Negociación
Han estado en silencio en su habitación durante el tiempo necesario para divagar un poco, cada uno con sus pensamientos. Lan WangJi está tratando, en vano, de pensar en la mejor manera de preguntar a Wei Ying por su núcleo.
La noche anterior, mientras acampaban, el otro había caído en un sueño profundo, al que Lan WangJi no prestó atención hasta que empezó a tiritar sin parar. Un cultivador puede regular fácilmente su temperatura si no se encuentra en climas extremos, WangJi ya había ofrecido su manta pero fue rechazado y pensó que quizá la hostilidad de Wei Ying hacia él se debía a sus excesivas atenciones. Cuando los temblores continuaron por varios minutos, no pudo ignorarlo, acercándose con cautela para taparlo y proceder a regular sus meridianos con un poco de su propia energía; la sorpresa había sido mayúscula al descubrir que la energía no encontraba forma de recorrer el cuerpo de manera homogénea, cayendo en grandes pozos vacíos, ansiosos de cualquier migaja de energía que él pudiese suministrar. Su primer pensamiento fue que la energía resentida bloqueaba el núcleo, desviando la energía sin permitir que entrase en él.
Estaba acomodando a Wei Ying en el piso, de manera que pudiese dormir más cómodo y esperar a llamarle la atención sobre su salud al día siguiente, cuando una revelación inesperada le golpeó. No había núcleo. El punto de presión en la espalda (1) donde debía responder su núcleo dorado, no sólo no llevaba energía, sino que no encontraba un camino para transportarla. Olvidando el decoro, presionó dos dedos sobre el ombligo y constató la verdad, allí no había nada, los caminos de los meridianos se cortaban abruptamente y, después de lo que parecían meses sin uso, se habían marchitado.
Su tren de pensamientos vuelve al presente, donde Wei Ying trata de escuchar a sus vecinos, soldados Wen que vienen de patrullar los alrededores con la misión de encontrar o atraer cultivadores errantes y pequeñas sectas del lado de Wen RouHan. Se ve divertido mientras prueba cambiar talismanes y conjuros contra la pared.
—Wei Ying —le llama, con la punta de las orejas rojas ante la impertinencia.
—Espera, Lan Zhan, creo que tengo el truco.
—Wei Ying —Insiste sin prisa—. Hay algo que tengo que preguntar.
—Si es sobre la comida, sí te robe algo de verduras, tenía hambre.
Suspira con cansancio, la taza de té en sus manos está inesperadamente fría.
—Wei Ying, ¿sacrificarse tu núcleo para obtener el control de la energía resentida?
Tiene en su mente un discurso bien preparado al respecto, uno que cita tanto los principios de la secta Lan como las enseñanzas que conoce del clan Jiang y los preceptos del Tao que las rigen a ambas, quiere hablar de la ambición y de la corrupción. En cambio, se encuentra con un par de ojos oscuros, llenos de lágrimas que le acusan.
—¿Cómo te atreves? —Le grita— ¿Quién eres tú para creer eso y juzgarme a mí?
Su rabia le duele, al tiempo que encausa los sentimientos confusos que siempre le ha despertado. ¿Cómo es que alguien puede hacer que se sienta tan vivo y sólo al mismo tiempo?
—Dime —exige Wei Ying, caminando hacia él—. ¿Por qué haces semejante suposición? ¿Quién te dio derecho?
-No tienes un núcleo.
La mano que antes buscaba un punto perfecto para escuchar a través de una pared, se constriñe ahora sobre el pecho de Wei Ying, queriendo ocultar algo de la vista del mundo. Los ojos, que antes le miraban con la ira más profunda, son borrosos tras una piscina de lágrimas; a penas si puede distinguir algo en ellos... Cree que Wei Ying podría decir algo.
—Así que este el Segundo Hermano Lan tiene la costumbre de toquetear a las personas mientras duermen —sugiere Wei Ying, es un intento de broma que muere por la voz ahogada que la expresa.
—Lo siento —la disculpa es real. No debió haber preguntado por algo que no le concierne, mucho menos cuando la otra persona no le ha dado permiso para divulgarlo, y cuya información consiguió de forma poco caballerosa. Siente que sus orejas se tiñen de rojo, de verdad que se ha propasado.
—No creo que una disculpa...
—¡¿Quiénes están ahí?! —el golpe en la puerta hace que ambos olviden su discusión de momento. A través de la celosía, se puede ver a un grupo de personas esperando afuera-. Somos el clan Wen y necesitamos saber quién está dentro.
Lan WangJi aprieta el mango de BiChen mientras calcula el tiempo entre tirarse por la ventana y huir entre el pueblo. Pueden salir ilesos si alcanzan la periferia del bosque antes de ser alcanzados. Cuando se va a levantar para hacerlo, Wei Ying tira de él y lo arrastra hacia el diván más cercano. Lan WangJi se sienta con obediencia, mientras Wei Ying se queda de pie a su lado.
—Solo es una discusión de amigos —grita, usando una voz suave, algo aguda, que le hace pensar en un resfriado.- pueden volver más tarde, estaremos mejor.
—No lo creo posible —amenaza el hombre que les habló antes, detrás de su voz se escuchan otras igual de ansiosas—. Estamos en guerra, no pretenderá que duerma con el enemigo cerca. Y no es precisamente de amigos la acusación que escuche antes.
¿Qué han escuchado? ¿Su mención directa sobre Wei Ying? No, él los estaba escuchando y se habría dado cuenta. Aunque, el grito sobre su posición y lo que vino después...
La madera de la puerta cruje un poco, los hombres detrás están convencidos de corroborar las cosas de primera mano. Lan Zhan está a punto de desenfundar su espada cuando una mano cae sobre la suya y ve a Wei Ying tira de la capa superficial de su ropa para trepar sobre sus rodillas, antes de poder darse cuenta, su cuerpo está atrapado entre un hombre que se está desvistiendo y el respaldo de un diván, engalanado todo por finas sedas que cuelgan del techo.
—Déjennos entrar ahora —grita otro hombre y está vez hay alguien más diciendo que por favor no arruinen su negocio. La madera de la puerta vuelve a sonar, alguien está tirando en contra de los seguros.
—¿Qué haces? —sisea, viendo cómo Wei Ying ya no sólo tiene todo su torso expuesto, sino que está tirando de la cinta de su frente; le sujeta las manos antes de que pueda sacarla toda de su cabello. Su cuerpo está gritando, hay un cosquilleo extraño en su piel, al tiempo que una rabia pausada se mueve por su corazón ¿por qué Wei Ying tiene que jugar a estas cosas ahora?
—Nos salvó la vida y encuentro una oportunidad —le es susurrando en respuesta, justo en el momento en que alguien tira la puerta y su cinta desaparece entre las capas de tela que se arremolinan sobre su regazo.
Wei Ying está dejando a su cabello negro crear una cortina entre su cara y la de quienes esperan en la puerta; han entrado y no se han movido, parece que la sorpresa les ha congelado en su sitio.
—Si no les importa, mi esposo estaba disciplinándome hasta hace un momento para que no vuelva a llevarle la contraria —otra vez tiene el tono constipado, pero la sugerencia con que desliza sus piernas y su trasero sobre las rodillas de Lan Zhan impide en que éste piense en lo ridículo de este acto.
Hay un par de toses que intentan disimular el asunto, Lan Zhan las escucha muy muy lejos, puesto que Wei Ying aprovecha la vacilación general para tomar una de sus manos y posarla sobre su pecho, apretándola entre sus propias manos en un gesto de completa teatralidad.
—Si ustedes no me dejan complacer a mi esposo como lo merece, voy a tener que decirle que desista de ayudar al clan Wen. Hemos viajado desde muy lejos en las montañas para unirnos a su victoria ¿no es eso lo que estaban buscando hace un rato? —sugiere, mientras desplaza su cabello hacia un lado de forma coqueta.
Lan Zhan quiere evitar los pensamientos obscenos que le causa la situación, así que intenta detallar que pasa con las otras personas en la habitación; su idea es desechada cuando se da cuenta que el ángulo elegido lo oculta por completo de la vista y también de obtener algo de información. Wei Ying está protegiendo su identidad por completo con esta artimaña, si se mueve, lo único que podrán ver sus adversarios es la parte superior de su frente, donde debería estar su cinta.
Un carraspeo intenso viene del otro lado, la voz del primer hombre que les gritó se hace pequeña en medio del silencio masivo de sus compañeros.
—Lamentamos la intrusión, nos preocupa la guerra. Pero viendo que sus actividades están lejos de ser una amenaza, podemos esperar para hablar hasta mañana en la mañana. Disfruten su noche.
Antes de que Wei Ying pueda decir otra cosa escandalosa, todos se van y un hombre de voz tiritante les comunica que enviará a alguien a arreglar la puerta. El silencio es más embriagador cuando se da cuenta que Wei Ying le está mirando sin moverse, su pecho y sus hombros descubiertos dejan ver un rubor extasiante que Lan Zhan quiere tocar. Continúa mirándole por un tiempo indefinido, haciendo que el calor abrazador de unos minutos antes le devore por dentro, la idea de estar el uno sobre el otro sin ningún espacio para ocupar por algo más, provoca que su rectitud sea reemplazada con algo mucho más primitivo y visceral; quiere tirar de Wei Ying, olvidar la pelea anterior para calmar lo que se arrastra por su vientre, hacia abajo, llevando calor a todas partes.
—Lo siento, Lan Zhan —dice de pronto Wei Ying, sus ojos oscuros parpadean y su cuerpo se mueve lejos, llevándose el calor. De pronto está solo, de nuevo.
Ve a Wei Ying levantarse y recoger sus ropas, lucha con ellas un momento pues no encuentra las mangas para meter sus manos, después el cinturón es imposible de organizar porque está deliberadamente mirando hacia la puerta. Lan WangJi trata de regular su pulso, de encontrar donde posar sus manos y de no mirar de más mientras su compañero se viste. Para espantar la confusión que lo invade, extiende con suavidad la cinta de su frente, alisando con paciencia los pliegues antes de ponerla de nuevo en su lugar.
Después va hasta la puerta, que no parece haber sido dañada de gravedad y la pone de nuevo en su sitio.
Más allá de su incomodidad, Wei Ying los salvó a ambos, así que merece ser reconocido por ello.
—Gracias. —Dice con calma, dando la vuelta para enfrentar a un mejor vestido Wei Ying.
Nada pudo haberlo preparado para estar de nuevo ante una situación inusitada.
Lan WangJi ve como la larga cabellera de Wei WuXian es cercenada por la mano del mismo. Una acidez abrupta se instala en su estómago al ver aquello.
—Wei Ying, tus padres...
—Mis padres me perdonarán (2) por querer preservar mi vida un poco más -declara con seguridad, mientras observa los mechones irregulares que enmarcan su rostro al tiempo que le ofrece una sonrisa socarrona.
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A Jiang Cheng aún le pesan hondo sus propias diatribas sin sentido. Después de la partida de la delegación de la secta Lan había estado feliz de sentir un poco de libertad a su alrededor, antes de darse cuenta que se había enojado con Lan XiChen sin darle explicaciones, sólo porque el hombre era el hermano de Lan WangJi, y Wei WuXian había decidido huir con él antes que darle explicaciones para su actitud extraña desde que habían vuelto a encontrarlo.
La pesadez duró hasta que decidió disculparse a través de un presente simbólico y un viejo poema que aprendiera de su madre, siempre anhelante en los límites de los lagos de Yunmeng. Lo había preparado en la misma caja donde recibió el té que poco a poco ayudó a desaparecer la parte más disruptiva de sus sueños; en su lugar, puso una de las pocas cosas que quedaban de su familia y que podían considerarse preciosas, un frasco sellado de tintura púrpura preparada con especial fervor por los alquimistas y sanadores que recogían las flores y los minerales necesarios para hacerla duradera, con un color profundo y fácil de utilizar para teñir la seda. Tal vez nunca vea a un miembro de Gusu Lan con una prenda de aquel color, pero pueden utilizarla como moneda de intercambio para obtener el jade del que hacen sus instrumentos.
Era poco en comparación con lo que había ganado por el té, ahora sus noches eran más tranquilas, ya no tenía la preocupación de escuchar en seguidilla los gritos de sus antiguos compañeros, la llamada de guerra de su madre y después el olor, algo de lo que nunca habla es del olor de la madera quemándose, sumado al del barro removido en los lagos más superficiales, tanto por quienes querían huir como por los que atacaban. Ambos olores detonan en su subconsciente la idea del peligro y, en el inicio de la guerra, era lo único que podía oler una vez se levantaba de la cama. Ahora solo huele una mezcla suave de té verde y manzanilla, que aderezada con una fruta que aún le es desconocida, aniquilando cualquier temor de su cabeza, lo que le permite mantener el semblante frío ante cualquier situación.
No tiene forma de poner precio a toda esta paz.
Pasa los días siguientes a su envío acabando con dos batallones enviados por la secta Wen, uno apostado en un pueblo productor de cinabrio, el siguiente que organizaba una trampa emboscada en un viejo camino con el uso de fantasmas de bajo nivel.
Ha encontrado que le gusta matar. No como un acto grotesco, en el cual aprecia el espectáculo, sino como el sencillo procedimiento de hundir su arma en alguien, encontrar que muere sin mucho escándalo, y puede continuar su camino. No le gusta el acto, le da paz la sencillez del irse.
Cuando perdió su núcleo, deseó haber pasado por algo así de sencillo, una muerte que te lleva antes de parpadear, no una agonía extendida. Está en una guerra y está siendo misericorde con sus enemigos.
Esto también le ha hecho ampliar su rango de meditación, puede aplicar algo de ella mientras está en la misma batalla, enajenándose del hecho hasta el momento de dar el golpe final.
Sobre esto es lo que escribe a Lan XiChen poco después de recibir su respuesta sobre el regalo. El Primer Jade de Lan escribió una prístina nota donde le agradecía el regalo y detallaba los usos que podría darle a la pintura, para infundir algunos de los hilos de protección que se usaban para confeccionar la vestimenta de su secta. Al parecer, el negocio de los telares, está a buen recaudo con el líder del clan Lan, quien posee un conocimiento profundo de su elaboración y manejo.
Se burla un poco de ello en su carta, cuando le pregunta a su nuevo amigo si cómo monje, el telar es también su forma de meditación. Sabe que Lan XiChen, a diferencia de la mayoría de los hombres que conocía, tomaría aquello más como un halago que como un insulto y sabría ver la aprobación a su necesidad de aprender, incluso de los negocios de las mujeres.
Eso lo hace pensar de inmediato en el tipo de mujer con las que se casaría en un futuro el Líder Lan. Seguro sería una muchacha recatada, pero sabía, que supiera aconsejar a su esposo en privado sin quitarle protagonismo en público; o una cultivadora tan hábil como para ganarse la aprobación de los hombres y la envidia de otras mujeres, el tipo de chica que su madre hubiese entrenado con gusto. Si Lan XiChen se casa con alguien pronto, seguro después de la guerra, espera que sea una muchacha correcta, que aprecie su infinita paciencia y sepa frenar su fe ciega. Así como esperó angustiado hasta que él diera el brazo a torcer, podría esperar a cualquiera y echarse a perder.
La cuestión queda perdida en cuanto relaciona esto con la obsesión malsana de HuanGuang-Jun con su hermano y la obvia receptividad de éste a la atención. Hay una incomodidad que lo ha perseguido desde la partida de ambos que tiene que ver con las habladurías y también con los límites que sabe se han roto hace mucho acerca de lo que Wei WuXian considera correcto; sobre todo aquello que oscila alrededor de la lealtad, no la que espera de un subordinado, sino de un hermano.
Jiang Cheng quiere a su mejor amigo, no a su segundo al mando. Lo necesita más de lo que puede aceptar, por eso mismo no ha hecho ningún avance justo en buscar las respuestas que necesita. ¿Es tan terrible lo que le esconde Wei WuXian que prefiere obviarlo mientras la guerra consume su poca capacidad de discernimiento? ¿O a lo que tiene miedo es a conocer sus propios límites y comprobar que no son más que rayos de luz fácilmente refractables por una espada?
No tiene respuesta, tampoco quiere buscarla. Termina de escribir su carta mientras piensa en lo estúpido que pueden ser los sentimientos en momentos como este... puede que muera en la mañana, que importa si tiene o no un hermano ante eso. ¿Qué importa que ese hermano haya optado por amar a un hombre y cómo esto puede ponerlos a todos en situaciones sociales precarias?
La curiosidad, más una fisgona que una amiga, le entrega una pregunta abrupta en cuanto se entera, a la mañana siguiente, que su carta ha partido con su mensajero más veloz. Ignora toda inquietud, la guerra sigue y las cartas también.
Pasa el siguiente mes entre ambas cosas: planificar batallas y charlar con Lan XiChen sobre ellas a través de largas misivas que sus dos mensajeros han logrado entregar en rangos de dos a tres días sin mayores contratiempos, sonriendo siempre que se van y llegan. Jiang Cheng quiere saber en qué piensan cuando despacha al último de esa semana, justo después de recibir una carta de Wei WuXian que le detalla dónde y cómo desmantelar las últimas reservas de Wen en la frontera. La información está bien codificada al respaldo de la carta en la que se queja de lo duro se su catre, lo triste de los funerales de guerra y la promesa de enseñar a nadar a Lan XiChen si sobreviven a todo esto.
El mensajero se va, pero la pregunta de la primera noche regresa: ¿La razón por la que Wei WuXian ve con buenos ojos un avance por parte de Lan WangJi es la misma que encuentra él aceptable para ser amigo de alguien como Lan XiChen? ¿Tiene que ver en algo el atractivo físico obvio, o más con valores morales incuestionables que ni Wei Ying ni él estarían dispuestos a mantener jamás?
Piensa en los secretos que no sabe de su hermano, pero está seguro que Lan WangJi sí. Él sabe que Lan XiChen nunca le ha dicho a su hermano que la razón para negarse a enseñar en la secta es porque no cree que lo que sabe valga la pena más allá de una mesa de negociación: "puedo matar a tres hombres con un movimiento de mi espada, sé exorcizar demonios y también dioses, podría practicar inedia durante un mes sin sentirme agotado, pero cuando veo los rostros jóvenes en mi secta no creo poder decirles que eso es algo aceptable, que deben vivir su vida de esa manera solo porque así lo hemos hecho miles antes". Y lo entiende, porque aún duda del título de líder, de su capacidad para llevar a todos estos muchachos a algo que no sea una muerte segura.
Después de tanta sangre, tantos funerales y tanto odio, tiene una respuesta que no le da miedo a las preguntas que su curiosidad ha alimentado durante semanas: No le importa en lo más mínimo porque la secta Lan parece predisponerse a llamar la atención de la gente de YunMeng, tampoco le interesa catalogar lo que sea que suceda entre su hermano y el muro de reglas que es Lan WangJi.
Notas de autor:
Aclaración general sobre la seda, el comercio, los telares y los monjes:
La seda fue un secreto a voces del imperio Chino, aunque al principio solo se usaba en prendas para la familia real, con el tiempo casi todos producían seda como un producto más, siendo sobre todo una manufactura que salía del campo para ser distribuida, teñida o llevada a confección en las ciudades. Los monjes fueron quienes la sacaron de China y la expandieron por oriente mientras hacían peregrinajes a India, Thailandia y Nepal para conseguir textos budistas e intercambiar conocimientos. Así mismo, enseñaron a los Coreanos y los Japoneses las técnicas de cría del gusano y de creación de la tela cuando se encontraban por razones de fe o de política. (Una de las razones para considerar incivilizados a los occidentales es que ellos no habían podido descubrir como hacerlo por faltarles delicadeza).
Tomado de: China, su historia y Cultura hasta 1800. Flora Botton. - 2a ed. corr.- México : El Colegio de México, Centro de Estudios de Asia y África, 2000, 1984.
1. Punto de presión: Similares a los que podemos encontrar en tradiciones como la yógica o la budista, donde son lugares por donde navega nuetsra energía, la teoría China de los Cinco Movimientos no solo les otorga lugares especificos para estar sino que también les crea canales de comunicación dispersos por todo el cuerpo que, a razón del tipo de energía que se utilice, pueden potenciar o dañar los sitios a donde llegan.
El estudio de los Cinco Movimientos es básica en el entendimiento de la acupuntura y otros tratamientos tradicionales, pues de la correcta aplicación de presión a estos puntos puede alargarse la vida o matar a alguien.
Tomado de: Mastellari, Marcos. Teoria de los Cinco Movimientos. La habana, cuba. 2000
2. El cabello en la tradición China es un regalo que hacen los padres a los hijos cuando estos nacen y superan el primer mes de vida, es por esto que nunca debía cortarse y se consideraba importante que se cuidará y dejará crecer durante toda la vida. Alguien de alto rango que corte su cabello ofende a sus ancestros.
También existía una tradición de las mujeres que al casarse cortaban mechones de cabello y los ofrecían a su esposo como muestra de fidelidad, pues de esta manera se desprendían de la autoridad paterna para entregarla al esposo.
Tomado de: Colección española de investigación en Asia-Pacífico (2010). "Una aproximación a las mujeres artistas en China". Cruce de miradas, relaciones e intercambios. Editorial Universidad de Granada.
Este último guiño a la tradición es determinante para el correcto desarrollo de la trama en el futuro.
