Prologo: El sol quema

El clima era tan soleado, era perfecto para ir al parque o ir a nadar. Sin embargo, los constantes quejidos de sonidos incoherentes alejaban aquellos pensamientos. Suspiro lo más bajo posible, quería marcharse de aquel horrible sitio que lo estaba asfixiando. Dio nuevamente un recorrido a la habitación, ventanas cubiertas por unas tablas; que dejaban ver por pequeños huecos el cielo azul, una cama algo destrozada; lo único que tenía rescatable eran las cobijas que a pesar de que estuvieran sucias, aun se mantenían en buen estado. Y por último, un ropero; la ropa que había en este era de una chica, probablemente era la dueña de esta habitación… ¿Qué le había pasado? No tenía idea… Y no quería preguntar…

—Quisiera poder volar… —comento a la nada, cerró los ojos un momento antes de volverlos abrir y encontrarse con la mirada sorprendida de aquel que consideraba su hermano mayor—. ¿Qué hay de malo con eso?

El otro solo negó con la cabeza, de cierta manera tenía una sonrisa divertida en su rostro, se inclinó lo suficiente para acariciar la cabeza del menor.

—¿Qué es tan gracioso? —pregunto con un puchero mientras miraba a cualquier otro lado.

—Nada —respondió mientras recogía al menor y lo cargaba—. Cada día creces más…

—¡Yo ya soy grande! —alego con enojo.

—Sin duda lo eres —le dedico una suave sonrisa, el menor solo recargo la cabeza en el hombro del mayor, dejando que la calidez lo envolviera.

—¿Cua… Cuanto tiempo estaremos aquí, Tsuna? —pregunto mientras enterraba más su cabeza y se aferraba al mayor. Quería llorar, pero ya era un niño grande, tenía que ser fuerte, los niños grandes no lloran.

—No mucho… Una vez que llegue Reborn nos marcharemos de aquí... —susurro acariciando la cabeza del menor, mientras comenzaba a caminar en círculos en aquella habitación desgastada. Tenía que estar al pendiente de todo, de eso dependía su supervivencia y no quería que por un error estúpido terminara su vida.

— ¿Cuándo volveremos a ver a mama? —Esto tomo por sorpresa al nombrado, que se dedicó a darle mimos a su hermano menor.

—Yo… No lo sé… —se mordió el labio inferior, no le podía decir a su hermano menor que su madre ya no volvería con ellos porque había contraído aquella enfermedad y se había perdido así misma también.

—La extraño mucho… Reborn es un imbécil que no me permite hablar de mis sueños y siempre cuando él está tú también me lo prohíbes… Mama siempre me dejo contarle mis sueños… —susurro, lagrimas comenzaron a empapar aquel suéter que tenía su hermano mayor—. ¿Por qué es tan malo hablar de los sueños…?

El mayor se quedó callado unos minutos, no sabía cómo responder aquello, no podía pensar en una manera correcta de hacer comprender al menor que los sueños son la enfermedad que lo podía matar —Eso…

—Porque si tienes sueños y ellos lo saben podrían ocasionar que mataras a Tsunayoshi —aquel comentario lo tenso, no le gustaba mucho la idea de traumar a su hermano menor.

—Reborn… ¡Esa no es la forma correcta de contestar! —trato de reprochar al mayor, este no se inmuto bajo la ardiente mirada del castaño que le exigía que retirara lo dicho.

—Es la verdad, lo tiene que enfrentar cuanto antes —respondió mientras se encogía de hombros y miraba al menor que tenía una expresión de horror—. Así que tienes que ser fuerte, Lambo, para que eso no suceda y puedas proteger a Tsunayoshi —al menos trato de apoyarlo a su manera, el niño solo pudo sollozar en el hombro de su hermano mayor, tenía miedo de todo lo que estaba sucediendo, de que por su culpa mataran a su hermano, de perder a su familia otra vez, de volver a estar solo por su error.

—¿Cómo te fue? —pregunto cambiando el tema mientras calmaba a su hermanito, este a los pocos minutos cayo dormido, su infantil mente todavía no podía comprender del todo lo que estaba sucediendo. El castaño procedió meterlo entre aquella cama y taparlo, poco después tomo lugar en la orilla de la cama. El mayor desvió la mirada y negó con la cabeza—. Ya veo… —su situación no era la mejor, los suministros se le estaban acabando y las criaturas parecían evolucionar, para bien o para mal, no lo sabía, pero tenían que tener cuidado, no había conocimiento alguno de lo que saldría una vez que esas cosas eclosionaran.

—Tienes que dejarlo… —susurro mientras señalaba al menor que dormía tranquilamente—. A este ritmo ocasionara tu muerte —el castaño estaba al tanto de que en el momento en que Lambo sucumbiera, Reborn no lo va a pensar dos veces y lo eliminaría. No le gustaba esa idea, el prometió protegerlo.

—No lo vamos a dejar —dijo con autoridad, desafiando con la mirada al de ojos ónix—. Eres libre de marcharte y dejarnos, no te estoy reteniendo.

Reborn no le gusto eso, y afilo más su mirada, quería gritarle todo lo que sabía y porque no lo podía dejar…

—Haz lo que quieras, adelante, sigue con tu capricho y mantenlo en la burbuja de seguridad en la que te esfuerzas en mantener. Ambos sabemos que eso solo ocasionara tu perdición en el mejor de los casos —respondió dándose media vuelta y recargarse en el marco de la puerta—. Sin embargo, recuerda, en el momento en que suceda, no lo dudare, no me vas a impedir acabar con él. —Termino saliendo de la habitación dejando un amargo sabor en la boca del castaño. Pasos a la lejanía confirmo que había bajado para hacer guardia, probablemente.

"Te lo dije, el no confía en ti…"

—Cállate… —susurro para sí mismo, queriendo callar aquella voz que le gustaba atormentarlo cuando discutía con cualquier persona, incluso antes de que todo esto sucediera…