El arte de la guerra
Lan WangJi está en medio de su revisión de tropas cuando aparece su hermano. Avanza entre el campamento seguido de sus discípulos más jóvenes, apuntando aquí y allá para hacer tareas menores o reforzar ciertos puntos. Hay una ligera coloración en su tez clara y la ropa que lleva tiene rastros de lodo, claros indicios de un entrenamiento extenuante.
No hay rastro del líder de secta Jiang.
Lan WangJi le ha prometido guardar silencio a Wei Ying, esperando a que sus hermanos quieran hablar al respecto (sospecha que hay algo sobre la relación de Wei Ying y Jiang WanYing que se le escapa), aunque tiene dudas ahora que lo ve. Sabe que tiene que desconfiar de los rumores, siempre suelen torcer la realidad y crear terribles malentendidos. Pero tampoco le apetece despejar sus dudas sobre ello preguntando de frente.
No quiere imaginar a su hermano y al líder Jiang... Aggg.
—WangJi -llama su hermano, saludando a distancia como reconocimiento mientras entra en la carpa que comparten... que compartió con Jiang WanYing.
Termina de revisar los puestos de sus compañeros y espera mientras su hermano vuelve. Tal vez lo mejor sea no hacer nada, como sugirió Wei Ying, al fin y al cabo, también tiene que preocuparse de que a Wei Ying no le suceda nada mientras usa el cultivo demoníaco. Quiere confiar en las palabras de éste, solo que algo en su pecho se oprime recordando la facilidad con que otras cosas más comprometedoras han salido de sus labios sin significar algo en realidad.
No quiere pensar en lo que significa el peso en su estómago o la agitación de su pecho, menos cuando todo es tan incierto. La guerra, como la ha conocido, no tiene nada que ver con héroes, sino más bien con cobardes, los que atacan por la espalda y los que huyen perpetuamente para seguir viviendo.
Instruye a las tropas en los últimos avances de reconocimiento y se aproxima hacia su carpa.
—WangJi, no te preocupes, puedes entrar -la voz de su hermano es alegre, un empuje de optimismo inquebrantable.
Levanta el alero y entra. Lan XiChen está sentado en su pequeña mesa de campaña, tomando el té y revisando la carta que dejó para él. No hay una gran revelación en su rostro cuando la lee, aunque sí una mirada de desconsuelo. Wei Ying había tenido una emoción similar.
—Creo que tendremos que arriesgar a unos cuantos, pero parece lo más sensato a hacer ahora. Además, la información que me han estado suministrando está muy de acuerdo con esto.
Lan WangJi quiere consolar a su hermano de alguna manera, sabe lo pesada que es su carga para tratarse de un muchacho a penas llegado a la mayoría de edad (1). El mismo se siente poco preparado para lo que se va a desencadenar, no por el acto de matar, solo por sus consecuencias.
—Hermano, puedo hacerlo.
Lo ha hablado con Wei Ying, y lo ha meditado toda la mañana, entre más rápido acaben con todo, más pronto podrán ocuparse de las otras cosas que preocupan. El cultivo demoníaco de Wei Ying y lo que sea que pase entre el líder de la secta Lan y el líder de la secta Jiang.
—Es peligro, DiDi -la pena suena muy honda, como si Lan Xichen luchara por no dejarla salir-. ¿Y si pasa algo?
—Puedo cuidarme.
—Sí, siempre has podido cuidar de ti mismo. Llévate a algunos de los discípulos mayores, Lan Chin debería ser lo suficientemente buena.
—Iré con Wei Ying.
La sombra en el rostro de su hermano se disipa de forma momentánea, en su lugar, sus ojos brillan.
—Realmente hablaron. Me agrada escuchar eso, DiDi. Pero creo que deberás consultarlo con el líder de la secta Jiang, no sé qué tan dispuesto esté a separarse de su única familia.
—Pensé que el hermano podría ayudar con eso -sabe que está tocando terreno quebradizo, su hermano podría notar su interés si aborda el tema demasiado de frente. Además, aún no sabe si quiere saber.
—Admito que estoy en buenos términos con Jiang WanYin, aún así no creo que la cercanía sea un motivo para interferir en los negocios del otro.
Oh, de verdad su hermano mayor es tan sabio como para separar sus intereses y los intereses de la secta. Sus palabras, aunque ambiguas puedes ser corroboradas y el que admita cercanía le da a entender que puede husmear un poco más, siempre y cuando mantenga las formas.
—Los discípulos escucharon ruidos anoche -dice de inmediato, usando la mirada para comunicarle a su hermano que se trata de lo que había sucedido dentro de ese mismo lugar.
—Oh, —hay un pequeño rubor en las nevadas mejillas de su líder de secta— lamento haber perturbado a todos. Traté de ser cuidadoso, pero Jiang WanYin estaba un tanto... Incontrolable. Tuve que tomar medidas poco ortodoxas.
Su hermano está confirmando todo. Todo. Lan Xichen, Lan Huan, ZeWu-Jun le confiesa sin pudor que las habladurías son reales. ¿Y porqué tienea que ser con el líder Jiang? Sabe que es el mejor amigo de Wei Ying, pero tiene mal genio y a veces es un estirado.
Lan WangJi no es feliz por su hermano.
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Dentro de todas las cosas que Jiang Cheng podría esperar al volver a ver a Wei WuXian, no pensó en la vista de hombre sombrío que tiene delante. Los discípulos que lo habían seguido hasta el comedor se dispersan en cuanto el Patriarca Yiling les hace una seña para permitirles hablar a solas. No es el genial shixiong que siempre les lleva a jugar, es el general de guerra que tiene algo que discutir con su líder.
—¿Planeas matar a alguien? —pregunta cuando los demás están lejos— ¿Ya hemos perdido la guerra cómo para que lleves esa cara?
—No es muy diferente de tu semblante habitual.
Jiang Cheng rechina los dientes. No es justo de ninguna manera que se le ataque personalmente, menos por un sirviente. Pero, siendo razonable, este es Wei Ying, si fuera un simple sirviente lo hubiese dejado morir a manos de los Wen hace mucho, mucho tiempo.
La vieja herida en el pecho, quemada por el látigo de disciplina, escuece con rapidez contra la seda.
—Vas a decir estupideces o vas a decir lo que necesitas —gruñe, situándose en su lugar de la mesa, donde ya lo espera una humeante sopa y un cuenco de arroz. Por un momento, extraña las horribles comidas en familia donde su madre decidía airearse con todos hasta que su padre lograba engañarla con su suave sonrisa y su resistencia sin defensa.
La noche anterior soñó con eso, con la muerte de ambos. Estaba en medio del asalto, vestido como un Wen, luchando al lado de ellos; había pasado por los pasillos conocidos, las pasarelas llenas de sangre, los lagos siempre corriendo y terminó insertando su espada en el pecho de su madre para después ejecutar a su padre. No lo supo sino hasta que lo hizo, antes solo lo llevaba la rabia ciega hacia un objetivo desconocido.
La herida en su pecho vuelve a arder mientras toma su primera cucharada de comida. Wei WuXian continua mirándole sin ningún tipo de vergüenza.
—Vas a decirlo o no.
Parece un poco incomodo, o arrepentido, en la cara de su shixiong nunca es clara la emoción positiva frente a la negativa.
—Emmm... Anoche llegó una carta, se la entregaron a Lan Zhan porque no quisieron interrumpirte anoche con Xichen-ge -revela Wei WuXian.
Jiang Cheng se atraganta con el tercer bocado de comida, la vergüenza lo alcanza casi al mismo tiempo que la nostalgia subyacente por el recuerdo crudo de una voz suave llamándolo de nuevo a la consciencia, lejos de la pesadilla en la que era culpable permanente de la muerte de sus padres. Había llorado sobre el hombro del otro líder de secta mientras éste susurraba cosas que no recuerda, pero sonaban a la única salvación posible.
—¿Y qué decía la carta? -no quiere hablar con Wei WuXian acerca de sus padres, ni de sus miedos, ni tampoco de la implicación que tiene la relación que mantiene con el Segundo Jade con la moral de sus tropas y lo importante que era que se reconciliarán—. Será mejor que me des una buena excusa para no haber informado antes.
—Lan Zhan y yo hablamos esta mañana. Somos los segundos al manos, también tenemos algo que decir —replica, sonriendo—. La carta dice que sí es posible la incursión en la Ciudad Sin Noche, pero el líder Nie cree que necesita una avanzada preparada y que pueda resolver problemas por sí sola. —Mientras habla, Wei WuXian desliza la carta hacia sus manos.
Deja de lado el almuerzo para revisar los trazos firmes que vienen desde el otro frente. Sabe que las fuerzas de la secta Lan deberán partir pronto, a servir como avanzada, así que se quedará en sus manos la decisión sobre esto. Piensa en los gestos amables del Líder Lan y teme cargarle otra obligación o preocupación más, si se acerca para solicitar una audiencia que discuta el asunto.
Es una guerra, todos deben cooperar, aún así la cooperación exige sacrificios. La secta Jiang es la que menos está aportando en términos económicos y numéricos, las grandes hazañas tienen que partir desde su lado si no quiere perder poder político. ¿A quién debe enviar?
—No pongas esas cara, Jiang Cheng —Wei WuXian no reprime el gesto de cariño en su rostro—. Lan Zhan y yo hemos hablado, iremos al frente y nos escabullirsemos. El cultivo demoníaco me dará ventaja y los conocimientos del Descanso de las Nubes nos permitirán armar un buen plan.
Oh, sí. Es igual que en la cueva. Él hará todo el trabajo logístico mientras ellos dos marchan hacia el frente.
Lan XiChen, al menos por esta vez, no estará escondido.
No contesta, arruga la carta y la pone dentro de su hanfu. Continúa comiendo sin prisas, su shixiong se rinde en sacarle conversación para alejarse en busca de sus discípulos en entrenamiento para burlarse de ellos. Algunos son casi niños, recuerda de pronto.
No, no puede ser solo un líder egoísta. Tiene que hacer sacrificios también; va a dejar que Wei WuXian gane la guerra en nombre de su secta y su tierra, aprovechará eso para erigir su poder de nuevo y silenciará a todo aquel que se meta con su familia. No puede agachar la cabeza y permitir que viejos lobos acaben con todo.
Dos horas después, está terminando de vestirse y enviado a buscar Wei WuXian.
No quiere saber porqué, pero todas las personas en el campamento parecen especialmente serviciales. Desde las lavanderas que se ofrecieron a calentar un poco de agua para que se limpiará bien hasta los muchachos de la secta Lan que se ofrecieron a entregar de manera personal cualquier comunicación que se necesitará entre él y su líder de secta. La idea de que todos ellos ya conozcan el chisme de que pasó la noche anterior llorando en brazos de ZeWu-Jun le es tan temida como odiada. No puede ser un líder con semejante vergüenza en la opinión pública.
Saliendo de su tienda, uno de los discípulos de su secta se acerca.
—Líder de secta —saluda— ¿Se dirige a la secta Lan? ¿Necesita que le sirva de guardia?
—¿Acaso soy una doncella que necesita cuidado a todos sitios? —responde con poca paciencia, no necesita a niños entrometidos cuando su segundo al mando no aparece—. Mejor ve a buscar a Wei WuXian.
—Nuestro shixiong ya se encuentra con el Segundo Maestro Lan, digo, con HuanGuang-Jun —puede pasar eso, tampoco cree que a aquella estatua viviente le importe el título—. Creí que necesitaría escolta porque sería muy mal visto que gente comprometida estuviese sin vigilancia (2)
¿Vigilancia? ¿Qué? Esta a punto de gritar por una explicación cuando recuerda su breve charla con ZeWu-Jun, su propia comprensión de los sentimientos entre su hermano y Lan WangJi y la obvia seguidilla que todos les daban a esos dos todo el tiempo. No era un aficionado de las novelas como podría serlo Nie HuaiSang, pero sabía cuáles eran los tópicos usuales de un romance que no pasarían desapercibidos. Sobre todo con la obvia insistencia de Lan WangJi por encontrar a su hermano a como diese lugar.
Espera que al menos no hubiesen hecho nada desagradable frente a personas poco dadas a las licencias amorosas entre hombres. (3)
—No hay ningún compromiso, ni siquiera creo que se trate de algo serio. Esto es un asunto de guerra, no hay tiempo para cosas como el romance. Pero puedes acompañarme para que arrastres el cadáver de Wei WuXian cuando lo golpee por no presentarse ante su líder de secta.
El muchacho pasa de una sorpresa total, a una servicial compañía al escuchar esto último, dejando que continúe delante antes de seguirlo en su recorrido. Mientras se acercan, más chicos y chicas hacen aparición, algunos, como un discípulo malhumorado de la secta Lan, demuestran su poca educación frunciendo el ceño.
Para el momento en que llega al lugar donde lo espera el otro líder de secta, quienes lo seguen son claramente un séquito.
—¿Acaso nadie tiene responsabilidades que ocupar? —grita, dando la vuelta de manera repentina—. Sí ninguno tiene deberes, puedo darle algunos ahora mismo.
Las ligeras chispas saltando de ZiDian aparecen poco antes que una marea de violeta, azul, blanco y negro llena jóvenes ansiosos por obedecer se disperse.
Detrás suyo, la ligera risa del Primer Jade de Lan se hace oír en medio de la cacofonía de gritos, carreras y tropezones. Jiang WanYin tiene que pensar después en porqué encuentra esto tan tranquilizante.
—No creo que nuestras tropas hayan sido alguna vez tan eficientes —declara Lan XiChen.
—Espero que lo sigan siendo, cuando ustedes partan de nuevo a Gusu, necesitaremos toda la fuerza de contención posible.
Mira a la pareja que se prepara para el viaje con ojo crítico. Parados uno al lado del otro, las diferencias más notables son el color de sus ropas y la expresión antagónica en el rostro de ambos, pero más allá de eso son dos maestros cultivadores, capaces y decididos.
—Lan WangJi y el maestro Wei han decidió salir esta misma noche, ¿hay una última discusión? —Lan Xichen parece llevar muy bien la conversación él solo.
—Sí, hubiese sido respetuoso esperar una respuesta de mi parte —replica con ponzoña.
Wei WuXian abre los ojos alarmado, a Jiang WanYin no le importa mucho eso. Si alguien va a perder la cara, no será él.
—No podemos arriesgarnos a esperar. —Replica de manera aguda.
—Haz lo que quieras, solo mata a Wen RouHan en nombre de nuestra secta —comenta—. ¿Vamos a continuar hablando aquí o ya no nos importa que espíen?
Hay una mueca confusa en el rostro de sus acompañantes, excepto por el estoico Lan WangJi que no le quita la vista de encima.
—Partiremos de inmediato, no es necesaria más charla —afirma éste, antes de hacer una reverencia a su líder de secta y luego a él. Puede sentir una rabia poco clara contra su pesona cuando le mira por última vez.
Wei WuXian se despide de manera más casual, corriendo tras Lan WangJi que no le ha dado espera. Tendrán que caminar incluso en la noche, no es seguro arriesgarse a un ataque. Cuando ya se han perdido de vista, recuerda que no vio la espada de su shixiong en ningún sitio. Espera que no la haya abandonado en situaciones tan críticas, el frente JiangLing no podrá correr a rescatarlo antes de que las tropas en HeJian se muevan.
Si todo sale bien.
Cuando vuelve su mirada, Lan XiChen lo está examinando con detenimiento. Sus pálidos ojos demuestran un interés inusual.
—¿Se le ha perdido algo?
—Aún no me llamas Lan XiChen.
—Dije que lo pensaría.
¿Por qué están discutiendo eso en medio de un campamento de guerra? No son sus hermanos con sus metidas de pata en público, se trata de dos líderes de secta y esta es una discusión poco trascendental. Además, cuando lo piensa, sigue un tanto enojado por el hecho de carecer de opiniones en este suceso, como si su posición fuese un título sin importancia y...
—Tengo un regalo para ti —su línea de pensamiento es interrumpida y, al fijar su vista en el otro líder de secta, encuentra que hay un discípulo Lan que no había notado hasta ahora.
—¿té? —la caja en manos del chico está abierta y muestra una colección hojas trituradas dentro de un contenedor de cobre.
—No es cualquier té, es uno preparado especialmente en el Descanso de las nubes para tranquilizar la mente. Te ayudará. —No quiere despreciar al otro hombre, aunque cuando observa su sonrisa fácil quiere hacerla estallar de alguna manera, así que toma la caja sin mayor miramiento.
—Gracias, Lan XiChen.
Bien, ahora se va a sentir estúpido cargando con una caja de té por todo el campamento. No era una maldita chica, ni mucho menos un eunuco.
—Pon esto a buen recaudo y no dejes que se desperdicie ni un poco —dice a su discípulo, quien a parte de mirar de un lado a otro no ha hecho mucho más, para luego dirigirse a su interlocutor—. Hasta luego, espero que pase buena tarde.
La ira ahora arde con mayor fuerza. Se ha avergonzado frente a un líder de secta, descuidó los deberes como líder, alguien más decidió tomar las decisiones importantes y solo está aquí para una despedida simbólica. Y ahora tiene una caja de té.
Lo peor, piensa mientras se da la vuelta y camina, es que todo esto es consecuencia de su idea.
Notas de autor:
(1) La mayoría de edad para los antigüos Chinos (sobre todo de las dinastías Tang y Han) se ubicaba a los 21 años para los hombres y 15 años para las mujeres. Esto es porque esos seis años de diferencia eran los que generalmente se invertían en la milicia o los estudios de erudición para los hombres.
(2) Los ritos normales de cortejo/compromiso requieren siempre de la presencia de ambas familias, el/los casamentero(s) y sirvientes que certifiquen el comportamiento ejemplar de las partes.
Tomado de: Colección española de investigación en Asia-Pacífico (2010). "Rituales y costumbres matrimoniales en China". Cruce de miradas, relaciones e intercambios. Editorial Universidad de Granada
(3) Aunque tolerada, la homosexualidad no era tan abierta en la China antigüa como en otras culturas. Generalmente conllevaba más un tinte político/militar que una relación romántica, por lo que una relación entre iguales en jerarquía (Wei WuXian podía ser hijo de sirvientes, pero había subido en la escala social) no sería bien entendida. Se solían utilizar eufemismos más que llamarle de alguna manera directa, el término "mangas cortadas" (斷袖) corresponde al siglo II d.C. pero ya antes se usaban otras referencias que se han mantenido hasta la literatura actual como 男 風 "moda de hombres", para quienes tomaban un amante masculino resistiendose a las mujere "sensualidad masculina" para aquellos que podían ser tan atractivos como las mujeres.
Tomado de: Báez, J. E. B. De «mangas cortadas» a «camaradas»: comparativa del discurso alienado de los hombres homosexuales desde la antigüedad hasta la contemporaneidad china. (Este texto toma muy por encima perspectivas modernas de la situación China, explayando todo desde la censura gubernamental, pero sin identificar los factores culturales que provocan esta censura)
