-Sí –soltó David, un poco más seco de lo que quería.
-¿Me tomas por un idiota?
-No, señor, jamás me atrevería.
-¿Quién es ese bebe que me lo voy a cargar enseguida? –Voldemort no quería creerlo pero pensar que algo podría impedir acceder a dominar al mundo no lo acababa de gustar.
-Hay un problema.
-¿Cuál?
-Usted no me ha enviado a la época correcta y el bebé ya no lo es.
-Crucio. ¿Te atreves a decir que me he equivocado? No lo creo, al menos que sea tu culpa, insolente –Voldemort intensifica la maldición y David grita cuando siento sus miembros abrasarse.
-No... Es mi culpa.
-Bien, lo prefiero así, pero no me has dicho a quien tienes que matar.
-James Potter.
-Eso explica muy bien las cosas, pero sepa que tengo planes para él. Tu no esperes nada de todo esto, no veo porque yo mandaría a un individuo tan poco interesante que tú, no te creo nada.
Voldemort intensificó más y más la maldición. David no soportaba el dolor y se desmayó. Y fue dejado por muerto por Voldemort.
Después de unas horas recobró el conocimiento y se pudo levantar. Era ya muy tarde. Voldemort había marchado dejándolo allí, sin ninguna piedad. David comprendía ahora porque todo el mundo le temía. No era buena cosa ser su enemigo. David no sentía su cuerpo, y no sabía si llegaría a poder marchar. Se refugió en la primera casa que encontró y perdió de nuevo el conocimiento.
Durante ese tiempo, 23 años más tarde:
David acababa de pasar la falla. Voldemort y Bellatrix la cerraron y esperaron unos minutos. De pronto, Voldemort gritó rabioso:
-¡Ese mortífago no ha retrocedido más que 23 años! Está en la época donde James y Lily tenían 16 años. ¡Pero por qué puñetas habré perdido la suerte!
Bellatrix usó un rostro frío e impasible mientras que Voldemort sonreía. Los dos no habían sentido la mirada que los había seguido desde el principio del ritual. Una vez fuera de la vista de todos, Snape salió de los arbustos dónde se había escondido y había seguido los hechos.
"Menos mal que he permanecido después de la partida de David o nunca habría sabido que había retrocedido 23 años. Tengo que ir a hablar con Dumbledore. Y menos mal que no han notado que me había aparecido a unos metros de aquí o estaría muerte en este momento. Sin embargo no debo permanecer aquí más tiempo."
Lo que le profesor de pociones no sabía era que David no era un ferviente partidario de Voldemort y sobre todo que prácticamente no había revelado nada.
Se apareció en Grimmauld Place para contarle todo lo que había visto a Dumbledore.
A seguir...
