Bien, bien, aquí de nuevo, Hola! Aquellas personas que ya me conocen y... Hola! o.o' a los que me leen por primera vez, Konoto-chan, para serviros. Como verán mas adelante este es un fic de vampiros, para aquellas personas que les guste esa clase de historias, el terror y el suspenso; sin mas preámbulos, comencemos...

Warning: Bien, me he cansado de escribir esto en todos y cada uno de mis fics, así que vamos rápido: este fic contiene Shonen ai, yaoi, lemon (mas adelante, y tal vez rape... repito, tal vez!), así que cada vez que haya alguna escenita NC-17 por ahí, yo os lo avisaré al principio del capitulo, ok?.

Disclaimer: Bien, sabemos muy bien que Saint Seiya no me pertenece, por que, siendo sincera, si fuera mío estaría censurado e incluso prohibido en muchos países.

Este fic es una adaptación del manga: Wild Kiss, (de ahí el título del fic), por Hisaya Nakajo, el cual sólo tenía un capítulo que constaba únicamente con unas escasas 48 páginas, que era una historia extra dentro de otro maga; y como la trama era extremadamente corta y daba para mucho mas, (en serio, T-T era demasiado corta), decidí continuarlo a mi manera.

Parejas: MiloxCamus y otras mas por allí que mencionare a manera que aparezcan.

Wild Kiss

By: Konoto-chan

Chapter I: The story begins

Camus Saunière era estudiante de una escuela preparatoria en Japón, dieciocho años, cursaba quinto semestre, de origen francés; había vivido la mayor parte de su infancia en Marsella, Francia, (en francés, Marseille), la segunda ciudad mas importante y la mas antigua de Francia y su lugar de nacimiento, he ahí la razón de su acento francés, y aunque hablaba perfectamente japonés, relucía aquel peculiar acento, vivía solo en una pequeña casa, era vecino de Aioria, su mejor amigo desde la secundaría y ambos se llevaban muy bien; tenía una figura perfecta: era alto delgado, piernas largas y fuertes, cintura estrecha, cadera esbelta, piel blanca, cabello largo, liso y suave de un color verde-azulado, con algunos mechones que caían enmarcando su lozano y bello rostro, unos ojos azules muy hermosos y tan profundos como el mar mismo; sus labios eran carnosos a la vez finos, bien definidos y llamativos; su carácter era sereno y reservado, aunque a veces era algo frío, pero era amigable y amable con los demás, una persona encantadora.

El reloj de su muñeca izquierda señalaba las seis con treinta minutos de una nublada y gris mañana de un viernes a finales del mes de octubre, y aunque aun faltaba una hora para que las clases dieran comienzo, dentro de diez minutos llegaría al plantel; esta mañana se había levantado mas temprano que de costumbre, los últimos días había tenido un insomnio terrible que no lo dejaba dormir, y la pasada noche no fue la excepción, pero su rostro nunca lo demostraba, así como algún signo de cansancio o dolor... estaba acostumbrado. Caminaba distraídamente por el habitual camino que tomaba todos los días para ir y venir de la escuela. Su vida era normal y simple... hasta que él conoció a aquel chico...

Caminaba con su vista fija en el libro que traía en las manos, (Konoto-chan: y no saben lo peligroso que es leer mientras caminas, lo digo por experiencia propia), retiró un momento sus ojos azules del texto y mirar el camino, pero se topó con un par de ojos azul turquesa que lo miraban fijamente haciéndole sentir algo incómodo, y le sorprendió la distancia a que los separaba, un poco mas y habría chocaba con él.

--Disculpa... puedo ayudarte?.-preguntó quedamente.

--Tal vez.-dijo simplemente sonriendo de lado.

--Claro... dime?.-dijo esperando la respuesta del otro, cerrando el libro que había acaparado su atención, momentos antes.

--Quisieras ser mío?.-preguntó sin pena ni congoja, manteniendo esa encantadora sonrisa, una alumna del mismo colegio que caminaba por allí escuchó la conversación, quedándose boquiabierta, para acto seguido echarse a correr hacia la escuela.

--Q-que?.-preguntó casi sin voz, mirando al joven frente a él, incrédulo de lo que sus oídos escuchaban, a la vez que un rubor rojo carmín cubría violentamente sus pálidas mejillas.

El joven era bastante atractivo: tenía unos penetrantes y vivaces ojos color azul turquesa, era alto, algo mas que él, delgado; una tez un poco mas morena que la suya, labios bastante llamativos, cabello largo, aunque un poco mas corto que el suyo propio, indeciso entre mechones lacio y rizos, de un color azulado.

--Acaso estas jugando conmigo!.-exclamó, el mayor lo sujetó delicadamente por la barbilla obligándole a mirarlo a los ojos, clavando sus ojos turquesa en los azul zafiro del menor, haciendo cada vez mas corta la distancia entre sus labios, pero antes de que siquiera pudiera rozar los labios del menor con los suyos, Camus lo golpeó a puño cerrado en la mejilla derecha, la cual de inmediato adquirió un tono rojizo, y antes de que pudiera decir algo el ojiazul se fue, caminando rápidamente, dejándolo con la palabra en la boca.

Al llegar a su aula correspondiente, (Konoto-chan: alguna vez han notado el gran parecido que tiene la palabra 'aula' con la otra, 'jaula', y no me refiero solo a la letra 'j'), se sentó en el lugar que siempre ocupaba y colocó sus manos sobre su rostro, genial, ahora le comenzaba a dolerle terriblemente la cabeza, lo único que le faltaba.

--Camus.-habló una voz en su oído, mientras unos brazos lo rodeaban por el cuello, haciéndole soltar un respingo.-Golpeaste a Yoshida, verdad?.-preguntó sonriendo, parándose al lado del peliazul.

--Aioria, eres tu... me asustaste.-fue lo único que dijo, mostrando una ligera sonrisa forzada.

--Ya toda la escuela lo sabe.-dijo el castaño.-Sobre la confesión de Yoshida...-especificó, al ver la confusión en los ojos azules de Camus.

--Quién es Yoshida?.-preguntó el francés, acariciándose las sienes con los dedos, tratando de mitigar el dolor.

--Era la persona que golpeaste esta mañana antes de llegar a la puerta de la escuela... Yoshida, de quinto semestre al igual que nosotros, va en el salón de al lado. ¿De verdad no lo conoces?.-preguntó con incredulidad impresa en su voz y en sus orbes verdes.

--Nope... acaso es famoso?.-preguntó a su vez el ojiazul alzando una ceja.

--Es muy, muy famoso!.-dijo el castaño agitando sus brazos.- En esta escuela, Milo Yoshida es alguien a quien debes de conocer, por lo menos de vista.-continuó sentándose distraídamente en el asiento de al lado. -Él es atractivo, inteligente y tiene un cuerpo magnifico, todo en uno!.-comentó casualmente.- Por cierto, también es muy bueno en los deportes... En otras palabras, es perfecto... Pero también es muy reservado y misterioso. Todas las chicas de esta escuela lo consideran ' El numero uno y mas solicitado novio'.-concluyó.

--Hmph... Es por eso que...?.-preguntó.

--Es por eso que todas las chicas de la clase te mandan miradas asesinas, te matarían, pero tu eres el 'Numero dos y mas solicitado novio'.-dijo sujetando juguetonamente la nariz del francés.

--No hagas eso.-le regañó, quitando la mano del ojiverde de su nariz.

--Pero Yoshida... no tiene novia... al menos que yo sepa-dijo tomando un mechón de cabello azulado y enredándolo entre sus dedos.

--Y eso que?.-preguntó mirando hacia la ventana distraídamente.

--Por que él ama a Camus!.-exclamó el castaño, llamando la atención de los pocos presentes en el salón.- Es amor verdadero.-afirmó.

--Qué quieres decir con 'ama'?.-preguntó empezando a perder la paciencia.

--Cuál es el problema contigo?... A veces deberías mimarte y quererte un poquito mas.-regañó colocando su dedo índice frente al rostro del francés.-No es eso algo bueno?.-preguntó.-El que alguien te quiera y se interese por ti?

--Por que debería hacerme feliz la confesión de otro hombre?.-preguntó aguantándose el dolor que le causaban las agudas punzadas en su cabeza.

--Por qué no?.-cuestionó a su vez el ojiverde.

--De todas formas... esta no es la primera vez que un hombre te confiesa su amor, verdad?.-dijo un chico de largos cabellos celestes.

--Afrodita tiene razón.-secundó el castaño apoyando al peliazul.

--No es de mucha ayuda, no?... Porque Saunière es un hombre extremadamente bello o en todo caso un claro y basto ejemplo de un bishoujo.-dijo Afrodita acariciando con sus dedos la suave mejilla del francés. Pero éste se quitó de encima la mano del otro, poniéndose de pie tan rápidamente que hizo que el peliazul perdiera el equilibrio y cayera al suelo.

--Parece que se enojo.-comentó Aioria, viendo con una sonrisa divertida al peliazul que seguía tirado en el suelo.

--No me digas.-dijo sarcásticamente al tiempo que se incorporaba.

--Esto se está volviendo un desastre. La confesión de un chico... Cuantas veces van?... La primera fue en la secundaria... Antes o ahora aun no entiendo la razón!. Y hasta ahora, después de dieciocho años estaba seguro de mi mismo... o al menos eso pensaba.- dijo para si mismo el ojiazul, mientras caminaba por los largos pasillos de la escuela, iva bajando los escalones que daban al segundo piso y a mitad de la escalinata su dolor de cabeza iva en aumento, no bastándole con sólo agudas punzadas en su cabeza, sino que le dolían los ojos también, a través de su visión borrosa alcanzó a ver el rostro de Milo, de repente sus piernas cedieron ante su peso, cerró fuertemente sus ojos azules, esperando el inevitable golpe, pero éste nunca llegó, lo único que sintió fueron unos fuertes brazos que le sujetaron por la cintura, cayendo ambos estrepitosamente al suelo, de no ser por que el mayor se sujetó con una de sus manos al extremo del extremo del pasamanos fuertemente, ambos se hubieran dado el golpe de sus vidas.

--Estas bien?... te lastimaste?.-preguntó Milo, prácticamente susurrando al oído del francés.

--N-no, creo... perdón, yo...-trató de disculparse incorporándose lentamente, dándose cuenta casi al instante que estaba prácticamente encima del otro joven, observando fijamente los ojos turquesas de Milo, bajó su mirada y la fijó en la mejilla derecha del otro, en la que se podía ver claramente un ligero moretón, que era el lugar donde lo había golpeado esta mañana.

--Camus...-susurró acariciando la mejilla del francés para después tomar su barbilla delicadamente acercando su rostro al del menor con lentitud.

--Quita tus manos de mi!.-exclamó el ojiazul, incorporándose rápidamente, tratando de ignorar su dolor, que todavía persistía.- De ninguna maldita manera seré tuyo.-dijo cortantemente y regresó a su salón.

Milo sólo lo miró irse, pero algo mas llamó su atención: un pequeño y blanco copo de nieve pasó frente a sus ojos turquesas, para después caer en su mano, derritiéndose casi inmediatamente.

Las clases transcurrieron como de costumbre, sin ninguna novedad. La campana anunció el fin de las clases, se despidió de Aioria con un gesto ya que éste tenía prisa y se salió prácticamente corriendo del aula, estaba por terminar de guardar sus cosas cuando:

--Saunière!... alguien te busca en la puerta.-le dijo una chica acercándosele con actitud extraña.

--Ya.-salió del salón, no sin antes notar las miradas asesinas que le dirigían varias chicas y escuchando los susurros y murmullos de éstas, de cómo hablaban entre sí cosas que él no alcanzaba a escuchar, y estaba seguro que no era nada bueno, pero no esperaba toparse con él de nuevo.-Qué quieres?.-preguntó cortante.

--Vayamos a casa juntos.-fue lo único que dijo.

--Es suficiente!.-cortó Camus ya bastante sacado de sus casillas.- Adiós, me voy a casa solo!.

--Quiero hablar...-

--Cállate!... No quiero hablar de nada!.-dijo comenzando a caminar apretando el paso rápidamente.

--Espera!.-dijo sujetándolo por el brazo y acorralándolo contra la pared de uno de los pasillos.- Aunque esto no signifique nada para ti... significa mucho para mi!.-dijo mirándolo seriamente y colocando sus manos en ambos lados de la cabeza del ojiazul.

--Por favor... Estamos haciendo una escena.-dijo al observar como varias personas se les quedaban mirando.- Esta bien, lo haré... pero sólo escucharé.-aceptó con resignación, al verse atrapado por Milo.

El camino transcurrió normalmente sin percance alguno, pero sumido en un incómodo e irritable silencio, al menos para Milo, ya que el francés no había pronunciado palabra alguna. Hasta que ambos llegaron al inmueble del ojiazul.

--Llegamos.-anunció con voz casi ausente.

El inmueble era mas bien una pequeña casa, no demasiado simple, pero tampoco demasiado elegante, perfecta para una sola persona o dos. Ambos subieron la corta escalinata, Milo esperó recargándose en el barandal hasta que el francés sacó la llave de la puerta de su mochila y la introdujo en la cerradura, abriendo la puerta, abriéndola.

--Ese chico... y el moretón en su mejilla... desapareció?.-se preguntó Camus a sí mismo profundamente asombrado.- Pensé que tardaría otro día para sanar.-pensó algo confundido, mirando la mejilla de Milo, en donde se suponía que debería estar el moretón de ésta mañana, pero no había ni rastro de la marca

--Vives solo?.-preguntó Milo sacando de sus cavilaciones al francés, sentándose a la mesa que estaba en la cocina.

--Mmmm... si, por un tiempo, por la situación de mi familia.-respondió distraídamente, mientras tomaba asiento junto al moreno.-Es mejor así... Ahora, de qué querías hablar?.-preguntó mirando inquisidoramente al otro con sus ojos azules, esperando una respuesta por parte del otro joven.

--Esta es la primera vez que le digo esto a otra persona...-dijo con semblante muy serio, mirando fijamente los ojos azules de Camus.- Soy un vampiro.-dijo Milo.

To Be Continue

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Bien, hasta aquí por el momento, espero que os haya gustado o al menos que no los haya aburrido o.o, gracias por leer, espero sinceros comentarios en los post, gracias, y hasta el próximo capítulo n.n.

... Y cuando el infierno esté lleno... los muertos caminarán por la tierra... †